miércoles, 23 de noviembre de 2022

C. Marx BOLÍVAR Y PONTE (1858

 


C. Marx

BOLÍVAR Y PONTE

(1858)

 

BOLÍVAR Y PONTE, Simón, el "Libertador" de Colombia, nació el 24 de julio de 1783 en Caracas y murió en San Pedro, cerca de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Descendía de una de las familias mantuanas, que en la época de la dominación española constituían la nobleza criolla en Venezuela. Con arreglo a la costumbre de los americanos acaudalados de la época, se le envió Europa a la temprana edad de 14 años. De España pasó Francia y residió por espacio de algunos años en París. En 1802 se casó en Madrid y regresó a Venezuela, donde su esposa falleció repentinamente de fiebre amarilla. Luego de este suceso se trasladó por segunda vez a Europa y asistió en 1804 a la coronación de Napoleón como empe rador, hallándose presente, asimismo, cuando Bonaparte se ciñó la corona de hierro de Lombardía. En 1809 volvió a su patria y, pese a las instancias de su primo José Félix Ribas, rehusó adherirse a la revolución que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810. Pero, con posterioridad a ese acontecimiento, aceptó la misión de ir a Londres para comprar armas y gestionar la protección del gobierno británico. El marqués de Wellesley, a la sazón ministro de relaciones exteriores, en apariencia le dio buena acogida. pero Bolívar no obtuvo más que la autorización de exportar armas abonándolas al contado y pagando fuertes derechos. A su regreso de Londres se retiró a la vida privada, nuevarnente, hasta que en setiembre de 1811 el general Miranda, por entonces comandante en jefe de las fuerzas rectas de mar y tierra, lo persuadió de que aceptara el rango de teniente coronel en el estado mayor y el mando de Puerto Cabello, la principal plaza fuerte de Venezuela.

Cuando los prisioneros de guerra españoles, que Miranda enviaba regularmente a Puerto Cabello para mantenerlos encerrados en la ciudadela, lograron atacar por sorpresa la guardia y la dominaron, apoderándose de la ciudadela, Bolívar, aunque los españoles estaban desarmados, mientras que él disponía de una fuerte guarnición y de un gran arsenal, se embarcó precipitadamente por la noche con ocho de sus oficiales, sin poner al tanto de lo ocurría ni a sus propias tropas, arribó al amanecer a Guaira y se retiró a su hacienda de San Mateo. Cuando la guarnición se enteró de la huida de su comandante, abandonó en buen orden la plaza, a la que ocupade inmediato los españoles al mando de Monteverde. Este acontecimiento inclinó la balanza a favor de España y forzó a Miranda a suscribir, el 26 de julio de 1812, por encargo del congreso, el tratado de La Victoria, que sometió nuevamente a Venezuela al dominio español. El 30 de julio llegó Miranda a La Guaira, con la intención embarcarse en una nave inglesa. Mientras visitaba al coronel Manuel María Casas, comandante de la plaza, se encontró con un grupo numeroso, en el que se contaban don Miguel Peña y Simón Bolívar, que lo convencieron de que se quedara, por lo menos úna noche, en la residencia de Casas. A las dos de la madrugada, encontrándose Miranda profundamente dormido, Casas, Peña y Bolívar se introdujeron en su habitación con cuatro soldados armados, se apoderaron precavidamente de su espada y su pistola, lo despertaron y con rudeza le ordenaron que se levantara y vistiera, tras lo cual lo engrillaron y entregaron a Monteverde. El jefe español lo remitió a Cádiz, donde Miranda, encadenado, murió después de varios años de cautiverio. Ese acto, para cuya justificación se recurrió al pretexto de que Miranda había traicionado a su país la capitulación de La Victoria, valió a Bolívar el especial favor de Monteverde, a tal punto que cuando el primero le solicitó su pasaporte, el jefe español declaró: "Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de España con laentrega de Miranda".

Se autorizó así a Bolívar a que se embarcara con destino a Curazao, donde permaneció seis semanas. En cornpañía de su primo Ribas se trasladó luego a la pequeña república de Cartagena. Ya antes de su arribo habían huido a Cartagena gran cantidad de soldados, ex combatientes a las órdenes del general Miranda. Ribas les propuso emprender una expedición contra los españoles en Venezuela y reconocer a Bolívar como comandante en jefe. La primera propuesta recibió una acogida entusiasta; la segunda fue resistida, aunque finalmente accedieron, a condición de que Ribas fuera el lugarteniente de Bolívar. Manuel Rodríguez Torices, el presidente de la república de Cartagena, agregó a los 300 soldados así reclutados para Bolívar otros 500 hombres al mando de su primo Manuel Castillo. La expedición partió a comienzos de enero de 1813. Habiéndose producido rozamientos entre Bolívar y Castillo respecto a quién tenía el mando supremo, el segundo se retiró súbitamente con sus granaderos. Bolívar, por su parte, propuso seguir el ejemplo de Castillo y regresar a Cartagena, pero al final Ribas pudo persuadirlo de que al menos prosiguiera en su ruta hasta Bogotá, en donde a la sazón tenía su sede el Congreso de Nueva Granada. Fueron allí muy bien acogidos, se les apoyó de mil maneras y el congreso los ascendió al rango de generales. Luego de dividir su pequeño ejército en dos columnas, marcharon por distintos caminos hacia Caracas. Cuanto más avanzaban, tanto más refuerzos recibían; los crueles excesos de los españoles hacían las veces, en todas partes, de reclutadores para el ejército independentista. La capacidad de resistencia de los españoles estaba quebrantada, de un lado porque las tres cuartas partes de su ejército se componían de nativos, que en cada encuentro se pasaban al enemigo; del otro debido a la cobardía de generales tales como Tízcar, Cajigal y Fierro, que a la menor oportunidad abandonaban a sus propias tropas. De tal suerte ocurrió que Santiago Mariño, un joven sin formación, logró expulsar de las provincias de Cumaná y Barcelona a los españoles, al mismo tiempo que Bolívar ganaba terreno en las provincias occidentales. La única sistencia seria la opusieron los españoles a la columna de Ribas, quien no obstante derrotó al general Monteverde en Los Taguanes y lo obligó a encerrarse en Puerto Cabello el resto de sus tropas.

Cuando el gobernador de Caracas, general Fierro, tuvo noticias de que se acercaba Bolívar, le envió parlamentarios para ofrecerle una capitulación, la que se firmó en La Victoria. Pero Fierro, invadido por un pánico repentino y sin aguardar el regreso de sus propios emisarios, huyó secretamente por la noche y dejó a más de 1.500 españoles librados a la merced del enemigo. A Bolívar se le tributó entonces una entrada apoteótica. De pie, en un carro de triunfo, al que arrastraban doce damiselas vestidas de blanco y ataviadas con los colores nacionales, elegidas todas ellas entre las mejores familias caraqueñas, Bolívar, la cabeza descubierta y agitando un bastoncillo en la man, fue llevado en una media hora desde la entrada la ciudad hasta su residencia. Se proclamó "Dictador y Libertador de las Provincias Occidentales de Venezuela" --Mariño había adoptado el título de "Dictador de las Provincias Orientales"--, creó la "Orden del Libertador", formó un cuerpo de tropas escogidas a las que denominó guardia de corps y se rodeó de la pompa propia de una corte. Pero, como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas. De este modo el novel entusiasmo popular se transformó en descontento, y las dispersas fuerzas del enemigo dispusieron de tiempo para rehacerse. Mientras que a comienzos de agosto de 1813 Monteverde estaba encerrado en la fortalede Puerto Cabello y al ejército español sólo le quedaba una angosta faja de tierra en el noroeste de Venezuela, apenas tres meses después el Libertador había perdido su prestigio y Caracas se hallaba amenazada por la súbita aparición en sus cercanías de los españoles victoriosos, al mando de Boves. Para fortalecer su poder tambaleante Bolívar reunió, el 1de enero de 1814, una junta constituida por los vecinos caraqueños más influyentes y les manifestó que no deseaba soportar más tiempo el fardo de la dictadura. Hurtado de Mendoza, por su parte, fundamentó en un prolongado discurso "la necesidad de que el poder supremo se mantuviese en las manos del general Bolívar hasta que el Congreso de Nueva Granada pudiera reunirse y Venezuela unificarse bajo un solo gobierno". Se aprobó esta propuesta y, de tal modo, la dictadura recibió una sanción legal.

Durante algún tiempo se prosiguió la guerra contra los españoles, bajo la forma de escaramuzas, sin que ninguno de los contrincantes obtuviera ventajas decisivas. En junio de 1814 Boves, tras concentrar sus tropas, marchó de Calabozo hasta La Puerta, donde los dos dictadores, Bolívar y Mariño, habían combinado sus fuerzas. Boves las encontró allí y ordenó a sus unidades que las atacaran sin dilación. Tras una breve resistencia, Bolívar huyó a Caracas, mientras que Mariño se escabullía hacia Cumaná. Puerto Cabello y Valencia cayeron en las manos de Boves, que destacó dos columnas (una de ellas al mando del coronel González) rumbo a Caracas, por distintas rutas. Ribas intentó en vano contener el avance de González. Luego de la rendición de Caracas a este jefe, Bolívar evacuó a La Guaira, ordenó a los barcos surtos en el puerto que zarparan para Cumaná y se retiró con el resto de sus tropas hacia Barcelona. Tras la derrota que Boves infligió a los insurrectos en Arguita, el 8 de agosto de 1814, Bolívar abandonó furtivamente a sus tropas, esa misma noche, para dirigirse apresuradamente y por atajos hacia Cumaná, donde pese a las airadas protestas de Ribas se embarcó de inmediato en el "Bianchi", junto con Mariño y otros oficiales. Si Ribas, Páez y los demás generales hubieran seguido a los dictadores en su fuga, todo se habría perdido. Tratados como desertores a su arribo a Juan Griego, isla Margarita, por el general Arismendi, quien les exigió que partieran, levaron anclas nuevamente hacia Carúpano, donde, habiéndolos recibido de manera análoga el coronel Bermúdez, se hicieron a la mar rumbo a Cartagena. Allí a fin de cohonestar su huida, publicaron una memoria de justificación, henchida de frases altisonantes.

Habiéndose sumado Bolívar a una conspiración para derrocar al gobierno de Cartagena, tuvo que abandonar esa pequeña república y seguir viaje hacia Tunja, donde etaba reunido el Congreso de la República Federal de Nueva Granada. La provincia de Cundinamarca, en ese entonces, estaba a la cabeza de las provincias independientes que se negaban a suscribir el acuerdo federal neogranadino, mientras que Quito, Pasto, Santa Marta y otras provincias todavía se hallaban en manos de los españoles. Bolívar, que llegó el 22 de noviembre de 1814 a Tunja, designado por el congreso comandante en jefe de las fuerzas armadas federales y recibió la doble misión de obligar al presidente de la provincia de Cundinamarca a reconociera la autoridad del congreso y de marchar luego sobre Santa Marta, el único puerto de mar fortificado granadino aún en manos de los españoles. No presentó dificultades el cumplimiento del primer cometido, puesto que Bogotá, la capital de la provincia desafecta, carecía de fortificaciones. Aunque la ciudad había capitulado, Bolívar permitió a sus soldados que durante 48 horas la saquearan. En Santa Marta el general español Montalvo, disponía tan sólo de una débil guarnición de 200 hombres y de una plaza fuerte en pésimas condiciones defensivas, tenía apalabrado ya un barco francés para asegurar su propia huida; los vecinos, por su parte, enviaron un mensaje a Bolívar participándole que, no bien apareciera, abrirían las puertas de la ciudad y expulsarían a la guarnición. Pero en vez de marchar contra los españoles de Santa Marta, tal como se lo había ordenado el congreso, Bolívar se dejó arrastrar por su encono contra Castillo, el comandante de Cartagena, y actuando por su propia cuenta condujo sus tropas contra esta última ciudad, parte integral de la República Federal. Rechazado, acampó en Popa, un cerro situado aproximadamente a tiro de cañon de Cartagena. Por toda batería emplazó un pequeño cañón, contra una fortaleza artillada con unas 80 piezas. Pasó luego del asedio al bloqueo, que duró hasta comienzos de mayo, sin más resultado que la disminución de sus efectivos, por deserción o enfermedad, de 2.400 a 700 hombres. En el ínterin una gran expedición española comandada por el general Morillo y procedente de Cádiz había arribado a la isla Margarita, el 25 de marzo de 1815. Morillo destacó de inmediato poderosos refuerzos a Santa Marta y poco después sus fuerzas se adueñaron de Cartagena. Previamente, empero, el 10 de mayo 1815, Bolívar se había embarcado con una docena de oficiales en un bergantín artillado, de bandera británica, rumbo a Jamaica. Una vez llegado a este punto de refugio publicó una nueva proclama, en la que se presentaba como la víctima de alguna facción o enemigo secreto y defendía su fuga ante los españoles como si se tratara una renuncia al mando, efectuada en aras de la paz pública.

Durante su estada de ocho meses en Kingston, los genrales que había dejado en Venezuela y el general Arismendi en la isla Margarita presentaron una tenaz resistencia las armas españolas. Pero después que Ribas, a quién Bolívar debía su renombre, cayera fusilado por los españoles tras la toma de Maturín, ocupó su lugar un hombre de condiciones militares aun más relevantes. No pudiendo desempeñar, por su calidad de extranjero, un papel autónomo en la revolución sudamericana, este hombre decidió entrar al servicio de Bolívar. Se trataba de Luis Brion. Para prestar auxilios a los revolucionarios se había hecho a la mar en Londres, rumbo a Cartagena, con una corbeta de 24 cañones, equipada en gran parte a sus propias expensas y cargada con 14.000 fusiles y una gran cantidad de otros pertrechos. Habiendo llegado demasiado tarde y no pudiendo ser útil a los rebeldes, puso proa hacia Cayos, en Haití, adonde muchos emigrados patriotas habían huido tras la capitulación de Cartagena. Entretanto Bolívar se había trasladado también a Puerto Príncipe donde, a cambio de su promesa de liberar a los esclavos, el presidente haitiano Pétion le ofreció un cuantioso apoyo material para una nueva expedición contra los españoles de Venezuela. En Los Cayos se encontró con Brion y los otros emigrados y en una junta general se propuso a sí mismo como jefe de la nueva expedición, bajo la condición de que, hasta la convocatoria de un cóngreso general, él reuniría en sus manos los poderes civil y militar. Habiendo aceptado la mayoría esa condición, los expedicionarios se hicieron a la mar el 16 de abril de 1816 con Bolívar como comandante y Brion en calidad de almirante. En Margarita, Bolívar logró ganar para su causa a Arismendi, el comandante de la isla, quien había rechazado a los españoles a tal punto que a éstos sólo les restaba un único punto de apoyo, Pampatar. Con la formal promesa de Bolívar de convocar un congreso nacional en Venezuela no bien se hubiera hecho dueño del país, Arismendi hizo reunir una junta en la catedral de Villa del Norte y proclamó públicamente a Bolívar jefe supremo de las repúblicas de Venezuela y Nueva Granada. El 31 de mayo de 1816 desembarcó Bolívar en Carúpano, pero no se atrevió a impedir que Mariño y Piar se apartaran de él y efectuaran, por su propia cuenta, una campaña contra Cumaná. Debilitado por esta separación y siguiendo los consejos de Brion se hizo a la vela rumbo a Ocumare [de la Costa], adonde arribó el 3 de julio de 1816 con 13 barcos, de los cuales sólo 7 estaban artillados. Su ejército se componía tan sólo de 650 hombres, que aumentaron a 800 por el reclutamiento de negros, cuya liberación había proclamado. En Ocumare difundió un nuevo manifiesto, en el que prometía "exterminar a los tiranos" y "convocar al pueblo para que designe sus diputados al congreso. Al avanzar en dirección a Valencia, se topó, no lejos de Ocumare, con el general español Morales, a la cabeza de unos 200 soldados y 100 milicianos. Cuando los cazadores de Morales dispersaron la vanguardia de Bolívar, éste, según un testigo ocular, perdió "toda presencia de ánimo y sin pronunciar palabra, en un santiamén volvió grupas y huyó a rienda suelta hacia Ocumare, atravesó el pueblo a toda carrera, llegó a la bahía cercana, saltó del caballo, se introdujo en un bote y subió a bordo del « Diana», dando orden a toda la escuadra de que lo siguiera a la pequeña isla de Bonaire y dejando a todos sus compañeros privados del menor auxilio". Los reproches y exhortaciones de Brion lo indujeron a reunirse a los demás jefes en la costa de Cumaná; no obstante, como lo recibieron inamistosamente y Piar lo amenazó con someterlo a un consejo de guerra por deserción y cobardía, sin tardanza volvió a partir rumbo a Los Cayos. Tras meses y meses de esfuerzos, Brion logró finalmente persuadir a la mayoría de los jefes militares venezolanos -que sentían la necesidad de que hubiera un centro, aunque simplemente fuese nominal- de que llamaran una vez más a Bolívar como comandante en jefe, bajo la condición expresa de que convocaría al congreso y no se inmiscuiría en la administración civil. El 31 de diciembre de 1816 Bolívar arribó a Barcelona con las armas, municiones y pertrechos proporcionados por Pétion. El 2 de enero de 1817 se le sumó Arismendi, y el día 4 Bolívar proclamó la ley marcial y anunció que todos los poderes estaban en sus manos. Pero 5 días después Arismendi sufrió un descalabro en una emboscada que le tendieran los españoles, y el dictador huyó a Barcelona. Las tropas se concentraron nuevamente en esa localidad, adonde Brion le envió tanto armas como nuevos refuerzos, de tal suerte que pronto Bolívar dispuso de una nueva fuerza de 1.100 hombres. El 5 de abril los españoles tomaron la ciudad de Barcelona, y las tropas de los patriotas se replegaron hacia la Casa de la Misericordia, un edificio sito en las afueras. Por orden de Bolívar se cavaron algunas trincheras, pero de manera inapropiada para defender contra un ataque serio una guarnición de 1.000 hombres. Bolívar abandonó la posición en la noche del 5 de abril, tras comunicar al coronel Freites, en quien delegó el mando, que buscaría tropas de refresco y volvería a la brevedad. Freites rechazó un ofrecimiento de capitulación, confiado en la promesa, y después del asalto fue degollado por los españoles, al igual que toda la guarnición.

Piar, un hombre de color, originario de Curazao, concibió y puso en práctica la conquista de la Guayana, a cuyo efecto el almirante Brion lo apoyó con sus cañoneras. El 20 de julio, ya liberado de los españoles todo el territorio, Piar, Brion, Zea, Mariño, Arismendi y otros convocaron en Angostura un congreso de las provincias y pusieron al frente del Ejecutivo un triunvirato; Brion, que detestaba a Piar y se interesaba profundamente por Bolívar, ya que en el éxito del mismo había puesto en juego su gran fortuna personal, logró que se designase al último como miembro del triunvirato, pese a que no se hallaba presente. Al enterarse de ello Bolívar, abandonó su refugio y se presentó en Angostura, donde, alentado por Brion, disolvió el congreso y el triunvirato y los remplazó por un "Consejo Supremo de la Nación", del que se nombró jefe, mientras que Brion y Francisco Antonio Zea quedaron al frente, el primero de la sección militar y el segundo de la sección política. Sin embargo Piar, el conquistador de Guayana, que otrora había amenazado con someter a Bolívar ante un consejo de guerra por deserción, no escatimaba sarcasmos contra el "Napoleón de las retiradas", y Bolívar aprobó por ello un plan para eliminarlo. Bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentado contra la vida de Bolívar y aspirado al poder supremo, Piar fue llevado ante un consejo de guerra presidido por Brion y, condenado a muerte, se le fusiló el 16 de octubre de 1817. Su muerte llenó a Mariño de pavor. Plenamente consciente de su propia insignificancia al hallarse privado del concurso de Piar, Mariño, en una carta abyectísima, calumnió públicamente a su amigo victimado, se dolió de su propia rivalidad con el Libertador y apeló a la inagotable magnanimidad de Bolívar.

La conquista de la Guayana por Piar había dado un vuelco total a la situación, en favor de los patriotas, pues esta provincia sola les proporcionaba más recursos que las otras siete provincias venezolanas juntas. De ahí que todo el mundo confiara en que la nueva campaña anunciada por Bolívar en una flamante proclama conduciría a la expulsión définitiva de los españoles. Ese primer boletín, según el cual unas pequeñas partidas españolas que forrajeaban al retirarse de Calabozo eran "ejércitos que huían ante núestras tropas victoriosas", no tenía por objetivo disipar tales esperanzas. Para hacer frente a 4.000 españoles, que Morillo aún no había podido concentrar, disponía Bolívar de más de 9.000 hombres, bien armados y equipados, abundantemente provistos con todo lo necesario para la guerra. No obstante, a fines de mayo de 1818 Bolívar había perdido unas doce batallas y todas las provincias situadas al norte del Orinoco. Como dispersaba sus fuerzas, numéricamente superiores, éstas siempre eran batidas por separado. Bolívar dejó la dirección de la guerra en manos de Páez y sus demás subordinados y se retiró a Angostura. A una defección seguía la otra, y todo parecía encaminarse a un descalabro total. En ese momento extremadamente crítico, una conjunción de sucesos afortunados modificó nuevamente el curso de las cosas. En Angostura Bolívar encontró a Santander, natural de Nueva Granada, quien le solicitó elementos para una invasión a ese territorio, ya que la población local estaba pronta para alzarse en masa contra los españoles. Bolívar satisfizo hasta cierto punto esa petición. En el ínterin, llegó de Inglaterra una fuerte ayuda bajo la forma de hombres, buques y municiones, y oficiales ingleses, franceses, alemanes y polacos afluyeron de todas partes a Angostura. Finalmente, el doctor [Juan] Germán Roscio, consternado por la estrella declinante de la revolución sudamericana, hizo su entrada en escena, logró el valimiento de Bolívar y lo indujo a convocar, para el 15 de febrero de 1819, un congreso nacional, cuya sola mención demostró ser suficientemente poderosa para poner en pie un nuevo ejército de aproxi madamente 14.000 hombres, con lo cual Bolívar pudo pasar nuevamente a la ofensiva.

Los oficiales extranjeros le aconsejaron diera a entender que proyectaba un ataque contra Caracas para liberar a Venezuela del yugo español, induciendo así a Morillo a retirar sus fuerzas de Nueva Granada y concentrarlas para la defensa de aquel país, tras lo cual Bolívar debía volverse súbitamente hacia el oeste, unirse a las guerrillas de Santander y marchar sobre Bogotá. Para ejecutar ese plan, Bolívar salió el 24 de febrero de 1819 de Angostura, después de designar a Zea presidente del congreso y vicepresidente de la república durante su ausencia. Gracias a las maniobras de Páez, los revolucionarios batieron a Morillo y La Torre en Achaguas, y los habrían aniquilado completamente si Bolívar hubiese sumado sus tropas a las de Páez y Mariño. De todos modos, las victorias de Páez dieron por resultado la ocupación de la provincia de Barinas, quedando expedita así la ruta hacia Nueva Granada. Como aquí todo estaba preparado por Santander, las tropas extranjeras, compuestas fundamentalmente por ingleses, decidieron el destino de Nueva Granada merced a las victorias sucesivas alcanzadas el 1 y 23 de julio y el 7 de agosto en la provincia de Tunja. El 12 de agosto Bolívar entró triunfalmente a Bogotá, mientras que los españoles, contra los cuales se habían sublevado todas las provincias de Nueva Granada, se atrincheraban en la ciudad fortificada de Mompós.

Luego de dejar en funciones al congreso granadino y al general Santander como comandante en jefe Bolívar marchó hacia Pamplona, donde paso mas de dos meses en festejos y saraos. El 3 de noviembre llego a Mantecal, Venezuela, punto que había fijado a los jefes patriotas para que se le reunieran con sus tropas Con un tesoro de unos 2.000.000 de dólares, obtenidos de los habitantes de Nueva Granada mediante contribuciones forzosas, y disponiendo de una fuerza de aproximadamente 9.000 hombres, un tercio de los cuales eran ingleses, irlandeses, hanoverianos y otros extranjeros bien disciplinados, Bolívar debía hacer frente a un enemigo privado de toda clase de recursos, cuyos efectivos se reducían a 4.500 hombres, las dos terceras partes de los cuales, además, eran nativos y mal podían, por ende, inspirar confianza a los españoles. Habiéndose retirado Morillo de San Fernando de Apure en dirección a San Carlos, Bolívar lo persiguió hasta Calabozo, de modo que ambos estados mayores, enemigos se encontraban apenas a dos días de marcha el uno del otro. Si Bolívar hubiese avanzado con resolución, sus solas tropas europeas habrían bastado para aniquilar a los españoles. Pero prefirió prolongar la guerra cinco años más.

En octubre de 1819 el congreso de Angostura había forzado a renunciar a Zea, designado por Bolívar, y elegido en su lugar a Arismendi. No bien recibió esta noticia, Bolívar marchó con su legión extranjera sobre Angostura, tomó desprevenido a Arismendi, cuya fuerza se reducia a 600 nativos, lo deportó a la isla Margarita e invistió nuevamente a Zea en su cargo y dignidades. El doctor Roscio, que había fascinado a Bolívar con las perspectivas de un poder central, lo persuadió de que proclamara a Nueva Granada y Venezuela como "República de Colombia", promulgase una constitución para el nuevo estado --redactada por Roscio-- y permitiera la instalación de un congreso común para ambos países. El 20 de enero de 1820 Bolívar se encontraba de regreso en San Fernando de Apure. El súbito retiro de su legión extranjera, más temida por los españoles que un número diez veces mayor de colombianos, brindó a Morillo una nueva oportunidad de concentrar refuerzos. Por otra parte, la noticia de que una poderosa expedición a las órdenes de O'Donnell estaba a punto de partir de la Península, levantó los decaídos ánimos del partido español. A pesar de que disponía de fuerzas holgadamente superiores, Bolívar se las arregló para no conseguir nada durante la campaña de 1820. Entretanto llegó de Europa la noticia de que la revolución en la isla de León había puesto violento fin a la programada expedición de O'Donnell. En Nueva Granada, 15 de las 22 provincias se habían adherido al gobierno de Colombia, y a los españoles sólo les restaban la fortaleza de Cartagena y el istmo de Panamá. En Venezuela, 6 de las 8 provincias se sometieron a las leyes colombianas. Tal era el estado de cosas cuando Bolívar se dejó seducir por Morillo y entró con él en tratativas que tuvieron por resultado, el 25 de noviembre de 1820, la concertación del convenio de Trujillo, por el que se establecía una tregua de seis meses. En el acuerdo de armisticio no figuraba una sola mención siquiera a la Republica de Colombia, pese a que el congreso había prohibido, a texto expreso, la conclusión de ningún acuerdo con el jefe español si éste no reconocía previamente la independencia de la república.

El 17 de diciembre, Morillo, ansioso de desempeñar un papel en España, se embarcó en Puerto Cabello y delegó el mando supremo en Miguel de Latorre; el 10 de marzo de 1821 Bolívar escribió a Latorre participándole que las hostilidades se reiniciarían al término de un plazo de 30 días. Los españoles ocupaban una sólida posición en Carabobo, una aldea situada aproximadamente a mitad de camino entre San Carlos y Valencia; pero en vez de reunir allí todas sus fuerzas, Latorre sólo había concentrado su primera división, 2.500 infantes y unos 1.500 jinetes, mientras que Bolívar disponía aproximadamente de 6.000 infantes, entre ellos la legión británica, integrada por 1.100 hombres, y 3.000 llaneros a caballo bajo el mando de Páez. La posición del enemigo le pareció tan imponente a Bolívar, que propuso a su consejo de guerra la concertación de una nueva tregua, idea que, sin embargo, rechazaron sus subalternos. A la cabeza de una columna constituida fundamentalmente por la legión británica, Páez, siguiendo un atajo, envolvió el ala derecha del enemigo; ante la airosa ejecución de esa maniobra, Latorre fúe el primero de los españoles en huir a rienda suelta, no deteniéndose hasta llegar a Puerto Cabello, donde se encerró con el resto de sus tropas. Un rápido avance del ejército victorioso hubiera producido, inevitablemente, la rendición de Puerto Cabello, pero Bolívar perdió su tiempo haciéndose homenajear en Valencia y Caracas. El 21 de setiembre de 1821 la gran fortaleza de Cartagena capituló ante Santander. Los últimos hechos de armas en Venezuela --el combate naval de Maracaibo en agosto de 1823 y la forzada rendición de Puerto Cabello en julio de 1824-- fueron ambos la obra de Padilla. La revolución en la isla de León, que volvió imposible la partida de la expediúión de O'Donnell, y el concurso de la legión británica, habían volcado, evidentemente, la situación a favor de los colombianos.

El Congreso de Colombia inauguró sus sesiones en enero de 1821 en Cúcuta; el 30 de agosto promulgó la nueva constitución y, habiendo amenazado Bolívar una vez mas con renunciar, prorrogó los plenos poderes del Libertador. Una vez que éste hubo firmado la nueva carta constitucional, el congreso lo autorizó a emprender la campaña de Quito (1822), adonde se habían retirado los españoles tras ser desalojados del istmo de Panamá por un levantamiento general de la población. Esta campaña, que finalizó con la incorporación de Quito, Pasto y Guayaquil a Colombia, se efectuó bajo la dirección nominal de Bolívar y el general Sucre, pero los pocos éxitos alcanzados por el cuerpo de ejército se debieron íntegramente a los oficiales británicos, y en particular al coronel Sands. Durante las campañas contra los españoles en el Bajo y el Alto Peru --1823-1824-- Bolívar ya no consideró necesario representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la conducción de la cosa militar y restringio sus actividades a las entradas triunfales, los manifiestos y la proclamación de constituciones. Mediante su guardia de corps colombiana manipuló las decisiones del Congreso de Lima, que el 10 de febrero de 1823 le encomendó la dictadura; gracias a un nuevo simulacro de renuncia, Bolívar se aseguró la reelección como presidente de Colombia. Mientras tanto su posición se había fortalecido, en parte con el reconocimiento oficial del nuevo estado por Inglaterra, en parte por la conquista de las provincias altoperuanas por Sucre, quién unificó a las últimas en una república independiente, la de Bolivia. En este país, sometido a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Code Napoleón. Proyectaba trasplantar ese código de Bolivia al Perú, y de éste a Colombia, y mantener a raya a los dos primeros estados por medio de tropas colombianas, y al último mediante la legión extranjera y soldados peruanos. Valiéndose de la violencia, pero también de la intriga, de hecho logró imponer, aunque tan sólo por unas pocas semanas, su código al Perú. Como presidente y libertador de Colombia, protector y dictador del Perú y padrino de Bolivia, había alcanzado la cúspide de su gloria. Pero en Colombia había surgido un serio antagonismo entre los centralistas, o bolivistas, y los federalistas, denominación esta última bajo la cual los enemigos de la anarquía militar se habían asociado a los rivales militares de Bolívar. Cuando el Congreso dé Colombia, a instancias de Bolívar, formuló una acusación contra Páez, vicepresidente de Venezuela, el último respondió con una revuelta abierta, la que contaba secretamente con el apoyo y aliento del propio Bolívar; éste, en efecto, necesitaba sublevaciones como pretexto para abolir la constitución y reimplantar la dictadura. A su regreso del Perú, Bolívar trajo además de su guardia de corps 1.800 soldados peruanos, presuntamente para combatir a los federalistas alzados. Pero al encontrarse con Páez en Puerto Cabello no sólo lo confirmó como máxima autoridad en Venezuela, no sólo proclamó la amnistía para los rebeldes, sino que tomó partido abiertamente por ellos y vituperó a los defensores de la constitución; el decreto del 23 de noviembre de 1826, promulgado en Bogotá, le concedió poderes dictatoriales.

En el año 1826, cuando su poder comenzaba a declinar, logro reunir un congreso en Panamá, con el objeto aparente de aprobar un nuevo código democrático internacional. Llegaron plenipotenciarios de Colombia, Brasil, La Plata, Bolivia, México, Guatemala, etc. La intención real de Bolívar era unificar a toda América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo. Mientras daba así amplio vuelo a sus sueños de ligar medio mundo a su nombre, el poder efectivo se le escurría rápidamente de las manos. Las tropas colombiams destacadas en el Perú, al tener noticia de los preparativos que efectuaba Bolívar para introducir el Código Boliviano, desencadenaron una violenta insurrección. Los pruanos eligieron al general Lamar presidente de su república, ayudaron a los bolivianos a expulsar del país las tropas colombianas y emprendieron incluso una victoriosa guerra contra Colombia, finalizada por un tratado que redujo a este país a sus límites primitivos, estableció la igualdad de ambos países y separó las deudas públicas de uno y otro. La Convención de Ocaña, convocada por Bolívar para reformar la constitución de modo que su poder no encontrara trabas, se inauguró el 2 de marzo de 1828 con la lectura de un mensaje cuidadosamente redactado, en el que se realzaba la necesidad de otorgar nuevos poderes al ejecutivo. Habiéndose evidenciado, sin embargo, que el proyecto de reforma constitucional diferiría esencialmente del previsto en un principio, los amigos de Bolívar abandonaron la convención dejándola sin quórum, con lo cual las actividades de la asamblea tocaron a su fin. Bolívar, desde una casa de campo situada a algunas millas de Ocaña, publicó un nuevo manifiesto en el que pretendía estar irritado con los pasos dados por sus partidarios, pero al mismo tiempo atacaba al congreso, exhortaba a las provincias a que adoptaran medidas extraordinarias y se declaraba dispuesto a tomar sobre sí la carga del poder si ésta recaía en sus hombros. Bajo la presión de sus bayonetas, cabildos abiertos reunidos en Caracas, Cartagena y Bogotá, adonde se había trasladado Bolívar, lo invisteron nuevamente con los poderes dictatoriales. Una intentona de asesinarlo en su propio dormitorio en Bogotá, de la cual se salvó sólo porque saltó de un balcón en plena noche y permaneció agazapado bajo un puente, le permitió ejercer durante algún tiempo una especie de terror militar. Bolívar, sin embargo, se guardó de poner la mano sobre Santander, pese a que éste había participado en la conjura, mientras que hizo matar al general Padilla, cuya culpabilidad no había sido demostrada en absoluto, pero que por ser hombre de color no podía ofrecer resu tencia alguna.

En 1829, la encarnizada lucha de las facciones desgarra ba a la república y Bolívar, en un nuevo llamado a la ciudadanía, la exhortó a expresar sin cortapisas sus deseos en lo tocante a posibles modificaciones de la constitución. Como respuesta a ese manifiesto, una asamblea de notables reunida en Caracas le reprochó públicamente su ambiciones, puso al descubierto las deficiencias de gobierno, proclamó la separación de Venezuela con respecto a Colombia y colocó al frente de la primera al general Páez. El Senado de Colombia respaldó a Bolivar, pero nuevas insurrecciones estallaron en diversos lugares. Tra haber dimitido por quinta vez, en enero de 1830 Bolívar aceptó de nuevo la presidencia y abandonó a Bogotá para guerrear contra Páez en nombre del congreso colombiano. A fines de marzo de 1830 avanzó a la cabeza de 8.000 hombres, tomó Caracuta, que se había sublevado, y se dirigió hacia la provincia de Maracaibo, donde Páez lo esperaba con 12.000 hombres en una fuerte posición. No bien Bolívar se enteró de que Páez proyectaba combatir seriamente, flaqueó su valor. Por un instante, incluso, pensó someterse a Páez y pronunciarse contra el congreso. Pero decreció el ascendiente de sus partidarios en ese cuerpo y Bolívar se vio obligado a presentar su dimision ya que se le dio a entender que esta vez tendría que atenerse a su palabra y que, a condición de que se retirara al extranjero, se le concedería una pensión anual. El 27 de abril de 1830, por consiguiente, presentó su renuncia ante el congreso. Con la esperanza, sin embargo, de recuperar el poder gracias a la influencia de sus adeptos, y debido a que se había iniciado un movimiento de reacción contra Joaquín. Mosquera, el nuevo presidente de Colombia, Bolívar fue postergando su partida de Bogotá y se las ingenió para prolongar su estada en San Pedro hasta fines de 1830, momento en que falleció repentinamente.

Ducoudray-Holstein nos ha dejado de Bolívar el siguiente retrato: "Simón Bolívar mide cinco pies y cuatro pulgadas de estatura, su rostro es enjunto, de mejilla hundidas, y su tez pardusca y lívida; los ojos, ni grandes ni pequeños, se hunden profundamente en las órbitas; su cabello es ralo. El bigote le da un aspecto sombrío y feroz, particularmente cuando se irrita. Todo su cuerpo es flaco y descarnado. Su aspecto es el de un hombre de 65 años Al caminar agita incesantemente los brazos. No puede andar mucho a pie y se fatiga pronto. Le agrada tenderse o sentarse en la hamaca. Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos le rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano, es un jinete consumado y baila valses con pasión. Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita. En la adversidad, y cuando está privado de ayuda exterior, resulta completamente exento de pasioness y arranques temperamentales. Entonces se vuelve apacible, paciente, afable y hasta humilde. Oculta magistralmente sus defectos bajo la urbanidad de un hombre educado en el llamado beau monde, posee un talento casi asiatico para el disimulo y conoce mucho mejor a los hombres que la mayor parte de sus compatriotas."

Por un decreto del Congreso de Nueva Granada los restos mortales de Bolívar fueron trasladados en 1842 a Caracas, donde se erigió un monumento a su memoria.

domingo, 25 de octubre de 2020

El libro del hermano de Mauricio Macri

 


 


 

 

 

 




 

 




 

 






 

 

 

 

 

 

 

 

A mi madre, Teresa Emery. A la memoria de mi padre, Guillermo O’Donnell. Gracias por haberme enseñado a vivir.


 

 

 

 

LÍNEA DE TIEMPO

 

 

1959: Nace Mauricio

1959: Franco construye el puerto de Mar del Plata con Demaco 1966: Nace Mariano

1979-1995: Manliba maneja la recolección de basura de la Ciudad de Buenos Aires 1979-1985: Desarrollo inmobiliario Lincoln West en Nueva York

1982: Estatización de la deuda de Socma y Sevel 1983: Mauricio funda Mirgor con Caputo

1985: Infarto de Franco 1991: Secuestro de Mauricio

1992-1993: Mauricio vicepresidente de Sevel Argentina 1992: Sevel sale a bolsa y vende acciones a precios inflados 1993 (fines)-1995: Mauricio presidente de Sevel

1994: Inversión en el Banco Extrader

1995-2007: Mauricio presidente de Boca Juniors 1997-2003: Concesión del Correo Argentino

2001: Franco y Mauricio procesados por contrabando (sobre hechos ocurridos en 1994) 2001: Mariano se instala en Brasil para dirigir la expansión del grupo en ese país

2002: Pesificación asimétrica de la deuda de Socma y Sideco 2003: Mauricio pierde la elección a jefe de gobierno

2005-2007: Mauricio diputado

2006: Concesión del Belgrano Cargas 2007-2011: Mauricio jefe de gobierno 2007: Franco vende Iecsa a Calcaterra 2010: Franco cede Socma a sus hijos

2011-2015: Mauricio reelecto jefe de gobierno 2013: Mariano impugna la venta de Socma 2015-2019: Mauricio presidente de la nación 2019: Muere Franco Macri

2019: Mariano denuncia el vaciamiento de Socma


2020: Mauricio presidente de la Fundación FIFA


 

 

 

 

“HERMANO”

 

Prólogo

 

 

Domingo de marzo soleado y fresco en el coqueto barrio de La Horqueta, en la unión entre los dos ramales de la Panamericana, a la altura de Beccar y San Isidro. La cita es en el Seven Eleven, un discreto bar-restorán con fachada de ladrillo y galería con mesitas a un costado, detrás de un gran kiosco de revistas, en un centro comercial abierto y arbolado sobre la avenida Blanco Encalada. A la hora convenida, él ya me está esperando. Me llama con el brazo desde una mesa al aire libre, la más alejada de la vereda. Recuerdo el silencio. Faltan siete horas para que Alberto Fernández anuncie la esperada cuarentena, que entrará en vigor al día siguiente. La Horqueta parece un pueblo fantasma, pero el Seven Eleven de Beccar, milagrosamente, sigue abierto.

Adentro no hay clientes. Afuera, el único es Mariano Macri. Camisa celeste, pantalón kaki, ojos verdes, nariz importante, barba, sienes templadas, boca de jóker: la viva imagen de su papá. Erguido en la silla, hombros abiertos, espalda derecha, saluda afectuoso: “¿Cómo va, querido?”, con su voz grave y nasal. Me recibe con el codo, sin beso en la mejilla. “Se está cuidando. Tiene tres chicos jóvenes”, pienso. Una hora antes me había llamado desde su casa en un country de Pacheco y me dijo que teníamos que hablar. Nos encontramos a mitad de camino.

Desde la última vez que nos vimos hace dos semanas, el mundo se dio vuelta por culpa de la pandemia. La recomendación es no salir de nuestras casas. “Ayer estuve con Mauricio”, me dice, y entiendo. Hace dos meses que nos venimos reuniendo una o dos veces por semana para completar una larga entrevista que daría forma a este libro testimonial sobre su pelea con el expresidente. Y justo dos días antes de la cuarentena, por iniciativa de Mauricio, se reunieron.

Se acerca una moza y le pido un tostado y un café con leche. Él dice: “Ya estoy bien”, le sonríe atento y no pide nada. Parece contento de verme. Prendo el grabador del celular, lo dejo sobre la mesa vacía y le apunto con el micrófono. Él lo endereza apenas y se lo acerca un poco más, como si quisiera asegurarse de que una ráfaga de viento no se lleve lo que está a punto de decir. Empieza a hablar y yo lo interrumpo pidiendo detalles. Retoma y lo vuelvo a interrumpir.


Quiero clima, quiero diálogo, quiero horarios, direcciones, quiero todo. Vamos y venimos. Mariano cuenta, yo lo interrumpo, Mariano vuelve a empezar.

Hasta que sucede algo que me deja mudo. Mariano empieza a hablarle a Mauricio.

Lentamente, en un ligero crescendo, con la voz firme, con enojo apenas contenido.

 

Mauricio, ¿vos me estás jodiendo? No te importó la salud del viejo, la angustia que el viejo vivió. ¿Te das cuenta, Mauricio? Tampoco te importó la enfermedad de mi hija. Tuve que acudir a mi primo Ángelo a pedirle plata porque el médico oncólogo del Fundaleu que me traía la droga de afuera me cobraba una fortuna y ustedes me dieron vuelta la cara, me habían cortado el grifo, me habían dejado totalmente seco. No logré siquiera que reaccionaran frente al episodio de cáncer de mi hija y tuve que recurrir a mi primo, que fue el que me ayudó. ¿Te das cuenta? Vos te fuiste en todo este proyecto tuyo de poder cuando para mí el proyecto era velar por el crecimiento de la gente y evitar que la empresa se fagocitara a la familia. Vos y yo somos de dos galaxias distintas.

 

Parece poseído, enajenado, la mirada fija en el celular como si le hablara a un fantasma que no lo deja en paz. Un recitado cadencioso y gutural, haciendo caer palabras como piedras, pausando para que aturdan. Cuando apago el grabador cuarenta minutos después lo veo respirar aliviado, liviano. Entonces entiendo.

Haberle dicho a su hermano en la cara la tarde anterior lo que pensaba de él no le sirvió de mucho. Es como si le hubiese hablado a una sábana. Para conjurar su fantasma, debe repetirlo delante de un periodista, palabra por palabra, y hacer que todo el mundo se entere. No importa que ese mundo, ese día, se esté cayendo a pedazos.

 

* * *

 

 

Este libro cuenta, a partir de un relato autobiográfico de Mariano Macri, cómo se fue generando un abismo entre él y Mauricio por profundas diferencias de visiones, principios y posturas éticas. Después de décadas de compartir, o más bien de competir, con Mauricio por la herencia y el legado de su padre, Mariano, el quinto hijo de Franco, habla por primera vez y revela el lado oscuro de su hermano mayor, con un nivel de precisión y detalle que ni los peores enemigos del expresidente llegaron a imaginar.

Entre otras historias jamás contadas, Mariano habla del millonario préstamo de un banco brasileño que jaquea al grupo Macri, y el fallido plan para evitar pagarlo a través de una venta simulada de la empresa insigne del grupo, Sideco, a un banco austríaco que, a su vez, escondería el dinero en fundaciones creadas con ese propósito en el paraíso fiscal de


Luxemburgo. También, con el mismo propósito de esconder sus activos, cuenta Mariano, el holding familiar Socma se habría ido vaciando en los últimos años mediante un esquema de autopréstamos a empresas del grupo. Además, para sortear la apariencia de conflictos de interés, desde que Mauricio ingresó en la función pública el grupo fue tercerizando algunos de sus negocios en testaferros y socios ocultos, por ejemplo, en el caso de los Parques Eólicos y Autopistas del Sol o McAir-Avianca, maniobras sobre las que Mariano aporta información que confirmaría lo revelado por el periodismo y avanza más allá de lo conocido hasta ahora.

Cuenta Mariano que su hermano mayor habría amasado una fortuna haciendo negocios desde las empresas de su padre, la presidencia de Boca, la jefatura del gobierno porteño y la presidencia de la nación. Brinda detalles exclusivos y hasta ahora desconocidos de la sociedad con OCA y el gremio de camioneros, conducido por Hugo Moyano, para explotar el Correo Argentino después de su expropiación por parte del gobierno de Néstor Kirchner, a través de una triangulación negociada con el exsecretario de Comercio Guillermo Moreno. Más aún, Mariano explica de qué modo los fondos negros originados en esta maniobra pudieron terminar en cuentas offshore a nombre suyo y de su otro hermano, Gianfranco —a quien describe como el principal testaferro de Mauricio, junto con Nicky Caputo y el fallecido Jorge Blanco Villegas—, en un banco de Bélgica. Durante la cobertura de los Paradise Papers se había conocido la existencia de esos fondos, pero hasta ahora nada se había dicho acerca de su origen. Mariano también cuenta por qué sospecha, o más bien está convencido, que Macri estafó a su padre y al grupo con la venta inflada de acciones de Sevel, la venta del proyecto Lincoln West a Donald Trump y una inversión descontrolada y no autorizada en el Banco Extrader.

Según Mariano, por frenar en la justicia la presunta venta simulada al banco austríaco —que él no duda en describir como un fraude—, Mauricio le espetó en la cara que ya no recibiría el ingreso que regularmente percibía como dueño del 20 por ciento del paquete accionario del grupo, aunque el entonces jefe de gobierno porteño no mantenía ningún vínculo formal con el holding.

El testimonio de Mariano Macri es mucho más que una denuncia. Es la historia íntima de una empresa de familia, o de una familia que funciona como empresa. Es el retrato de un hombre obsesionado con el dinero y el poder, que siguió digitando y manejando los destinos de un grupo empresarial desde el sillón de Rivadavia, en completa contradicción con su promesa de colocar su patrimonio en un fondo ciego y olvidarse de él mientras ejercía la máxima magistratura. Un presidente que no tuvo empacho en involucrar a sus propios hijos en sus manejos dentro del grupo exponiéndolos al accionar de la justicia al legarles sus acciones y luego ordenarles que votasen a favor de la venta simulada al banco austríaco.

En estas páginas, encontrarán que el menor de los varones Macri habla de los grandes negocios de su padre, de su hermano y de él mismo con una crudeza inusual entre empresarios


de primer nivel. Detalla, sobre todo, dos de las historias menos conocidas del grupo: el desembarco en Brasil primero y, luego, en China. En ambos casos, Mariano tuvo un rol protagónico mientras Mauricio, al amparo de la política, movió sus piezas para desactivar y vaciar de poder a su padre, a quien había transformado en su enemigo íntimo.

Para explicar la dinámica familiar que viene desde su niñez, Mariano revela detalles desconocidos de sus padres, Franco y Alicia; sus hermanos Mauricio, Gianfranco, Sandra, Alejandra y Florencia; su tío Jorge y sus sobrinos Agustina, Jimena, Caíco y Antonia, los hijos del expresidente. Detalla reuniones que terminaron en insultos y amenazas en la residencia de Franco de la calle Eduardo Costa 3030, Palermo Chico, un gran bloque blanco de tres pisos rodeado de árboles con enormes ventanas y garaje para cuatro autos en la zona más exclusiva de Buenos Aires. Mariano cuenta también cómo fueron sus reuniones cara a cara con Mauricio en las que terminó de entender el abismo que los separaba, y anécdotas familiares como la de Nuria Quintela, la mujer de Franco, contándole a Franco que Isabel Menditeguy, entonces mujer de Mauricio, había bajado información de la laptop de Mauricio sobre los pases de jugadores de Boca para negociar un acuerdo de divorcio de ocho millones de dólares, entre otras historias del clan que sirven para entender el origen del conflicto y cómo se llegó a la ruptura.

Mariano dice que rompe el silencio por tres razones.

Primero, por su salud mental. Lleva trece años de enfrentamientos con Mauricio en reclamo de que le pague un precio justo por su parte del paquete accionario y lo deje seguir su vida personal y empresarial de manera independiente. En su relato, describe cómo durante todos estos años el mayor lo ha sometido a toda clase de humillaciones, ninguneos y falsas promesas. Dice que necesita sacarse el peso de encima acompañando sus acciones en la justicia con un testimonio para que sus hijos, sobrinos y descendientes conozcan la verdad, o por lo menos conozcan la contracara del falso relato de Mauricio, donde él se vende como un santo al servicio del país, que poco y nada tiene que ver con el grupo económico que en realidad maneja con mano de hierro, aprovechándose de su íntima relación con la primera línea del management, que le responde de manera incondicional.

Segundo, para romper el mito de que su padre, el legendario empresario Franco Macri, era un mafioso menemista que vivió toda su vida de aprietes y negociados con el Estado. Mariano está convencido de que esta es una historia inventada por Mauricio y por quienes lo asesoran en marketing político, en particular, para congraciarse con Lilita Carrió y generar una narrativa que lo hiciera más digerible para la lideresa de la Coalición Cívica. A Mariano le duele y le enoja que Mauricio le eche todas las culpas a quien él considera un gran hombre, alguien que se jugó la vida por el desarrollo de Argentina y América Latina generando empleo y crecimiento con transparencia y visión estratégica, asumiendo grandes riesgos. Un hombre a quien Mariano


describe como duro, austero, de “hacer” en vez de “ser”. Mientras Mauricio, para su hermano menor, es todo lo contrario a su padre: un ser opaco, egoísta, avaro y falso.

Tercero, Mariano siente que el mismo abuso y maltrato que él recibió de Mauricio a nivel familiar el pueblo argentino lo sufrió a nivel político. La misma desilusión, la misma estafa. Para Mariano, Mauricio es un ídolo con pies de barro. Y él, que lo conoce mejor que nadie, siente la obligación ética, el deber social y el imperativo moral de desenmascararlo.

 

* * *

 

 

Conocí a Mariano hace más de treinta años. Antes de entrevistarlo para este libro, lo había visto unas pocas veces a lo largo de ese tiempo. No éramos amigos, pero existía un vínculo de confianza porque es amigo de mi hermano Matías. Se conocieron en Washington cuando ambos estudiaban allá, y yo lo conocí en esa ciudad durante el casamiento de Matías a fines de la década del 80. En ese entonces yo vivía en Los Ángeles y trabajaba en el diario Los Angeles Times. Cuando me mudé a Washington algunos años después para sumarme a The Washington Post, Mariano y Matías ya se habían ido a la Argentina, pero heredé algunos de sus amigos. Al poco tiempo, Matías se separó, se volvió a casar y se fue a vivir a Chile. Pero se siguió viendo con Mariano: todos los años venía a pasar las fiestas a Buenos Aires y siempre o casi siempre se encontraba con él. Alguna vez lo llevó a casa de mamá y Mariano también conoció, en alguna ocasión, a mis hermanos María e Ignacio. También visitó a Matías en Chile varias veces.

Yo me lo crucé en un par de ocasiones. Le tenía cariño por saberlo un buen amigo de mi hermano, pero el mundo Macri de séquitos y obsecuentes me causaba cierto rechazo y siempre mantuve mi distancia. En la secundaria había sido compañero de Gianfranco, el hermano de Mariano y Mauricio, y no nos habíamos llevado bien: en cuarto y quinto año él llegaba al colegio San Martín de Tours montado en una moto Kawasaki 1000 y, antes de bajarse, la aceleraba durante minutos interminables haciendo un ruido infernal, a propósito, hasta que todo el barrio se percatara de su presencia. A Mauricio nunca lo conocí.

Volví a saber de Mariano a fines de 2019, cuando un amigo de Washington me incorporó a su grupo de chat. Yo venía de publicar en mi portal Medioextremo.com un artículo sobre el derrocamiento de Evo Morales en Bolivia, en el que argumentaba que no había caído por un golpe militar, sino por una insurrección popular. Alguien del grupo me felicitó y yo, sin pensarlo, contesté: “Gracias. Ya me mandaron varias fotos de Videla y Hitler. Extraño un poco cuando me puteaba la derecha por destapar los chanchullos de Macri y Cía. con los Panamá Papers. Eran más finos: solo me decían ‘choriplanero K’”.

Recuerdo que, unos segundos después de mandar el mensaje, me invadió una sensación de malestar. ¿Y si Mariano estaba en el grupo? Me fijé y, efectivamente, Mariano estaba en el


grupo. No solo eso, estaba escribiendo. Contestó: “Hola, Santi, ¿cómo andás, tanto tiempo? Los chanchullos que en el ejercicio de su profesión encuentres del señor presidente serán una cuestión entre él y vos o la sociedad argentina a la que te interesa que rinda cuentas. En nada me atañen a mí y nada tengo que aportar en su defensa. Distinto es si hicieran referencia a mi viejo, alguien que dejó todo en la cancha desde su pura esencia de hacedor. Bacione, caro”.

Enseguida llamé a Matías para pedirle perdón. El grupo era más de él que mío y Mariano era su amigo. “No te preocupes, Mariano odia a Mauricio”, me contestó. Pero sí, me preocupé, al punto que colgué y me bajé del grupo. Matías y un par más me escribieron para que volviera, pero me parecía injusto con Mariano: había pocas personas con las cuales se podía sentir como uno más, con su bajo perfil, y muchas estaban en ese grupo de chat. Yo, además de no ser su amigo, era periodista. Pensé que mi permanencia lo iba a poner incómodo. Le pedí a Matías que se lo explicara y me borré.

Al mes siguiente, en la semana entre Navidad y Año Nuevo, me llamó Matías desde la casa de mamá: “Hola, Santi, tengo noticias”, fue lo primero que me dijo. Mariano quería hablar conmigo. Mariano quería contarme todo. Matías estaba feliz y yo apenas podía contener mi emoción. Faltaba mucho todavía para este libro, pero la semilla había sido plantada. Nos reunimos con Mariano, me empezó a contar y no tardamos en ponernos de acuerdo.

Fueron dos reuniones la primera en un Café Martínez, la segunda en mi departamento de San Telmode unas tres horas cada una. Quedamos en que yo le iba a preguntar lo que quisiera e iba a ser dueño del material, y que nuestra relación iba a ser de entrevistador y entrevistado. Quedamos, también, en que no haría nada si no me interesaba lo que decía o si sentía que no decía la verdad, pero, si avanzábamos pasado cierto punto, si revelaba información comprometedora, tenía que publicarla sí o sí, porque si no yo podía quedar expuesto como un extorsionador que había negociado su silencio. En ese aspecto Mariano fue muy generoso, ya que me invitó a apurar el proyecto para que, en caso de que llegara a un acuerdo económico con su hermano y ese acuerdo incluyera una cláusula de confidencialidad hacia adelante, no pudiera anular ni silenciar información que ya no estaba en sus manos, sino en las mías.

Después de esas dos reuniones iniciales, empezamos a grabar. Más de diecisiete horas en nueve encuentros en mi departamento, en la casa de mi compañera Valeria Canale en Villa Urquiza, y en lugares públicos de la capital y la provincia de Buenos Aires. Cuando le pregunté por qué me había elegido, me dijo: “Porque te conozco y conozco a tu familia”. Matías me dijo que a él le parece que a Mariano le debe haber gustado cómo me había manejado con él al borrarme del chat después de mi furcio.

