A mi madre,
Teresa Emery. A la memoria de mi padre, Guillermo O’Donnell. Gracias por
haberme enseñado a vivir.
LÍNEA DE TIEMPO
1959: Nace Mauricio
1959: Franco
construye el puerto de Mar del Plata con Demaco 1966: Nace Mariano
1979-1995:
Manliba maneja la recolección de basura de la Ciudad de Buenos Aires 1979-1985:
Desarrollo inmobiliario Lincoln West en Nueva York
1982:
Estatización de la deuda de Socma y Sevel 1983: Mauricio funda Mirgor con
Caputo
1985: Infarto de
Franco 1991: Secuestro de Mauricio
1992-1993:
Mauricio vicepresidente de Sevel Argentina 1992: Sevel sale a bolsa y vende
acciones a precios inflados 1993 (fines)-1995: Mauricio presidente de Sevel
1994: Inversión en el Banco
Extrader
1995-2007:
Mauricio presidente de Boca Juniors 1997-2003: Concesión del Correo Argentino
2001: Franco y
Mauricio procesados por contrabando (sobre hechos ocurridos en 1994) 2001:
Mariano se instala en Brasil para dirigir la expansión del grupo en ese país
2002:
Pesificación asimétrica de la deuda de Socma y Sideco 2003: Mauricio pierde la
elección a jefe de gobierno
2005-2007: Mauricio diputado
2006: Concesión del Belgrano Cargas 2007-2011: Mauricio jefe de gobierno
2007: Franco vende Iecsa a Calcaterra 2010: Franco cede Socma a sus hijos
2011-2015:
Mauricio reelecto jefe de gobierno 2013: Mariano impugna la venta de Socma
2015-2019: Mauricio presidente de la nación 2019: Muere Franco Macri
2019: Mariano denuncia el
vaciamiento de Socma
2020: Mauricio presidente de la
Fundación FIFA
“HERMANO”
Prólogo
Domingo de marzo soleado y fresco en el coqueto barrio
de La Horqueta, en la unión entre los dos ramales de la Panamericana, a la
altura de Beccar y San Isidro. La cita es en el Seven Eleven, un discreto
bar-restorán con fachada de ladrillo y galería con mesitas a un costado, detrás
de un gran kiosco de revistas, en un centro comercial abierto y arbolado sobre
la avenida Blanco Encalada. A la hora convenida, él ya me está esperando. Me
llama con el brazo desde una mesa al aire libre, la más alejada de la vereda.
Recuerdo el silencio. Faltan siete horas para que Alberto Fernández anuncie la
esperada cuarentena, que entrará en vigor al día siguiente. La Horqueta parece
un pueblo fantasma, pero el Seven Eleven de Beccar, milagrosamente, sigue
abierto.
Adentro no
hay clientes. Afuera, el único es Mariano Macri. Camisa celeste, pantalón kaki,
ojos verdes, nariz importante, barba, sienes templadas, boca de jóker: la viva
imagen de su papá. Erguido en la silla, hombros abiertos, espalda derecha,
saluda afectuoso: “¿Cómo va, querido?”, con su voz grave y nasal. Me recibe con
el codo, sin beso en la mejilla. “Se está cuidando. Tiene tres chicos jóvenes”,
pienso. Una hora antes me había llamado desde su casa en un country de Pacheco y me dijo que teníamos que
hablar. Nos encontramos a mitad de camino.
Desde la
última vez que nos vimos hace dos semanas, el mundo se dio vuelta por culpa de
la pandemia. La recomendación es no salir de nuestras casas. “Ayer estuve con
Mauricio”, me dice, y entiendo. Hace dos meses que nos venimos reuniendo una o
dos veces por semana para completar una larga entrevista que daría forma a este
libro testimonial sobre su pelea con el expresidente. Y justo dos días antes de
la cuarentena, por iniciativa de Mauricio, se reunieron.
Se acerca
una moza y le pido un tostado y un café con leche. Él dice: “Ya estoy bien”, le
sonríe atento y no pide nada. Parece contento de verme. Prendo el grabador del
celular, lo dejo sobre la mesa vacía y le apunto con el micrófono. Él lo
endereza apenas y se lo acerca un poco más, como si quisiera asegurarse de que
una ráfaga de viento no se lleve lo que está a punto de decir. Empieza a hablar
y yo lo interrumpo pidiendo detalles. Retoma y lo vuelvo a interrumpir.
Quiero clima, quiero diálogo, quiero horarios,
direcciones, quiero todo. Vamos y venimos. Mariano cuenta, yo lo interrumpo,
Mariano vuelve a empezar.
Hasta que sucede algo que me deja mudo. Mariano
empieza a hablarle a Mauricio.
Lentamente, en un ligero crescendo, con la voz firme, con enojo apenas
contenido.
Mauricio, ¿vos me estás jodiendo? No te importó la
salud del viejo, la angustia que el viejo vivió. ¿Te das cuenta, Mauricio?
Tampoco te importó la enfermedad de mi hija. Tuve que acudir a mi primo Ángelo
a pedirle plata porque el médico oncólogo del Fundaleu que me traía la droga de
afuera me cobraba una fortuna y ustedes me dieron vuelta la cara, me habían
cortado el grifo, me habían dejado totalmente seco. No logré siquiera que
reaccionaran frente al episodio de cáncer de mi hija y tuve que recurrir a mi
primo, que fue el que me ayudó. ¿Te das cuenta? Vos te fuiste en todo este
proyecto tuyo de poder cuando para mí el proyecto era velar por el crecimiento
de la gente y evitar que la empresa se fagocitara a la familia. Vos y yo somos
de dos galaxias distintas.
Parece poseído, enajenado,
la mirada fija en el celular como si le hablara a un fantasma que no lo deja en
paz. Un recitado cadencioso y gutural, haciendo caer palabras como piedras,
pausando para que aturdan. Cuando apago el grabador cuarenta minutos después lo
veo respirar aliviado, liviano. Entonces entiendo.
Haberle
dicho a su hermano en la cara la tarde anterior lo que pensaba de él no le
sirvió de mucho. Es como si le hubiese hablado a una sábana. Para conjurar su
fantasma, debe repetirlo delante de un periodista, palabra por palabra, y hacer
que todo el mundo se entere. No importa que ese mundo, ese día, se esté cayendo
a pedazos.
* * *
Este libro cuenta, a partir
de un relato autobiográfico de Mariano Macri, cómo se fue generando un abismo
entre él y Mauricio por profundas diferencias de visiones, principios y
posturas éticas. Después de décadas de compartir, o más bien de competir, con Mauricio
por la herencia y el legado de su padre, Mariano, el quinto hijo de Franco,
habla por primera vez y revela el lado oscuro de su hermano mayor, con un nivel
de precisión y detalle que ni los peores enemigos del expresidente llegaron a
imaginar.
Entre otras
historias jamás contadas, Mariano habla del millonario préstamo de un banco
brasileño que jaquea al grupo Macri, y el fallido plan para evitar pagarlo a
través de una venta simulada de la empresa insigne del grupo, Sideco, a un
banco austríaco que, a su vez, escondería el dinero
en fundaciones creadas
con ese propósito en el paraíso fiscal
de
Luxemburgo. También, con el mismo
propósito de esconder sus activos, cuenta Mariano, el holding familiar Socma se habría ido vaciando en los
últimos años mediante un esquema de autopréstamos a empresas del grupo. Además,
para sortear la apariencia de conflictos de interés, desde que Mauricio ingresó
en la función pública el grupo fue tercerizando algunos de sus negocios en
testaferros y socios ocultos, por ejemplo, en el caso de los Parques Eólicos y
Autopistas del Sol o McAir-Avianca, maniobras sobre las que Mariano aporta
información que confirmaría lo revelado por el periodismo y avanza más allá de
lo conocido hasta ahora.
Cuenta
Mariano que su hermano mayor habría amasado una fortuna haciendo negocios desde
las empresas de su padre, la presidencia de Boca, la jefatura del gobierno
porteño y la presidencia de la nación. Brinda detalles exclusivos y hasta ahora
desconocidos de la sociedad con OCA y el gremio de camioneros, conducido por
Hugo Moyano, para explotar el Correo Argentino después de su expropiación por
parte del gobierno de Néstor Kirchner, a través de una triangulación negociada
con el exsecretario de Comercio Guillermo Moreno. Más aún, Mariano explica de
qué modo los fondos negros originados en esta maniobra pudieron terminar en
cuentas offshore a nombre suyo
y de su otro hermano, Gianfranco —a quien describe como el principal testaferro
de Mauricio, junto con Nicky Caputo y el fallecido Jorge Blanco Villegas—, en
un banco de Bélgica. Durante la cobertura de los Paradise Papers se había conocido la existencia de esos
fondos, pero hasta ahora nada se había dicho acerca de su origen. Mariano
también cuenta por qué sospecha, o más bien está convencido, que Macri estafó a
su padre y al grupo con la venta inflada de acciones de Sevel, la venta del
proyecto Lincoln West a Donald Trump y una inversión descontrolada y no
autorizada en el Banco Extrader.
Según
Mariano, por frenar en la justicia la presunta venta simulada al banco
austríaco —que él no duda en describir como un fraude—, Mauricio le espetó en
la cara que ya no recibiría el ingreso que regularmente percibía como dueño del
20 por ciento del paquete accionario del grupo, aunque el entonces jefe de
gobierno porteño no mantenía ningún vínculo formal con el holding.
El
testimonio de Mariano Macri es mucho más que una denuncia. Es la historia
íntima de una empresa de familia, o de una familia que funciona como empresa.
Es el retrato de un hombre obsesionado con el dinero y el poder, que siguió
digitando y manejando los destinos de un grupo empresarial desde el sillón de
Rivadavia, en completa contradicción con su promesa de colocar su patrimonio en
un fondo ciego y olvidarse de él mientras ejercía la máxima magistratura. Un
presidente que no tuvo empacho en involucrar a sus propios hijos en sus manejos
dentro del grupo exponiéndolos al accionar de la justicia al legarles sus
acciones y luego ordenarles que votasen a favor de la venta simulada al banco austríaco.
En estas
páginas, encontrarán que el menor de los varones Macri habla de los grandes
negocios de su padre, de su hermano y de él mismo con una crudeza inusual entre
empresarios
de primer nivel. Detalla, sobre
todo, dos de las historias menos conocidas del grupo: el desembarco en Brasil
primero y, luego, en China. En ambos casos, Mariano tuvo un rol protagónico
mientras Mauricio, al amparo de la política, movió sus piezas para desactivar y
vaciar de poder a su padre, a quien había transformado en su enemigo íntimo.
Para
explicar la dinámica familiar que viene desde su niñez, Mariano revela detalles
desconocidos de sus padres, Franco y Alicia; sus hermanos Mauricio, Gianfranco,
Sandra, Alejandra y Florencia; su tío Jorge y sus sobrinos Agustina, Jimena,
Caíco y Antonia, los hijos del expresidente. Detalla reuniones que terminaron
en insultos y amenazas en la residencia de Franco de la calle Eduardo Costa
3030, Palermo Chico, un gran bloque blanco de tres pisos rodeado de árboles con
enormes ventanas y garaje para cuatro autos en la zona más exclusiva de Buenos
Aires. Mariano cuenta también cómo fueron sus reuniones cara a cara con
Mauricio en las que terminó de entender el abismo que los separaba, y anécdotas
familiares como la de Nuria Quintela, la mujer de Franco, contándole a Franco
que Isabel Menditeguy, entonces mujer de Mauricio, había bajado información de
la laptop de Mauricio sobre los pases de jugadores de Boca para negociar un
acuerdo de divorcio de ocho millones de dólares, entre otras historias del clan
que sirven para entender el origen del conflicto y cómo se llegó a la ruptura.
Mariano dice que rompe el silencio por tres razones.
Primero,
por su salud mental. Lleva trece años de enfrentamientos con Mauricio en
reclamo de que le pague un precio justo por su parte del paquete accionario y
lo deje seguir su vida personal y empresarial de manera independiente. En su
relato, describe cómo durante todos estos años el mayor lo ha sometido a toda
clase de humillaciones, ninguneos y falsas promesas. Dice que necesita sacarse
el peso de encima acompañando sus acciones en la justicia con un testimonio
para que sus hijos, sobrinos y descendientes conozcan la verdad, o por lo menos
conozcan la contracara del falso relato de Mauricio, donde él se vende como un
santo al servicio del país, que poco y nada tiene que ver con el grupo
económico que en realidad maneja con mano de hierro, aprovechándose de su
íntima relación con la primera línea del management, que le responde de manera incondicional.
Segundo,
para romper el mito de que su padre, el legendario empresario Franco Macri, era
un mafioso menemista que vivió toda su vida de aprietes y negociados con el
Estado. Mariano está convencido de que esta es una historia inventada por
Mauricio y por quienes lo asesoran en marketing político, en particular, para
congraciarse con Lilita Carrió y generar una narrativa que lo hiciera más
digerible para la lideresa de la Coalición Cívica. A Mariano le duele y le
enoja que Mauricio le eche todas las culpas a quien él considera un gran
hombre, alguien que se jugó la vida por el desarrollo de Argentina y América
Latina generando empleo y crecimiento con transparencia y visión estratégica,
asumiendo grandes riesgos. Un hombre a quien Mariano
describe como duro, austero, de
“hacer” en vez de “ser”. Mientras Mauricio, para su hermano menor, es todo lo
contrario a su padre: un ser opaco, egoísta, avaro y falso.
Tercero,
Mariano siente que el mismo abuso y maltrato que él recibió de Mauricio a nivel
familiar el pueblo argentino lo sufrió a nivel político. La misma desilusión,
la misma estafa. Para Mariano, Mauricio es un ídolo con pies de barro. Y él,
que lo conoce mejor que nadie, siente la obligación ética, el deber social y el
imperativo moral de desenmascararlo.
* * *
Conocí a Mariano hace más de
treinta años. Antes de entrevistarlo para este libro, lo había visto unas pocas
veces a lo largo de ese tiempo. No éramos amigos, pero existía un vínculo de
confianza porque es amigo de mi hermano Matías. Se conocieron en Washington
cuando ambos estudiaban allá, y yo lo conocí en esa ciudad durante el
casamiento de Matías a fines de la década del 80. En ese entonces yo vivía en
Los Ángeles y trabajaba en el diario Los Angeles Times. Cuando me mudé a Washington algunos años
después para sumarme a The Washington Post, Mariano y Matías ya se habían ido a la Argentina, pero heredé algunos
de sus amigos. Al poco tiempo, Matías se separó, se volvió a casar y se fue a
vivir a Chile. Pero se siguió viendo con Mariano: todos los años venía a pasar
las fiestas a Buenos Aires y siempre o casi siempre se encontraba con él.
Alguna vez lo llevó a casa de mamá y Mariano también conoció, en alguna
ocasión, a mis hermanos María e Ignacio. También visitó a Matías en Chile
varias veces.
Yo me lo
crucé en un par de ocasiones. Le tenía cariño por saberlo un buen amigo de mi
hermano, pero el mundo Macri de séquitos y obsecuentes me causaba cierto
rechazo y siempre mantuve mi distancia. En la secundaria había sido compañero
de Gianfranco, el hermano de Mariano y Mauricio, y no nos habíamos llevado
bien: en cuarto y quinto año él llegaba al colegio San Martín de Tours montado
en una moto Kawasaki 1000 y, antes de bajarse, la aceleraba durante minutos
interminables haciendo un ruido infernal, a propósito, hasta que todo el barrio
se percatara de su presencia. A Mauricio nunca lo conocí.
Volví a
saber de Mariano a fines de 2019, cuando un amigo de Washington me incorporó a
su grupo de chat. Yo venía de publicar en mi portal Medioextremo.com un
artículo sobre el derrocamiento de Evo Morales en Bolivia, en el que
argumentaba que no había caído por un golpe militar, sino por una insurrección
popular. Alguien del grupo me felicitó y yo, sin pensarlo, contesté: “Gracias.
Ya me mandaron varias fotos de Videla y Hitler. Extraño un poco cuando me
puteaba la derecha por destapar los chanchullos de Macri y Cía. con los Panamá
Papers. Eran más finos: solo me decían
‘choriplanero K’”.
Recuerdo
que, unos segundos después de mandar el mensaje, me invadió una sensación de
malestar. ¿Y si Mariano estaba en el grupo? Me fijé y, efectivamente, Mariano
estaba en el
grupo. No solo eso, estaba
escribiendo. Contestó: “Hola, Santi, ¿cómo andás, tanto tiempo? Los chanchullos
que en el ejercicio de su profesión encuentres del señor presidente serán una
cuestión entre él y vos o la sociedad argentina a la que te interesa que rinda
cuentas. En nada me atañen a mí y nada tengo que aportar en su defensa.
Distinto es si hicieran referencia a mi viejo, alguien que dejó todo en la cancha
desde su pura esencia de hacedor. Bacione, caro”.
Enseguida
llamé a Matías para pedirle perdón. El grupo era más de él que mío y Mariano era
su amigo. “No te preocupes, Mariano odia a Mauricio”, me contestó. Pero sí, me
preocupé, al punto que colgué y me bajé del grupo. Matías y un par más me
escribieron para que volviera, pero me parecía injusto con Mariano: había pocas
personas con las cuales se podía sentir como uno más, con su bajo perfil, y
muchas estaban en ese grupo de chat. Yo, además de no ser su amigo, era
periodista. Pensé que mi permanencia lo iba a poner incómodo. Le pedí a Matías
que se lo explicara y me borré.
Al mes
siguiente, en la semana entre Navidad y Año Nuevo, me llamó Matías desde la
casa de mamá: “Hola, Santi, tengo noticias”, fue lo primero que me dijo.
Mariano quería hablar conmigo. Mariano quería contarme todo. Matías estaba
feliz y yo apenas podía contener mi emoción. Faltaba mucho todavía para este
libro, pero la semilla había sido plantada. Nos reunimos con Mariano, me empezó
a contar y no tardamos en ponernos de acuerdo.
Fueron dos
reuniones —la primera en un Café
Martínez, la segunda en mi departamento de San Telmo— de unas tres horas cada una. Quedamos en que yo le iba a preguntar lo
que quisiera e iba a ser dueño del material, y que nuestra relación iba a ser
de entrevistador y entrevistado. Quedamos, también, en que no haría nada si no
me interesaba lo que decía o si sentía que no decía la verdad, pero, si
avanzábamos pasado cierto punto, si revelaba información comprometedora, tenía
que publicarla sí o sí, porque si no yo podía quedar expuesto como un
extorsionador que había negociado su silencio. En ese aspecto Mariano fue muy
generoso, ya que me invitó a apurar el proyecto para que, en caso de que
llegara a un acuerdo económico con su hermano y ese acuerdo incluyera una
cláusula de confidencialidad hacia adelante, no pudiera anular ni silenciar
información que ya no estaba en sus manos, sino en las mías.
Después de
esas dos reuniones iniciales, empezamos a grabar. Más de diecisiete horas en
nueve encuentros en mi departamento, en la casa de mi compañera Valeria Canale
en Villa Urquiza, y en lugares públicos de la capital y la provincia de Buenos
Aires. Cuando le pregunté por qué me había elegido, me dijo: “Porque te conozco
y conozco a tu familia”. Matías me dijo que a él le parece que a Mariano le
debe haber gustado cómo me había manejado con él al borrarme del chat después
de mi furcio.
Lo que
sigue es lo que Mariano quiso contar y lo que yo quise preguntarle después de
haber escrito un libro sobre los Panamá Papers junto con Tomás Lukin, ArgenPapers, que tiene a
Mauricio Macri como gran
protagonista, y durante y después de leer gran parte de lo que se ha escrito
acerca de los Macri, sobre todo la biografía El Pibe, de Gabriela Cerruti. También, Macri, de Laura Di Marco; los libros de Franco
Macri; los artículos del portal Nuestras Voces, que dirige Cerruti, y su Big
Macri; La Dinastía, de Ana Alé; Radiografía de la
corrupción Pro, de Ignacio Damiani y
Julián Maradeo, y Macristocracia, de
Fernando Cibeira. También entrevisté a fuentes del sector político, financiero,
postal y deportivo, para sumar datos que ayudasen a entender y completasen la
descripción que hace el hermano del expresidente. Esa información aclaratoria y
suplementaria precede cada capítulo en letra
itálica.
Con las
palabras directas de Mariano, con su ironía, con su sensibilidad, con sus
sincericidios de niño bien, este, más que un testimonio, es el reclamo de la
Argentina avasallada y saqueada por Mauricio Macri.
POR
QUÉ Y POR QUÉ AHORA
Introducción
Me llamo Mariano Macri y soy hermano de Mauricio. Quiero hacer una
inmersión cronológica en las desavenencias que se fueron sumando hasta dar como
resultado la confrontación entre nosotros; los porqués, las circunstancias, los
detalles. Mucho de lo que digo es mera opinión mía, pero mucho también surge de
datos fríos que abren una veta de posibles teorías y conclusiones.
Doy mi punto de vista consciente de que existe
información que escapa a mi conocimiento y que podría incriminar a mi padre.
Sin embargo, sé que mis revelaciones mostrarán a un personaje político,
Mauricio, que está en las antípodas del viejo, un gran emprendedor. Destaco su
autenticidad versus ese afán de poder de Mauricio, afán de poder que es su
costado destructivo. Creo que lo que mi hermano me hizo a mí a nivel familiar
lo terminaron padeciendo todos los argentinos. Pero además su estrategia
comprometió la reputación o el nombre de mi padre, a quien yo acompañé tantos
años y de quien tengo una impresión bien distinta. Subjetiva sin duda, y ligada
a mi percepción y a mi codificación emocional, pero es la imagen de una persona
auténtica y constructiva, que siempre buscó crecer y generar trabajo y
desarrollo. Mi meta es que se pueda esclarecer su carácter y su esencia. No digo
que no haya tenido su lado oscuro; yo no lo vi, pero las investigaciones
existen y las acepto de buen grado. Para mí fue alguien que hizo el bien, que
fue positivo, y que vivió mucho y tuvo que tomar decisiones difíciles en
soledad.
Yuval Harari cuenta en sus magníficos libros —Sapiens. De animales a dioses, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI— que hoy la sociedad consume por
igual tanto el marketing político como las creencias religiosas cuando ambas no
son más que construcciones con las que el ser humano intenta darle un sentido a
su vida. Harari también nos pone frente a una realidad: muy poca gente cambia
de parecer.
Muchos podrán creer en toda esa fantasía del marketing
político que se ha construido alrededor de Mauricio, pero hay otra realidad escondida
detrás y me parece sano poder contarla. Es como decir: “Muchachos, no coman
vidrio”. No se enamoren de sus ganas de que las cosas cambien al punto de que
esas ganas los terminen traicionando. No crean en ídolos inventados, porque al
final del cuento esos ídolos los van a hacer defender lo indefendible.
Mi opinión podrá entretener y despertar curiosidad,
pero también sé que es probable que no cambie la forma de pensar de nadie. Como
dice Harari, lo que a cada uno le importa no es la verdad, sino lo que le da
sentido a su vida. Aunque así sea, y por eso mismo, quiero contar lo que fue mi
viejo y el daño que hizo mi hermano. Y ese es el porqué de este libro.
Mauricio tuvo la Estrella del Norte, que fue el
ejemplo de mi viejo. Un tipo que, por haber tenido que navegar en aguas
turbias, debió forzar las reglas y —pongámoslo en términos crudos
— pudo haberse corrompido. Pero nunca lo vi flaquear en una miseria humana,
en un acto de egoísmo, de omnipotencia o de arrogancia. Mi hermano es todo lo
contrario. ¿Qué le dejó al país? Vendió humo sobre lo que debería ser y no
actuó en consecuencia. Nunca un acto de altruismo ni de solidaridad.
Volver atrás como lo estoy haciendo ahora después de
trece años luchando por hacer mi camino lejos de Mauricio me hace sentir más
firme en un momento delicado. Pero duele. Sé que podrá tener consecuencias
sociales para mí y económicas para el grupo y hasta puede provocar que la justicia
quiera citarme para dar testimonio. Es una apuesta a todo o nada, para terminar
de resolver una situación de sometimiento, extorsión, maltrato y aislamiento.
Que la gente
lea y se pronuncie. A favor o en contra.
EL VIEJO
Franco Macri escribió cinco libros,
que muy pocos han leído. En distintas versiones ante sus potenciales
inversores, sus críticos, sus nietos o su país, una y otra vez se presenta como
un empresario transparente, visionario y emprendedor, con contactos de primer
nivel, dueño de una foja de servicios envidiable, un laburante incansable, un
seductor. Filántropo, patriota y hombre de familia a quien deberíamos admirar.
En la reseña que hizo de uno de esos libros, El futuro es posible (2009), el periodista José Natanson escribió:
“Con una trayectoria económica cuestionada y una larga serie de denuncias en su
contra, Franco Macri decidió que había llegado el momento de decir sus
verdades. […] Su historia quizás no sea tanto la de un empresario audaz, sino
la de uno hábil para amoldarse a cada momento político, siempre a expensas del
Estado: el grupo Macri se benefició con la nacionalización de la deuda privada
en 1982, con los contratos de Manliba en la dictadura, con la promoción de la
industria automotriz en el alfonsinismo y las privatizaciones en el menemismo.
Es, sin dudarlo, un empresario nacional, ya que consiguió pesificar su deuda en
2002”. Esa es la representación de Franco Macri que hoy persiste en buena parte
de la opinión pública. Para Mariano Macri, no solo es errónea e injusta, sino
producto de una construcción mediática alentada y favorecida por Mauricio y su
entorno para satisfacer sus propias necesidades políticas.
De acuerdo con la biografía de
Mauricio Macri escrita por Gabriela Cerruti, El Pibe, los esfuerzos del
ahora expresidente por despegarse de esa imagen paterna empezaron prácticamente
desde el día en que anunció su intención de ingresar al mundo de la política,
en 2005, a instancias de distintos encuestadores y asesores de imagen. En ese
libro, y también en la crónica sobre la llegada a su presidencia publicada por
Laura Di Marco, Macri, el
exmandatario se queja repetidamente del trato que le dispensa su padre, a quien acusa
de sabotear todos
sus emprendimientos y hasta de tratarlo de
“pelotudo”. Dice la autora después
de varias entrevistas al entonces presidente: “La llegada de Macri a la Casa
Rosada parece completar una asignatura vital muy profunda: terminar de
demostrarle a su padre que es capaz, que vale y que puede, desmintiendo el fantasma
de la ineptitud, siempre agitado, directa o indirectamente, por un patriarca
narcisista que buscó anularlo para exaltar su propia obra”.
El viejo era un tipo nada caprichoso. A tal punto que
nunca entró en un conflicto ni en un litigio judicial por desavenencias con
socios. Sí en defensa de intereses con el Estado o si era la estrategia
correcta para poder defender un interés que ya no había cómo defender. Pero,
por ejemplo, si se separaba de sus socios tempranos, les dejaba todo y
arrancaba por su cuenta. Con su esposa, con su divorcio, también. Tampoco tenía
hobbies caros, no se encandilaba con
el lujo. En mi época rebelde, me dijo: “Una de dos: o te presentás yendo al
mejor hotel cinco estrellas para aspirar al respeto en las cuestiones que vas a
negociar y tratás de sacar un rédito, o te vas al otro extremo. Pero no podés
ir con medias tintas”. A mí, que le cuestionaba que estuviésemos en un hotel de
cinco o seis estrellas mientras había gente que se moría de hambre, me bajaba
esa. Pero no era de ostentar ni de gastar en sí mismo. Era hipergeneroso.
Sus confidencias, sus acercamientos, toda la relación
que teníamos me llevaba a ser muy discreto. Al menos frente a él, yo siempre
tenía una conducta muy correcta, de no meterme.
El viejo tenía tan claro su norte, su propósito, su
meta de vida y el camino a seguir que nada lo perturbaba. El punto de inflexión
en su carrera fue 1959, el año en que nació Mauricio, cuando tomó la
construcción del puerto de Mar del Plata y sus grandes silos. El proyecto
estaba en manos de otro contratista, que venía planteando un desvío muy grande
de los presupuestos originales y un atraso enorme en los tiempos de entrega.
Cuando el contratista ya estaba en una situación de concurso de quiebra y el gobierno
abrió el tema para ver si otros podían intervenir, el viejo se presentó y dijo
que él la iba a terminar en tiempo y según el presupuesto. Y lo hizo. Y se ganó
una enorme reputación. Eso le dio chapa.
El tipo implacablemente seguía su camino, y todo lo
que sucedía, sucedía, y él lo arreglaba, lo acomodaba, lo corregía con mucho
pragmatismo. Resolvía la vida de todos. Sabía cuidar de su familia, de mi
madre, de la familia de sus hermanos, de sus sobrinos. Se permitía el tiempo.
Tenía en el radar absolutamente a todos y cada
uno.
Él ponía los logros por encima de las personas, quería
que las cosas se hicieran. Y si no eras instrumental o no habías madurado lo
suficiente, lamentablemente te arrollaba, te pasaba por arriba. Pero no era
nada personal. Lo que quería era conseguir ese proyecto, que esa empresa
creciera, que ese negocio se consolidara.
Nunca se detuvo en las personas y nunca fue respetuoso
del orden jerárquico, en el sentido de que si veía que había que hacer lo que
fuera para llevar a cabo algún plan —vender una empresa,
conseguir un negocio—, lo intentaba por todos lados, y metía gente por la
ventana, por el sótano, por el techo o la chimenea. Y hacía mucho quilombo. Era
muy difícil operar con él porque no se quedaba quieto y, sobre todo, no era
rehén de la capacidad o la falta de actitud de una sola persona. Entonces
forzaba el mejor rendimiento de la gente metiéndole operadores que hiciesen lo
mismo de formas independientes. Por ahí, cuando algo salía mal, le echaba la
culpa a alguien y el culpable pasaba a ser “el pelotudo”. Lo promovía, lo
dejaba a un costado y le quitaba poder metiéndole más gente. Podía ser que
psicológicamente la persona estallara, pero no le destruía el ingreso a la
familia. No lo echaba.
El viejo hacía negocios con el Estado porque, cuando
él arrancó, en la Argentina no había mucho espacio para otra cosa que no fuese
lo dictado por el Estado. Y, además, era también la época de los militares. Sus
orígenes están en la construcción, y en la construcción, si bien hizo cosas
privadas, como por ejemplo las plantas de Aluar y Loma Negra, en realidad el
grueso de las obras era estatal, y fue ganando contratos a través de mecanismos
que se fueron perfeccionando y haciendo cada vez más transparentes, cada vez
más de competencia internacional.
Nunca estuve cerca de la política, pero en algún punto
se ve que hubo una píldora para Lilita [Carrió], una tesis que a ella le
encantó y que a Mauricio le sirvió mucho para tenerla controlada, que era esa
idea de que mi viejo era una cosa y él otra cosa. Así, depositaban en el viejo
el costado malo. Vos la veías a Lilita repitiendo a los cuatro vientos esa
muletilla de que no era lo mismo Mauricio que Franco.
INFANCIA
En su libro, Gabriela Cerruti
describe la niñez y adolescencia de Mauricio como la de un chico que “sufría
por la conflictiva relación con su padre, su timidez y la presión de Franco
para que se relacionara con los hijos de la clase alta y comenzara a formarse
en la empresa”. A su vez, Laura Di Marco lo pinta en sus años formativos como
el sufrido hijo de una madre “estricta”, que “casi no habla” y que lo castiga
haciéndole dar vueltas a la pileta por no saber pronunciar bien en inglés.
También lo muestra como víctima de maltrato por parte de sus compañeros de
estudios: “Es cierto que Macri lo pasó mal en el colegio Cardenal Newman, y no
solo por los curas que, durante la infancia presidencial, pegaban para
‘educar’. También la pasó mal —y sobre todo— por el bullying que le hacían sus
compañeros por ser, apenas, un ‘tanito’ con plata”.
El viejo tuvo su primer hijo a los 30. Razonablemente
grande para los cánones de entonces. Hubo una cierta distancia de años entre mi
llegada y el bloque de mis tres hermanos mayores. Mauricio es del 8 de febrero
del 59, Sandra del 20 de septiembre del 60 y Gianfranco del 28 de diciembre del
62: se llevaban tres años y medio entre los tres.
Yo nací el 15 noviembre del 66: venía cinco años
atrás. En el medio se cuela Alejandra, que tiene tres más que yo. A esta mal
llamada hija ilegítima —es una palabra antipática, para mí es mi hermana— mi
padre siempre la mantuvo oculta. Nunca la reconoció. Hubo un juicio y la
paternidad se probó por ADN. Y después, en 1985, viene Flor, como producto de
un segundo matrimonio, a quien le llevo diecisiete años.
Yo desperté a mi conciencia a los cuatro años, cuando
vivíamos frente a la plaza Vicente López y me regalaron mi primer perro. Me
pasaba tardes y noches con el perro.
Dormía con mis otros dos hermanos varones en la misma
habitación, y enfrente Sandra, la única mujer. Yo me recuerdo como el muñeco de
mis hermanos, probablemente más de Gianfranco que de Mauricio. Y sufría mucho.
De alguna manera, me veía siempre metido en medio de sus enfrentamientos y
emocionalmente eso no me gustaba. Se peleaban mucho entre ellos, pero eso era
normal entre varones. Aunque con Sandra también. Cuando ellos iban al colegio
yo me pasaba al cuarto de los viejos: iba corriendo y me echaba un panzazo en
la cama.
Me acuerdo de que, para verlo al viejo, me levantaba
como media hora antes de lo que me tocaba y lo acompañaba en su rutina al baño.
Él siempre se metía en la bañadera muy rápido y se bañaba muy rápido. Y se
afeitaba todos los días. Y yo ahí con él en el baño.
A Gianfranco le gustaban mucho las películas de terror
y siempre me obligaba a verlas: el guacho se dedicaba a asustarme. Cuando yo
tendría unos siete años, nos mudamos al tríplex de arriba de todo de la torre
de Ayacucho y Posadas. Tenía una especie de jardín-patio-balcón lleno de
canteros, una pileta chiquita y un blíndex que bordeaba todo. En el ascenso de
estos escalones largos hacia el blíndex, una vez Gianfranco me agarró del
cuello, de la ropa y del cinturón y me colgó del piso 17. “Mirá que te tiro,
mirá que te tiro”. Era una bestia muy grande. Y yo, mirando para abajo,
gritando y moviendo los brazos y las piernas.
Gianfranco era medio incontrolable. Mamá lo ataba a
los radiadores. Ella y el viejo lo surtían mucho. Pero cuando se daban vuelta,
este loco, con tres años, trepaba una biblioteca y se venía abajo con
biblioteca y todo. Con él tuvieron que tomar medidas extremas, cosa que conmigo
nunca hicieron porque yo era muy dócil y obedecía.
Me acuerdo mucho de ese tríplex. Y que no se prestaba
a un ambiente de diálogo. Era difícil hablar, y cuando hablabas te caían
encima, te gastaban, te tomaban para la joda. Para expresarse y entrar en una
dinámica de comunicación, el clima era bastante hostil. El viejo llegaba muy
tarde a la noche y comíamos en el comedor. Mis hermanos competían y comían una
barbaridad, a veces veinte, veinticuatro milanesas cada uno. Una cosa de locos.
A pesar de ser menor en edad, Gianfranco era mucho más
grande que Mauricio, pero nunca lo fajó. En algún momento bien temprano, Mauricio
tomó nota del tema físico y lo empezó a manejar. No se exponía inútilmente a la
paliza. Siempre lo tenía bien gobernado desde la cabeza. Lo denostaba y después
lo deslumbraba con sus razonamientos. Siempre desde lo intelectual.
Hace poco, escuché o leí que Mauricio dijo que de
chico le hacían bullying en el
colegio. Eso yo no lo veía. Más bien era muy convocante, por la quinta y por
todo lo que podía ofrecer. A Los Nogales venían hordas de amigos de Gianfranco
y de Mauricio y se quedaban a dormir fines de semana enteros. Era el punto de
encuentro. Las mesas eran de catorce.
SOCMA
“Podría haber elegido cualquier
otra cosa. Sin embargo, escogí ser un empresario. De algo estoy seguro: para mí
no había términos medios. Mi nostalgia de una vida más fácil no era tan grande
como la necesidad que tenía de hacer cosas. Además, cada vez estaba más
convencido de que quería trabajar con independencia”.
Uno de los pasajes favoritos de
Mariano Macri del libro de su padre Macri por Macri (1997) se refiere al salto que pega Franco
en 1969 al asociarse con la rama constructora de Fiat para formar la empresa
Impresit-Sideco, que en 1982 comenzó a llamarse Sideco Sudamericana. Fue
entonces cuando pasó de subcontratista a contratista principal de grandes obras
públicas.
En 1968 Sideco construyó la central
nuclear Atucha y en 1974 la fábrica de aluminio Aluar. En 1976 se anunció la
creación del holding Socma (Sociedad Macri), descripta en el libro Franco
Macri (2009) como “una solución
organizativa, exitosa en el resto del mundo, pero novedosa en la Argentina, y
que fue la estructura para diversificar sus proyectos en la Argentina y el
exterior”. Durante la última dictadura militar, empresas del grupo Macri
constituidas bajo el paraguas de Socma construyeron el puente
Posadas-Encarnación, obtuvieron la concesión de la recolección de basura en la
Ciudad de Buenos Aires y lograron entrar en los proyectos de las centrales
termoeléctricas de Río Tercero y Luján de Cuyo, entre otros los desarrollos de
la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
A los 14 el viejo me hacía participar en reuniones de
más de diez personas. Yo escuchaba; no hablaba porque era muy chico. A los 17
ya iba todo el tiempo. Mis hermanos también empezaron de chicos, pero en circunstancias
muy diferentes porque a mis 14 ya el viejo había constituido Socma. Después me
fui a Estados Unidos. En los 90 volví, hice una pasantía por el Banco Liniers
Sudamericano y el viejo me propuso trabajar con él. Cuando entré a Socma, el
grupo había alcanzado su plenitud, ya había sucedido el desembarco de la Fiat
con Impresit. La cosa ya estaba muy estructurada: solo Socma tenía cuarenta
personas. Analistas, departamento de recursos humanos, legales, relaciones
institucionales. Y cada uno de los directores tenía su equipo. Se evaluaban
proyectos de todos los colores, de todas las
especies.
Proyectar crecimiento y desafíos muy grandes al viejo
le absorbía toda su libido y su energía intelectual. Estaba permanentemente
repasando el espinel de negocios y de problemas. Y era
muy prolífico en pensar más de una solución para cada problema. Eso lo
aprendí en los largos años que estuve a su lado como su asistente.
Lo acompañé a algunas reuniones externas, pero más que
nada a las reuniones internas de seguimiento de todo el grupo, que tenía
desplegado en cinco diferentes subholdings,
cada uno con una línea de negocios muy marcada y diferente de las otras, con su
equipo de management también
numeroso, reunidos por temática: comunicaciones e informática, automotriz,
construcciones y concesiones, el cuarto era alimentos y el quinto reunía un
popurrí de negocios que no encajaban en ninguno de los otros cuatro por lo
diversos, y que tenían mucho que ver con la masa crítica que ofrecía el grupo.
Por ahí brokerage de seguros, o cosas
relacionadas con campos y cuestiones de producción agrícola... También
proyectos muy incipientes.
Yo llevaba los registros de todas las reuniones, hacía
las actas y seguía el listado de los ciento y pico de temas que él tenía en el
tintero. Además de todo lo que se desdoblaba en cada uno de los cinco subholdings, donde él tenía reuniones.
En las actas constaban las problemáticas de cada empresa, que nos traía el
director de ese subholding, y de
todos los negocios nuevos que estaba por encarar. Era impresionante cómo el
viejo les sugería algo en cada tema y la cantidad de aportes que hacía: era una
máquina de pensar. El tipo empezaba a anotarse y a mandarle a cada director sus
ideas. Por ahí me tomaba de apuntador. “Escribirle o anotarse para la próxima
reunión…”. Era una usina de una dinámica permanente: exploraba con tres,
cuatro, cinco posibles soluciones y, rápidamente, había dos, tres, cuatro que
no eran viables y ya surgían otras. El foco estaba claramente puesto en
empresas con mucho potencial, pero también muy problemáticas.
Lo que a él más lo excitaba eran las cosas nuevas, los
negocios que pudiese emprender. Y, de hecho, apenas veía que esos negocios
tenían valor madurativo que los hiciera interesantes para algún mercado o para
que cotizaran y fueran vendidos, entonces vislumbraba un nuevo negocio más de
futuro, y al poco tiempo, si no tenía de dónde sacar un préstamo, ya estaba
vendiendo la empresa madura para bancar el proyecto y el emprendimiento nuevo.
Si tenía dos pesos, iba al banco y conseguía un préstamo de ocho para invertir
los diez; donde ganaba cinco, pedía diez más y apostaba los quince. Así era
todo el tiempo, como en el casino. Se metía muy anticipadamente y, apenas la
empresa tenía un valor, él vendía. No tenía la paciencia ni el carácter para
esperar el mejor momento. Eso no le importaba. A punto tal que el momento de
quiebre más importante que hubo entre Mauricio y él fue por sus modalidades tan
distintas.
El viejo era una especie de adicto compulsivo a
encarar cosas nuevas, a pesar de que la gente que él ponía en el directorio, y
a la que no cambiaba con asiduidad, trataba de hacerle morder el freno y le
bochaba sus aventuras. Pero el holding era
de él. Era amo y señor.
Al principio, Socma era más una usina de proyectos que
estaban por verse. Mi viejo había preparado a Socma para crecer, estaba
obsesionado con eso. Había muchísimas empresas en
constitución, embrionarias, en el arranque, que demandaban mucha
inversión, mucho apalancamiento. Eran todas
cosas de gran potencial, que iban madurando. Pero era tanto
lo que el viejo abarcaba, era tal la dimensión de los negocios nuevos,
que era un pacman. Él alimentaba
muchas startups.
Un caso emblemático fue Movicom, la primera empresa de
telefonía celular de la Argentina, que se crea en 1989 en sociedad con Bell
South. Empezó con 1500 suscriptores y Socma vendió su parte a Bell South por
125 millones de dólares en el punto madurativo del proyecto, en 1999. Si vos
mantenías tu parte en el tiempo, seguramente la capitalización era mucho mayor.
Pero esa no era su mentalidad.
Esa actitud de pacman,
de estar en muchas cosas, al viejo pudo haberle jugado en contra. Hay veces que
especializarte, como hizo Techint, hace que tengas mejores chances de
sobrevivir, mejores anticuerpos en un mercado inestable como el argentino. En
cambio, el viejo estaba extremadamente diversificado y había crecido muy
rápido, con lo cual se encontraba muy endeudado, muy apalancado. Y esas dos
variables juntas te hacían más vulnerable.
En lo primero en lo que se metió fue en la
construcción. Él sabía que era una industria de arrastre fenomenal, porque
cuando vos empezabas a atender la demanda insatisfecha de habitaciones, de
departamentos, de hogares, esa actividad arrastraba a la industria del
mobiliario, de la decoración, de electrodomésticos, de pintura. Pasa lo mismo
con la automotriz, la petroquímica, la textil. También vio eso en la
informática y las comunicaciones.
En 1969 forma Impresit-Sideco, o más bien Fiat la
forma y le da el 20 por ciento. Y lo pone al frente. Eso lo posiciona como
punta de lanza de un gran grupo constructor internacional y le permite acceder
a obras de mucha magnitud. Y empieza a meterse en obras de infraestructura: la
central nuclear Atucha, represas, puentes y rutas.
HIJAS
Franco Macri tuvo tres hijas.
Sandra, fruto de su primer matrimonio, con Alicia Blanco Villegas; Alejandra es
hija de Franco y su exempleada María Esther De Menech, y Florencia nació de la
unión del empresario con la psicóloga Cristina Greffier. Sandra murió el 28 de
junio de 2014 a los 53 años, luego de luchar contra un cáncer durante años.
Estaba casada con el parapsicólogo Néstor Daniel Leonardo, a quien conoció
cuando fue a consultarle si su marido de entonces, el florista y apicultor Hugo
Valladares, le estaba siendo infiel. El casamiento de Sandra con Valladares en
1992 en Los Abrojos había sido un gran evento, con quinientos invitados
incluyendo al entonces presidente Carlos Menem. Tuvieron dos hijos, Rodrigo y
Franco, y se separaron en 1997. Siete años más tarde Sandra se casó con
Leonardo en la Catedral de Morón. Esta vez fue un evento más íntimo, en un
salón del hotel Sheraton de Retiro, y ni siquiera asistió la madre de la novia,
ya que la familia Macri no quería saber nada con Leonardo, a quien consideraban
un cazafortunas.