Lo que sigue es lo que Mariano quiso contar y lo que yo quise preguntarle después de haber escrito un libro sobre los Panamá Papers junto con Tomás Lukin, ArgenPapers, que tiene a


Mauricio Macri como gran protagonista, y durante y después de leer gran parte de lo que se ha escrito acerca de los Macri, sobre todo la biografía El Pibe, de Gabriela Cerruti. También, Macri, de Laura Di Marco; los libros de Franco Macri; los artículos del portal Nuestras Voces, que dirige Cerruti, y su Big Macri; La Dinastía, de Ana Alé; Radiografía de la corrupción Pro, de Ignacio Damiani y Julián Maradeo, y Macristocracia, de Fernando Cibeira. También entrevisté a fuentes del sector político, financiero, postal y deportivo, para sumar datos que ayudasen a entender y completasen la descripción que hace el hermano del expresidente. Esa información aclaratoria y suplementaria precede cada capítulo en letra itálica.

Con las palabras directas de Mariano, con su ironía, con su sensibilidad, con sus sincericidios de niño bien, este, más que un testimonio, es el reclamo de la Argentina avasallada y saqueada por Mauricio Macri.


 

 

 

 

POR QUÉ Y POR QUÉ AHORA

 

Introducción

 

 

Me llamo Mariano Macri y soy hermano de Mauricio. Quiero hacer una inmersión cronológica en las desavenencias que se fueron sumando hasta dar como resultado la confrontación entre nosotros; los porqués, las circunstancias, los detalles. Mucho de lo que digo es mera opinión mía, pero mucho también surge de datos fríos que abren una veta de posibles teorías y conclusiones.

Doy mi punto de vista consciente de que existe información que escapa a mi conocimiento y que podría incriminar a mi padre. Sin embargo, sé que mis revelaciones mostrarán a un personaje político, Mauricio, que está en las antípodas del viejo, un gran emprendedor. Destaco su autenticidad versus ese afán de poder de Mauricio, afán de poder que es su costado destructivo. Creo que lo que mi hermano me hizo a mí a nivel familiar lo terminaron padeciendo todos los argentinos. Pero además su estrategia comprometió la reputación o el nombre de mi padre, a quien yo acompañé tantos años y de quien tengo una impresión bien distinta. Subjetiva sin duda, y ligada a mi percepción y a mi codificación emocional, pero es la imagen de una persona auténtica y constructiva, que siempre buscó crecer y generar trabajo y desarrollo. Mi meta es que se pueda esclarecer su carácter y su esencia. No digo que no haya tenido su lado oscuro; yo no lo vi, pero las investigaciones existen y las acepto de buen grado. Para mí fue alguien que hizo el bien, que fue positivo, y que vivió mucho y tuvo que tomar decisiones difíciles en soledad.

Yuval Harari cuenta en sus magníficos libros —Sapiens. De animales a dioses, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI— que hoy la sociedad consume por igual tanto el marketing político como las creencias religiosas cuando ambas no son más que construcciones con las que el ser humano intenta darle un sentido a su vida. Harari también nos pone frente a una realidad: muy poca gente cambia de parecer.

Muchos podrán creer en toda esa fantasía del marketing político que se ha construido alrededor de Mauricio, pero hay otra realidad escondida detrás y me parece sano poder contarla. Es como decir: “Muchachos, no coman vidrio”. No se enamoren de sus ganas de que las cosas cambien al punto de que esas ganas los terminen traicionando. No crean en ídolos inventados, porque al final del cuento esos ídolos los van a hacer defender lo indefendible.


Mi opinión podrá entretener y despertar curiosidad, pero también sé que es probable que no cambie la forma de pensar de nadie. Como dice Harari, lo que a cada uno le importa no es la verdad, sino lo que le da sentido a su vida. Aunque así sea, y por eso mismo, quiero contar lo que fue mi viejo y el daño que hizo mi hermano. Y ese es el porqué de este libro.

Mauricio tuvo la Estrella del Norte, que fue el ejemplo de mi viejo. Un tipo que, por haber tenido que navegar en aguas turbias, debió forzar las reglas y —pongámoslo en términos crudos

— pudo haberse corrompido. Pero nunca lo vi flaquear en una miseria humana, en un acto de egoísmo, de omnipotencia o de arrogancia. Mi hermano es todo lo contrario. ¿Qué le dejó al país? Vendió humo sobre lo que debería ser y no actuó en consecuencia. Nunca un acto de altruismo ni de solidaridad.

Volver atrás como lo estoy haciendo ahora después de trece años luchando por hacer mi camino lejos de Mauricio me hace sentir más firme en un momento delicado. Pero duele. Sé que podrá tener consecuencias sociales para mí y económicas para el grupo y hasta puede provocar que la justicia quiera citarme para dar testimonio. Es una apuesta a todo o nada, para terminar de resolver una situación de sometimiento, extorsión, maltrato y aislamiento.

Que la gente lea y se pronuncie. A favor o en contra.


 

 

 

 

PARTE I FRANCO


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL VIEJO

 

Franco Macri escribió cinco libros, que muy pocos han leído. En distintas versiones ante sus potenciales inversores, sus críticos, sus nietos o su país, una y otra vez se presenta como un empresario transparente, visionario y emprendedor, con contactos de primer nivel, dueño de una foja de servicios envidiable, un laburante incansable, un seductor. Filántropo, patriota y hombre de familia a quien deberíamos admirar. En la reseña que hizo de uno de esos libros, El futuro es posible (2009), el periodista José Natanson escribió: “Con una trayectoria económica cuestionada y una larga serie de denuncias en su contra, Franco Macri decidió que había llegado el momento de decir sus verdades. […] Su historia quizás no sea tanto la de un empresario audaz, sino la de uno hábil para amoldarse a cada momento político, siempre a expensas del Estado: el grupo Macri se benefició con la nacionalización de la deuda privada en 1982, con los contratos de Manliba en la dictadura, con la promoción de la industria automotriz en el alfonsinismo y las privatizaciones en el menemismo. Es, sin dudarlo, un empresario nacional, ya que consiguió pesificar su deuda en 2002”. Esa es la representación de Franco Macri que hoy persiste en buena parte de la opinión pública. Para Mariano Macri, no solo es errónea e injusta, sino producto de una construcción mediática alentada y favorecida por Mauricio y su entorno para satisfacer sus propias necesidades políticas.

De acuerdo con la biografía de Mauricio Macri escrita por Gabriela Cerruti, El Pibe, los esfuerzos del ahora expresidente por despegarse de esa imagen paterna empezaron prácticamente desde el día en que anunció su intención de ingresar al mundo de la política, en 2005, a instancias de distintos encuestadores y asesores de imagen. En ese libro, y también en la crónica sobre la llegada a su presidencia publicada por Laura Di Marco, Macri, el exmandatario se queja repetidamente del trato que le dispensa su padre, a quien acusa de sabotear todos sus emprendimientos y hasta de tratarlo de


“pelotudo”. Dice la autora después de varias entrevistas al entonces presidente: “La llegada de Macri a la Casa Rosada parece completar una asignatura vital muy profunda: terminar de demostrarle a su padre que es capaz, que vale y que puede, desmintiendo el fantasma de la ineptitud, siempre agitado, directa o indirectamente, por un patriarca narcisista que buscó anularlo para exaltar su propia obra”.

 

El viejo era un tipo nada caprichoso. A tal punto que nunca entró en un conflicto ni en un litigio judicial por desavenencias con socios. Sí en defensa de intereses con el Estado o si era la estrategia correcta para poder defender un interés que ya no había cómo defender. Pero, por ejemplo, si se separaba de sus socios tempranos, les dejaba todo y arrancaba por su cuenta. Con su esposa, con su divorcio, también. Tampoco tenía hobbies caros, no se encandilaba con el lujo. En mi época rebelde, me dijo: “Una de dos: o te presentás yendo al mejor hotel cinco estrellas para aspirar al respeto en las cuestiones que vas a negociar y tratás de sacar un rédito, o te vas al otro extremo. Pero no podés ir con medias tintas”. A mí, que le cuestionaba que estuviésemos en un hotel de cinco o seis estrellas mientras había gente que se moría de hambre, me bajaba esa. Pero no era de ostentar ni de gastar en sí mismo. Era hipergeneroso.

Sus confidencias, sus acercamientos, toda la relación que teníamos me llevaba a ser muy discreto. Al menos frente a él, yo siempre tenía una conducta muy correcta, de no meterme.

El viejo tenía tan claro su norte, su propósito, su meta de vida y el camino a seguir que nada lo perturbaba. El punto de inflexión en su carrera fue 1959, el año en que nació Mauricio, cuando tomó la construcción del puerto de Mar del Plata y sus grandes silos. El proyecto estaba en manos de otro contratista, que venía planteando un desvío muy grande de los presupuestos originales y un atraso enorme en los tiempos de entrega. Cuando el contratista ya estaba en una situación de concurso de quiebra y el gobierno abrió el tema para ver si otros podían intervenir, el viejo se presentó y dijo que él la iba a terminar en tiempo y según el presupuesto. Y lo hizo. Y se ganó una enorme reputación. Eso le dio chapa.

El tipo implacablemente seguía su camino, y todo lo que sucedía, sucedía, y él lo arreglaba, lo acomodaba, lo corregía con mucho pragmatismo. Resolvía la vida de todos. Sabía cuidar de su familia, de mi madre, de la familia de sus hermanos, de sus sobrinos. Se permitía el tiempo. Tenía en el radar absolutamente a todos y cada uno.

Él ponía los logros por encima de las personas, quería que las cosas se hicieran. Y si no eras instrumental o no habías madurado lo suficiente, lamentablemente te arrollaba, te pasaba por arriba. Pero no era nada personal. Lo que quería era conseguir ese proyecto, que esa empresa creciera, que ese negocio se consolidara.

Nunca se detuvo en las personas y nunca fue respetuoso del orden jerárquico, en el sentido de que si veía que había que hacer lo que fuera para llevar a cabo algún plan —vender una empresa,


conseguir un negocio—, lo intentaba por todos lados, y metía gente por la ventana, por el sótano, por el techo o la chimenea. Y hacía mucho quilombo. Era muy difícil operar con él porque no se quedaba quieto y, sobre todo, no era rehén de la capacidad o la falta de actitud de una sola persona. Entonces forzaba el mejor rendimiento de la gente metiéndole operadores que hiciesen lo mismo de formas independientes. Por ahí, cuando algo salía mal, le echaba la culpa a alguien y el culpable pasaba a ser “el pelotudo”. Lo promovía, lo dejaba a un costado y le quitaba poder metiéndole más gente. Podía ser que psicológicamente la persona estallara, pero no le destruía el ingreso a la familia. No lo echaba.

El viejo hacía negocios con el Estado porque, cuando él arrancó, en la Argentina no había mucho espacio para otra cosa que no fuese lo dictado por el Estado. Y, además, era también la época de los militares. Sus orígenes están en la construcción, y en la construcción, si bien hizo cosas privadas, como por ejemplo las plantas de Aluar y Loma Negra, en realidad el grueso de las obras era estatal, y fue ganando contratos a través de mecanismos que se fueron perfeccionando y haciendo cada vez más transparentes, cada vez más de competencia internacional.

Nunca estuve cerca de la política, pero en algún punto se ve que hubo una píldora para Lilita [Carrió], una tesis que a ella le encantó y que a Mauricio le sirvió mucho para tenerla controlada, que era esa idea de que mi viejo era una cosa y él otra cosa. Así, depositaban en el viejo el costado malo. Vos la veías a Lilita repitiendo a los cuatro vientos esa muletilla de que no era lo mismo Mauricio que Franco.


 

 

 

INFANCIA

 

En su libro, Gabriela Cerruti describe la niñez y adolescencia de Mauricio como la de un chico que “sufría por la conflictiva relación con su padre, su timidez y la presión de Franco para que se relacionara con los hijos de la clase alta y comenzara a formarse en la empresa”. A su vez, Laura Di Marco lo pinta en sus años formativos como el sufrido hijo de una madre “estricta”, que “casi no habla” y que lo castiga haciéndole dar vueltas a la pileta por no saber pronunciar bien en inglés. También lo muestra como víctima de maltrato por parte de sus compañeros de estudios: “Es cierto que Macri lo pasó mal en el colegio Cardenal Newman, y no solo por los curas que, durante la infancia presidencial, pegaban para ‘educar’. También la pasó mal —y sobre todo— por el bullying que le hacían sus compañeros por ser, apenas, un ‘tanito’ con plata”.

 

El viejo tuvo su primer hijo a los 30. Razonablemente grande para los cánones de entonces. Hubo una cierta distancia de años entre mi llegada y el bloque de mis tres hermanos mayores. Mauricio es del 8 de febrero del 59, Sandra del 20 de septiembre del 60 y Gianfranco del 28 de diciembre del 62: se llevaban tres años y medio entre los tres.

Yo nací el 15 noviembre del 66: venía cinco años atrás. En el medio se cuela Alejandra, que tiene tres más que yo. A esta mal llamada hija ilegítima —es una palabra antipática, para mí es mi hermana— mi padre siempre la mantuvo oculta. Nunca la reconoció. Hubo un juicio y la paternidad se probó por ADN. Y después, en 1985, viene Flor, como producto de un segundo matrimonio, a quien le llevo diecisiete años.

Yo desperté a mi conciencia a los cuatro años, cuando vivíamos frente a la plaza Vicente López y me regalaron mi primer perro. Me pasaba tardes y noches con el perro.

Dormía con mis otros dos hermanos varones en la misma habitación, y enfrente Sandra, la única mujer. Yo me recuerdo como el muñeco de mis hermanos, probablemente más de Gianfranco que de Mauricio. Y sufría mucho. De alguna manera, me veía siempre metido en medio de sus enfrentamientos y emocionalmente eso no me gustaba. Se peleaban mucho entre ellos, pero eso era normal entre varones. Aunque con Sandra también. Cuando ellos iban al colegio yo me pasaba al cuarto de los viejos: iba corriendo y me echaba un panzazo en la cama.

Me acuerdo de que, para verlo al viejo, me levantaba como media hora antes de lo que me tocaba y lo acompañaba en su rutina al baño. Él siempre se metía en la bañadera muy rápido y se bañaba muy rápido. Y se afeitaba todos los días. Y yo ahí con él en el baño.


A Gianfranco le gustaban mucho las películas de terror y siempre me obligaba a verlas: el guacho se dedicaba a asustarme. Cuando yo tendría unos siete años, nos mudamos al tríplex de arriba de todo de la torre de Ayacucho y Posadas. Tenía una especie de jardín-patio-balcón lleno de canteros, una pileta chiquita y un blíndex que bordeaba todo. En el ascenso de estos escalones largos hacia el blíndex, una vez Gianfranco me agarró del cuello, de la ropa y del cinturón y me colgó del piso 17. “Mirá que te tiro, mirá que te tiro”. Era una bestia muy grande. Y yo, mirando para abajo, gritando y moviendo los brazos y las piernas.

Gianfranco era medio incontrolable. Mamá lo ataba a los radiadores. Ella y el viejo lo surtían mucho. Pero cuando se daban vuelta, este loco, con tres años, trepaba una biblioteca y se venía abajo con biblioteca y todo. Con él tuvieron que tomar medidas extremas, cosa que conmigo nunca hicieron porque yo era muy dócil y obedecía.

Me acuerdo mucho de ese tríplex. Y que no se prestaba a un ambiente de diálogo. Era difícil hablar, y cuando hablabas te caían encima, te gastaban, te tomaban para la joda. Para expresarse y entrar en una dinámica de comunicación, el clima era bastante hostil. El viejo llegaba muy tarde a la noche y comíamos en el comedor. Mis hermanos competían y comían una barbaridad, a veces veinte, veinticuatro milanesas cada uno. Una cosa de locos.

A pesar de ser menor en edad, Gianfranco era mucho más grande que Mauricio, pero nunca lo fajó. En algún momento bien temprano, Mauricio tomó nota del tema físico y lo empezó a manejar. No se exponía inútilmente a la paliza. Siempre lo tenía bien gobernado desde la cabeza. Lo denostaba y después lo deslumbraba con sus razonamientos. Siempre desde lo intelectual.

Hace poco, escuché o leí que Mauricio dijo que de chico le hacían bullying en el colegio. Eso yo no lo veía. Más bien era muy convocante, por la quinta y por todo lo que podía ofrecer. A Los Nogales venían hordas de amigos de Gianfranco y de Mauricio y se quedaban a dormir fines de semana enteros. Era el punto de encuentro. Las mesas eran de catorce.


 

 

 

SOCMA

 

“Podría haber elegido cualquier otra cosa. Sin embargo, escogí ser un empresario. De algo estoy seguro: para mí no había términos medios. Mi nostalgia de una vida más fácil no era tan grande como la necesidad que tenía de hacer cosas. Además, cada vez estaba más convencido de que quería trabajar con independencia”.

Uno de los pasajes favoritos de Mariano Macri del libro de su padre Macri por Macri (1997) se refiere al salto que pega Franco en 1969 al asociarse con la rama constructora de Fiat para formar la empresa Impresit-Sideco, que en 1982 comenzó a llamarse Sideco Sudamericana. Fue entonces cuando pasó de subcontratista a contratista principal de grandes obras públicas.

En 1968 Sideco construyó la central nuclear Atucha y en 1974 la fábrica de aluminio Aluar. En 1976 se anunció la creación del holding Socma (Sociedad Macri), descripta en el libro Franco Macri (2009) como “una solución organizativa, exitosa en el resto del mundo, pero novedosa en la Argentina, y que fue la estructura para diversificar sus proyectos en la Argentina y el exterior”. Durante la última dictadura militar, empresas del grupo Macri constituidas bajo el paraguas de Socma construyeron el puente Posadas-Encarnación, obtuvieron la concesión de la recolección de basura en la Ciudad de Buenos Aires y lograron entrar en los proyectos de las centrales termoeléctricas de Río Tercero y Luján de Cuyo, entre otros los desarrollos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

 

A los 14 el viejo me hacía participar en reuniones de más de diez personas. Yo escuchaba; no hablaba porque era muy chico. A los 17 ya iba todo el tiempo. Mis hermanos también empezaron de chicos, pero en circunstancias muy diferentes porque a mis 14 ya el viejo había constituido Socma. Después me fui a Estados Unidos. En los 90 volví, hice una pasantía por el Banco Liniers Sudamericano y el viejo me propuso trabajar con él. Cuando entré a Socma, el grupo había alcanzado su plenitud, ya había sucedido el desembarco de la Fiat con Impresit. La cosa ya estaba muy estructurada: solo Socma tenía cuarenta personas. Analistas, departamento de recursos humanos, legales, relaciones institucionales. Y cada uno de los directores tenía su equipo. Se evaluaban proyectos de todos los colores, de todas las especies.

Proyectar crecimiento y desafíos muy grandes al viejo le absorbía toda su libido y su energía intelectual. Estaba permanentemente repasando el espinel de negocios y de problemas. Y era


muy prolífico en pensar más de una solución para cada problema. Eso lo aprendí en los largos años que estuve a su lado como su asistente.

Lo acompañé a algunas reuniones externas, pero más que nada a las reuniones internas de seguimiento de todo el grupo, que tenía desplegado en cinco diferentes subholdings, cada uno con una línea de negocios muy marcada y diferente de las otras, con su equipo de management también numeroso, reunidos por temática: comunicaciones e informática, automotriz, construcciones y concesiones, el cuarto era alimentos y el quinto reunía un popurrí de negocios que no encajaban en ninguno de los otros cuatro por lo diversos, y que tenían mucho que ver con la masa crítica que ofrecía el grupo. Por ahí brokerage de seguros, o cosas relacionadas con campos y cuestiones de producción agrícola... También proyectos muy incipientes.

Yo llevaba los registros de todas las reuniones, hacía las actas y seguía el listado de los ciento y pico de temas que él tenía en el tintero. Además de todo lo que se desdoblaba en cada uno de los cinco subholdings, donde él tenía reuniones. En las actas constaban las problemáticas de cada empresa, que nos traía el director de ese subholding, y de todos los negocios nuevos que estaba por encarar. Era impresionante cómo el viejo les sugería algo en cada tema y la cantidad de aportes que hacía: era una máquina de pensar. El tipo empezaba a anotarse y a mandarle a cada director sus ideas. Por ahí me tomaba de apuntador. “Escribirle o anotarse para la próxima reunión…”. Era una usina de una dinámica permanente: exploraba con tres, cuatro, cinco posibles soluciones y, rápidamente, había dos, tres, cuatro que no eran viables y ya surgían otras. El foco estaba claramente puesto en empresas con mucho potencial, pero también muy problemáticas.

Lo que a él más lo excitaba eran las cosas nuevas, los negocios que pudiese emprender. Y, de hecho, apenas veía que esos negocios tenían valor madurativo que los hiciera interesantes para algún mercado o para que cotizaran y fueran vendidos, entonces vislumbraba un nuevo negocio más de futuro, y al poco tiempo, si no tenía de dónde sacar un préstamo, ya estaba vendiendo la empresa madura para bancar el proyecto y el emprendimiento nuevo. Si tenía dos pesos, iba al banco y conseguía un préstamo de ocho para invertir los diez; donde ganaba cinco, pedía diez más y apostaba los quince. Así era todo el tiempo, como en el casino. Se metía muy anticipadamente y, apenas la empresa tenía un valor, él vendía. No tenía la paciencia ni el carácter para esperar el mejor momento. Eso no le importaba. A punto tal que el momento de quiebre más importante que hubo entre Mauricio y él fue por sus modalidades tan distintas.

El viejo era una especie de adicto compulsivo a encarar cosas nuevas, a pesar de que la gente que él ponía en el directorio, y a la que no cambiaba con asiduidad, trataba de hacerle morder el freno y le bochaba sus aventuras. Pero el holding era de él. Era amo y señor.

Al principio, Socma era más una usina de proyectos que estaban por verse. Mi viejo había preparado a Socma para crecer, estaba obsesionado con eso. Había muchísimas empresas en


constitución, embrionarias, en el arranque, que demandaban mucha inversión, mucho apalancamiento. Eran todas cosas de gran potencial, que iban madurando. Pero era tanto lo que el viejo abarcaba, era tal la dimensión de los negocios nuevos, que era un pacman. Él alimentaba muchas startups.

Un caso emblemático fue Movicom, la primera empresa de telefonía celular de la Argentina, que se crea en 1989 en sociedad con Bell South. Empezó con 1500 suscriptores y Socma vendió su parte a Bell South por 125 millones de dólares en el punto madurativo del proyecto, en 1999. Si vos mantenías tu parte en el tiempo, seguramente la capitalización era mucho mayor. Pero esa no era su mentalidad.

Esa actitud de pacman, de estar en muchas cosas, al viejo pudo haberle jugado en contra. Hay veces que especializarte, como hizo Techint, hace que tengas mejores chances de sobrevivir, mejores anticuerpos en un mercado inestable como el argentino. En cambio, el viejo estaba extremadamente diversificado y había crecido muy rápido, con lo cual se encontraba muy endeudado, muy apalancado. Y esas dos variables juntas te hacían más vulnerable.

En lo primero en lo que se metió fue en la construcción. Él sabía que era una industria de arrastre fenomenal, porque cuando vos empezabas a atender la demanda insatisfecha de habitaciones, de departamentos, de hogares, esa actividad arrastraba a la industria del mobiliario, de la decoración, de electrodomésticos, de pintura. Pasa lo mismo con la automotriz, la petroquímica, la textil. También vio eso en la informática y las comunicaciones.

En 1969 forma Impresit-Sideco, o más bien Fiat la forma y le da el 20 por ciento. Y lo pone al frente. Eso lo posiciona como punta de lanza de un gran grupo constructor internacional y le permite acceder a obras de mucha magnitud. Y empieza a meterse en obras de infraestructura: la central nuclear Atucha, represas, puentes y rutas.


 

 

 

HIJAS

 

Franco Macri tuvo tres hijas. Sandra, fruto de su primer matrimonio, con Alicia Blanco Villegas; Alejandra es hija de Franco y su exempleada María Esther De Menech, y Florencia nació de la unión del empresario con la psicóloga Cristina Greffier. Sandra murió el 28 de junio de 2014 a los 53 años, luego de luchar contra un cáncer durante años. Estaba casada con el parapsicólogo Néstor Daniel Leonardo, a quien conoció cuando fue a consultarle si su marido de entonces, el florista y apicultor Hugo Valladares, le estaba siendo infiel. El casamiento de Sandra con Valladares en 1992 en Los Abrojos había sido un gran evento, con quinientos invitados incluyendo al entonces presidente Carlos Menem. Tuvieron dos hijos, Rodrigo y Franco, y se separaron en 1997. Siete años más tarde Sandra se casó con Leonardo en la Catedral de Morón. Esta vez fue un evento más íntimo, en un salón del hotel Sheraton de Retiro, y ni siquiera asistió la madre de la novia, ya que la familia Macri no quería saber nada con Leonardo, a quien consideraban un cazafortunas.

En 2009, la revista Noticias tituló en tapa: “El drama de llamarse Sandra Macri”, una de las pocas entrevistas, si no la única, que Sandra concedió en su vida. “Ella es la heredera distinta e incomprendida del clan. Pero, sobre todo, un ser que, teniéndolo todo, viene corriendo sin éxito la zanahoria de la felicidad, como una Cristina Onassis argentina. La marginada de la familia que hasta a veces se arrepiente de llevar su apellido: ‘Por momentos —se sincera—, no quiero ser una Macri’”.

Su hermana Alejandra, tres años menor, no la tuvo más fácil. Le costó mucho ser reconocida como hija de Franco Macri. Su madre, María Esther, era recepcionista en la constructora Vimac, la primera empresa fundada por Franco. Recién en 1999 y después de años de terapia, la hermanastra del expresidente de la nación se atrevió a llamar a su progenitor. Tuvieron una charla telefónica de diez minutos, pero nunca llegaron a verse las caras. Frente a la falta de voluntad del padre, Alejandra judicializó su reclamo de ser reconocida.

En 2003, consiguió que el empresario accediera a realizarse un examen de ADN, que dio positivo en un 99,9 por ciento. A partir de ese momento, Alejandra empezó a llevar el apellido Macri e inició una demanda de daños y perjuicios contra su padre, por no aceptarla como hija, por 3 millones de pesos. En 2008, la justicia falló a su favor, aunque la compensación fue de apenas 50 mil pesos. En 2016, tres años antes de morir,


Franco firmó un testamento ante su escribano en el que nombró como herederos en cinco partes iguales a Mauricio, Gianfranco, Mariano, Florencia y los hijos de la fallecida Sandra, Franco y Rodrigo Valladares. Alejandra no estaba incluida. Sin embargo, el 20 de enero de 2020 el diario La Nación publicó un artículo titulado “Los Macri aceptan como heredera a la hija que Franco no incluyó en el testamento”, en el que, citando fuentes de la familia, informan que Mauricio había conversado con Alejandra por teléfono para conocerse y ponerse de acuerdo en la sucesión. Diez días más tarde el matutino publicó una dura carta de Alejandra aclarando que no era cierto que Mauricio hubiera hablado con ella y que, en su calidad de hija, “el derecho sucesorio me corresponde por ley y no por la buena voluntad de mis hermanos”.

Florencia, la menor de los hermanos Macri, es considerada la hija rebelde del clan, quizás porque eligió seguir una carrera artística al estudiar cine y perfeccionarse en fotografía. Siempre se mantuvo apartada de los negocios familiares. Saltó a la escena pública por un hecho policial: en abril de 2003, a los 19 años, fue víctima de un secuestro extorsivo cuando volvía en su auto desde la escuela de cine en San Telmo a su casa en Palermo. Fue la segunda de la familia Macri en sufrir un secuestro: el primero había sido Mauricio, en 1991.

Franco negoció con los secuestradores y logró una rápida liberación. “Según la investigación policial realizada con celeridad, la menor de los Macri había sido secuestrada por Martín Ricardo Zidar, un exempleado de Sevel durante los años ochenta, que luego había cumplido una condena por tenencia de armas”, revela Cerruti en El Pibe. Zidar recibió una condena de once años.

Dos años después, a fines de 2005, Florencia escandalizó a su entorno familiar al entablar una relación con Nicolás Barlaro, un joven que había estado tres años preso por el secuestro de Ariel Strajman, a quien le mutilaron un dedo. Se conocieron en las fiestas electrónicas que organizaba Barlaro cuando aún estaba en libertad condicional. Su noviazgo duró unos años. Incluso se fueron juntos a vivir a España, a un departamento que Franco Macri compró para ellos en Madrid. Allí Florencia perfeccionó sus estudios en cine y probó suerte como modelo.

A mediados de 2016, ingresó a la clínica neuropsiquiátrica Avril (la misma en la que habían estado internados Diego Maradona y Charly García) por problemas de depresión y adicciones. El gobierno del por entonces presidente Mauricio Macri blindó su internación, a la que catalogó como perteneciente al “ámbito de la vida privada”. Ya recuperada, entre 2017 y 2018 Florencia compartió su vida con el empresario italiano Salvatore Pica. Después de la muerte de Franco, en marzo de 2019, su hija menor se mudó a Miami.


Florencia y su expareja fueron noticia recientemente al aparecer entre las víctimas de una causa de espionaje ilegal que salpica al expresidente. En junio de 2020, el exagente de inteligencia Facundo Melo declaró frente a la comisión de Inteligencia del Congreso y dio detalles de las tareas de seguimiento sobre Florencia y Salvatore, incluyendo el día en que fue junto con su grupo de tareas hasta San Isidro para sacarle fotos a la casa en la que convivían.

 

El viejo revindicaba a las mujeres en cierto punto, pero es cierto que trataba distinto a sus hijas que a sus hijos. A nosotros nos metía en la empresa. Tenía expectativas en el estudio. En cambio, a Sandra no. A mis hermanas no les daba cabida en los temas del negocio ni les exigía que estudiaran, porque eran, digamos, las sobreprotegidas, y con ellas era más una cuestión de cuidarlas y de que se ocupasen de la casa.

Sandra era una loca linda. Estaba en otra. No le importaba nada de esto. En algún momento, se largó a hacer su jardín de infantes. Le fue muy bien, lo condujo bárbaro. En una sociedad donde la gordura era condenada ella llevaba el estigma muy marcado de que era gorda. De chiquita era preciosa. Pero mamá ha sido muy maltratadora de mi hermana. Le decía que no quería llevarla con ella a ningún lado porque le daba vergüenza que fuera gorda.

La falta de comunicación a uno le produce una gran desconexión interna. Fijate cómo, a pesar de que estaba el dato de que existía otra hermana, yo nunca me planteé si no debería conocerla. Como que el viejo sentenció que no la reconocería y ahí se acabó la cosa. Yo me entero de la existencia de Alejandra por la revista Noticias cuando salió la sentencia en el año 2003, y recién la conocí después de la muerte del viejo.

Según me contó Alejandra, antes del juicio papá le atendió una vez el teléfono en los 90, cuando ella tenía 35 años y le dijo: “Estoy muy ocupado, después te llamo para tomar un café”, y nunca la llamó. Dice que lo volvió a ver en las audiencias [en el juicio por daños y perjuicios en el 2008] y que él miraba el reloj. Y me dijo: “Eso no se hace con una hija”.

Yo me reuní con ella en 2019 porque empezó a haber aproximaciones entre los abogados por la sucesión. “Yo no quiero a los abogados”, dije. “Tiene que ser un contacto directo entre hermanos”. Me llamó y me propuso vernos en la casa de una amiga de ella, en Núñez. Y tuvimos la reunión. Fue la única vez. Ahí me contó que se le había formado un agujero negro imposible de cubrir. Me acuerdo que le dije: “A mí me parece que el daño que te provocó, el acto de injusticia que él tuvo con vos, es absolutamente imperdonable”. Y seguí: “La verdad es que vine con la intención de ofrecerme a ayudarte con cualquier cosa que quieras saber, que me quieras contar. Y a decirte también que soy el hijo de una figura muy fuerte. Al él cerrar todos esos caminos, hago un mea culpa, porque nunca se le ocurrió a nadie que tuviese que decidir a pesar de su decisión. Ni se me cruzó. Y la verdad es que yo lo vi llorando en más de una oportunidad.


Desahuciado y diciéndome que nunca se iba a perdonar lo que había hecho. Y claro, me pongo a pensarlo y yo, que lo acompañé durante toda su vida de empresario, nunca lo vi arrepentirse de nada, ni nunca tuve la pauta de que haya cometido un acto del cual arrepentirse. Con lo cual, concluyo que se refería a cómo se había manejado con vos. Creo que estaba muy arrepentido de lo que te hizo”. Ella se emocionó... Casi te diría que ella es lo mejor de la familia. Pero, bueno, la gorda era extraordinaria, ¿no? Una loca. Yo la quise mucho.

En cambio, para mí me fue muy difícil entablar una relación con Flor, porque la podías llamar cuarenta veces y no te respondía. Estudió medicina china, cocina vegana, teatro, fotografía. No quería saber nada con la empresa. La entiendo: a partir del enfrentamiento con sus hijos, el carácter del viejo había cambiado mucho; se puso muy violento, muy amargo, muy agresivo. Durante el noviazgo de Flor con Salvatore Pica ella se apartó de la noche, se ordenó, y mientras duró esa relación tenía esa protección. El tipo le hacía bien y entonces el viejo, un poco en su modalidad, compraba el cariño y la dedicación del tano. Salvatore lo llenaba de espejitos de colores y entonces el viejo lo encantaba con el dinero, con los negocios, para que Florencia estuviese contenta y cerca. Yo nunca tuve mucha relación con el tano, pero a ella la veía mejor y eso era lo importante para mí. Cuando el viejo empieza a estar mal, Flor, a su vez, corta con Salvatore y vuelve a juntarse otra vez con la runfla.

Después de la muerte del viejo, Flor se fue vivir a Miami. Hacía rato que quería y no se animaba porque el papá no estaba bien, tenía miedo de irse y que se muriese. La muerte de papá la liberó por completo para tomar la decisión.


 

 

 

SEVEL

 

En el libro El Pibe, Gabriela Cerruti explica que Franco Macri terminó quedándose con Fiat Argentina en 1980, cuando la automotriz se encontraba en una situación completamente deficitaria. “Con el achicamiento del mercado y el aumento de los costos, la producción necesitaba reducirse a 30.000 autos por año. Esto implicaba la suspensión o el despido de casi 15.000 trabajadores. Fiat arrastraba además una importante deuda pública. El empresario argentino era el instrumento ideal para llevar adelante la ‘limpieza’ de la situación, que para ellos sería mucho más difícil porque repercutiría desfavorablemente en Italia, donde se encontraba el meollo del problema económico, financiero y político de Fiat”, sostiene Cerruti. “Macri le daba a la firma italiana los contactos para renegociar sus deudas con el Estado y, a la vez, sería la mano visible para realizar el ajuste que necesitaban: despedir empleados y cerrar plantas. De esta forma se concretó la venta de Sevel (Fiat Argentina) a Macri. [...] Luego de un año de management, Macri concretó finalmente la tenencia (del 85 por ciento) de Fiat-Sevel por un monto aproximado de 80 millones de dólares, que financió la propia Fiat a bajo interés y con el compromiso de la central italiana de comprar una importante provisión de Fiat 128 de la producción argentina anualmente”.

En 1981 Sevel sumó la producción de Peugeot en base a un acuerdo que habían forjado en Europa las dos marcas. Bajo la gestión de Franco, Fiat logró que el gobierno de facto, con Domingo Cavallo al frente del Banco Central, se hiciera cargo de buena parte de sus deudas. El mecanismo con que se dio esta operatoria fueron los “seguros de cambio”, mecanismo creado por Cavallo para estatizar las deudas de muchas empresas privadas. “En algunas semanas, el grupo licuó deudas por casi 300 millones de dólares. Fate (en asociación con Madanes) por 562.000 dólares; Socma por 148.578.000 y finalmente Fiat-Sevel, por 170.578.000”, sostiene Cerruti.

Con la compra de Fiat-Sevel Macri dio el gran salto que lo posicionó como líder empresario. Pasó de ser un hombre de la construcción al mundo de los autos, donde se maneja otro glamour y llegada al poder. En 1987 Sevel produjo medio millón de autos. En Charlas con mis nietos (Planeta, 2013), Franco Macri escribió: “La automotriz Sevel fue un tema importante en mi vida: por un lado, por los logros obtenidos y, por otro, cambió, la mayoría de las veces injustamente, la visión que la gente tenía de mi persona. El sector automotriz, además de la supuesta complejidad y magnitud de su manejo


empresario, requiere de grandes lanzamientos para sus productos. […] Se invitaba a personalidades de todos los sectores: políticos, empresarios, artistas en todas las expresiones del arte y se contrataba a modelos que circulaban como invitados y por supuesto un imponente catering y mucha bebida. […] Quiero decirles, queridos nietos, que, aunque los desilusione, nunca tuve una aventura amorosa con ninguna de esas llamativas modelos. Aunque supongo que a esas fiestas les debo mi fama de ‘Don Juan’”. Mauricio primero sería nombrado vicepresidente de Sevel en 1992, y luego, en 1994, llegaría a la presidencia de la empresa, sus primeros y únicos cargos importantes dentro del grupo familiar.

 

Una característica muy impresionante de mi viejo era cómo iba estudiando y tejiendo en el tema del desarrollo de la región. Iba anticipando qué permitiría que el Mercosur —y un poco más allá, Sudamérica— empezara a desarrollarse fuertemente. Él sabía que era la industria automotriz.

Entonces, se le dio por ese tema, que fue una causalidad en función de su fortísimo vínculo con la familia Agnelli, con Fiat, con la que empezó por su afinidad por ser italiano y por hacerse un tipo de mucha reputación en la construcción. Tomó Sevel en el 76 y ahí pasó a ser una empresa de mucha factura, de mucha generación de caja. Entonces, cuando vinieron las privatizaciones en los 90, él ya tenía espalda para arrancar.

Desde el punto de vista económico-empresarial, en los 70 las automotrices extranjeras entran en una etapa en la cual ya no les es estratégico ni rentable estar en la Argentina. Quieren irse, pero irse les es demasiado caro. Ahí es cuando hacen la tentativa Peugeot y Fiat de unirse para ver si logran economías de escala, eficientizarse y disminuir la pérdida. Se ve que deben tener muchas desavenencias con el gobierno, y temas impositivos importantes que vienen acumulando, porque una de las llaves que le permiten al viejo quedarse con Sevel es que —amén de que les ahorra millones de dólares ante una estrategia de cierre e indemnización— se compromete a pelear por conseguirles todos estos créditos fiscales que vienen acumulando. Y, efectivamente, en un momento dado los cobra con Cavallo. Eso habrá consolidado mucho su autonomía, y la confianza que sin duda generó en sus socios le habrá permitido avanzar con la independencia que les permitió después sumar a Peugeot a Sevel y así hacerse de más de la mitad del mercado. Con Fiat empezó a sacar modelos propios, como el Duna, símbolo de emancipación de la industria argentina porque fue la primera vez que se hizo un auto totalmente local. Después el Regata. Más tarde sacó el Palio con la idea de promover el auto del Mercosur. Leía la necesidad.

Todo eso a mi viejo le permitió crecer, y a Mauricio, enriquecerse, lo mismo que a los demás gerentes, siempre y cuando no pusieran en riesgo el propio negocio, ni perjudicaran al socio, ni a él. Por ejemplo, yo entendía, sin tener las pruebas, que Manuel Antelo, con Renault, se metería


en cuanto negocio podía como socio oculto de autopartistas. El viejo jamás: lo hacía todo sobre la mesa, abiertamente. A sus socios los tuvo que convencer de que era fundamental entrar en la industria del autopartismo, en industrias arrastradoras de subautopartistas, como la de los cables, la de los asientos, la de los aires acondicionados, porque a su vez tenían proveedores de segundo rango, de tercer rango. Acá no había emprendedores empresarios importantes, ni empresas extranjeras que estuviesen en condiciones, y además no podías quedarte solo en manos de la empresa extranjera, había que empujar para desarrollar la industria nacional. El viejo lo hacía en forma abierta con los socios, en blanco y él aparecía. Mauricio no. Mauricio hacía negocios, pero no aparecía. Franco lo toleraba porque también lo hacían otros managers. Él abarcaba tanto, estaba siempre atrás de tantas puntas, de tantas oportunidades de negocios, que mientras el tipo empujara del carro y sirviese, no se iba a parar a preocuparse de tener problemas en el futuro. Él pensaba: “Este va a empujar el carro tantos kilómetros, va a hacer crecer su ámbito de negocio tanto que, cuando lleguen los problemas, si llegan, ahí veré. Por ahora es un activo”. Pragmático. Muy al estilo de los chinos, que te dicen: Mao, ¿fue bueno o malo? En el 55 por ciento de las decisiones acertó, en el 45 le chingó. Entonces fue bueno.


 

 

 

CONTRABANDO

 

En febrero de 2001 Franco y Mauricio Macri fueron procesados por contrabando agravado, por el juez en lo penal económico Carlos Liporace, delito que prevé una pena de entre dos y diez años de prisión. La investigación se remonta al año 1993. Mauricio Macri transitaba su segundo año como vicepresidente de Sevel, estaba a punto de asumir la presidencia de la automotriz y empezaba a ser percibido como el heredero de Franco, quien seguía siendo el líder indiscutido del grupo empresarial. “En el caluroso enero de 1994, un allanamiento en la sede de la hasta entonces desconocida importadora de autos Opalsen (una offshore que la propia justicia consideró ‘una ficción fraudulenta’) por parte del juez de San Isidro Roberto Marquevich desataría un escándalo que pondría a prueba una vez más la fortaleza del Estado paralelo manejado por los Macri. Marquevich había llegado hasta allí siguiendo una denuncia del hasta entonces prestigioso y reconocido equipo de la Dirección General Impositiva (DGI), que respondía a Ricardo Cossio”, recuerda sobre aquel escándalo Gabriela Cerruti en El Pibe. El informe presentado por la DGI era concluyente: “La importación de 15.000 autos en estas condiciones arrojaría un monto de fraude fiscal que ascendería a la suma de 36.263.000 pesos” en concepto de omisión del pago del ocho por ciento del IVA y del tres por ciento de ganancias previsto para particulares. Pero como, además, variaba el valor del vehículo declarado entre la concesionaria y Opalsen, la importadora eje de la maniobra, los directivos de esta última “proceden a girar al exterior dinero, documentando falsamente tal salida”. Mediante esta operatoria, solo en 1993 se habían evadido unos 14 millones de pesos. Para los investigadores, esa práctica se mantuvo hasta 1995. A pesar de la negativa inicial de sus directivos, la justicia no tardó en descubrir que el 85 por ciento de Opalsen pertenecía al grupo Macri.

A la causa de Marquevich se sumó una denuncia por contrabando en el juzgado penal económico de Marcelo Aguinsky y otra del mismo tenor en el juzgado de Gualeguaychú, ya que por allí había ingresado la mayor cantidad de vehículos contrabandeados. En 1999 se abrió otra causa en el juzgado penal económico de Guillermo Tiscornia sobre la misma maniobra por el cobro indebido de reintegros por exportaciones de autopartes al Uruguay, expediente que heredó Liporace cuando Tiscornia fue suspendido por el Consejo de la Magistratura por irregularidades en otras causas.

Sin embargo, en noviembre de 2001 la Sala Tercera de la Cámara de Casación


sobreseyó a Macri padre e hijo al entender que no había existido delito en la operatoria. El 30 de noviembre de ese año, el fiscal Ricardo Wechsler apeló la sentencia, pero la Cámara rechazó el recurso extraordinario. Wechsler destacó además que la Aduana, que era parte querellante en el expediente, había desistido de su participación en noviembre de 2000, a raíz de una instrucción del por entonces ministro de Economía, José Luis Machinea.

A través de diversas apelaciones, la causa llegó a la Corte Suprema de Justicia de la mayoría automática menemista, encabezada por el juez Julio Nazareno. El fallo fue absolutorio. Fue una de las cinco causas que tomó la Cámara de Diputados en junio de 2003 para iniciar el juicio político contra los miembros de esa Corte: se convirtió a partir de ese momento en el Caso Macri.

Pero el de los Macri no era el único apellido que figuraba en la carátula de la causa. El otro procesado de ese expediente, Raúl Martínez, pasó a ser (durante la presidencia de Macri) el director de la estratégica ARSAT. También se convirtió en uno de los máximos impulsores del voto electrónico en el país. En los tiempos de Sevel, Martínez era ni más ni menos que el director de Opalsen, la fachada puesta para evadir y contrabandear autopartes. Como bien recuerda Gabriela Cerruti en una de sus investigaciones del sitio web Nuestras Voces, “Martínez se presentó a declarar en el juzgado para hacerse cargo de todo y alivianarles sus penas a los dueños. Martínez estuvo unos días detenido, acusado además de obstrucción a la justicia. Desde entonces pasó a formar parte de La Famiglia”.

 

Todo lo que había escuchado, y de buena fe, es que fue un montaje de los que importaban autos por todas las fronteras, una operación muy publicitada y defendida públicamente por el periodista Bernardo Neustadt, en la que el viejo se plantaba a favor de la industria nacional, que tenía que tratar de sobrevivir a pesar de que se filtraban tantas ventas de afuera. Por ejemplo, los Peugeot venían de Chile y eran los mismos modelos que se vendían en la fábrica, con lo cual era como una especie de competencia desleal. No sé si finalmente fue la manera de blindarse de toda esa inundación de mercado para sobrevivir, o si efectivamente fue algo totalmente limpio y bien hecho...

En cumplimiento con las reglas del Mercosur, todo lo que venía de Uruguay no pagaba arancel. No sé, alguna vuelta le pegaron. No cuán legal o ilegal era, pero lo hacés discutir en la justicia y, mientras tanto, sobreviviste.

Debe haber sido algo hecho por el management y le tocó a la gestión del hijo, de Mauricio. El viejo renunció y asumió Mauricio como presidente de Sevel [los hechos investigados empiezan en el 93 y duran al menos hasta el 97]. La empresa se llamaba Opalsen, Marquevich era el juez,


que, según yo escuchaba en los directorios, estaba bancado por intereses que fogoneaban ataques contra el grupo.

El argumento del grupo era: nosotros contribuimos con la AFIP con 800 millones de dólares al año. Nos están queriendo imputar por una operación de cuatro o cinco millones. Entonces, que terminen de definir de una vez qué es lo que se debe, si son cuatro o cinco o nada. Si se debe algo, se paga y se acabó. Pero por algo que es totalmente secundario estás atacando a un grupo que te tributó 800 millones de dólares. Yo veía todos los ataques furibundos y vivía mucho todo lo que se elaboraba internamente, dentro del grupo, como contrapunto de lo que salía en los diarios.


 

 

 

UN CARÁCTER COMPLICADO

 

Gianfranco Macri es tres años menor que Mauricio. Está casado con Eliane Badessich y tiene tres hijas y un hijo. Las dos mayores viven en Estados Unidos. En su perfil de LinkedIn se describe como “chairman (presidente del directorio) de Socma Americana SA/Sideco Americana SA”. Es además dueño del Buenos Aires Golf Club en San Miguel, municipio en el que trabajó y puso plata para el armado territorial de la candidatura presidencial de su hermano en 2015, ocupándose de la logística de los fiscales. En 2017, previo a las elecciones municipales, se hizo cargo de reunir y arengar a los macristas de su distrito. Cambiemos ganó allí con el 47 por ciento de los votos. Pero más allá de la actividad política en su pago chico, Gianfranco apareció en el centro de la escena nacional cuando Horacio Verbitsky reveló en Página/12 que había blanqueado 35,5 millones de dólares en el sinceramiento fiscal de 2016, gracias a un decreto presidencial que no fue votado por el Congreso y permitió el ingreso al blanqueo impositivo de familiares de funcionarios. “Que mi hermano haya blanqueado dinero es un derecho que le da la ley”, sostuvo Mauricio Macri unos pocos días después de que se conociera la noticia.

No era la primera vez que Gianfranco era mencionado en las noticias por su vinculación con negocios opacos. En la filtración de los Panamá Papers, publicada en abril de 2016, aparecía como directivo de ocho empresas offshore. También, como accionista de una offshore panameña denunciada por la unidad antilavado de Alemania ante la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) argentina por una transferencia sospechosa de cuatro millones de dólares dos meses después de la megafiltración global. Dos años más tarde, una investigación de Laura Manfredi para el portal Nuestras Voces reveló que los capitales blanqueados en 2016 habrían continuado fugándose. “Esta vez hacia Estados Unidos, en donde Gianfranco decidió abrir una fábrica con múltiples locales boutique de la chocolatería Vasalissa Chocolatier, colocando una inversión inicial de tres millones de dólares”, asegura Manfredi. En diciembre de 2018 el hermano del expresidente fue citado a indagatoria por el juez Claudio Bonadío en una causa que se desprende de la investigación por los cuadernos de Oscar Centeno. Se lo investigaba por la declaración de Claudio Uberti, exdirector del Órgano de Control de las Concesiones Viales, que había asegurado que todos los meses recibía dinero de las empresas que debía controlar, entre ellas Autopistas del Sol.


A sus 58 años, Gianfranco está involucrado en cuatro causas que se tramitan en Comodoro Py: autopistas, Correo, parques eólicos y blanqueo. Preocupado por el nuevo clima político abierto con el triunfo de Alberto Fernández en 2019, decidió irse a vivir a Uruguay. Se convirtió así en uno de los primeros en responder al llamado del presidente Luis Lacalle Pou, quien convocó a cien mil empresarios extranjeros a los que pretende facilitarles la residencia legal y jugosos beneficios fiscales para que puedan llevar sus capitales. “Gianfranco nunca se preocupó mucho por su preparación para el futuro, por el negocio de la familia o por su futuro”, escribió Franco Macri en su autobiografía, publicada en 1997. “Es muy inteligente y, si alguna vez decide qué es lo que le gusta, tiene todas las cualidades naturales para ser un empresario exitoso”.

 

Gianfranco es medio errático. De chico era muy complicado y lo echaban de los colegios. Era incontrolable, impetuoso, causaba quilombos. Generaba problemas, se rebelaba y lo castigaban bastante.

No sé por qué —claro, no viví en sus zapatos—, pero él tuvo muchos desencuentros con el viejo. Confrontó tanto y fue tanto al choque que papá lo sacó del grupo como tres veces, y al año, o a los dos años, volvió a admitirlo. “Pucha, si a mí me sacan —habrá dicho—, yo hago algo”. Tuvo la capacidad de ver el Buenos Aires Golf en un lugar totalmente desolado, tierra de nadie. Y el tipo dijo: “Voy a hacer una cancha”. Hizo un movimiento de tierra, un barrio privado... tuvo cantidad de peleas con los inquilinos. Fue todo muy tortuoso. Era muy complicado, muy difícil, y presumía… Tuvo un ánimo muy confrontativo.

Sé que hubo muchos problemas. Necesitó de más de un salvataje. De Socma en un momento.

También recurrió a mi tío Jorge Blanco Villegas. Y debe haber recurrido a otros.

Como en tantas ocasiones del enfrentamiento familiar, él siempre pretendió y exigió a todo aquel que se atreviera a sentársele cerca que tomara sus guerras y enfrentamientos como propios. Antes de pelearme con él, cuando todavía nos hablábamos como hermanos, yo le decía que eso estaba mal, que él no podía interferir en la relación entre dos personas por estar peleado con una de ellas.

El Negro [Gianfranco] siempre tuvo una relación conflictiva con el viejo, y tal vez con mamá también. Fuertes enfrentamientos judiciales incluso por la división de un terreno en el Buenos Aires Golf aledaño al de mamá. Gianfranco le quiso pisar una parte del terreno de ella porque en el proyecto figuraba como parte de otro lote. Mamá le dijo: “Yo nunca te cedí ese terreno, me estás quitando un triángulo que es mío. No corresponde”. Y el otro, para que no se le cayera la venta y para no perder su negocio, se le plantó y la llevó a la justicia. La enfrentó y se lo pisó nomás.

Su relación con Mauricio siempre fue difícil, pero, como buen hermano menor, se plegaba


mucho a las amistades del hermano mayor, tenían mucho rodaje de convivencia. De alguna manera, se lo tenía que bancar y tenía una práctica muy grande en eso. Y esa práctica estaba aceitada. Mauricio era casi como un adalid y él, como un ladero. Tenía un genio difícil, pero eso no impidió que Mauricio siempre lo tuviese metido en su círculo de amistades. Es algo que viene desde chicos. Una relación simbiótica.

Cuando Mauricio se hartaba, lo recontraputeaba y el otro agachaba la cabeza. Pero después, si había mucho interés en juego, Gianfranco ya sabía que era su abastecedor, quien le posibilitaba tener todo lo que tenía. En algún punto había sido su padre y después pasó a ser su hermano.

Poder figurar como el hombre de negocios que maneja el grupo fue una gran reivindicación para Gianfranco en estos últimos años. Toda una pantomima carente de fundamento, porque si él hubiese tratado de hacerlo solo no hubiese tenido el mismo resultado. El que lo sostenía era Mauricio, con el management respondiéndole a ultranza, y alimentando desde el gobierno los negocios del grupo y de Gianfranco. De hecho, Gianfranco quedó pegado como testaferro de Mauricio al frente del grupo, dando la jeta, mientras que Mauricio se preservó.


 

 

 

COLUMBUS

 

En 1983, junto con un grupo de grandes empresarios de Latinoamérica, España y Portugal, Franco Macri creó el Grupo Columbus. “Mediante un vínculo horizontal sin intermediarios, propusimos constituirnos personalmente en fuente generadora de ideas para alentar los procesos de modernización económica y democratización política en América Latina, especialmente ante el público norteamericano. Desde su inicio, el Grupo Columbus ejerce una suerte de diplomacia informal entrevistando en forma sistemática a presidentes y ministros de Estado, a dirigentes y a líderes de opinión. Hemos defendido la integración, la globalización y la privatización de la economía, y seguimos luchando para el crecimiento y la distribución generalizada del bienestar”, escribió Franco en Macri por Macri.

Mauricio, Gianfranco y Mariano acompañaron a su padre en distintas reuniones del grupo. A Mariano le tocó estar junto a Mauricio, en la reunión fundacional en México, y también acompañar a su padre y a una delegación del grupo en su visita a la Casa Blanca en mayo de 1989, cuando fueron recibidos por el presidente George Bush y su vice, Dan Quayle. Un año más tarde otra delegación de Columbus, esta vez sin Mariano Macri, volvió a la Casa Blanca, para reunirse con el sucesor de Bush, Bill Clinton.

 

El viejo pensaba que la Argentina iba a crecer en las comunicaciones y en informática, en el sector automotriz, en las concesiones, las privatizaciones, la construcción y los alimentos. De hecho, lo anticipó muy temprano. Ya había constituido Socma, pero todavía era una usina de ideas de muy poquitos, muy desestructurada. Ahí él empezó a hilvanar este razonamiento sobre América Latina: si Europa había crecido en función de esos ejes, lo mismo iba a pasar en esta región. Tenía muy en claro la dinámica del mundo.

Entonces, para influir en las decisiones de los gobiernos de América Latina, creó el Grupo Columbus. Se trataba de un espacio al que había convocado a los empresarios más destacados y fuertes de muchos de los países, como Italia y España. De los viajes a estas reuniones participábamos Gianfranco en algunos, Mauricio en otros y yo en otros. Al principio el viejo era la voz cantante, hasta que la cosa empezó a tomar una dinámica propia. Las reuniones se hacían en los países de estos popes. Cada uno de ellos hacía de anfitrión de unos veinte, treinta empresarios. Ahí se discutía y él iba proponiendo, al principio con mucho protagonismo: “Este es el momento de las privatizaciones en nuestros países. Las empresas estatales tienen déficits


muy grandes. Tienen que empezar a pasar a manos privadas estas compañías que son fundamentales para el desarrollo a futuro de nuestros países”. Como miembros del Grupo Columbus, contrataban a economistas para que les prepararan Papers, y en las reuniones los discutían y consolidaban las ideas. Y una vez que estaba todo bien pensado y bien articulado, se reunían con presidentes de diferentes países, incluso con los de Estados Unidos.

Cuando estaba estudiando en American University, en Washington, me tocó participar de la comitiva que visitó a Bush padre. Estuve en la reunión en la Casa Blanca, en una de las salas, alrededor de una gran mesa ovalada de madera rodeada de cuadros de la época colonial y una chimenea blanca a leña. Todo muy señorial. Seríamos unos diez y nos reunimos con Dan Quayle, el vicepresidente. El viejo habló durante unos quince minutos y después vino Bush a sacarse una foto con nosotros.

En la reunión con Quayle, el viejo habló de la importancia de apoyar a los gobiernos de América Latina; dijo que, para ellos, como empresarios, la veta para el desarrollo de estos países eran las privatizaciones, que había espacio para crecer, que la única manera de sacar adelante a la región era impulsar ese tipo de agenda, y para eso Estados Unidos era importante, tanto a través de la participación de las empresas americanas como del apoyo financiero en organismos multilaterales. Iba predicando, pero también iba preparando el terreno y participando muy activamente de todas esas privatizaciones. Para él, en esos nuevos impulsos de desarrollo de la región, lo fundamental era acudir y asociarse con el número uno del mundo, con la empresa líder que ya hubiese consolidado internacionalmente su postura, que supiese cómo hacer esto de taquito en el primer mundo. Y no improvisar nada.


 

 

 

MUJERES

 

En su largo historial de romances, Franco Macri tuvo dos matrimonios. El primero fue Alicia Blanco Villegas, a quien conoció en Tandil durante un viaje de trabajo. Alicia era hija de una familia acaudalada de esa ciudad, por entonces dueña de la empresa Philco. Pese a algunos reparos de ambas familias se casaron en 1958, cuando ella tenía 15 años y él 18. “Los Blanco Villegas fueron para Franco Macri la puerta al mundo de las estancias y la oligarquía ganadera”, destaca Gabriela Cerruti en El Pibe. La pareja se instaló en Buenos Aires y tuvieron cuatro hijos: Mauricio, Sandra, Gianfranco y Mariano. En 1980 se divorciaron. Según el portal Nuestras Voces, “cuando Néstor Kirchner lanzó aquel recordado ‘Mauricio es Macri’ y los embates de la oposición se comenzaron a centrar en la historia de Franco, Durán Barba sugirió poner en el centro de la escena a la madre, para desviar las miradas. No funcionó. En la casa de Barrio Parque, organizaron un almuerzo para definir con ella la estrategia: en menos de diez minutos, Alicia elogió al dictador Jorge Rafael Videla, arremetió contra los ‘villeros’, los pobres, los cartoneros y los homosexuales. ‘Franco es de izquierda al lado de los Blanco Villegas’, suele reconocer el propio [Marcos] Peña”.

Desde el día en que se divorció, Blanco Villegas no paró de quejarse de Franco delante de sus hijos ni de culparlo por todos sus males. Pero el día del entierro en el Jardín de Paz nadie lo lloró tanto como su primera mujer. En 1982, dos años después del divorcio de Alicia, Franco se casó con la psicóloga Cristina Greffier y tuvieron a la hija menor del empresario, Florencia. Esa relación se terminó cuatro años después de pasar por el altar y llevó a Franco a hablar en los medios de la intensidad del romance: “Siempre que un hombre y una mujer empiezan una relación, el amor es terrible. Bueno, yo admito que echaba chispas con ella. Chispas desde el punto de vista de nuestro desentendimiento intelectual. En eso éramos muy diferentes, y ese fue el principal motivo de nuestra separación”. Según la periodista Ana Alé, “Cristina lo había ayudado a superar el pánico a los aviones, pero no pudo curarlo de la zozobra que le arruinaba el ánimo a principios de 1986. Después de llorarle la carta, Franco le planteó un trato económico de amigos: un departamento, un auto y la cuota alimentaria para la manutención de Florencia”.

De ahí en adelante Franco vivió una sucesión de relaciones con distintas mujeres, pero nunca más se casó. En 1986, empezó a salir con la prima de la esposa de su hijo


Mauricio, Clara Bordeu. El vínculo duró unos tres años. “La sacó de una secta religiosa, protegió a los tres hijos que ella tuvo con un músico insensato y místico de Estados Unidos, la llevó a recorrer buena parte del mundo y a alojarse en los mejores hoteles. La historia terminó y él le dejó alquilado un departamento en la zona más paqueta de Barrio Norte”, escribió Alé en La Dinastía.

Entre 1990 y 1998, estuvo en pareja con la diseñadora de moda Evangelina Bomparola. Con quien, según la misma fuente, “no pudo casarse, pero sí sentirse pleno, exitoso y envidiado durante siete años, por lo que Bomparola fue compensada con un tríplex y una mensualidad”.

Luego, Franco salió con quien sería su pareja más mediática: la actriz y conductora Flavia Palmiero. Fue una de sus relaciones más recordadas, aunque fue también una de las más cortas: duró alrededor de dos años. Franco era el tío de la mejor amiga de Flavia, Daniela, y ni bien la conoció intentó seducirla. Se separaron porque estaban en diferentes momentos de la vida. “Él me planteó: ‘Si no podemos vivir juntos, esta relación se tiene que terminar’”, contó la conductora en una entrevista. Flavia, por entonces madre de dos hijos chicos, no quiso seguir esa vida.

Después de terminar su romance con Palmiero, Franco entabló una relación con Nuria Quintela. Se conocieron en una de las famosas fiestas que el empresario organizaba en su casa de Manantiales, en Punta del Este, y, a pesar de los más de cuarenta años de diferencia de edad, la relación de cercanía y confianza duró hasta la muerte de Franco. En 2008 se mudó a China para representar a Franco en ese país. “Le ofrecí venir a vivir a China a Nuria Quintela, que acababa de terminar su carrera de economista, para que me secundara en mi trabajo y me reemplazara en los seis meses que yo volvía a la Argentina. Necesitaba gente de mi confianza que me acompañara en ese desafío”, escribió Franco Macri en Charlas con mis nietos.

 

El viejo ha tenido una relación con las mujeres de concepción muy antigua. Ha sido muy misógino, una palabra antipática y dura. Había tenido una experiencia de cuasi abandono con la madre que le hizo llevarse una impresión muy distorsionada de las mujeres, muy mala. De mucha animosidad. No es que las tratase mal, no me consta para nada que haya habido algún maltrato. Pero sí que, para él, tenían un lugar inferior en determinadas cuestiones. Por ahí se notó más con sus hijas que con sus parejas. Pero, en contrapartida, siempre mostró un comportamiento impecable con las muchas mujeres que fue teniendo a lo largo de sus años.

Con mi madre tuvo un trato por ahí más duro... Estaban empezando, él todavía no había crecido tanto como empresario. Tal vez, ella sí se llevó la peor parte, en el sentido de que a las novias les podía abrir la puerta al mundo, al lujo, a la buena vida, a casas nuevas, pero a mi


madre, seguramente, le tocó decorar con el menor presupuesto posible, fregar, quedarse con los chicos. Las otras novias no se tenían que ocupar de los hijos de él ni de fregar nada; todo era muy lindo y las vacaciones eran las mejores. En cambio, las vacaciones de la vieja eran en Pinamar, pero en el emprendimiento donde él hacía el barrio nuevo; ella iba porque él estaba velando por la terminación del barrio, que era todo el country Médanos. Y en Punta del Este también. Siempre el tema de laburo y ella ocupándose de los chicos.

Mamá era muy obsecuente. Nunca pudo superar el dolor de que la hubiera dejado después de ella darle sus mejores años. Estaba despechada. Y no se recuperó nunca. Lo puteaba permanentemente, pero en la puteada se notaba también la admiración. Por esto de patinar y de siempre quedar atrapada en esa lógica, y no poder sobreponerse, se parece un poco a mí y a lo que me pasa con toda esta confrontación. No logro independizarme y cortar este mal vínculo con los hermanos. A mis 12 años se separaron y, en cierto modo, desde entonces la vieja me usa de paño de lágrimas y no para de insultarlo y de hablarme mal de él. Yo creo que el viejo buscó en mi madre un modelo que tuviera semejanzas con su propia madre, una mujer muy distante con quien casi no tuvo relación.

El viejo nunca estuvo solo. El único período en el que por lo menos estuvo sin casa y entonces se mostraba sin mujer fue cuando, después de la separación, se fue a vivir al hotel Plaza, en Plaza San Martín.

Yo tenía buena onda con todas. Con algunas conviví más por mi edad y la fuerza de la circunstancia, por estar en el mismo hogar. Eso hace que te vincules más. Con la madre de Flor tengo una relación difícil. Cristina estuvo unos cuantos años con el viejo y también le costó mucho la separación. A las demás, sin hijos de por medio, les resultó más sencillo.

Con Clara, buena onda. Era divina, muy hippie de espíritu, fresca, espontánea. No la llegué a conocer mucho porque estuvo poco tiempo con el viejo. Cuando él estuvo con Eva, yo viví varios años con ellos. Súper buena onda. No sé qué pasa en las vidas de estas mujeres que se deslumbran con un hombre mucho mayor con mucho poder, y que en algún punto buscan en él que las encamine o que les dé una oportunidad de no tener que depender de nadie. Son personas que se preocupan por saber que van a tener su propio camino de salida. Y eligieron bien porque el viejo hizo eso.

Con Flavia [Palmiero] fue diferente. Flavia ya era una mina muy independiente. Además, no sé si duró mucho la relación. El viejo debe haberla ayudado, sin dudas, pero por lo menos no tenía que forjarla. A las otras las forjaba.

Nuria acompañó al viejo a todos lados desde muy joven. Yo tenía la mejor con ella. Era una relación de una chica de 21 con un hombre de 71, cincuenta años de diferencia. Un poco fuera de lo normal. No conviví mucho con ellos, se engancharon justamente en el año nuevo de 2000- 2001, que fue cuando yo me fui a vivir a Brasil. A la Argentina venía de vacaciones con mis


hijos, a Bariloche o Punta del Este, y pasaba poco por Buenos Aires, así que casi no los veía. Y cuando el viejo iba a Brasil no viajaba con ella, con lo cual todo el principio de la relación no lo viví. Habremos convivido algunos veranos, aunque tampoco estaba en la casa de ellos. En China sí, algún viaje debo haber compartido. Fue la primera mujer de mi viejo que trabajó con él. Había estudiado economía y, seguramente, tenía esa inquietud.

Cuando sos una persona de mucho poder, de una capacidad de despliegue y ejecución muy grande, lo primero que te planteás es que tu vida no va a ser eterna. Te empieza a ensombrecer la idea del envejecimiento, y la primera reacción natural es querer estar rodeado de jóvenes. Y él se rodeaba mucho de jóvenes, cada vez más.

Siempre se habló de las fiestas de papá, pero estaban las de Punta de Este de fin de año y no mucho más. Cada vez que había un lanzamiento de un auto en Sevel, cosas de laburo, también se prestaba a hacer un evento por gestión de relaciones públicas. Todas sus mujeres se divertían y todas tenían un espíritu alegre. Ninguna tenía el estilo de la que se ve en las películas al lado del tipo rico y ella, por alguna razón, está amargada, emborrachándose o pasándose de la raya. Eso nunca lo vi en ninguna.

Él les pintaba un panorama para que ellas se subieran al tren y recorrieran las estaciones: “Mirá, esto va a dar de acá para allá, y antes de que te conviertas en calabaza salís del tren ya tranquila para empezar tu vida”.


 

 

 

BASURA

 

En 1977, la dictadura militar argentina creó la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), que prohibió la incineración de basura. Así se dio inicio al enterramiento masivo de residuos, un sistema que surgió en las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos y que sigue vigente hasta el día de hoy. En 1979 el intendente Osvaldo Cacciatore, admirado por Mauricio Macri, llamó a una licitación internacional por el servicio. La ganadora fue Manliba (Mantenga Limpia Buenos Aires), integrada por Sideco y la estadounidense Waste Management International.

En ese entonces Waste Management era la mayor empresa de recolección y disposición de residuos de Estados Unidos y lo sigue siendo hoy, con una flota de 26 mil camiones y 293 vertederos activos en los que entierra 80 millones de toneladas al año. Tan grande es Waste Management que su larga asociación con el grupo Macri no figura en ninguna de sus biografías disponibles en internet. Es líder indiscutida de una industria en Estados Unidos que, al menos hasta la década del 60, estaba controlada por la mafia, según una diversidad de fuentes académicas y periodísticas especializadas en el tema. Por ejemplo, un artículo de enero de 2018 del multipremiado sitio investigativo ProPublica, en asociación con la revista Mother Jones, cuenta que en Nueva York las familias Gambino y Genovese controlaron el mercado de la basura hasta entrados los años 90, cuando el entonces intendente Rudy Giuliani, hoy abogado de Trump, creó una comisión investigadora que dictó setenta y dos procesamientos por asociación ilícita e impulsó el cambio de leyes y órganos reguladores, y solo así pudo desplazar del negocio al crimen organizado. “Era un secreto a voces que durante cuatro décadas la mafia había controlado la industria de la recolección”, dijo el entonces jefe de investigaciones de la fiscalía de Manhattan, Daniel Castleman, en el citado artículo.

Waste Management, a su vez, cuenta en su currículo el haber inflado sus ganancias entre 1976 y 1997 por un total de 1700 millones de dólares, lo cual llevó a lo que hasta entonces era la mayor reclasificación impositiva de la historia corporativa de Estados Unidos, causando una pérdida de 6000 millones de dólares a sus accionistas. Por esa razón, en 1999 la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, en inglés) querelló por fraude a cinco directivos de Waste Management y la empresa acordó pagar una multa de 30 millones de dólares para cerrar la causa.


En Buenos Aires Manliba se hizo cargo por diez años de 12 mil cuadras, el 50 por ciento de la superficie porteña. En aquellos tiempos, generaba un millón de toneladas de residuos anuales. Y a Manliba le pagaban 45 dólares por cada tonelada. En 1982 Domingo Cavallo, por entonces presidente del Banco Central, le sumó otro favor a la compañía estatizando la deuda de la empresa, que ascendía a 3.902.000 dólares. En 1989, el exintendente Carlos Grosso, viejo conocido de la familia, que se había desempeñado como ejecutivo de Socma entre 1978 y 1983, renegoció la concesión con Manliba. Bajo su gestión, el Estado porteño pasó de pagar 45 dólares por tonelada recolectada a 68 dólares. El convenio inicial fue por cinco años, renovables automáticamente por otros cinco, y duró hasta 2007, cuando el entonces jefe de gobierno Fernando de la Rúa dividió la ciudad en cinco distritos y los sometió a licitaciones, ninguna de las cuales ganó Manliba.

Si bien el grupo Macri se vio beneficiado con múltiples contratos durante la gestión de Grosso, la relación entre el intendente y los Macri se quebró sobre el final de su mandato. En octubre de 1992, procesado en múltiples causas por corrupción, Grosso debió renunciar y pasar al ostracismo político y empresarial, a tal punto que, según El Pibe, debió sobrevivir como representante en la Argentina de una empresa extranjera fabricante de prótesis de cadera. En 2018, con Mauricio Macri presidiendo el país, Carlos Grosso emergió de las sombras al confesar su pertenencia a la denominada “mesa chica” del mandatario, junto con figuras como Jaime Durán Barba, Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.

 

A medida que se consolidaba el grupo, el viejo siempre planteaba que en cada emprendimiento tenía que tener la mayoría, manejar todas las relaciones políticas y contar con un socio muy fuerte en lo tecnológico y en el know how. Esa fue siempre la idea insignia.

Así fue con Fiat en Sevel y también con Waste Management, la socia de Manliba. ¿Por qué se metió el viejo en el negocio de la basura? Simplemente, porque era una de las privatizaciones; fue la primera, de hecho. Y se hizo a nivel municipal: seguramente, fue una manera de preparar el terreno para otras licitaciones más importantes. Fue en el 79, cuando él aún no tendría visibilidad como contratista en el plano nacional. La Ciudad de Buenos Aires se regía por el gobierno nacional, pero el intendente podía tomar sus decisiones. Tenía problemas de déficit muy acuciantes y el tema de la basura se llevaba de una manera muy ineficiente. Seguramente habrá calado muy bien en las necesidades del municipio: privatizo, reduzco significativamente el esfuerzo financiero, mejoro los estándares de limpieza, evoluciono tecnológicamente. De hecho, dejar los incineradores fue un cambio cultural muy fuerte en su momento. En esa época yo era muy chico, pero no creo que Grosso haya favorecido al viejo. Es más, recuerdo que se enojó


bastante con él porque sintió que le jugaba en contra.


 

 

 

JUEGO

 

En El Pibe, Mauricio Macri describe a su padre como un jugador obsesivo y mal perdedor, que no soportaba que su hijo lo superase. Dice que el día en que le ganó una partida de ajedrez, Franco no volvió a jugar nunca más con él. Y que se pasó meses tomando clases y practicando en secreto para ganarle una partida de bridge y sacarse de encima el mote de “ietattore” que le había puesto su padre.

Mariano Macri presenta otra perspectiva. Dice que su padre se dejaba ganar al ajedrez y que, lejos de obsesionarse con el triunfo, su manera de apostar era del altísimo riesgo, garantizando que perdería muchas más veces de las que saldría ganando. El propio Franco, en una carta a sus compañeros de bridge de tres décadas que él comparte en Charlas con mis nietos, cuenta que, en las reuniones semanales para jugar a los naipes, “yo soy el que más pierde y no me quejo”. Con respecto al recordado debut de Mauricio en la mesa de los jueves, escribió: “Me sentí orgulloso de él… Ahora, con el paso de los años, su juego es más brillante cada día, aunque noto que se pone nervioso cuando yo me distraigo o equivoco”.

 

Al viejo le gustaban mucho las cartas y el casino. Con el correr del tiempo, fue apostando más fuerte. No sé si eso germinó en la época en la que empezó a crecer empresarialmente o si lo traía desde siempre. Él era un croupier de alma. Creo que se le potenció más cuando le fueron cayendo y cerrando los negocios grandes. Era de hacer viajes a lugares como Las Vegas, Macao. Me acuerdo de que vinieran con cuentos de que había roto la banca o ganado fortunas. Si iba a la ruleta, dejaba la apuesta, no la recogía. Y si eran las cartas, lo mismo, no recogía las fichas. Por eso, cuando ganaba, ganaba mal; si no rompía la banca, le pegaba en el palo. Y cuando perdía volvía a poner la apuesta, ganaba, lo acumulaba y lo volvía a perder. Y no se veía molesto. En los negocios también era de apostar a todo o nada.

Yo jugaba mucho al ajedrez con él, y si ganaba era porque me perdonaba un montón de errores. Cuando me equivocaba, me daba otra oportunidad. Y cuando perdía, no le molestaba. Nada que ver con Mauricio, que estuvo un año tomando clases de bridge y leyendo libros en secreto para poder sentarse a la mesa y ganarle al viejo. Lo mismo ocurrió cuando apareció en su cumpleaños 50 vestido de Freddie Mercury como acto sorpresa y después contó que había estado por lo menos un año ensayando para cantar.

Mis hermanos tenían una dinámica en la que a mí me costaba mucho entrar, porque eran muy


competitivos; todo el tiempo estaban apostando. Mauricio era un apostador compulsivo. Apostaba en un partido de paddle, de tenis, de golf. Llegaban a un punto de sofisticación que apostaban por pelota, por un tiro. Y jugaban mucho a las cartas. Después, durante una época larga, yo también me puse a jugar, a la podrida. Me acuerdo que se jugaba al póker y las apuestas eran por guita. Había épocas en las que también apostaban favores.

Nuestra familia se caracteriza claramente, patentemente, por una falta total de comunicación. Yo fui por mucho tiempo el gran factor de unión. Pero, en cierto modo, también estuve muy alejado.

En 1995 mamá nos invita a todos a Italia a pasar las fiestas. Fuimos Sandra con sus hijos, Gianfranco con sus hijos y su mujer, y yo con mis dos hijos mayores y Marie France, mi mujer de entonces. Pero Mauricio dijo: “Con esta familia de mierda yo no voy a ningún lado”. Y no fue.


 

 

 

MAFIA

 

“El vínculo entre la mafia calabresa y la familia Macri es implícito, porque no está confirmado si algunos de los miembros de la exfamilia presidencial pasaron por la juramentación ritual de afiliación. La certeza es que la familia Macri viene de la provincia más sureña de la región de Calabria, la de Reggio Calabria. Allí hay un clan mafioso famosísimo que se llama Macri… Más allá de esto, podemos decir que el macrismo tiene componentes mafiosos porque, si analizamos la teoría del Estado del gobierno de la Alianza Cambiemos (un entramado muy complejo de corrientes neoliberales, ceo-liberales, oligárquicas, neogolpistas y neoliberales), aparecen lógicas manifiestas descarnadas de índole mafiosa: la deportiva, la familiar, la violencia, la pe(n)sada herencia, y los cuadernos (fotocopias) extraviados de las coimas, la protección, la negación y la extorsión”. El fragmento pertenece a Rocco Carbone — investigador del Conicet, doctor en lengua y literatura de la Università degli Studi della Calabria y doctor en filosofía de la Universität Zürich—, y proviene de una entrevista publicada en Página/ 12 en enero de 2020.

Los Macri han viajado mucho a Italia, sobre todo a Cerdeña a visitar a Giorgio Nocella, el gran amigo de Franco. También han estado en Roma y han conocido a su familia por parte de la madre de Franco. Pero, que se sepa, ningún miembro argentino de la familia de Franco Macri ha viajado o establecido relación alguna con sus primos Macri de Reggio Calabria, donde el nombre familiar es sinónimo de mafia. Y sin embargo, Carbone no es el primer investigador en vincular a Franco Macri con el crimen organizado en Italia. Las referencias datan de la década del 70 y los negocios con conspicuos miembros de la logia P2, comandada por Licio Gelli, quien en El Pibe reconoce su relación con Franco Macri. Entre los miembros del capítulo argentino de la P2 se destacaba José López Rega, el monje negro de Isabel Perón. Las sospechas continúan durante la dictadura militar y los negocios petroleros de Macri con Suárez Mason y Massera, también miembros de la logia, en la Libia de Khadaffi. Al líder libio, a su vez, se lo vinculaba con la mafia italiana a través de sus inversiones en la Fiat, emporio que se asocia a los Macri en la Argentina para construir obra pública y financiar autos. Y eso no es todo. “Los negocios cruzaban los nombres de miembros de la P2, empresarios argentinos e italianos y militares. Gelli afilió a la P2 al empresario italiano Luden Sicuori y, solo unos meses después, Sicuori ganó la licitación del contrato


para la realización de la Central Nuclear Córdoba. En asociación con Sideco. La metalúrgica italiana Condotte llegó a la Argentina para asociarse con los Macri en un importante negocio ferroviario. De la mano de Licio Gelli”, apunta la biografía de Mauricio Macri. Por entonces, Antonio “Tonino” Macri, hermano de Franco, apodado “el canciller”, fatigaba los pasillos de la Casa Rosada e iba y venía de Italia, aceitando contactos y acercando inversores para que su hermano pudiera cerrar negocios. (Antonio, fallecido en 2002, fue padre de Jorge Macri, actual intendente de Vicente López.)

Cuando Mauricio entró al mundo de la política en 2005, sus asesores de imagen descubrieron que su nombre estaba fuertemente asociado al pasado de su padre. Mauricio había sido su mano derecha durante el apogeo del grupo a principios de los 90 y había protagonizado varios negociados, desde las cloacas con sobreprecio que le vendió al entonces intendente de Morón, Juan Carlos Rousselot, hasta la salida en bolsa fraudulenta de Sevel. “La imagen proyectada sobre la pantalla mostraba el perfil del ingeniero y del constructor, enfrentados. Los atributos del hijo eran los defectos del padre. Él era joven, el padre viejo. Él era la nueva Argentina, el padre el pasado. Él era el hombre brillante con mundo, el padre el inmigrante ignorante. Él era el presidente de Boca, el padre el dueño de todas las empresas. Él nunca había sido político. El padre había sido menemista. Roberto Vilensky, asesor para la construcción de su imagen, explicaba con detenimiento la estrategia”, dice el libro El Pibe.

Con la llegada del asesor de imagen y consultor político ecuatoriano Jaime Durán Barba al círculo íntimo de Mauricio Macri, en 2005, la idea de que Mauricio es el Macri Bueno y Franco el Macri Malo se convierte en un mantra de las campañas políticas del ahora expresidente. “Matar al padre. No es una teoría de Sigmund Freud, ni una tragedia shakespeariana. Es la estrategia que Jaime Durán Barba instruyó al equipo de comunicación y legales de Mauricio Macri para que el presidente pudiera despegarse del escándalo de los Panamá Papers y de todas las causas que pudieran aparecer por los negocios que sus empresas mantuvieron con el Estado en los últimos cuarenta años”, escribió Cerruti en Nuestras Voces en mayo de 2016. En marzo de 2019, dos semanas después de la muerte de Franco, en un reportaje que le hizo Luis Majul, Mauricio lo trató de delincuente y cómplice de extorsión: “Es un delito lo que hizo mi padre. Él era parte de un sistema extorsivo del kirchnerismo en el que, para trabajar, había que pagar”.

 

Mauricio fue el que lo instaló. “Mi viejo pertenecía a esa mafia”, le dijo, o algo así, por el tema del Correo a Luis Majul, que ni siquiera se lo había preguntado.


Es cierto, el viejo decía: “Yo voy a ser siempre el mafioso, pero ustedes van a ir a los mejores colegios y clubes y no van a tener que cargar con eso”. Pero yo lo tomé siempre como si estuviera hablando desde la percepción de los demás, no como algo cierto.

En Italia hay algunos Macri. Me contaron que en Grecia el apellido Macri es como López acá. De Reggio Calabria es el abuelo. Yo no tenía ni idea de que los Macri manejaban la ndrangheta en Reggio Calabria. Era un dato nuevo para mí. Nunca me llevaron a Reggio Calabria, nunca fui. Estuve en Napoli con un primo de papá un par de veces. Y conocí mucho a la familia de mi nona, en Roma. Una parte de la familia estaba en Roma y yo los fui conociendo desde chiquito.

Al viejo, y sobre todo a mi tío Tonino, los acusaron de ser parte de la logia P2. El viejo me decía a veces que a él lo creían testaferro de alguna cosa, en el momento en que estaba en sus obras, un tiempo en el que viajamos bastante a Italia. También entró un poco en las negociaciones por la compra de la Banca Nazionale del Lavoro [continuador en la Argentina del Banco Ambrosiano, que se derrumbó estrepitosamente en Italia en 1982, en una trama que involucró al Vaticano, la mafia y la logia P2. La filial argentina del BNL se vendió en 2006 al banco HSBC], porque algún empresario, uno de los fuertes que estaban en la puja, lo contactó para ver si se presentaba con un cinco por ciento. Pero su manera de vivir y desenvolverse para mí era suficiente carta de presentación para no tener ninguna duda de que no era un mafioso.

El viejo me decía que, en pleno apogeo internacional, tendría 40 años, junto con su amigo Giorgio, quien le hacía todos los contactos en Italia, se reunían con Bettino Craxi [ex primer ministro socialista]. Y bueno, el viejo era una persona muy solvente, un empresario italiano migrado a Argentina asociado con los Agnelli, y fue desarrollando una relación con Craxi. Y Craxi les decía a él y a Nocella: “Miren, no hay ningún gobierno que pueda tener éxito si no tiene por lo menos tres de los cinco poderes transversales de su lado, como socios”. ¿Y cuáles son los cinco poderes transversales? “La plata de las armas, la plata de la droga, los sindicatos, la Iglesia y el poder económico”.


 

 

 

CORREO

 

En 1997, después de ganarle una compulsa de precios a un grupo económico encabezado por Samuel Liberman, amigo y socio del “papimafi” (según lo apodaron sus propios hijos) Alfredo Yabrán, la familia Macri se hizo cargo de la empresa estatal Correo Argentino SA. El grupo Macri, asociado al Banco Galicia, había ofertado pagar 51 millones de pesos por semestre durante treinta años e invertir 25 millones durante diez. Así, durante la presidencia de Menem, Argentina se convirtió en uno de los primeros países del mundo en privatizar el servicio postal. Siete meses después de ganar la concesión se constituye Furex SA, empresa a cargo de Rafael Alazraki, compañero de bridge de Franco, que se haría cargo de la logística del Correo, su negocio más lucrativo. En el primer año de la concesión, mediante un plan de despido masivo de trabajadores a través de retiros voluntarios, el Correo redujo su fuerza laboral en

10.000 empleados. La empresa descontó las indemnizaciones de la cifra comprometida como inversión de capital. Los problemas no tardaron en llegar. En 2000 el Correo dejó de pagar el canon aduciendo incumplimientos por parte del Estado en materia de regulación.

La causa judicial por la deuda se inició en septiembre de 2001, cuando el Correo entró en concurso de acreedores. En 2002 Furex se declaró en quiebra y poco después el correo estatal y su principal competidor privado, OCA, crearon la empresa Logística de Avanzada (LDA), que a partir de entonces se encargaría de la distribución terrestre de ambos correos. En noviembre de 2003, cinco meses después de asumir la presidencia, Kirchner rescindió el contrato con el Correo Argentino y reestatizó el servicio postal. Durante el kirchnerismo, al menos hasta 2012, LDA continuó manejando la logística del servicio postal estatizado.

“Correo Argentino y OCA nunca hicieron pública la creación de LDA, inclusive negaron su existencia”, publicó el diario El Cronista en diciembre de 2003. Ese mismo mes el juez Favier Dubois decretó la quiebra de Correo Argentino, pero en enero de 2004 el fallo fue revocado por la Cámara Comercial. A partir de ese momento, la empresa realizó distintas propuestas para el pago de la deuda, que fueron rechazadas por los representantes del Estado nacional, el acreedor mayoritario con el 33 por ciento del monto adeudado.

Una investigación de OPI Santa Cruz de febrero de 2009, bajo el título “A pesar de lo


que dijo Kirchner, en el Correo sigue facturando Macri”, describe a LDA como un “negocio millonario para pocos”, que, con la anuencia del gobierno nacional, durante siete años obtuvo ganancias de un 30 por ciento de lo facturado, “sin poner en tierra un solo vehículo ya que terceriza todos sus servicios”.

Con la llegada de Macri a la presidencia, las negociaciones por la deuda se agilizaron y en junio de 2016 el Estado aceptó la oferta de la empresa: 296 millones de pesos más intereses, pagaderos en quince cuotas anuales. Ese mismo mes la empresa presentó una contrademanda judicial de 2300 millones de pesos por falta de pago de inversiones hechas por el grupo Macri en el Correo. Ese mismo año el ex Sevel, Sideco y Chery Socma Armando Amasanti, señalado por OPI Santa Cruz como la cara visible de LDA, aprovechó la ley de blanqueo del gobierno de Macri para ingresar al país 6,5 millones de dólares. En diciembre de 2016 la fiscal general ante la Cámara de Apelaciones en lo Comercial, Gabriela Boquín, impugnó el acuerdo entre el gobierno y el Correo por considerar que era abusivo, implicaba un perjuicio fiscal y dañaba gravemente el patrimonio del Estado. En su dictamen, Boquín señaló que la empresa de la familia Macri “se benefició con un estado de eterno concurso” al logar suspender por más de quince años el pago a sus acreedores. De acuerdo con los cálculos de la Procuración, la propuesta realizada por el Correo contenía una quita del 98,82 por ciento, por la que el Estado dejaría de percibir una cifra cercana a los 70 mil millones de pesos. Ante el escándalo mediático generado al hacerse público el dictamen de Boquín, Mauricio Macri declaró que había dado instrucciones a los abogados del gobierno de “volver todo a fojas cero”.

En febrero de 2017, el por entonces diputado del Frente Para la Victoria Martín Sabbatella y el abogado Daniel Igolnikov denunciaron penalmente al gobierno de Macri por el acuerdo presentado por el Correo. El expediente recayó en el juez federal Ariel Lijo. El fiscal Juan Pedro Zoni impulsó la investigación por supuesto perjuicio ocasionado al Estado e imputó al presidente Macri y al exministro de Comunicaciones, y por entonces ministro de Defensa, Oscar Aguad. En abril de 2017 el gobierno desplazó de su cargo al entonces Procurador General del Tesoro, Carlos Balbín, después de que este criticara la gestión del gobierno en la negociación de la deuda del Correo.

En diciembre de 2018, Lijo citó a indagatoria a Aguad; a Juan Manuel Mocoroa, exdirector de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Comunicaciones; a Jaime Cibils Robirosa, presidente del Correo, y Jaime Leonardo Kleidermacher, abogado de esa empresa, acusándolos de ser partícipes de una negociación presuntamente abusiva y perjudicial para el Estado. A fines de 2019, la Cámara Comercial ordenó abrir el proceso de salvataje de Correo Argentino o cramdown, que implica que un tercero se


haga cargo de la deuda a cambio de quedarse con sus activos. En marzo de 2020 la jueza comercial Marta Cirulli dispuso la “intervención plena” del Correo y el “desplazamiento total” de sus directivos, en cumplimiento de una serie de medidas solicitadas por Boquín, que había denunciado maniobras de vaciamiento.

 

Para el viejo la logística era el futuro, así que cuando le adjudicaron el Correo, en 1997, puso ahí todo lo que se podía poner. Una concesión a treinta años sí o sí había que sacarla adelante. Había habido una cantidad de asimetrías, de injusticias, por ponerlo de alguna manera, que hicieron que él hablara mano a mano con Menem. Y Menem le dijo: “Vos no te preocupes, todo eso se va a corregir”. Básicamente, había una competencia desleal fenomenal, porque había mil carriers privados que tenían una afiliación sindical de una flexibilidad absoluta. Había veintiséis ramas y cincuenta y pico de gremios. Además, era un servicio universal, y las reparticiones de gobierno que lo usaban tenían que pagarlo, pero no lo pagaban. Así hubo una serie de cuestiones que hicieron que en un momento se dejase de pagar el canon, aunque estaba todo muy documentado. En el Correo el abogado era Roberto Dromi, exsecretario de Obras Públicas de Menem y factótum de su plan de privatizaciones. Todo era llevado con prudencia en un contexto de reclamo mutuo.

Al viejo se le criticaba que hubiese despedido a miles de empleados del Correo; pero, para poder hacer rentable una actividad, es imprescindible primero readecuarla en tamaño y equilibrar la ecuación de ingresos versus egresos. Las indemnizaciones fueron consideradas parte de la inversión de 350 millones de dólares que hizo Socma. Está claro que un empresario dispone de un caudal limitado, jamás infinito, de fondos para inversión. Esa era la suma total a la que Franco podía echar mano en ese momento, cifra que acumulaba con la venta de activos importantes como Movicom, Ausol y las distribuidoras de gas.

En el 2003, cuando Néstor confiscó el Correo —por razones políticas más que cualquier otra

—, el problema era Mauricio. A mi viejo, Kirchner siempre le había tenido mucho respeto y admiración como empresario, incluso después, porque el viejo supo tragarse toda la bronca y siguió proponiendo sin parar. Pero Mauricio se largó a la arena política y se convirtió en un eventual opositor en el terreno de la ciudad. Entonces Mauricio y Néstor se reunieron y Kirchner le dijo: “Si querés ganar yo te apoyo, pero tenés que alinearte”. Mauricio le contestó: “No, yo me debo a lo que el pueblo elija”. El tipo no tardó prácticamente ni tres meses y pum, confiscó el Correo.

La confiscación significa cero recompensa en contrapartida. El país entraba en default y el grupo estaba también en default, y empezó la debacle ya que el grupo estaba extremadamente apalancado. Mientras tanto mi viejo, haciendo caso omiso a los criterios de prudencia financiera o los ciclos económicos del mundo, aprovechó para expandirse brutalmente en Brasil en


2001/2002.

De acuerdo con los papeles que nos pasaron los abogados que siguieron el tema durante diez años, toda la batería de argumentos, todo lo que se elaboró, era muy contundente. Sin embargo, con una jugada artística y mediática muy oportuna en la que mete al grupo en la defensiva, Boquín logró instalar en la opinión pública algo descabellado. Habló de 70 mil millones, cifra a la que no podés llegar desde ningún punto de vista.

El viejo quedó totalmente complicado. El grupo estaba endeudado en 1800 millones, facturaba 4500 millones y no dejaba mucha ganancia. Entonces, para sobrevivir la confiscación del Correo y mantener la estructura que le quedaba, él había hecho un acuerdo con Exxel Group, que era el dueño de OCA. Le había pedido un préstamo a su competidor, por más que fuera en contra de las normas en un momento dado, y llegaron a este préstamo y a una paz de precios. En este escenario, Argentina año verde, en un momento en el que el Correo contaba con mil quinientas camionetas y una cantidad importantísima de puntos de estafetas y de sucursales, la manera de seguir teniendo una fuente de ingreso era metiéndose en el negocio de la logística.

La negociación por parte de Furex la asume en primera persona Rafael Alazraki. Y empieza a negociar con el famoso [Guillermo] Moreno, a quien habían puesto de interventor del Correo. Evidentemente, se lo supo ganar, se lo puso en el bolsillo. El turco era muy hábil. Y bueno, allí se habrá metido OCA por esta deuda que tendría el viejo con [Juan] Navarro [CEO del Grupo Exxel] y, sin poder figurar ninguno de los dos [ni el grupo Macri ni OCA], se repartían 40 y 40 por ciento, y el 20 por ciento le quedaba al sindicato de Moyano. La empresa era una subcontratada del Correo que facturaba muchos millones de dólares para distribuir paquetes, hacía toda la logística. Se llamaba LDA. Para el gobierno tenía sentido mantener a una empresa que le garantizaba experiencia y probada eficiencia en un rubro muy complicado.

Era plata negra, porque no podía aparecer ni en OCA ni en ninguna empresa propia; si no, hubiese quedado escrachada por todos los kirchneristas. A la luz de lo que pasó después con OCA, yo no sé si la parte de Moyano ya era de OCA. Esa guita no se rendía jamás. Yo no tenía ni idea, apenas escuchaba por ahí que de repente, por ese 40 por ciento, entraban ocho millones de dólares en determinado año. Eso lo armó el viejo y lo heredó el grupo. Con el viejo había otro orden, era una superestructura, como te digo, se manejaba de manera mucho más orgánica. Era un grupo muy grande.

El negocio con LDA terminó hace bastantes años. [LDA siguió siendo contratista del Correo, por lo menos, hasta el 2012]. En algún momento dijeron “fuera”. Hubo una licitación y entró otro. Esto sucedió mientras yo estaba afuera, en Brasil. Es algo que decantó de la estrategia de supervivencia que asumió el viejo a partir del 2003, cuando fue la confiscación. Y yo calculo que empezaron a operar esa empresa [LDA] para protegerse de la debacle.

Salvo que Mauricio estuviese mirando muy adelante, no creo que le haya importado que al


viejo le confiscaran el Correo. Porque perdés el Correo, que era complicado de manejar, pero te queda activo el claim, el reclamo por el dinero invertido. Estamos hablando del 2003, 2004. Después de perder con Ibarra, tuvo cuatro años para hacer algo antes de entrar en la función pública [Mauricio Macri fue electo jefe de gobierno en 2007]. El viejo no se equivocó del todo cuando dijo: “Con tu hermano en la política, tenemos que salirnos de todo lo que tenga que ver con el Estado”.


 

 

 

PARADISE PAPERS

 

En junio de 2016, durante la filtración global de cuentas offshore conocida como Paradise Papers, la sucursal de Hamburgo del banco suizo UBS emitió un reporte de actividad sospechosa (ROS) en relación a BF Corporation, una offshore panameña creada en 2009 que canalizó al menos 16,5 millones de dólares, y EQT SA, creada en Uruguay. El informe menciona a Gianfranco y Mariano Macri. El UBS genera el reporte cuando el apoderado de la cuenta, Santiago Lussich Torrendell, un contador uruguayo vinculado desde hace años a los Macri, ordena transferir los fondos de BF Corporation al banco Zafra de Suiza. El ROS fue enviado por la unidad antilavado de Alemania a la fiscalía de Hamburgo y llegó a la Procelac argentina, quien presentó una denuncia en la Justicia penal argentina el 14 de diciembre de 2016. Seis días después, Gianfranco Macri presentó una “declaración voluntaria y excepcional de bienes en el país y/o en el exterior” ante la AFIP por 63,5 millones de pesos, equivalentes a unos cuatro millones de dólares, como parte del blanqueo que había impulsado el gobierno de Cambiemos. En dicha declaración, el hermano del presidente precisó que junto con Mariano controlaban el 50 por ciento cada uno de BF Corporation, pero aclaró que el 100 por ciento del dinero controlado por esa sociedad era suyo. A continuación, Mariano Macri aclara que el blanqueo de Gianfranco no fue un acto individual, sino que se discutió en una reunión de Socma, en la que lo invitaron a hacer lo mismo. Menciona que de esa reunión participaron los ejecutivos del grupo Leonardo Maffioli y Víctor Composto. Ambos aprovecharon la moratoria fiscal para blanquear entre cuatro y cinco millones de dólares cada uno, una cifra similar a la que blanqueara Armando Amasanti, de LDA.

 

Todo esto decanta en el caso en el que estoy imputado por los Paradise Papers. Yo especulo que el único ingreso importante posible era la guita del Correo, de LDA; no se me ocurre otro. Y sostengo que ese debe ser el origen de los fondos de esas dos cuentas que, se supone, nos benefician a Gianfranco y a mí y por las cuales quedamos imputados en una causa penal en la que sobreseyeron a Mauricio. El fiscal dice que soy accionista. Hace quince años pude haber firmado algo que me pidió el viejo. Yo lo hacía sin preguntar y, además, no entendía muy bien esas cosas de las offshore, sobre las cuales hicimos un curso acelerado en los últimos diez años. Por eso, pude haber firmado la constitución en ese tiempo; pero después, si hubo movimientos en la cuenta, no firmé ninguno. Para ser beneficiario, no necesitás firmar. No ni cómo está


conformada; si hay un aportante, nunca vi el detalle. El año pasado nos llevó meses lograr que nos entregaran la primera y la segunda foja del expediente, y nos retaceaban una tercera, que nos dieron en diciembre.

En un momento, Gianfranco me planteó: “Hemos decidido que lo que vamos a hacer es blanquear, porque al blanquear se hace un tapón fiscal y, con eso, no hay averiguación de origen de fondos”. No querían que se descubriera el origen de una cuenta que supo tener, según dice la causa, más de quince palos. “Podés blanquear vos, puedo blanquear yo o podemos blanquear los dos”. Yo le dije: “Ni en pedo me meto en las pelotudeces que ustedes hacen”. Esto pasó en una reunión. Yo había llevado a un abogado amigo para que me asesorara, y estaban el CEO, Leonardo Maffioli, el controller Víctor Composto, el abogado o un abogado externo, gente del CEO, del departamento de finanzas, qué se yo. El que habló fue Gianfranco. Por lo general, a él le gusta hablar. Y tenía información. Desde hacía varios meses pasaba mucho tiempo en la oficina. Esta reunión se hizo en Socma y no estaba Mauricio. Mauricio hace muy bien su papel de no figurar.


 

 

 

PANAMÁ PAPERS

 

Dos meses antes de la publicación de los Paradise Papers, ocurrió la megafiltración de sociedades offshore más importante de la historia. Mauricio Macri llevaba apenas ciento dieciséis días en la Casa Rosada cuando, en abril de 2016, se convirtió en uno de los cinco mandatarios en funciones de todo el mundo en aparecer con nombre y apellido en los denominados Panamá Papers. Lo acompañaban sus pares de Ucrania, Islandia, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

La firma vinculada con el entonces presidente argentino se llama Fleg Trading Limited. No figuraba en ninguna declaración jurada de él, ni como jefe de gobierno porteño ni como jefe de Estado. La empresa se había constituido en Bahamas en 1998. Mauricio aparecía como vicepresidente del directorio, junto a su padre Franco y su hermano Mariano. La compañía había sido dada de baja en 2008, cuando Mauricio llevaba un año como alcalde de Buenos Aires.

Como parte de las búsquedas disparadas por la publicación de los Panamá Papers en los archivos online de los Registros Públicos de Panamá y Opencorporates.com aparecieron nuevas sociedades offshore hasta entonces desconocidas de la familia Macri. La primera fue Kagemusha, constituida en Panamá en 1981, con Franco, Mauricio y Gianfranco Macri como directivos. Gianfranco, a su vez, apareció en otras cinco firmas offshore. “El uso de guaridas fiscales se configuraba como una práctica habitual en el universo Macri. En aquellas búsquedas aparecieron estructuras en Panamá, Suiza, Islas Vírgenes Británicas, Inglaterra, Estados Unidos, Uruguay, Islas Caimán, Dubái, Bahamas y Hong Kong, vinculadas con familiares, empresarios, socios, amigos, funcionarios del gobierno y políticos de estrecha relación con el mandatario”, escribimos, con Tomás Lukin, en ArgenPapers. Con respecto a Fleg Trading, la explicación oficial es que fue usada para el desembarco de Pago Fácil en Brasil, desembarco que no habría ocurrido y, por lo tanto, la cuenta nunca había sido usada. Sin embargo, en una serie de artículos publicados en Página/12, valiéndose de documentos públicos de la Junta Comercial del Estado de San Pablo y del Ministerio de Economía brasileño, Tomás Lukin demostró que el desembarco de Pago Fácil efectivamente había ocurrido, que Fleg había operado en Brasil y que una subsidiaria de Fleg había realizado una transferencia de nueve millones y medio de dólares al empresario italiano Giorgio Nocella, el íntimo amigo de Franco Macri. “Conocí a Giorgio Nocella en Cerdeña, y en poco tiempo se convirtió en un gran


amigo y después en parte de mi familia”, escribió Franco Macri en uno de sus libros.

¿De dónde salieron esos millones que partieron de Socma, pasaron por Fleg y terminaron en la cuenta de Nocella? La operatoria fue denunciada por el entonces diputado Norman Darío Martínez, y la causa recayó en el Juzgado Federal de Sebastián Casanello y la fiscalía de Federico Delgado. Franco Macri se hizo cargo del asunto. “Entre diciembre de 2016 y febrero de 2017, los abogados de Franco Macri aportaron documentación que pretendía desarticular la pesquisa por lavado de dinero y, al mismo tiempo, desvincular al presidente argentino de aquellas maniobras. Por medio de copias certificadas de asientos contables que supuestamente figuraban en los balances del holding de finales de los años noventa, explicaban que en la operación encabezada exclusivamente por Franco no había existido ningún desembolso de fondos frescos. En cambio, aseguraban, la transacción entre Socma Americana y Fleg Trading se había hecho contra una deuda que la empresa arrastraba con su accionista controlante. En esa versión, Franco realizaba aportes personales a su empresa y acumulaba deudas millonarias con la compañía, que para septiembre de 1998 se redujeron significativamente cuando a través de la offshore bahameña se quedó con el paquete controlante de Owners, que antes estaba en manos de la empresa matriz del grupo”, escribimos en ArgenPapers.

Casanello archivó la causa por lavado. Delgado apeló, pero la Sala II de la Cámara Federal acompañó la decisión del juez. El expediente pasó entonces al Fuero Penal Económico Federal, para investigar si en la triangulación entre Argentina, Italia y Brasil el grupo Macri había evadido impuestos. La causa recayó en el juzgado de Diego Amarante, fiscalía de Gabriela Ruiz Morales, donde se juntó con la denuncia de la Procelac contra Gianfranco y Mariano Macri por el movimiento de fondos sospechoso detectado por la fiscalía de Hamburgo.

En diciembre de 2019, cinco días antes de que concluyera el mandato presidencial de Mauricio Macri, Amarante lo sobreseyó en la causa por evasión impositiva, pero declaró prematuro el pedido de la fiscal de hacer lo mismo con los hermanos del entonces presidente.

 

Yo sé que, durante muchos años, se usaron muchas estructuras offshore, pero no creo que hayan sido el problema que es hoy, ni que comportasen el tipo de violación a leyes que comportan hoy, después de que surgieron el terrorismo, el narcotráfico y todo lo que eso implica...

Entiendo que, a partir de los Panamá Papers, se descubrió una transferencia a Nocella. Sé que, cuando salieron esas publicaciones [mayo de 2016], el viejo estaba preocupado. Yo no


estaba enterado de que saliera guita de Brasil para Nocella. Esa información nunca había pasado por mis ojos. Sí entendía que habían formado offshores para invertir en Brasil, y con respecto a Pago Fácil, hubo una prueba piloto de seis meses pero se abortó porque el negocio no arrancaba. Pero no supe de los movimientos de salida, nadie me contaba ni se incluía en la información que nos pasaba el directorio a los accionistas. Evidentemente, habría un nivel de información que solo manejaba el viejo o lo delegaba en su director ejecutivo, Leonardo Maffioli.

Pero, hasta donde yo sé, porque lo escuchaba y mantenía el registro, había habido bastantes préstamos del viejo a su amigo Giorgio para desarrollar su hotel en Cerdeña, comprarlo o ampliarlo. En ese sentido, sí habría una estructura de empresas que recibían muchos de esos préstamos. Me acuerdo que siempre figuraba “deuda de Nocella”, “préstamo a Nocella”, y había que recuperarla.

Más que lavar, lo que hacían era mantener una punta, una cuenta negra, fuera del radar. Si con la muerte del viejo yo hubiese heredado una cuenta millonaria escondida en esas estructuras offshore, entonces sí, podría decir: “Tengo una cuenta millonaria y me beneficié de no haber pagado ningún tipo de impuesto porque fue escondida, porque se evadió”. Pero, como la historia del viejo termina con el viejo y yo no heredé nada de eso, como no tengo nada que venga de él, sé que el viejo no acumuló una reserva de riqueza oculta del fisco. Todo lo que se haya movido en cuentas offshore sé que lo ha usado en un emprendimiento nuevo, para la capitalización de ese emprendimiento, y ahí murió. De hecho, en la renegociación del grupo con todos los acreedores

—un grupo que llegó a acumular una deuda en cabeza del holding de 500 millones de dólares y en cabeza de las empresas 1300 millones de dólares más—, que se haya terminado de pagar al menos la parte de Socma, después de devolverse lo que se pudo devolver con una quita del 95 por ciento, es algo que sucedió porque los acreedores sabían qué había y qué no había, quién tenía y quién no tenía. Las instituciones financieras internacionales que eran acreedoras del grupo tenían acceso a la información de las cuentas bancarias y se cuidaban las espaldas entre sí.

Entiendo que deben haber admitido ese tipo de quita porque sabían que no era un caso de empresa-fundida y empresario-rico, como suele pasar. Los bancos siempre tienen la opción de accionar en la justicia en contra de aquellos deudores que vacían sus empresas para no pagar lo que deben. Con mi padre no sucedió. No hay mejor muestra de su transparencia y honradez como empresario que esta.

El viejo nunca llegó a acumular guita, lo que acumuló fueron empresas. Y siempre deficitarias. Se endeudaba para poder ganar una nueva licitación, o para comprar una empresa quebrada para enderezarla. Siempre que vendió y sacó una ganancia de capital importante, fue para seguir solventando todos esos proyectos en vías de crecimiento o de nacimiento, y nunca el tipo llegó a una fase de acumulación. Por eso es que se la pegó como se la pegó, porque nunca se consolidó.

Yo entiendo el tema moral y creo que es real, pero en este caso no hubo un final en el cual


haya habido una acumulación de riqueza. A lo largo de los últimos años aprendí, escuché y entendí cómo hacen muchas fortunas para evadir los impuestos, pero no llegué a tener plata como para beneficiarme de ningún mecanismo por el estilo ni para buscarlo. Durante muchos años quise entender si el grupo se había manejado en negro, quise que se me explicase, y nunca terminaron de explicarme nada ni de mostrarme ningún asiento. El hecho de que no hubiese una mesa de diálogo ni discusiones abiertas, fuertes, sanas fue parte de la gran rivalidad que tuve con Mauricio. Fui muy ingenuo y tomé las cosas muy como venían. Empecé a aprender a los golpes cuando viví solo en Brasil. Antes estaba muy resguardado, dentro de muchas estructuras.


 

 

 

LOS KIRCHNER

 

En sus libros y en entrevistas, Franco Macri siempre se abstuvo de criticar a los Kirchner, aun en plena disputa electoral entre el matrimonio y su hijo Mauricio. En su último libro, Charlas con mis nietos, casi una década después de la estatización del Correo, escribió: “Cuando Néstor Kirchner asumió el poder, supe que ese hombre iba a industrializar el país —mi más caro anhelo— y que iba a tomar el camino desarrollista que se había truncado después del gobierno de Frondizi. Creo que la presidente Cristina sigue esa vía y que está tratando de tomar el poder enfrentándose con los monopolios y los poderes económicos… Tengo una visión de conjunto sobre nuestra posición en el mundo, miro qué caminos de desarrollo adoptamos, y el de Kirchner me parece un proyecto sólido y bien encaminado”.

En ese texto Franco también se refiere en términos elogiosos a funcionarios kirchneristas como Julio De Vido y Ricardo Jaime, y sobre todo a Guillermo Moreno: “En la época en que el gobierno argentino me rescindió el contrato del Correo, negocié varias semanas con el secretario de Comercio, Guillermo Moreno. El funcionario no pudo evitar la rescisión, pero me trató con gran comprensión y con mucha hombría de bien”. Franco tampoco se privó entonces de celebrar la creación de la agrupación juvenil La Cámpora: “¿Por qué nos asusta tanto La Cámpora o cualquier otro movimiento que incluya a los jóvenes? Esto es, simplemente, la sustitución generacional. ¡Que bienvenida sea!”. Pero, según Mariano Macri, la procesión iba por dentro. Golpeado por la pérdida del negocio en el que había invertido gran parte de su capital, Franco Macri debía mantener buenas relaciones con los Kirchner para sobrevivir y para desarrollar nuevas oportunidades desde China. Y no le fue mal. Según El Pibe, dos años después de la estatización del Correo el mismo gobierno que había hundido al grupo Macri con esa decisión operaba para salvarlo. “Leonardo Maffioli, Néstor Grindetti y Andrés Ibarra, los principales colaboradores de Mauricio Macri, fueron los encargados de negociar durante todo el año 2005 el préstamo del Banco Macro-Bansud, de Jorge Brito, que salvaría a Sideco de la quiebra. Esa mesa de negociación fue organizada por el propio Brito y el ministro Julio De Vido, por orden del presidente Néstor Kirchner”.

El préstamo del Banco Macro-Bansud a Sideco por 71.076 millones de pesos le permitió a la nave insigne del grupo Macri reestructurar su deuda y rescatar sus obligaciones negociables garantizadas, con lo cual pudo salvarse de la bancarrota. Al año siguiente,


Franco Macri y sus socios chinos se alzaron con la concesión de la línea de ferrocarril Belgrano Cargas. Para entonces el grupo Macri ya estaba participando en varios proyectos de obra pública impulsada por el gobierno kirchnerista, incluyendo el fracasado intento de construir un tren bala entre Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

 

Más de una vez el viejo me dijo directamente: “A mí me convocaron De Vido con Zannini para decirme algo así como: ‘Mirá, Franco, con la plata que nosotros tenemos y con tu trayectoria y prestigio, podemos hacer la empresa más poderosa de construcciones de todo el mundo. ¿Por qué no te embarcás con nosotros?’. Y yo les dije: ‘Que les vaya muy bien’, porque sabía que, si llegaba a aceptar cualquier cosa, ahí terminaba la carrera política de Mauricio”. Él lo pone en términos paternos.

El viejo estaba en el campo de batalla empuñando la espada como si nada, como si tuviese un regimiento monstruosamente grande detrás apoyándolo. El tipo seguía combatiendo. Y le habían dado en la línea de flotación, muy fuerte; lo del Correo había sido un tiro de gracia. Estos tipos, que no daban puntada sin hilo, dijeron: “Ahora que tumbamos al más grande de todos los tiempos, volvamos a ponerlo allá arriba, pero esta vez con nosotros”. Ellos mismos creaban una oportunidad de dominar al hijo, pero el viejo no entró en ese juego. No los dejó entrar en la empresa.