En 2009, la revista Noticias tituló en tapa: “El drama de llamarse Sandra
Macri”, una de las pocas entrevistas, si no la única, que Sandra concedió en su
vida. “Ella es la heredera distinta e incomprendida del clan. Pero, sobre todo,
un ser que, teniéndolo todo, viene corriendo sin éxito la zanahoria de la felicidad,
como una Cristina Onassis argentina. La marginada de la familia que hasta a
veces se arrepiente de llevar su apellido: ‘Por momentos —se sincera—, no
quiero ser una Macri’”.
Su hermana Alejandra, tres años
menor, no la tuvo más fácil. Le costó mucho ser reconocida como hija de Franco
Macri. Su madre, María Esther, era recepcionista en la constructora Vimac, la
primera empresa fundada por Franco. Recién en 1999 y después de años de
terapia, la hermanastra del expresidente de la nación se atrevió a llamar a su
progenitor. Tuvieron una charla telefónica de diez minutos, pero nunca llegaron
a verse las caras. Frente a la falta de voluntad del padre, Alejandra
judicializó su reclamo de ser reconocida.
En 2003, consiguió que el
empresario accediera a realizarse un examen de ADN, que dio positivo en un 99,9
por ciento. A partir de ese momento, Alejandra empezó a llevar el apellido
Macri e inició una demanda de daños y perjuicios contra su padre, por no
aceptarla como hija, por 3 millones de pesos. En 2008, la justicia falló a su
favor, aunque la compensación fue de apenas 50 mil pesos. En 2016, tres años antes de morir,
Franco firmó un testamento ante su
escribano en el que nombró como herederos en cinco partes iguales a Mauricio,
Gianfranco, Mariano, Florencia y los hijos de la fallecida Sandra, Franco y
Rodrigo Valladares. Alejandra no estaba incluida. Sin embargo, el 20 de enero
de 2020 el diario La Nación publicó
un artículo titulado “Los Macri aceptan como heredera a la hija que Franco no
incluyó en el testamento”, en el que, citando fuentes de la familia, informan
que Mauricio había conversado con Alejandra por teléfono para conocerse y
ponerse de acuerdo en la sucesión. Diez días más tarde el matutino publicó una
dura carta de Alejandra aclarando que no era cierto que Mauricio hubiera
hablado con ella y que, en su calidad de hija, “el derecho sucesorio me
corresponde por ley y no por la buena voluntad de mis hermanos”.
Florencia, la menor de los hermanos
Macri, es considerada la hija rebelde del clan, quizás porque eligió seguir una
carrera artística al estudiar cine y perfeccionarse en fotografía. Siempre se
mantuvo apartada de los negocios familiares. Saltó a la escena pública por un
hecho policial: en abril de 2003, a los 19 años, fue víctima de un secuestro
extorsivo cuando volvía en su auto desde la escuela de cine en San Telmo a su
casa en Palermo. Fue la segunda de la familia Macri en sufrir un secuestro: el
primero había sido Mauricio, en 1991.
Franco negoció con los
secuestradores y logró una rápida liberación. “Según la investigación policial
realizada con celeridad, la menor de los Macri había sido secuestrada por
Martín Ricardo Zidar, un exempleado de Sevel durante los años ochenta, que luego
había cumplido una condena por tenencia de armas”, revela Cerruti en El Pibe. Zidar recibió una condena de once años.
Dos años después, a fines de 2005,
Florencia escandalizó a su entorno familiar al entablar una relación con
Nicolás Barlaro, un joven que había estado tres años preso por el secuestro de
Ariel Strajman, a quien le mutilaron un dedo. Se conocieron en las fiestas
electrónicas que organizaba Barlaro cuando aún estaba en libertad condicional.
Su noviazgo duró unos años. Incluso se fueron juntos a vivir a España, a un
departamento que Franco Macri compró para ellos en Madrid. Allí Florencia
perfeccionó sus estudios en cine y probó suerte como modelo.
A mediados de 2016, ingresó a la
clínica neuropsiquiátrica Avril (la misma en la que habían estado internados
Diego Maradona y Charly García) por problemas de depresión y adicciones. El
gobierno del por entonces presidente Mauricio Macri blindó su internación, a la
que catalogó como perteneciente al “ámbito de la vida privada”. Ya recuperada,
entre 2017 y 2018 Florencia compartió su vida con el empresario italiano
Salvatore Pica. Después de la muerte de Franco, en marzo de 2019, su hija menor
se mudó a Miami.
Florencia y su expareja fueron
noticia recientemente al aparecer entre las víctimas de una causa de espionaje
ilegal que salpica al expresidente. En junio de 2020, el exagente de
inteligencia Facundo Melo declaró frente a la comisión de Inteligencia del
Congreso y dio detalles de las tareas de seguimiento sobre Florencia y Salvatore,
incluyendo el día en que fue junto con su grupo de tareas hasta San Isidro para
sacarle fotos a la casa en la que convivían.
El viejo revindicaba a las mujeres en cierto punto,
pero es cierto que trataba distinto a sus hijas que a sus hijos. A nosotros nos
metía en la empresa. Tenía expectativas en el estudio. En cambio, a Sandra no.
A mis hermanas no les daba cabida en los temas del negocio ni les exigía que
estudiaran, porque eran, digamos, las sobreprotegidas, y con ellas era más una
cuestión de cuidarlas y de que se ocupasen de la casa.
Sandra era una loca linda. Estaba en otra. No le
importaba nada de esto. En algún momento, se largó a hacer su jardín de
infantes. Le fue muy bien, lo condujo bárbaro. En una sociedad donde la gordura
era condenada ella llevaba el estigma muy marcado de que era gorda. De chiquita
era preciosa. Pero mamá ha sido muy maltratadora de mi hermana. Le decía que no
quería llevarla con ella a ningún lado porque le daba vergüenza que fuera
gorda.
La falta de comunicación a uno le produce una gran
desconexión interna. Fijate cómo, a pesar de que estaba el dato de que existía
otra hermana, yo nunca me planteé si no debería conocerla. Como que el viejo
sentenció que no la reconocería y ahí se acabó la cosa. Yo me entero de la existencia
de Alejandra por la revista Noticias cuando
salió la sentencia en el año 2003, y recién la conocí después de la muerte del
viejo.
Según me contó Alejandra, antes del juicio papá le
atendió una vez el teléfono en los 90, cuando ella tenía 35 años y le dijo:
“Estoy muy ocupado, después te llamo para tomar un café”, y nunca la llamó.
Dice que lo volvió a ver en las audiencias [en el juicio por daños y perjuicios
en el 2008] y que él miraba el reloj. Y me dijo: “Eso no se hace con una hija”.
Yo me reuní con ella en 2019 porque empezó a haber
aproximaciones entre los abogados por la sucesión. “Yo no quiero a los
abogados”, dije. “Tiene que ser un contacto directo entre hermanos”. Me llamó y
me propuso vernos en la casa de una amiga de ella, en Núñez. Y tuvimos la
reunión. Fue la única vez. Ahí me contó que se le había formado un agujero
negro imposible de cubrir. Me acuerdo que le dije: “A mí me parece que el daño
que te provocó, el acto de injusticia que él tuvo con vos, es absolutamente
imperdonable”. Y seguí: “La verdad es que vine con la intención de ofrecerme a
ayudarte con cualquier cosa que quieras saber, que me quieras contar. Y a
decirte también que soy el hijo de una figura muy fuerte. Al él cerrar todos
esos caminos, hago un mea culpa,
porque nunca se le ocurrió a nadie que tuviese que decidir a pesar de su decisión. Ni se me cruzó. Y la verdad es que yo lo vi llorando
en más de una oportunidad.
Desahuciado y diciéndome que nunca se iba a perdonar lo que había hecho.
Y claro, me pongo a pensarlo y yo, que lo acompañé durante toda su vida de
empresario, nunca lo vi arrepentirse de nada, ni nunca tuve la pauta de que
haya cometido un acto del cual arrepentirse. Con lo cual, concluyo que se
refería a cómo se había manejado con vos. Creo que estaba muy arrepentido de lo
que te hizo”. Ella se emocionó... Casi te diría que ella es lo mejor de la
familia. Pero, bueno, la gorda era extraordinaria, ¿no? Una loca. Yo la quise
mucho.
En cambio, para mí me fue muy difícil entablar una
relación con Flor, porque la podías llamar cuarenta veces y no te respondía.
Estudió medicina china, cocina vegana, teatro, fotografía. No quería saber nada
con la empresa. La entiendo: a partir del enfrentamiento con sus hijos, el
carácter del viejo había cambiado mucho; se puso muy violento, muy amargo, muy
agresivo. Durante el noviazgo de Flor con Salvatore Pica ella se apartó de la
noche, se ordenó, y mientras duró esa relación tenía esa protección. El tipo le
hacía bien y entonces el viejo, un poco en su modalidad, compraba el cariño y
la dedicación del tano. Salvatore lo llenaba de espejitos de colores y entonces
el viejo lo encantaba con el dinero, con los negocios, para que Florencia
estuviese contenta y cerca. Yo nunca tuve mucha relación con el tano, pero a
ella la veía mejor y eso era lo importante para mí. Cuando el viejo empieza a
estar mal, Flor, a su vez, corta con Salvatore y vuelve a juntarse otra vez con
la runfla.
Después de la muerte del viejo, Flor se fue vivir a
Miami. Hacía rato que quería y no se animaba porque el papá no estaba bien,
tenía miedo de irse y que se muriese. La muerte de papá la liberó por completo
para tomar la decisión.
SEVEL
En el libro El Pibe, Gabriela Cerruti explica que Franco Macri
terminó quedándose con Fiat Argentina en 1980, cuando la automotriz se
encontraba en una situación completamente deficitaria. “Con el achicamiento del
mercado y el aumento de los costos, la producción necesitaba reducirse a 30.000
autos por año. Esto implicaba la suspensión o el despido de casi 15.000
trabajadores. Fiat arrastraba además una importante deuda pública. El
empresario argentino era el instrumento ideal para llevar adelante la
‘limpieza’ de la situación, que para ellos sería mucho más difícil porque
repercutiría desfavorablemente en Italia, donde se encontraba el meollo del
problema económico, financiero y político de Fiat”, sostiene Cerruti. “Macri le
daba a la firma italiana los contactos para renegociar sus deudas con el Estado
y, a la vez, sería la mano visible para realizar el ajuste que necesitaban:
despedir empleados y cerrar plantas. De esta forma se concretó la venta de
Sevel (Fiat Argentina) a Macri. [...] Luego de un año de management, Macri
concretó finalmente la tenencia (del 85 por ciento) de Fiat-Sevel por un monto
aproximado de 80 millones de dólares, que financió la propia Fiat a bajo
interés y con el compromiso de la central italiana de comprar una importante
provisión de Fiat 128 de la producción argentina anualmente”.
En 1981 Sevel sumó la producción de
Peugeot en base a un acuerdo que habían forjado en Europa las dos marcas. Bajo
la gestión de Franco, Fiat logró que el gobierno de facto, con Domingo Cavallo
al frente del Banco Central, se hiciera cargo de buena parte de sus deudas. El
mecanismo con que se dio esta operatoria fueron los “seguros de cambio”,
mecanismo creado por Cavallo para estatizar las deudas de muchas empresas
privadas. “En algunas semanas, el grupo licuó deudas por casi 300 millones de
dólares. Fate (en asociación con Madanes) por 562.000 dólares; Socma por
148.578.000 y finalmente Fiat-Sevel, por 170.578.000”, sostiene Cerruti.
Con la compra de Fiat-Sevel Macri
dio el gran salto que lo posicionó como líder empresario. Pasó de ser un hombre
de la construcción al mundo de los autos, donde se maneja otro glamour y
llegada al poder. En 1987 Sevel produjo medio millón de autos. En Charlas con
mis nietos (Planeta, 2013), Franco Macri
escribió: “La automotriz Sevel fue un tema importante en mi vida: por un lado,
por los logros obtenidos y, por otro, cambió, la mayoría de las veces
injustamente, la visión que la gente tenía de mi persona. El sector automotriz,
además de la supuesta complejidad y magnitud de su manejo
empresario, requiere de grandes
lanzamientos para sus productos. […] Se invitaba a personalidades de todos los
sectores: políticos, empresarios, artistas en todas las expresiones del arte y
se contrataba a modelos que circulaban como invitados y por supuesto un imponente
catering y mucha bebida. […] Quiero decirles, queridos nietos, que, aunque los
desilusione, nunca tuve una aventura amorosa con ninguna de esas llamativas
modelos. Aunque supongo que a esas fiestas les debo mi fama de ‘Don Juan’”.
Mauricio primero sería nombrado vicepresidente de Sevel en 1992, y luego, en
1994, llegaría a la presidencia de la empresa, sus primeros y únicos cargos
importantes dentro del grupo familiar.
Una característica muy impresionante de mi viejo era
cómo iba estudiando y tejiendo en el tema del desarrollo de la región. Iba
anticipando qué permitiría que el Mercosur —y un poco más allá, Sudamérica—
empezara a desarrollarse fuertemente. Él sabía que era la industria automotriz.
Entonces, se le dio por ese tema, que fue una
causalidad en función de su fortísimo vínculo con la familia Agnelli, con Fiat,
con la que empezó por su afinidad por ser italiano y por hacerse un tipo de
mucha reputación en la construcción. Tomó Sevel en el 76 y ahí pasó a ser una
empresa de mucha factura, de mucha generación de caja. Entonces, cuando
vinieron las privatizaciones en los 90, él ya tenía espalda para arrancar.
Desde el punto de vista económico-empresarial, en los
70 las automotrices extranjeras entran en una etapa en la cual ya no les es
estratégico ni rentable estar en la Argentina. Quieren irse, pero irse les es
demasiado caro. Ahí es cuando hacen la tentativa Peugeot y Fiat de unirse para
ver si logran economías de escala, eficientizarse y disminuir la pérdida. Se ve
que deben tener muchas desavenencias con el gobierno, y temas impositivos
importantes que vienen acumulando, porque una de las llaves que le permiten al
viejo quedarse con Sevel es que —amén de que les ahorra millones de dólares ante
una estrategia de cierre e indemnización— se compromete a pelear por
conseguirles todos estos créditos fiscales que vienen acumulando. Y,
efectivamente, en un momento dado los cobra con Cavallo. Eso habrá consolidado
mucho su autonomía, y la confianza que sin duda generó en sus socios le habrá
permitido avanzar con la independencia que les permitió después sumar a Peugeot
a Sevel y así hacerse de más de la mitad del mercado. Con Fiat empezó a sacar
modelos propios, como el Duna, símbolo de emancipación de la industria
argentina porque fue la primera vez que se hizo un auto totalmente local.
Después el Regata. Más tarde sacó el Palio con la idea de promover el auto del
Mercosur. Leía la necesidad.
Todo eso a mi viejo le permitió crecer, y a Mauricio,
enriquecerse, lo mismo que a los demás gerentes, siempre y cuando no pusieran
en riesgo el propio negocio, ni perjudicaran al socio, ni a él. Por ejemplo, yo
entendía, sin tener las pruebas, que Manuel Antelo, con Renault, se metería
en cuanto negocio podía como socio oculto de autopartistas. El viejo
jamás: lo hacía todo sobre la mesa, abiertamente. A sus socios los tuvo que
convencer de que era fundamental entrar en la industria del autopartismo, en
industrias arrastradoras de subautopartistas, como la de los cables, la de los
asientos, la de los aires acondicionados, porque a su vez tenían proveedores de
segundo rango, de tercer rango. Acá no había emprendedores empresarios
importantes, ni empresas extranjeras que estuviesen en condiciones, y además no
podías quedarte solo en manos de la empresa extranjera, había que empujar para
desarrollar la industria nacional. El viejo lo hacía en forma abierta con los
socios, en blanco y él aparecía. Mauricio no. Mauricio hacía negocios, pero no
aparecía. Franco lo toleraba porque también lo hacían otros managers. Él abarcaba tanto, estaba
siempre atrás de tantas puntas, de tantas oportunidades de negocios, que
mientras el tipo empujara del carro y sirviese, no se iba a parar a preocuparse
de tener problemas en el futuro. Él pensaba: “Este va a empujar el carro tantos
kilómetros, va a hacer crecer su ámbito de negocio tanto que, cuando lleguen
los problemas, si llegan, ahí veré. Por ahora es un activo”. Pragmático. Muy al
estilo de los chinos, que te dicen: Mao, ¿fue bueno o malo? En el 55 por ciento
de las decisiones acertó, en el 45 le chingó. Entonces fue bueno.
CONTRABANDO
En febrero de 2001 Franco y
Mauricio Macri fueron procesados por contrabando agravado, por el juez en lo
penal económico Carlos Liporace, delito que prevé una pena de entre dos y diez
años de prisión. La investigación se remonta al año 1993. Mauricio Macri
transitaba su segundo año como vicepresidente de Sevel, estaba a punto de
asumir la presidencia de la automotriz y empezaba a ser percibido como el
heredero de Franco, quien seguía siendo el líder indiscutido del grupo
empresarial. “En el caluroso enero de 1994, un allanamiento en la sede de la
hasta entonces desconocida importadora de autos Opalsen (una offshore que la
propia justicia consideró ‘una ficción fraudulenta’) por parte del juez de San
Isidro Roberto Marquevich desataría un escándalo que pondría a prueba una vez
más la fortaleza del Estado paralelo manejado por los Macri. Marquevich había
llegado hasta allí siguiendo una denuncia del hasta entonces prestigioso y
reconocido equipo de la Dirección General Impositiva (DGI), que respondía a
Ricardo Cossio”, recuerda sobre aquel escándalo Gabriela Cerruti en El Pibe. El informe presentado por la DGI era
concluyente: “La importación de 15.000 autos en estas condiciones arrojaría un
monto de fraude fiscal que ascendería a la suma de 36.263.000 pesos” en
concepto de omisión del pago del ocho por ciento del IVA y del tres por ciento
de ganancias previsto para particulares. Pero como, además, variaba el valor
del vehículo declarado entre la concesionaria y Opalsen, la importadora eje de
la maniobra, los directivos de esta última “proceden a girar al exterior
dinero, documentando falsamente tal salida”. Mediante esta operatoria, solo en
1993 se habían evadido unos 14 millones de pesos. Para los investigadores, esa
práctica se mantuvo hasta 1995. A pesar de la negativa inicial de sus
directivos, la justicia no tardó en descubrir que el 85 por ciento de Opalsen
pertenecía al grupo Macri.
A la causa de Marquevich se sumó
una denuncia por contrabando en el juzgado penal económico de Marcelo Aguinsky
y otra del mismo tenor en el juzgado de Gualeguaychú, ya que por allí había
ingresado la mayor cantidad de vehículos contrabandeados. En 1999 se abrió otra
causa en el juzgado penal económico de Guillermo Tiscornia sobre la misma
maniobra por el cobro indebido de reintegros por exportaciones de autopartes al
Uruguay, expediente que heredó Liporace cuando Tiscornia fue suspendido por el
Consejo de la Magistratura por irregularidades en otras causas.
Sin embargo, en noviembre de 2001 la Sala Tercera de la Cámara de
Casación
sobreseyó a Macri padre e hijo al
entender que no había existido delito en la operatoria. El 30 de noviembre de
ese año, el fiscal Ricardo Wechsler apeló la sentencia, pero la Cámara rechazó
el recurso extraordinario. Wechsler destacó además que la Aduana, que era parte
querellante en el expediente, había desistido de su participación en noviembre
de 2000, a raíz de una instrucción del por entonces ministro de Economía, José
Luis Machinea.
A través de diversas apelaciones,
la causa llegó a la Corte Suprema de Justicia de la mayoría automática
menemista, encabezada por el juez Julio Nazareno. El fallo fue absolutorio. Fue
una de las cinco causas que tomó la Cámara de Diputados en junio de 2003 para
iniciar el juicio político contra los miembros de esa Corte: se convirtió a
partir de ese momento en el Caso Macri.
Pero el de los Macri no era el
único apellido que figuraba en la carátula de la causa. El otro procesado de
ese expediente, Raúl Martínez, pasó a ser (durante la presidencia de Macri) el
director de la estratégica ARSAT. También se convirtió en uno de los máximos
impulsores del voto electrónico en el país. En los tiempos de Sevel, Martínez
era ni más ni menos que el director de Opalsen, la fachada puesta para evadir y
contrabandear autopartes. Como bien recuerda Gabriela Cerruti en una de sus
investigaciones del sitio web Nuestras Voces, “Martínez se presentó a declarar
en el juzgado para hacerse cargo de todo y alivianarles sus penas a los dueños.
Martínez estuvo unos días detenido, acusado además de obstrucción a la
justicia. Desde entonces pasó a formar parte de La Famiglia”.
Todo lo que había escuchado, y de buena fe, es que fue
un montaje de los que importaban autos por todas las fronteras, una operación
muy publicitada y defendida públicamente por el periodista Bernardo Neustadt,
en la que el viejo se plantaba a favor de la industria nacional, que tenía que
tratar de sobrevivir a pesar de que se filtraban tantas ventas de afuera. Por
ejemplo, los Peugeot venían de Chile y eran los mismos modelos que se vendían
en la fábrica, con lo cual era como una especie de competencia desleal. No sé
si finalmente fue la manera de blindarse de toda esa inundación de mercado para
sobrevivir, o si efectivamente fue algo totalmente limpio y bien hecho...
En cumplimiento con las reglas del Mercosur, todo lo
que venía de Uruguay no pagaba arancel. No sé, alguna vuelta
le pegaron. No sé cuán legal o ilegal era, pero lo hacés discutir
en la justicia y, mientras
tanto, sobreviviste.
Debe haber sido algo hecho por el management y le tocó a la gestión del hijo, de Mauricio. El viejo
renunció y asumió Mauricio como presidente de Sevel [los hechos investigados
empiezan en el 93 y duran al menos hasta el 97]. La empresa se llamaba Opalsen,
Marquevich era el juez,
que, según yo escuchaba en los directorios, estaba bancado por intereses
que fogoneaban ataques contra el grupo.