 

 

 

 

PARTE II MAURICIO


 

 

 

PRIMOGÉNITO

 

Después de graduarse en el Cardenal Newman, Mauricio Macri se recibió de ingeniero en la Universidad Católica y, en 1981, se casó con Ivonne Bordeu, con quien tuvo tres hijos. Luego estuvo casado con Isabel Menditeguy y con Juliana Awada, con quien tuvo una hija, Antonia.

Aquí Mariano Macri se refiere al carácter de su hermano Mauricio, a las diferencias en las formas de pensar y de actuar de ellos dos, y cómo Mauricio se ganó la confianza y el apoyo de la línea gerencial del grupo empresario.

 

Yo creo que Mauricio sufrió mucho el peso de ser el primogénito, porque el viejo seguramente habrá depositado mucha expectativa en él. Ivonne se embarazó muy joven. Se casaron de apuro. Con lo cual él termina la carrera Ingeniería lo antes posible: ya tenía responsabilidades importantes. Yo sentía por él un enorme amor y devoción. Era mi hermano mayor y así me lo habían enseñado de chico. En las fotos de la época, cuando se casa Mauricio y también Gianfranco, los tres teníamos el mismo bigote y un flequillo. En un punto, estábamos cortados con la misma tijera; los tres teníamos la misma forma de pensar, que se relacionaba mucho con las verdades de mi madre.

Pero también éramos diferentes. Yo lo veía a Mauricio como el promotor del bullying, esa forma de desgaste, de pinchar al otro, de provocarlo, de estresarlo, de llevarlo al límite, que después también yo sufrí en muchas instancias. Eso me daba bronca y me ponía un muro insondable. Yo no tenía afinidad con él.

Tenía un trato muy contrario a mi ADN. En vez de ser afectuoso, era siempre provocador, hiriente. Haciendo un repaso por mi vida, pensé: “Pero si este tipo en la puta vida fue cariñoso conmigo”. Solo cuando empezó en la política se puso a ensayar, y tan exageradamente que me agarraba de la mano, me franeleaba. Yo decía: “¿A este qué le pasó?”. Evidentemente, estaba mutando y probando ser todo aquello que nunca había sabido ser. Estaba creciendo; en algunos aspectos, genuinamente mejorando y en otros simplemente desplegando las alas de ese animal político capaz de engañar a cualquiera.

Mauricio era muy de autosabotearse. Siempre hizo ese estilo de comentarios autoincriminatorios, esos sincericidios con una alta dosis de cinismo, por ejemplo: “Me muestro como transparente y de esa manera purgo mi imagen”. Muy de él. Pero creo que el enorme desafío que enfrentó estos años lo hizo madurar mucho, se pulió, se supo controlar y


autocensurar. Conectó más, entendió, y se ve que ha comprendido acabadamente el efecto y la importancia de la empatía, de la sensibilidad, del escuchar al otro, de tener ese tipo de gestos. En campaña, todo el equipo le debe haber incrustado esas cosas, como un escultor pegándole manotazos a la piedra.

En el racconto que hice, mientras pensaba cómo era posible que fuese tan frío, tan hijo de puta, me fui dando cuenta de que, en realidad, él no era un tipo de sentimientos. Ese era yo, con mi voluntarismo, mi percepción de que la gente es buena, que todos tienen buena leche y buenas intenciones. Pensaba: “No puede ser, este tipo las hizo todas”, y me daba cuenta de que yo era un boludo, que no quería abrir los ojos. Nunca tuvo la capacidad de amar. En muchos aspectos era realmente un psicópata. A las personas que llegan a detentar el poder, en general, ese nivel de abstracción y esa falta de sentimientos las simplifican bastante. Mi carácter era totalmente opuesto. Lo veía en las reuniones de directorio siendo demasiado ácido, demasiado punzante, muy vehemente, muy hiriente. Decía las cosas de forma muy descuidada. Y a mí me producía espanto, me angustiaba.

En una época se le ocurrió al viejo la idea de que yo fuera su asistente en lugar del de él. Entonces, pasé a ser asistente de Mauricio. Lo acompañé en Sevel en 1994, el año en el que dirigió la empresa. Recuerdo que tuve que tratar de estar más atento, de participar en las reuniones. Era un tipo difícil de seguir. Desde chico, le gustaba no dar pistas y desaparecer y aparecer a su antojo. Escaparse para hacer su programa, atender sus intereses (un deporte, una mina). Pero también sé que, en algún punto, logramos tener bien fijadas todas las semanas una estructura de reuniones. De manera que yo pudiese acompañarlo, participar, hacer las actas. Su estilo de conducción me parecía mucho más críptico, más de mirar los números y lo financiero. Lo escuchaba hablar mucho por teléfono y negociar cosas muy rápido. Y, sobre todo, se le daba por ser muy confianzudo y tener charlas de extrema confianza con gente con la que no la tenía. Era su manera de derribar distancias y paredes con los demás. Eso también me parecía muy peculiar. Yo lo veía como algo imprudente, transgresor. No creía que eso sumase, por lo menos en mi caso. Su estilo de conducción me parecía más encriptado que el del viejo.

Claramente, Mauricio tenía una independencia de criterio muy marcada, y eso fue así desde muy temprano, probablemente por esto que decimos del lugar que le tocaba como primogénito. Y el viejo mismo, de alguna manera, lo predicaría. Aunque no era en forma verbal. Seguramente todo lo que Mauricio vivió, y la presión y la responsabilidad que tuvo, me imagino que hicieron que entendiese, desde muy temprano, que ese era su camino, el camino que iba a seguir y el eje en su vida. Que lo demás iba a ser accesorio. Y así como él lo tomó, yo probablemente lo tomé en las antípodas. Lo viví en forma más espontánea, menos rigurosa y más intuitiva e instintiva, como que lo que había logrado el viejo era suyo y no mío. Mi hermano, en cambio, siempre habrá pensado que lo del viejo también le pertenecía.


Es raro, pero a Mauricio no le costaba mucho convencer de algo a los miembros del directorio de Socma ni encontrar eco en el conservadurismo de muchos de ellos. Por ahí era algo generacional, porque los directores también eran más jóvenes que el viejo. Tal vez, operar tras bastidores marque fuertemente el estilo de Mauricio. Él se juntaba mucho con los directores, uno a uno, y trataba de poner su impronta y de dirigir. El viejo lo sabía y lo toleraba, lo permitía. De un hijo imaginate cómo no lo iba a tolerar. Sin lugar a dudas, él necesitaba la presencia de sus hijos para reforzar el sentido de lo que estaba haciendo. En eso era muy pragmático. Tomaba a las personas y las cosas como venían. No se ponía mal porque Mauricio lo desafiara, sino que lo aceptaba como era. Pero no dejaba de ser importante para él como continuidad. Pensaba: “El emperador ahora soy yo, pero mañana lo va a ser mi hijo mayor”. No se ofuscaba, no se preocupaba. Por ahí un poquito le dolía y se amargaba, pero no lo mostraba.


 

 

 

NICKY

 

Mauricio Macri y Nicolás Caputo se conocieron a los seis años en el colegio Cardenal Newman. El expresidente lo definió como su “hermano de la vida”. Franco usó el celular de Caputo para negociar con los secuestradores de su hijo en 1993, a pedido del propio Mauricio. Caputo forma parte de la mesa chica del expresidente. Tuvo un papel protagónico en el armado político que lo llevó primero a la jefatura de gobierno y luego a la presidencia. Muchas de sus empresas se beneficiaron con licitaciones durante los gobiernos de Macri, por lo que se acusó al expresidente de conflicto de interés. Sin embargo, los Caputo forman parte de la patria contratista desde mucho antes de la llegada de su amigo al poder político.

La empresa Caputo SA, ligada a la construcción en la ciudad de Buenos Aires, opera desde la década del 70. Sin embargo, Nicolás buscó separarse de su núcleo familiar en los negocios, algo que quiso inculcarle a su amigo, según narra la periodista Gabriela Cerruti. Lo logró en 1983, cuando junto con Mauricio y con el actual CEO de Socma, Leonardo Maffioli, formaron la empresa Mirgor SA, dedicada al negocio de aires acondicionados para autos. La venta de equipos a Sevel significó el primer gran salto de un negocio que floreció. Durante el gobierno porteño del exempleado de Socma Carlos Grosso (1989-1992), los amigos dieron otro paso importante. Fueron los encargados de múltiples proyectos inmobiliarios y obras de infraestructura en Puerto Madero. En paralelo, se fueron convirtiendo en proveedores casi exclusivos para las automotrices más importantes instaladas en el país: Chrysler, Peugeot, Citroën, General Motors, Renault y Volkswagen Argentina.

Años después, ante las críticas de su padre, Mauricio dijo que había tenido que vender sus acciones en la empresa y ponerlas a nombre de Socma. “Me vino con que, si hacíamos plata vendiéndole a Sevel, yo les sacaba ganancia a mis hermanos [...] y que tenía que donarle las acciones a Socma. Y yo fui tan pelotudo que lo hice [...]. Si no lo hubiera hecho, ahora tendría independencia económica […]. Ojalá siguiera siendo socio de Mirgor [...], con la guita que está haciendo”, respondió Macri ante la pregunta directa de Cerruti. Según Caputo, Macri vendió sus acciones en Mirgor en 1994. Un acta de 1996 dice que ese año Mauricio Macri y Maffioli renunciaron al directorio de Mirgor. Sin embargo, la biógrafa del expresidente no es la única en preguntarse sobre la verdadera naturaleza de los negocios entre los “hermanos de la vida”. En su juicio de


divorcio Isabel Menditeguy directamente acusó a Mauricio y Nicky de ser socios ocultos. Escribió Cerruti: “En pleno juicio de divorcio, Isabel Menditeguy le pidió al juez que valuaran las empresas de Mauricio y las del señor Nicolás Caputo, porque a ella le constaba que repartían los negocios y las ganancias”.

Según la declaración jurada de Mauricio Macri, en 2006, justo antes de ser jefe de gobierno, él le prestó 22 millones de pesos a Nicky (que es varias veces más rico que Mauricio), operación que, según Laura Di Marco, “levanta suspicacias”. ¿Por qué? “Se trata de la quinta parte de la fortuna presidencial declarada, que Macri le entregó para que hiciera inversiones, que de hecho hizo. Por ejemplo, en 2016 compró un campo en Salta, la tierra de Juan Manuel Urtubey. El dinero que Caputo invierte, en nombre de Macri, quedó fuera del fideicomiso ciego, constituido como garantía de transparencia, apenas asumió como presidente”. Nicky también formó parte de los negocios en Boca Juniors durante la presidencia de Mauricio en el club entre 2000 y 2005. “Caputo negoció el regreso de Juan Román Riquelme, el jugador fetiche para los fanáticos del club, a su equipo para que jugara por seis meses. Justo lo que duraría la campaña electoral que llevaría a Mauricio a la jefatura de gobierno de la Ciudad. Caputo pagó por ese préstamo dos millones de dólares al Villarreal de España”, sostiene Cerruti. Caputo formó parte del armado de “Crecer y creer”, el grupo político que conformó Macri para hacer su gran paso a la política. Nicolás tomaba decisiones fuertes y aconsejaba a su amigo como pocos en su núcleo más cercano, integrado también por José Torello, José Uriburu y Juan Pablo Schiavi.

Los periodistas Esteban Rafaele y Noelia Barral Grigera, en la biografía de Caputo El otro yo, también lo muestran como un animal político en las sombras. Durante el gobierno de los Kirchner, trabó lazos muy cercanos con el poder para hacerse cargo de múltiples obras de infraestructura. En 2008 negoció en nombre de Macri, con Cristóbal López y Carlos Zannini como representantes de Néstor Kirchner, un acuerdo para repartir la plata del juego en la ciudad, acuerdo que fue frenado en la legislatura porteña. Según Cerruti, esa negociación incluyó un aporte de 14 millones pesos de López a la campaña de Mauricio. La relación con el gobierno peronista fue fundamental para el crecimiento exponencial de Nicky. Durante el boom económico de 2003-2008 el negocio de los aires acondicionados creció en forma vertical. En 2005 Caputo decidió llevar a Mirgor hacia la venta de equipos hogareños. “Desde entonces pasa de vender

17.463 equipos en el primer año a 298.070 en 2008. Mientras que los equipos para autos pasan de 263.000 a 676.000”, indica Cerruti.

Como parte de su diversificación Mirgor adquirió en 2009 la empresa Iatec, que actualmente le reporta sus mayores ganancias, dedicada a la fabricación de televisores y


teléfonos celulares para la marca Samsung, según informa el propio grupo en su web oficial. Como jefe de gobierno de la Ciudad, a partir de 2007 Macri benefició a las empresas de Nicky con múltiples asignaciones de obras a través de la empresa SES SA. Según la periodista Di Marco, entre 2007 y 2016 esa empresa recibió 1300 millones del gobierno porteño por distintas adjudicaciones de obras y servicios. Caputo también fue clave en la designación de Miguel Ángel Gutiérrez al frente de YPF durante la gestión macrista, en 2016. Sin embargo, al año siguiente la petrolera estatal demandó a Ecogas, una empresa de Caputo, por más de mil millones de pesos por una deuda impaga.

 

Mauricio ha hecho muchos negocios en forma oculta, sin aparecer abiertamente en el directorio, en la posición de accionista. Está, por ejemplo, en Mirgor —una empresa de aires acondicionados para autos, que creció de manera desaforada gracias al marketshare [porción del mercado] que tenía Sevel—, en la que metió a los Caputo. Mauricio era el dueño del negocio, pero no figuraba.

Él debe haberse avivado cuando vio que otros managers de Sevel hacían sus negocios. Habrá dicho: “¿Por qué no voy a hacerlos yo?”. Mi viejo sabía y lo permitía en los otros, porque entendía que eran personas clave en la conducción.

Antes de Mirgor, Mauricio tuvo negocios chicos. Cartecolor, ese cartel electrónico luminoso que estaba en la 9 de Julio, sobre un edificio, y con ese ganó su primer millón, su primer palo verde. En un momento dado dijo: “Che, debo tanta plata [a Socma] y la devuelvo”. Y fue porque ese negocio le había redituado mucho. No sé si lo hizo a su nombre, pero Mirgor no. Además, él y Nicolás seguían creciendo en muchas cosas. En algún momento, Nicolás se volvió el número uno del área de alimentos de grupo Socma porque Mauricio lo puso, a pesar de que el viejo, ya por entonces, tenía una pésima opinión de él: lo veía como un tipo que solo cuidaba su propio interés, alguien mezquino y sin una mirada empresarial. Siempre tuvo una muy mala opinión de él, desde el principio. Se lo fumó, pero cuando tuvo para poner guita a gran escala en los alimentos, agarró el management de Bunge y Born, se llevó a ese equipo ahí y lo desplazó.

No hay dudas de que entre Nicky y Mauricio existe una cofradía. A lo largo de los años, Nicky pasó a ser un testaferro muy fuerte de Mauricio y, a su vez, se habrá independizado mucho. Habrán encontrado un entendimiento entre alguien que devino muy poderoso económicamente, como Nicky, y alguien que también devino muy poderoso, pero políticamente, como Mauricio. Ahí tenés de ejemplo el tema del juego en la ciudad. Lo que escuché es que Cristóbal López estaba muy enojado porque, a pesar de que había puesto mucha plata en la campaña de Mauricio justamente a través de Nicky, terminó yendo en cana durante la presidencia de mi hermano.


 

 

 

EL TÍO JORGE

 

Jorge Blanco Villegas era el tío preferido de Mauricio Macri. También habría sido uno de sus principales testaferros. En la década del 60, en sociedad con Franco Macri, montó un negocio de exportación de ganado en pie a países de Medio Oriente a través de triangulaciones exóticas con Australia. En los 80 fue gerente y director de Socma y accionista de Sevel, hasta que se peleó con Franco en 1992. Comandó la fábrica de televisores Philco. Según ArgenPapers, “el tío Jorge falleció en pleno invierno de 2011, poco después de haber sido anfitrión del casamiento de su sobrino con Juliana Awada en La Carlota, la estancia de la familia en Tandil. Después de su muerte, la riqueza declarada del (entonces) presidente argentino aumentó prácticamente al doble, según sus declaraciones juradas”. En agosto de 2012 un vocero de Socma explicó así al diario La Nación el aumento de 27 millones en el patrimonio de Macri el año anterior: “Es lo que le dejó por herencia su tío Jorge Blanco Villegas y dinero transferido de las tenencias de Socma que le hicieron sus hermanos durante el año pasado”. En Macri, Di Marco cuenta que “tan fuerte era la relación entre ambos que, cuando murió en 2011, Blanco Villegas le donó su fortuna a su sobrino mayor”. Sin embargo, al morir tenía, además de su viuda, una hija de veinte años, Luciana. La pregunta cae de madura: ¿Por qué Blanco Villegas le legó a un único sobrino “una fortuna” que podrían haber heredado su hija única y su esposa de 25 años? Según Mariano, no se trató de una cuestión de afectos, sino el corolario de una añeja y opaca relación comercial.

 

Parece que, en el momento de la muerte de mi tío Jorge Blanco Villegas, Mauricio estaba desesperado porque su mujer, Graciela Quintans, no le reconocía nada. Y que tuvieron una reunión y terminaron acordando una herencia. Los hermanos lo cargamos con que era el único sobrino que había heredado al tío Jorge.

El viejo me contó que Mauricio había visitado varias veces el consultorio de su psiquiatra porque estaba muy preocupado por la situación después de la muerte del tío. Como el psiquiatra había compartido un viaje con papá a China, en el que tuvieron bastantes oportunidades de hablar, el tipo le cuenta esto.


 

 

 

TRUMP

 

En 1979 Macri compró el 75 por ciento de un predio de 30 hectáreas de talleres de ferrocarriles sobre el río Hudson, en la isla de Manhattan. El plan era desarrollar un complejo de viviendas. Se comprometió a hacer obras costosas a cambio del permiso para construir. Pero, por distintas razones, el proyecto nunca terminó de levantar vuelo, y cuando el banco Chase Manhattan declinó financiar la obra, se vio obligado a sentarse a negociar con Donald Trump. Entonces, sufrió un ataque al corazón y las negociaciones quedaron a cargo de Mauricio, principalmente, y de Jorge Blanco Villegas, a quien Franco había nombrado al frente de una entidad financiera creada para financiar el proyecto, Argyrum Corporation. El hijo y el cuñado no tardaron en venderle los terrenos al hoy presidente de Estados Unidos por algo más de cien millones de dólares, precio similar al que había pagado Macri por la compra.

Franco no quería vender. En el capítulo que en su best seller The Art of the Deal Trump le dedica al empresario argentino, queda claro. El capítulo lleva el título de “West Side Story”. Allí, Trump se refiere a Franco como “una persona maravillosa y bienintencionada”, a la vez que le critica su inexperiencia y el no haber sabido “generar entusiasmo sobre el proyecto”. A Mauricio lo menciona, sin nombrarlo, una sola vez en todo el capítulo como “el joven hijo” que participó en algunas negociaciones. Ahora bien, en el libro cuenta que Franco hizo todo lo posible por no vender, y hasta logró convencer al estadounidense que rompiera una opción de compra, aunque al final “estaba ansioso por salirse del proyecto con una ganancia”. Por su parte, Mauricio se ufanó ante su biógrafa de haber hecho un gran cierre de negociación: “Yo creo que me ayudó en esa negociación la audacia de mis veintipico”. En El Pibe Cerruti dice que Mauricio suele contar la negociación con Trump “como su prueba de fuego en el mundo de los negocios empresarios”. El libro cita a Gregorio Chodos, Jorge Haieck y al propio Blanco Villegas, los tres principales mentores de Mauricio en el mundo empresarial, diciendo que en la venta de Lincoln West a Trump el hijo de Franco salvó al grupo familiar de una pérdida millonaria. En cambio, en su propia biografía, Macri por Macri, Franco deja en claro que no tenía intención de vender y que había alcanzado un acuerdo con Trump para repartirse en mitades su parte del proyecto, pero que sus representantes, Mauricio y el tío Jorge, rompieron el acuerdo sin su consentimiento, aunque los justifica diciendo que actuaron bajo amenaza: “Amenazaron a mis representantes y consiguieron


que firmasen la cancelación del contrato sin mi presencia, conocimiento o autorización”. Mariano Macri da un paso más y cuenta que, en los últimos años de su vida, su padre le sugirió, le dio a entender, que, más que una concesión a Trump hecha bajo amenaza, entendió que Mauricio y Blanco Villegas lo habían traicionado a cambio de una comisión.

 

Mauricio por ahí lo disimulaba un poco, pero con el tiempo yo me enteré de que tenía una relación muy cercana con el tío, incluso cuando sucede lo del Lincoln West. El viejo negocia quedarse como socio minoritario, después le agarra el infarto, Mauricio se sube con el tío a un avión a ver a Trump y negocia salir por plata. De nuevo ahí se genera otra oportunidad en la que es posible que Mauricio haya hecho un negocio propio.

Debe haber sido el viejo el que me lo contó. Está el relato de Orlando Salvestrini [histórico directivo del grupo, ex Lincoln Park, Boca, Sideco-Brasil, etc.], que es muy simpático: Trump llega con su cuerpo de abogados, le muestran al viejo una pila contratos que mediría medio metro de alto y el viejo, mirando a Trump a la cara, dice: “¿Dónde hay que firmar?”. A todos se les caía la mandíbula. “¿Cómo va a firmar un contrato sin leerlo?”. Y el viejo: “Con un socio como vos, no tengo de qué preocuparme”. Deben haber pensado: “O encontramos a la verdadera mafia italiana o este tipo, el día que lleve esto a los tribunales, nos hace mierda”. Un contrato hecho unilateralmente, sin ningún tipo de discusión, puede tomarse como abusivo y leonino. El viejo se quería mudar a Nueva York, llevar a la familia a vivir allá. Yo sé que no quería vender. Pero apenas él quedó afuera de pista, mi hermano y mi tío revirtieron lo que el viejo había decidido.


 

 

 

EL GOLPE

 

“Blanco Villegas fue eje de la mayor pelea familiar con Franco cuando el jefe del clan entendió que su hijo y su tío estaban intentando quitarle la empresa. Blanco Villegas viajó a Italia a llevar adelante esa negociación y volvió con las acciones de Impresit- Sideco y Fiat a su nombre”, dice un artículo de Nuestras Voces firmado por Cerruti en 2016.

 

El viejo estaba convencido de que Mauricio también estaba metido en otra cosa con Sevel en el momento del infarto. Para eso, el tío se tomó un avión a Italia junto con Ricardo Zinn y le hicieron un planteo a Fiat anunciando que ellos estaban tomando el control del management. Después el viejo fue y deshizo todo. Me lo dijo de un millón de maneras, pero nunca en forma directa. Sobre todo en 2011, cuando volví a colaborar con él y me acerqué más a él, el viejo, habiendo sufrido ya muchas gastadas de Mauricio, me empezó a poner más fichas, a completar el rompecabezas.


 

 

 

SECUESTRO

 

En la madrugada del 24 de agosto de 1991, Mauricio Macri fue secuestrado en la puerta de su casa de la calle Tagle al 2800 en Palermo Chico. Según escribió Laura Di Marco en Macri, “Mauricio permaneció doce días encerrado en ‘la caja’, tal como los secuestradores llamaban a la habitación de tres metros por dos, construida en el sótano de la casona donde estuvo cautivo: con un inodoro químico y un hueco de veinte centímetros de diámetro en el techo, por el que le pasaban la comida”. Completa Gabriela Cerruti en El Pibe: “Luego de negociar durante dos semanas con sus captores, Franco Macri habría pagado un rescate que algunos estiman en 6 millones de dólares y otros indican que se elevó hasta 20. Mauricio se vistió con un jogging que le dieron sus secuestradores, que lo volvieron a llevar en el baúl del auto esta vez para liberarlo. Lo dejaron en una zona del Bajo Flores, cerca de la cancha de Deportivo Español, aunque le dijeron que sostuviera que lo habían dejado en Lomas de Zamora. Le dieron unos cospeles de teléfono y plata para un taxi”. Dos meses después, la policía federal allanó el departamento donde estaba “la caja” y detuvo a los principales referentes de la llamada “banda de los comisarios”, que habían realizado el secuestro. La banda estaba integrada por policías y militares y delincuentes comunes, y había funcionado por más de una década, especializándose en secuestros de empresarios.

Tanto para Franco como para Mauricio, se trató de uno de los eventos más traumáticos de sus vidas. Para Mariano Macri fue de una oportunidad para que Mauricio se replanteara sus prioridades y principios éticos, oportunidad que, lamentablemente, su hermano desperdició.

 

El secuestro de Mauricio fue fuerte. Yo estaba trabajando en ese momento en el Banco Liniers haciendo una pasantía. La casa del viejo se convirtió en un centro de operaciones. La empresa privada de ex CIAs [Akerman] se instaló ahí y ellos vivían, junto con el viejo, el minuto a minuto. Era una situación muy tensionante. Me acuerdo de haber abierto el placar de la planta baja y encontrarme con los seis millones de dólares en billetes; era una montaña que no sé si no me llegaba casi a la cintura.

El viejo no sólo quería pagar, sino que trataba de que hubiese la menor intervención posible de la policía, porque los expertos le decían que podían matar a Mauricio. La situación era muy delicada. Cuando apareció, todos lo abrazamos. Estábamos en la planta baja, en el hall de


entrada. Afuera había periodistas. Es un momento en el que liberás mucha tensión, mucha angustia acumulada.

El hecho debe haber tenido efectos muy fuertes sobre mí, pero no sabría discernir cuáles fueron. El viejo en ese sentido se mostró muy firme. Y en cuanto a Mauricio, esos trece días no fueron suficientes para hacerle cambiar su mirada.


 

 

 

SALIDA A BOLSA

 

La salida a bolsa de Sevel, en 1992, siendo Mauricio vicepresidente de la empresa y Blanco Villegas un importante accionista, terminó en escándalo y resultó ruinosa para el grupo Macri.

Según escribió Julio Nudler en Página/12, la oferta era de 80 millones de acciones, de las cuales 30 pertenecían a Franco y 10 a Blanco Villegas. Al salir a la venta las acciones, un testaferro, Daniel Cardoni, entonces presidente del Banco Medefín, compró 50 millones de acciones a un precio entre el 55 y el 61 por ciento superior al que había ofrecido Sevel como piso. La oferta de compra se hizo a través de empresas de papel inscriptas en los paraísos fiscales de Bahamas, Uruguay y las Islas Caimán. Los operadores no tardaron mucho en sospechar de una autocompra dirigida a inflar el precio de las acciones. Faltaba mucho para que los Panamá Papers destaparan las cloacas del mundo offshore. Pero, aun para 1992, la maniobra había sido demasiado grosera. Las acciones no tardaron en desplomarse. En cambio, el esclarecimiento de los hechos demandó cerca de una década.

En 2001 la Comisión Nacional de Valores le aplicó a Sevel la máxima multa estipulada en la ley por “manipulación” de acciones, una “gravísima infracción”. “Pocas cosas hay tan perjudiciales para la confiabilidad de un mercado de capitales”, concluyó el informe. En la investigación de la CNV quedó demostrado que el dinero para la autocompra de acciones salió de una cuenta bancaria que controlaba Mauricio Macri. Según Nudler, en su defensa Mauricio Macri dijo que no sabía que su empresa había mandado 50 millones de dólares a un banco en Bahamas para que el testaferro Cardoni pudiera pagar las acciones con un “préstamo” de Sevel: “En cuanto a Mauricio Macri, al igual que otros directores de Sevel, afirmó no haber tenido conocimiento de las colocaciones financieras (50 millones de dólares) de la empresa en el BMI Bank de Bahamas. Esto significaría que su padre no le informó sobre un asunto de tanta trascendencia, aunque después salió de una cuenta suya la plata con que Cardoni le devolvió el préstamo a Sevel”.

Por entonces, Franco Macri y su cuñado se habían distanciado por el cierre de Lincoln West y el intento de golpe contra Franco en Sevel. La relación entre Franco y Mauricio tampoco pasaba por un buen momento a causa del divorcio del patriarca y Alicia Blanco Villegas, a tal punto que según cuenta Franco en Macri por Macri durante un tiempo sus


hijos dejaron de hablarle. En cambio, el vínculo entre Mauricio y su tío crecía.

Según Mariano, al igual que en Nueva York, en la salida a bolsa Mauricio habría maniobrado en complicidad con Blanco Villegas para manipular el precio de las acciones. Y, una vez más, a pesar de que Mauricio había estado a cargo de todo el proceso, el padre tuvo que salir en su defensa y asumir toda la responsabilidad.

 

Mauricio tenía negocios con el tío por lo menos desde lo de Sevel, la salida a bolsa en 1992. Se vendieron acciones de la empresa y Mauricio fue el que manejó todo el proceso. Mi hermano venía de trabajar en el City, así que conocía mucho el tema. El viejo se había enemistado a muerte con mi tío. Y mi tío, por la generosidad del viejo, tenía un 2 por ciento de Sevel. Y en un momento se pone a vender todo. El viejo lo quería matar. Él tenía un 30 por ciento de lo que se había salido a vender. Y un 30 por ciento era mucho. El viejo dijo que el tío le había hecho deprimir el precio de la acción. Había salido en 15 y terminó en 3. Debe haber habido un manejo en el que seguramente Mauricio tuvo algo que ver.


 

 

 

EXTRADER

 

En julio de 1994, en un piso alto del edificio Catalinas de Retiro, donde Socma tenía su cuartel general, Mauricio Macri recibió a Marcos Gastaldi, entonces socio y cara mediática del banco mayorista Extrader. El banco, que había nacido y crecido al calor del menemismo en la época del uno a uno con el apoyo del entonces influyente periodista Bernardo Neustadt y también del presidente, y en ese momento era el patrocinante principal del Gran Premio de Argentina de la Fórmula 1, la máxima categoría del automovilismo, era dueño de la cervecera Isenbeck, participaba del emprendimiento inmobiliario Puerto Viamonte de Puerto Madero y el satélite Nahuel 1, y había organizado exhibiciones de tenis con Jimmy Connors y Guillermo Vilas, y recitales de Rod Stewart y Ray Charles, entre otros emprendimientos de alto perfil. Pero, sobre todo, era conocido como el banco de inversiones de los ricos y famosos.

De la reunión en Catalinas participaron Gastaldi, un abogado del Extrader, Mauricio y, de a ratos, Jorge Aguado, vocero histórico de Socma, según cuenta un testigo directo del encuentro. No se habló de sumas de dinero, pero sí de una tasa de retorno muy superior a lo que ofrecía el mercado. Poco tiempo después un gerente financiero de Socma llamó al banco para cerrar una operación.

En enero de 1995, en medio de la crisis financiera conocida como “efecto tequila”, el Banco Central cerró el Extrader, que por entonces acarreaba una deuda de 200 millones de pesos-dólares, que los banqueros atribuyeron a una falta de liquidez debido a operaciones de alto riesgo y una mala inversión en bonos mexicanos. Pero, según la causa por estafa que abrió el juez de la quiebra, Rómulo Di Iorio, el BCI, un supuesto banco en Bahamas en el que el Extrader colocaba los plazos fijos de alto rendimiento, era poco más que una casilla postal manejada por los dueños del banco. Según consta en el expediente el 31 de agosto de 1994 Sevel SA colocó 10 millones de dólares en el BCI a un nueve por ciento anual con una opción de compra irrevocable por parte del banco y, una semana después, el 6 de septiembre, la automotriz que entonces dirigía Mauricio Macri colocó otros 15 millones de dólares en las mismas condiciones. Julio Terrado, director del Extrader, había firmado la opción de venta, pero cuando Sevel la reclamó, dos semanas antes de que cerrara el banco, el presidente del Extrader, Carlos María Sosa, desconoció la deuda porque, dijo, no había sido denunciada al directorio.

Según escribiera la reconocida periodista Susana Viau en 2001, cuando Gastaldi fue


detenido y pasó un mes en la cárcel por el desfalco del Extrader, “un enjambre de gente VIP optó por no darse a conocer porque el dinero que había quedado ‘apretado’ entre el Extrader y el BCI —su offshore— era negro”.

Según el abogado del Extrader, en el caso de Sevel el banco había abierto una negociación para pagar la deuda con su negocio de cerveza premium o algún otro de sus activos. Pero las negociaciones, dijo, terminaron ese mismo verano después de que Jorge Terrado, hermano de Julio y también director del Extrader, sufriera un secuestro exprés con golpiza incluida y sin pedido de rescate, y después de que la propiedad de Gastaldi en Punta del Este, el Gilles Blue Ranch, valuada en más de un millón de dólares, sufriera un extraño incendio. Ambos hechos nunca fueron esclarecidos, pero en el banco se interpretaron como un apriete. ¿De quién?

En una entrevista con este autor en 2002, Gastaldi dijo que, salvo a Mauricio Macri, les pagó como pudo a todos sus clientes, algunos en su totalidad, a otros con descuentos, y a otros con sus autos y sus cuadros cuando se le terminó el efectivo. Pero que nunca quiso ni piensa pagarle a Mauricio. ¿Por qué? “Él no me puede reclamar nada”, contestó Gastaldi.

La denuncia por el dinero que perdió Macri no la hizo Sevel, sino el Banco Nación, en base a documentación secuestrada en el banco. Según el abogado del Extrader que presenció la reunión cara a cara de Mauricio Macri con Marcos Gastaldi, el 80 por ciento de la inversión de Sevel era en negro y la empresa solo pudo recobrar una porción del blanco en la quiebra. Este dato coincide en un punto con El Pibe. Según la biografía, la inversión de Sevel en el Extrader fue de cinco millones de dólares. Lo mismo dice La Dinastía, de Ana Alé. La cifra equivale 20 por ciento del total denunciado por el Banco Nación, o sea, lo que habría sido, según el testigo, la inversión en blanco. Otro dato llamativo es que, según el expediente judicial, la tasa comprometida era del nueve por ciento anual, mientras el abogado del Extrader asegura que el arreglo había sido “por lo menos dos o tres puntos arriba”, y que Extrader pagaba a sus grandes clientes entre el 12 y el 15 por ciento anual. De ser así, ¿quién se habría quedado con la diferencia? Mariano Macri tiene sus propias razones para sospechar de su hermano.

 

En un momento dado, a principios de los 90, cuando Mauricio conducía Sevel, la financiera de Marcos Gastaldi recibió una colocación de 25 palos verdes. Mauricio lo había decidido totalmente por fuera de los mecanismos de la estructura. Si vos, como accionista, tenés un management que toma decisiones, está muy pautado hasta dónde podés ir haciendo colocaciones en una única institución financiera, justamente para atenuar riesgos. No querés que te vengan con una sorpresa indigerible. Mauricio borró todos esos controles y metió, en esa única institución


financiera, un monto que excedía por mucho lo que las normas y procedimientos admitían. No era algo que hubiese podido hacer cualquier dirigente de una empresa. Fue su condición de portador de apellido y el ser hijo del fundador lo que le permitió hacerlo. Los socios no aceptan darle un cheque en blanco a un funcionario y después… a llorar a la iglesia.

Cuestión que el viejo estaba a las puteadas con Mauricio porque había colocado esa plata que no iba a volver. Con el correr del tiempo, cuando mi viejo me empieza a meter fichas, mi cabeza deconstruye para atrás y me doy cuenta de que Mauricio evidentemente hizo un negocio con eso.

¿Por qué, si no, va a asumir un riesgo frente a su familia que después no puede cubrir? ¿Por querer hacerle ganar más plata a su familia? No, porque nadie le está pidiendo que sea el gran proveedor. Entonces la razón fue otra. Lo cual me lleva a pensar que hizo su propio negocio.


 

 

 

LA GOTA QUE REBALSÓ EL VASO

 

Mauricio Macri le contó a su biógrafa que la pelea de fondo con su padre fue porque “nunca me iba a dejar ser nadie en la empresa”. Según Mauricio, la pelea empezó en 1994, cuando Franco lo promovió a uno de los cargos más altos del grupo. “Me puso a cargo de Sevel, la automotriz más importante, la representante de la Fiat en la Argentina, y a los dos meses estaba rodeado de tipos que me mandaba él para hacerme fracasar”.

Al año siguiente, Mauricio dejó Sevel para ocupar la presidencia de Boca, pero siguió vinculado al negocio a través de “reuniones de accionistas”, que compartía con su padre y sus hermanos en la casa de Franco de la calle Eduardo Costa, en la sala de reuniones de la planta baja que daba al jardín interno, una sala de paredes blancas con cuadros y una pantalla de televisión, dominada por una gran mesa de madera rodeada de sillas y sillones tapizados. “Un lugar muy moderno, muy chic, muy bien puesto”, recuerda Mariano Macri.

Según él, la pelea empezó tiempo después, en 1998, cuando su padre realizó una de las apuestas más arriesgadas de su vida empresarial, el desembarco en Brasil, decisión que su hijo mayor no quiso aceptar.

 

A mediados de los 90, el viejo había traído a un gurú del MIT, Arnoldo Hax, un profesor chileno muy reconocido en temas de estrategia corporativa empresarial, que nos metió un poco en su diseño. En realidad, no es que él te dijera lo que tenías que hacer, sino que llevaba a todo el management a ir tomando decisiones en forma colegiada, con votaciones; de a poquito iba formando un proceso que decantaba en una conclusión en la que participaban todos. Pero mi viejo dijo: “Me ne frega un catzo”, vamos a Brasil.

Entonces Mauricio dijo que él no quería tener “ningún tipo de participación en el grupo”. Él quería un manejo del grupo con una mentalidad mucho más financiera. Estaba más a favor de la consolidación que de la expansión.

Por las distintas visiones, se nota que se produjo algún tipo de quiebre, no sé si llamarlo malentendido, pero sí una confrontación con papá, que terminó en que Mauricio decidiese seguir su camino. Probablemente, no había encontrado su espacio para poder conducir él, a su forma, y manejar el tema. Entonces se fue a desempeñar sus funciones de presidente de Boca. Renuncia al grupo en 1995 diciendo que también renunciaba a la tenencia de las acciones porque no quería


nada. Pero, al final, no resultó así. Un año después, con los hermanos, hicimos una práctica de directorio de accionistas, una idea muy arengada por mí, y él vino. Yo había hecho el máster de Negocios del IAE en el 95-96 y había tenido de profesor a Guillermo Perkins. Se había convertido en el referente de empresas familiares en la Argentina y te daba doce clases sobre el tema. Entonces le propuse a mi familia y a él que hiciéramos un proceso de ordenamiento con un método científico.

Arrancamos en el 96. Durante el 97, el 98 y una parte del 99, en virtud de ese proceso, se conformó un ámbito de gobierno familiar y funcionamos de una manera muy metódica como directorio de accionistas. Estaba mi hermana Sandra, los tres varones y papá. Florencia no porque todavía era muy chica. Yo me ocupaba de grabar las reuniones y después hacía las actas, donde dejaba asentadas todas las decisiones que se tomaban y las que quedaban pendientes.

Lo llamábamos directorio de accionistas, pero el viejo era el único accionista. Había habido una donación de acciones de padre a hijos hacía muchos años. Él empezó a donarlas muy temprano, en el ochenta y pico. Mejor dicho, tomó algunos pasos, pero no muchos. El usufructo de las acciones y los derechos políticos seguían siendo de él. La cesión de acciones en ese momento era más un hecho de planificación que un hecho formal. Debe haber respondido a una planificación fiscal, de herencia, por si acaso. Él seguía siendo el jefe y el dueño. El sentido que él les daba a nuestras reuniones era el de prepararnos porque nosotros éramos el futuro.

Cuando Mauricio se desengancha en el 99 para meterse en política, entra todo en una nebulosa. En ese momento se produce en el viejo una reacción de “esto queda en suspenso. Llamémonos todos a la reflexión, a ver qué pasa”, o por ahí “a ver si efectivamente se me salta del tren el primogénito, ¿cómo quedo parado?”. Como que el viejo recibió un golpe, ¿no? Entonces se dejó de hacer la práctica de las reuniones de accionistas.

Mauricio estaba en desacuerdo con el ánimo arriesgado del viejo, con ese espíritu tan lanzado. La gota que rebalsó el vaso, si es que no distorsiono las cosas en mi memoria, fue la compra de un frigorífico muy endeudado en Chapecó, Brasil, que se iba a pagar con un crédito blando del Banco de Desarrollo de ese país. Mauricio dijo: “Esto es ridículo, es un cheque en blanco, un absurdo, no tiene ni pies ni cabeza”. Y estaba más aún en desacuerdo en que papá diera el aval personal al préstamo. Fue entonces cuando anunció que iba a seguir su camino, manifestando así su total discrepancia con la manera de llevar las cosas del viejo. Lo que Mauricio profesaba, lo que planteaba, era que, lejos de seguir haciendo proliferar esas estructuras inmensas de gente para el crecimiento, había que transformarse en una boutique financiera. Estaba en contra de que el viejo tomara todo el management de Bunge y Born y apostara al área de alimentos en el grupo. Su argumento tenía una lógica. Si vos sos un grupo sobreexpandido, con deuda tomada en dólares, con activos que producen en pesos, y te ensartan con seguir creciendo el 50 por ciento

más de tu tamaño, la decisión es bastante riesgosa, ¿no? Pero a papá eso no le importaba.


En el 99 Mauricio se retira, pero no deja de tener una vigía, por decirlo así, acerca de todo lo que pasa en el grupo y sus puntos de contacto con el management. Él tenía mucha relación con todos los directores. Y de alguna manera seguía bastante conectado.

El viejo le mantuvo, y Mauricio preservó, un sueldo de 70 mil dólares por mes, por varios años posteriores a su renuncia. El padre se lo daba. No sé a título de qué, simplemente retiro de accionista.

No había habido ningún tipo de gesto formal. El mismo Mauricio reconoció el pago que le hacía el viejo enfrente de todos, en el 99, en la última reunión de familiares accionistas.

Poco tiempo después, en 2001, me fui a Brasil. Y, al estar alejado, empecé a tener cada vez menos información de lo que pasaba en la Argentina.


 

 

 

BOCA

 

En su década como presidente de Boca (1995-2005), además de los éxitos deportivos a partir de la contratación del entrenador Carlos Bianchi en 1998, Macri forjó su relación con uno de sus colaboradores de máxima confianza, “el Negro” Gustavo Arribas, experto en compraventa de jugadores y, sobre todo, en realizar dichas transacciones eludiendo al fisco. En efecto, en el opaco mundo de los negocios del fútbol, en el que dirigentes e intermediarios se hacen de porcentajes de jugadores a través de testaferros y representantes, Arribas se destacó entre sus pares al inventar la modalidad de ventas trianguladas en paraísos fiscales, en su caso, a través del Deportivo Maldonado de Uruguay y del Lucarno de Suiza, clubes de segunda y tercera categoría en los que jugadores recalaban un tiempito sin llegar a debutar, por un precio que terminaría siendo ficticio y aprovechando las ventajas impositivas que ofrecen esos países de tránsito, antes de aterrizar en sus destinos verdaderos, grandes clubes de Brasil y Europa, que pagaban por los fichajes una suma muy superior a la recibida por los clubes de origen. Jugadores de la talla de Gonzalo Higuaín, Fernando Belluschi y Mateo Musacchio fueron parte de las operaciones trianguladas de Arribas y sus socios. “Yo pensé: de todos mis amigos, ¿cuál era el más vivo, el más desconfiado, el más acostumbrado a toda esta cosa de las trampas? Justo uno que se había hecho de una buena posición económica en el fútbol, uno que arrancó de una posición humilde en la vida… Me pareció que reunía todas esas cualidades”, fue la llamativa explicación que dio Mauricio Macri en 2015 al nombrar a Arribas al frente de la Agencia Federal de Inteligencia.

Abogado, excompañero de Mauricio en los equipos de fútbol que participaban de los campeonatos que se hacían en la quinta de los Macri en Los Nogales durante más de dos décadas, su vínculo con el presidente de Boca no se limitó a la pasión compartida por el balompié. Según Macri, el libro de Di Marco, “a mediados de los 90, Macri convocó a Arribas para revisar y elaborar los contratos en las transferencias de los jugadores. Es decir, la vinculación entre ambos también se fue tejiendo al ritmo de los negocios”. Otro periodista que investigó la década boquense del expresidente, Gustavo Veiga, señala en su libro Fútbol limpio, negocios turbios (2002) que Macri habría sido un socio oculto del empresario Gustavo Mascardi en la compraventa de al menos dos jugadores transferidos a Europa desde Argentina, Andrés “Guly” Guglielminpietro y el colombiano Juan Pablo


Ángel. También, que Socma habría pagado el pase de un jugador de San Lorenzo a Boca, Walter Perazzo, antes de que Macri asumiera la presidencia del club, y que el mismo Mauricio habría sido un inversor oculto en la compra en 1998 del club español de segunda división Badajoz, institución a la que fueron transferidos varios jugadores del club xeneize en un emprendimiento fallido que duró menos de dos años cuya cara visible era el animador Marcelo Tinelli.

Según el libro de Veiga, a través del Fondo Común de Inversión, una creación de Macri que sirvió para traer al club a Martín Palermo y los mellizos Barros Schelotto, entre otros, el presidente de Boca “manejó los pases de varios jugadores a su antojo”. El libro también incluye una explicación del dirigente de Boca Roberto Digón de por qué en 1997 Macri se convirtió en el primer presidente del club en cuatro décadas en sufrir la desaprobación de un balance: “Para ser concretos: hay cinco millones de dólares en gastos varios y tres y medio en comisiones a representantes que son injustificados. El Banco Central dice que la deuda de Boca es de once millones y en el balance se acusa una cifra menor a ocho. Una llamativa diferencia de más de tres millones. ¿Dónde está esa plata? En la auditoría no aparece...”.

En ArgenPapers contamos junto a Tomás Lukin detalles de la escandalosa venta de Carlos Tévez al Corinthians de San Pablo, supuestamente por 15 millones de dólares, realizada a principios de 2005 durante el último tramo de Macri en la presidencia de Boca: “El pago realizado por una empresa radicada en las Islas Vírgenes Británicas sospechada de mantener vínculos con la mafia rusa provino de la sede de un banco estadounidense en Canadá, mientras los intermediarios cobraron su millonaria comisión a través de una empresa radicada en Gibraltar, HAZ Football World Wide Limited”.

HAZ pertenece a tres socios, y uno de ellos es “el Negro” Arribas. Mauricio Macri y “el Negro” eran y siguen siendo tan cercanos que, cuando Macri se mudó a la quinta de Olivos al ganar la presidencia, Arribas pasó a ocupar su departamento de Avenida del Libertador y Cavia, en Palermo Chico. En enero de 2017 el periodista Hugo Alconada Mon publicó en el diario La Nación que Leonardo Meirelles, un operador financiero y cambiario brasileño, condenado en su país por haber participado de la operación “Lava Jato”, le pagó “más de medio millón de dólares a una cuenta del actual titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas, en cinco pagos que comenzaron un día después de que, en septiembre de 2013, se reactivara el contrato para el soterramiento del tren Sarmiento para el gigante brasileño Odebrecht”. Dos meses más tarde Arribas recibió un sobreseimiento exprés del juez federal Rodolfo Canicoba Corral, quien argumentó que el jefe de espías de Macri no era funcionario público al momento de recibir las transferencias. En mayo de 2019, la Corte Suprema ratificó el


fallo por unanimidad.

 

Por Nuria, la mujer de papá que Mauricio usaba mucho de espía, me entero de que el divorcio de Isabel en el 2005, sin hijos de por medio, le termina costando a Mauricio ocho palos verdes. Mauricio tenía una relación permanente con Nuria para ir sonsacándole información de papá, ya sea acá o en China, porque Nuria lo acompañaba a todos lados. Yo lo sabía porque papá me lo decía. Ella también se relacionaba mucho con Isabel, y cuando Isabel se pelea a muerte con Mauricio porque venía siendo engañada de manera compulsiva, habla con Nuria.

Mauricio estaba desaforado, pero la relación con Malala [María Laura Groba] había superado el límite. Era algo más serio. La otra se enojó y le contó a Nuria. Nuria, al viejo, y el viejo me cuenta a mí. Me dijo que Mauricio había dejado la laptop en la casa, que ella se había hecho copiar por un hacker todo el disco duro y después le tiró sobre la mesa las transacciones de todos los pases de Boca en los que él participaba, de todos los negocios que había hecho ahí. Eso le termina costando ocho palos verdes. Y tengo mis dudas de si no los pagó el viejo, porque Mauricio siempre ha sido un artista en no poner un mango nunca en nada, ni siquiera en un restorán, ni para un café ni un pasaje ni una vacación. El tipo garronea. Cuando se convirtió en una figura de Boca, por ejemplo, no pagaba nada. Los empresarios le prestaban el avión, el helicóptero, todo.

No tengo idea de qué negocios hizo en Boca porque pisé su oficina una sola vez, cuando un amigo me pidió una reunión con él por Racing y lo acompañé. Arribas estuvo muy metido en eso. A Mauricio le gustó mucho cómo el tipo manejó esas operaciones, debe haber sido un socio muy efectivo. Pero yo, la verdad, siempre tuve mucho prurito y mucha prudencia, porque nunca me gustó el estilo de Mauricio.

Desde su cargo de presidente de Boca, hizo un viaje a China porque para Boca era un mercado con un potencial importante. A veces con el viejo lo cruzábamos porque le habíamos armado reuniones con algunas personas importantes del gobierno. Era todo muy curioso, qué dos escuelas tan radicalmente distintas, ¿no? Las reuniones arrancaban a las ocho de la mañana y terminaban con cenas a la una, dos de la mañana, y el viejo, en todo momento, a pesar de la tensión, siempre mostraba mucha lucidez y entrega. El tipo estaba como el hámster atrás de la ruedita, dándole y dándole y dándole; quemaba todas las poleas. En cambio, Mauricio no nos acompañaba. Siempre se daba vuelta y me hacía un comentario del estilo de “estos chinos son un plomazo, no me los banco”. Entonces yo me agarraba la cabeza y le decía: “¡No! ¡Por favor! Se dan cuenta, los traductores te escuchan. Mirá que la actitud se ve”. Yo sufriendo por su postura despectiva. Siempre fue un tipo tajante. Cortante.


 

 

 

ÁNGELO

 

Ángel Jorge Antonio Calcaterra, más conocido como Ángelo, nació en Argentina en 1958. Es hijo de María Pía Macri, la hermana menor de Franco. Se educó en la Escuela Argentina Modelo, un colegio caro pero sin el elitismo social del Cardenal Newman, y practicó rugby en San Carlos, el club del colegio, donde se destacó por su juego elegante en la línea de backs. Después de recibirse de arquitecto en la Universidad de Belgrano, Ángelo entró a Sideco como empleado y amigo de su primo Mauricio, y terminó siendo durante seis años gerente general. En 2007, cuando Mauricio asumió como jefe de gobierno, los Macri le cedieron a Ángelo dos de las empresas más importantes del grupo por entonces: la constructora Iecsa y la desarrolladora inmobiliaria Creaurban. Pero sobre la constructora nunca quedaron demasiado claros los términos de la transacción, ni siquiera para quien supuestamente se desprendió de ella. “Franco Macri se pregunta si es Calcaterra quien compró Iecsa, o es (la constructora italiana) Ghella. Y en voz baja sugiere si detrás de Ghella no está su hijo Mauricio y sus hermanos Mariano y Gianfranco. ‘Nunca terminé de saber quién compró. Nunca supe si el accionista es único, si es Calcaterra o Ghella, pero... en fin, como fue una venta planificada sobre la base de ir retirándome, y es un sector muy difícil...’”, le aseguró Franco a Gabriela Cerruti en El Pibe. Lo cierto es que Calcaterra pagó solo 15 millones de dólares al momento de la compra, que, por otra parte, no aparecen asentados en los balances de Sideco, la controlante de Iecsa. El resto de la compra fue abonado por etapas con el correr de los años.

En 2008, al año siguiente de la venta, a Iecsa le adjudicaron el soterramiento del tren Sarmiento en sociedad con la brasileña Odebrecht, que admitió haber pagado coimas para ganar la licitación. En 2016 la diputada Graciela Ocaña denunció a los involucrados en la adjudicación en base a las confesiones de los directivos de Odebrecht en la causa conocida como “Lava Jato”. El juez federal Marcelo Rodríguez de Giorgi procesó al exministro de Planificación Julio De Vido y sus secretarios Roberto Baratta, Juan Pablo Schiavi, Ricardo Jaime y José López, pero, a diferencia de estos emblemáticos funcionarios kirchneristas, los empresarios involucrados, incluyendo a Calcaterra y el intermediario Jorge “Corcho” Rodríguez, recibieron la falta de mérito. En agosto de 2019 la Cámara de Apelaciones anuló el fallo de Martínez de Georgi y le ordenó profundizar la investigación y enfocarse en la ruta de las coimas.


Calcaterra también se vio involucrado en la causa por la construcción del Paseo del Bajo, la obra más cara de la historia porteña. “Esto no es relato, esto es real”, había arengado el por entonces presidente Mauricio Macri al inaugurar el paseo el 27 de mayo de 2019. Según una investigación de Gustavo Sarmiento en el portal Tiempo Argentino, la licitación de las obras del corredor vial, que tiene 7,1 kilómetros, fue realizada en 2016 y su costo original era de 6400 millones de pesos, de los cuales más de cuatro mil millones fueron a parar a Iecsa. En noviembre de 2015, la Auditoría General de la Ciudad presentó una denuncia ante la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, en la que apuntó contra el accionar del jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y su Subsecretario, Guillermo Dietrich, por beneficiar a la compañía de Calcaterra en la licitación. La denuncia del fiscal Sergio Rodríguez, junto a treinta y seis cajas con documentación anexa, recayó en el juzgado de Sebastián Casanello, fiscalía de Carlos Stornelli.

Ángelo fue mencionado por algunos de los implicados en la llamada “causa de los cuadernos”, basada en una investigación del periodista Diego Cabot para el diario La Nación. En los cuadernos figuraban pagos por más de ocho millones de dólares de Héctor Javier Sánchez Cavallero, gerente general de Iecsa, a Néstor Lazarte, mano derecha del funcionario Roberto Baratta. Dueño de Iecsa durante los años en los que se habrían desarrollado los hechos descriptos por Oscar Centeno, el chofer del funcionario Roberto Baratta, el 6 de agosto de 2018 Ángelo se presentó espontáneamente ante el juez federal Claudio Bonadío. El primo de Mauricio confesó que él había ordenado los pagos. Dijo ser, textuales palabras, un “coimero ocasional”. Se convirtió en arrepentido, al igual que Sánchez Cavallero, y ambos quedaron rápidamente en libertad. En 2017, en medio de la presidencia de su primo Mauricio y frente a eventuales conflictos de interés, Ángelo anunció la venta de Iecsa al empresario Marcelo Mindlin, quien le cambió el nombre a la compañía y la llamó Sacde. Sin embargo, una investigación judicial llevada adelante por el fiscal Franco Picardi y derivada del escándalo de corrupción del Caso Odebrecht, sostuvo a fines de 2018 que Calcaterra no había vendido realmente la empresa a Mindlin: permanecía como propietario en las sombras, al integrar la firma offshore Emes Energía Argentina LLC, con sede en Delaware. “Concretamente, de lo expuesto se desprende que, más allá de la modificación de la denominación social de Iecsa SA a Sacde SA […], los accionistas y las personas físicas detrás de las estructuras societarias señaladas seguirían siendo las mismas”, afirmó Picardi en aquel momento.

 

Cuando acompañaba al viejo en el seguimiento, estuve en las reuniones con Ángelo, que era el número uno del subholding de construcción y tenía, además, varias concesiones. E iban


desfilando él y CEOs de empresas. Las temáticas eran, por ejemplo, el plan de obras o alguna obra importante que se estuviera haciendo, pero el viejo no vivía ni someramente la vida por dentro de las empresas que manejaba Ángelo ni ningún otro gerente suyo.

La venta de Iecsa a Ángelo se hizo siguiendo el estilo que siempre había manejado el viejo. Papá compraba las empresas con el mismo flujo que generaba: se quedó con Sevel pagándoles con lo que sacaba de Sevel, se quedó con Sideco pagándole a la Fiat con lo que generaba el flujo. A Ángelo le hizo esa misma propuesta. De movida le dijo: “Tengo que vender porque nosotros no podemos estar en negocios con el Estado. Si Mauricio gana la elección a jefe de gobierno, es absolutamente incompatible”.

Esto es en el 2007. Ángelo le ofrece a papá quedarse con la empresa y pagarla en el tiempo. Eran pagos no tan importantes, no se vendió por una gran cantidad de guita [según la CNV, 61 millones de dólares, 15 al contado y el resto en cuotas]. Además, se habrá llevado deudas. De hecho, también algunos activos, que habrán estado en la mesa de negociación. Y se quedó con alguna minera. Pero si algo yo escuchaba decir al viejo es que estaba preocupado por cómo Ángelo manejaba la relación con los Kirchner.

Ahí Mauricio debe haber quedado como socio importante. ¿Cómo habrá hecho? De la misma manera que con todo lo demás. El viejo se daba cuenta de todo. El viejo leía abajo del agua. Cuando se enojaba por algo con él, más de una vez lo escuché decirle a Ángelo: “Andá a hablar con tu jefe”. Y a Ángelo le quedaba clarísimo que se refería a Mauricio y no le contestaba nada.

Yo le tengo mucho cariño y respeto a mi primo. Me ayudó mucho cuando lo necesité. Además, no es fácil estar al frente de una empresa con muchos empleados y ser responsable por el bienestar de cientos de familias. A veces, hay que tomar decisiones difíciles pensando en lo que es mejor para mantener la empresa funcionando y los puestos de trabajo ocupados. Yo me saco el sombrero por cómo lo protegió a su gerente general, Sánchez Cavallero, haciéndose cargo de todo. No muchos empresarios son capaces de hacer eso. Fijate cómo le soltaron la mano a Betnaza. [Luis Betnaza, gerente operativo de Techint, fue procesado por pagar coimas en la causa Cuadernos. Betnaza reconoció pagos al gobierno para que gestionara una indemnización en Venezuela. El juez no lo aceptó como arrepentido. A diferencia de Calcaterra con Sánchez Cavallero, el accionista principal de Techint se desentendió de los hechos reconocidos y detallados por su director ejecutivo: “Con referencia a esta imputación, yo no estuve involucrado en los pagos a los cuales se me ha hecho referencia, ni lo autoricé ni estuve en conocimiento de los mismos hasta que surgieron en la prensa en las últimas semanas”, dijo Paolo Rocca en su declaración indagatoria. Bonadío no le creyó. Lo procesó junto a Betnaza y elevó ambas causas a juicio. A fines del año pasado la cámara federal revocó la decisión del juez y ordenó nuevas medidas probatorias].


 

 

 

ESCUCHAS

 

El caso de las escuchas ilegales comenzó en 2009 con una llamada anónima a la casa de Sergio Burstein, dirigente de la agrupación Familiares y Amigos de las Víctimas de la AMIA, cuando asistía a una asamblea de Naciones Unidas en Nueva York. En aquel momento, un desconocido le avisó a la hija de Burstein que le estaban pinchando el teléfono de su casa y que el responsable era Jorge “Fino” Palacios, por aquel entonces jefe de la Policía Metropolitana y acusado en la causa de encubrimiento de la AMIA. La investigación recayó en el Juzgado Federal de Norberto Oyarbide y la fiscalía de Alberto Nisman. Los magistrados llegaron a la conclusión de la existencia de una oscura organización dedicada a armar causas truchas en juzgados del interior del país con el único propósito de espiar teléfonos, todo bajo el amparo del gobierno de la ciudad.

El 5 de octubre de 2009 Oyarbide ordenó la detención del abogado de la Policía Federal Ciro James. El 2 de diciembre de 2009, Fino Palacios fue procesado con prisión preventiva. También fueron procesados el exministro de Educación porteño Mariano Narodowski, el exjuez de Misiones José Rey, su exsecretaria Mónica González y los policías Antonio Fernández, David Amaral, Rubén Quintana, Raúl Rojas y Diego Guarda. El 14 de mayo de 2010, Oyarbide firmó el procesamiento del entonces jefe de gobierno porteño Mauricio Macri por los delitos de “violación de secretos, abuso de autoridad, falsificación de documentos públicos, en concurso con la participación en una asociación ilícita”.

Mauricio y el Fino se conocían hacía mucho tiempo. Cuando fue Macri presidente de Boca Juniors, se llevó a Palacios como jefe de seguridad. Y cuando se convirtió en jefe de gobierno y dispuso la creación de la Policía de la Ciudad, Palacios fue el elegido para encabezarla. Pero, más allá de la relación con Palacios, lo que acercó definitivamente a Mauricio Macri al caso de espionaje fue la escucha a Néstor Daniel Leonardo, su cuñado.

“Existía un serio conflicto familiar y el clan Macri quería probar, a través de las escuchas, supuestas preferencias sexuales de Leonardo. El objetivo —según cree el juez

— era exhibirle las escuchas a Sandra Macri, la hermana de Mauricio, y convencerla de que se divorciara. Aunque nunca lo terminó de decir, Macri sugiere que esta operación de espionaje ilegal fue contratada por su padre, Franco. Ni el juez ni el fiscal creen que Palacios y Ciro James hubieran puesto en marcha la escucha sin el visto bueno de


Mauricio”, escribieron Irina Hauser y Raúl Kollmann en Página/12 el 15 de mayo del 2010. Además de Leonardo y Burstein, la lista de escuchados incluye al empresario Carlos Ávila, la empresa Torneos y Competencias y dos gerentes de la cadena de supermercados Coto.

En junio de 2010, los camaristas Jorge Ballestero, Eduardo Freiler y Eduardo Farah confirmaron el procesamiento del expresidente. En diciembre de 2015, a días de que Macri asumiera como presidente, el fiscal Jorge Di Lello pidió sobreseerlo en base nuevas pruebas recabadas. Macri fue finalmente sobreseído el 29 de diciembre. Una de esas pruebas era la declaración de su padre. Una vez más, Franco se hizo cargo del problema de su hijo. Dijo que, a Leonardo, el esposo de su hija, ordenó investigarlo él.

Durante los siguientes tres años, el juez que había procesado a Mauricio Macri y los tres camaristas que habían confirmado el procesamiento renunciaron bajo presión del gobierno, salvo Farah, que fue trasladado del tribunal de apelaciones como salida elegante. En 2018 la Sala III de Casación dispuso la nulidad de todo lo actuado desde el inicio de la causa. “El doctor Oyarbide le atribuyó a Jorge Alberto Palacios formar parte de una estructura criminal vinculada a la interceptación ilegal de líneas telefónicas que no se pudo probar”, señalaron fuentes judiciales con acceso a la resolución. Sin embargo, en junio de 2020 se sumaron nuevos problemas para el flamante presidente de la Fundación FIFA. Tres jueces distintos investigan acciones de espionaje ilegal enfocadas en dirigentes políticos opositores y hasta en aliados muy cercanos, sindicalistas y cientos de periodistas, realizadas por el servicio de inteligencia durante la presidencia de Macri, quien había nombrado al frente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) a su amigo y exrepresentante de futbolistas Gustavo Arribas. Dos de las causas tramitan en los tribunales federales de Comodoro Py, en juzgados a cargo del juez Marcelo Martínez de Giorgi, y la tercera está en manos del juez federal de Lomas de Zamora Federico Villena, quien ya comenzó a informar a las eventuales víctimas acerca de la prueba recolectada en su expediente. En el caso de Lomas de Zamora, se analizan maniobras de seguimiento a dirigentes como la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y su hijo Máximo, el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y su vice, Diego Santilli, y el extitular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó.

Villena investiga las relaciones de un grupo de espías, autodenominado Super Mario Bros, con la coordinadora de Documentación Presidencial del gobierno macrista, Susana Martinengo. Los Mario colocaron micrófonos en las celdas que ocupaban kirchneristas detenidos en el marco de distintas causas. La banda se nutría de abogados, policías bonaerenses y hasta de un supuesto narco conocido bajo el apodo de “Verdura”. Al igual que en 2009, la causa involucra al círculo familiar de Mauricio


Macri: en este caso el cuñado es el italiano Salvatore Pica, quien fuera novio de su hermana Florencia Macri. En los otros dos expedientes, abiertos por denuncias de la flamante interventora de la AFI Cristina Caamaño, se investigan por un lado más de ochenta interceptaciones de correos electrónicos, cuyos rastros fueron hallados en un disco rígido encontrado en la sede principal de la central de espías. En el otro expediente, se investiga si la Agencia intervino en la confección de fichas ideológicas de unos quinientos periodistas y académicos que se acreditaron para participar de cumbres del G20 (2018) y la OMC (2017). Caamaño formuló una denuncia penal y reclamó las indagatorias de Macri y Arribas.

 

Empezó con el viejo preocupado por el marido de Sandra, pero después parece que a Mauricio le gustó el juguete, porque tuvieron el problema de las escuchas.

El encargado de la seguridad de la familia hacía de nexo técnico con los del equipo que desgrababa y hacía las transcripciones. Se llamaba Guillermo Ponzo. De su mano me llegaron todas las transcripciones. Como yo era el único que tenía una relación asidua y cercana con Sandra mi viejo me dijo: “Me tenés que ayudar. Estoy muy preocupado”. Y me fui metiendo. También dijo: “Lo mandé a escuchar. Pedile las cosas a Ponzo. Y decile a Mauricio”. Entonces le conté a Mauricio que papá quería montar una escucha porque no sabía si la integridad física de Sandra y los chicos peligraba. Mauricio lo debe haber hablado con el gerente general del grupo, Leo Maffioli.

El marido de Sandra le tiró los caballos encima a Mauricio diciendo que lo habían escuchado. No sé cómo se habrá enterado. El tipo consiguió un abogado, se acercaron al kirchnerismo, hicieron una presentación judicial contra Mauricio y entonces Mauricio le exigió a Sandra: “Desactivame ya a tu marido”. Incluso se le acercó Juliana y le dijo: “Mauricio puede ir a la cárcel”. Pero Sandra respondió que ella no podía hacer nada. “Él hace lo que le parece. Y se siente muy ofendido”. Mauricio le contestó: “Olvidate de mis hijos. Borrame de tu celular. Hasta acá llegó nuestra relación”. Me lo contó ella misma durante semanas, llorando todo el tiempo, muy empastillada porque se estaba muriendo de cáncer.

Todo empezó en el 2013 y fue in crescendo de manera gradual. Surgió en un cumpleaños de Antonia, sería el de tres años, cuatro a lo sumo. Ahí Mauricio hizo el comentario frente a Andrea, la mujer que nos ayuda en la casa, la niñera, y ella le contó a mi mujer. Mauricio decía: “¿Qué hace acá? ¡Le dije que no la quería ni ver!”. Juliana trataba de calmarlo: “Tranquilo, vos poné buena cara”. La quinta de Sandra estaba al lado de la de Mauricio y ella se había cruzado con un regalo. Después, Juliana puso un cerco de arbustos para que no tuvieran que verse más.

El que usaba el juguete era Mauricio, queda claro por los quilombos que surgieron después. Para mi viejo, la única puerta de entrada a ese mundo esotérico del espionaje arrancó en el


secuestro de Mauricio, pero ahí quedó. Jamás se le cruzó ni remotamente la más mínima sospecha de que pudiesen hacer uso del espionaje. Eso sí, él decía que los competidores lo hacían. De hecho, hubo un episodio con Aguas Argentinas en el que Soldati lo mandó a escuchar y después corrigió un precio centavos más bajo que la oferta de Sideco y se quedó con la privatización. Pero el viejo nunca usó eso como justificación para hacer lo mismo.

Mauricio siempre quiso demostrar que la tenía más larga. De un hermano presidente yo hubiera esperado que suprimiera los servicios de inteligencia, que solo causan daño, que no tienen nada bueno que aportarle a la sociedad. Y que empezara un camino institucional transparente. Y bueno, no. Él quiso doblegar, y habrá operado en la justicia, más eficazmente o más torpemente. La justicia misma se le puso al servicio. Habrá operado con los servicios de inteligencia. Por algo puso a un amigo de la calaña del Negro [Arribas], que por más afecto que le tenga es un tipo bien turbio: para continuar con las escuchas, los seguimientos, las carpetas.


 

 

 

ROBO PARA LA CORONA

 

En 2012 Socma empieza a repatriar diez millones de dólares por la venta de una de sus empresas en Brasil. El dinero se trae a través de una operatoria conocida como contado con liqui. Según explica el diario La Nación, “el contado con liquidación o ‘contado con liqui’, como se lo conoce popularmente, es una herramienta que permite cambiar pesos por dólares en el exterior. Primero, un individuo o una empresa compra en pesos acciones o bonos que coticen en la Argentina y en otro mercado internacional (por ejemplo, Wall Street). Luego, esos activos se transfieren a una cuenta en el exterior y se venden a cambio de dólares”. En tiempos de cepo o control cambiario, el contado con liqui se cotiza varios puntos por encima del dólar oficial.

 

En el 2012, le dije a mi hermano Gianfranco: “No sé si te enteraste, pero empezó la brecha cambiaria. Con la plata que Socma trajo de afuera, por cada dólar que nos imputan nos reparten 70 centavos. ¿Cómo puede ser? Acá hay algo que no me cierra”. La plata que estaba en el extranjero se traía en contado con liqui y, sin embargo, cuando llegaba acá, en los libros la imputaban al dólar oficial, que era un 30 por ciento más bajo.

La plata venía de una empresa que se había vendido, una concesionaria vial brasileña. Era plata blanca. Y qué pasaba: allá estaba en dólares, pero entraba en pesos.

Hablé entonces con mi contador para ver de qué manera lo resolvíamos. ¿Cómo me iban a compensar lo que faltaba? “Vamos a bajar la imputación”, me respondieron ellos; “disculpen, error nuestro”. “¿Qué hiciste?”, le pregunté entonces a Gianfranco, y él me contestó: “Estás robando para la corona”. ¿Pero quién se queda con la diferencia? No entiendo. ¿Me están jodiendo? Toda una locura, a la cual nunca fui invitado.

Mauricio tenía una agenda propia, y tal vez sabría o sospecharía que no era factible arreglar los problemas del país sin una alianza con el peronismo. Pero también, que era más seguro aprovechar la oportunidad de sus años en el poder para seguir haciéndose de cofres, de plata y de soldados, y empezó a hacer cantidad de negocios. En todo el tema de las Leliq [bonos de deuda estatal], hizo que los bancos levantaran 15 mil millones de dólares. Me dejó bastante estupefacto la posibilidad de que la cosa hubiese funcionado de esa manera. Me parece mucho más prolijo, más inteligente, que ir al narcotráfico.


 

 

 

PARQUES EÓLICOS

 

La trama de los parques eólicos se remonta al año 2009. Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se lanzó el plan de “Generación por Energías Renovables” (Genren), que buscaba impulsar el desarrollo de energías “limpias” en el país. En el marco de ese programa, se abren licitaciones para explotar cuatro parques eólicos y de energía solar en Chubut: Loma Blanca I, II, III y IV. La empresa que resulta ganadora de la licitación es la española Isolux Corsan, que había sido socia de los Macri en un proyecto con Iecsa.

Cuando Mauricio Macri llega a la presidencia en 2015 Isolux había puesto en funcionamiento solo uno de los cuatro parques licitados: Loma Blanca IV. La empresa aducía estar en quiebra, por lo que preparaba su salida del país. Además, tenía abiertas causas por corrupción en España. Sin embargo, el gobierno de Macri convalidó todo lo hecho por la Genren a través de la resolución 202 del año 2016. De esa manera, el presidente se aseguró que Isolux mantuviera la explotación de los parques eólicos. Luego el grupo Macri adquirió Isolux a través de un entramado de empresas. Para poder llevar a cabo la operatoria, el grupo se valió de un actor fundamental: el contador Mariano Payaslian. Una minuciosa investigación realizada en varias entregas por la periodista Emilia Delfino para el diario Perfil dio cuenta de esta operatoria.

En primer lugar, Delfino estableció la ligazón entre Payaslian y el grupo Macri. “El contador figuró como síndico de Sideco Americana y de la constructora Iecsa (en ese momento de Ángelo Calcaterra, primo de Macri). Además, su estudio Gizzi & Payaslian prestó servicios a una Unión Transitoria de Empresas (UTE) entre Isolux y Iecsa”, expuso Delfino.

Apenas diecinueve días después de que Macri asumiera la presidencia, Payaslian se puso manos a la obra. El 29 de diciembre de 2015 el contador fundó Usir SA, con domicilio en su estudio contable Gizzi & Payaslian. Tres meses después, fundó Parques Eólicos Miramar SA. Y seis meses más tarde, el 5 de septiembre de 2016, creó las otras dos empresas que intervinieron en la operación: Sideli SA y Sidsel SA. Como socios de estas cuatro empresas, además del contador, figuran las compañías financieras Helios Partners SA y Selena Partners SA.

Los controlantes de estas empresas eran viejos amigos de Mauricio: los ejecutivos Pablo Emilio Basualdo, Mariano Alberto Bernardo Arrigo y Juan Edgardo Srodek. Los tres son


miembros de KBR Group, una financiera que operó para Macri en la emisión de deuda de la Ciudad de Buenos Aires. A su vez Srodek fue jefe de la campaña del PRO en la provincia de Buenos Aires durante las elecciones de 2005.

Las primeras compras a Isolux fueron anunciadas el 19 de octubre de 2016. Sidsel SA se quedó con los parques Loma Blanca I, II y III, que se encontraban inactivos y con nula inversión. El parque eólico restante, Loma Blanca IV, fue adquirido por Sideli SA. En esta compra aparecen involucrados dos megaestrellas del Club Atlético Boca Juniors: Carlos Tévez y Guillermo Barros Schelotto.

En enero de 2018 los entonces diputados del Frente para la Victoria Rodolfo Tailhade y Martín Doñate presentaron una denuncia ante la Justicia por tráfico de influencias, negociaciones incompatibles con la función pública y uso de información privilegiada. La causa fue asignada al juez Marcelo Martínez de Giorgi y al fiscal Eduardo Taiano. El magistrado indagó sobre tres cuentas bancarias en Nueva York e imputó a representantes de las compañías Sideco y Socma. La Inspección General de Justicia (IGJ) entregó al juez de la causa documentos que muestran que Sideco Americana prestó más de 64 millones de pesos a dos de las sociedades creadas por Payaslian. Además, según Gabriel Morini, del diario Ámbito Financiero, el 29 de junio de 2018 Gianfranco Macri recibió un crédito de 2.250.000 dólares. El préstamo se hizo a través de Sideli SA, y se justifica como “a cuenta de dividendos”. De esta manera también saltó a la vista que Usir SA es la controlante tanto de Sideli SA como de Sidsel SA. A su vez, Usir SA es filial de Usir International Holding SL, cuya dueña es la offshore radicada en Luxemburgo Rainbow Finance SA. Tras esta revelación, el juez de la causa también pidió que se levantase el secreto fiscal de Gianfranco Macri.

En marzo de 2020 otra investigación, en este caso de Raúl Kollmann para el diario Página/12, reveló los sobreprecios que el Estado paga a las empresas eólicas por la energía que producen. Según la investigación, esos sobreprecios les costaron 720 millones de dólares a las arcas del Estado. En 2016, ya como presidente, Macri habilitó dos nuevas licitaciones, que ganó Isolux, “Loma Blanca VI” en Chubut y “Miramar” en Buenos Aires. La empresa nacida en España estaba en una situación ruinosa, y el gobierno sabía que no había invertido en tres de los cuatro parques que ya le habían sido previamente adjudicados. Sin embargo, en 2017 la estructura de empresas creadas para los Macri empezó a desligarse de los contratos adquiridos a Isolux. Once meses después de comprarle los contratos a Isolux, las empresas creadas por el grupo Macri y sus socios ya habían revendido todo. La empresa china Goldwind adquirió cinco parques en mayo de 2017. El restante, Loma Blanca IV, se lo llevó Genneia, empresa liderada por Jorge Brito, dueño del Banco Macro.


Las ventas de los parques por 95 millones de dólares habrían dejado al grupo Macri y sus socios una ganancia aproximada de casi 70 millones de dólares, sostuvo Página/12. La investigación a cargo del juez Martínez de Giorgi continúa avanzando en la Justicia Federal.

 

Como presidente, Mauricio siguió haciendo negocios y dejó huellas por todos lados. En el tema de las empresas de energía alternativa, tuve información por parte de Esteban Nofal, un amigote que se vinculó con ellos a partir de la representación de mi hermana y también porque me llevaba cosas a mí. Entabló una relación que él valora con Mauricio y el grupo. Incluso hizo una intermediación en la compraventa de uno de los parques eólicos del grupo y se supone que ganó una comisión jugosa.

Esteban estaba en una sociedad que estudiaba muy activamente a las empresas que habían ganado parques en licitaciones. Había analizado muy en detalle a Isolux, una empresa que tenía un problema legal muy fuerte. El gerente general estaba imputado en la justicia. Esteban me dijo: “En los análisis que hicimos, la empresa valía, mínimo, 15 millones de dólares. Y supe que lo llamaron desde Casa de Gobierno y lo apretaron, le torcieron el brazo para que vendiera en un millón y medio”. Y la compró Socma. Estas cosas después vuelven por otros lados, esa maniobra que hicieron con la compra de parques eólicos y solares para cumplir con la energía limpia en Argentina que promovía el gobierno de Mauricio. Sabían que podían constituir un consorcio y ganar la licitación, pero que, eventualmente, después iban a tener un serio problema de conflicto de interés y no iban a poder firmar contrato con el poder concedente. Entonces, se hicieron de esos parques para después vender las empresas o poner testaferros en ellas. Lo tuvieron que hacer así porque el conflicto de interés era muy evidente: es lógico, estás favoreciendo a tu familia, a tus hermanos.

En todas esas operaciones de energías alternativas, a nosotros [Mariano, Florencia y los hijos de Sandra] la empresa nunca nos pasaba un papel, solamente informaciones escuetas, muy técnicas, y no presentaban en asociación con quién, cuál era el contrato de asociación, qué ponía cada uno. Y yo después me enteraba porque le contaban a Esteban Nofal. En un momento me dijo que Maffioli le había explicado que Gianfranco se llevaría, de tales y cuales parques, el 85 por ciento. Se quería llevar el 85 por ciento del negocio. Yo me reí. Son informaciones que nunca nadie presentó. Pero en otro momento, según Esteban, Maffioli le dijo: “No, bueno, en realidad eso es un disparate y yo estoy negociando el 50 por ciento”. ¿El 50 de qué? Nunca había una explicación de cuánto ponía cada socio o por qué se llevaría qué.

Después surgió en los diarios que había un banco de Luxemburgo que le hizo un préstamo a Gianfranco. Y apareció un entramado de empresas en las que el grupo no deja rastro, no pone huellas digitales, pero probablemente las cabezas de Socma estuvieron en el armado. Lo hacen


de manera que haya todo un fronting, que no se vea quién está detrás. Figura una empresa con gente que estuvo en otro negocio, en otra cosa relacionada a alguien conocido de Mauricio o a algún campo en el cual él tuvo participación.

La impunidad es lo único que pudo resguardarlos de lo que estaban haciendo. Cuando empezaron a hacer negocios, descubrieron que lo que podían hacer era a través de terceros en vez de dentro de Sideco.

En el caso de los parques eólicos, Gianfranco hizo de testaferro de Mauricio, sin duda alguna. Gianfranco no ha tenido ninguna experiencia ni entidad como para llevar adelante la conducción y el crecimiento de todo el grupo durante los últimos años. Le sirvió a Mauricio como testaferro, y Mauricio encontró en el management su garantía de ejecución. Si él tuviese que recostarse en Gianfranco para la ejecución, no estaría para nada tranquilo, porque además de no tener experiencia Gianfranco siempre mostró ser muy impetuoso y muy imprudente.


 

 

 

AUTOPISTAS DEL SOL

 

La historia de Sideco y Autopistas del Sol (AuSol) se remonta al 15 de julio de 1994. Ese día, el gobierno de Carlos Menem le cedió al grupo y sus socios la concesión sobre el Acceso Norte. Sideco (Grupo Macri) tenía un tercio; la italiana Impregilo (de la Fiat) otro tercio, y el restante era de la compañía española Dragados, acompañada en su porción con la argentina Dycasa. En 2001 Franco Macri vendió el 25 por ciento de sus acciones a 84 millones de dólares y redujo su participación a un siete por ciento. Meses después, la economía argentina colapsó y la pesificación demolió los contratos en dólares con los concesionarios de la autopista. Las accionistas acudieron entonces al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) para reclamar una compensación monetaria.

En enero de 2016 el presidente Macri dispuso un aumento del 50 por ciento de la tarifa del peaje de AuSol. En enero y febrero de 2017 aumentó otro cien por ciento la tarifa al público. Casi al mismo tiempo la empresa concesionaria renegoció el contrato con el gobierno. El período de explotación, que vencía en 2020, se extendió a 2030 a cambio de una inversión de 430 millones de dólares y la desestimación de juicio en el Ciadi. En abril de 2017 Sideco vendió su siete por ciento a Natal Inversiones, un grupo hasta entonces desconocido, que además compra otro siete por ciento de Dycasa. Por la parte de Sideco se pagó 19,7 millones de pesos. En mayo de 2017 AuSol repartió dividendos entre sus accionistas por 360 millones de pesos.

En agosto de 2017, tras una denuncia de la diputada Margarita Stolbizer, el juez federal Daniel Rafecas abrió una causa por presuntas negociaciones incompatibles y enriquecimiento ilícito. Según la denuncia, en tres años de gobierno las decisiones de Macri habían aumentado el valor de las acciones del grupo familiar en AuSol un 394 por ciento al momento de su venta. En diciembre de 2017 Rafecas archivó la causa. En octubre de 2018, la poderosa constructora española ACS, dirigida por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, compró la empresa española que comandaba la concesión y así se convirtió en accionista principal de AuSol.

En julio de 2019, el fiscal Carlos Stornelli requirió investigar una denuncia contra Mauricio Macri, Guillermo Dietrich, Javier Iguacel y los directivos de la empresa de Autopistas del Sol por supuestas irregularidades en la ejecución del acuerdo entre el Estado nacional y la empresa. La denuncia fue presentada por los diputados de Unidad


Ciudadana Rodolfo Tailhade, Leopoldo Moreau, Adrián Grana y Carlos Castagneto. La causa tramita en el Juzgado Federal N°6 a cargo de Rodolfo Canicoba Corral. Según la acusación, tres días antes de que Mauricio Macri asumiera como presidente, AuSol “simuló una demanda contra el Estado nacional ante el Ciadi por más de 1100 millones de dólares por supuestos atrasos tarifarios, que solo buscaba la justificación para disparar la renegociación del contrato de concesión, cuya finalización operaba en 2020…. El gobierno dispuso arreglar por la suma de 499 millones de dólares, en lo que constituye un despojo al patrimonio público que debe ser investigado por la justicia penal”.

De acuerdo a una investigación de Santiago Carrillo para el diario Perfil, los documentos de extensión de la concesión fueron firmados por dos personas que habían trabajado para la familia del presidente, y otros tres exempleados del conglomerado familiar participaron activamente de las negociaciones por las autopistas. A diferencia de la primera denuncia, la segunda en manos de Canicoba Corral sigue en pie y avanzando. En junio de 2020, por orden de Canicoba, fue allanada la sede de ACS en Madrid.

 

Así como encontraron distintas empresas para el tema de las energías alternativas, encontraron esta sociedad [Natal Inversiones], que medió en el de Autopistas del Sol. Se ve claramente en las denuncias que hay en la justicia. Por más que hayan sido alentadas por la oposición, tal vez muchos kirchneristas tienen sus argumentos.

Como en toda esta cruzada me tuve que empezar a meter un poco más, me surgieron irregularidades muy patentes. Antes de la asunción de Mauricio, se había preparado un juicio contra el Estado por la falta de ajuste de tarifas, que era billonario. Cuando asumió, el mismo equipo técnico de Autopistas del Sol pasó, aparentemente, a componer parte de Vialidad Nacional. Imagino que fue con la ayuda de técnicos de ese equipo que se terminó acordando, para no terminar laudándose en juicio en función de esa demanda contra el Estado. Estás de los dos lados del mostrador: vos te preguntás y vos mismo te respondés.

Antes de que trasluciera ese acuerdo, se hizo la venta de Socma del siete por ciento, desde una empresa que cotizaba en bolsa a un tercero que sería, aparentemente, una sociedad comercial que tenía dos locales en la calle Santa Fe. Esa empresa no tenía manera de calificar como accionista de una concesión, de ser aceptada por el poder concedente, porque no cumplía absolutamente con ninguno de los requisitos. A su vez, no solo compró por una cifra millonaria el siete por ciento que tenía Sideco en Autopistas del Sol, sino que además recibió por parte de los otros socios un porcentaje similar de acciones, evidentemente en parte de pago por el reconocimiento de la revalorización de las acciones de la empresa. Ahí se movió Mauricio siendo presidente, sin


duda; yo creo que digitó los aumentos de tarifas para que el negocio funcionara.

A los pocos meses se sancionó, en Autopistas del Sol, una distribución de dividendos de mil millones de pesos, de los cuales el 15 por ciento lo tenía esta empresa, que prácticamente no había tenido que poner siquiera plata para la compra. Esta empresa sería testaferro de Mauricio. Había puntos de conexión. Sin duda alguna, esa es la cuestión, y a eso apunta esa denuncia en la justicia.


 

 

 

FINANCIAMIENTO POLÍTICO

 

Según Mariano Macri, la transformación de Socma en una empresa opaca, manejada por una línea gerencial que no rinde cuentas a sus accionistas, es el resultado de la estrategia de su hermano de poner el holding al servicio de su carrera política y sus necesidades de financiamiento.

 

De a poco, me fui dando cuenta de que querían hacernos desaparecer de la empresa para poder usarla en todos los negocios habidos y por haber. Y que no tenían ninguna intención de distribuir ni un dólar. Si no, hubiesen arrojado luz al camino del dinero, y fue lo último quisieron hacer. Me iban a fumar en pipa. Simplemente, el príncipe iba a decidir qué era lo que nos daba a cada uno, y había que ir y besarle el anillo y comer de su mano. Él iba a decidir lo que era justo para todos, en vez de ser cinco socios de un activo decidiendo entre todos y si tenía que irse todo al carajo que se fuera, pero por lo menos en buena ley y todos sabiendo lo que estábamos decidiendo y empujando el carro del mismo modo. Pero no.

¿Para qué querer tanta guita? Evidentemente, hay una lógica de soldados y dinero para seguir disputando el poder. La guita negra solo sirve para pagarles a otros corruptos, a quienes un millón de dólares por ahí les sirve porque irán a gastarlo en efectivo o donde puedan si se van de viaje. Pero no para hacer una inversión productiva legal. Esto se emparenta con el hecho de que Mauricio haya propuesto meter un testaferro en la empresa y, así, tener el medio con el cual participar de cualquier tipo de negocio. Pero, como yo me opuse, no lo pudieron usar a tiempo del modo más eficiente. Si no, como ya no iba a haber nadie en el medio con el apellido, hubiesen canalizado cómodamente por ahí todas las energías alternativas. Y los negocios que siguió canalizando de otras maneras, como Autopistas del Sol, hubiesen podido hacerlos a través de ese medio sin ningún problema. Basta con que rasques un poco acá y allá y saltan testaferros por todos lados. Me surgió en el tema de un campo, también en la transacción que está en la justicia de lo que se hizo en la Autopista del Sol.

Como cuando estaba hablando con un tipo al que le había ido muy bien en el área de medicamentos, ahí en Posadas, que estaba muy orgulloso porque yo lo había referido a Mauricio siendo Mauricio presidente. El tipo nos confesó que, después de un par de reuniones, Mauricio le propuso: “¿A vos te interesa que te presente gente de mi confianza para invertir y hacer socios?”, y le mandó gente de Socma. Mauricio era presidente y teóricamente no tenía nada que ver con Socma. El tipo está todo el tiempo tejiendo y no sé por qué el afán. A lo mejor con la lógica de


volver, de competirle al pelado [Horacio Rodríguez Larreta], porque cree que va a haber alternancia y necesita mucha guita. El pelado debe estar haciendo caja a lo pavote, también. Le debe estar haciendo un poco de sombra y no le va a ser fácil decirle “no, todavía no es tu turno”.


 

 

 

LA QUINTA

 

La quinta de la familia Macri Los Abrojos, en Los Nogales, partido de Malvinas Argentinas, pegada al country del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), donde Gianfranco se desarrolló como rugbier. El terreno, de nueve hectáreas, contiene tres casonas, pileta, cancha de tenis, cancha de paddle y dos canchas de fútbol tamaño profesional. La casa principal es la de Franco; la más apartada pertenecía a Sandra y ahora viven ahí sus dos hijos con el padre. La tercera casa, a la derecha de la principal, es la de Mauricio y fue la última en construirse.

En Los Abrojos pasaron los hermanos Macri buena parte de su niñez y adolescencia los fines de semana. Durante años Mauricio y Mariano organizaron cada uno su propio campeonato de fútbol. El de Mauricio, más competitivo, incluía celebridades y futbolistas profesionales recientemente retirados. El de Mariano se limitaba a su círculo de amigos. Ambos se jugaban con reglamento, árbitro y jueces de línea de uniforme, horarios y hasta descensos. Ya de adultos los dos campeonatos se fusionaron en uno. Pero, según cuenta un exparticipante habitual, en Los Abrojos, cualquiera fuera el organizador del campeonato, el dueño de la pelota, literalmente, era Mauricio.

Recuerda un partido a fines de los 80, del campeonato de Mariano, que por alguna razón había arrancado entre veinte minutos y media hora tarde. A continuación, le tocaba jugar al equipo de Mauricio y el futuro presidente no quería esperar. Promediando el segundo tiempo, en medio de una jugada, entró caminando al campo de juego y, ante la sorpresa generalizada de los veintidós jugadores y la terna arbitral, cuando la pelota le pasó cerca se agachó, la levantó del césped, se la puso debajo del brazo y anunció despreocupado: “Se terminó el partido”. Los amigos de Mariano se retiraron en silencio, apenas disimulando su bronca, y el juego de Mauricio empezó sin más demora.

 

La casa de Villa de Mayo está medio abandonada. Se sigue usando la cancha, Mauricio usa su casa, mis sobrinos viven en la casa de mi hermana con el padre, y la principal no tiene uso.

Estos años seguí velando para que mi equipo participara del campeonato. Yo hace tres años y medio que no logro jugar. En algunos períodos fui acompañando a mis amigos para ver, pero ahora hace rato que no voy. Como dice mi médico chino, hace tres años y medio que vengo queriendo darles una patada en el culo a mis hermanos y, hasta que no se las dé, no se me va a ir la lesión. Se me agarrota el isquiotibial. La medicina china todo lo razona desde las emociones.


Las resonancias y ecografías me salen normales. Sin embargo, más de una vez he intentado volver después de hacer rehabilitación y no lo logré por esta cuestión emocional. Mi vida quedó bastante frenada.

Por unos cuantos meses Mauricio se había visto impedido por sus problemas de rodilla, y cuando se recuperó se plegó a nuestro equipo. El campeonato lo estaba haciendo yo, así que lo invité y le dije que fuera a jugar con nosotros. El tipo aceptó y hasta salimos campeones. Estuvo un tiempo y después, ya siendo presidente, rápidamente armó su propio equipo y tomó la organización y la conducción del campeonato, con lo cual yo me integré con mi equipo al campeonato armado por él. Obvio, él tiene todo el circo organizado. Delegó en uno que jugó toda la vida con él, que fue casero muchos años en la quinta, que mantenía las canchas y que le armaba el campeonato y el equipo. Todo eso le funciona a la perfección. Van reclutando figuras, exjugadores y así van armando un equipo consolidado.

Nosotros le ganamos pocas veces. Cuando teníamos el equipo armado sí, pero después se alteró la regla, se subió la edad, perdimos unos cuantos buenos jugadores y nos costó bastante rearmarlo. Durante mucho tiempo veníamos mal. Sobre todo, porque hubo una desavenencia con nuestro excuñado, el padre de mis sobrinos.

Se estaban usando las dos canchas y se había logrado ampliar el campeonato, éramos como trece equipos. Él estaba viviendo frente a la segunda cancha y tuvo algún cruce, echó a patadas a los que estaban jugando, dijo “acá no se juega más, lo vamos a usar nosotros”, por lo que se achicó la cantidad de equipos y pasamos a ser siete. Ahí pude reclutar a varios de otros equipos y repuntamos mucho.

Mi excuñado, con quien tengo un buen vínculo, es Hugo Valladares. Él y Sandra se conocieron en una florería, era florista. Tenía un puesto callejero en Recoleta. Después, de hecho, hicieron una inversión en una floristería importante con cámaras de frío para que tuviese su negocio. Pero no se sustentó. Entonces el viejo le empezó a pasar un estipendio mensual. Cuando Sandra murió, los chicos fueron a vivir con él un tiempo en un barrio cerrado muy cerca de Villa de Mayo. En ese momento el padre estaba casado otra vez y tenía un hijo chiquito. Después se separó y decidió irse a vivir con sus hijos a la quinta.


 

 

 

VILLAS

 

Durante la jefatura de gobierno de Mauricio Macri, se produjo la represión de los indigentes del parque Indoamericano y el desalojo forzado de médicos y pacientes de los talleres del hospital Borda para el tratamiento de enfermedades mentales. También funcionó la tristemente famosa UCEP, una patota paraestatal dedicada a echar de mal modo a personas sin techo de espacios públicos, como plazas, entradas a iglesias o veredas debajo de las autopistas. A falta de políticas activas para el sector, los barrios carenciados conocidos como villas miseria o de emergencia continuaron con su crecimiento descontrolado, hasta que el sucesor de Macri, Horacio Rodríguez Larreta, laudó en el debate erradicación-urbanización en favor de la segunda opción y se iniciaron obras para abrir calles y llevar servicios de salud y seguridad a los residentes de esas sufridas barriadas, en algunos casos, a costa de resignar jugosos negocios inmobiliarios con terrenos fiscales, al reconocer los derechos de sus ocupantes históricos.

 

Con mi hermano, no he tenido nunca oportunidad de hablar prácticamente de nada. La única vez que me invitó a su casa a una cena fue cuando él estaba en campaña para ser jefe de gobierno o ya había sido electo y vivía con Malala. Estaban Ramón Puerta y un par de personas más. Hablaban de la villa y en un momento di mi opinión, tomada del pensamiento liberal de la revista The Economist, que para mí es muy persuasiva. Dije que el problema de la Villa 31 debía resolverse a partir de otorgarle a la gente los títulos de propiedad de esos terrenos para que después, con el tiempo, con la valorización de las tierras, el mercado se ocupara de ir generando el cambio de manos con la compraventa que en su debido momento iba a sobrevenir a partir de algún desarrollo adecuado. En esa época Mauricio opinaba, un poco como el “topadora” [Jorge] Domínguez, que había que agarrar una topadora y tirar todo abajo.

Seguramente habrá madurado mucho ya que, de hecho, terminó el Gobierno de la Ciudad urbanizando las villas... Pero en ese momento la situación era muy compleja porque los habitantes de la villa estaban siendo usados como campo fértil de la disputa política, como todas las fuerzas de choque que han sido usadas en este país, se trate de barras bravas, de internos carcelarios, de piqueteros, de movimientos sociales, fuerzas que a su vez tienen sus estructuras jerárquicas y donde la cúpula se lleva todo y no trasluce nada, como suele pasar en todos los rincones de la sociedad. Mi visión es que, en la presidencia de mi hermano, terminó habiendo


una estructura de negocios que, imagino, deben haber sido permitidos, y orquestados según una lógica de estructura piramidal, en donde debían tributar a la corona.


 

 

 

AVIANCA

 

MacAir Jet SA, la empresa aérea de la familia Macri, fue fundada por Franco en 1996. Controlada por Socma, inicialmente se dedicó al negocio de los vuelos ejecutivos. La empresa comenzó a crecer durante el gobierno de los Kirchner, gracias al entonces gobernador de Chaco, Jorge Capitanich. El PRO hizo un pacto político con el gobernador para integrar su fuerza política en la provincia. En paralelo, Maffioli negoció con Capitanich sumarse al relanzamiento de Aerochaco, la empresa provincial creada en la década del setenta. El gobernador K había proyectado una empresa aérea que pudiera unir las provincias sin tener que pasar por Buenos Aires. El acuerdo quedó rubricado con la firma de Leonardo Maffioli, el actual gerente general de Socma, y Carlos Colunga, entonces gerente de MacAir. Colunga fue nombrado director de Aerochaco.

Según se explica en El Pibe, el convenio que se firmó garantizaba ganancias a los Macri. Durante un período de cuatro años, el gobierno provincial debía pagar los pasajes no vendidos para completar el lleno total de los vuelos. También debía asegurar el cumplimiento de todas las rutas aéreas pautadas. En la práctica, la mayoría de los vuelos alcanzó sólo el 20 por ciento de ocupación. Se estima que el Estado pagó un promedio de 100 mil pesos por día a la empresa de los Macri. Además, el acuerdo estipulaba la compra de aviones a una firma ligada al entonces ministro de Transporte, Ricardo Jaime, y la adjudicación de nuevas rutas de vuelo. Los sucesivos escándalos de corrupción que lo involucraban provocaron la renuncia de Jaime, por lo que la habilitación de la nueva Aerochaco quedó en pausa. Bastó con que se hiciera cargo de Transporte Juan Pablo Schiavi para que la situación se destrabara. Schiavi había sido jefe de campaña de Mauricio Macri en 2003, cuando perdió con Aníbal Ibarra la elección a jefe de gobierno. El 29 de julio de 2009 el nuevo ministro firmó las habilitaciones.

Con la llegada de Macri a la presidencia de la nación su ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, anunció que el gobierno realizaría la “revolución de los aviones”. Los Macri empezaron a mover el tablero para desprenderse de MacAir. Las sucesivas denuncias de conflicto de interés que recayeron sobre el presidente agilizaron la maniobra. En 2016 se produjo la venta de MacAir a Avian Líneas Aéreas, una empresa dependiente de Avianca, la línea aérea de bandera colombiana. Al frente de las


negociaciones había estado el empresario Germán Efromovich, que controlaba Synergy Group, dueño de Avianca Brasil y Avianca Argentina. Además, era el principal accionista de la colombiana Avianca Holding. “El gremio de pilotos explicó que la venta se hizo por 10 millones de dólares, cuando MacAir tenía solo tres o cuatro aviones valuados, en total, en 1.200.000 dólares”, informó el diario Página/12. Además, como CEO de Avian había sido designado el mismísimo Carlos Colunga. Cuando al año siguiente el Estado le asignó dieciséis rutas aéreas a Avian, estallaron las denuncias.

Desde el partido opositor, Frente para la Victoria, argumentaron que la venta había estado inflada ya que en la negociación entraba la posterior adjudicación de las nuevas rutas por parte del gobierno argentino. La denuncia de Fernando Míguez, de la Fundación por la Paz y Cambio Climático, en febrero de 2017, recayó en el Juzgado Federal de Luis Rodríguez. Tres meses más tarde otra denuncia similar, esta vez de los legisladores nacionales Juan Cabandié y Rodolfo Tailhade, derivó en una imputación del fiscal federal Jorge Di Lello y se radicó en el Juzgado Federal de Sergio Torres. “Avianca compró MacAir y puso como CEOs a los mismos que estaban en MacAir. Avianca hoy es de los Macri”, declaró entonces Cabandié. Al año siguiente Torres desestimó el caso. Consideró que ni el presidente de la nación ni su familia tenían intereses económicos en la empresa cuando el Estado le otorgó las nuevas rutas.

La empresa empezó a operar en noviembre de 2017 y llegó a tener quinientos empleados. Sin embargo, en julio de 2019 Colunga anunció que Avian entraba en concurso de acreedores. Tenía deudas superiores a los ocho millones de dólares y activos congelados por la AFIP. “La subsidiaria de Avianca no tenía ni siquiera la documentación en regla para adjudicarse rutas, al punto que entregó una garantía de la empresa Synergy Aerospace, que se completó recién después de la adjudicación de las mismas”, informó Página/12 respecto de las denuncias que hoy siguen su tramitación en la justicia. Curiosamente, dos meses antes, en abril de 2019, Socma demandó a Avian por una deuda impaga de más de siete millones de dólares, más intereses y punitorios. Sin embargo, en su demanda ante la justicia comercial impugnando los dos balances presentados por Socma en 2019 (ver más adelante El fraude II), Mariano Macri afirmó que en esos balances la deuda con Avian figuraba como cancelada. El primero de esos balances fue presentado en marzo de 2019, un mes antes de que Socma demandara a Avian.

“Son de estado público los artículos periodísticos y declaraciones que demuestran que el grupo Avian jamás canceló su deuda” dice la demanda presentada ante el Juzgado Comercial N° 26 a cargo de María Cristina O’Reilly. “Por el contrario, según la lectura de lo manifestado en la página 50 de los estados contables, se habrían cobrado todas las


cuotas, quedando pendiente la última cuota, pactada para enero de 2019… Notas periodísticas de público dominio dieron cuenta del fracaso de las negociaciones con la deudora y del inicio de un millonario juicio por parte de Socma contra la deudora”.

 

Cuando revisé los balances de Socma vi que había un precio a pagar, 10 millones de dólares, y no quedaba claro qué se había pagado y qué había quedado impago. La versión era que se acusaba a Avianca de ser el socio o testaferro de Mauricio y que lo decía el propio ministro Dietrich. La sospecha de este otro lado del management era que Dietrich podría haber entrado en disputa por lo de Lopetegui con LAN [Gustavo Lopetegui, exvicejefe de gabinete de Macri, fue CEO de la línea aérea LAN Argentina de 2009 a 2014]. Cuando en 2016 se hace la venta, Carlos Colunga me dice que estábamos entrando en una asociación con Avianca, algo de lo que yo no tenía ni la más pálida idea y me estaba enterado por él. Pero no sé hasta qué punto él lo sabía, porque de hecho a Carlos lo habían acusado de ser el testaferro de Mauricio y él decía que nada más alejado de la realidad... Lo acusaba Dietrich y creo que también Quintana.

Colunga era el número uno en MacAir, y pasó a liderar el proyecto de Avianca acá en Argentina. A mí no me consta que Mauricio haya sido socio de Avianca en la compra de MacAir, sino que es algo que planteo a partir de un hecho tan vivencial y corroborable por mí mismo como la desavenencia que tuve con mis hermanos y la pésima y arbitraria manera en que ellos se comportaron conmigo. A partir de ahí, puedo tener sospechas. Y mi único camino a partir de esas sospechas era empezar a conformarlas dentro de una estrategia legal para ir pidiendo que, a través de peritajes, se pudiese empezar a desgranar, develar, profundizar, recabar la información necesaria y efectivamente demostrar si hubo lo que yo sostengo: desvío de fondos. No sé de qué manera Avianca se retiró del país y, hasta donde yo entiendo, Colunga se quedó con una quiebra en mano. Cómo pudo Avianca haberlo hecho legalmente no sé, pero del lado del grupo, de mis hermanos, no le reconocieron ni siquiera la antigüedad que tenía. Lo dejaron totalmente paria.


 

 

 

LA CÁRCEL

 

Consultada para este libro, Gabriela Cerruti dijo que no cree que el expresidente vaya preso. Agrega que él debió haber sido encarcelado por crímenes cometidos durante su etapa de empresario y su paso por la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pero que fue protegido por los jueces que deberían haberlo condenado. “Creo que no va a ir preso si no hay una profunda reforma del sistema judicial que implique que deje de servir al poder de turno. Creo que debería haber estado preso por la causa de contrabando, o el desfalco en el Correo Argentino en los 90, o el aparato de espionaje en la ciudad cuando fue jefe de gobierno, y así nos habríamos salvado de tenerlo como presidente y heredar este colapso económico”. Mariano Macri opina que una temporada tras las rejas podría ayudar a su hermano a reflexionar, aunque ya sea tarde para reparar el daño causado.

 

Me imagino que, para una persona que se maneja con ese nivel de impunidad y de creerse dueño de la verdad, la única oportunidad de reflexionar y hacer un repaso por su vida sería estando privada de su libertad. O sufriendo un golpe fuerte de la vida. Razones para recapacitar, barajar y dar de nuevo, analizar si estuvo bien o mal lo que hizo y lo que defendió hay de sobra... Más allá de que la vida es una suma de subjetividades, hay una línea divisoria que es inconfundible. O hacés las cosas con honestidad y respetando, o las hacés de un modo en que el interés general y el interés propio empiezan a mezclarse y a confundirse, sin honestidad intelectual y sin cumplir la ley. Mauricio no está siendo honesto con respecto a lo que propone ni a la responsabilidad que le toca por lo que hizo o hizo hacer.

Tampoco es que Mauricio me haya dicho alguna vez: “Hermano, me metí en una en la que necesito que vos, como ninguna otra persona en este mundo, me cubras las espaldas. Porque,

¿sabés qué? Estoy enfrentando al mismísimo demonio”. Me podría haber hecho el cuento: “Necesito pelear esta guerra con todas las armas que estén a mi alcance. Y si te pido que hagas cosas que puedan llegar a implicar que vayas a la cárcel, que te la banques y las hagas”. Yo pensaría la puta, ok, está bien, me lo pide mi hermano, me está pidiendo permiso, eso me dará derecho a opinar y, bueno, uno sabe en lo que se mete. Y tendría derecho a decirle que no, que en realidad quiero otra cosa para mí, que voy por mi camino y me gustaría que esto lo zanjáramos, que prefiero que me aparte. Pero no era lo que él quería poner en discusión. No quería que nadie se fuera de la empresa para no gastar un centavo en un accionista, así todo quedaba concentrado


en seguir construyendo poder y caja.

No es que yo tenga intención de que vaya en cana. Inexorablemente, si funcionaran las cosas en nuestro país, si tuviésemos un país que nos diera tranquilidad para nuestros hijos y nuestros nietos, y fuera más justo, una persona con determinadas conductas tendría que ir presa y pagar con su libertad. Pero no sé qué va a pasar, porque este es un país muy disfuncional en esos términos.

Podés querer que a alguien que hizo daño le peguen un tiro. O que el tipo vea esa realidad y se transforme en alguien mejor, como lo tenemos tan inculcado en el catolicismo por San Agustín, uno de los muchos arrepentidos en el último momento después de una vida de tanto mal. El budismo, que es más simpático y más interesante, también lo plantea. Si puedo hacer algo por mi hermano, quisiera hacerlo desechar toda esa locura en la que se ha metido y tratar de revertir el daño que hizo. Lamentablemente, siempre es tarde. Cuando estos tipos pasan por la máxima expresión de poder y de responsabilidad y tienen la oportunidad de hacer un bien, sacan lo peor de sí mismos y terminan haciéndoles un mal a todos. Lo más probable es que necesite un poco de encierro en la cárcel para darse cuenta.


 

 

 

 

PARTE III MARIANO


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BRASIL

 

El desembarco del Grupo Macri en Brasil se hizo con una fuerte apuesta al sector alimenticio, pero incluyó todo tipo de emprendimientos, desde la construcción de autopistas hasta la creación de call centers y empresas de recolección de basura. “La importante presencia de Socma en Brasil durante décadas me permitió ser amigo y a veces socio de los principales empresarios actuales, lo que me facilita hoy varias posibilidades de negocios”, escribió Franco Macri en Charlas con mis nietos.

 

A lo largo de la década de los 90, la discusión en el grupo había sido consolidación versus expansión. Por entonces se fue perfilando el desembarco más fuerte del viejo en Brasil. Él había llegado a un valor madurativo perfecto; los activos de la Argentina estaban en una posición de deuda muy riesgosa porque era una deuda en dólares y los ingresos eran en pesos. Todavía estábamos en el uno a uno y era el momento ideal para vender, ya que todos los activos estaban cotizando una vez y media con respecto a lo facturado. La idea de Mauricio era vender todo para que, en el momento en que el mercado se cayera, estar muy líquido y muy acaudalado y volver a comprar barato. En cambio, el viejo lo percibía como el trampolín para ir a Brasil, ya que los momentos madurativos de un país y de otro le estaban ofreciendo esa oportunidad.

Él había podido hacer proliferar diferentes negocios en una Argentina que se había convertido en la niña mimada de los capitales internacionales y de la patria financiera internacional. Era el tiempo dorado de las .com (dot com), los servicios informáticos y todo lo que él venía haciendo a partir de su fuerte incursión en las concesiones y privatizaciones. Venía agarrando una ola muy grande, muy buena, y estaba en la cresta. Eso lo hizo decir: “Este rush, esta montaña rusa, que es lo que me desvela en la vida, es una oportunidad que no voy a tener en otro momento. Es ahora”. Y el tipo se mandó.

En el 94 comenzó a incursionar y yo lo acompañaba. Empecé a hacer visitas esporádicas, que


después fueron más seguidas. Alguna vez fui con Orlando Salvestrini, que era el primero que había puesto un pie en Brasil a través de la compra de un par de empresas a Bunge y Born, una de las cuales resultó un éxito total. Era de call center y se vendió haciendo una diferencia muy grande. Todo esto con Andrada Gutiérrez, uno de los grupos locales fuertes, que iban a quedar muy agradecidos con el viejo porque en un mal momento para ellos habían tenido este salvavidas. Con esta empresa, en la que entraron y salieron al poco tiempo, habrá sido dos o tres años, hicieron una diferencia importante.

En 2001 llegué para instalarme. Ya se había hecho la consolidación, así que entre el 94 y el 2000 fueron muchas las compras o la participación en concesiones que se habían ganado. El viejo me mandó allá porque siempre fui el único hijo dispuesto a irse a vivir afuera y por su necesidad de tener un hijo metido en sus emprendimientos. Además, habrá pensado en foguearme, en darme una oportunidad. No tuvo necesidad de hacerme un planteo, lo fue diciendo con mucho tiempo. Ya en el 90, 91, cuando empezamos con la carrera de licitaciones en Argentina, él mencionaba la idea de que yo me fuese a vivir a Brasil. Yo había estado viviendo en USA y también en Francia. Le estaba tomando el gusto a eso de vivir afuera, más que nada, por su decisión de darme un lugar importante, por hacerme sentir que necesitaba que me ocupara de eso. Yo ya había estado mucho tiempo a su lado. Él te dejaba que fueses encontrando cómo hacer las cosas por tus medios.

Lo que más envalentonó al viejo fue haber estrechado una relación fuerte con el Banco de Desarrollo (BNDES). Rápidamente notó que no había ningún empresario brasileño que se expandiera si no contaba con el apoyo de ese banco. Era el único con capacidad de dar créditos blandos para hacer posible el crecimiento, la inversión fuerte.

En la ciudad de Chapecó, había un frigorífico de cerdos y pollos. Estaba muy complicado y el BNDES quería encontrarle una solución porque un pueblo entero dependía de esa actividad. Fue entonces que apareció el viejo, dispuesto a asumir el desafío. Todo eso de la mano de Alex Fontana, un muchacho de una familia muy tradicional de allá que era accionista en Sadia [un gigante regional de la industria alimenticia fundado en Brasil en 1944]. Eran un poco los reyes del sector de cerdos y pollos.

El viejo venía haciendo las negociaciones con el BNDES para ver lo que se podía obtener para encarar el desafío y tener chances de sacarlo adelante. El frigorífico estaba en quiebra, una situación fallida con una deuda pesada. Iba a necesitar muchas líneas de crédito. Entonces el BNDES, para endulzar la píldora, le planteó al viejo líneas de crédito de 100 millones de dólares para la compra de industrias del rubro para hacer la expansión y llevarlo a otra escala. La única manera de pagar las deudas era aumentar drásticamente la producción con una fuerte inyección de capital. Así se podría diluir el costo de la deuda como si fuera un gasto más dentro de la masiva inversión productiva.


Claramente, era una de esas apuestas que el viejo hacía sin mirarla desde una óptica matemática, porque las matemáticas financieras no daban. La consideraba más bien desde la oportunidad y desde su acostumbrado afán de tomar desafíos casi imposibles, seguro de que en el camino irían surgiendo las soluciones.