El argumento del grupo era: nosotros contribuimos con
la AFIP con 800 millones de dólares al año. Nos están queriendo imputar por una
operación de cuatro o cinco millones. Entonces, que terminen de definir de una
vez qué es lo que se debe, si son cuatro o cinco o nada. Si se debe algo, se
paga y se acabó. Pero por algo que es totalmente secundario estás atacando a un
grupo que te tributó 800 millones de dólares. Yo veía todos los ataques
furibundos y vivía mucho todo lo que se elaboraba internamente, dentro del
grupo, como contrapunto de lo que salía en los diarios.
UN
CARÁCTER COMPLICADO
Gianfranco Macri es tres años menor
que Mauricio. Está casado con Eliane Badessich y tiene tres hijas y un hijo.
Las dos mayores viven en Estados Unidos. En su perfil de LinkedIn se describe
como “chairman (presidente del directorio) de Socma Americana SA/Sideco
Americana SA”. Es además dueño del Buenos Aires Golf Club en San Miguel,
municipio en el que trabajó y puso plata para el armado territorial de la candidatura
presidencial de su hermano en 2015, ocupándose de la logística de los fiscales.
En 2017, previo a las elecciones municipales, se hizo cargo de reunir y arengar
a los macristas de su distrito. Cambiemos ganó allí con el 47 por ciento de los
votos. Pero más allá de la actividad política en su pago chico, Gianfranco
apareció en el centro de la escena nacional cuando Horacio Verbitsky reveló en Página/12 que había blanqueado 35,5 millones de
dólares en el sinceramiento fiscal de 2016, gracias a un decreto presidencial
que no fue votado por el Congreso y permitió el ingreso al blanqueo impositivo
de familiares de funcionarios. “Que mi hermano haya blanqueado dinero es un
derecho que le da la ley”, sostuvo Mauricio Macri unos pocos días después de
que se conociera la noticia.
No era la primera vez que
Gianfranco era mencionado en las noticias por su vinculación con negocios
opacos. En la filtración de los Panamá Papers, publicada en abril de 2016, aparecía como directivo de ocho empresas offshore. También, como accionista de una offshore
panameña denunciada por la unidad
antilavado de Alemania ante la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado
de Activos (Procelac) argentina por una transferencia sospechosa de cuatro
millones de dólares dos meses después de la megafiltración global. Dos años más
tarde, una investigación de Laura Manfredi para el portal Nuestras Voces reveló
que los capitales blanqueados en 2016 habrían continuado fugándose. “Esta vez
hacia Estados Unidos, en donde Gianfranco decidió abrir una fábrica con
múltiples locales boutique de la chocolatería Vasalissa Chocolatier, colocando
una inversión inicial de tres millones de dólares”, asegura Manfredi. En
diciembre de 2018 el hermano del expresidente fue citado a indagatoria por el
juez Claudio Bonadío en una causa que se desprende de la investigación por los
cuadernos de Oscar Centeno. Se lo investigaba por la declaración de Claudio
Uberti, exdirector del Órgano de Control de las Concesiones Viales, que había
asegurado que todos los meses recibía dinero de las empresas que debía
controlar, entre ellas Autopistas del Sol.
A sus 58 años, Gianfranco está
involucrado en cuatro causas que se tramitan en Comodoro Py: autopistas,
Correo, parques eólicos y blanqueo. Preocupado por el nuevo clima político
abierto con el triunfo de Alberto Fernández en 2019, decidió irse a vivir a
Uruguay. Se convirtió así en uno de los primeros en responder al llamado del
presidente Luis Lacalle Pou, quien convocó a cien mil empresarios extranjeros a
los que pretende facilitarles la residencia legal y jugosos beneficios fiscales
para que puedan llevar sus capitales. “Gianfranco nunca se preocupó mucho por
su preparación para el futuro, por el negocio de la familia o por su futuro”,
escribió Franco Macri en su autobiografía, publicada en 1997. “Es muy
inteligente y, si alguna vez decide qué es lo que le gusta, tiene todas las
cualidades naturales para ser un empresario exitoso”.
Gianfranco es medio errático. De chico era muy
complicado y lo echaban de los colegios. Era incontrolable, impetuoso, causaba
quilombos. Generaba problemas, se rebelaba y lo castigaban bastante.
No sé por qué —claro, no viví en sus zapatos—, pero él
tuvo muchos desencuentros con el viejo. Confrontó tanto y fue tanto al choque
que papá lo sacó del grupo como tres veces, y al año, o a los dos años, volvió a admitirlo. “Pucha, si a mí me
sacan —habrá dicho—, yo hago algo”. Tuvo la capacidad de ver el Buenos Aires
Golf en un lugar totalmente desolado, tierra de nadie. Y el tipo dijo: “Voy a
hacer una cancha”. Hizo un movimiento de tierra, un barrio privado... tuvo
cantidad de peleas con los inquilinos. Fue todo muy tortuoso. Era muy
complicado, muy difícil, y presumía… Tuvo un ánimo muy confrontativo.
Sé que hubo
muchos problemas. Necesitó de más de un salvataje. De Socma en un momento.
También
recurrió a mi tío Jorge Blanco Villegas. Y debe haber recurrido a otros.
Como en tantas ocasiones del enfrentamiento familiar,
él siempre pretendió y exigió a todo aquel que se atreviera a sentársele cerca
que tomara sus guerras y enfrentamientos como propios. Antes de pelearme con
él, cuando todavía nos hablábamos como hermanos, yo le decía que eso estaba
mal, que él no podía interferir en la relación entre dos personas por estar
peleado con una de ellas.
El Negro [Gianfranco] siempre tuvo una relación
conflictiva con el viejo, y tal vez con mamá también. Fuertes enfrentamientos
judiciales incluso por la división de un terreno en el Buenos Aires Golf
aledaño al de mamá. Gianfranco le quiso pisar una parte del terreno de ella
porque en el proyecto figuraba como parte de otro lote. Mamá le dijo: “Yo nunca
te cedí ese terreno, me estás quitando un triángulo que es mío. No corresponde”.
Y el otro, para que no se le cayera la venta y para no perder su negocio, se le
plantó y la llevó a la justicia. La enfrentó y se lo pisó nomás.
Su relación
con Mauricio siempre fue difícil, pero, como buen hermano menor, se plegaba
mucho a las amistades del hermano mayor, tenían mucho rodaje de
convivencia. De alguna manera, se lo tenía que bancar y tenía una práctica muy
grande en eso. Y esa práctica estaba aceitada. Mauricio era casi como un adalid
y él, como un ladero. Tenía un genio difícil, pero eso no impidió que Mauricio
siempre lo tuviese metido en su círculo de amistades. Es algo que viene desde
chicos. Una relación simbiótica.
Cuando Mauricio se hartaba, lo recontraputeaba y el
otro agachaba la cabeza. Pero después, si había mucho interés en juego,
Gianfranco ya sabía que era su abastecedor, quien le posibilitaba tener todo lo
que tenía. En algún punto había sido su padre y después pasó a ser su hermano.
Poder figurar como el hombre de negocios que maneja el
grupo fue una gran reivindicación para Gianfranco en estos últimos años. Toda
una pantomima carente de fundamento, porque si él hubiese tratado de hacerlo
solo no hubiese tenido el mismo resultado. El que lo sostenía era Mauricio, con
el management respondiéndole a
ultranza, y alimentando desde el gobierno los negocios del grupo y de
Gianfranco. De hecho, Gianfranco quedó pegado como testaferro de Mauricio al
frente del grupo, dando la jeta, mientras que Mauricio se preservó.
COLUMBUS
En 1983, junto con un grupo de
grandes empresarios de Latinoamérica, España y Portugal, Franco Macri creó el
Grupo Columbus. “Mediante un vínculo horizontal sin intermediarios, propusimos
constituirnos personalmente en fuente generadora de ideas para alentar los
procesos de modernización económica y democratización política en América
Latina, especialmente ante el público norteamericano. Desde su inicio, el Grupo
Columbus ejerce una suerte de diplomacia informal entrevistando en forma
sistemática a presidentes y ministros de Estado, a dirigentes y a líderes de
opinión. Hemos defendido la integración, la globalización y la privatización de
la economía, y seguimos luchando para el crecimiento y la distribución
generalizada del bienestar”, escribió Franco en Macri por Macri.
Mauricio, Gianfranco y Mariano
acompañaron a su padre en distintas reuniones del grupo. A Mariano le tocó
estar junto a Mauricio, en la reunión fundacional en México, y también
acompañar a su padre y a una delegación del grupo en su visita a la Casa Blanca
en mayo de 1989, cuando fueron recibidos por el presidente George Bush y su
vice, Dan Quayle. Un año más tarde otra delegación de Columbus, esta vez sin
Mariano Macri, volvió a la Casa Blanca, para reunirse con el sucesor de Bush,
Bill Clinton.
El viejo pensaba que la Argentina iba a crecer en las
comunicaciones y en informática, en el sector automotriz, en las concesiones,
las privatizaciones, la construcción y los alimentos. De hecho, lo anticipó muy
temprano. Ya había constituido Socma, pero todavía era una usina de ideas de
muy poquitos, muy desestructurada. Ahí él empezó a hilvanar este razonamiento
sobre América Latina: si Europa había crecido en función de esos ejes, lo mismo
iba a pasar en esta región. Tenía muy en claro la dinámica del mundo.
Entonces, para influir en las decisiones de los
gobiernos de América Latina, creó el Grupo Columbus. Se trataba de un espacio
al que había convocado a los empresarios más destacados y fuertes de muchos de
los países, como Italia y España. De los viajes a estas reuniones
participábamos Gianfranco en algunos, Mauricio en otros y yo en otros. Al
principio el viejo era la voz cantante, hasta que la cosa empezó a tomar una
dinámica propia. Las reuniones se hacían en los países de estos popes. Cada uno
de ellos hacía de anfitrión de unos veinte, treinta
empresarios. Ahí se discutía y él iba proponiendo, al principio con mucho
protagonismo: “Este es el momento
de las privatizaciones en nuestros
países. Las empresas
estatales tienen déficits
muy grandes. Tienen que empezar a pasar a manos privadas estas compañías
que son fundamentales para el desarrollo a futuro de nuestros países”. Como
miembros del Grupo Columbus, contrataban a economistas para que les prepararan Papers, y en las reuniones los discutían
y consolidaban las ideas. Y una vez que estaba todo bien pensado y bien
articulado, se reunían con presidentes de diferentes países, incluso con los de
Estados Unidos.
Cuando estaba estudiando en American University, en
Washington, me tocó participar de la comitiva que visitó a Bush padre. Estuve
en la reunión en la Casa Blanca, en una de las salas, alrededor de una gran
mesa ovalada de madera rodeada de cuadros de la época colonial y una chimenea
blanca a leña. Todo muy señorial. Seríamos unos diez y nos reunimos con Dan
Quayle, el vicepresidente. El viejo habló durante unos quince minutos y después
vino Bush a sacarse una foto con nosotros.
En la reunión con Quayle, el viejo habló de la
importancia de apoyar a los gobiernos de América Latina; dijo que, para ellos,
como empresarios, la veta para el desarrollo de estos países eran las
privatizaciones, que había espacio para crecer, que la única manera de sacar
adelante a la región era impulsar ese tipo de agenda, y para eso Estados Unidos
era importante, tanto a través de la participación de las empresas americanas
como del apoyo financiero en organismos multilaterales. Iba predicando, pero
también iba preparando el terreno y participando muy activamente de todas esas
privatizaciones. Para él, en esos nuevos impulsos de desarrollo de la región,
lo fundamental era acudir y asociarse con el número uno del mundo, con la
empresa líder que ya hubiese consolidado internacionalmente su postura, que
supiese cómo hacer esto de taquito en el primer mundo. Y no improvisar nada.
MUJERES
En su largo historial de romances,
Franco Macri tuvo dos matrimonios. El primero fue Alicia Blanco Villegas, a
quien conoció en Tandil durante un viaje de trabajo. Alicia era hija de una
familia acaudalada de esa ciudad, por entonces dueña de la empresa Philco. Pese
a algunos reparos de ambas familias se casaron en 1958, cuando ella tenía 15
años y él 18. “Los Blanco Villegas fueron para Franco Macri la puerta al mundo
de las estancias y la oligarquía ganadera”, destaca Gabriela Cerruti en El Pibe. La pareja se instaló en Buenos Aires y
tuvieron cuatro hijos: Mauricio, Sandra, Gianfranco y Mariano. En 1980 se
divorciaron. Según el portal Nuestras Voces, “cuando Néstor Kirchner lanzó
aquel recordado ‘Mauricio es Macri’ y los embates de la oposición se comenzaron
a centrar en la historia de Franco, Durán Barba sugirió poner en el centro de
la escena a la madre, para desviar las miradas. No funcionó. En la casa de
Barrio Parque, organizaron un almuerzo para definir con ella la estrategia: en
menos de diez minutos, Alicia elogió al dictador Jorge Rafael Videla, arremetió
contra los ‘villeros’, los pobres, los cartoneros y los homosexuales. ‘Franco es
de izquierda al lado de los Blanco Villegas’, suele reconocer el propio
[Marcos] Peña”.
Desde el día en que se divorció,
Blanco Villegas no paró de quejarse de Franco delante de sus hijos ni de
culparlo por todos sus males. Pero el día del entierro en el Jardín de Paz
nadie lo lloró tanto como su primera mujer. En 1982, dos años después del
divorcio de Alicia, Franco se casó con la psicóloga Cristina Greffier y
tuvieron a la hija menor del empresario, Florencia. Esa relación se terminó
cuatro años después de pasar por el altar y llevó a Franco a hablar en los
medios de la intensidad del romance: “Siempre que un hombre y una mujer
empiezan una relación, el amor es terrible. Bueno, yo admito que echaba chispas
con ella. Chispas desde el punto de vista de nuestro desentendimiento
intelectual. En eso éramos muy diferentes, y ese fue el principal motivo de
nuestra separación”. Según la periodista Ana Alé, “Cristina lo había ayudado a
superar el pánico a los aviones, pero no pudo curarlo de la zozobra que le arruinaba
el ánimo a principios de 1986. Después de llorarle la carta, Franco le planteó
un trato económico de amigos: un departamento, un auto y la cuota alimentaria
para la manutención de Florencia”.
De ahí en adelante Franco vivió una
sucesión de relaciones con distintas mujeres, pero nunca más se casó. En 1986,
empezó a salir con la prima de la esposa de su hijo
Mauricio, Clara Bordeu. El vínculo
duró unos tres años. “La sacó de una secta religiosa, protegió a los tres hijos
que ella tuvo con un músico insensato y místico de Estados Unidos, la llevó a
recorrer buena parte del mundo y a alojarse en los mejores hoteles. La historia
terminó y él le dejó alquilado un departamento en la zona más paqueta de Barrio
Norte”, escribió Alé en La Dinastía.
Entre 1990 y 1998, estuvo en pareja
con la diseñadora de moda Evangelina Bomparola. Con quien, según la misma
fuente, “no pudo casarse, pero sí sentirse pleno, exitoso y envidiado durante
siete años, por lo que Bomparola fue compensada con un tríplex y una
mensualidad”.
Luego, Franco salió con quien sería
su pareja más mediática: la actriz y conductora Flavia Palmiero. Fue una de sus
relaciones más recordadas, aunque fue también una de las más cortas: duró
alrededor de dos años. Franco era el tío de la mejor amiga de Flavia, Daniela,
y ni bien la conoció intentó seducirla. Se separaron porque estaban en
diferentes momentos de la vida. “Él me planteó: ‘Si no podemos vivir juntos,
esta relación se tiene que terminar’”, contó la conductora en una entrevista.
Flavia, por entonces madre de dos hijos chicos, no quiso seguir esa vida.
Después de terminar su romance con
Palmiero, Franco entabló una relación con Nuria Quintela. Se conocieron en una
de las famosas fiestas que el empresario organizaba en su casa de Manantiales,
en Punta del Este, y, a pesar de los más de cuarenta años de diferencia de edad,
la relación de cercanía y confianza duró hasta la muerte de Franco. En 2008 se
mudó a China para representar a Franco en ese país. “Le ofrecí venir a vivir a
China a Nuria Quintela, que acababa de terminar su carrera de economista, para
que me secundara en mi trabajo y me reemplazara en los seis meses que yo volvía
a la Argentina. Necesitaba gente de mi confianza que me acompañara en ese
desafío”, escribió Franco Macri en Charlas con mis nietos.
El viejo ha tenido una relación con las mujeres de
concepción muy antigua. Ha sido muy misógino, una palabra antipática y dura.
Había tenido una experiencia de cuasi abandono con la madre que le hizo
llevarse una impresión muy distorsionada de las mujeres, muy mala. De mucha
animosidad. No es que las tratase mal, no me consta para nada que haya habido
algún maltrato. Pero sí que, para él, tenían un lugar inferior en determinadas
cuestiones. Por ahí se notó más con sus hijas que con sus parejas. Pero, en
contrapartida, siempre mostró un comportamiento impecable con las muchas
mujeres que fue teniendo a lo largo de sus
años.
Con mi madre tuvo un trato por ahí más duro... Estaban
empezando, él todavía no había crecido tanto como empresario. Tal vez, ella sí
se llevó la peor parte, en el sentido de que a las novias les podía abrir la
puerta al mundo, al lujo, a la buena vida, a casas nuevas, pero a mi
madre, seguramente, le tocó decorar con el menor presupuesto posible,
fregar, quedarse con los chicos. Las otras novias no se tenían que ocupar de
los hijos de él ni de fregar nada; todo era muy lindo y las vacaciones eran las
mejores. En cambio, las vacaciones de la vieja eran en Pinamar, pero en el
emprendimiento donde él hacía el barrio nuevo; ella iba porque él estaba
velando por la terminación del barrio, que era todo el country Médanos. Y en Punta del Este también. Siempre el tema de
laburo y ella ocupándose de los chicos.
Mamá era muy obsecuente. Nunca pudo superar el dolor
de que la hubiera dejado después de ella darle sus mejores años. Estaba
despechada. Y no se recuperó nunca. Lo puteaba permanentemente, pero en la
puteada se notaba también la admiración. Por esto de patinar y de siempre
quedar atrapada en esa lógica, y no poder sobreponerse, se parece un poco a mí
y a lo que me pasa con toda esta confrontación. No logro independizarme y
cortar este mal vínculo con los hermanos. A mis 12 años se separaron y, en
cierto modo, desde entonces la vieja me usa de paño de lágrimas y no para de
insultarlo y de hablarme mal de él. Yo creo que el viejo buscó en mi madre un
modelo que tuviera semejanzas con su propia madre, una mujer muy distante con
quien casi no tuvo relación.
El viejo nunca estuvo solo. El único período en el que
por lo menos estuvo sin casa y entonces se mostraba sin mujer fue cuando,
después de la separación, se fue a vivir al hotel Plaza, en Plaza San Martín.
Yo tenía buena onda con todas. Con algunas conviví más
por mi edad y la fuerza de la circunstancia, por estar en el mismo hogar. Eso
hace que te vincules más. Con la madre de Flor tengo una relación difícil.
Cristina estuvo unos cuantos años con el viejo y también le costó mucho la
separación. A las demás, sin hijos de por medio, les resultó más sencillo.
Con Clara, buena onda. Era divina, muy hippie de espíritu, fresca, espontánea.
No la llegué a conocer mucho porque estuvo poco tiempo con el viejo. Cuando él
estuvo con Eva, yo viví varios años con ellos. Súper buena onda. No sé qué pasa
en las vidas de estas mujeres que se deslumbran con un hombre mucho mayor con
mucho poder, y que en algún punto buscan en él que las encamine o que les dé
una oportunidad de no tener que depender de nadie. Son personas que se
preocupan por saber que van a tener su propio camino de salida. Y eligieron
bien porque el viejo hizo eso.
Con Flavia [Palmiero] fue diferente. Flavia ya era una
mina muy independiente. Además, no sé si duró mucho la relación. El viejo debe
haberla ayudado, sin dudas, pero por lo menos no tenía que forjarla. A las
otras las forjaba.
Nuria acompañó al viejo a todos lados desde muy joven.
Yo tenía la mejor con ella. Era una relación de una chica de 21 con un hombre
de 71, cincuenta años de diferencia. Un poco fuera de lo normal. No conviví
mucho con ellos, se engancharon justamente en el año nuevo de 2000- 2001, que
fue cuando yo me fui a vivir a Brasil. A la Argentina venía de vacaciones con
mis
hijos, a Bariloche o Punta del Este, y pasaba poco por Buenos Aires, así
que casi no los veía. Y cuando el viejo iba a Brasil no viajaba con ella, con
lo cual todo el principio de la relación no lo viví. Habremos convivido algunos
veranos, aunque tampoco estaba en la casa de ellos. En China sí, algún viaje
debo haber compartido. Fue la primera mujer de mi viejo que trabajó con él.
Había estudiado economía y, seguramente, tenía esa inquietud.
Cuando sos una persona de mucho poder, de una
capacidad de despliegue y ejecución muy grande, lo primero que te planteás es
que tu vida no va a ser eterna. Te empieza a ensombrecer la idea del
envejecimiento, y la primera reacción natural es querer estar rodeado de
jóvenes. Y él se rodeaba mucho de jóvenes, cada vez más.
Siempre se habló de las fiestas de papá, pero estaban
las de Punta de Este de fin de año y no mucho más. Cada vez que había un
lanzamiento de un auto en Sevel, cosas de laburo, también se prestaba a hacer
un evento por gestión de relaciones públicas. Todas sus mujeres se divertían y
todas tenían un espíritu alegre. Ninguna tenía el estilo de la que se ve en las
películas al lado del tipo rico y ella, por alguna razón, está amargada,
emborrachándose o pasándose de la raya. Eso nunca lo vi en ninguna.
Él les pintaba un panorama para que ellas se subieran
al tren y recorrieran las estaciones: “Mirá, esto va a dar de acá para allá, y
antes de que te conviertas en calabaza salís del tren ya tranquila para empezar
tu vida”.
BASURA
En 1977, la dictadura militar
argentina creó la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado
(Ceamse), que prohibió la incineración de basura. Así se dio inicio al
enterramiento masivo de residuos, un sistema que surgió en las primeras décadas
del siglo XX en Estados Unidos y que sigue vigente hasta el día de hoy. En 1979
el intendente Osvaldo Cacciatore, admirado por Mauricio Macri, llamó a una
licitación internacional por el servicio. La ganadora fue Manliba (Mantenga
Limpia Buenos Aires), integrada por Sideco y la estadounidense Waste Management
International.