El crédito se firmó en el 99 y fue un proceso largo. Como se estaba lanzando a una expansión fuerte en Brasil, era lo que estaba buscando: un financista, de la misma manera que en la Argentina había encontrado al Citibank. El número uno del Citibank, John Reed, apoyaba al viejo en todas porque realmente creía mucho en él, le gustaba mucho su capacidad, la actitud que tenía, lo encarador que era.

En Brasil, el grupo había pisado bastante fuerte en alimentos. Ya se venía largando con el tema de harinas, fábricas de pastas y de galletitas. Con un préstamo muy importante del Citi habían comprado tres empresas distintas en diferentes regiones, Adria, Bacilaun e Isabela, que se fueron integrando en una única conducción, además de Chapecó. Después se compró otra procesadora de cerdos y pollos que se llamaba Prenda. En paralelo, en la Argentina se había planeado todo para integrarse con Brasil y se había comprado Canale, un frigorífico de carne vacuna y La Láctea, en Córdoba. Y la idea era seguir el proceso de consolidación y de crecimiento en Brasil. Pero los tiempos no acompañaban en lo más mínimo. Terminamos vendiendo la empresa de farináceos a un local del noreste muy fuerte en el rubro.

El grupo también se metió mucho en el tema de las concesiones. Había ganado una interesante licitación en los corredores viales de San Pablo. Eran autopistas de conexión con esa ciudad hacia afuera. Y se trataba de varias licitaciones simultáneas. Fueron muchos los grupos que se iban presentando, pero el viejo logró ganar estas dos licitaciones de concesiones viales y una tercera, para cuya adjudicación hubo mucha dificultad y al final no prosperó.

Al mismo tiempo se había metido en una empresa ambiental, la de la basura, que era una empresa nacional. Atendía ciudades brasileras de lugares bastante dispersos geográficamente. Se había metido en función de todo lo adquirido allá y de la experiencia del grupo acá. Al principio la empresa de basura se llamaba Terpa y después se cambió el nombre a Qaulix.

Allá también se invirtió en telefonía fija. Acá se había desarrollado una empresa que tenía el know how de la canalización del cableado en las ciudades, en lugares más descampados, que era parte de Iecsa, la constructora. En Brasil estaba este desprendimiento, Iecsa-GTA, que tenía por cliente a una de las telefónicas grandes. Así que ahí también tenía un montón de trabajo.

Todo el tiempo se estaba compitiendo o en asociación. En Brasil el empresariado era muy de mesa de coordinación. Históricamente, ellos se han distribuido los negocios y organizado de una manera muy cartelizada, por lo que entrar desde afuera nunca era fácil. Y el viejo, en ese sentido, supo jugar una partida muy efectiva. Él también tenía la filosofía de hacer lo que mejor se ajustara a la realidad local. Con lo cual, siempre buscaba codearse con socios locales.


 

 

 

MARIE FRANCE

 

Durante la década del 80, Marie France Peña Luque lucía un cuerpo envidiable en desfiles y campañas de ropa interior. Era amiga de la entonces pareja de Franco Macri, Evangelina Bomparola. A través de ella conoció a Mariano Macri. Se casaron y tuvieron dos hijos, Paula y Giuse. Vivieron un tiempo juntos en Brasil al principio de la década de 2000 y poco tiempo después sobrevino la separación.

Marie France reclamó bienes gananciales millonarios por sus acciones en diversas firmas familiares. “Quería la mitad de lo que había visto que Mariano tenía. Estaba convencida de que Franco la hacía espiar y seguir con matones a sueldo, y que Alicia consultaba brujos que hacían magia negra para alejarla de sus hijos”, escribió Cerruti en El Pibe. En noviembre de 2010, en medio de las negociaciones, Peña Luque inició un raid mediático por los principales programas de chismes del espectáculo denunciando presuntas persecuciones y espionajes y responsabilizando a Mauricio Macri, raid que culminó en una declaración testimonial en la Legislatura porteña en el marco de la causa por las escuchas ilegales.

En su presentación, disparó artillería pesada. Calificó a los Macri como una familia “atípica, en la que sus miembros vivían absortos únicamente en sus propios intereses”. Sostuvo que luego de separarse de Mariano se sintió discriminada. “Yo viví mi propia experiencia con respecto al espionaje. Creo que todavía me siguen”, admitió Marie France, y agregó que jamás había oído el nombre de Ciro James, aunque reconoció haber escuchado en varias conversaciones menciones a Jorge “el Fino” Palacios, dos de los principales implicados en la causa de escuchas ilegales. “Es posible que Mauricio esté involucrado en casos de espionaje”, cerró su presentación Peña Luque, mientras el por entonces jefe de gobierno disfrutaba de una romántica luna de miel con Juliana Awada. Después de esa presentación, llegó a un acuerdo económico con Mariano y no volvió a aparecer en los medios.

Marie France Peña Luque también fue mencionada en la causa de los Panamá Papers. A partir de informaciones recibidas desde los organismos oficiales brasileños, el fiscal Federico Delgado puso la lupa sobre algunas empresas radicadas en el país centroamericano que servirían de pantalla para la actividad de las offshore de la familia presidencial. Según reveló el diario Ámbito Financiero, una de las empresas que aparecieron en la investigación fue Mega Consultoría, dedicada a la “prestación de


servicios de diseño, agencia de contratación de personal para actividades deportivas, culturales y artísticas, actividades profesionales científicas y técnicas, preparación de documentos, grabado de sellos y puntos de acceso a internet”. Es una de las sociedades vinculadas a Fleg Trading (la primera sociedad offshore denunciada donde Mauricio Macri figuraba como director) y a Owners do Brasil, la principal compañía de los Macri en ese país. Como socia administradora de Mega Consultoría figura Marie France Peña Luque, empresa que gozaba de una particular conformación: ella tenía una acción de un real, mientras que los 2999 reales restantes los aportaba Owners.

 

La conocí de la mano del viejo. Fue en el 89, justo un mes antes de la caída del Muro. Era una conocida de Eva Bomparola, y en una salida pinta ella, que estaba más fuerte que un búfalo, una rubia potente de todos lados. Tenía 27 años y yo 22, así que estaba con una calentura... Entonces, empecé a laburarla.

Al año siguiente me mudé a Sochaux, Francia, para hacer una pasantía. Allí estaba la fábrica más antigua de Peugeot y a su vez la más moderna también. Marie France fue a visitarme y le propuse que fuera con la hija. Evidentemente, yo era demasiado ingenuo, ya que metí a un lobo en la casa. Después de tres meses de convivencia llegué a la conclusión de que era una locura, que la mina era imposible. Pero, para entonces, ella ya estaba embarazada de Paula, mi hija mayor.

Fueron muchos años de relación tortuosa. Finalmente, nos casamos y nos fuimos a Brasil. Yo tenía la convicción de que no íbamos para ningún lado, no había cómo convivir con ella. Y, además, me hacía tan difícil el acceso a mi hija que todo se trasformó en un ritual en el que yo me masticaba el cerebro por cinco días, no daba más y desaparecía, después de un tiempo quería ver a mi hija, pasaba por toda la telaraña y accedía a verla, estaba con ella tres o cuatro días, hasta que no daba más y volvía a desaparecer. Yo tenía 24, 25. El ciclo se repitió a lo largo del tiempo y cinco años más tarde tuve a Giuseppe, el segundo hijo con ella.

En todas esas idas y vueltas ella salía con flacos porque quería pincharme, se hacía la femme fatale. Ella tenía cinco años más y, bueno, esas cosas la mujer siempre las maneja. Al compartir una hija y un hijo, quedé pegado para toda la vida. Mis dos hijos tuvieron cáncer en la sangre, leucemia. Qué locura. Por suerte, los dos ya están fuera de riesgo. Y tengo otros tres hijos [con Teté].

El acuerdo de divorcio con Marie France fue difícil porque ella pedía cualquier cosa. Pensó que yo tenía derecho a 200 millones de dólares, un delirio que hacía imposible cualquier diálogo. Firmamos por un millón y medio de dólares, el comodato de un departamento en la calle Ocampo y cuotas mensuales de diez mil dólares durante diez años, de las que ya pagué la mitad. El viejo fue garante del acuerdo y me ayudó a pagar una de las cuotas. Lo que yo tenía de


liquidez en ese momento lo puse en el acuerdo. Ahora se complicó porque me quedé sin ingresos y el dólar se disparó, así que estamos negociando un refinanciamiento de la deuda atrasada. Puede ser que el viejo haya arreglado algo por su cuenta. No me consta, pero no lo descartaría. Él siempre fue muy de hacerse cargo de esas cosas.


 

 

 

EFECTO CAIPIRINHA

 

La aventura del grupo Macri en Brasil terminó mal. Y lo que hay que resaltar para entender el enfrentamiento en el seno familiar es que acabó con una importante deuda con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y, en menor medida, con otros bancos brasileños, deuda estimada en el último balance de Socma en 94 millones de dólares, sin contar intereses y penalidades a pesar del tiempo transcurrido sin que la empresa haya hecho un solo pago o intento de renegociación.

 

Me acuerdo de una reunión en un hotel de Río de Janeiro con un funcionario importante de una empresa estatal italiana, Enel, que estaba haciendo de punta de lanza comercial en Brasil. El tipo nos citó a charlar en su habitación y nos preguntó: “¿Ustedes cuánto tendrían disponible para invertir?”. Sin titubear, el viejo le tiró: “Tenemos 300 millones de dólares para meter en el sector”, pero no teníamos nada. Estábamos totalmente muertos... El viejo era un lanzado. Yo lo tomaba como era y me parecía interesantísimo. Iba entendiendo, y hoy en retrospectiva mejor que nunca, que, una vez que lograste volar a determinada altura, lo intentás otra vez aunque no tengas respaldo a pesar de que pueda ser visto como una chantada.

El armado de mi desembarco en Brasil se inició en una circunstancia de expansión del grupo, y el grupo era muy grande, muy estructurado en las diferentes áreas, con mucha gente, muchos equipos y bastantes capas de jerarquías. Estaban los holdings, los subholdings y las empresas. Había subholdings en Argentina y Brasil, así que se seguían agregando capas. Pero las circunstancias cambiaron drásticamente. En 2002 él empezó a vender, por todo lo que conocemos del 2001-2002 en Argentina. Y en el 2003 confiscaron el Correo. Estamos hablando de una empresa que venía de un país en default y que estaba ella misma también default. La película dio un giro de 180 grados, y lo que iba a ser un contexto de expansión y generación de negocios pasó a ser todo lo contrario: una liquidación. Se armó una tormenta feroz.

Más allá de lo que dijera o no dijera el viejo, de lo que pensara o dejara de pensar, ya no había más opciones posibles de financiar o sostener ninguno de los negocios. La autopista tenía por delante toda la inversión, y no ibas a poder solventarla si el BNDES no te la financiaba. Y el BNDES estaba empezando a retacear el apoyo y a advertir: “Ustedes arreglan el problema en Chapecó o esto termina mal”. Había restricciones de todo tipo. Estábamos teniendo un mal año en todos los frentes.

También habían sucedido el efecto Tequila en 1994 y el Vodka en 1998. El mercado brasilero


estaba pasando por momentos difíciles. En la empresa ambiental, que era una de las grandes, con tasas de interés muy altas, había que lidiar con municipios muy mal administrados, malos pagadores, que de pronto ponían tu contrato en cesación de pago y se acumulaba un mes, dos y tres meses y te dejaban totalmente vulnerable, expuesto y permanentemente tenías que recurrir a bancos de segunda línea. Porque muchos de los de primera, ante la circunstancia que estaba atravesando el grupo, ya eran acreedores y estaban negociando quitas de deuda, y te cobraban una tasa del 30 por ciento o más. Así que toda la rentabilidad que pudiera generar el negocio iba directamente hacia los bancos. La situación era de estrechez, de tirantez, de falta de liquidez.

Por ejemplo, las empresas de farináceos, de galletitas y pastas, habían sido compradas con un préstamo del Citibank de unos 80 millones de dólares. El management brasileño nos pedía que reinvirtiéramos, y eso solo iba a empeorar teniendo en cuenta que se trataba de industrias de maquinaria intensiva y había que modernizarse. Y como los márgenes eran muy chicos y el momento no era bueno, no había cómo planificar y obtener créditos blandos a largo plazo. Con el BNDES hubiera sido una cosa, sin el BNDES la historia era otra. Se llegó al punto de decir: “Este management sigue pidiendo plata, entonces chau management brasileño”. El viejo fue a pedirle a uno de los argentinos que se fuera a Brasil y se hiciera cargo de la situación, ya que empezaba un proceso de ventas. Y con eso fuimos sacando de encima la deuda. La situación era semejante en todos los frentes.

Estábamos en tierra brasileña y ahí son muy localistas, por lo que le planteé al viejo muy claramente: “No podemos seguir teniendo management argentino. Brasil se maneja con brasileños”. Las estructuras que se habían hecho en ese país ya se habían desarmado y habían llegado los equipos de argentinos. El consejo era oportuno, lástima que no me hizo caso. Más adelante, en plena crisis, tuve que sacar a los argentinos uno por uno. Y cuando las cosas se pusieron muy complicadas, todos los locales, sabiendo que estábamos malheridos, nos iban raspando para que nos desangráramos un poquito más. Era como estar en el mar entre tiburones que olían la sangre. En un momento me vi completamente rodeado de brasileros, dentro y fuera de la empresa. Si les levantabas la camisa, veías la bandera de Brasil. No había lealtad. Cuando hablaban entre ellos, hablaban un idioma muy similar: “Mirá que vos sos local, no vas a hacer boludeces que estos se van y después qué hacés”.


 

 

 

TETÉ

 

La actual mujer y madre de los tres hijos menores de Mariano Macri, Teté, es cultora de un estricto bajo perfil. Su nombre ni siquiera trascendió cuando Mariano se vio involucrado en un episodio policial el 23 de octubre de 2019 que ocupó espacios en los noticieros y portales de noticias. Ese día Mariano fue víctima de un violento robo en la casa que comparte con Teté y sus hijos en un barrio privado de Pacheco. Los ladrones habían ingresado al lote por uno de los jardines después de cortar los alambres del cerco perimetral. Mariano sufrió lesiones en la cara al recibir culatazos de pistola de uno de los delincuentes. Esa misma tarde la policía detuvo a siete menores de edad, de entre 15 y 17 años, que fueron identificados como los asaltantes. Como en las viejas telenovelas, Teté y Mariano se tratan de usted.

 

Teté es una mujer muy sabia, una mina con una estrella espectacular, una persona que me transmite amor, que está siempre ofreciéndome una sonrisa, su mejor versión. Cada vez que me da una opinión, es una opinión mesurada, responsable, nunca desde el lado del odio. Nunca se la agarra en contra de alguien. Es muy comprensiva. Entonces, me da muchísimo equilibrio.

En un momento, cuando cumplió los 40, a fines del 2018, tuvimos una crisis y me tuvo un año fuera de casa, una crisis más que entendible porque la verdad es que, desde que estaba conmigo, se había comido un garrón atrás de otro: primero el divorcio de Marie France y después que se vinieran los chicos [los hijos del primer matrimonio de Mariano] a vivir con nosotros tras una disputa legal en Brasil que me dio la tenencia y los tuve que traer rápido; era una ventana y, si no, se hubieran quedado aislados en otro país y yo hubiera estado dividido, sin una lógica más que la de usarlos de rehenes. Tras eso, los embarazos en medio de una convivencia complicada con mi hija Paula, que en ese momento tenía 15. Fue un período muy difícil, con tres bebés seguiditos, y yo evadiéndome mucho, sin un eje, medio a la deriva y comenzando toda esta cosa del enfrentamiento entre mi padre y mis hermanos.

En el 2012 empecé a tener muchas desavenencias con mis hermanos, y en el 2013 comenzaron los juicios, el enfrentamiento abierto y el torniquete financiero. Con esto de tener que salir a pedir plata yo estaba muy deprimido. Ella venía llevando mucho a cuestas y los 40 le pegaron por ponerme los puntos. La verdad es que lo planteó de una manera muy sólida, que me movió a recuperarme, a volver a encontrar el eje. De hecho, se me dio por seguir el camino de la ayahuasca y eso me ayudó mucho. Después de ese planteo, que para fue un golpe muy duro


pero me vino fenomenalmente bien, y de la entradera de octubre del año pasado, volví a instalarme en la casa y ahora estamos de primera, mucho más consolidados. Fue alrededor de un año de distanciamiento, aunque la separación no duró mucho porque después noviamos. La mayor parte de ese tiempo mantuvimos el trato aun estando en casas separadas.


 

 

 

PARANÁ

 

El último ingreso importante que percibió el grupo Macri de su incursión en Brasil fue por la venta de una concesión vial en el estado de Paraná. Pero las negociaciones con el pintoresco gobernador del estado no fueron fáciles, a pesar de los buenos oficios del exgobernador de Misiones e íntimo amigo de Mauricio Macri, Ramón Puerta.

 

En Brasil se venía vendiendo todo. Finalmente, como última actividad en pie, amén del problema de Chapecó, quedaba la autopista del estado de Paraná. Y estaba en la etapa de vaca lechera, de rendir sus frutos, así que no fue difícil. La empresa se llamaba Rodovia das Cataratas. Habíamos sentido cierta zozobra por el gobernador, Roberto Requiao, que tenía como punto de anclaje con el electorado su carácter y su jugada populista y se ponía en contra de la soja transgénica cuando todo Brasil estaba siendo transgénico. Y en contra de las concesiones. Tenía un discurso más bien de izquierda. El tipo se la había agarrado contra el “anillo rodoviario”. Éramos cuatro o cinco con concesiones distintas y, en virtud de la tremenda debacle que estábamos viviendo, se nos había generado un talón de Aquiles muy fuerte: no lográbamos el seguro de caución que se necesitaba renovar anualmente para sostenernos frente al poder concedente. Era uno de los requisitos de cobertura; no tenía ninguna utilidad práctica, pero no era menor, porque además era caro. No logramos hacerlo renovar con la compañía de seguros por las desavenencias que teníamos con todas las compañías por la falta de solvencia, y porque, además, el manager que teníamos en Brasil, el brasilero, se había peleado con el flaco de la compañía de seguros. Entonces, quedamos “culo para el norte”. En un momento de ataque del gobernador Requiao, también empezamos a recibir ataques de un empresario local que se quería quedar con la concesión.

El gobernador nos exigió un 30 por ciento de descuento en la tarifa. Fui a negociar con él y le dije que aceptábamos, pero él no arregló. Por esa época, viajé a Punta del Este y Ramón Puerta me propuso ir a ver a Requiao. “Yo tengo una relación fantástica con él”, dijo. “Hemos coincidido cuando fuimos gobernadores, hace dieciséis años, yo de mi provincia, él de la suya”. Y Requiao había vuelto. “Yo te puedo hacer la gestión”, me dijo. Y como era medio el mentor político de Mauricio le propuso ir también.

Fuimos a comer a lo del tipo, una fazenda de la gobernación, y resultó una cosa muy, muy bizarra. Él contándonos cómo había cagado a tiros en la playa a uno que se le había acercado, según él, con intenciones de matarlo. Entonces lo quemó. Una locura. O decía: “Tengo un corral


de capivaras”. La capivara es el carpincho. “Les doy de comer argentinos”. Se hacía el loco.

Tuvimos varias reuniones con el equipo de la gobernación y avanzamos en las propuestas y en las formas. Finalmente, salió todo bien. Le dimos el descuento. Duró poco tiempo, porque enseguida, a pesar de que tanto habían atacado las concesiones, los diferentes niveles de la justicia las fueron convalidando y con eso se institucionalizó más el sector. Todas las acusaciones, las tentativas de estatizar y de confiscar que había hecho Requiao, la justicia las rechazó. Y quedó como nuestro único activo importante.

En esa época, nuestra parte valía 150 millones de dólares y la idea del viejo era vender. Ya había hecho la negociación de todas las demás deudas en la Argentina. Había logrado un 95 por ciento de descuento con unos acreedores y un 90 por ciento con otros; de lo que quedaba, porque ya sabían que habíamos vendido todo. Con esa espada de Damocles de la justicia y del gobernador pidiendo derribar las concesiones, no ibas a poder venderla. Finalmente, el tiempo de espera ayudó para que sucediesen las dos cosas: terminar con todo el proceso de renegociación de la deuda en Argentina y con las ventas de todas las compañías en Brasil. Y que la justicia acabase de consolidar estas concesiones y volviesen a valer mucho. Eso le permitía al viejo decir: “Ahora Mauricio necesita plata. Yo propongo quedarme con una parte de esta plata, te dejo la otra, les dono el grupo y me dedico a China”.


 

 

 

CHAPECÓ

 

Frigorífico Chapecó es la principal inversión que hizo la familia Macri en Brasil. En este caso, a través de su empresa Alimbras SA, el grupo compró en noviembre de 1999 el 65 por ciento del paquete accionario. El frigorífico se encargaba de la crianza y posterior venta de carne porcina y de pollo. El otro gran accionista era el BNDES, que se quedó con el 30 por ciento de las acciones. El resto fue colocado en la bolsa de comercio.

Para el año 2000, ya con los Macri en la dirección, Chapecó contaba con cuatro plantas de producción y faenaba diariamente cuatrocientas mil aves y dos mil porcinos. En total procesaba 4000 toneladas industrializadas de carne, lo que lo convirtió en ese entonces en el tercer frigorífico del país después de Sadia y Perdigão. Sin embargo, en 2003 empezó la debacle empresarial. Los directivos de Chapecó llamaron a un concurso de acreedores para no llegar a la quiebra. En la misma fecha alquilaron a terceros sus cuatro unidades. Una vez que el concurso venció, la empresa pidió una prórroga que contemplaba una quita del 91 por ciento de su deuda. En ese momento, esta ascendía a 340 millones de dólares. El plan de quita fue muy similar al que el grupo pidió para la empresa Correo Argentino. Sin embargo, en ese caso, la justicia de Brasil rechazó el plan.

La investigación que hizo la jueza brasileña Rosane Portella Wolff falló que el pedido de concurso que había hecho el grupo era una maniobra dilatoria para vaciar a la empresa. “Con claridad, no cabe duda de que el pedido de concurso es una farsa. La situación de las compañías era de total insolvencia”, sostuvo la jueza, según informó el sitio El Disenso, que tuvo acceso al fallo. La similitud en el modus operandi con la causa Correo hizo que el diputado del Frente para la Victoria Rodolfo Tailhade pidiera que se incorporaran los datos de Chapecó a la causa en Argentina. Según la magistrada el grupo actuó para vaciar Chapecó luego de la renuncia de sus principales directivos. “Prácticamente abandonó la empresa, despidiendo a 4600 empleados y desactivando y paralizando la totalidad de operaciones de la empresa Chapecó”, sostiene el fallo. Además, Wolff analizó las consecuencias del abandono empresarial sobre la comunidad de Santa Catarina, donde se encontraba el frigorífico. “Sus acciones produjeron efectos letales sobre el valor del negocio, sobre sus obligaciones sociales para con la comunidad y la familia de sus trabajadores y con los miles de proveedores, también sobre la economía de la región y principalmente sobre la capacidad de honrar sus compromisos


con miles de acreedores”, informa la jueza. Y hacia el final el fallo afirma: “El Grupo Macri ejecutó un verdadero genocidio empresarial”.

En su paso por Chapecó el grupo Macri dejó una deuda millonaria con el BNDES. Para ingresar al negocio, los Macri acordaron hacerse cargo de una deuda de 285 millones de dólares que ya tenía el frigorífico. Para poder afrontarla recibieron un préstamo de 58 millones de dólares que el BNDES hizo a Alimbras SA, una de las tantas empresas con las que el grupo operó en Brasil. El caso se hizo conocido en la prensa brasileña ya que la situación ruinosa en que había quedado el frigorífico dejó a cientos de miles de animales sin comida, por lo que comenzaron a comerse entre ellos. Ese detalle también forma parte de la causa: “Un caos devastador, con canibalismo entre los pollos provocando la muerte de más de siete millones de aves, problemas de salud pública e intoxicación, problemas ambientales, generando enormes pérdidas a productores integrados, desempleo, alarmantes daños económicos y sociales”.

 

Chapecó se convirtió en una quiebra en nuestras manos. No pudimos remarla. Se hizo todo el esfuerzo, pero hubo momentos en los que empezamos a ver que había una campaña muy fuerte por parte de los competidores para que cayera. Estaban metiendo la cola Sadia, Perdigão y alguna otra. Había oportunistas que tenían boliches armados y habrán hecho su lectura de lo que les convenía. Se movía mucho el tema político también. El BNDES se mostraba cada vez más duro y agresivo. Y el viejo, hábilmente, le dejaba este problema en las manos al manager brasilero, que era, como digo, del palo: toda su vida había trabajado en Sadia.

Alex Fontana había hecho una carrera en una empresa familiar en Brasil. Era su gran oportunidad. El viejo lo dejó conducir la situación de crisis de la manera que le pareciese más adecuada. Una vez, me dijo: “Hay que dejar que ellos resuelvan el problema. Este es un problema del banco y de Alex. Nosotros no tenemos nada que ver”. Pero en un momento dado Alex también se retiró y la situación fue insostenible. Además, el viejo estaba tratando de lograr que el BNDES mínimamente lo bancara, lo acompañara. Había tenido dos años pésimos, los peores de la industria, justo cuando había que largarse al volumen y a revertir los números. Años en los que era más caro darle de comer al cerdo que venderlo por kilo.

2002 fue muy muy malo. 2004 también. Unos años feroces. Y como Alex se había borrado, tomamos el tema de los abogados y de las quiebras. La cosa iba bien, pero finalmente no se logró. La ley de quiebras de ese momento no era muy moderna y necesitabas un umbral de adhesión demasiado importante. Al final, el tema pasó a un interventor y la situación de fallimento [insolvencia] se fue profundizando. Así que no hubo manera de sacarlo por las buenas. Pero fue un aprendizaje en medio del caos.

En momento dado ya todas las líneas de crédito desde el sector privado se habían cortado


porque veían que la situación del grupo y de Argentina era muy complicada. Y también las del BNDES, que dijo: “Ustedes tienen que resolver esto. No hay más”. Hubo también una campaña muy fuerte, porque —esto lo explicaba mucho Alex— es una actividad con una dinámica que no se puede detener. No se puede decir “cierro la fábrica por un mes y doy licencia”, porque involucra animales vivos y todo el proceso de alimentación.

En 2005, 2006, pasó una cosa espantosa, terrorífica. Francamente, yo no me metía en lo más mínimo en la administración de la operación, pero cuando se complica dramáticamente la caja de la empresa ya no hay atenuante financiero de ningún tipo, y como dejan de alimentar a los bichos se produce una situación de canibalismo en los galpones. Los pollos se empiezan a comer entre ellos. Miles de pollos, una cosa demencial. Imaginate la campaña violenta que se armó: en internet, en las noticias del lugar y adonde fuera que se llegara.


 

 

 

HIJOS

 

“Mariano Macri es el de menos exposición mediática de sus hermanos y hay muy pocas imágenes suyas publicadas en medios” señaló Infobae al informar sobre el asalto que sufrió en 2019. Mariano elige mantener el anonimato de sus hijos menores de edad para preservar su intimidad. Sus nombres no trascendieron aún en los medios.

 

Mis hijos con Teté tienen 11, 10 y 9 años. Con el tema de que el tío era presidente, ellos recibían muchos reclamos o preguntas de los compañeros. Me trasladaban menos de lo que recibían, pero en el curso de cuatro años el distanciamiento se fue trasluciendo, quedó más en claro. Ellos, además, veían que no nos relacionábamos. Entonces, la situación fue blanqueándose. El reflejo de sus primos fue cortar la relación con sus primos más chicos porque esa era la idiosincrasia que habían mamado de sus padres. No me cabe duda de que eso se respiraba en el seno de sus familias. Mi mujer y yo, por el contrario, preferimos no meterlos, más allá de que con el tiempo se fueron dando cuenta. Pero cada vez que veían al tío Mauricio lo abrazaban, le decían “te extrañamos”. Tenían alguna relación con Antonia, alguna vez pudimos llevarla a La Rural, pero era todo muy esporádico. Mis hijos mayores también intentaron mantener una relación con sus primos y la convocatoria siempre les costó mucho porque terminaban no viniendo. La iniciativa y el empuje siempre eran de Paula y Giuse.

Paula tiene 29 y está en Francia, internada en un monasterio. Giuse tiene 23 y vive con la novia. Se recibió de chef y está estudiando Economía Empresarial en la Universidad Di Tella. Paula vivía mucho el conflicto familiar por mi madre, que le trasladaba la angustia, y sobre todo los cuestionamientos y las críticas que mis hermanos tenían hacia mí.


 

 

 

CHINA

 

“No creo equivocarme al decir que China es el mayor importador de bienes exportables de Argentina y es potencialmente el mayor inversor que podría contribuir al crecimiento de nuestra economía. China, con su vocación de progreso e innovación, emerge como un referente de estabilidad y se perfila como un nuevo y gran socio para nosotros y para el resto del mundo”, escribió Franco Macri en su último libro, publicado en 2013.

 

En el peor momento, cuando ya se perfilaba un final trágico y se había confiscado el Correo, el viejo dijo: “Vamos a China”, pensando en que aquello nos iba a sacar de la situación. El tipo clavó un ancla bien lejos. Él ya veía en China todo lo que iba a suceder, entonces quería tener su primer acercamiento, ser conocido en ese país y conocerlo, estar presente en la cabeza de ellos. Lo vio con mucha anticipación, igual que cuando creó el grupo Columbus [ver “Columbus” en la parte I]. Una vez que entra al “mundo China”, mi viejo rápidamente se adapta a su idiosincrasia y sus circunstancias.

El Belgrano Cargas es una línea que supo tener con los ingleses 10 mil kilómetros de extensión. Tomando dos kilómetros para cada lado eran 40 millones de hectáreas de área de influencia que se podían recuperar y poner en producción. En algún momento transportó 10 mil toneladas y había caído a algo de menos de mil. El deterioro que había sufrido esa línea era fenomenal, y él fantaseaba con un convenio de gobierno entre China y Argentina, porque China estaba muy necesitada de sacar la producción de Argentina para alimentar a su población. En el 2006 consigue la concesión. Se duplican las vías y se invierten millones de dólares. Se pondrían en producción estas 40 millones de hectáreas de tierras nuevas y se empezaba a tener una salida a Chile, a todos lados. Eso implicaba infraestructura, almacenamientos... El tipo era un megalómano. Era de hacer desarrollos realmente inconmensurables.

Yo estaba en Brasil, donde todas eran malas noticias, y los viajes a China eran respiros de por lo menos dos o tres semanas o más. Las reuniones eran de otro tipo, con empresarios y políticos de alto rango pero siempre con traductor. Otro de los emprendimientos importantes fue con el rey del aceite de soja en la provincia de Hebei, donde se encuentra la ciudad autónoma de Beijing. El tipo tenía una producción monumental, le llegaban ocho líneas de tren adentro de la planta, que era de un tamaño sideral. Con el tiempo firmamos los acuerdos de asociación para el Belgrano Cargas. Ahí el viejo, muy astutamente, fue abriendo camino para que Néstor Kirchner firmara acuerdos de financiación con Hu Jintao por 10 mil millones de dólares, y los proyectos


eran los que él iba tratando de enganchar: las usinas nucleares, algunas cosas eléctricas, infraestructura para el transporte.

Lo más concreto que sucedió en China fue la licencia de autos Chery. El viejo había llevado a todo su equipo de management de Sevel, a los más cercanos y más activos, todos con el know how, la capacidad. Inmigrantes tanos, de un mismo código. Hicieron el recorrido por muchas de las plantas automotrices más importantes de China y quedaron muy impresionados por la modernidad y las inversiones que se habían hecho en Chery. El elemento adicional era que Hu Jintao provenía de la provincia donde estaba Chery. De alguna manera, el aval político era fuerte. El discurso del viejo apuntaba a explicarles que nosotros teníamos el know how, la capacidad comercial para hacer de licenciatarios de marcas extranjeras, el conocimiento industrial, y ellos estaban en el momento de internacionalizarse, de hacer la experiencia de implantar una fábrica afuera. Les dijo que tenían que dar ese paso y América Latina era el ámbito ideal, porque el ratio de automóviles por población todavía era muy bajo y entonces iban a tener un empuje muy fuerte, un techo muy lejano. Y bueno, los convenció. Fue un año largo, tal vez dos, de conversaciones y de viajes, pero el tipo terminó firmando. Era el 2006, el peor  momento económico del grupo, que no contaba con ningún tipo de apoyo financiero por parte de nadie, y

menos que menos con capital propio.

Logró que Socma se asociara con Chery, y aspiraba a la construcción de una planta importante sin saber si iba a aparecer el crédito local y todo lo necesario para que pudiese acompañar. Había limitantes de fondeo, pero él no hacía mucho caso a las limitantes.

Chery prosperó. No fabricamos, pero se hizo un montaje en Uruguay. Al final los chinos decidieron hacer una operación pequeña y quedó como una distribuidora en la Argentina. Los chinos tienen mejores opciones en Brasil, gente que ya distribuye en el ramo automotor.

En una época, alrededor de 2001, 2002, cuando la pasó muy mal acá, estando muy enfrentado con sus hijos mayores y yo viviendo en Brasil, se fue a China, pero duró cuatro meses o seis en Beijing. Contrató a un arquitecto en Argentina que le decoró el departamento y le hizo la oficina a nuevo, y a una serie de ejecutivos en China, pero todo era más una carta de presentación que algo operativo.

Yo renuncié a mi trabajo en Socma y me volví de Brasil en el 2006. Al año siguiente el viejo nos legó Socma y se quedó con un emprendimiento en China, que llamó Macri Group. En el 2011 me contrata para volver a trabajar con él, esta vez en el Macri Group. Empecé a interactuar desde acá, vía conference calls, con el número uno que habíamos contratado para la oficina en China. Pero, al final, el viejo me terminaba desenchufando. Mucho de lo que encarábamos y sondeábamos terminaba yéndose de foco. Por ejemplo, nos fuimos a Filipinas y a Mongolia con productos mineros. Él lo dejaba correr hasta que lo cortaba, entonces uno invertía tiempo al pedo. En ese momento, tenía la guita de la autopista de Paraná, que se había vendido en el 2009,


pero claramente no alcanzaba para proyectos grandes. Aunque, como lo de él era representación de empresas chinas para hacer negocios en América Latina, tampoco hacía falta tanto.

De cualquier manera, no eran cosas fáciles de gestionar ni de introducir en el gobierno de Cristina. Finalmente, terminó heredándolo el gobierno de Mauricio. Yo entendía, por mi propio viejo, que Mauricio había ido armando su estructura de asesoramiento medio paralela y sacándole las relaciones con China. Lo fue vaciando. Fue quitándole la conducción, por lo que el viejo fue dilapidándose la parte líquida de su capital, mientras que todo lo patrimonial estaba en el grupo de empresas que nos había donado a sus hijos en el 2007.


 

 

 

LA DONACIÓN

 

En 2007, en medio de una creciente tensión entre Franco y Mauricio debido, sobre todo, a la difícil situación que atravesaba el grupo empresarial, Franco dona sus acciones en Socma a sus hijos Mauricio, Gianfranco, Sandra, Mariano y Florencia en cinco partes iguales, conservando de por vida el usufructo de esas acciones. Lo que con el paso al costado del patriarca parecía una solución a la disputa intergeneracional explotaría en una lucha descarnada y sin retorno cuando se hizo evidente que ni el padre estaba listo para ceder por completo el trono familiar ni el primogénito estaba satisfecho con lo que éste había dispuesto legarle.

Además de entregarles sus empresas a sus hijos, Franco interpreta que su generosa donación incluye acompañar la cesión de las acciones de sus compañías con un cheque de 75 millones de dólares. El dinero proviene de la concesionaria vial en Paraná, que se vende por 150 millones de dólares. Mauricio, en cambio, interpreta que su padre quiere llevarse en el bolsillo dinero que no le pertenece porque es de la empresa, o sea, de él mismo y de la línea gerencial, que a esa altura ya le respondía. La pelea, entonces, ni siquiera es por el liderazgo o la propiedad del grupo. Es por guita.

 

El glaciar venía resquebrajándose y comenzó a desmoronarse. Y en 2007 se produjo el rompimiento. Ese año Mauricio fue elegido jefe de gobierno y abandonó el grupo. Ese mismo año él y Gianfranco entraron en un enfrentamiento muy pesado con mi padre, que llevó a que cada lado contratase abogados y a que yo me abriera.

En octubre de 2006 yo había renunciado a laburar en Brasil, justamente, para no quedar en medio de una situación con la que no estaba de acuerdo. Mi camino fue simplemente endogámico, me encerré en mí mismo. Había hecho mi primera cura espiritual en enero de 2006. En marzo me separé [de Marie France]. Me puse de novio con Teté en agosto o septiembre y en octubre renuncié. “Esto no da para más —dije—. Estoy siendo un bastón que, al final, se interpone en la relación entre mis hermanos y mi padre”. El viejo me insistió mucho para conversar, pero yo lo esquivé. Lo evitaba para no hablar de trabajo. Finalmente, en diciembre nos reunimos en el consultorio de mi psicoanalista. Fue la condición por la que accedí, poder hablar con un mediador presente. Si no, el viejo no me iba a dejar.

Por primera vez en mi vida, me escuchó durante una hora y media seguida sin chistar. Le dije que yo había renunciado para preservar mi relación con él y para no estar en medio de su


relación con mis hermanos. Antes yo había logrado preservarla cuando, después de un tiempo en que íbamos juntos a Brasil, le dije que no fuera más y él no fue más. Y como ya Brasil se estaba transformando en un proceso tóxico y de desánimo y me empezó a hacer viajar a China, cuando me lo empecé a cruzar allá volvieron a surgir las tensiones. Le dije que lo mejor que podía hacer en pos de quitar de en medio todos los argumentos de confrontación con sus hijos, y ya que desde que tengo uso de razón nos repetía que todo lo hacía por nosotros y para nosotros, era donar el grupo a sus hijos y seguir él con lo de China, que ya estaba logrando estructurar y tenía muy buenas perspectivas. Eso fue en diciembre de 2006, y en algún momento de abril o mayo nos dijo: “He decidido donarles el grupo”. Qué cagada, ¿no? ¡En la que me había metido!

La decisión de papá desató una guerra. Mauricio le bajó sus condiciones y él se sintió avasallado. Se sintió muy incómodo por cómo le retrucó mi hermano. Estamos hablando de la guita, no de la propiedad del grupo. El grupo lo iba a donar todo, pero el tema era la caja que había en ese momento. La caja era de 150 millones de dólares y venía de la venta de una última empresa que quedaba por vender en Brasil, la concesión vial en Paraná, que era superavitaria, mientras que la mayoría de las ventas que se habían producido en ese país eran, más que nada, para desprenderse del activo y, junto con el activo, de la deuda que ese activo traía aparejada. La venta de esa empresa vendría a ser una caja sobrante que se iba a repartir, y el viejo dijo: “La mitad de lo que entra por la autopista va a la empresa, con ustedes, y la otra mitad me la quedo yo”. Y ahí Mauricio, de pique, le contestó: “No, en vez de darnos la mitad y quedarte vos con la otra mitad, tenés que repartir un tercio para la empresa, un tercio para tus hijos y el otro tercio para vos”. Así iban a ser dos tercios para nosotros y uno para él. El negocio de Mauricio.

En realidad, no estábamos comprando nada, sino que era todo hecho por el viejo. Es cierto que el precio de la concesión de Paraná era de 150 palos. Dos tercios son 100 palos. Y el préstamo del BNDES era de 100 palos, deuda que le quedaba al grupo. Pero nunca se discutió en esos términos. Y la guita ni siquiera se usó para eso. Cuando Mauricio renunció a su tenencia accionaria en el 99, se imaginaba que esas acciones no tenían valor por lo endeudado que estaba el grupo y, en cambio, le traerían muchos problemas de conflicto de interés a su carrera política. Pero, cuando en 2007 se dio esta discusión, la situación había cambiado. Además de las acciones había 150 millones de dólares para repartir. Entonces, bueno, el diablo está en los detalles, le habrán presentado al viejo algún tipo de escrito de cómo instrumentar esa donación y ahí surgió la desavenencia. Eso al viejo lo descolocó. Además, empezó a ver que la idea era que él diese un paso al costado contundente y definitivo lo antes posible. Pero el viejo, además de tener en mente algunas condiciones y querer que se cumplieran, probablemente había pensado un fade out [período de transición] más largo.

El viejo aceptó el reparto que impuso Mauricio, a fines del 2007 firmó, pero después vio que la cosa no iba por ahí. Y empezó a desandar el camino. En el traspaso había toda una lista de


condiciones y una nueva rutina que había que poner en funcionamiento que iba a sustituir la dinámica anterior. Entonces se encontró con que lo estaban desplazando. Las condiciones que él había puesto, que deberían haber llevado a que lo participaran más de determinadas decisiones, no se cumplían. Eso le causó malestar y se empezó a generar una disputa. Siempre había abogados. En un momento la cosa escaló y empezaron a contratar externos. Papá contrató a un tipo de armas llevar, muy conflictivo, de litigio, de apellido López.

Más que meterme en el detalle, yo estaba en una actitud de desenganche. Y como había un montón de desentendimientos de los cuales no había participado desde el inicio, entre otras cosas porque estaba en Brasil, les planteé a mis hermanos: “Si papá no está satisfecho, rompemos los contratos y todo vuelve para atrás, así lo piensa mejor y lo plantea desde otro lugar”. Me sacaron cagando con excusas y pretextos muy tontos. Me acuerdo que en una reunión en la casa de mi padre, en Eduardo Costa, de los tres varones: Gianfranco, Mauricio y yo, Mauricio me preguntó: “¿De qué lado estás?”. Y le dije: “Si así viene la mano, yo con ese tipo de filosofía no me voy a entender nunca. Ustedes están totalmente locos de la cabeza”. Evidentemente, no compartimos el mismo código. “Si van a llevar adelante las cosas, yo les doy un poder, pero no quiero ni saber qué van a hacer”.

Las reuniones habían vuelto en 2007, cuando nos donaron el grupo. Las hacíamos sin Florencia porque era muy chica todavía. Y se notaba un maltrato hacia Sandra, que no estaba bien de salud. Se hacía una pantomima de reunión en la que se suponía que los accionistas compartíamos información, discutíamos y tomábamos decisiones, pero en realidad las decisiones se estaban tomando en otro ámbito en paralelo. Mis hermanos no estaban empleados en el grupo, y mi hermano mayor decidía todo por teléfono. Entonces, a fines del 2008, me abrí.

En el 2009 se hizo un nuevo contrato y se volvió a firmar lo que exigía Mauricio: un tercio para el viejo, dos tercios para nosotros. Tuve que releerlo muchas veces, de arriba para abajo, porque todo era muy difuso, muy confuso, un poco a propósito. Está redactado de la manera como se pudo, porque había demasiado tironeo en la confrontación. O de la manera que quisieron mis hermanos para poder tener un grado más alto de discrecionalidad.

Entre el acuerdo firmado en el 2007 y el definitivo que se firmó dos años después no hay mucha diferencia. Parece ser el producto de una confrontación que se pone dura, que ocasiona cansancio y que hace que quieran dar vuelta la página como sea. Solo se especifican mejor las condiciones que pedía el viejo.


 

 

 

MAFFIOLI

 

Roberto Leonardo Maffioli es, desde hace décadas, el hombre que pone la firma en nombre de Socma. Su carrera en el mundo empresarial comenzó bajo el ala de los Macri y nunca se desligó de la familia, especialmente bajo el amparo de Mauricio. Figuró como CEO de Socma, también fue director y gerente de las principales empresas y subsidiarias de los Macri. El repaso por su desempeño empresarial da cuenta de la envergadura de proyectos y la cantidad de rubros que ocuparon y siguen llevando adelante los Macri.

En 1980 ingresó en Socma y desde ese momento no se separó de Mauricio. En 1982 formó parte de Sideco. Un año después integró el directorio de Mirgor, la empresa de aire acondicionado para autos que formó el expresidente con su amigo Nicolás Caputo. Durante la reconfiguración que experimentó Socma en el gobierno de Menem, Maffioli ocupó un lugar destacado en las empresas de servicios creadas por el grupo para capitalizar las privatizaciones. Y siguió acompañando al holding en su nueva etapa: “Cuando el grupo decidió invertir en la industria alimentaria con la caída del gobierno menemista, Maffioli fue nombrado presidente de Socma Alimentos SA; pero también integró el directorio del Correo Argentino y Autopistas del Sol”, explica Gabriela Cerruti en El Pibe. En 2000 Franco fundó con Mariano Socma Farináceos y Socma Cárnicos. Maffioli estuvo en la presidencia de las dos organizaciones. Ese mismo año fue nombrado vicepresidente de Sideco Americana. A su vez fue presidente de MacAir Transporte Aéreo, la línea comercial con que la familia entró al negocio aeronáutico en el país. Maffioli participó de los acuerdos entre Macri y el entonces gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, para la creación y participación en Aerochaco. El desembarco de la familia en Brasil también contó con su participación. Los Panamá Papers revelaron que Maffioli era el director/presidente de Fleg Trading Ltd., la offshore de Bahamas que los Macri usaron para canalizar sus inversiones en Brasil.

Cuando Mauricio decidió dar el paso a la política, Maffioli ocupó un lugar central en el armado de su apoyo empresarial, junto con Nicolás Caputo y Ángelo Calcaterra. También estuvo junto a Franco cuando hizo sus primeros negocios con China. A partir de 2006, Maffioli se ubicó como director de Socma inversiones. Esta empresa fue creada y presidida por Franco Macri para entrar en el mercado chino. “Asociados con la fábrica santafecina de sembradoras y equipos Apache ya comenzaron a vender


maquinaria a China, desde donde a su vez importan tanto los elementos para fabricarlas como los autos baratos de Chery. Las idas y vueltas con China tienen como objetivo fundamental aprovechar los beneficios impositivos que tiene la compensación entre importaciones y exportaciones a un mismo destino”, informó el sitio Nuestras Voces. En 2007 Franco lo puso a Maffioli al frente de Chery Socma. Durante el blanqueo que propició el gobierno de Cambiemos en 2016, el apoderado de Socma sinceró 76 millones de pesos, unos 5,3 millones de dólares de entonces.

 

Al transferirnos las empresas, mi padre había impuesto dos condiciones y ninguna se cumplió. Una, que todo se decidiese por consenso. La segunda, que el gerente general no siguiera siendo Leonardo Maffioli. Lo puso por escrito. Pero Maffioli sigue hasta el día de hoy.

Mauricio usó esto a su favor para demostrarle a Maffioli que lo defendía a pesar de que nosotros estábamos en contra de que continuase. Era una alianza perfecta entre ellos dos, secundada por Gianfranco.

Tengo todos los papeles que se firmaron en su momento y lo de Maffioli aparece. Está en el primer borrador del acuerdo. Hicieron lo posible por lavarlo, por hacer que desapareciera, pero era algo que el viejo repetía hasta el cansancio y que figuraba en papeles más informales, en mails y en cartas escritas a mano por él...

No quería que Maffioli siguiera porque conocía los bueyes con los que araba. Sabía que era una persona sin escrúpulos. A mí me llegaban cantidad de pequeños altercados de diferentes personas que habían tenido alguna relación de negocios con él y eso me fue pintando un panorama de que el tipo tenía sus quintas, hacía su plata, a su manera.

Una vez pidió verme y me contó esto: “Tengo un gran amigo, el turco Moel, un gran tipo, que era concesionario de otras marcas. Era candidato para dirigir una concesionaria del grupo. Hizo todo el proceso y quedó como número puesto, un tipo valioso para ustedes. Pero al momento de cierre le pidieron 300 lucas por abajo de la mesa”. Yo me quedé muy mal porque me parecía absolutamente inaceptable, entonces les llevé el tema a mis hermanos y me di cuenta de que era como decirles a los lobos que no miraran a las ovejas. No tengo una respuesta para el tipo al que le pidieron las 300 lucas. Mis hermanos se manejan de esa manera. Y Maffioli fue parte de este escenario, ¿no?, aunque esa vez haya sido el denunciante para ayudar a su amigo.

Yo especulo con que el viejo sabía que Maffioli iba a ser un incondicional de Mauricio y le iba a permitir a mi hermano dirigir el grupo sin responderles al resto de los accionistas. Antes de que él donara el grupo, Maffioli era un hombre de mi padre que obraba como controller [supervisor general]. Además, mi padre le había dado la oportunidad de convertirse en gerente. Entiendo que, cuando Socma pasa por el proceso de convocatoria, de reestructuración de deuda, de negociación con los acreedores, Maffioli participó activamente. Y después de terminar reducida


a una mínima expresión al vender los activos a causa de los largos años de crisis, Maffioli quedó como gerente general. Papá lo manejaba, pero no quería que siguiera. Eso está bastante claro al haberlo especificado entre las condiciones más contundentes.

Durante varios años, yo se lo planteaba a mis hermanos y Mauricio respondía que era la única persona que podía manejar la transición por el conocimiento que tenía del pasado. Pero la transición duraba. Pasaban los años y seguíamos en transición... Él se encargaba de presentarnos la información como mejor se pudiese vestir y, mientras tanto, Mauricio tomaba las decisiones en forma individual. Y como era algo avalado por Gianfranco, ellos cooptaban al resto. El tono de las discusiones entre mi padre y ellos y conmigo empezó a subir, la cosa se puso áspera, y las mujeres y mis sobrinos cuando muere mi hermana, optaron por no enfrentar al lado fuerte.


 

 

 

EL FRAUDE

 

En el portal Nuestras Voces, Gabriela Cerruti reveló que, poco tiempo después de que la constructora brasileña Odebrecht adquiriera la sucursal de Antigua del Meinl Bank de Austria en 2010, el banco austríaco prestó 109.810.199 millones de pesos a Socma, al momento unos 20 millones de dólares. La cifra aparece por primera vez en las actas del conglomerado familiar el 24 de enero de 2011. Odebrecht, según la investigación del “Lava Jato”, adquirió la sucursal caribeña del banco austríaco para derivar millonarios pagos de coimas por contratos en toda Sudamérica. “Y veinte millones de dólares es exactamente la cifra mencionada en las investigaciones como el pago de coima realizado por los brasileros para el soterramiento del Sarmiento”, agrega Cerruti, en referencia a la obra que Odebrecht compartió con Iecsa, la empresa que Franco Macri le vendiera a su sobrino Ángelo Calcaterra. Se trata del mismo Meinl Bank que en 2010, mismo año del préstamo a Socma, adquirió en cómodas cuotas los créditos que el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Financiera Internacional tenían en la quiebra del Correo Argentino, la empresa de los Macri.

Según la fiscal Boquín, en la negociación del Correo el banco austríaco actuó en contra de sus propios intereses y a favor de la empresa deudora. Cuando Macri llegó a la presidencia, el Estado y el Meinl formaron el núcleo de la mayoría acreedora que aceptó la propuesta del Correo, acuerdo que la fiscal impugnó por considerarlo fraudulento y ruinoso para el Estado. El Meinl Bank no tenía antecedentes conocidos en la Argentina en la gestión de Correos. En cambio, sí tenía una larga historia de vinculaciones con casos de lavado de dinero, sobre todo a través de la operatoria conocida como back-to- back. Esto es, a cambio de un depósito en negro en un paraíso fiscal, el banco devuelve la misma cifra en forma de préstamo, blanqueando la cifra y, encima, como deuda en vez de ganancia o capital, con el beneficio impositivo correspondiente.

En noviembre de 2019 el Banco Central Europeo le quitó la licencia al Meinl Bank para operar, precisamente por su involucramiento en maniobras back-to-back de lavado en Rusia, Ucrania, Lituania, Latvia y Eslovaquia. Pero nada de esto se sabía cuando, a partir de 2012, surge la propuesta dentro del grupo Macri de entregarle la empresa constructora Sideco, la principal joya de Socma, al banco austríaco a cambio de la deuda generada por el préstamo del banco a la empresa. Sin embargo, según denunció Mariano Macri, se trataría de una venta simulada por una deuda inflada a través de un


autopréstamo. Socma debía cien millones de dólares a banco brasileños, más intereses y punitorios. En vez de pagar, el plan era vaciar Socma a través del Meinl Bank y fugar sus principales activos a sociedades offshore, así cuando vinieran los brasileños a reclamarle su deuda a Socma se encontrarían con una cáscara vacía incapaz de afrontar pago alguno. Mientras tanto el grupo podría seguir operando a través del Meinl Bank sin tener los conflictos de interés evidentes que les producía la carrera política de Mauricio a las empresas que figuraban a nombre de la familia Macri. En abril de 2013 Mariano se opone a la maniobra e impugna en la justicia la asamblea societaria en que se había decidido la venta al Meinl Bank y pide una medida cautelar para anularla en el Juzgado Federal Comercial N° 5, a cargo de Javier Cosentino: “Mariano Macri, en su carácter de accionista de la sociedad Socma Americana SA, solicitó el dictado de una medida cautelar tendiente a la suspensión de las decisiones tomadas en la asamblea societaria del día 21 de febrero de 2013 y, en subsidio, la suspensión de la dación en pago resuelta a través de la entrega del 60 por ciento de las acciones de Sideco SA de titularidad de Socma para cancelar una supuesta deuda con un banco extranjero. En sustento de la medida cautelar pedida, sostuvo que la asamblea general extraordinaria oportunamente convocada para el día 6 de febrero de este año, continuada como consecuencia de un cuarto intermedio el día 21 de febrero, trató cuestiones que excedieron el orden del día propuesto, que tenía por objeto analizar el estado de las negociaciones con el Meinl Bank Aktiengesellschaft a fin de cancelar el endeudamiento contraído con esa institución, como así también la consideración de las alternativas de pago propuestas por el directorio mediante la dación en pago de activos de la compañía. Refirió que, pese a la convocatoria, durante el devenir del acto se propuso una moción para aprobar la transferencia del 60 por ciento del capital accionario que Socma posee en Sideco, el otorgamiento de una opción de compra por un 39,61 por ciento y la celebración de un acuerdo respecto del cual no fueron establecidos sus lineamientos. Agregó que no le fue entregada la documentación suficiente y necesaria para analizar la viabilidad de la operatoria que finalmente fue aprobada por 186.003 votos a favor contra 124.002 en contra”.

El juez falló en contra de la cautelar. Mariano apeló y el juez concedió el recurso. Pero, mientras se dirimía la cuestión de fondo, en diciembre de 2013 Socma comunicó al juzgado que la venta no se llevaría adelante, por lo que el juez Cosentino determinó que ya no era necesario continuar el pleito: “El accionado manifestó que, dadas las negociaciones realizadas con el banco acreedor sobre diferentes puntos relacionados con la opción de compra exigida por el banco austríaco denominado Meinl Bank Aktiengesellschaft, la operación no se llevará adelante en los términos resueltos por la


asamblea iniciada el 6 de febrero de 2013 y concluida el 23 de febrero de 2013, por lo que deviene abstracto expedirse en relación a ello”. A partir de marzo de 2016 Socma y Sideco dejaron de cotizar en bolsa y, por lo tanto, sus balances dejaron de ser públicos.

 

El fraude consistía en poner a un banco austríaco como testaferro, el banco Meinl, y nosotros quedar como accionistas ocultos a través de fundaciones en Luxemburgo y como dueños de unas sociedades en Panamá.

Ahí me di cuenta de que empezaba a ver la ruta negra. En un momento se me prendió el foquito y me dije: “Si estos pelotudos pasan un solo dólar desde la empresa hasta el accionista, van a alumbrar el camino del negro y a poner todo en evidencia”. Me quedaba clarísimo que no tenían intención de pasar ni un dólar. Lo del banco austríaco lo venían poniendo sobre la mesa desde 2011 y recurrentemente volvía a surgir. Estaban preparando el terreno. Se nos venía el momento de firmar papeles para constituir la fundación de cada uno a través de la cual quedaríamos como dueños de acciones, pero en forma oculta. Así empieza todo ese proceso que iba trasluciendo el esquema que estaban armando.