En ese entonces Waste Management
era la mayor empresa de recolección y disposición de residuos de Estados Unidos
y lo sigue siendo hoy, con una flota de 26 mil camiones y 293 vertederos
activos en los que entierra 80 millones de toneladas al año. Tan grande es
Waste Management que su larga asociación con el grupo Macri no figura en
ninguna de sus biografías disponibles en internet. Es líder indiscutida de una
industria en Estados Unidos que, al menos hasta la década del 60, estaba
controlada por la mafia, según una diversidad de fuentes académicas y
periodísticas especializadas en el tema. Por ejemplo, un artículo de enero de
2018 del multipremiado sitio investigativo ProPublica, en asociación con la
revista Mother Jones, cuenta
que en Nueva York las familias Gambino y Genovese controlaron el mercado de la
basura hasta entrados los años 90, cuando el entonces intendente Rudy Giuliani,
hoy abogado de Trump, creó una comisión investigadora que dictó setenta y dos
procesamientos por asociación ilícita e impulsó el cambio de leyes y órganos
reguladores, y solo así pudo desplazar del negocio al crimen organizado. “Era
un secreto a voces que durante cuatro décadas la mafia había controlado la
industria de la recolección”, dijo el entonces jefe de investigaciones de la
fiscalía de Manhattan, Daniel Castleman, en el citado artículo.
Waste Management, a su vez, cuenta
en su currículo el haber inflado sus ganancias entre 1976 y 1997 por un total de
1700 millones de dólares, lo cual llevó a lo que hasta entonces era la mayor
reclasificación impositiva de la historia corporativa de Estados Unidos,
causando una pérdida de 6000 millones de dólares a sus accionistas. Por esa
razón, en 1999 la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, en inglés) querelló por
fraude a cinco directivos de Waste Management y la empresa acordó pagar una
multa de 30 millones de dólares para cerrar la causa.
En Buenos Aires Manliba se hizo
cargo por diez años de 12 mil cuadras, el 50 por ciento de la superficie
porteña. En aquellos tiempos, generaba un millón de toneladas de residuos
anuales. Y a Manliba le pagaban 45 dólares por cada tonelada. En 1982 Domingo
Cavallo, por entonces presidente del Banco Central, le sumó otro favor a la
compañía estatizando la deuda de la empresa, que ascendía a 3.902.000 dólares.
En 1989, el exintendente Carlos Grosso, viejo conocido de la familia, que se
había desempeñado como ejecutivo de Socma entre 1978 y 1983, renegoció la
concesión con Manliba. Bajo su gestión, el Estado porteño pasó de pagar 45
dólares por tonelada recolectada a 68 dólares. El convenio inicial fue por
cinco años, renovables automáticamente por otros cinco, y duró hasta 2007,
cuando el entonces jefe de gobierno Fernando de la Rúa dividió la ciudad en
cinco distritos y los sometió a licitaciones, ninguna de las cuales ganó
Manliba.
Si bien el grupo Macri se vio
beneficiado con múltiples contratos durante la gestión de Grosso, la relación
entre el intendente y los Macri se quebró sobre el final de su mandato. En octubre de 1992, procesado
en múltiples causas por corrupción, Grosso debió renunciar y pasar al
ostracismo político y empresarial, a tal punto que, según El Pibe, debió sobrevivir como representante en la
Argentina de una empresa extranjera fabricante de prótesis de cadera. En 2018,
con Mauricio Macri presidiendo el país, Carlos Grosso emergió de las sombras al
confesar su pertenencia a la denominada “mesa chica” del mandatario, junto con
figuras como Jaime Durán Barba, Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta y María
Eugenia Vidal.
A medida que se consolidaba el grupo, el viejo siempre
planteaba que en cada emprendimiento tenía que tener la mayoría, manejar
todas las relaciones políticas y contar
con un socio muy fuerte en lo
tecnológico y en el know how. Esa fue
siempre la idea insignia.
Así fue con Fiat en Sevel y también con Waste
Management, la socia de Manliba. ¿Por qué se metió el viejo en el negocio de la
basura? Simplemente, porque era una de las privatizaciones; fue la primera, de
hecho. Y se hizo a nivel municipal: seguramente, fue una manera de preparar el
terreno para otras licitaciones más importantes. Fue en el 79, cuando él aún no
tendría visibilidad como contratista en el plano nacional. La Ciudad de Buenos
Aires se regía por el gobierno nacional, pero el intendente podía tomar sus
decisiones. Tenía problemas de déficit muy acuciantes y el tema de la basura se
llevaba de una manera muy ineficiente. Seguramente habrá calado muy bien en las
necesidades del municipio: privatizo, reduzco significativamente el esfuerzo
financiero, mejoro los estándares de limpieza, evoluciono tecnológicamente. De
hecho, dejar los incineradores fue un cambio cultural muy fuerte en su momento.
En esa época yo era muy chico, pero no creo que Grosso haya favorecido al viejo. Es más, recuerdo
que se enojó
bastante con él porque sintió que
le jugaba en contra.
JUEGO
En El Pibe, Mauricio Macri describe a su padre como un
jugador obsesivo y mal perdedor, que no soportaba que su hijo lo superase. Dice
que el día en que le ganó una partida de ajedrez, Franco no volvió a jugar
nunca más con él. Y que se pasó meses tomando clases y practicando en secreto
para ganarle una partida de bridge y sacarse de encima el mote de “ietattore”
que le había puesto su padre.
Mariano Macri presenta otra
perspectiva. Dice que su padre se dejaba ganar al ajedrez y que, lejos de
obsesionarse con el triunfo, su manera de apostar era del altísimo riesgo,
garantizando que perdería muchas más veces de las que saldría ganando. El
propio Franco, en una carta a sus compañeros de bridge de tres décadas que él
comparte en Charlas con mis nietos,
cuenta que, en las reuniones semanales para jugar a los naipes, “yo soy el que
más pierde y no me quejo”. Con respecto al recordado debut de Mauricio en la
mesa de los jueves, escribió: “Me sentí orgulloso de él… Ahora, con el paso de
los años, su juego es más brillante cada día, aunque noto que se pone nervioso
cuando yo me distraigo o equivoco”.
Al viejo le gustaban mucho las cartas y el casino. Con
el correr del tiempo, fue apostando más fuerte. No sé si eso germinó en la
época en la que empezó a crecer empresarialmente o si lo traía desde siempre.
Él era un croupier de alma. Creo que
se le potenció más cuando le fueron cayendo y cerrando los negocios grandes.
Era de hacer viajes a lugares como Las Vegas, Macao. Me acuerdo de que vinieran
con cuentos de que había roto la banca o ganado fortunas. Si iba a la ruleta,
dejaba la apuesta, no la recogía. Y si eran las cartas, lo mismo, no recogía
las fichas. Por eso, cuando ganaba, ganaba mal; si no rompía la banca, le
pegaba en el palo. Y cuando perdía volvía a poner la apuesta, ganaba, lo
acumulaba y lo volvía a perder. Y no se veía molesto. En los negocios también
era de apostar a todo o nada.
Yo jugaba mucho al ajedrez con él, y si ganaba era
porque me perdonaba un montón de errores. Cuando me equivocaba, me daba otra
oportunidad. Y cuando perdía, no le molestaba. Nada que ver con Mauricio, que
estuvo un año tomando clases de bridge y
leyendo libros en secreto para poder sentarse a la mesa y ganarle al viejo. Lo
mismo ocurrió cuando apareció en su cumpleaños 50 vestido de Freddie Mercury
como acto sorpresa y después contó que había estado por lo menos un año
ensayando para cantar.
Mis hermanos
tenían una dinámica en la que a mí me costaba mucho entrar, porque eran muy
competitivos; todo el tiempo estaban apostando. Mauricio era un apostador
compulsivo. Apostaba en un partido de paddle,
de tenis, de golf. Llegaban a un punto de sofisticación que apostaban por
pelota, por un tiro. Y jugaban mucho a las cartas. Después, durante una época
larga, yo también me puse a jugar, a la podrida. Me acuerdo que se jugaba al
póker y las apuestas eran por guita. Había épocas en las que también apostaban favores.
Nuestra familia se caracteriza claramente,
patentemente, por una falta total de comunicación. Yo fui por mucho tiempo el
gran factor de unión. Pero, en cierto modo, también estuve muy alejado.
En 1995 mamá nos invita a todos a Italia a pasar las
fiestas. Fuimos Sandra con sus hijos, Gianfranco con sus hijos y su mujer, y yo
con mis dos hijos mayores y Marie France, mi mujer de entonces. Pero Mauricio
dijo: “Con esta familia de mierda yo no voy a ningún lado”. Y no fue.
MAFIA
“El vínculo entre la mafia
calabresa y la familia Macri es implícito, porque no está confirmado si algunos
de los miembros de la exfamilia presidencial pasaron por la juramentación
ritual de afiliación. La certeza es que la familia Macri viene de la provincia
más sureña de la región de Calabria, la de Reggio Calabria. Allí hay un clan
mafioso famosísimo que se llama Macri… Más allá de esto, podemos decir que el
macrismo tiene componentes mafiosos porque, si analizamos la teoría del Estado
del gobierno de la Alianza Cambiemos (un entramado muy complejo de corrientes
neoliberales, ceo-liberales, oligárquicas, neogolpistas y neoliberales),
aparecen lógicas manifiestas descarnadas de índole mafiosa: la deportiva, la
familiar, la violencia, la pe(n)sada herencia, y los cuadernos (fotocopias)
extraviados de las coimas, la protección, la negación y la extorsión”. El
fragmento pertenece a Rocco Carbone — investigador del Conicet, doctor en
lengua y literatura de la Università degli Studi della Calabria y doctor en
filosofía de la Universität Zürich—, y proviene de una entrevista publicada en Página/ 12 en enero de 2020.
Los Macri han viajado mucho a
Italia, sobre todo a Cerdeña a visitar a Giorgio Nocella, el gran amigo de
Franco. También han estado en Roma y han conocido a su familia por parte de la
madre de Franco. Pero, que se sepa, ningún miembro argentino de la familia de
Franco Macri ha viajado o establecido relación alguna con sus primos Macri de
Reggio Calabria, donde el nombre familiar es sinónimo de mafia. Y sin embargo,
Carbone no es el primer investigador en vincular a Franco Macri con el crimen
organizado en Italia. Las referencias datan de la década del 70 y los negocios
con conspicuos miembros de la logia P2, comandada por Licio Gelli, quien en El Pibe reconoce su relación con Franco Macri. Entre
los miembros del capítulo argentino de la P2 se destacaba José López Rega, el
monje negro de Isabel Perón. Las sospechas
continúan durante la dictadura militar y los negocios petroleros de Macri con
Suárez Mason y Massera, también miembros de la logia, en la Libia de Khadaffi.
Al líder libio, a su vez, se lo vinculaba con la mafia italiana a través de sus
inversiones en la Fiat, emporio que se asocia a los Macri en la Argentina para
construir obra pública y financiar autos. Y eso no es todo. “Los negocios
cruzaban los nombres de miembros de la P2, empresarios argentinos e italianos y
militares. Gelli afilió a la P2 al empresario italiano Luden Sicuori y, solo
unos meses después, Sicuori ganó la licitación del contrato
para la realización de la Central
Nuclear Córdoba. En asociación con Sideco. La metalúrgica italiana Condotte
llegó a la Argentina para asociarse con los Macri en un importante negocio
ferroviario. De la mano de Licio Gelli”, apunta la biografía de Mauricio Macri.
Por entonces, Antonio “Tonino” Macri, hermano de Franco, apodado “el canciller”,
fatigaba los pasillos de la Casa Rosada e iba y venía de Italia, aceitando
contactos y acercando inversores para que su hermano pudiera cerrar negocios.
(Antonio, fallecido en 2002, fue padre de Jorge Macri, actual intendente de
Vicente López.)
Cuando Mauricio entró al mundo de
la política en 2005, sus asesores de imagen descubrieron que su nombre estaba
fuertemente asociado al pasado de su padre. Mauricio había sido su mano derecha
durante el apogeo del grupo a principios de los 90 y había protagonizado varios
negociados, desde las cloacas con sobreprecio que le vendió al entonces
intendente de Morón, Juan Carlos Rousselot, hasta la salida en bolsa
fraudulenta de Sevel. “La imagen proyectada sobre la pantalla mostraba el
perfil del ingeniero y del constructor, enfrentados. Los atributos del hijo
eran los defectos del padre. Él era joven, el padre viejo. Él era la nueva
Argentina, el padre el pasado. Él era el hombre brillante con mundo, el padre
el inmigrante ignorante. Él era el presidente de Boca, el padre el dueño de
todas las empresas. Él nunca había sido político. El padre había sido
menemista. Roberto Vilensky, asesor para la construcción de su imagen,
explicaba con detenimiento la estrategia”, dice el libro El Pibe.
Con la llegada del asesor de imagen
y consultor político ecuatoriano Jaime Durán Barba al círculo íntimo de
Mauricio Macri, en 2005, la idea de que Mauricio es el Macri Bueno y Franco el
Macri Malo se convierte en un mantra de las campañas políticas del ahora
expresidente. “Matar al padre. No es una teoría de Sigmund Freud, ni una
tragedia shakespeariana. Es la estrategia que Jaime Durán Barba instruyó al
equipo de comunicación y legales de Mauricio Macri para que el presidente
pudiera despegarse del escándalo de los Panamá Papers y de todas las causas que pudieran aparecer por los negocios que sus
empresas mantuvieron con el Estado en los últimos cuarenta años”, escribió
Cerruti en Nuestras Voces en mayo de 2016. En marzo de 2019, dos semanas
después de la muerte de Franco, en un reportaje que le hizo Luis Majul,
Mauricio lo trató de delincuente y cómplice de extorsión: “Es un delito lo que
hizo mi padre. Él era parte de un sistema extorsivo del kirchnerismo en el que,
para trabajar, había que pagar”.
Mauricio fue el que lo instaló. “Mi viejo pertenecía a esa mafia”, le
dijo, o algo así, por el tema del Correo a Luis Majul, que ni siquiera se lo
había preguntado.
Es cierto, el viejo decía: “Yo voy a ser siempre el
mafioso, pero ustedes van a ir a los mejores colegios y clubes y no van a tener
que cargar con eso”. Pero yo lo tomé siempre como si estuviera hablando desde
la percepción de los demás, no como algo cierto.
En Italia hay algunos Macri. Me contaron que en Grecia
el apellido Macri es como López acá. De Reggio Calabria es el abuelo. Yo no
tenía ni idea de que los Macri manejaban la ndrangheta
en Reggio Calabria. Era un dato nuevo para mí. Nunca me llevaron a Reggio
Calabria, nunca fui. Estuve en Napoli con un primo de papá un par de veces. Y conocí
mucho a la familia de mi nona, en Roma. Una parte de la familia estaba en Roma
y yo los fui conociendo desde chiquito.
Al viejo, y sobre todo a mi tío Tonino, los acusaron
de ser parte de la logia P2. El viejo me decía a veces que a él lo creían testaferro
de alguna cosa, en el momento en que estaba en sus obras, un tiempo en el que
viajamos bastante a Italia. También entró un poco en las negociaciones por la
compra de la Banca Nazionale del Lavoro [continuador en la Argentina del Banco
Ambrosiano, que se derrumbó estrepitosamente en Italia en 1982, en una trama
que involucró al Vaticano, la mafia y la logia P2. La filial argentina del BNL
se vendió en 2006 al banco HSBC], porque algún empresario, uno de los fuertes
que estaban en la puja, lo contactó para ver si se presentaba con un cinco por
ciento. Pero su manera de vivir y desenvolverse para mí era suficiente carta de
presentación para no tener ninguna duda de que no era un mafioso.
El viejo me decía que, en pleno apogeo internacional,
tendría 40 años, junto con su amigo Giorgio, quien le hacía todos los contactos
en Italia, se reunían con Bettino Craxi [ex primer ministro socialista]. Y
bueno, el viejo era una persona muy solvente, un empresario italiano migrado a
Argentina asociado con los Agnelli, y fue desarrollando una relación con Craxi.
Y Craxi les decía a él y a Nocella: “Miren, no hay ningún gobierno que pueda
tener éxito si no tiene por lo menos tres de los cinco poderes transversales de
su lado, como socios”. ¿Y cuáles son los cinco poderes transversales? “La plata
de las armas, la plata de la droga, los sindicatos, la Iglesia y el poder económico”.
CORREO
En 1997, después de ganarle una
compulsa de precios a un grupo económico encabezado por Samuel Liberman, amigo
y socio del “papimafi” (según lo apodaron sus propios hijos) Alfredo Yabrán, la
familia Macri se hizo cargo de la empresa estatal Correo Argentino SA. El grupo
Macri, asociado al Banco Galicia, había ofertado pagar 51 millones de pesos por
semestre durante treinta años e invertir 25 millones durante diez. Así, durante
la presidencia de Menem, Argentina se convirtió en uno de los primeros países
del mundo en privatizar el servicio postal. Siete meses después de ganar la
concesión se constituye Furex SA, empresa a cargo de Rafael Alazraki, compañero
de bridge de Franco, que se haría cargo de la logística del Correo, su negocio
más lucrativo. En el primer año de la concesión, mediante un plan de despido
masivo de trabajadores a través de retiros voluntarios, el Correo redujo su
fuerza laboral en
10.000 empleados. La empresa
descontó las indemnizaciones de la cifra comprometida como inversión de
capital. Los problemas no tardaron en llegar. En 2000 el Correo dejó de pagar
el canon aduciendo incumplimientos por parte del Estado en materia de
regulación.
La causa judicial por la deuda se
inició en septiembre de 2001, cuando el Correo entró en concurso de acreedores.
En 2002 Furex se declaró en quiebra y poco después el correo estatal y su principal
competidor privado, OCA, crearon la empresa Logística de Avanzada (LDA), que a
partir de entonces se encargaría de la distribución terrestre de ambos correos.
En noviembre de 2003, cinco meses después de asumir la presidencia, Kirchner
rescindió el contrato con el Correo Argentino y reestatizó el servicio postal.
Durante el kirchnerismo, al menos hasta 2012, LDA continuó manejando la
logística del servicio postal estatizado.
“Correo Argentino y OCA nunca
hicieron pública la creación de LDA, inclusive negaron su existencia”, publicó
el diario El Cronista en
diciembre de 2003. Ese mismo mes el juez Favier Dubois decretó la quiebra de
Correo Argentino, pero en enero de 2004 el fallo fue revocado por la Cámara
Comercial. A partir de ese momento, la empresa realizó distintas propuestas
para el pago de la deuda, que fueron rechazadas por los representantes del
Estado nacional, el acreedor mayoritario con el 33 por ciento del monto adeudado.
Una investigación de OPI Santa Cruz de febrero de 2009, bajo el título
“A pesar de lo
que dijo Kirchner, en el Correo
sigue facturando Macri”, describe a LDA como un “negocio millonario para
pocos”, que, con la anuencia del gobierno nacional, durante siete años obtuvo
ganancias de un 30 por ciento de lo facturado, “sin poner en tierra un solo
vehículo ya que terceriza todos sus servicios”.
Con la llegada de Macri a la
presidencia, las negociaciones por la deuda se agilizaron y en junio de 2016 el
Estado aceptó la oferta de la empresa: 296 millones de pesos más intereses,
pagaderos en quince cuotas anuales. Ese mismo mes la empresa presentó una
contrademanda judicial de 2300 millones de pesos por falta de pago de
inversiones hechas por el grupo Macri en el Correo. Ese mismo año el ex Sevel,
Sideco y Chery Socma Armando Amasanti, señalado por OPI Santa Cruz como la cara
visible de LDA, aprovechó la ley de blanqueo del gobierno de Macri para
ingresar al país 6,5 millones de dólares. En diciembre de 2016 la fiscal
general ante la Cámara de Apelaciones en lo Comercial, Gabriela Boquín, impugnó
el acuerdo entre el gobierno y el Correo por considerar que era abusivo,
implicaba un perjuicio fiscal y dañaba gravemente el patrimonio del Estado. En
su dictamen, Boquín señaló que la empresa de la familia Macri “se benefició con
un estado de eterno concurso” al logar suspender por más de quince años el pago
a sus acreedores. De acuerdo con los cálculos de la Procuración, la propuesta
realizada por el Correo contenía una quita del 98,82 por ciento, por la que el
Estado dejaría de percibir una cifra cercana a los 70 mil millones de pesos.
Ante el escándalo mediático generado al hacerse público el dictamen de Boquín,
Mauricio Macri declaró que había dado instrucciones a los abogados del gobierno
de “volver todo a fojas cero”.
En febrero de 2017, el por entonces
diputado del Frente Para la Victoria Martín Sabbatella y el abogado Daniel
Igolnikov denunciaron penalmente al gobierno de Macri por el acuerdo presentado
por el Correo. El expediente recayó en el juez federal Ariel Lijo. El fiscal
Juan Pedro Zoni impulsó la investigación por supuesto perjuicio ocasionado al
Estado e imputó al presidente Macri y al exministro de Comunicaciones, y por
entonces ministro de Defensa, Oscar Aguad. En abril de 2017 el gobierno
desplazó de su cargo al entonces Procurador General del Tesoro, Carlos Balbín,
después de que este criticara la gestión del gobierno en la negociación de la
deuda del Correo.
En diciembre de 2018, Lijo citó a
indagatoria a Aguad; a Juan Manuel Mocoroa, exdirector de Asuntos Jurídicos del
Ministerio de Comunicaciones; a Jaime Cibils Robirosa, presidente del Correo, y
Jaime Leonardo Kleidermacher, abogado de esa empresa, acusándolos de ser partícipes
de una negociación presuntamente abusiva y perjudicial para el Estado. A fines
de 2019, la Cámara Comercial ordenó abrir el proceso de salvataje de Correo
Argentino o cramdown, que implica que un tercero se
haga cargo de la deuda a cambio de quedarse
con sus activos. En marzo de 2020 la jueza comercial Marta Cirulli dispuso la
“intervención plena” del Correo y el “desplazamiento total” de sus directivos,
en cumplimiento de una serie de medidas solicitadas por Boquín, que había
denunciado maniobras de vaciamiento.
Para el viejo la logística era el futuro, así que
cuando le adjudicaron el Correo, en 1997, puso ahí todo lo que se podía poner.