Cuando me propusieron el vaciamiento de la empresa, argumentaron que el problema era el crédito del BNDES de 100 millones de dólares que el viejo había firmado en aval personal. Ellos lo percibían como una contingencia, una amenaza cierta en el tiempo, una injusticia, y decían que la única manera de resolverlo era esta. Jamás nuestro padre nos había insinuado siquiera un camino en contra de la ley para resolver ningún problema y ahora mis hermanos planteaban que algo así era la solución. Yo sentía que me encontraba en una situación sumamente incómoda.

Entonces yo, que conocía de este tema porque había estado en Brasil muchos años, justamente mientras estallaba, a partir de la quiebra de la empresa de chacinados de Chapecó, les dije: “Ustedes están apuntando a una contingencia probable en el futuro, desde una empresa del Estado brasilero contra la familia de un presidenciable que tiene que actuar a través de exhorto judicial en la justicia argentina. Y no hablan del tamaño de la estructura que tenemos que solventar: cinco millones de dólares de managers en un grupo que ya no tiene un volumen de negocios que la justifique. No veo que sea necesario semejante despliegue de management, de cincuenta o sesenta personas... ¿Por qué no hablamos del contante y sonante de todos los días y del cortísimo plazo, del problema cotidiano?”. “Ese es otro tema”, tiraba la pelota afuera Mauricio. De ahí reunión con los directivos de Socma, que habían sido instruidos para echarme flit.

Mientras tanto, el viejo me venía alimentando con información, que fue la que me permitió ir completando el rompecabezas rápidamente con tres o cuatro piezas clave que me puso sobre la mesa. Me empezó a hablar de Mauricio, a meter fichas y, de alguna manera, a picanear. Me decía: “¿Y vos dormís?”.


La fumada en pipa la venían proponiendo desde 2011. Venían hablando de lo que después, con el tiempo y con mayor claridad, se me iría configurando como un esquema de vaciamiento. Yo iba compartiendo esto con el viejo y le decía que no entendía, a riesgo de mostrarme como un gran pelotudo. “Esto no me suena muy bien, yo quiero tener mis propios asesores”. Mi nivel de desconfianza y de animosidad hacia Mauricio era ya muy grande. Sentía que me forreaban y me tomaban de boludo, entonces quería mis propios asesores.

Fueron dos años de charla, del 2011 al 2013. El viejo se ponía en espectador y yo, de vez en cuando, le decía: “Estos están haciendo tal cosa”, pero su intervención no era contundente. Mis asesores me advirtieron que la cosa estaba muy mal, entonces mis hermanos me confrontaron con los asesores de la empresa, que me dijeron que no pasaba nada. “Claro, no pasa nada porque es mi culo, no el tuyo”, les respondí.

Como jefe de gobierno y después como presidente, Mauricio dirigía el grupo por teléfono, en charlas muy escuetas. Él venía dirigiendo o codirigiendo desde hacía años. El grupo había sido mucho más grande y él tenía un sentido práctico muy desarrollado. Estos eran apenas bolichitos, pocas empresas de un tamaño muy acotado al lado de lo que supo ser el grupo. Ya no facturaba 4500 millones de dólares como en los 90.

Mauricio dice que no tuvo nada que ver. Toma todos los recaudos para blindarse, pero yo tengo muy claro que él estuvo siempre presente. Estuvo bien presente cuando mis dos hermanos me plantearon en el 2011 que había que hacer todo un movimiento societario de manera de quedar nosotros ocultos como propietarios. Yo les dije que esa no podía ser la única opción, sino que debería ser la última. ¿Se puede renegociar la deuda? “Y bueno, no”. Estábamos en Eduardo Costa Sandra, Florencia, Gianfranco, Mauricio y yo. De una o dos reuniones participó mi primo Ángelo, pero en esta no había nadie más. Y fue ahí, meses más, meses menos, cuando empecé a vivir estas reuniones entre hermanos como una pantomima, como algo que no servía de nada. Entonces dije: “No sé ni qué carajo hago prestándome a esta farsa”, me abrí y seguí mi camino.

Aunque Mauricio dirigía el grupo, la propuesta del vaciamiento siempre la traía el management. En cierto momento Mauricio, que ya era jefe de gobierno, me fue a apretar a las oficinas del viejo: “Ya tuviste tus asesores. No hay más tiempo. Basta de dar vueltas; tenés que firmar, no hay otra opción”. Y a mí no me cerraba, no me sentía nada cómodo. En diciembre de 2012 me dio esa advertencia y en enero publicaron edictos en el boletín oficial llamando a asamblea. La asamblea se realizó a fines de enero y se puso como tema la votación de esta venta, de esta dación en pago de acciones a ese banco. Era el inicio del proceso por el cual nosotros desapareceríamos.

Históricamente, la salida planteada por Mauricio era de boutique financiera, es decir, administrar las riquezas que se tenían con la menor cantidad de estructura posible y apuntando a la rentabilidad con colocaciones acordes a la situación de ese momento, que no era la de un


grupo de envergadura. Pero ahora estaba planteando algo totalmente contrario a sus creencias al decir que había que mantener esa estructura sobredimensionada. Y me di cuenta rápidamente de que no irían a transferir nunca un dólar a los dueños. Era evidente que el propósito era otro. Querían usar el Meinl Bank, con el management que conocían de toda la vida, para presentarse en todas las licitaciones que tuvieran por adelante.


 

 

 

MAYORÍA

 

Al darse cuenta que Mauricio Macri quería vender el grupo empresario familiar a un testaferro para favorecer sus negocios desde la política y al mismo tiempo sacarles rédito como beneficiario oculto, Mariano Macri convenció a sus hermanas Florencia y Sandra de formar un frente común para exigirle transparencia y rendición de cuentas a la línea gerencial encabezada por Maffioli. Al firmar el acuerdo con sus dos hermanas Mariano había alcanzado una mayoría accionaria del 60 por ciento, suficiente para revertir cualquier maniobra o transacción que no tuviera una explicación clara, empezando por la cesión de la mayoría de Sideco al Meinl Bank. Sin embargo, a semanas de la asamblea para aprobar la transacción Franco Macri convenció a las dos mujeres de que deshicieran el acuerdo firmado con Mariano y apoyaran a Mauricio.

Según Mariano, su padre actuó de esa manera por dos razones. Primero, porque Mauricio lo había amenazado con duplicar su estructura en China para quitarle negocios. Segundo, porque Franco pensaba que Sandra y Florencia no estaban capacitadas para enfrentar al entonces jefe de gobierno y, por lo tanto, saldrían lastimadas.

 

No es que mi hermano se quedara con la caja, sino que la usaba para su proyecto de poder. Toda una caja negra que controlaba a piacere sin que nosotros tuviéramos la más mínima información ni la más puta idea. Si había que escribirle una factura a un estudio de abogados, lo hacía con total discrecionalidad porque tenía al management alineado haciendo lo que él mandara.

Mis hermanas estaban de acuerdo conmigo en que esa forma de manejarse, de dirigir un grupo, era inaceptable porque no consideraba a los cinco accionistas en pie de igualdad y a los tres nos trataba de tontos. Entonces, se avinieron a firmar conmigo una sindicación de la mayoría. No hubo que hacer mucho esfuerzo para convencerlas porque el sentimiento era absolutamente mancomunado. “Somos accionistas al 20 por ciento cada uno de los cinco. Deberíamos tener ahí un management que nos hablara honestamente”. Las agarré en privado de a una. A Sandra la veía mucho en mi casa o en la de ella, y a Flor la puedo haber visto saliendo a almorzar, alguna vez también la cité en la oficina de mis abogados.

Tomé la iniciativa después de hablar mucho con mis asesores y abogados, que decían que la cosa cambiaría si yo tenía la mayoría porque iba a poder construir otro tipo de exigencia. Con


ellas pensamos en darle al management la oportunidad de actuar de manera responsable. La situación era muy asimétrica; los dos hermanos parecía que no dependían tanto del grupo como nosotros tres, por lo que había que poder equiparar, poder estar todos los accionistas en la misma mesa, con respeto, tratando de tomar las decisiones, equivocándonos y tal vez yendo a la quiebra, pero por lo menos habiéndole puesto lo mejor de nosotros y siendo conscientes de todo. Y si había dificultades para que el grupo diera plata, conocer las razones y las opciones, es decir, que nos presentaran la información de manera clara. Porque nos cocinaban todo. Además, me venían pasando algunas cosas que no tenían sentido. El que me propusieran hacer un fraude me parecía un disparate. Todo esto hizo que ellas coincidieran conmigo. Incluso estaban mucho más emocionadas que yo, por lo que no fue difícil congeniar.

Es que en algún momento razonás, es inevitable, y pensás qué te tocó. Estábamos todos en el mismo bote y había que tener la charla, la oportunidad de definir nuestro destino, de decidir sobre nuestra propia vida. La charla también tuvo ese sentido. O agachamos la cabeza y nos dejamos llevar de las narices toda la vida —y yo no podía hacerlo— o nos sentamos a decidir lo que nos conviene discutiéndolo abiertamente entre todos. Mi postura estaba definida. En una reunión con Sandra y con la representante legal de Flor, ellas dijeron: “Te acompañamos, creemos lo mismo que vos”. Fue a fines del 2012.

Pero el viejo las disuadió de acompañarme en la sindicación de la mayoría.

Junto con Salvestrini, y sin que este lo hablara conmigo, dos meses antes había dictaminado que se dejaba de pagarme el sueldo que me daba por haber trabajado con él en el tema de China. Y eso que Salvestrini era quien le había dicho que me pagara un buen sueldo. Cuando el viejo nos donó el grupo, Salvestrini había aceptado una propuesta de segunda paga, si no me equivoco eran mil dólares por mes, porque papá lo estaba queriendo incorporar para laburar en su proyecto con China. Fue entonces que el tipo le dijo: “Vos a Mariano le tendrías que estar pagando un sueldo que se ajustase a las responsabilidades que le estás queriendo dar”. Después vino y me dijo que iba a recibir 25 mil dólares. Me sorprendí, y también me alegré mucho porque eso resolvería mis problemas de gastos mensuales.

Por entonces Mauricio le estaba pisando al viejo los negocios de representación con China. Ante ese peligro inminente de que mi hermano le quitase también ese ámbito de actividad, el viejo cedió y me sacó el sueldo. En realidad, me lo redujo de 25 mil dólares a 10 mil. Él sabía que en esa época yo le estaba pasando 10 mil dólares por mes a Marie France por nuestro acuerdo de divorcio y que, por lo tanto, me estaba dejando prácticamente sin nada.

Además, les ordenó a mis hermanas que dejaran de apoyarme en mi enfrentamiento con Mauricio y Gianfranco, con lo cual me quedé solo.

No sé cuánto necesitaba decirles el viejo para que ellas acataran. Sé que lo hizo desde la convicción de que las estaba preservando. Él pensaba que no tenían el temple necesario para


enfrentar a sus hermanos y, además, que ellos estaban dispuestos a hacer cualquier cosa. Les habrá dicho que no honraran la sindicación de mayoría que habían firmado conmigo para evitar entrar en una batalla para la que no estaban capacitadas. Ya teníamos todo firmado y, en cierto momento, me hicieron saber que no me iban a apoyar. Finalmente, en lugar de pedirles a mis hermanas que honrasen lo que habían firmado hice como si nunca hubieran firmado nada. Flor se abstuvo y los demás votaron a favor de la operación. Fui el único que votó en contra.

Él me había activado a mí como arma de ataque hacia Mauricio y, después, habrá negociado, se habrá comprometido a retirar su apoyo para no interferir en mi enfrentamiento con mis hermanos. Eso fue clarísimo. Con eso le despejó el camino a Mauricio. El peso pesado, el que tenía el poder, claramente era Mauricio. En esa época era jefe de gobierno.


 

 

 

EL RUBICÓN

 

El Rubicón es un río italiano que por el 50 a. C. funcionaba como límite entre la República Romana y las tierras rebeldes. Cruzarlo estaba prohibido para cualquier general, ya que significaría iniciar una cruenta guerra civil. El río quedó en la historia gracias a Julio César. El gran líder militar decidió atravesarlo en una movida peligrosa pero necesaria. Debía vencer a sus oponentes en Roma. Ellos tenían el poder del Palacio, él en el campo de batalla.

Sus dudas se reflejaron en las aguas rubí del río en una noche de enero del 49 a. C. Julio César se detuvo ante el Rubicón sabiendo que cruzarlo significaba convertirse en enemigo de la República. Cuenta la historia que cuando dio la orden de avanzar pronunció la frase: “alea iacta est”, “la suerte está echada”. También recordó a uno de sus autores preferidos, el dramaturgo ateniense Menandro. Mientras sus hombres se adentraban en las aguas Julio César gritó en griego: “Anerriphthô kubos!”, “¡Que empiece el juego!”. El resto es historia. Fue sumando victoria tras victoria en las batallas de Farsalia, Tapso y Munda. De regreso a Roma, ya era amo de la República.

 

La reunión de accionistas se hizo en enero de 2013, después de que ellos publicaran el edicto para forzar una asamblea para decidir el vaciamiento, es decir, los primeros pasos hacia la transferencia de acciones hacia ese testaferro. Además de votar en contra, yo me opuse a la realización de esa asamblea con el argumento de que no nos habían dado suficiente información ni nos habían explicado claramente las consecuencias de la venta al testaferro, ni nos habían dado el tiempo necesario para analizarlas. A partir del día en que se hizo la asamblea, tenía un mes para refrendar mi impugnación en la justicia; si no, perdía validez. Si no iba a la justicia, en el ámbito de la sociedad mi impugnación no tenía ningún valor, perdía sustento. Entonces mis hermanos me pasaban por encima por mayoría y yo iba a terminar siendo cómplice de la maniobra de vaciamiento. Fue entonces cuando, sin opción y siguiendo la estrategia de ir incrementando de a poquito el volumen de mi postura, yo impugné la asamblea en la justicia. Fue el primero de toda una secuencia de eventos llevados por mí a la justicia. La postura de mis abogados era que, si yo lo hacía, dejaría en claro mi posición y me estaría apartando del camino. Y lo hice.

A mediados del 2013 nos reunimos todos de nuevo. No había terceros, éramos solo los hermanos. En esa reunión Mauricio me dijo: “Cruzaste el Rubicón”. Con una postura


absolutamente tajante, terminante, me advirtió: “No hay más plata”. Dijo que el management, ante los enfrentamientos que estábamos teniendo entre los accionistas, ya no se sentía cómodo con seguir ofreciendo estas salidas para que nosotros recibiéramos plata. Y por esa razón había decidido cortar con todo tipo de retiro, porque, “como ustedes saben, en términos legales, el grupo en realidad no está en condiciones de distribuir dinero”. Estaría impedido por balances o lo que fuere. “A partir de ahora, ya no va a haber más distribución entre ningún accionista”.

Entonces le respondí: “Hace dos años que me vienen diciendo insistentemente que no quieren que reciba más la mensualidad que me paga el grupo depositada en cuenta y quieren que la reciba en negro y, que yo sepa, en negro no hay que rendir cuentas a nadie. Cuando le dije a Maffioli que no iba a poder justificar el ingreso en negro me contestó: ‘Poné una heladería’. Con lo cual, el argumento que me estás dando del management no aplica”. Entonces se me paró bien cerquita, cara a cara, y me dijo: “No hay más plata, ¿entendiste?”.

A partir de ese momento, me fui quedando seco. Es más, yo tenía mi propia plata metida dentro de la empresa, custodiada por la empresa si querés, 300 mil dólares. Cuando los pedí, me los negaron. Una postura absolutamente extorsiva. Empecé a pedirle plata a mi gente, a mis amigos, ya que a la familia no tenía cómo recurrir. Durante muchos años estuve muy deprimido y una de las características de esa depresión fue una inanición muy fuerte. Sentí la traición de mi viejo, de mis hermanos, de mi madre, de mis sobrinos.

Cuando me cortaron el chorro a mí, también se lo cortaron a Sandra. Papá se puso duro con ella también. Ella le pasaba prácticamente todo su estipendio al loco del marido [Néstor Leonardo] y él, con toda esa plata, hacía lo que quería. El estipendio venía del grupo, entonces papá empezó a apretar un poco y a tratar de ponerle límites.

La situación entre mis hermanos y yo era asimétrica. Mi hermano Gianfranco era dueño del Buenos Aires Golf y, mal que mal, sin yo conocer los números, con las ventas esporádicas de algún terreno un ingreso adicional tenía. Además, ellos manejaban los giros de plata disfrazándolos de la manera que querían. Era un corte de manga para mí. Florencia seguía recibiendo sustento porque el viejo le había dado desde el inicio, y cuando muriera Sandra mis sobrinos iban a seguir recibiendo también. Pero yo no.

En esa época los hermanos nos habíamos reunido tres o cuatro veces en la planta baja de Eduardo Costa. Alguna vez convocó mi padre, después solos, otra vez fue mi primo Ángelo. Y en alguna oportunidad se reunieron Mauricio y mi primo Ángelo en la casa de mi primo. Sandra participó de todas las reuniones, pero Flor solo de algunas. Era muy “nena de papá” y sabía que no iba a dejar de contar con la plata que papá le pasara. En esa época también Sandra empezó a recibir plata del viejo, pero Mauricio y Gianfranco quisieron dar un escarmiento y les cortaron el chorro a todos. El viejo recogió el guante ayudando a las dos mujeres.

En 2014, después de la muerte de mi hermana, decidí discontinuar las acciones legales porque


era lógico pensar que mi hija con cáncer podía ser la próxima de la lista. Depuse las armas. Sin embargo, en ese momento empezó la historia del abuso tras abuso. Y a pesar de que yo había dicho basta, no tuvieron empacho en seguir usando la caja para tratar de ponerme de rodillas.


 

 

 

SOBRINOS

 

En 2015, en medio de la pelea entre Franco y sus dos hijos mayores, Gianfranco convoca a una reunión de accionistas en la que plantea prohibir por la fuerza la entrada de su padre a las oficinas de Socma. En la reunión participaron, además de Mariano, los tres hijos de Mauricio y los dos de Sandra. Mauricio les había legado sus acciones a sus hijos al ingresar en la función pública en 2007 y los hermanos Valladares habían heredado las acciones de su madre cuando Sandra murió, en junio de 2014. El encuentro terminó con gritos e insultos.

 

El viejo había donado el grupo con cargos. Había unas doce condiciones que debían cumplirse y no se cumplían. Pero a él le interesaba sobre todo una, que decía que tenía 15 millones de dólares adicionales para cobrar del Correo y que él sería el primero en cobrar su parte de la deuda del Estado por las inversiones hechas antes de la confiscación. Pero cuando comenzaron a gestionar la cobranza del Correo Mauricio trató a Cristina en malos términos, o más bien como el culo; lo manejaron desde sus intereses políticos y no desde los intereses empresariales. Entonces el viejo empezó a llenarse las pelotas y a querer la plata. Como no lo participaban de la gestión ni le rendían cuentas ni compartían con él la decisión de qué estrategia usaban, se dio cuenta de que estaban sacrificando cualquier oportunidad de recuperar ese claim. Por momentos ponía quinta, empezaba a mandar cartas documento y generaba una trifulca.

En lo más álgido en la tentativa del viejo de molestar, Gianfranco convocó a una reunión en Socma con los accionistas, que entonces éramos él, los hijos de Mauricio, los hijos de Sandra y yo, y entonces hizo un planteo medio a lo guapo: “Si ustedes están de acuerdo conmigo, cortamos por lo sano”. Quería hacer una movida contundente que pusiera de manifiesto que el viejo no tenía ningún derecho. No me acuerdo si pretendía ir a la justicia o qué, porque estamos hablando de tiempos pasados y no fue ese el pívot de la reunión. El pívot fue lo que dije yo: “El tío de ustedes dice pelotudeces y los está aconsejando mal”. La reunión era muy tensa y ahí intervine: “Si como parte de su responsabilidad el management tiene que lidiar con papá, es problema de ellos. Lo mejor que podés hacer con tu abuelo es visitarlo, darle amor, que se sienta contenido”. Y al hijo de Mauricio, Caíque: “Vos, que repetís como un boludo lo que te dice tu tío Gianfranco, ¿por qué no te ponés los pantalones largos?”, a lo que él respondió: “¿Qué querés? Yo hago lo que dice papá”.

La reunión terminó así de mal, conmigo diciéndoles que lo que proponía Gianfranco de


prohibirle la entrada al abuelo con agentes de seguridad no era la manera de solucionar el tema. Que proponía un enfrentamiento choto y que no era el modo. Los hijos de Sandra estaban cooptados porque el padre había hecho un acuerdo económico de divorcio con Franco basado en recibir un estipendio. Flor vivía en Miami y había mandado un representante. Los hijos de Mauricio decían que todo lo que hacían era por el papá y terminaron no pudiendo hacer mucho.

Lo más dramático de toda esta historia de poder es que le habían robado a esa generación la posibilidad de elegir, como seres humanos, dónde pararse, qué valores defender en la vida. Directamente tuvieron que alinearse a la postura de los padres. Los involucraron, los hicieron parte y los usaron. Los padres les planteaban la situación como si yo me hubiera comportado pésimamente y hubiera actuado en contra de los intereses de todos. Pero nunca se enteraron de cómo habían sido las cosas y quedaron defendiendo lo indefendible. Me duele mucho que haya pasado eso con mis sobrinos.

Gianfranco no necesitó hacer ninguna maniobra con sus hijos. Lo de él pasó, más bien, por el plano emocional: no me invitaron al casamiento de la hija.

Con los hijos de Sandra, Rodrigo y Franco, me pasó algo parecido. Yo me había ocupado siempre de velar por ellos, de estar cerca, de llevarlos conmigo a todos lados. Rodrigo era mi ahijado. En un momento lo hice sentarse en las mismas oficinas de Macri Group. En esa época Sandra a veces estaba en mejores condiciones, pero otras veces colgaba la toalla y no quería saber nada. Estaba inundada de químicos. Entonces le dije a Rodrigo: “Están usando todo esto para un rito de poder del cual no somos ni informados ni para el que nos piden permiso. Al final de cuentas, es un disparate estar en esta situación”. Y lo primero que hizo fue ir a contarle a Mauricio. Y Mauricio me lo reprochó en una reunión de hermanos en Eduardo Costa, después de la votación para vender parte de Sideco al Meinl Bank, cuando tenía un mes para llevarlo a la impugnación judicial. Una reunión para plantearme que no importaba lo que yo dijera. “Me llegó por cuatro lados distintos”, me dijo Mauricio, porque Florencia fue y habló con él, Ángelo probablemente fue y habló con él, y no sé si Fabio también. A mí me caseteaban mucho mis abogados diciéndome que me hiciera el boludo y nunca les dijera las cosas que me preocupaban. Mauricio decía: “¡Las barbaridades que pensás de mí, las cosas que estás diciendo de mí!”, y yo, nada.

A pesar de estos desencuentros aclaro que yo quiero mucho a todos mis sobrinos, y en particular siento un gran respeto por los hijos de Mauricio, porque nunca quisieron estar en la empresa y cada uno forjó su camino. Y nunca aceptaron que el padre moviera sus influencias para ayudarlos, ni siquiera cuando era presidente. Por eso me duele que, en un punto, se hayan dejado usar.


 

 

 

INSANIA

 

“Está gagá”, repetía Mauricio; “no se puede manejar una empresa con un tipo que dice que se va y vuelve todo el tiempo. Enloquece a los gerentes. Vamos a perder todo”. En febrero de 2010 la revista Noticias informaba que los hijos de Franco preparaban una denuncia por insania en contra de su padre, y la tibia y vacilante desmentida de Mauricio no hacía más que confirmar que algo de eso había. “¿Es cierto que ustedes presentaron un pedido de insania de su padre para que no pueda seguir en el manejo de las empresas? Mauricio Macri balbucea. ‘Bueno, no fue tan así… el viejo como siempre primero dijo que se iba, que dejaba todo, se tomó el buque, se fue a China… y a los dos meses volvió… De alguna manera había que pararlo. Toda la vida hizo lo mismo… Es como muchas personas en una… es muy difícil’”.

 

Desde el mismo momento en que comenzó el traspaso de Socma, en el 2007, Mauricio y el management empezaron a pergeñar de qué manera sacar al viejo lo antes posible del grupo. Lo querían destituir como presidente. Yo me enteré por el viejo, que se descargaba conmigo. En ese momento empezó a estar muy mal, a tener picos de agresividad. “No puede ser, ustedes tres están peleando contra mí. Me quieren ver muerto”. La primera vez que hizo esta acusación yo me puse a llorar. Semejante bestialidad. Y después, como yo me había lavado las manos dándoles un poder a Mauricio y Gianfranco, me decía “Poncio Pilatos”.

Durante años repitió hasta el cansancio que lo querían declarar insano. Yo al principio me bloqueaba, no quería perder más energías. En el 2008 Mauricio y Gianfranco citaron a tres médicos. Yo me enteré por un psiquiatra de papá. (Incluso el viejo también se enteró por él). Cuando salió de esa reunión, el psiquiatra lo mandó a hacerse tests para establecer su estado.

Algunos años después, en el 2014, empezó a surgir el tema cuando Gianfranco convocó a los accionistas diciendo que el viejo estaba queriendo cobrar cosas que no le correspondían, que hacía años que no estaba bien y que tenía conductas de una persona fuera de sus cabales. Así supe lo de la reunión con los médicos, entonces fui a ver al psiquiatra del viejo y este me dijo: “No me pidieron específicamente que lo declarara insano”; tampoco a García, el clínico, ni al tercer doctor, que creo que era el cardiólogo. “Estaban insinuándolo para ver si nosotros nos aveníamos a firmar un estado de insania”. En ese momento pude confirmar que era verdad lo que el viejo decía, esto de la insania, algo de lo que siempre me acusaba a mí también. Le pregunté al psiquiatra si se había hecho la constatación y el tipo me contó la historieta.


Me dijo que lo primero que hizo después de la reunión con Mauricio y Gianfranco fue practicarle a mi padre todos los test, “a ver si todavía tus hermanos van a ver a [un neurocientífico habitué de la televisión], de quien se dice que por un millón de dólares habría firmado testados de insania en cantidad de casos”. “Ah, mierda, me estás jodiendo, ¿en serio?”, le pregunté. “Sí, es famoso”, me dijo. “Tiene una banda con otro psicópata dando vueltas”. Al final, esa movida de mis hermanos nunca prosperó. Que yo sepa, nunca llegó a tribunales. Al viejo los test le dieron bien, pero todo el enfrentamiento lo angustió mucho.

Lo de la demencia fue un invento de mis hermanos. Ellos venían instalando esa idea desde hacía rato. Mauricio es el jodido, el Maquiavelo. El tipo está siempre con la última tecnología del mal. Nunca prosperó, no fue un camino que siguieron, pero a papá lo destruyó, porque se quedó patinando en esa zozobra durante años.

La depresión le generó una pseudodemencia senil. Me lo explicó su último psiquiatra, Matías Bonari, tal vez para pegarle un palo merecido al psiquiatra que me había contado la reunión con Mauricio y Gianfranco. Con el viejo deprimido y con una personalidad difícil, no le debe haber encontrado la vuelta; habrá querido encontrársela a través de los medicamentos y punto, pero no tratando de ser más creativo. Me da la impresión de que en algún momento el tipo claudicó. Sobre todo, a partir del episodio de la fractura de la cadera de papá. Uno o dos meses después de la fractura, yo iba a verlo prácticamente todos los días —debió ser en el 2018, un año antes de que muriera— y estaba totalmente ido, dopado, sin voluntad y sin habla. Yo pensé que esa no era la postura ni el comportamiento de alguien con demencia senil, sino de alguien sacado de órbita, drogado.

Entonces me puse de culo con ese psiquiatra y llamé a Bonari. Me lo habían presentado mis primos, los Calcaterra, y me pareció un crack. Efectivamente, él me hizo un diagnóstico muy distinto. Me dijo que el viejo estaba deprimido y que tenía un cuadro de pseudodemencia senil. Y que, si no lograba sacarlo de la depresión, con el tiempo terminaría con demencia.


 

 

 

FABIO

 

Fabio Calcaterra es el primo más cercano en edad y también el más amigo de Mariano Macri. A diferencia de su hermano Ángelo Calcaterra y de su primo Jorge Macri, Fabio nunca ha sido parte ni de los negocios de la familia ni del armado político de Mauricio. Sin embargo, ha realizado emprendimientos exitosos, y en la familia se lo conoce cariñosamente como “el rey de la papa frita” por ser un empresario líder en el rubro. Desde ese lugar se ha ganado el respeto de todos los Macri, incluyendo a Mauricio.

Comparte con Mariano la sensibilidad, el bajo perfil y el no creerse mejor que nadie. Desde hace al menos cinco años Fabio ha intentado de distintas maneras y en distintas oportunidades acercar voluntades entre Mariano y sus hermanos, lo cual en la familia Macri implica lograr un acuerdo económico para sellar la salida de Mariano del grupo empresario en base al valor de la quinta parte que heredó del padre. Desde un almuerzo que gestionó en 2014 entre Mauricio y Mariano y que se relata a continuación, hasta el día en que este este libro fue a imprenta, pasando por el último cara a cara el día antes de la cuarentena, el “tanito” Calcaterra intentó lograr un acuerdo que permitiera curar las heridas que había dejado el enfrentamiento familiar, sobre todo en su querido primo Mariano.

 

Los Calcaterra intercedieron por mí porque no entendían la actitud que estaban adoptando mis hermanos conmigo. Sobre todo, Fabio.

Hasta donde sé, al principio Fabio acompañaba al hermano como inversor, y viceversa. Ahora Fabio tiene su línea de trabajo. Él se convirtió en el emperador de la papa frita en Argentina y en América Latina. Arrancó siendo socio de unos holandeses, los de Farm Frites. En un momento dado se separó por compras sucesivas y, si no me equivoco, después de un par de años de pilotearla solo con una procesadora en Munro se asoció con los norteamericanos de Simploc, una de las más grandes del mundo en el rubro. Hizo una planta de 120 millones de dólares en Mendoza, algo que tenía mucho sentido porque estaba cerca de la papa. Tiene un banco también. Se compró un banco, el Interfinanzas [es dueño del 40 por ciento del paquete accionario]. El hermano inicialmente compró con él, pero después Ángelo se abrió.

Yo me crie con Fabio. Es de mi generación. Hemos convivido mucho desde la infancia. Es un tipo que ha hecho su camino, ha crecido y se ha consolidado como empresario. Estamos en permanente diálogo, pero además él también mantuvo una relación con Mauricio, aunque


seguramente con algún grado de distancia. Llegó a un punto de construcción de poder que le permitió enterarse de las cosas...

Para conseguir una reunión con Mauricio tuve que hacer una jugada bastante cretina con mi primo y, sin decirle nada ni darle explicaciones, le mostré el teléfono que tenía agendado de [el periodista Nicolás] Wiñazki y él fue suponiendo cosas. Llamó a Mauricio, y después me llamó Anita Moschini [la secretaria personal de Mauricio y, antes, de Franco] y me citó para un almuerzo. Había habido una reunión entre Mauricio y mis primos en la que Ángelo había tratado de mediar diciendo que faltaba comunicación, que lo que deberían hacer era hablar más, pero Mauricio opinó que para él era importante que ninguno se saliera de la propiedad del grupo, que todos permanecieran y acompañaran.

Así fue como, en 2014, me reuní a solas con Mauricio un mediodía, en el restaurante peruano- japonés Páru-Inkas del Pacheco Golf, un country pegado al Buenos Aires Golf de Gianfranco. Arranqué diciéndole: “Qué bueno que estemos solos, así no hablás para la platea”. Era una época bastante anterior a la venta de las empresas, cosa que ocurrió dos años más tarde, en 2016, cuando él ya era presidente. Las vendieron a 120 millones de dólares.

En ese almuerzo le manifesté que no estaba de acuerdo con la forma en que se llevaban las cosas adelante ni en intentar un acuerdo entre nosotros porque me parecía que no iba a llegar a ningún lado, y que lo que yo quería era seguir mi camino. Ya me había dado cuenta de que estaba todo cocinado y no había un normal proceso decisorio de gobierno de la empresa, en el que los accionistas pudiesen contar con información fidedigna, hablar abierta y claramente sobre los problemas y decidir por consensos o mayorías. Era un proceso a través del cual, en connivencia con mi hermano mayor —que dirigía el grupo—, el management directamente preparaba toda la información como para que la aprobásemos y aplaudiéramos, y después se dedicaban a explicar por qué no se había dado tal cosa o tal otra. Nunca mostraban la realidad de los números.

Al final del almuerzo le pregunté: “¿Vos me decís que si quiero salir tengo que salir por el pancho y la Coca?”. Él puso cara de circunstancia y dijo: “Esto va a terminar mal, muy mal”. Y ahí se acabó nuestro diálogo.


 

 

 

SOBRINOS II

 

En 2007, al ser elegido jefe de gobierno, Mauricio Macri legó su paquete accionario en Socma a sus tres hijos. Sin embargo, según Mariano, a partir de entonces los hijos de Mauricio se comportaron como testaferros del padre, ya que en las reuniones de directorio ellos mismos reconocían que seguían las instrucciones de su papá.

En noviembre de 2017, los tres hijos de Mauricio les notificaron a los demás tíos y primos accionistas que le habían vendido su 20 por ciento de Socma al tío Gianfranco por 12 millones de dólares. Para Mariano Macri la transferencia fue irregular y violatoria del acuerdo entre hermanos cuando heredaron del padre en 2007 y, sobre todo, de un acuerdo de accionistas en 2015 que estableció un estricto procedimiento para la venta de acciones. En concreto, el acuerdo decía que cuando uno de los accionistas quisiera poner en venta sus acciones debía notificar a los demás para que todos pudieran ofertar en base al valor de la empresa (derecho de preferencia y de acrecer), lo cual no sucedió. Entonces, después de un intento de negociación que no prosperó, a principios de 2019 Mariano Macri impugnó la transferencia ante el Tribunal de Arbitraje General de la Bolsa de Comercio por “claro y grave incumplimiento de Acuerdo de Accionista”. Según la denuncia, “habiendo notificado simplemente un ‘negocio cerrado’, en la práctica se le impidió al resto de los accionistas aunque sea evaluar y analizar la posibilidad de aceptar la oferta, o bien, realizar una contraoferta sobre la base de una valuación seria de la compañía y de las acciones”. Más aún, a falta de información acerca de la procedencia y el destino del dinero para la compraventa de las acciones, Mariano sospecha que se trata de un mero pase de manos entre testaferros de Mauricio, realizada con fondos aportados por la propia Socma o alguna de sus cajas. Por eso en la denuncia, entre otros reclamos, exige que “se me haga llegar o pongan a disposición copia fehaciente del contrato celebrado para dicha venta, constancias de pago del precio incluyendo transferencias bancarias y todo otro documento fehaciente que acredite el precio abonado y las condiciones de venta”.

 

Mauricio podría haber evitado el traspaso de su paquete accionario a sus hijos en el 2007 cuando asumió como jefe de gobierno. Usarlos para esto le resultaba cómodo y natural, pero los estaba poniendo en riesgo. Ellos, se ve que para tener la conciencia en paz, dijeron: “La verdad es que esto no nos gusta nada y nos queremos abrir, queremos vender”.


Entonces se hizo una movida por la cual se suponía que ellos le vendían las acciones a Gianfranco por 12 millones de dólares, aunque en realidad hicieron una doble maniobra, porque Mauricio blanquea una transferencia de 12 millones de dólares a su testaferro y al mismo tiempo no deja de actuar como mayoritario de la empresa.

Yo les había dicho a dos o tres amigos de Mauricio. “¿Cómo puede ser que la bestia de tu amigo involucre a sus hijos de la misma manera que lo hace alguien como Lázaro Báez? Por amor de Dios, díganle que quite a esas criaturas del medio”. Y al poco tiempo los hijos vinieron con la idea de salir de la tenencia accionaria. Todavía no está comprobado que hayan delegado formalmente las acciones, pero igualmente, por más que lo hayan hecho —lo que hablaría de un procedimiento prolijo—, no quita que Gianfranco siga siendo el testaferro y reconociéndole a Mauricio propiedad, probablemente mayoritaria, de las acciones. ¿Qué porcentaje le pueden haber dado a Gianfranco? ¿El 20?

El grupo tiene un mecanismo por el cual, como acuerdo de accionistas, si uno quiere vender tiene que presentar la oferta a los demás para que los demás digan si van a comprar proporcionalmente. Pero todo lo han manejado de una forma arbitraria y desprolija. Puertas adentro, con mis asesores, siempre me preguntaba cómo podía ser que me resignara a no crecer en mi proporción cuando ellos habían puesto a uno de mis hermanos a comprar con plata que no tenía, que ellos mismos —el grupo— le iban a dar, o al otro hermano apareciendo como donando a sus hijos y en realidad seguía siendo accionista.

En su momento, en 2018, yo firmé dando el visto bueno. Pero esa transacción tendría que haber respetado los términos y condiciones bajo los cuales se me presentó. Lo que estoy pidiendo ahora en sede de la Bolsa de Comercio es que demuestren las transferencias, que efectivamente se hizo por ese monto, que se pagó lo que se dijo en los términos en que se dijo. Si no se hizo de esa manera, y si ellos no pueden justificar de dónde salió la guita, entonces fue una maniobra para defraudar a los otros accionistas.

Justo el otro día tuve una charla con mi sobrino, con Caíco. Vino a verme por mi embate legal, por cuestionar el traspaso de acciones a Gianfranco en la Bolsa de Comercio. Estaba preocupado por sí mismo, entonces me preguntó: “¿Por qué estás poniendo en tela de juicio nuestra salida del grupo? ¿Para qué lo hacés, en qué te beneficia?”. “En un primer momento —le respondí—, intenté compaginar una empresa grande, un reducto de poder, con una familia bastante chica, y traté de que pudiésemos armonizar esas dos variables y generar una comunidad virtuosa en la que se tuvieran en cuenta los aspectos humanos, y que el poder y las empresas no se llevaran puesta a la familia. Pero no lo logré porque tu padre optó por su proyecto de poder, y ahí empezó todo el melodrama. Uno de los impactos más dolorosos de este enfrentamiento ha sido haber perdido por completo el contacto con ustedes, mis sobrinos. Desde que ustedes nacieron hasta el 2007, cuando empecé a tener estas diferencias, siempre fui muy cercano y seguí muy


íntimamente el desarrollo de todos ustedes, participé de los hitos importantes y alimenté mucho ese vínculo. Pero de repente, a partir de este desentendimiento, sus padres les robaron la posibilidad de tomar una postura como adultos en la vida, de pensar qué entendían, dónde pararse, qué hacer respecto de esto”. Pasada una hora de conversación, tuve que terminar diciéndole: “Ustedes se prestaron a ser usados como instrumentos, y muchas de las cosas que sucedieron a lo largo de todos estos años tuvieron su voto para consolidar la mayoría. Y en la venta también sacaron algo a cambio, sacaron dinero, entonces hubo una transacción. ¿Y me estás diciendo que querés seguir manteniendo esa postura, un poco, si querés, infantil, de preguntar por qué no te preservo si me explicaste que no querés saber nada con todo esto, que nos peleamos entre nosotros porque somos unos pelotudos?”. No había dicho exactamente eso porque él es muy correcto para hablar. Entonces le dije que lo único que podía ofrecerle, si realmente quería entender el tema a fondo y elegir dónde posicionarse, era sentarlo con mis asesores legales, pero lo que me estaba pidiendo yo no lo podía hacer porque no era quien lo había puesto en esa situación. Y además, que si bien con todo lo que hacía podía estar avivando el fuego, lo hacía en defensa de mis derechos, del lugar en el que me paraba moralmente, éticamente. Y que a ellos los quería entrañablemente y siempre los iba a querer, y eso no iba a cambiar más allá del dolor que sentía por haber sido arrastrados a ser parte.

Siempre hay un día en el que uno deja de ser un chico y pasa a ser un adulto. Un día en el que ya no puede culpar a los demás, sino que tiene que hacerse cargo.


 

 

 

JOSÉ

 

“Lo peor que te podía pasar en el Newman era tener a José [Torello] en contra. Eso te significaba años de terapia para recuperarte. Era el rey del bullying”, le contó Mauricio Macri a Laura Di Marco en su libro. Además de ser compañero de colegio, Torello acompañó al expresidente desde su ingreso a la política, siempre a la sombra, lejos de la exposición de los cargos públicos. Como apoderado del PRO negoció listas de candidatos, en nombre de Macri, con Felipe Solá y Francisco de Narváez cuando derrotaron a Néstor Kirchner y Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires en las legislativas de 2009, y debió responder a una denuncia del fiscal Jorge Di Lello ante la justicia electoral por aportes sospechosos durante la campaña presidencial de 2014. Miembro destacado de la tristemente célebre “mesa judicial” macrista, es socio de otro operador judicial macrista, “Pepín” Rodríguez Simón, en el estudio Llerena y Asociados.

Durante la presidencia de su compañero de escuela, como jefe de asesores del mandatario, Torello supervisó, entre otros temas, el nombramiento de los jueces de distintos fueros, apadrinando candidatos y llamándolos para anunciarles su nombramiento antes del anuncio oficial, como solían hacer el mítico operador Jorge Anzorreguy durante el gobierno de Carlos Menem o Javier Fernández durante buena parte del kirchnerismo.

 

En un momento dado, quisieron comprar mi salida del grupo con un campo y ahí el que entró a tallar fue José Torello. Yo siempre le había tenido mucho cariño a José por verlo tan seguido por la quinta, pero lamentablemente la única vez que recurrí a él para que interviniera, para que tratara de ayudar en este desentendimiento entre hermanos, se portó muy mal: me quería convencer de que estaba todo arreglado con dos campos en Salta: “Yuto” [como la localidad en la frontera entre Salta y Jujuy] y “Las Primicias”, de un monto muy menor respecto del valor total de mis acciones.

Él sabía perfectamente lo que valía “Yuto” porque lo había alquilado durante muchos años y todavía lo estaba alquilando y explotando. No valía ni la tercera parte de lo que me quiso hacer creer que era un gran negocio para mí. Su forma de razonar era: “Lo cago y le resuelvo el problema a Mauricio”, pero yo no la entiendo. Por más que se creyera la campana de que soy un desubicado y pretendo lo que no me corresponde, esta lógica de sumar puntos para ver quién es


más hijo de puta lo vuelve muy pequeño. “Qué piola que estuve, lo pude engañar y se comió un sapo porque confió en mí”. Cuando veo la forma en que mi viejo obró siempre y la comparo con la forma en que obra Mauricio, me parecen dos mundos apartados, diferentes. Da tristeza entender que haya habido tantos millones de personas catalizando, a través de este individuo que los representaba y que representaba un aspiracional, una esperanza de cambio cuando estaba tan lejos de ajustarse a ese ideal.


 

 

 

MAURICIO PRESIDENTE

 

Después de que Mauricio asumiera la presidencia de la nación en 2015 y aún antes de que Mariano reiniciara su ofensiva judicial en 2019, los encuentros entre los hermanos fueron esporádicos y circunstanciales. Aun así, y a pesar de toda el agua que había pasado debajo de puente, Mariano le mandó un consejo por WhatsApp que podría haberlo ayudado a evitar la derrota electoral de 2019. Pero Mauricio no le hizo caso.

 

Después del almuerzo en el que Mauricio me ofreció salir del grupo por el pancho y la Coca, el resto de nuestros diálogos fueron circunstanciales y siempre giraban alrededor de situaciones de mi padre, la mesa con los médicos, o en alguna reunión de los tres varones y mamá para darle una alegría al viejo. Y dos o tres veces más, en la tribuna del fútbol en la quinta, cuando jugábamos. Después lo vi en la asunción a presidente y solo porque mi madre me dijo: “Tenés que ir”.

Me acuerdo que ese día [10 de diciembre de 2015] el viejo estaba orgulloso. Venía a full con lo de China, lleno de ideas y muy entusiasmado. Le mandó un montón de propuestas, pero Mauricio lo ignoró completamente; ni siquiera le contestó los mails. Eso al viejo le dolió mucho. A partir de ese momento, casi no hubo otras oportunidades en las que nos viéramos la cara con mi hermano. En alguna cena de exalumnos del Newman, en la que me saludó de paso hacia el estrado para dar un discurso, y no muchas más veces. Solo algún que otro contacto de WhatsApp. Entre ellos, algo anecdótico: cuando Cristina y Alberto anunciaron la fórmula presidencial, antes de que él mencionara a Miguel Ángel Pichetto como su vice, yo le escribí un mensaje en el que le decía —más allá de que no me escucha—: “Desde mi humilde posición, creo que la solución para todos ustedes, para el equipo y para el país, sería que vos te propusieras como vicepresidente de Schiaretti —que acababa de ganar en Córdoba—. Con eso terminaríamos de una vez con la grieta; ganarías 70/30 y la comunidad internacional te reconocería inmediatamente el gesto”. Me contestó: “Muy creativo, de difícil implementación. Sí para segunda vuelta estamos trabajando en acuerdos”. Después me enteré de que le había

propuesto a Schiaretti ser su vice, al revés. Y no aceptó.

Casi que me produce malestar cuando la vieja me habla de Mauricio. Por la única que me entero de algo es por ella y no tengo la más puta información de su parte. Cero. Dicen que los Awada se han sabido prender de él.


 

 

 

EL FRAUDE II

 

Tras la muerte de Franco Macri el 2 de marzo de 2019 Mariano retomó la ofensiva judicial, que había interrumpido después de la muerte de Sandra y de que sus hermanos dieran marcha atrás en la idea de traspasar Sideco al Meinl Bank. Empezó en el comité arbitral de la Comisión de Valores denunciando el traspaso de acciones de Socma entre los hijos de Mauricio y Gianfranco (ver Sobrinos II). El 27 de febrero de 2019, tres días antes de la muerte de su padre, Gianfranco llamó a una reunión de accionistas de Socma para el 11 de marzo con la intención de aprobar el balance que había cerrado en enero de 2018, diez meses después del plazo legal. Mariano hizo saber que no concurriría porque no le daban suficiente tiempo para estudiar los estados contables que le habían entregado, sobre todo con la muerte de padre en medio, y pidió un cuarto intermedio de noventa días. Además, pidió designar a un miembro en el directorio, otro en la junta fiscalizadora, un tercero en un comité de seguimiento de gestión y un cuarto en un comité especial por la deuda del correo que funciona hace años en Socma, según le corresponde de acuerdo al reglamento de la empresa firmado en 2015, que en su cláusula 3.4 dice que “cada una de las partes tendrá derecho a designar un miembro del directorio en cada una de las sociedades”. Pero la asamblea se llevó adelante en la fecha programada y, entre Gianfranco y los hijos de Sandra, aprobaron los balances y ratificaron al directorio y a la junta de fiscalización.

Mariano denunció la maniobra en la Comisión de Valores. Para entonces tenía la fuerte sospecha de que los números venían cocinados y dejaban afuera información clave para entender la verdadera situación patrimonial del holding. En su demanda Mariano pidió una reunión especial de los accionistas para que él pudiera hacer las designaciones que le correspondían para acceder a la información que la empresa le venía negando. El tribunal de arbitraje falló que los demandados “deberán cumplir los actos propios conducentes a que sea elegido el director y el síndico que le indique el Sr. Mariano Macri, bajo responsabilidad de la parte”. Sin embargo, la asamblea del 8 de octubre de 2019 se realizó sin que los socios minoritarios pudieran designar representantes y ni siquiera pudieran acceder a la información que habían pedido.

Según denunció Mariano Macri, en la empresa llegaron a decirle que no tenían el libro de la comisión fiscalizadora porque “estaba en proceso de revisión y copiado”, y que las actas de las asambleas de socios desde 2014 tampoco estaban disponibles por hallarse


“en curso de rúbrica ante la Inspección General de Justicia”. Y cuando llegó el momento de votar autoridades, Gianfranco y los Valladares pasaron a un cuarto intermedio, impidiendo el cumplimiento de la medida cautelar. Entonces Mariano pasó a la justicia comercial.

Primero demandó y obtuvo una orden del juez Cosentino para que el libro de la comisión fiscalizadora se depositara en el juzgado para que Mariano y sus abogados pudieran leerlo, ya que, según el juez, “no parece razonable que el copiado de actas pueda demorar más de dos meses”. A partir de la lectura de ese libro y de distintos documentos de la empresa, un contador contratado por Mariano emitió un dictamen pericial señalando serias irregularidades, inconsistencias y omisiones en los balances de la empresa. Entonces, en abril de 2019 Mariano inició un proceso de impugnación. En las audiencias de mediación que siguieron no hubo respuestas a las observaciones del contador de Mariano, por lo que a continuación Mariano pidió la nulidad de lo actuado en la asamblea de marzo de 2019 ante la jueza comercial María Cristina O’Reilly. El 26 de diciembre de 2019, la sala E de la Cámara Comercial dio lugar a la cautelar pedida por Mariano y anuló lo resuelto en la asamblea de marzo de 2019.

En marzo de 2020, después de otro proceso de mediación, Mariano volvió a tribunales, esta vez para impugnar la asamblea de octubre. En ambas demandas denuncia violaciones a su derecho a la información y a designar representantes, y en la última pide además “la urgente designación de un veedor o un coadministrador en Socma”. Las demandas también llaman la atención sobre los negocios opacos del grupo denunciados en la prensa y la justicia. Y sobre todo describe cómo se oculta, disimula o subestima la deuda con el banco brasileño y cómo la gerencia de Socma estaría ejecutando una maniobra de vaciamiento con la complicidad los accionistas mayoritarios, la comisión fiscalizadora y, sin nombrarlo, el verdadero líder desde las sombras del grupo empresario, su hermano Mauricio.

A continuación, se enumeran los puntos salientes de la última demanda. El énfasis pertenece al autor del escrito.

*          Con respecto al ocultamiento de información: “El propio directorio de Socma recomienda la lectura de los estados contables de las sociedades vinculadas para un mayor entendimiento de los estados contables de Socma, pero sin embargo jamás entregó ni puso a disposición del suscripto dichos estados contables. Es que por las características del Grupo Socma, para poder comprender los estados contables de Socma Americana SA se requiere necesariamente contar y analizar los estados contables de sus subsidiarias y vinculadas, en especial los estados contables de Sideco Americana SA”.


*       Con respecto a la compra de acciones del Correo Argentino: “Como es de público conocimiento, el Correo Argentino SA es una sociedad que hace años no tiene actividad alguna. Pero no solo eso, hace años que se encuentra en un concurso preventivo por demás controvertido, y recientemente la sociedad fue intervenida por la Justicia Comercial. No se comprende entonces el motivo por el cual Socma y/o sus subsidiarias gastaron dinero, recursos, e invirtieron en una sociedad que no tiene ni tendrá utilidad ni rentabilidad alguna. Hago notar a V.S. (señor juez) que dicha intervención fue motivada por distintos actos de gravedad ligados al vaciamiento de la empresa. Es decir, el correo Argentino SA, sociedad de grupo Socma, ha realizado el mismo mecanismo que se ha realizado en Socma durante los últimos años, vaciar la empresa en perjuicio de quienes no participamos de los negociados y en perjuicio de terceros. Esto no es casual, advertirá V.S. que el Sr. Jaime Cibils Robirosa era —hasta la intervención judicial— el presidente del Correo Argentino SA, siendo a la vez vicepresidente de Socma y director titular de Sideco”.

*     Con respecto a Avianca, pide información sobre “la venta de MacAir Jet SA y MacAir Transporte Aéreo” por “U$S 4.523.000”.

*      Con respecto a los parques eólicos, el demandante pide “un informe pormenorizado” sobre la compra de Loma Blanca SA, incluyendo “ASOCIACIÓN CON TERCEROS Y SUS FUNDAMENTOS PARA APROBACIÓN DENTRO DE LA ESTRUCTURA DE

GOBIERNO SOCMA/SIDECO”. También requiere información sobre Parques Eólicos Miramar SA y Quinpe SRL, incluyendo “comisiones pagadas”, y sobre la venta de los cuatro parques de Loma Blanca a Sidsel SA. Además requiere información sobre la compra y posterior venta de Fieldfare Argentina SRL y Fieldfare Argentina II SRL.

*       Con respecto a las autopistas: “Agregue toda documentación respaldatoria por las cobranzas de las operaciones de venta de la tenencia accionaria de AUTOPISTAS DEL SOL SA por U$S 19.719.144”.

*         Con respecto a otras empresas del grupo, quiere saber si las ventas de Comara Compañía de Mandatos de la Región Austral SA (U$S 11.047.000), Galileo Argentina SA (U$S 2.202.000) “son compatibles con su valor patrimonial” y “el destino que se le dio al dinero cobrado”. También pide “las razones comerciales que hayan justificado” la compra del 60 por ciento de OAS por parte de Virtual GasNet International SA, una subsidiaria del grupo. Además solicita documentación sobre la compra de ISP Millenium SA y Telpreotech SA. Más aún, pide que se analice “toda la documentación correspondiente a la compra de Yacylec SA”, una transportadora de energía y que acarrea una deuda con la AFIP estimada en 45 millones de dólares y que tuvo a Mauricio Macri como socio hasta 2016, cuando le vendió sus acciones a Sideco SA.


*      Con respecto a testaferros o socios ocultos: “Evidentemente, la política adoptada de estar constantemente comprando y vendiendo empresas ha generado importantísimos y desmedidos GASTOS DE ADMINISTRACIÓN Y COMERCIALIZACIÓN POR LOS HONORARIOS DE LOS INTERMEDIARIOS VÍA COMISIONES Y/O OTROS GASTOS. ESTO SE VE CLARAMENTE EN LOS BALANCES DE 2017 Y 2018 DE SIDECO, los

cuales oportunamente presentaré. CON LO CUAL, EN DEFINITIVA, EL RESULTADO DE VENTA DE ESAS INVERSIONES O PARTICIPACIONES SOCIETARIAS SE VE SENSIBLEMENTE REDUCIDO POR LA INCIDENCIA DE LOS GASTOS Y HONORARIOS DE LOS INTERMEDIARIOS.

*       Con respecto al vaciamiento a través de autopréstamos a subsidiarias: “Según los estados contables, Socma realiza operaciones de préstamos y/o mutuos financieros con sus sociedades controladas y/o vinculadas en moneda nacional a tasas menores a las del mercado. Parte de sus ingresos operativos son los intereses que devienen de esos préstamos. El Estado de Flujo de Efectivo del ejercicio 2018 demuestra una variación de efecto negativo de $13.584.391, que explica que las actividades de préstamo y financiación entre sociedades son a tasa negativa, ya que Socma paga más intereses de los que cobra. Pero esto no es todo. Socma no solo presta dinero a tasa negativa, sino que financia su deuda bancaria con el Meinl Bank en moneda extranjera, provocando una exposición innecesaria frente al riesgo cambiario e incremento exponencial de la deuda, llegando a $1.244.601.306 al 31/01/2019”.

*     Con respecto a la deuda con el BNDES: “De los estados contables se desprende que la sociedad ha otorgado fianzas a distintos Bancos de la República Federativa de Brasil por la suma de 94.051.400 de dólares. Dichas fianzas se encontrarían en avanzada ejecución judicial, y sin ningún tipo de explicación válida, a pesar del monto antes mencionado, la sociedad ha realizado una previsión en pesos muy inferior a la de la verdadera contingencia. Esto se agravaría, ya que esa ínfima previsión habría sido tomada a valores históricos, es decir, sin siquiera contemplar el curso de la devaluación de la moneda, los intereses devengados, honorarios y costas judiciales”.