Una concesión a treinta años sí o sí había que sacarla adelante. Había habido
una cantidad de asimetrías, de injusticias, por ponerlo de alguna manera, que
hicieron que él hablara mano a mano con Menem. Y Menem le dijo: “Vos no te
preocupes, todo eso se va a corregir”. Básicamente, había una competencia
desleal fenomenal, porque había mil carriers
privados que tenían una afiliación sindical de una flexibilidad absoluta.
Había veintiséis ramas y cincuenta y pico de gremios. Además, era un servicio
universal, y las reparticiones de gobierno que lo usaban tenían que pagarlo,
pero no lo pagaban. Así hubo una serie de cuestiones que hicieron que en un
momento se dejase de pagar el canon, aunque estaba todo muy documentado. En el
Correo el abogado era Roberto Dromi, exsecretario de Obras Públicas de Menem y
factótum de su plan de privatizaciones. Todo era llevado con prudencia en un
contexto de reclamo mutuo.
Al viejo se le criticaba que hubiese despedido a miles
de empleados del Correo; pero, para poder hacer rentable una actividad, es
imprescindible primero readecuarla en tamaño y equilibrar la ecuación de
ingresos versus egresos. Las indemnizaciones
fueron consideradas parte de la inversión de 350 millones de dólares que hizo
Socma. Está claro que un empresario dispone de un caudal limitado, jamás
infinito, de fondos para inversión. Esa era la suma total a la que Franco podía
echar mano en ese momento, cifra que acumulaba con la venta de activos
importantes como Movicom, Ausol y las distribuidoras de gas.
En el 2003,
cuando Néstor confiscó el Correo —por razones políticas más que cualquier otra
—, el problema era Mauricio. A mi viejo, Kirchner siempre le había tenido
mucho respeto y admiración como empresario, incluso después, porque el viejo
supo tragarse toda la bronca y siguió proponiendo sin parar. Pero Mauricio se
largó a la arena política y se convirtió en un eventual opositor en el terreno
de la ciudad. Entonces Mauricio y Néstor se reunieron y Kirchner le dijo: “Si
querés ganar yo te apoyo, pero tenés que alinearte”. Mauricio le contestó: “No,
yo me debo a lo que el pueblo elija”. El tipo no tardó prácticamente ni tres
meses y pum, confiscó el Correo.
La confiscación significa cero recompensa en
contrapartida. El país entraba en default
y el grupo estaba también en default,
y empezó la debacle ya que el grupo estaba extremadamente apalancado.
Mientras tanto mi viejo, haciendo caso omiso a los criterios de prudencia
financiera o los ciclos económicos del mundo, aprovechó
para expandirse brutalmente en Brasil en
2001/2002.
De acuerdo con los papeles que nos pasaron los
abogados que siguieron el tema durante diez años, toda la batería de
argumentos, todo lo que se elaboró, era muy contundente. Sin embargo, con una
jugada artística y mediática muy oportuna en la que mete al grupo en la
defensiva, Boquín logró instalar en la opinión pública algo descabellado. Habló
de 70 mil millones, cifra a la que no podés llegar desde ningún punto de vista.
El viejo quedó totalmente complicado. El grupo estaba
endeudado en 1800 millones, facturaba 4500 millones y no dejaba mucha ganancia.
Entonces, para sobrevivir la confiscación del Correo y mantener la estructura
que le quedaba, él había hecho un acuerdo con Exxel Group, que era el dueño de
OCA. Le había pedido un préstamo a su competidor, por más que fuera en contra
de las normas en un momento dado, y llegaron a este préstamo y a una paz de
precios. En este escenario, Argentina año verde, en un momento en el que el
Correo contaba con mil quinientas camionetas y una cantidad importantísima de
puntos de estafetas y de sucursales, la manera de seguir teniendo una fuente de
ingreso era metiéndose en el negocio de la logística.
La negociación por parte de Furex la asume en primera
persona Rafael Alazraki. Y empieza a negociar con el famoso [Guillermo] Moreno,
a quien habían puesto de interventor del Correo. Evidentemente, se lo supo
ganar, se lo puso en el bolsillo. El turco era muy hábil. Y bueno, allí se
habrá metido OCA por esta deuda que tendría el viejo con [Juan] Navarro [CEO
del Grupo Exxel] y, sin poder figurar ninguno de los dos [ni el grupo Macri ni
OCA], se repartían 40 y 40 por ciento, y el 20 por ciento le quedaba al
sindicato de Moyano. La empresa era una subcontratada del Correo que facturaba
muchos millones de dólares para distribuir paquetes, hacía toda la logística.
Se llamaba LDA. Para el gobierno tenía sentido mantener a una empresa que le
garantizaba experiencia y probada eficiencia en un rubro muy complicado.
Era plata negra, porque no podía aparecer ni en OCA ni
en ninguna empresa propia; si no, hubiese quedado escrachada por todos los
kirchneristas. A la luz de lo que pasó después con OCA, yo no sé si la parte de
Moyano ya era de OCA. Esa guita no se rendía jamás. Yo no tenía ni idea, apenas
escuchaba por ahí que de repente, por ese 40 por ciento, entraban ocho millones
de dólares en determinado año. Eso lo armó el viejo y lo heredó el grupo. Con
el viejo había otro orden, era una superestructura, como te digo, se manejaba
de manera mucho más orgánica. Era un grupo muy
grande.
El negocio con LDA terminó hace bastantes años. [LDA
siguió siendo contratista del Correo, por lo menos, hasta el 2012]. En algún
momento dijeron “fuera”. Hubo una licitación y entró otro. Esto sucedió
mientras yo estaba afuera, en Brasil. Es algo que decantó de la estrategia de
supervivencia que asumió el viejo a partir del 2003, cuando fue la
confiscación. Y yo calculo que empezaron a operar esa empresa [LDA] para
protegerse de la debacle.
Salvo que
Mauricio estuviese mirando muy adelante, no creo que le haya importado que al
viejo le confiscaran el Correo. Porque perdés el Correo, que era
complicado de manejar, pero te queda activo el claim, el reclamo por el dinero invertido. Estamos hablando del
2003, 2004. Después de perder con Ibarra, tuvo cuatro años para hacer algo
antes de entrar en la función pública [Mauricio Macri fue electo jefe de
gobierno en 2007]. El viejo no se equivocó del todo cuando dijo: “Con tu
hermano en la política, tenemos que salirnos de todo lo que tenga que ver con el
Estado”.
PARADISE
PAPERS
En junio de 2016, durante la
filtración global de cuentas offshore conocida como Paradise Papers,
la sucursal de Hamburgo del banco suizo UBS emitió un reporte de actividad
sospechosa (ROS) en relación a BF Corporation, una offshore panameña creada en 2009 que canalizó al
menos 16,5 millones de dólares, y EQT SA, creada en Uruguay. El informe
menciona a Gianfranco y Mariano Macri. El UBS genera el reporte cuando el apoderado
de la cuenta, Santiago Lussich Torrendell, un contador uruguayo vinculado desde
hace años a los Macri, ordena transferir los fondos de BF Corporation al banco
Zafra de Suiza. El ROS fue enviado por la unidad antilavado de Alemania a la
fiscalía de Hamburgo y llegó a la Procelac argentina, quien presentó una
denuncia en la Justicia penal argentina el 14 de diciembre de 2016. Seis días
después, Gianfranco Macri presentó una “declaración voluntaria y excepcional de
bienes en el país y/o en el exterior” ante la AFIP por 63,5 millones de pesos,
equivalentes a unos cuatro millones de dólares, como parte del blanqueo que
había impulsado el gobierno de Cambiemos. En dicha declaración, el hermano del
presidente precisó que junto con Mariano controlaban el 50 por ciento cada uno
de BF Corporation, pero aclaró que el 100 por ciento del dinero controlado por
esa sociedad era suyo. A continuación, Mariano Macri aclara que el blanqueo de
Gianfranco no fue un acto individual, sino que se discutió en una reunión de
Socma, en la que lo invitaron a hacer lo mismo. Menciona que de esa reunión
participaron los ejecutivos del grupo Leonardo Maffioli y Víctor Composto.
Ambos aprovecharon la moratoria fiscal para blanquear entre cuatro y cinco
millones de dólares cada uno, una cifra similar a la que blanqueara Armando
Amasanti, de LDA.
Todo esto decanta en el caso en el que estoy imputado
por los Paradise Papers. Yo especulo
que el único ingreso importante posible era la guita del Correo, de LDA; no se
me ocurre otro. Y sostengo que ese debe ser el origen de los fondos de esas dos
cuentas que, se supone, nos benefician a Gianfranco y a mí y por las cuales
quedamos imputados en una causa penal en la que sobreseyeron a Mauricio. El
fiscal dice que soy accionista. Hace quince años pude haber firmado algo que me
pidió el viejo. Yo lo hacía sin preguntar y, además, no entendía muy bien esas
cosas de las offshore, sobre las
cuales hicimos un curso acelerado en los últimos diez años. Por eso, pude haber
firmado la constitución en ese tiempo; pero después, si hubo movimientos en la cuenta,
no firmé ninguno.
Para ser beneficiario, no necesitás firmar.
No sé ni cómo está
conformada; si hay un aportante, nunca vi el detalle. El año pasado nos
llevó meses lograr que nos entregaran la primera y la segunda foja del
expediente, y nos retaceaban una tercera, que nos dieron en diciembre.
En un momento, Gianfranco me planteó: “Hemos decidido
que lo que vamos a hacer es blanquear, porque al blanquear se hace un tapón
fiscal y, con eso, no hay averiguación de origen de fondos”. No querían que se
descubriera el origen de una cuenta que supo tener, según dice la causa, más de
quince palos. “Podés blanquear vos, puedo blanquear yo o podemos blanquear los
dos”. Yo le dije: “Ni en pedo me meto en las pelotudeces que ustedes hacen”.
Esto pasó en una reunión. Yo había llevado a un abogado amigo para que me
asesorara, y estaban el CEO, Leonardo Maffioli, el controller Víctor Composto, el abogado o un abogado externo, gente
del CEO, del departamento de finanzas, qué se yo. El que habló fue Gianfranco.
Por lo general, a él le gusta hablar. Y tenía información. Desde hacía varios
meses pasaba mucho tiempo en la oficina. Esta reunión se hizo en Socma y no
estaba Mauricio. Mauricio hace muy bien su papel de no figurar.
PANAMÁ
PAPERS
Dos meses antes de la publicación
de los Paradise Papers,
ocurrió la megafiltración de sociedades offshore más importante de la historia. Mauricio Macri llevaba apenas ciento dieciséis
días en la Casa Rosada cuando, en abril de 2016, se convirtió en uno de los
cinco mandatarios en funciones de todo el mundo en aparecer con nombre y
apellido en los denominados Panamá Papers. Lo acompañaban sus pares de Ucrania, Islandia, Emiratos Árabes Unidos
y Arabia Saudita.
La firma vinculada con el entonces
presidente argentino se llama Fleg Trading Limited. No figuraba en ninguna
declaración jurada de él, ni como jefe de gobierno porteño ni como jefe de
Estado. La empresa se había constituido en Bahamas en 1998. Mauricio aparecía
como vicepresidente del directorio, junto a su padre Franco y su hermano
Mariano. La compañía había sido dada de baja en 2008, cuando Mauricio llevaba
un año como alcalde de Buenos Aires.
Como parte de las búsquedas
disparadas por la publicación de los Panamá Papers en los archivos online de los Registros Públicos de Panamá y
Opencorporates.com aparecieron nuevas sociedades offshore hasta entonces desconocidas de la familia
Macri. La primera fue Kagemusha, constituida en Panamá en 1981, con Franco,
Mauricio y Gianfranco Macri como directivos. Gianfranco, a su vez, apareció en
otras cinco firmas offshore. “El uso
de guaridas fiscales se configuraba como una práctica habitual en el universo
Macri. En aquellas búsquedas aparecieron estructuras en Panamá, Suiza, Islas
Vírgenes Británicas, Inglaterra, Estados Unidos, Uruguay, Islas Caimán, Dubái,
Bahamas y Hong Kong, vinculadas con familiares, empresarios, socios, amigos,
funcionarios del gobierno y políticos de estrecha relación con el mandatario”,
escribimos, con Tomás Lukin, en ArgenPapers. Con respecto a Fleg Trading, la explicación oficial es que fue usada
para el desembarco de Pago Fácil en Brasil, desembarco que no habría ocurrido
y, por lo tanto, la cuenta nunca había sido usada. Sin embargo, en una serie de
artículos publicados en Página/12,
valiéndose de documentos públicos de la Junta Comercial del Estado de San Pablo
y del Ministerio de Economía brasileño, Tomás Lukin demostró que el desembarco
de Pago Fácil efectivamente había ocurrido, que Fleg había operado en Brasil y
que una subsidiaria de Fleg había realizado una transferencia de nueve millones
y medio de dólares al empresario italiano Giorgio Nocella, el íntimo amigo de
Franco Macri. “Conocí a Giorgio Nocella en Cerdeña, y en poco tiempo se
convirtió en un gran
amigo y después en parte de mi familia”, escribió Franco Macri en uno
de sus libros.
¿De dónde salieron esos millones
que partieron de Socma, pasaron por Fleg y terminaron en la cuenta de Nocella?
La operatoria fue denunciada por el entonces diputado Norman Darío Martínez, y
la causa recayó en el Juzgado Federal de Sebastián Casanello y la fiscalía de
Federico Delgado. Franco Macri se hizo cargo del asunto. “Entre diciembre de
2016 y febrero de 2017, los abogados de Franco Macri aportaron documentación
que pretendía desarticular la pesquisa por lavado de dinero y, al mismo tiempo,
desvincular al presidente argentino de aquellas maniobras. Por medio de copias
certificadas de asientos contables que supuestamente figuraban en los balances
del holding de finales de los años noventa, explicaban que en la operación
encabezada exclusivamente por Franco no había existido ningún desembolso de
fondos frescos. En cambio, aseguraban, la transacción entre Socma Americana y
Fleg Trading se había hecho contra una deuda que la empresa arrastraba con su
accionista controlante. En esa versión, Franco realizaba aportes personales a
su empresa y acumulaba deudas millonarias con la compañía, que para septiembre
de 1998 se redujeron significativamente cuando a través de la offshore bahameña
se quedó con el paquete controlante de Owners, que antes estaba en manos de la
empresa matriz del grupo”, escribimos en ArgenPapers.
Casanello archivó la causa por
lavado. Delgado apeló, pero la Sala II de la Cámara Federal acompañó la
decisión del juez. El expediente pasó entonces al Fuero Penal Económico
Federal, para investigar si en la triangulación entre Argentina, Italia y
Brasil el grupo Macri había evadido impuestos. La causa recayó en el juzgado de
Diego Amarante, fiscalía de Gabriela Ruiz Morales, donde se juntó con la
denuncia de la Procelac contra Gianfranco y Mariano Macri por el movimiento de
fondos sospechoso detectado por la fiscalía de Hamburgo.
En diciembre de 2019, cinco días
antes de que concluyera el mandato presidencial de Mauricio Macri, Amarante lo
sobreseyó en la causa por evasión impositiva, pero declaró prematuro el pedido
de la fiscal de hacer lo mismo con los hermanos del entonces presidente.
Yo sé que, durante muchos años, se usaron muchas
estructuras offshore, pero no creo
que hayan sido el problema que es hoy, ni que comportasen el tipo de violación
a leyes que comportan hoy, después de que surgieron el terrorismo, el
narcotráfico y todo lo que eso implica...
Entiendo que, a partir de los Panamá Papers, se descubrió una transferencia a Nocella. Sé que, cuando
salieron esas publicaciones [mayo de 2016],
el viejo estaba
preocupado. Yo no
estaba enterado de que saliera guita de Brasil para Nocella. Esa
información nunca había pasado por mis ojos. Sí entendía que habían formado offshores para invertir en Brasil, y con
respecto a Pago Fácil, hubo una prueba piloto de seis meses pero se abortó
porque el negocio no arrancaba. Pero no supe de los movimientos de salida,
nadie me contaba ni se incluía en la información que nos pasaba el directorio a
los accionistas. Evidentemente, habría un nivel de información que solo
manejaba el viejo o lo delegaba en su director ejecutivo, Leonardo Maffioli.
Pero, hasta donde yo sé, porque lo escuchaba y
mantenía el registro, había habido bastantes préstamos del viejo a su amigo
Giorgio para desarrollar su hotel en Cerdeña, comprarlo o ampliarlo. En ese
sentido, sí habría una estructura de empresas que recibían muchos de esos
préstamos. Me acuerdo que siempre figuraba “deuda de Nocella”, “préstamo a
Nocella”, y había que recuperarla.
Más que lavar, lo que hacían era mantener una punta,
una cuenta negra, fuera del radar. Si con la muerte del viejo yo hubiese
heredado una cuenta millonaria escondida en esas estructuras offshore, entonces sí, podría decir:
“Tengo una cuenta millonaria y me beneficié de no haber pagado ningún tipo de
impuesto porque fue escondida, porque se evadió”. Pero, como la historia del
viejo termina con el viejo y yo no heredé nada de eso, como no tengo nada que
venga de él, sé que el viejo no acumuló una reserva de riqueza oculta del
fisco. Todo lo que se haya movido en cuentas offshore sé que lo ha usado en un emprendimiento nuevo, para la
capitalización de ese emprendimiento, y ahí murió. De hecho, en la renegociación del grupo con todos los acreedores
—un grupo que llegó a acumular una deuda en cabeza del holding de 500 millones de dólares y en
cabeza de las empresas 1300 millones de dólares más—, que se haya terminado de
pagar al menos la parte de Socma, después de devolverse lo que se pudo devolver
con una quita del 95 por ciento, es algo que sucedió porque los acreedores
sabían qué había y qué no había, quién tenía y quién no tenía. Las
instituciones financieras internacionales que eran acreedoras del grupo tenían
acceso a la información de las cuentas
bancarias y se cuidaban las espaldas entre sí.
Entiendo que deben haber admitido ese tipo de quita
porque sabían que no era un caso de empresa-fundida y empresario-rico, como
suele pasar. Los bancos siempre tienen la opción de accionar en la justicia en
contra de aquellos deudores que vacían sus empresas para no pagar lo que deben.
Con mi padre no sucedió. No hay mejor muestra de su transparencia y honradez
como empresario que esta.
El viejo nunca llegó a acumular guita, lo que acumuló fueron
empresas. Y siempre
deficitarias. Se endeudaba para poder ganar una nueva licitación, o para
comprar una empresa quebrada para enderezarla. Siempre que vendió y sacó una
ganancia de capital importante, fue para seguir solventando todos esos
proyectos en vías de crecimiento o de nacimiento, y nunca el tipo llegó a una
fase de acumulación. Por eso es que se la pegó como se la pegó, porque nunca se consolidó.
Yo entiendo el
tema moral y creo que es real, pero en este caso no hubo un final en el cual
haya habido una acumulación de riqueza. A lo largo de los últimos años
aprendí, escuché y entendí cómo hacen muchas fortunas para evadir los
impuestos, pero no llegué a tener plata como para beneficiarme de ningún
mecanismo por el estilo ni para buscarlo. Durante muchos años quise entender si
el grupo se había manejado en negro, quise que se me explicase, y nunca
terminaron de explicarme nada ni de mostrarme ningún asiento. El hecho de que
no hubiese una mesa de diálogo ni discusiones abiertas, fuertes, sanas fue
parte de la gran rivalidad que tuve con Mauricio. Fui muy ingenuo y tomé las
cosas muy como venían. Empecé a aprender a los golpes cuando viví solo en
Brasil. Antes estaba muy resguardado, dentro de muchas estructuras.
LOS
KIRCHNER
En sus libros y en entrevistas,
Franco Macri siempre se abstuvo de criticar a los Kirchner, aun en plena
disputa electoral entre el matrimonio y su hijo Mauricio. En su último libro, Charlas con
mis nietos, casi una década después de la
estatización del Correo, escribió: “Cuando Néstor Kirchner asumió el poder,
supe que ese hombre iba a industrializar el país —mi más caro anhelo— y que iba
a tomar el camino desarrollista que se había truncado después del gobierno de
Frondizi. Creo que la presidente Cristina sigue esa vía y que está tratando de
tomar el poder enfrentándose con los monopolios y los poderes económicos… Tengo
una visión de conjunto sobre nuestra posición en el mundo, miro qué caminos de
desarrollo adoptamos, y el de Kirchner me parece un proyecto sólido y bien
encaminado”.
En ese texto Franco también se
refiere en términos elogiosos a funcionarios kirchneristas como Julio De Vido y
Ricardo Jaime, y sobre todo a Guillermo Moreno: “En la época en que el gobierno
argentino me rescindió el contrato del Correo, negocié varias semanas con el
secretario de Comercio, Guillermo Moreno. El funcionario no pudo evitar la
rescisión, pero me trató con gran comprensión y con mucha hombría de bien”.
Franco tampoco se privó entonces de celebrar la creación de la agrupación
juvenil La Cámpora: “¿Por qué nos asusta tanto La Cámpora o cualquier otro
movimiento que incluya a los jóvenes? Esto es, simplemente, la sustitución
generacional. ¡Que bienvenida sea!”. Pero, según Mariano Macri, la procesión
iba por dentro. Golpeado por la pérdida del negocio en el que había invertido
gran parte de su capital, Franco Macri debía mantener buenas relaciones con los
Kirchner para sobrevivir y para desarrollar nuevas oportunidades desde China. Y
no le fue mal. Según El Pibe, dos años
después de la estatización del Correo el mismo gobierno que había hundido al
grupo Macri con esa decisión operaba para salvarlo. “Leonardo Maffioli, Néstor
Grindetti y Andrés Ibarra, los principales colaboradores de Mauricio Macri,
fueron los encargados de negociar durante todo el año 2005 el préstamo del
Banco Macro-Bansud, de Jorge Brito, que salvaría a Sideco de la quiebra. Esa
mesa de negociación fue organizada por el propio Brito y el ministro Julio De
Vido, por orden del presidente Néstor Kirchner”.
El préstamo del Banco Macro-Bansud
a Sideco por 71.076 millones de pesos le permitió a la nave insigne del grupo
Macri reestructurar su deuda y rescatar sus obligaciones negociables
garantizadas, con lo cual pudo salvarse de la bancarrota. Al año siguiente,
Franco Macri y sus socios chinos se
alzaron con la concesión de la línea de ferrocarril Belgrano Cargas. Para
entonces el grupo Macri ya estaba participando en varios proyectos de obra
pública impulsada por el gobierno kirchnerista, incluyendo el fracasado intento
de construir un tren bala entre Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
Más de una vez el viejo me dijo directamente: “A mí me
convocaron De Vido con Zannini para decirme algo así como: ‘Mirá, Franco, con
la plata que nosotros tenemos y con tu trayectoria y prestigio, podemos hacer
la empresa más poderosa de construcciones de todo el mundo. ¿Por qué no te
embarcás con nosotros?’. Y yo les dije: ‘Que les vaya muy bien’, porque sabía
que, si llegaba a aceptar cualquier cosa, ahí terminaba la carrera política de
Mauricio”. Él lo pone en términos paternos.
El viejo estaba en el campo de batalla empuñando la
espada como si nada, como si tuviese un regimiento monstruosamente grande
detrás apoyándolo. El tipo seguía combatiendo. Y le habían dado en la línea de
flotación, muy fuerte; lo del Correo había sido un tiro de gracia. Estos tipos,
que no daban puntada sin hilo, dijeron: “Ahora que tumbamos al más grande de
todos los tiempos, volvamos a ponerlo allá arriba, pero esta vez con nosotros”.
Ellos mismos creaban una oportunidad de dominar al hijo, pero el viejo no entró
en ese juego. No los dejó entrar en la empresa.
PRIMOGÉNITO
Después de graduarse en el Cardenal
Newman, Mauricio Macri se recibió de ingeniero en la Universidad Católica y, en
1981, se casó con Ivonne Bordeu, con quien tuvo tres hijos. Luego estuvo casado
con Isabel Menditeguy y con Juliana Awada, con quien tuvo una hija, Antonia.
Aquí Mariano Macri se refiere al
carácter de su hermano Mauricio, a las diferencias en las formas de pensar y de
actuar de ellos dos, y cómo Mauricio se ganó la confianza y el apoyo de la
línea gerencial del grupo empresario.
Yo creo que Mauricio sufrió mucho el peso de ser el
primogénito, porque el viejo seguramente habrá depositado mucha expectativa en
él. Ivonne se embarazó muy joven. Se casaron de apuro. Con lo cual él termina
la carrera Ingeniería lo antes posible: ya tenía responsabilidades importantes.
Yo sentía por él un enorme amor y devoción. Era mi hermano mayor y así me lo
habían enseñado de chico. En las fotos de la época, cuando se casa Mauricio y
también Gianfranco, los tres teníamos el mismo bigote y un flequillo. En un
punto, estábamos cortados con la misma tijera; los tres teníamos la misma forma
de pensar, que se relacionaba mucho con las verdades de mi madre.
Pero también éramos diferentes. Yo lo veía a Mauricio
como el promotor del bullying, esa
forma de desgaste, de pinchar al otro, de provocarlo, de estresarlo, de
llevarlo al límite, que después también yo sufrí en muchas instancias. Eso me
daba bronca y me ponía un muro insondable. Yo no tenía afinidad con él.
Tenía un trato muy contrario a mi ADN. En vez de ser
afectuoso, era siempre provocador, hiriente. Haciendo un repaso por mi vida,
pensé: “Pero si este tipo en la puta vida fue cariñoso conmigo”. Solo cuando
empezó en la política se puso a ensayar, y tan exageradamente que me agarraba
de la mano, me franeleaba. Yo decía: “¿A este qué le pasó?”. Evidentemente,
estaba mutando y probando ser todo aquello que nunca había sabido ser. Estaba
creciendo; en algunos aspectos, genuinamente mejorando y en otros simplemente
desplegando las alas de ese animal político capaz de engañar a cualquiera.
Mauricio era muy de autosabotearse. Siempre hizo ese
estilo de comentarios autoincriminatorios, esos sincericidios con una alta
dosis de cinismo, por ejemplo: “Me muestro como transparente y de esa manera
purgo mi imagen”. Muy de él. Pero creo que el enorme desafío que enfrentó estos
años lo hizo madurar mucho, se pulió, se supo controlar y
autocensurar. Conectó más, entendió, y se ve que ha comprendido
acabadamente el efecto y la importancia de la empatía, de la sensibilidad, del
escuchar al otro, de tener ese tipo de gestos. En campaña, todo el equipo le
debe haber incrustado esas cosas, como un escultor pegándole manotazos a la
piedra.
En el racconto que
hice, mientras pensaba cómo era posible que fuese tan frío, tan hijo de puta,
me fui dando cuenta de que, en realidad, él no era un tipo de sentimientos. Ese
era yo, con mi voluntarismo, mi percepción de que la gente es buena, que todos
tienen buena leche y buenas intenciones. Pensaba: “No puede ser, este tipo las
hizo todas”, y me daba cuenta de que yo era un boludo, que no quería abrir los
ojos. Nunca tuvo la capacidad de amar. En muchos aspectos era realmente un
psicópata. A las personas que llegan a detentar el poder, en general, ese nivel
de abstracción y esa falta de sentimientos las simplifican bastante. Mi
carácter era totalmente opuesto. Lo veía en las reuniones de directorio siendo
demasiado ácido, demasiado punzante, muy vehemente, muy hiriente. Decía las
cosas de forma muy descuidada. Y a mí me producía espanto, me angustiaba.
En una época se le ocurrió al viejo la idea de que yo
fuera su asistente en lugar del de él. Entonces, pasé a ser asistente de
Mauricio. Lo acompañé en Sevel en 1994, el año en el que dirigió la empresa.
Recuerdo que tuve que tratar de estar más atento, de participar en las
reuniones. Era un tipo difícil de seguir. Desde chico, le gustaba no dar pistas
y desaparecer y aparecer a su antojo. Escaparse para hacer su programa, atender
sus intereses (un deporte, una mina). Pero también sé que, en algún punto,
logramos tener bien fijadas todas las semanas una estructura de reuniones. De
manera que yo pudiese acompañarlo, participar, hacer las actas. Su estilo de
conducción me parecía mucho más críptico, más de mirar los números y lo financiero.
Lo escuchaba hablar mucho por teléfono y negociar cosas muy rápido. Y, sobre
todo, se le daba por ser muy confianzudo y tener charlas de extrema confianza
con gente con la que no la tenía. Era su manera de derribar distancias y
paredes con los demás. Eso también me parecía muy peculiar. Yo lo veía como
algo imprudente, transgresor. No creía que eso sumase, por lo menos en mi caso.
Su estilo de conducción me parecía más encriptado que el del viejo.
Claramente, Mauricio tenía una independencia de
criterio muy marcada, y eso fue así desde muy temprano, probablemente por esto
que decimos del lugar que le tocaba como primogénito. Y el viejo mismo, de
alguna manera, lo predicaría. Aunque no era en forma verbal. Seguramente todo
lo que Mauricio vivió, y la presión y la responsabilidad que tuvo, me imagino
que hicieron que entendiese, desde muy temprano, que ese era su camino, el
camino que iba a seguir y el eje en su vida. Que lo demás iba a ser accesorio. Y
así como él lo tomó, yo probablemente lo tomé en las antípodas. Lo viví en
forma más espontánea, menos rigurosa y más intuitiva e instintiva, como que lo
que había logrado el viejo era suyo y no mío. Mi hermano, en cambio, siempre
habrá pensado que lo del viejo también le pertenecía.
Es raro, pero a Mauricio no le costaba mucho convencer
de algo a los miembros del directorio de Socma ni encontrar eco en el
conservadurismo de muchos de ellos. Por ahí era algo generacional, porque los
directores también eran más jóvenes que el viejo. Tal vez, operar tras
bastidores marque fuertemente el estilo de Mauricio. Él se juntaba mucho con
los directores, uno a uno, y trataba de poner su impronta y de dirigir. El
viejo lo sabía y lo toleraba, lo permitía. De un hijo imaginate cómo no lo iba
a tolerar. Sin lugar a dudas, él necesitaba la presencia de sus hijos para
reforzar el sentido de lo que estaba haciendo. En eso era muy pragmático.
Tomaba a las personas y las cosas como venían. No se ponía mal porque Mauricio
lo desafiara, sino que lo aceptaba como era. Pero no dejaba de ser importante
para él como continuidad. Pensaba: “El emperador ahora soy yo, pero mañana lo
va a ser mi hijo mayor”. No se ofuscaba, no se preocupaba. Por ahí un poquito
le dolía y se amargaba, pero no lo mostraba.
NICKY
Mauricio Macri y Nicolás Caputo se
conocieron a los seis años en el colegio Cardenal Newman. El expresidente lo
definió como su “hermano de la vida”. Franco usó el celular de Caputo para
negociar con los secuestradores de su hijo en 1993, a pedido del propio
Mauricio. Caputo forma parte de la mesa chica del expresidente. Tuvo un papel
protagónico en el armado político que lo llevó primero a la jefatura de
gobierno y luego a la presidencia. Muchas de sus empresas se beneficiaron con
licitaciones durante los gobiernos de Macri, por lo que se acusó al
expresidente de conflicto de interés. Sin embargo, los Caputo forman parte de
la patria contratista desde mucho antes de la llegada de su amigo al poder político.
La empresa Caputo SA, ligada a la
construcción en la ciudad de Buenos Aires, opera desde la década del 70. Sin
embargo, Nicolás buscó separarse de su núcleo familiar en los negocios, algo
que quiso inculcarle a su amigo, según narra la periodista Gabriela Cerruti. Lo
logró en 1983, cuando junto con Mauricio y con el actual CEO de Socma, Leonardo
Maffioli, formaron la empresa Mirgor SA, dedicada al negocio de aires
acondicionados para autos. La venta de equipos a Sevel significó el primer gran
salto de un negocio que floreció. Durante el gobierno porteño del exempleado de
Socma Carlos Grosso (1989-1992), los amigos dieron otro paso importante. Fueron
los encargados de múltiples proyectos inmobiliarios y obras de infraestructura
en Puerto Madero. En paralelo, se fueron convirtiendo en proveedores casi
exclusivos para las automotrices más importantes instaladas en el país:
Chrysler, Peugeot, Citroën, General Motors, Renault y Volkswagen Argentina.
Años después, ante las críticas de
su padre, Mauricio dijo que había tenido que vender sus acciones en la empresa
y ponerlas a nombre de Socma. “Me vino con que, si hacíamos plata vendiéndole a
Sevel, yo les sacaba ganancia a mis hermanos [...] y que tenía que donarle las
acciones a Socma. Y yo fui tan pelotudo que lo hice [...]. Si no lo hubiera
hecho, ahora tendría independencia económica […]. Ojalá siguiera siendo socio
de Mirgor [...], con la guita que está haciendo”, respondió Macri ante la
pregunta directa de Cerruti. Según Caputo, Macri vendió sus acciones en Mirgor
en 1994. Un acta de 1996 dice que ese año Mauricio Macri y Maffioli renunciaron
al directorio de Mirgor. Sin embargo, la biógrafa del expresidente no es la
única en preguntarse sobre la verdadera naturaleza de los negocios entre los
“hermanos de la vida”. En su juicio de
divorcio Isabel Menditeguy
directamente acusó a Mauricio y Nicky de ser socios ocultos. Escribió Cerruti:
“En pleno juicio de divorcio, Isabel Menditeguy le pidió al juez que valuaran
las empresas de Mauricio y las del señor Nicolás Caputo, porque a ella le
constaba que repartían los negocios y las ganancias”.
Según la declaración jurada de
Mauricio Macri, en 2006, justo antes de ser jefe de gobierno, él le prestó 22
millones de pesos a Nicky (que es varias veces más rico que Mauricio),
operación que, según Laura Di Marco, “levanta suspicacias”. ¿Por qué? “Se trata
de la quinta parte de la fortuna presidencial declarada, que Macri le entregó
para que hiciera inversiones, que de hecho hizo. Por ejemplo, en 2016 compró un
campo en Salta, la tierra de Juan Manuel Urtubey. El dinero que Caputo
invierte, en nombre de Macri, quedó fuera del fideicomiso ciego, constituido
como garantía de transparencia, apenas asumió como presidente”. Nicky también
formó parte de los negocios en Boca Juniors durante la presidencia de Mauricio en
el club entre 2000 y 2005. “Caputo negoció el regreso de Juan Román Riquelme,
el jugador fetiche para los fanáticos del club, a su equipo para que jugara por
seis meses. Justo lo que duraría la campaña electoral que llevaría a Mauricio a
la jefatura de gobierno de la Ciudad. Caputo pagó por ese préstamo dos millones
de dólares al Villarreal de España”, sostiene Cerruti. Caputo formó parte del
armado de “Crecer y creer”, el grupo político que conformó Macri para hacer su
gran paso a la política. Nicolás tomaba decisiones fuertes y aconsejaba a su
amigo como pocos en su núcleo más cercano, integrado también por José Torello,
José Uriburu y Juan Pablo Schiavi.
Los periodistas Esteban Rafaele y
Noelia Barral Grigera, en la biografía de Caputo El otro yo, también lo
muestran como un animal político en las sombras. Durante el gobierno de los
Kirchner, trabó lazos muy cercanos con el poder para hacerse cargo de múltiples
obras de infraestructura. En 2008 negoció en nombre de Macri, con Cristóbal López
y Carlos Zannini como representantes de Néstor Kirchner, un acuerdo para
repartir la plata del juego en la ciudad, acuerdo que fue frenado en la
legislatura porteña. Según Cerruti, esa negociación incluyó un aporte de 14
millones pesos de López a la campaña de Mauricio. La relación con el gobierno
peronista fue fundamental para el crecimiento exponencial de Nicky. Durante el
boom económico de 2003-2008 el negocio de los aires acondicionados creció en
forma vertical. En 2005 Caputo decidió llevar
a Mirgor hacia la venta de equipos
hogareños. “Desde entonces
pasa de vender
17.463 equipos en el primer año a
298.070 en 2008. Mientras que los equipos para autos pasan de 263.000 a
676.000”, indica Cerruti.
Como parte de su diversificación
Mirgor adquirió en 2009 la empresa Iatec, que actualmente le reporta sus
mayores ganancias, dedicada a la fabricación de televisores y
teléfonos celulares para la marca
Samsung, según informa el propio grupo en su web oficial. Como jefe de gobierno
de la Ciudad, a partir de 2007 Macri benefició a las empresas de Nicky con
múltiples asignaciones de obras a través de la empresa SES SA. Según la
periodista Di Marco, entre 2007 y 2016 esa empresa recibió 1300 millones del
gobierno porteño por distintas adjudicaciones de obras y servicios. Caputo
también fue clave en la designación de Miguel Ángel Gutiérrez al frente de YPF
durante la gestión macrista, en 2016. Sin embargo, al año siguiente la
petrolera estatal demandó a Ecogas, una empresa de Caputo, por más de mil
millones de pesos por una deuda impaga.
Mauricio ha hecho muchos negocios en forma oculta, sin
aparecer abiertamente en el directorio, en la posición de accionista. Está, por
ejemplo, en Mirgor —una empresa de aires acondicionados para autos, que creció
de manera desaforada gracias al marketshare
[porción del mercado] que tenía Sevel—, en la que metió a los Caputo.
Mauricio era el dueño del negocio, pero no figuraba.
Él debe haberse avivado cuando vio que otros managers de Sevel hacían sus negocios.
Habrá dicho: “¿Por qué no voy a hacerlos yo?”. Mi viejo sabía y lo permitía en
los otros, porque entendía que eran personas clave en la conducción.
Antes de Mirgor, Mauricio tuvo negocios chicos.
Cartecolor, ese cartel electrónico luminoso que estaba en la 9 de Julio, sobre
un edificio, y con ese ganó su primer millón, su primer palo verde. En un
momento dado dijo: “Che, debo tanta plata [a Socma] y la devuelvo”. Y fue
porque ese negocio le había redituado mucho. No sé si lo hizo a su nombre, pero
Mirgor no. Además, él y Nicolás seguían creciendo en muchas cosas. En algún
momento, Nicolás se volvió el número uno del área de alimentos de grupo Socma porque
Mauricio lo puso, a pesar de que el viejo, ya por entonces, tenía una pésima
opinión de él: lo veía como un tipo que solo cuidaba su propio interés, alguien
mezquino y sin una mirada empresarial. Siempre tuvo una muy mala opinión de él,
desde el principio. Se lo fumó, pero cuando tuvo para poner guita a gran escala
en los alimentos, agarró el management de
Bunge y Born, se llevó a ese equipo ahí y lo desplazó.
No hay dudas de que entre Nicky y Mauricio existe una
cofradía. A lo largo de los años, Nicky pasó a ser un testaferro muy fuerte de
Mauricio y, a su vez, se habrá independizado mucho. Habrán encontrado un
entendimiento entre alguien que devino muy poderoso económicamente, como Nicky,
y alguien que también devino muy poderoso, pero políticamente, como Mauricio.
Ahí tenés de ejemplo el tema del juego en la ciudad. Lo que escuché es que
Cristóbal López estaba muy enojado porque, a pesar de que había puesto mucha
plata en la campaña de Mauricio justamente a través de Nicky, terminó yendo en
cana durante la presidencia de mi hermano.
EL TÍO
JORGE
Jorge Blanco Villegas era el tío
preferido de Mauricio Macri. También habría sido uno de sus principales
testaferros. En la década del 60, en sociedad con Franco Macri, montó un
negocio de exportación de ganado en pie a países de Medio Oriente a través de
triangulaciones exóticas con Australia. En los 80 fue gerente y director de
Socma y accionista de Sevel, hasta que se peleó con Franco en 1992. Comandó la
fábrica de televisores Philco. Según ArgenPapers, “el tío Jorge falleció en pleno invierno de 2011, poco después de
haber sido anfitrión del casamiento de su sobrino con Juliana Awada en La
Carlota, la estancia de la familia en Tandil. Después de su muerte, la riqueza
declarada del (entonces) presidente argentino aumentó prácticamente al doble,
según sus declaraciones juradas”. En agosto de 2012 un vocero de Socma explicó
así al diario La Nación el aumento de
27 millones en el patrimonio de Macri el año anterior: “Es lo que le dejó por
herencia su tío Jorge Blanco Villegas y dinero transferido de las tenencias de
Socma que le hicieron sus hermanos durante el año pasado”. En Macri, Di Marco cuenta que “tan fuerte era la
relación entre ambos que, cuando murió en 2011, Blanco Villegas le donó su
fortuna a su sobrino mayor”. Sin embargo, al morir tenía, además de su viuda,
una hija de veinte años, Luciana. La pregunta cae de madura: ¿Por qué Blanco
Villegas le legó a un único sobrino “una fortuna” que podrían haber heredado su
hija única y su esposa de 25 años? Según Mariano, no se trató de una cuestión
de afectos, sino el corolario de una añeja y opaca relación comercial.
Parece que, en el momento de la muerte de mi tío Jorge
Blanco Villegas, Mauricio estaba desesperado porque su mujer, Graciela
Quintans, no le reconocía nada. Y que tuvieron una reunión y terminaron
acordando una herencia. Los hermanos lo cargamos con que era el único sobrino que
había heredado al tío Jorge.
El viejo me contó que Mauricio había visitado varias
veces el consultorio de su psiquiatra porque estaba muy preocupado por la
situación después de la muerte del tío. Como el psiquiatra había compartido un
viaje con papá a China, en el que tuvieron bastantes oportunidades de hablar,
el tipo le cuenta esto.
TRUMP
En 1979 Macri compró el 75 por
ciento de un predio de 30 hectáreas de talleres de ferrocarriles sobre el río
Hudson, en la isla de Manhattan. El plan era desarrollar un complejo de
viviendas. Se comprometió a hacer obras costosas a cambio del permiso para
construir. Pero, por distintas razones, el proyecto nunca terminó de levantar
vuelo, y cuando el banco Chase Manhattan declinó financiar la obra, se vio obligado
a sentarse a negociar con Donald Trump. Entonces, sufrió un ataque al corazón y
las negociaciones quedaron a cargo de Mauricio, principalmente, y de Jorge
Blanco Villegas, a quien Franco había nombrado al frente de una entidad
financiera creada para financiar el proyecto, Argyrum Corporation. El hijo y el
cuñado no tardaron en venderle los terrenos al hoy presidente de Estados Unidos
por algo más de cien millones de dólares, precio similar al que había pagado
Macri por la compra.
Franco no quería vender. En el
capítulo que en su best seller The Art of the Deal Trump le dedica al empresario argentino,
queda claro. El capítulo lleva el título de “West Side Story”. Allí, Trump se
refiere a Franco como “una persona maravillosa y bienintencionada”, a la vez
que le critica su inexperiencia y el no haber sabido “generar entusiasmo sobre
el proyecto”. A Mauricio lo menciona, sin nombrarlo, una sola vez en todo el
capítulo como “el joven hijo” que participó en algunas negociaciones. Ahora bien,
en el libro cuenta que Franco hizo todo lo posible por no vender, y hasta logró
convencer al estadounidense que rompiera una opción de compra, aunque al final
“estaba ansioso por salirse del proyecto con una ganancia”. Por su parte,
Mauricio se ufanó ante su biógrafa de haber hecho un gran cierre de
negociación: “Yo creo que me ayudó en esa negociación la audacia de mis
veintipico”. En El Pibe Cerruti dice
que Mauricio suele contar la negociación con Trump “como su prueba de fuego en
el mundo de los negocios empresarios”. El libro cita a Gregorio Chodos, Jorge
Haieck y al propio Blanco Villegas, los tres principales mentores de Mauricio
en el mundo empresarial, diciendo que en la venta de Lincoln West a Trump el
hijo de Franco salvó al grupo familiar de una pérdida millonaria. En cambio, en
su propia biografía, Macri por Macri,
Franco deja en claro que no tenía intención de vender y que había alcanzado un
acuerdo con Trump para repartirse en mitades su parte del proyecto, pero que
sus representantes, Mauricio y el tío Jorge, rompieron el acuerdo sin su
consentimiento, aunque los justifica diciendo que actuaron bajo amenaza:
“Amenazaron a mis representantes y consiguieron
que firmasen la cancelación del
contrato sin mi presencia, conocimiento o autorización”. Mariano Macri da un
paso más y cuenta que, en los últimos años de su vida, su padre le sugirió, le
dio a entender, que, más que una concesión a Trump hecha bajo amenaza, entendió
que Mauricio y Blanco Villegas lo habían traicionado a cambio de una comisión.