*         Con respecto a la deuda con el ex Meinl Bank, el escrito señala: “El hecho de refinanciar durante trece años consecutivos e ininterrumpidos la deuda del Meinl Bank y ni siquiera pagar sus intereses teniendo los fondos para hacerlo genera grandes dudas en cuanto al origen de la deuda misma y quién en verdad es su verdadero ‘acreedor’. Notará V.S. que este crédito casualmente ha sido cedido en reiteradas oportunidades. Por ello, más que dudas, creo que estamos frente a una fuerte presunción consistente en una simulación volcada en el balance. Es que existen suficientes elementos para interpretar que en verdad esta ‘deuda’ se trataría de un autopréstamo, o bien, de un


préstamo back-to-back, cuyo objetivo final sería que el referido banco actuando meramente de ‘fronting’, y siguiendo las instrucciones de quienes actualmente gestionan los negocios e intereses de Socma, sea quien termine recibiendo ‘en pago’ las acciones de la sociedad Sideco Americana SA que actualmente están prendadas a su favor. Si esto sucede, Socma —sociedad holding— se quedaría sin su principal activo en claro perjuicio del suscripto y de los verdaderos acreedores de Socma. La gran pregunta es entonces ¿Quién está detrás del crédito del Meinl Bank?”

 

La operación [la autocompra de Sideco a través del Mainl Bank], al final, no se hizo porque yo la puse demasiado en evidencia en el 2013. Pero ¿qué pasó? Ingresaron unos 120 millones de dólares de ventas, y en vez de saldar una deuda [con el BNDES], que arrastraban y renovaban incomprensiblemente sin ningún tipo de renegociación ni de multa ni de costo año tras año desde hacía más de veinte años, toda la plata en dólares se fue prestando en pesos a las compañías vinculadas, a tasas en pesos ridículas, como si dijera el 20 por ciento anual, mientras crecía la deuda fijada en dólares y se iban licuando los préstamos en pesos a una tasa demasiado baja. Es información que se podrá recabar. ¿Qué hacían? Estaban haciendo el vaciamiento a través de las empresas, sosteniéndolas y dándoles esa plata, y dejando a Socma en una situación cada vez más precaria. ¿Qué lograban? Que esa deuda, finalmente, se pudiera pagar de una sola manera: dándole las acciones de Socma en Sideco al banco, al acreedor. El acreedor se quedaba con Sideco. Socma era dueña de Sideco. Sideco era la que tenía todo. Entonces Socma le dijo a su acreedor: “No tengo más para pagarte”. Y este: “Bueno, dame la empresa”. “Ok te doy la empresa y te pagué, quedamos a mano”. Así Socma se quedó sin nada, o con pocas cosas, mientras que Sideco pasó a pertenecer a este supuesto accionista, al testaferro.

El proyecto original de ellos fue que, mientras estuvieran en el poder para hacer negocios, al no poder figurar con Sideco lo hacían a través de un tercero, del que pasaban a ser accionistas. Eso es lo que quisieron hacer desde el principio. Hice todo lo posible para que lo detuvieran y no lo detuvieron. Quedó muy claro en los balances sucesivos cómo fueron vaciando, desviando, conformando el fraude. No cometieron el acto final del fraude, el traspaso de acciones al banco austríaco, al acreedor. El Meinl Bank apareció porque había un crédito con el Correo, un acreedor del Correo que este banco compró, y desde ahí empezó a conformarse la ficción de que era un acreedor de Socma al cual le debíamos, y como Socma estaba cada vez peor la manera de pagarle era dándole las acciones de Sideco. El origen es que era un acreedor del Correo. Y lo de Chapecó fue la excusa para que todos creyéramos que iba a venir un cuco a llevarse lo nuestro. Y que la única manera de zafar era escondiendo nuestro patrimonio.

El vaciamiento no se terminó de conformar porque, finalmente, no hubo traspaso de acciones. Pero todas las maniobras que hicieron en el camino, con el balance, indican claramente la


estrategia de vaciamiento, de fraude.


 

 

 

VALOR

 

¿Cómo se mide el valor de grupo Macri? ¿Cómo se mide el valor de las acciones en Socma? ¿Cuál sería el precio justo para la porción de la torta que le corresponde a Mariano Macri? ¿La valuación debería incluir los más de 100 millones de dólares que se le debe al BNDES y que el grupo nunca ha mostrado la intención de pagar? ¿Los millones que blanquearon Gianfranco Macri, Maffioli, Composto y Amasanti pertenecen a sus fortunas personales o son parte de la caja negra del grupo? ¿Cuánto gana y cuanto pierde el grupo por las demandas cruzadas con el Estado por la expropiación del Correo? ¿Cuánto valdría el grupo si no existieran las maniobras de vaciamiento denunciadas por Mariano Macri? ¿Cuál fue el costo y cuál el beneficio de poner la empresa al servicio de la carrera política de Mauricio Macri? ¿Qué pasó con el dinero en negro que se podría haber depositado en una offshore del Meinl Bank (renombrado Anglo Austrian AAB Bank en noviembre de 2019) como contrapartida del préstamo al grupo empresarial, ya que en febrero de 2020 el banco perdió su licencia del Banco Central Europeo para seguir operando? El gran riesgo de los préstamos back-to-back es que cuando el banco es intervenido se pierde por partida doble: los fondos depositados en cuentas offshore no se pueden reclamar porque están en negro, o sea, no figuran en la contabilidad oficial del banco; en cambio, el préstamo es en blanco, aparece en los balances de la empresa y de alguna forma hay que pagarlo. ¿Cuál es el patrimonio real de Mauricio Macri?

En junio de 2016, para aplacar las críticas que había generado su protagonismo en los Panamá Papers, el entonces presidente anunció que, como gesto de transparencia, pondría sus bienes en un fideicomiso ciego. En otras palabras, esos bienes serían manejados por un tercero sin que él estuviera enterado. Según la Oficina Anticorrupción, esos bienes, al momento de constituirse el fideicomiso, apenas superaban los 22 millones de pesos, poco más que la quinta parte de los 120 millones de pesos que Macri había incluido ese año en su declaración jurada como funcionario público. Una fuente de la oficina le aclaró a Santiago Fioritti, del diario Clarín: “El Presidente seguirá manejando su plata. Los bienes fideicomitidos son los que generan renta y en eso no podrá meterse para que no haya conflicto de intereses”.

Según su última declaración jurada como presidente, Macri terminó 2019 con un patrimonio de 273 millones de pesos sin contar el fideicomiso, un aumento significativo


con respecto a los 110 millones que había declarado en 2015 cuando accedió a la presidencia. Pero estos números representan apenas una ínfima fracción de lo informado por la revista Forbes Argentina en julio de 2020, en su clásico ranking anual de millonarios, en el que “Mauricio Macri y familia” aparecen en el puesto 20, con un patrimonio estimado de 540 millones de dólares. ¿Y cómo llegó la revista a esa cifra?

Forbes no revela los detalles que le permiten establecer el cálculo, pero algunos datos son de dominio público. El ranking de los más ricos se publicó por primera vez en 1987 en los Estados Unidos. La marca creció internacionalmente a través de más de cincuenta licencias en todo el mundo. En la Argentina fue relanzada en 2016 por el periodista Alex Milberg, su actual director. Las licencias elaboran el ranking local y contribuyen con sus investigaciones al ranking global. El protocolo diseñado en los Estados Unidos se replica en cada país.

¿Cómo es el protocolo? ¿En qué se basan los periodistas de Forbes para estimar las fortunas de los más ricos? La edición estadounidense lo explica de la siguiente manera: “Cuando es posible, nos encontramos en persona con los miembros de la lista o los candidatos a integrarla. También entrevistamos a sus empleados, operadores, rivales, pares y abogados. Para descubrir sus fortunas, debimos peinar miles de documentos del SEC (el equivalente estadounidense a la Comisión de Valores), expedientes judiciales, informes oficiales y artículos periodísticos. Tomamos en cuenta todo tipo de activos: participaciones en empresas públicas y privadas, inmuebles, arte, yates, aviones, ranchos, viñedos, joyas, colecciones de autos y más. Incluimos en el cálculo las deudas y las acciones caritativas. Mientras que algunos billonarios proveyeron documentación de sus activos y empresas, otros fueron menos colaborativos”.

La idiosincrasia de los millonarios también varía según el país de origen. Por ejemplo, son históricas las maldiciones de Donald Trump, quien siempre sostiene tener más de lo que se publica. Mientras en Estados Unidos algunos se enfadan con la revista por no aparecer en la lista, en España y Argentina son más reticentes, señaló una fuente vinculada a la revista.

“El recaudo es ser conservador con las cifras finales. También se envían a todos los integrantes del ranking antes de que sea publicado, para dar la posibilidad de compartir información y hacer el número más preciso. La mayoría opta por el ‘no comment’. Fue el caso de la familia Macri”, redondeó la fuente.

Entre los datos que la revista habría tomado en cuenta, están los últimos balances de Socma y Sideco (2015) y las ventas posteriores por 30 millones de dólares de participaciones en Autopistas de Sol y MacAir. También se habrían tomado en cuenta ventas del grupo Macri por 907 millones de dólares entre 1996 y 2016, incluyendo la


venta de una parte de Sevel a la Fiat entre 1996 y 97 por 71 millones de dólares.

Para Forbes Argentina, “Mauricio Macri y familia” abarca el patrimonio combinado del expresidente, sus hermanos, sus hijos y sus sobrinos. “Hoy la mayor parte de la fortuna es líquida y se explica por las ventas de Iecsa, Pago Fácil o las Rodoviarias brasileñas”, señala la publicación.

 

Para mí el grupo tenía un valor relativamente importante, pero hoy es muy difícil rastrearlo porque mucho lo han desprendido por acá y por allá. Mis hermanos planteaban que no valía nada y que no querían hacer el esfuerzo de darle plata a ningún accionista. Nos iban dando una mensualidad para mantenernos tranquilos y poder vivir, sin tener que repartir la ganancia. En un momento, un psiquiatra cercano me dijo: “Esta rueda de queso es de todos. Vos tenés un 20 por ciento, pero el día en que decidas que querés sacarlo y vean que les dejás un agujero, van a decir que de ninguna manera”.

En 2014 hicieron una evaluación con Infupa [consultora especializada en ventas y fusiones de empresas], y en su informe la consultora dejó constancia de que la evaluación no había sido independiente. Mis hermanos solo aceptaron hacer una valoración completamente guiada y condicionada, en la que el management del holding les daba los valores a Infupa. Nunca permitieron la independencia de recurrir a la fuente para corroborar esos números.

La valuación fue pésima: 17 millones de dólares por mi parte, 85 millones en total. Yo hice mi evaluación en paralelo y mi número daba entre 200 y 250 millones de dólares por el valor del grupo, aparte del Correo. Quiere decir que de 40 o 50 yo estaba pidiendo 21, una postura razonable. Pero la única vez que me senté con Gianfranco para hablar de números me dijo: “Mauricio no quiere volver a sentarse hablar de esto nunca más. Y yo estoy acá porque él me puso a mí en representación. Prefiere dedicarse a otras cosas”.

Con Gianfranco empezamos a tener charlas ya con mi parte devaluada a 17 millones por lo de Infupa. Pero él me decía que la dación en pago a este tercero [el Meinl Bank], que era la conformación del fraude, era solo el 60 por ciento del patrimonio, por lo que el otro 40 por ciento no estaba a salvo y podía ser reclamado por los brasileños. Entonces esa parte que estaba expuesta al problema de Chapecó no me la iban a pagar, porque no estaba a salvo. Me descontaban el 40 por ciento de los 17 y me iban a seguir descontando por boludeces de contingencia. Entonces no hablamos más de precios, sino de otras formas de arreglo, pero también me iban corriendo el arco, como cuando me ofrecieron un campo por más del triple de su valor a través del amigo José.

Mauricio podía pensar que esos negocios los había generado él mismo con su posición de poder, pero en realidad había usado al grupo de una manera que nada tenía que ver con una mentalidad empresarial, es decir, con cinco socios sentados a una mesa tratando de maximizar


los activos que tenían en conjunto. Entonces se pierde el punto de referencia. Yo no quería saber nada con sus nuevos negocios, pero sí entendía que lo que me estaban diciendo que valía el grupo no tenía nada que ver con lo que debería valer si se hubiese administrado de otra manera o si hubiésemos puesto un valor en su momento.

Ahora queda bastante poco: la distribución de los autos chinos, la empresa ambiental en Uruguay, la inversión en unas empresas petroleras y no mucho más. Los negocios de energía alternativa fueron metiéndose después. Algunos residuos de negocios más chicos, de edificios con unidades en venta. Pero faltaría lo que levantaron los últimos tres años vendiendo activos. Les ingresaron 120 millones de dólares, que, distribuidos en cinco partes, implican una cantidad importante.

Pero no, te corren por el lado de las contingencias. La deuda con el BNDES hoy ya debería ser cerca de mil millones de dólares. Pero el que nunca haya habido una percepción de riesgo y de incomodidad lo suficientemente fuertes como para sentarse a procurar un arreglo es un claro indicio de que siempre pensaron que nunca en la vida iban a pagar.

Se escucha mucho que Mauricio, en los últimos años, se enriqueció. Hoy en día, su mayor problema es que multiplicó de manera exponencial sus testaferros y está afuera del poder. Cuando estás en el poder, nadie ni sueña con traicionarte, pero ahora su desvelo debe ser cómo hacer para que ya no haya más un solo testaferro y que sea él el dueño. El testaferro no saca los pies del plato, y si se muere o se te retoba y te roba, cagaste. Esa debe ser su primera preocupación.

No sé qué habrá hecho Mauricio con lo suyo, pero lo que aparece en la declaración jurada es poca cosa. Y en el fideicomiso no debe estar ni la décima parte.


 

 

 

FUNDACIÓN

 

Mariano Macri trabaja en una asociación civil dedicada a enseñarles a los padres a educar mejor a sus hijos. Fue creada por su amigo de la infancia, el pedagogo Juan María Segura, un ingeniero agrónomo con posgrado en Políticas Públicas de la prestigiosa Universidad de Chicago. Se llama Educación 137. ¿Por qué? El propio Segura lo explica en la página web de la institución:

“En 1871 la ciudad de Chicago era una comunidad pujante, fabril y activa, que crecía en comercio y desarrollo urbano a la par que aumentaba su infraestructura y construcciones sobre la base de la madera: casas, ventanas, muebles, edificios públicos, veredas y calles…

“Pocos minutos después de las 21 horas del 8 de octubre de 1871 comenzó a arder un establo ubicado en el 137 de la calle DeKoven. No se sabe muy bien si fue consecuencia de la patada de una vaca o de una atribulada partida clandestina de cartas. Lo cierto es que una lámpara de querosene dio inicio a lo que sería una de las mayores catástrofes de la historia de los Estados Unidos […]. Con más de 17 mil edificios destruidos y daños totales estimados en 200 millones de dólares de la época, el panorama era desolador […].

“En la actualidad Chicago es una de las mejores ciudades para vivir de los Estados Unidos. Diseño urbano admirable, arquitectura sofisticada, rascacielos de avanzada, transporte público confortable y espacios públicos impecables. Arte, música, cine, educación, gastronomía y turismo alimentan su reputación […].

“Cuando hablamos del estado actual de la educación en el mundo, y de la necesidad de que se reinvente, revolucione sus prácticas y resignifique sus mandatos, en algún punto estamos afirmando que lenguas de fuego están pasando por escuelas, universidades y aulas de todo tipo, poniendo de rodillas al sistema. El fuego que atacó al sistema educativo, llamado internet, no quema ni mata, pero destruye el ordenamiento previo, sin permitir reconstruir sobre los mismos fundamentos. El viento de Chicago, aliado del fuego, en este caso toma la forma de la banda ancha, la conectividad satelital y los sistemas de redes inalámbricas […].

“La Asociación Civil Educación 137 se propone comenzar la discusión de la nueva educación con el sentido de urgencia y de oportunidad que tenían los pobladores de Chicago luego del gran fuego […]. Debemos, entre todos, transformar los malos


indicadores agregados de aprendizaje en la gran oportunidad de nuestros tiempos.

¡Debemos ser arquitectos del nuevo orden educativo-productivo!”.

Desde su cargo de secretario de la asociación civil, Mariano cuenta que ha acompañado a Segura a numerosas charlas y talleres en las zonas de mayor pobreza de la CABA y el conurbano bonaerense. Si este libro lo hace más visible y notorio, Mariano espera que esos atributos se trasladen a la fundación y le sirvan para generar recursos, demanda e interés. Si este libro sirve para algo, si de alguna manera le cambia la vida, más que abrirle la puerta para emprender un negocio o desarrollo él se imagina en la sociedad civil ayudando en barrios carenciados, impulsando la revolución educativa que está ocurriendo en el mundo desarrollado por gracia de las nuevas tecnologías y los nuevos paradigmas de organización social.

 

En algún momento, eran unos pocos los que tenían la información. Hoy ese esquema se rompió y los chicos ya saben por dónde ir. Es verdad que hay que acompañarlos, guiarlos un poco, pero el profesor se tiene que correr. Juan [Segura] predica cosas de mucho sentido común que ya se están empezando a ver en instituciones muy innovadoras, en las que el chico se autoevalúa y define su plan de desarrollo. Es espectacular lo que se está haciendo y lo inteligente que es, porque le permite a cada chico avanzar a su ritmo y en sus áreas de interés. Hay un montón de diferentes metodologías desarrolladas para aprender jugando.

Yo me acerqué a él después de leer uno de sus libros y me propuso crear una asociación civil. Le dije que me parecía fantástico. Después de un año de conversaciones con él y también con Tomás Jelinek, que nos acompañó a lo largo de todo el proceso, nació la idea de apuntar a proyectos de innovación que pudiesen ser escalables a niveles importantes para que, finalmente, tuviesen un impacto transformador en la educación.

Definimos que los cuatro pilares que debía tener una fundación dedicada a tratar de romper con la vieja estructura educativa y darle espacio a algo nuevo eran el debate público, la creación de políticas públicas, la formación de docentes y el laboratorio. Para innovar hay que experimentar, todo el tiempo hay que pensar ideas nuevas, métodos nuevos, enfoques nuevos.

Entonces, involucramos a alguien que yo conocía, Sergio Silva. Él se había formado como entrenador de fútbol y estaba trabajando en San Isidro en las colonias de vacaciones de los chicos. Un tipo con una experiencia de vida extraordinaria, que había sobrevivido a un cáncer de milagro. Tenía grupos de entrenamiento de fútbol para chicos de San Isidro de una buena posición económica y social y se le ocurrió traer al seno del equipo a varios chicos con situación compleja, de abuso, adicciones y cosas por el estilo. El efecto que tuvo fue formidable y hasta salieron campeones en uno de sus campeonatos. Entonces le propuso al área deportiva de San Isidro hacer lo mismo pero a nivel municipal.


En 2016 se contactó con Luis Lobo —entonces secretario de Deportes de la Ciudad de Buenos Aires—, le explicó el proyecto y a Lobo le encantó. Le propuso llevar a los chicos de la villa a los trece polideportivos de la ciudad a jugar teniendo en cuenta que los polideportivos no son un ámbito al que pueden acceder los chicos de la villa. Era una forma de integrar. Ahí empezamos a hablar mucho.

Corrió con el proyecto durante seis, ocho, diez meses y le fue muy bien, tanto en la Villa 31 como en la 1-11-14, y no daban abasto. Pero no sabían qué hacer con los padres. “Necesitamos que ustedes se ocupen de los padres porque es un complemento fundamental”. Para nosotros era fantástico, ya que era el proyecto al que veníamos dándole vueltas y la oportunidad de poner a prueba la hipótesis experimental. Fuimos a la secretaría de Deportes y Juan propuso, sin mover un ápice el programa que ya estaba en funcionamiento, sin intentar nada nuevo ni raro, simplemente ayudar a los padres para que pudieran acompañar a esos mismos chicos, que estaban haciendo una experiencia muy movilizadora porque los estaban entrenando, preparando y formando como equipo. Planteamos un espacio de conversación, con una dinámica de respetar y escuchar al otro, en el que los padres pudieran sentirse cómodos y empoderados. Eventualmente hablar un poco de herramientas y, finalmente, alentarlos a hacer un proyecto por sí mismos. La idea fue aceptada.

Hicimos cuatro reuniones adentro de la Villa 31, que salieron muy bien. Apelando al sentido común, hablamos sobre cómo conversar con los chicos, cómo interesarse, cómo bajar la guardia y permitir que el chico se sienta cómodo, cómo ponerse en su lugar. Y la respuesta fue impresionante. Los padres y las madres iban a la sesión a decirnos cómo había cambiado la dinámica de diálogo con sus hijos y hasta la dinámica familiar. Una madre nos dijo que estaba queriendo volver a anotarse para terminar el primario.

Todo esto entusiasmó mucho al área deportiva de la ciudad. Nos propusieron hacer un planteo y presentar un presupuesto y se hizo. Era un presupuesto muy accesible, dos millones de pesos para hacer dieciséis grupos en diferentes lugares. Lamentablemente, no prosperó. Nuestra propuesta implicaba un tipo de desembarque que cruzaba muchas áreas y jurisdicciones municipales, muchos presupuestos, con lo cual se volvía muy difícil.

Finalmente, en el club Club Universitario de Buenos Aires, donde es entrenador de rugby, Juan enganchó con otro entrenador, un padre que además estaba en la comisión directiva de River. El proyecto le encantó y le propuso llevarlo a cabo con la Fundación River. El proyecto se realizó en el 2019 y fue una validación mucho más fuerte porque se hicieron alrededor de dieciséis reuniones y hasta se filmaron muchas horas de esas reuniones que condensamos en un video de cinco minutos de muy buena calidad, que refleja lo que se hizo a lo largo de esos nueve meses en la Fundación River. Ellos tenían un proyecto de Valores a la Cancha con los chicos, y que nosotros atendiéramos a los padres era el mejor complemento.


Los padres son el agente educador número uno, pero por una cuestión de contexto, de valoración de la escuela, se fueron desdibujando mucho. Siempre se dice que nosotros teníamos mucho respeto por nuestros viejos, pero pareciera que no sabemos tener autoridad sobre nuestros hijos. Y nosotros compartimos esa idea. El efecto que tienen los talleres de Educación 137 es que ayudan a los padres a recuperar la autoridad y a convertirse en referentes de sus hijos.

Uno de los talleres es de Empatía. Allí explicamos importancia de ponerse en el lugar del otro, lo que no quiere decir que si tu hijo viene con un problema se lo vas a resolver y a sácaselo de encima. No, tu hijo va a tener que afrontarlo porque en la vida, eventualmente, los problemas los tendrá que resolver él. Lo que les sirve a los padres es tratar de ponerse en su lugar, saber cómo lo está sintiendo y habilitarlo a que trate de resolverlo a pesar del momento de enojo, de soberbia o de tristeza que está pasando. No se trata de apañarlo o sobreprotegerlo, sino de entenderlo. Con eso estás haciendo mucho por él.

Otro taller es de Reconocimiento del Otro como Individuo. Tenemos que aprender a manejar nuestras expectativas como padres. Nuestros hijos son individuos, personas independientes. Y van a volar. Entonces, tienen que definir su camino. Lo que a nosotros nos toca hacer es tirar de la cuerda de a poquito y entender cuál es su interés. Preguntar y repreguntar para ver por dónde pescamos algo que los motiva.

También hicimos un taller de Lenguaje Corporal. Muchas veces verbalizamos algo positivo, pero el cuerpo nos traiciona. Y eso corta el diálogo. Desanima al intercambio. Otro de los talleres que surte mucho efecto es el de Debatir con Argumentos. La importancia, como decía Juan, de que debatir sea como cocinar: con los condimentos adecuados y bien saborizada, la comida es mucho más sabrosa. Es una gimnasia que el chico necesita. Los padres tenemos que ir empezando a buscarles las explicaciones a las cosas, el porqué de las cosas, y que el chico rebata. Es un ida y vuelta.


 

 

 

SUCESIÓN

 

Franco Macri murió el 2 de marzo de 2019. “La herencia maldita de los Macri” tituló la revista Noticias del 6 de marzo de 2020 en una tapa ilustrada con un billete de 100 dólares con un grabado de Franco Macri en lugar de Benjamin Franklin. El artículo de la revista explica la dificultad para valuar cuánto le corresponde a Alejandra: “La mayor parte del patrimonio de Franco habría sido repartido hace treinta años entre Mauricio, Sandra, Gianfranco, Mariano y Florencia”. Esto es, entre 1985 y 1990, cuando Franco hace un traspaso de acciones, pero sin ceder el usufructo ni los derechos políticos.

En 1999 Franco toma contacto por primera vez con Alejandra. En 2006 pierde el juicio de paternidad. En 2007 le vende su constructora Iecsa a su sobrino. Entre 2007 y 2009 completa el traspaso accionario a los cinco hijos de sus dos esposas. “En la familia de Alejandra, hay una fuerte sospecha de que la venta de la constructora al sobrino Calcaterra y otros desprendimientos de empresas podrían haber sido maniobras para vaciar una futura sucesión”, dice el artículo de Noticias. Su autor, Rodis Recalt, enumera bienes y depósitos que serían parte de la sucesión, pero no llega a ponerle precio a lo que quedó en la herencia. Mariano Macri tira un número. Más allá, claro, de lo que Alejandra pueda reclamar por no haber sido incluida en el reparto en vida.

 

Cuando hablé con mi hermana Alejandra, en algún momento ella quiso llevar la charla al tema de la sucesión. Entonces le dije: “Quiero dejarte en claro que estoy, te diría, más en tu situación que en otra. Estoy enfrentado, confrontando, no tengo información, no decido; ellos tienen el toro por las astas. Ellos se presentaron en la sucesión sin sentarme a la mesa ni incluirme. Se cortaron solos. Mauricio se presentó con Gianfranco y con los hijos de Sandra. Disiento mucho con las formas en que hacen las cosas”. Yo fui con mi abogado, por separado, lo mismo que Flor y Alejandra, cada uno con un abogado. No hay mucho en la sucesión. Alguna propiedad del viejo... Calculo unos diez millones de dólares y no mucho más que eso.


 

 

 

TUMOR

 

Mariano Macri está convencido de que la pelea con sus hermanos ha afectado peligrosamente su salud y que la falta de resolución del conflicto es una amenaza para su vida.

 

Una de las cosas que me tienen preocupado con todo este proceso de litigio que estoy llevando adelante es que va mucho más lento de lo que me gustaría. Si se pudiese, como diría Trump, apretaría toda la botonera para que todo detonase lo más rápido posible, y para que, si ellos tienen que atajar los penales, los atajen. Y si creen que soy un problema y tienen que terminar de sentarse y de acordar mi salida de manera razonable, lo hagan.

Yo necesito dar vuelta la página y terminar lo antes posible con esta situación. El equipo de gente que me sigue, que son penalistas y civilistas, cree que hay que ir paso a paso, sin generar demasiado despelote de golpe, porque un despelote de golpe se puede ir de las manos. Yo les explico que tengo un tumor en la cabeza, en principio, benigno. Si se mantiene igual o se achica, no van a tocar nada, pero si crece me van a tener que hacer la ventanita con la sierra y sacarlo. El tumor no entiende estas razones. Lo que quiere es la tranquilidad de que todo esté yendo a un fin a paso firme y acelerado. Para mí cualquier final es bueno, suceda lo que suceda, siempre y cuando pueda dar vuelta la página y dejar de tener mi cabeza, mi tiempo y mi energía puestas en esto. Ese sería un buen final para mí. Sería el final de una saga de muchos años en la que, por las cosas de la vida, porque ellos se han tomado mi postura tal vez de manera personal o porque soy demasiado generoso, o simplemente porque mi hermano mayor es el mayor hijo de puta que jamás haya conocido en mi existencia, trataron de doblegarme, de no darme nada o de darme migajas. Pero si esto se termina de cerrar, después de mucha lucha y de bancarme los apretones, en esta rueda de la vida en la que todo va y viene, mi postura se estaría reivindicando.


 

 

 

EL ÚLTIMO LICUADO

 

Mauricio y Mariano Macri mantuvieron un encuentro cara a cara en marzo de 2020. No terminó bien.

 

Finalmente, a dos días de la cuarentena, después de prácticamente seis años, las circunstancias de la vida me llevaron a tener una reunión de una hora y pico con mi hermano Mauricio.

Fabio venía respaldándome fuertemente así que Mauricio se acercó a él y lo tomaron como interlocutor y referente, por lo menos en esta etapa de las conversaciones. Él me venía diciendo que lo que yo estaba haciendo iba a rendir sus frutos. Hacía muchos años que veníamos coincidiendo en que la única manera como podían entender era poniéndolos contra la pared, llevándolos al extremo, exponiéndolos. Mientras el problema fuera solamente mío, no iba a haber ningún tipo de reacción ni de consideración.

Fabio tuvo una charla de cuarenta minutos por teléfono con Mauricio y después se reunieron. Fue a verlo a la casa que Mauricio estaba alquilando en Martínez, la misma a la que yo iba a ir después. Una casa con barranca al río y muy linda vista.

Me contó que con él Mauricio hizo mucha catarsis. Claro, yo llevo trece años macerando el maltrato y esta situación realmente espantosa de aislamiento de la familia, y Mauricio recién está bajándose de las nubes y de todo ese juego del poder y del TEG, encontrándose con problemas más mundanos, que antes no lo alcanzaban porque no tenía tiempo para distraerse y se suponía inalcanzable. Ahora, con genuina preocupación por los avances que estoy haciendo en la justicia, resulta que en las charlas con Fabio concluyó que tenía que hablar conmigo.

Fabio tiene una mirada absolutamente pragmática; no entiende el comportamiento de mis hermanos ni lo comparte desde ningún punto de vista. Él percibe, como empresario, que Mauricio quiere negociar un arreglo, entonces inteligentemente trata de resolverlo para poder verme dar vuelta la página y empezar una vida propia, rica, interesante, inspiradora y llena de alegrías y de logros. Entonces el tipo me quiere llevar hacia la oportunidad del cierre. Él lo percibe como una negociación. Pero, por lo que me transmitía, me quedaba claro que el momento propicio para tener una charla constructiva no era ese.

“Francamente —me dijo Fabio—, me gustaría verte salir indemne de una negociación inteligente, aunque eso signifique resignar algo. Y antes de que se hunda este barco. En todo el mercado se escucha que van a terminar muy mal. Qué bueno sería que vos pudieras liberarte de esta situación y capitalizar lo que te corresponde, lo que heredaste de tu padre, que es tu derecho,


y verlos, habano en la mano, cómo se les hunde el barco por haber hecho las cosas como las hicieron”. Y me contó: “Traté de hacerle entender que no era un problema de plata, aunque le cuesta mucho. ‘Incluso —le dije—, francamente, la opinión no es solo mía ni de mi entorno, sino de toda la plaza, de todo el país’, que por más que él diga que no tienen plata, todos creemos que tienen mucha. Entonces el argumento que él blande de que la empresa no vale no sirve. ‘Además

—le dije—, tu hermano tiene estudiada toda la empresa y sabe perfectamente todo lo que han hecho de mala administración, de vaciamiento, desvío de fondos, de fraude. Y está muy dolido’”. Como conclusión de esa charla con Fabio, Mauricio dijo: “Bueno, lo voy a llamar y me voy a juntar” y me escribió este WhatsApp: “Hola, Mariano. Bueno, solo decirte que estoy a tu disposición. Abrazo”. Una hora después, me reuní con Fabio para tratar de sacar algo en limpio. Realmente, yo estaba muy descreído de que valiese la pena un encuentro, pero le contesté a

Mauricio que si quería al día siguiente nos hablábamos.

—Dale —dijo.

Al otro día, a primera tarde, le escribí:

—Yo a las dieciocho estaría disponible para juntarnos.

—Perfecto, ¿dónde?

—No tengo inconveniente en acercarme a tu lugar —le dije.

—Buenísimo —y me dio la dirección.

A las cinco y cuarto, estando en viaje hacia el lugar, le pregunté por la localidad. “Perdón, recién despierto”, me respondió. Mirá vos: él venía de la siesta y yo de mi médico chino, lo cual me permitió entrar a su casa en un estado bastante zen.

Ese martes, a las dieciocho horas, tuvimos la charla con mi hermano. Empezó en tono coloquial: “Se ve que este lugar me hace bien, me quedé dormido. La verdad es que nunca me imaginé vivir acá”. Juliana solo apareció al principio, para traernos un licuado de frutas a cada uno y sonrió a la distancia. Nada más. Ni siquiera al irme. Y a Antonia también la vi a la distancia. Cuando llegué hizo el gesto de acercarse a saludarme, pero le dije: “No, preciosa, mi vida, qué lindo verte” [para evitar un posible contagio de coronavirus] y le hice un saludito de lejos con la mano. Y al despedirme también.

Yo había ido con mucha determinación a que le quedase claro que el mío era un gesto de buena voluntad. Iba dispuesto a hablar muy poco y decirle simplemente que él tenía dos opciones: o ponerse en espectador de esta serie y ver cómo se desarrollaba y cómo la cosa se le desmoronaba encima o atender mis condiciones. Esto último implicaría, en la letra chica, que yo no seguiría insistiendo en la justicia. Pero él cambió el enfoque. Arrancó diciendo: “Tuve una charla muy buena con mis primos, con los dos [Ángelo y Fabio], y me dijeron que, en realidad, más allá de lo que yo pueda decir, ‘todos entendemos, suponemos, creemos, que vos tenés cantidad de plata y que es una pelotudez que no resuelvas esto’”. Y después se pasó unos


minutos tratando de explicarme que no era así: “Yo jamás me preocupé por la plata, igual que papá, que vos sabés era un desprendido. Lo habré tomado de él...”.

Eso me predispuso muy mal. Acto seguido quiso instalar el tema de mamá: “Me gustaría empezar a hablar por la preocupación de mamá”. Entonces perdí la paciencia: “Francamente vine no porque creyese que nos pudiésemos entender, porque no hay nada más lejos de la realidad. Vine porque creo que constantemente me pintás una película con la cual no concuerdo ni un poco. Yo no veo, bajo ningún punto de vista, la manera en que puedas correrte de esto. Y estoy bastante saturado, no solo por lo que he vivido estos doce años, por el forreo, el maltrato y todo lo que ha sucedido, sino también por tu postura desde el inicio, de pretender que no tenías nada que ver con todo esto cuando sos el principal responsable. Imaginate lo mal que me predispone que me empieces con este discurso de que ‘yo, como hermano mayor, quiero ver si puedo ayudar’, como si nada tuvieses que ver. De hecho, yo estoy acá porque vos estás preocupado y no porque quieras ayudar”.

La conversación, más que tensa, era bastante fuerte. Yo me sentía conmocionado, y seguramente se notaba en mi expresión y en mi tono. No me tembló la voz, pero me puse a hablarle con un tono muy grave. Y me levanté. Cuatro veces me pidió “no, no, no, quedate, quedate; hacía muchos años que no hablábamos”. “¿Vos querés que yo te siga hablando de esta manera?”, le pregunté. Le estaba dando contra las cuerdas y el tipo me decía: “Yo te escucho, me estás diciendo cosas terribles, me la estoy re bancando. Quedate”. Y bueno, otros quince minutos de darle sin parar. Llegamos a tocar todo. Es bastante tedioso y difícil hilvanar una conversación de una hora. Él me iba llevando a que me sacara todo de adentro, un poco también para darle el gusto a mi primo Fabio. Fue una charla con una mezcla de sentimientos: mucho enojo y una enorme liberación. Realmente me saqué un peso encima.

Yo pivoteaba mucho. La dinámica era que él coincidía en algo pero se mantenía afuera, entonces yo le volvía a argumentar con una cosa más pesada para demostrarle que no podía estar afuera y él me rebatía con algo que para mí era una afrenta, más de lo mismo, una tomada de pelo. “Yo no me voy a mover de mi lugar”, repetía, con su bagaje de entrenamiento para mantenerse impávido y decir cualquier cosa sin que le afectara. Llegó un momento en el que me faltó decirle: “Es para cagarte a trompadas”. Y cuando empezó con que “bueno, yo quiero ver cómo puedo ayudar”, le dije: “Mirá, Mauricio, yo no vine a negociar. Yo vine a hacerte ver que voy a seguir, porque lo único que me importa es terminar con esto. Es lo que me sirve para mi salud, para mi futuro, y es lo que quiero: dar vuelta la página. Y es el único camino que tengo. No estoy para negociar. Esta conversación no te va a cambiar a vos, no me va a cambiar a mí”. Él insistía: “No, bueno, pero yo tengo la obligación de...”. Y le respondí: “Mauricio, todo lo que se hizo se hizo con tu anuencia. Vos estuviste desde el principio, desde el 2007, cuando me dijiste, en el enfrentamiento con el viejo, ‘¿de qué lado estás?’. Ahí ya empezaste a obrar con una


falta total de sensibilidad”.

“La vida no es como la guerra de las galaxias —seguí—, donde está el lado oscuro y los Jedis. La vida es una sucesión de decisiones insensibles que van teniendo consecuencias y conformando una situación, en este caso, la destrucción de una familia. Volviste a mostrar esa insensibilidad frente a la enfermedad de nuestra hermana y no tuviste empacho en meterla en el medio de este enfrentamiento. Y todo esto, ¿de dónde parte? Nuestras diferencias parten de que vos propusiste un fraude como solución a los problemas cuando eras jefe de gobierno. Después te llenabas la boca con discursos, pero estabas proponiendo un fraude. ¿Con qué cara? ¿Cómo le explico a mi cabeza que el hombre del discurso es el hombre de las acciones? La dicotomía entre uno y otro es total. Dos personas totalmente distintas. ¿Te das cuenta? Fuiste tomando una serie de decisiones en las que no te importó la salud del viejo ni la angustia que vivió, ni tampoco la enfermedad de mi hija. Yo tuve que acudir a mi primo Ángelo a pedirle plata, porque el médico oncólogo del Fundaleu que me decía que me traía la droga de afuera me cobraba una fortuna, y ustedes me dieron vuelta la cara, me habían cortado el grifo, me dejaron seco, y no lograba siquiera que reaccionaran frente al episodio de cáncer de mi hija. Tuve que recurrir a mi primo, que fue el que me ayudó. ¿Te das cuenta? Mi proyecto era unir a la familia, velar por el crecimiento de la gente y que la empresa no se fagocitara a la familia, pero vos tenías tu proyecto de poder. Y tu proyecto de poder nos llevó a dos galaxias diferentes. No hay manera de que nos entendamos, vos representás todo lo opuesto a lo que yo creo”. Le llegué a cantar todas.

El tipo, con una cara... decía: “Bueno, era la única manera de no perder todos”. ¿No perder todos qué? Ya me decía cualquier cosa. Le dije entonces:

—La deuda con el BNDES no existe como riesgo. [Porque el grupo no piensa pagarla, aunque la usan para bajarles el precio a las acciones de Mariano].

—¿Pero cómo no? ¿Qué es? ¿Una mentira?

—¿Y cuántos años pasaron? [Más de veinte]. ¿Qué pasó? [Nada].

—Sí, la verdad, es increíble. Será toda una mentira.

Él no me negaba el fraude, pero se hacía el pelotudo de una manera olímpica. Entonces yo me calentaba más y redoblaba la apuesta: “Metiste a tus hijos en el medio de esta confusión, con el riesgo de cárcel. ¿Te das cuenta? Eso un padre no lo hace. ¡Hiciste lo mismo que Báez! Pusiste a tus hijos en peligro. Y ellos votaron a favor con tu consejo. No podés seguir insistiendo con que no tenés nada que ver”. Contestó que a ellos no les importaba el tema de la empresa. Entonces le dije que, al no haberles mostrado todo lo que había sobre la mesa para que pudieran definir por sí mismos si estaban dispuestos o no, les había impedido aflorar como seres humanos, poder elegir qué valores defender o en qué lado de la ética ponerse. “Los usaste”. Pero el tipo, con su experiencia, con una cara muy bien lograda, seguía tratando de tirar de la cuerda.

Creo que nunca se había enfrentado con alguien que le dijera todo lo que yo le dije con ese


grado de crudeza en una conversación de una hora. “¿Por qué querés que me quede? ¿Vos querés seguir escuchando?”. “Quiero entender por qué tanto odio”, me dijo. Después mi mujer interpretó que era todo lo contrario, que estaba proyectando, “el odio es el que ellos tuvieron con ustedes”. Pero yo no lo interpreto como odio, sino como la actitud de alguien que miró el poder y no se pudo dar el lujo de detenerse por ninguna distracción.

Él seguía con la dinámica de aferrarse a su cáscara vencida de “yo me mantengo al margen, nunca tuve nada que ver” y eso me llevaba a levantar cada vez más la apuesta, porque la bronca que me daba de que el tipo siguiese aferrándose a esa maldita excusa o pretexto barato me hacía tirarle otra y otra. Entonces le dije: “Vos escupiste sobre la tumba de nuestro padre a la semana de su muerte”. Lo dije mirándolo a los ojos con mucha intensidad y mucha bronca. “Bueno, me dejé enredar”, contestó. “En ningún momento te preguntaron nada. ¿Sabés lo que yo pienso? Que a vos te encantó que Lilita se inventara la historia de que el padre es el demonio y el hijo es el bueno, para mí fue Lilita la que compró su propia historia para tener estómago de acercarse a vos, porque no tenía cómo conciliar sus diferencias. Y vos la dejaste correr, durante muchos años dejaste que dijeran cualquier cosa de nuestro padre cuando era el tipo más lúcido y bienintencionado. Vos por la política y por el poder lo permitiste, y encima escupís sobra su tumba. Nadie te enredó nada. Eso es lo que te define”.

Le seguía tirando. En un momento, le pregunté: “Si no tenés nada que ver con todo esto, ¿por qué cuando se venza la feria judicial no entrás en la justicia para ver lo que expuse de todas las tramoyas de vaciamiento, de fraude, de mala administración que se han cometido en los últimos años? Miralas, estudialas y fijate. Ya que no tenés nada ver, por ahí te conviene reclamar, porque te defraudaron a vos también”. Se lo dije, obviamente de manera irónica, porque ya le había enumerado todo lo que se había hecho en la empresa, los fraudes, y que Gianfranco me había dicho en la cara que iban a hacer los negocios por afuera y que yo me iba a joder. Seguí diciéndole: “¿Y de dónde te creés vos, que tanto me decís que no, que Gianfranco sacaba la plata para comprarles las acciones a tus hijos?”. “Bueno, de los negocios de energía eólica”. Yo me quería matar. Me parecía una gran tomadura de pelo y estaba harto. Ya había tenido este diálogo en mi cabeza tantas veces, tantas veces, que no lo quería tener en serio, porque sabía que era llevarme a la ira más absoluta. Era hablar con un psicópata, que iba a sostener lo que tuviese que sostener.

El hijo de puta me dijo: “Mirá, de Gianfranco cualquier cosa, pero ¿que nos robe?”. Ya no podía más. ¿Cómo puede ser tan hijo de puta? Llega un punto en el que decís: “¿Qué? ¿Te tengo que aplaudir por lo bien que escondés las cosas? ¿Realmente me querés ningunear de esa forma?”. En realidad, un poco lo entiendo, porque si llega a pensar “me describió como soy”, debería aparecer con un tiro en la cabeza en cualquier momento. ¿Cómo soporta el personaje en el que se convirtió?


—¿Vos qué te creés, que Gianfranco puede haber hecho todo lo que hizo sin el apoyo tuyo?

¿Querés que yo adhiera a ese discurso? —dije.

—A ver, está bien, decime un negocio que yo haya hecho mientras estuve en mi gobierno — contestó. Y le tiré lo de Autopistas del Sol, a lo que respondió con más patrañas.

—¿Querés que hablemos del acuerdo que hizo tu gobierno con la autopista, y la manera como la vendieron por la mitad del valor a Socma?

—Bueno —dijo—, justamente Socma no podía participar. Hubo momentos en los que yo evitaba meterme.

Entonces le respondí que la justicia iba a definir qué estaba bien o mal hecho.

En un momento le dije: “Mirá, Mauricio, yo quiero que entiendas que a mí me importa tres carajos si todo esto se va a la mierda y yo me quedo sin un mango. Y eso porque, ya que te preocupabas por mamá, si te ponés a pensar, seguramente mamá sería una mejor persona si no tuviese el apoyo de tanta plata, cambiaría un poco su soberbia. A Gianfranco no le vendría mal, a los alcornoques de mis dos sobrinos [hijos de Sandra] lo bien que les vendría salir a la calle y valerse por sí mismos. Yo me la voy a rebuscar y salir adelante. Ustedes me entrenaron. Durante todos estos años, me cortaron todos los chorros y me enseñaron a valerme por mí mismo. Y a mi hermana Florencia tampoco le vendría nada mal. Así que olvidate, a mí me importa tres carajos lo que pase. Ya te expliqué que tengo en mis manos una sola solución, porque lo que quiero es que esto termine. Si vos creés que hay otra solución a las condiciones que yo te puse por escrito, escribila. Hasta ahora soy el único, en todos estos años, que puso condiciones por escrito”. Me contestó: “Sí, me parece increíble, me dijo Fabio, que nunca recibiste una propuesta por escrito. Y yo le respondí que Gianfranco me decía que vos siempre cambiabas todo. Cada vez que llegaban a un acuerdo, vos cambiabas los tantos”. Ahí le tiré los números. “Yo te dije 21 palos por Socma y nueve por el Correo”, y él respondió que por el Correo no iba a pasar nada. “Eso por la forma en que ustedes manejaron las cosas —le dije—. ¿Qué querés? ¿Que hablemos de todos los fraudes? Claro, la empresa no vale nada, se llevaron todo para otro lado. No, yo no estoy para discutir el precio. Incluso intenté, a través de Ángelo, proponerte que ni habláramos de si eran 17 o 20, si me tienen que pagar eso o cuánto. Le dije que no habláramos de precios porque no nos íbamos a poner de acuerdo nunca. ¿Por qué no le pedimos a la misma Infupa que haga cinco paquetitos equiparables, los ponemos en un bolillero, cada uno mete la manito y saca el que saca? Si los tipos hicieron un buen trabajo saldremos todos contentos, si lo hicieron mal alguno se joderá, la suerte dirá quién”. Mauricio contestó que Ángelo nunca le había comentado eso. Ángelo me había dicho: “Viste como es tu hermano. Realmente me da la impresión de que a veces ni escucha. Yo le expliqué todo, pero el tipo me miró y ni me respondió”. Cuando se lo conté, él me salió con una de sus muletillas: “Che, sí, la verdad es que tenés razón. En algo en lo que sí estuve mal fue en no prestarme al diálogo”.


Esto venía diciéndomelo desde el 2013. Por eso yo le había aclarado que no había ido a su casa a negociar. Con esa charla, no pretendía cambiarlo ni enmendar relaciones: “Pareciera que estás adhiriendo a la teoría de que necesito sacarme todo el veneno de adentro para ver si cambio mi posición, pero no voy a hacerlo. Son muchos años, Mauricio, yo ya pensé todas las respuestas que me estás dando, ida y vuelta, y no me cierra ni una. ¿Entendés cómo es la cosa? Quedate con lo único que te vine a decir: esto termina. Vos elegirás de qué manera. Pero esto termina”.

La charla fue muy muy muy fuerte. Él insistía con “bueno, pero yo nunca estuve a cargo, nunca estuve...”. Fue en ese momento cuando le dije: “Mauricio, desde que papá nos donó el grupo, desde el principio, vos lo manejabas por teléfono. El mundo no funciona así. ¿Sabés lo que hiciste? Me pusiste a Gianfranco y a Leo [Maffioli] como fuerza de choque. Fueron tus piqueteros, fueron tus barras bravas. No vale decir ‘yo era el presidente del club, no sabía nada’. Vos los mandaste, y si los tipos después mataban en la tribuna o vendían drogas a los chicos, no vale decir ‘yo no tenía nada que ver, eran ellos’. Era gente mandada por vos”.

Cuestión que se las dije todas. Llegué a decirle: “Mauricio, quiero que entiendas que no te tengo ningún respeto como persona. Para mí, representás todo lo que no está bien”. Y eso que no tocamos nada de su gestión... También le dije cosas más abstractas, como: “El personaje que estás tratando de defender te llevó a meterte dentro de una cápsula y apartarte de la realidad, a decir mentira tras mentira distorsionando todas las cosas, y lo único que has logrado es la destrucción”. Le hablé del tema de las escuchas:

—Durante un año tuve que consolar a mi hermana [Sandra]. Ella venía y me decía: “Mauricio me borró” y yo trataba de contenerla.

—Tenés que entender, su marido me estaba atacando con un tema en el que no tenía nada que ver. Lo estaban escuchando al marido y yo ni sabía.

—¿Que no sabías? Yo te fui a ver a Ocampo [la calle de Palermo Chico en la que vivía Mauricio] para explicarte que mi padre estaba muy preocupado por la integridad física de Sandra y de nuestros sobrinos, y que no sabíamos de qué era capaz este tipo, y vos después evidentemente te enamoraste del juguete. Intervino Maffioli, Maffioli se ocupó con los israelíes…

—¡No! De eso se ocupó Pelachi [Adrián, exjefe de la Policía Federal].

—No, no fue Pelachi, fue otro comisario retirado que había antes.

—Pero no fue en una empresa israelí. Papá acudió a Mike Akerman, el que estuvo en mi secuestro.

—No, Mauricio, yo tuve en la mano los informes de todas las escuchas que se hicieron. No es como vos decís.

—Bueno, ¿ves? Yo nunca vi esos informes.

—Pero si yo te los pasaba.


—¿Cómo querés que reaccione si nuestra hermana no lo contenía al marido?

—¿Vos me estás jodiendo? Estás hablando de una mujer que llevaba diez años de quimio, metástasis en los huesos y en las partes blandas. Estaba, pobrecita, pendiendo de un hilo, y este psicópata hijo de puta que tenía de marido, que era un tipo enfermo como nadie, la tenía totalmente coaccionada y chupada, ¿y vos me decís que ella no hacía nada? ¿Vos te das cuenta de lo que estás hablando?

—Bueno, tuve la mala suerte de que lo contrataran a [el espía] Ciro James [en la policía de la ciudad durante su gobierno], que me armó todo este escándalo.

Siempre tratando de borrarse, de eximirse. Lo tiene realmente muy incorporado, hasta se cree la película. Y siempre hay fusibles para despedir cuando las cosas no salen. O el pobrecito de Marcos Peña, que tenía que poner la cara para que le pegaran todos. Me faltó decirle: “Estás en tu juego de poder y delirio creyéndote el salvador de la patria y del mundo mientras le das vuelo y espacio al destructor, a ese costado tan insensible que hizo tanto daño a toda la familia y a toda la Argentina”.

A esa altura, yo ya estaba muy caliente. Ya había tratado de irme varias veces y él me había retenido. Al final le dije: “Ya está. No da para más”. Sin saludo final. Sí saludé a Antonia desde lejos con la mano y le sonreí. Y me fui. Enfilé derecho por un pasillo atravesando la casa y hasta estar afuera no paré. A Mauricio no le importa entenderme. Lo único que le importa es establecer que no tiene nada que ver. El tipo conoce bien el límite y se quedaba callado, impávido, con esos ojos celestes con que te mira. Y nada, ningún reflejo.


 

 

 

 

AGRADECIMIENTOS

 

 

A Mariano, por haberse animado y por haber confiado en mí.

A mi hermano Matías, el gran compañero de aventuras que me dio la vida, por abrirme una puerta más y por cuidarme la espalda siempre.

A mi hermano Nacho, por traerme de vuelta a la Argentina y por enseñarme que se puede estar mejor.

A mi hermana María, por apoyarme y ayudarme siempre con mucha generosidad desde que volví a Argentina a empezar de cero, siendo ella una periodista establecida y reconocida, y en particular por aconsejarme y ayudarme con este libro desde el principio.

A mi hermana Julia, por estar siempre cerca a pesar de la distancia, y por darme fuerza y confianza cada vez que la necesité.

A mis queridos cuñados Federico Huber, Francisca “Borriqueta Valdivia” Araya y Leonardo Pereira, por elegirme como amigo.

A José O’Donnell, compañero de encierro, por involucrarse y comprometerse con muy buenos consejos. A Ramón Stocovaz, por tanto.

A mis tíos Carmen Celia, Miguel Ángel y Corita y Pacho y Marina, a mis tíos y abuelos que ya no están, por quererme y cuidarme desde chiquito.

A Juan Boido, director editorial de Penguin Random House Argentina, por creer en mí y en el libro a pesar de la pandemia y lo que fuere. A mi gran editora Ana Laura Pérez, por poner su talento y dedicación al servicio del libro y enderezar el barco con dos o tres golpes de timón en el momento justo. A mi nueva gran editora Gabriela Vigo, por su calidez y su comprensión de la naturaleza humana, su compromiso y atención al detalle. A Glenda Vieites y a Mariana Creo, por apoyar cuando hizo falta.

Al capo de Cristian, por ponerse la diez y dejar todo en la cancha.

A Guido Vassallo y a Juan Manuel Boccacci, por confiar en mí y ayudarme desde el primer día con las interminables desgrabaciones y la preparación de informes acerca de distintos temas, y por escucharme y compartir mis dudas y esperanzas durante meses. Este libro también les pertenece. A Natalia Garay, por su aporte de material de archivo y base de datos del Poder Judicial.

A Mercedes López San Miguel, mi coequiper en la sección El Mundo de Página/12; a Nora


Veiras, a Pedro Miguel “Bicho” Álvarez, a Celita Doyhambéhère y a todos los compañeros de redacción, que me enseñaron y soportaron y compartieron momentos durante tantos años.

A Pacho O’Donnell, Gabriela Cerruti, Juan Mathé, Gustavo Veiga, Héctor “Teddy” Frontini, Juanjo Angelillo, Alex Milberg, Sergio Gabriel Greco, Liliana Timberini, Cristóbal Llorente, Miguel Canale y Arturo Legentil, por su apoyo, su aliento, sus consejos y su generosidad para contestar mis preguntas. También a las personas que me dieron información pero pidieron que no las nombrara.

A Van the Man, por la música.

A Valeria Canale, mi enorme, hermosa y querida compañera, por haberse alegrado con cada avance, preocupado con cada escollo, sorprendido con cada descubrimiento, bancado en cada parada difícil, y por haberme soportado cada vez que este libro no me dejaba pensar en otra cosa.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

“ESTE LIBRO ES PARA RESOLVER UNA SITUACIÓN DE SOMETIMIENTO, EXTORSIÓN, MALTRATO Y AISLAMIENTO. QUE LA GENTE LEA Y SE PRONUNCIE”.

 

 

Como ha sucedido con las grandes revelaciones que cambiaron el curso de la historia, Santiago O’Donnell se encontró con un testigo invalorable. Mariano, el hermano menor del ex presidente Mauricio Macri, le detalló, durante las entrevistas que mantuvieron, el maltrato y el sistema de chantaje y estafas que primero destruyeron a la familia y, luego, a la Argentina.

Solo un periodista con la experiencia de Santiago O’Donnell —y un prestigio global por investigaciones como Wikileaks y Panamá Papers— podía rastrear, chequear y profundizar en esos secretos íntimos que su entrevistado iba contándole encuentro tras encuentro.

Hermano es el resultado de ese trabajo minucioso con los dichos y los testimonios pero también con la información y los hechos concretos. Roto con dolor el pacto de silencio y amenazas de una vida, Mariano pudo detallar las intrigas domésticas, los movimientos empresariales y las manipulaciones políticas que llevaron al poder a Mauricio Macri.


 

 

 

 

 

 

SANTIAGO O’DONNELL

 

Es periodista. Actualmente cumple tareas como editor jefe de la sección El Mundo de Página/12, dirige el sitio web Medio Extremo y mantiene el blog santiagoodonnell.blogspot.com.ar. Además, es director de la Maestría de Periodismo de la UBA y docente en NYU - Buenos Aires. Comenzó su carrera en el Buenos Aires Herald, pero rápidamente pasó a trabajar en dos de los diarios más importantes de los Estados Unidos: entre 1987 y 1990, en Los Angeles Times, y de 1991 a 1994, en The Washington Post. De regreso a la Argentina se incorporó a la redacción del diario La Nación, para luego ser editor general del semanario TXT. Es autor de los exitosos ArgenLeaks. Los cables de Wikileaks sobre la Argentina, de la A a la Z, y PolitiLeaks. Todo lo que la política argentina quiso esconder. Sus secretos en Wikileaks de la A a la Z, y coautor de Derechos humanos®. La historia del CELS. De Mignone a Verbitsky. De Videla a Cristina, y ArgenPapers. Los secretos de la Argentina offshore en los Panamá Papers, todos de Sudamericana.