Mauricio por ahí lo disimulaba un poco, pero con el
tiempo yo me enteré de que tenía una relación muy cercana con el tío, incluso
cuando sucede lo del Lincoln West. El viejo negocia quedarse como socio
minoritario, después le agarra el infarto, Mauricio se sube con el tío a un
avión a ver a Trump y negocia salir por plata. De nuevo ahí se genera otra
oportunidad en la que es posible que Mauricio haya hecho un negocio propio.
Debe haber sido el viejo el que me lo contó. Está el
relato de Orlando Salvestrini [histórico directivo del grupo, ex Lincoln Park,
Boca, Sideco-Brasil, etc.], que es muy simpático: Trump llega con su cuerpo de
abogados, le muestran al viejo una pila contratos que mediría medio metro de
alto y el viejo, mirando a Trump a la cara, dice: “¿Dónde hay que firmar?”. A
todos se les caía la mandíbula. “¿Cómo va a firmar un contrato sin leerlo?”. Y
el viejo: “Con un socio como vos, no tengo de qué preocuparme”. Deben haber
pensado: “O encontramos a la verdadera mafia italiana o este tipo, el día que
lleve esto a los tribunales, nos hace mierda”. Un contrato hecho
unilateralmente, sin ningún tipo de discusión, puede tomarse como abusivo y
leonino. El viejo se quería mudar a Nueva York, llevar a la familia a vivir
allá. Yo sé que no quería vender. Pero apenas él quedó afuera de pista, mi
hermano y mi tío revirtieron lo que el viejo había decidido.
EL GOLPE
“Blanco Villegas fue eje de la
mayor pelea familiar con Franco cuando el jefe del clan entendió que su hijo y
su tío estaban intentando quitarle la empresa. Blanco Villegas viajó a Italia a
llevar adelante esa negociación y volvió con las acciones de Impresit- Sideco y
Fiat a su nombre”, dice un artículo de Nuestras Voces firmado por Cerruti en
2016.
El viejo estaba convencido de que Mauricio también
estaba metido en otra cosa con Sevel en el momento del infarto. Para eso, el
tío se tomó un avión a Italia junto con Ricardo Zinn y le hicieron un planteo a
Fiat anunciando que ellos estaban tomando el control del management. Después el viejo fue y deshizo todo. Me lo dijo de un
millón de maneras, pero nunca en forma directa. Sobre todo en 2011, cuando
volví a colaborar con él y me acerqué más a él, el viejo, habiendo sufrido ya
muchas gastadas de Mauricio, me empezó a poner más fichas, a completar el
rompecabezas.
SECUESTRO
En la madrugada del 24 de agosto de
1991, Mauricio Macri fue secuestrado en la puerta de su casa de la calle Tagle
al 2800 en Palermo Chico. Según escribió Laura Di Marco en Macri, “Mauricio permaneció doce días encerrado
en ‘la caja’, tal como los secuestradores llamaban a la habitación de tres
metros por dos, construida en el sótano de la casona donde estuvo cautivo: con
un inodoro químico y un hueco de veinte centímetros de diámetro en el techo,
por el que le pasaban la comida”. Completa Gabriela Cerruti en El Pibe: “Luego de negociar durante dos semanas con
sus captores, Franco Macri habría pagado un rescate que algunos estiman en 6
millones de dólares y otros indican que se elevó hasta 20. Mauricio se vistió
con un jogging que le dieron sus secuestradores, que lo volvieron a llevar en
el baúl del auto esta vez para liberarlo. Lo dejaron en una zona del Bajo
Flores, cerca de la cancha de Deportivo Español, aunque le dijeron que
sostuviera que lo habían dejado en Lomas de Zamora. Le dieron unos cospeles de
teléfono y plata para un taxi”. Dos meses después, la policía federal allanó el
departamento donde estaba “la caja” y detuvo a los principales referentes de la
llamada “banda de los comisarios”, que habían realizado el secuestro. La banda
estaba integrada por policías y militares y delincuentes comunes, y había
funcionado por más de una década, especializándose en secuestros de empresarios.
Tanto para Franco como para
Mauricio, se trató de uno de los eventos más traumáticos de sus vidas. Para
Mariano Macri fue de una oportunidad para que Mauricio se replanteara sus
prioridades y principios éticos, oportunidad que, lamentablemente, su hermano desperdició.
El secuestro de Mauricio fue fuerte. Yo estaba
trabajando en ese momento en el Banco Liniers haciendo una pasantía. La casa
del viejo se convirtió en un centro de operaciones. La empresa privada de ex
CIAs [Akerman] se instaló ahí y ellos vivían, junto con el viejo, el minuto a
minuto. Era una situación muy tensionante. Me acuerdo de haber abierto el
placar de la planta baja y encontrarme con los seis millones de dólares en
billetes; era una montaña que no sé si no me llegaba casi a la cintura.
El viejo no sólo quería pagar, sino que trataba de que
hubiese la menor intervención posible de la policía, porque los expertos le
decían que podían matar a Mauricio. La situación era muy delicada. Cuando
apareció, todos lo abrazamos. Estábamos en la planta baja, en el hall de
entrada. Afuera había periodistas. Es un momento en el que liberás mucha
tensión, mucha angustia acumulada.
El hecho debe haber tenido efectos muy fuertes sobre
mí, pero no sabría discernir cuáles fueron. El viejo en ese sentido se mostró
muy firme. Y en cuanto a Mauricio, esos trece días no fueron suficientes para
hacerle cambiar su mirada.
SALIDA
A BOLSA
La salida a bolsa de Sevel, en
1992, siendo Mauricio vicepresidente de la empresa y Blanco Villegas un
importante accionista, terminó en escándalo y resultó ruinosa para el grupo
Macri.
Según escribió Julio Nudler en Página/12, la oferta era de 80 millones de acciones,
de las cuales 30 pertenecían a Franco y 10 a Blanco Villegas. Al salir a la
venta las acciones, un testaferro, Daniel Cardoni, entonces presidente del
Banco Medefín, compró 50 millones de acciones a un precio entre el 55 y el 61
por ciento superior al que había ofrecido Sevel como piso. La oferta de compra
se hizo a través de empresas de papel inscriptas en los paraísos fiscales de
Bahamas, Uruguay y las Islas Caimán. Los operadores no tardaron mucho en
sospechar de una autocompra dirigida a inflar el precio de las acciones.
Faltaba mucho para que los Panamá Papers destaparan las cloacas del mundo offshore. Pero, aun para 1992, la maniobra había sido demasiado grosera. Las
acciones no tardaron en desplomarse. En cambio, el esclarecimiento de los
hechos demandó cerca de una década.
En 2001 la Comisión Nacional de
Valores le aplicó a Sevel la máxima multa estipulada en la ley por
“manipulación” de acciones, una “gravísima infracción”. “Pocas cosas hay tan
perjudiciales para la confiabilidad de un mercado de capitales”, concluyó el
informe. En la investigación de la CNV quedó demostrado que el dinero para la
autocompra de acciones salió de una cuenta bancaria que controlaba Mauricio
Macri. Según Nudler, en su defensa Mauricio Macri dijo que no sabía que su
empresa había mandado 50 millones de dólares a un banco en Bahamas para que el
testaferro Cardoni pudiera pagar las acciones con un “préstamo” de Sevel: “En
cuanto a Mauricio Macri, al igual que otros directores de Sevel, afirmó no
haber tenido conocimiento de las colocaciones financieras (50 millones de
dólares) de la empresa en el BMI Bank de Bahamas. Esto significaría que su
padre no le informó sobre un asunto de tanta trascendencia, aunque después
salió de una cuenta suya la plata con que Cardoni le devolvió el préstamo a Sevel”.
Por entonces, Franco Macri y su
cuñado se habían distanciado por el cierre de Lincoln West y el intento de
golpe contra Franco en Sevel. La relación entre Franco y Mauricio tampoco
pasaba por un buen momento a causa del divorcio del patriarca y Alicia Blanco
Villegas, a tal punto que según cuenta Franco en Macri por Macri durante un
tiempo sus
hijos dejaron de hablarle. En cambio, el vínculo entre Mauricio y su
tío crecía.
Según Mariano, al igual que en
Nueva York, en la salida a bolsa Mauricio habría maniobrado en complicidad con
Blanco Villegas para manipular el precio de las acciones. Y, una vez más, a
pesar de que Mauricio había estado a cargo de todo el proceso, el padre tuvo
que salir en su defensa y asumir toda la responsabilidad.
Mauricio tenía negocios con el tío por lo menos desde
lo de Sevel, la salida a bolsa en 1992. Se vendieron acciones de la empresa y
Mauricio fue el que manejó todo el proceso. Mi hermano venía de trabajar en el
City, así que conocía mucho el tema. El viejo se había enemistado a muerte con
mi tío. Y mi tío, por la generosidad del viejo, tenía un 2 por ciento de Sevel.
Y en un momento se pone a vender todo. El viejo lo quería matar. Él tenía un 30
por ciento de lo que se había salido a vender. Y un 30 por ciento era mucho. El
viejo dijo que el tío le había hecho deprimir el precio de la acción. Había
salido en 15 y terminó en 3. Debe haber habido un manejo en el que seguramente
Mauricio tuvo algo que ver.
EXTRADER
En julio de 1994, en un piso alto
del edificio Catalinas de Retiro, donde Socma tenía su cuartel general,
Mauricio Macri recibió a Marcos Gastaldi, entonces socio y cara mediática del
banco mayorista Extrader. El banco, que había nacido y crecido al calor del
menemismo en la época del uno a uno con el apoyo del entonces influyente
periodista Bernardo Neustadt y también del presidente, y en ese momento era el
patrocinante principal del Gran Premio de Argentina de la Fórmula 1, la máxima
categoría del automovilismo, era dueño de la cervecera Isenbeck, participaba
del emprendimiento inmobiliario Puerto Viamonte de Puerto Madero y el satélite
Nahuel 1, y había organizado exhibiciones de tenis con Jimmy Connors y
Guillermo Vilas, y recitales de Rod Stewart y Ray Charles, entre otros
emprendimientos de alto perfil. Pero, sobre todo, era conocido como el banco de
inversiones de los ricos y famosos.
De la reunión en Catalinas
participaron Gastaldi, un abogado del Extrader, Mauricio y, de a ratos, Jorge
Aguado, vocero histórico de Socma, según cuenta un testigo directo del
encuentro. No se habló de sumas de dinero, pero sí de una tasa de retorno muy
superior a lo que ofrecía el mercado. Poco tiempo después un gerente financiero
de Socma llamó al banco para cerrar una operación.
En enero de 1995, en medio de la
crisis financiera conocida como “efecto tequila”, el Banco Central cerró el
Extrader, que por entonces acarreaba una deuda de 200 millones de
pesos-dólares, que los banqueros atribuyeron a una falta de liquidez debido a
operaciones de alto riesgo y una mala inversión en bonos mexicanos. Pero, según
la causa por estafa que abrió el juez de la quiebra, Rómulo Di Iorio, el BCI,
un supuesto banco en Bahamas en el que el Extrader colocaba los plazos fijos de
alto rendimiento, era poco más que una casilla postal manejada por los dueños
del banco. Según consta en el expediente el 31 de agosto de 1994 Sevel SA
colocó 10 millones de dólares en el BCI a un nueve por ciento anual con una opción
de compra irrevocable por parte del banco y, una semana después, el 6 de
septiembre, la automotriz que entonces dirigía Mauricio Macri colocó otros 15
millones de dólares en las mismas condiciones. Julio Terrado, director del
Extrader, había firmado la opción de venta, pero cuando Sevel la reclamó, dos
semanas antes de que cerrara el banco, el presidente del Extrader, Carlos María
Sosa, desconoció la deuda porque, dijo, no había sido denunciada al directorio.
Según escribiera la reconocida periodista Susana Viau en 2001, cuando
Gastaldi fue
detenido y pasó un mes en la cárcel
por el desfalco del Extrader, “un enjambre de gente VIP optó por no darse a
conocer porque el dinero que había quedado ‘apretado’ entre el Extrader y el
BCI —su offshore— era negro”.
Según el abogado del Extrader, en
el caso de Sevel el banco había abierto una negociación para pagar la deuda con
su negocio de cerveza premium o algún otro de sus activos. Pero las
negociaciones, dijo, terminaron ese mismo verano después de que Jorge Terrado,
hermano de Julio y también director del Extrader, sufriera un secuestro exprés
con golpiza incluida y sin pedido de rescate, y después de que la propiedad de
Gastaldi en Punta del Este, el Gilles Blue Ranch, valuada en más de un millón
de dólares, sufriera un extraño incendio. Ambos hechos nunca fueron
esclarecidos, pero en el banco se interpretaron como un apriete. ¿De quién?
En una entrevista con este autor en
2002, Gastaldi dijo que, salvo a Mauricio Macri, les pagó como pudo a todos sus
clientes, algunos en su totalidad, a otros con descuentos, y a otros con sus
autos y sus cuadros cuando se le terminó el efectivo. Pero que nunca quiso ni
piensa pagarle a Mauricio. ¿Por qué? “Él no me puede reclamar nada”, contestó
Gastaldi.
La denuncia por el dinero que
perdió Macri no la hizo Sevel, sino el Banco Nación, en base a documentación
secuestrada en el banco. Según el abogado del Extrader que presenció la reunión
cara a cara de Mauricio Macri con Marcos Gastaldi, el 80 por ciento de la
inversión de Sevel era en negro y la empresa solo pudo recobrar una porción del
blanco en la quiebra. Este dato coincide en un punto con El Pibe. Según la biografía, la inversión de Sevel
en el Extrader fue de cinco millones de dólares. Lo mismo dice La Dinastía, de Ana Alé. La cifra equivale 20 por
ciento del total denunciado por el Banco Nación, o sea, lo que habría sido,
según el testigo, la inversión en blanco. Otro dato llamativo es que, según el
expediente judicial, la tasa comprometida era del nueve por ciento anual,
mientras el abogado del Extrader asegura que el arreglo había sido “por lo
menos dos o tres puntos arriba”, y que Extrader pagaba a sus grandes clientes
entre el 12 y el 15 por ciento anual. De ser así, ¿quién se habría quedado con
la diferencia? Mariano Macri tiene sus propias razones para sospechar de su hermano.
En un momento dado, a principios de los 90, cuando
Mauricio conducía Sevel, la financiera de Marcos Gastaldi recibió una
colocación de 25 palos verdes. Mauricio lo había decidido totalmente por fuera
de los mecanismos de la estructura. Si vos, como accionista, tenés un management que toma decisiones, está muy
pautado hasta dónde podés ir haciendo colocaciones en una única institución
financiera, justamente para atenuar riesgos. No querés que te vengan con una
sorpresa indigerible. Mauricio borró todos esos controles y metió, en esa única
institución
financiera, un monto que excedía por mucho lo que las normas y
procedimientos admitían. No era algo que hubiese podido hacer cualquier
dirigente de una empresa. Fue su condición de portador de apellido y el ser
hijo del fundador lo que le permitió hacerlo. Los socios no aceptan darle un
cheque en blanco a un funcionario y después… a llorar a la iglesia.
Cuestión que el viejo estaba a las puteadas con
Mauricio porque había colocado esa plata que no iba a volver. Con el correr del
tiempo, cuando mi viejo me empieza a meter fichas, mi cabeza deconstruye para
atrás y me doy cuenta de que Mauricio evidentemente hizo un negocio con eso.
¿Por qué, si no, va a asumir un riesgo frente a su familia que después no
puede cubrir? ¿Por querer hacerle ganar más plata a su familia? No, porque
nadie le está pidiendo que sea el gran proveedor. Entonces la razón fue otra.
Lo cual me lleva a pensar que hizo su propio negocio.
LA GOTA QUE REBALSÓ EL VASO
Mauricio Macri le contó a su
biógrafa que la pelea de fondo con su padre fue porque “nunca me iba a dejar
ser nadie en la empresa”. Según Mauricio, la pelea empezó en 1994, cuando
Franco lo promovió a uno de los cargos más altos del grupo. “Me puso a cargo de
Sevel, la automotriz más importante, la representante de la Fiat en la
Argentina, y a los dos meses estaba rodeado de tipos que me mandaba él para
hacerme fracasar”.
Al año siguiente, Mauricio dejó
Sevel para ocupar la presidencia de Boca, pero siguió vinculado al negocio a
través de “reuniones de accionistas”, que compartía con su padre y sus hermanos
en la casa de Franco de la calle Eduardo Costa, en la sala de reuniones de la
planta baja que daba al jardín interno, una sala de paredes blancas con cuadros
y una pantalla de televisión, dominada por una gran mesa de madera rodeada de
sillas y sillones tapizados. “Un lugar muy moderno, muy chic, muy bien puesto”,
recuerda Mariano Macri.
Según él, la pelea empezó tiempo
después, en 1998, cuando su padre realizó una de las apuestas más arriesgadas
de su vida empresarial, el desembarco en Brasil, decisión que su hijo mayor no
quiso aceptar.
A mediados de los 90, el viejo había traído a un gurú
del MIT, Arnoldo Hax, un profesor chileno muy reconocido en temas de estrategia
corporativa empresarial, que nos metió un poco en su diseño. En realidad, no es
que él te dijera lo que tenías que hacer, sino que llevaba a todo el management a ir tomando decisiones en
forma colegiada, con votaciones; de a poquito iba formando un proceso que
decantaba en una conclusión en la que participaban todos. Pero mi viejo dijo: “Me ne frega un catzo”, vamos a Brasil.
Entonces Mauricio dijo que él no quería tener “ningún
tipo de participación en el grupo”. Él quería un manejo del grupo con una
mentalidad mucho más financiera. Estaba más a favor de la consolidación que de
la expansión.
Por las distintas visiones, se nota que se produjo
algún tipo de quiebre, no sé si llamarlo malentendido, pero sí una
confrontación con papá, que terminó en que Mauricio decidiese seguir su camino.
Probablemente, no había encontrado su espacio para poder conducir él, a su
forma, y manejar el tema. Entonces se fue a desempeñar sus funciones de
presidente de Boca. Renuncia al grupo en 1995 diciendo que también renunciaba a
la tenencia de las acciones porque no quería
nada. Pero, al final, no resultó así. Un año después, con los hermanos,
hicimos una práctica de directorio de accionistas, una idea muy arengada por
mí, y él vino. Yo había hecho el máster de Negocios del IAE en el 95-96 y había
tenido de profesor a Guillermo Perkins. Se había convertido en el referente de
empresas familiares en la Argentina y te daba doce clases sobre el tema.
Entonces le propuse a mi familia y a él que hiciéramos un proceso de
ordenamiento con un método científico.
Arrancamos en el 96. Durante el 97, el 98 y una parte
del 99, en virtud de ese proceso, se conformó un ámbito de gobierno familiar y
funcionamos de una manera muy metódica como directorio de accionistas. Estaba
mi hermana Sandra, los tres varones y papá. Florencia no porque todavía era muy
chica. Yo me ocupaba de grabar las reuniones y después hacía las actas, donde
dejaba asentadas todas las decisiones que se tomaban y las que quedaban pendientes.
Lo llamábamos directorio de accionistas, pero el viejo
era el único accionista. Había habido una donación de acciones de padre a hijos
hacía muchos años. Él empezó a donarlas muy temprano, en el ochenta y pico.
Mejor dicho, tomó algunos pasos, pero no muchos. El usufructo de las acciones y
los derechos políticos seguían siendo de él. La cesión de acciones en ese momento
era más un hecho de planificación que un hecho formal. Debe haber respondido a
una planificación fiscal, de herencia, por si acaso. Él seguía siendo el jefe y
el dueño. El sentido que él les daba a nuestras reuniones era el de prepararnos
porque nosotros éramos el futuro.
Cuando Mauricio se desengancha en el 99 para meterse
en política, entra todo en una nebulosa. En ese momento se produce en el viejo
una reacción de “esto queda en suspenso. Llamémonos todos a la reflexión, a ver
qué pasa”, o por ahí “a ver si efectivamente se me salta del tren el
primogénito, ¿cómo quedo parado?”. Como que el viejo recibió un golpe, ¿no?
Entonces se dejó de hacer la práctica de las reuniones de accionistas.
Mauricio estaba en desacuerdo con el ánimo
arriesgado del viejo, con ese espíritu tan lanzado. La gota que rebalsó el
vaso, si es que no distorsiono las cosas en mi memoria, fue la compra de un
frigorífico muy endeudado en Chapecó, Brasil, que se iba a pagar con un crédito
blando del Banco de Desarrollo de ese país. Mauricio dijo: “Esto es ridículo,
es un cheque en blanco, un absurdo, no tiene ni pies ni cabeza”. Y estaba más
aún en desacuerdo en que papá diera el aval personal al préstamo. Fue entonces
cuando anunció que iba a seguir su camino, manifestando así su total
discrepancia con la manera de llevar las cosas del viejo. Lo que Mauricio
profesaba, lo que planteaba, era que, lejos de seguir haciendo proliferar esas
estructuras inmensas de gente para el crecimiento, había que transformarse en
una boutique financiera. Estaba en contra de que el viejo tomara todo el management de Bunge y Born y apostara al
área de alimentos en el grupo. Su argumento tenía una lógica. Si vos sos un
grupo sobreexpandido, con deuda tomada en dólares, con activos que producen en
pesos, y te ensartan con seguir creciendo el 50 por ciento
más de tu
tamaño, la decisión es bastante riesgosa, ¿no? Pero a papá eso no le importaba.
En el 99 Mauricio se retira, pero no deja de tener una
vigía, por decirlo así, acerca de todo lo que pasa en el grupo y sus puntos de
contacto con el management. Él tenía
mucha relación con todos los directores. Y de alguna manera seguía bastante
conectado.
El viejo le mantuvo, y Mauricio preservó, un sueldo de
70 mil dólares por mes, por varios años posteriores a su renuncia. El padre se
lo daba. No sé a título de qué, simplemente retiro de accionista.
No había habido ningún tipo de gesto formal. El mismo
Mauricio reconoció el pago que le hacía el viejo enfrente de todos, en el 99,
en la última reunión de familiares accionistas.
Poco tiempo después, en 2001, me fui a Brasil. Y, al
estar alejado, empecé a tener cada vez menos información de lo que pasaba en la
Argentina.
BOCA
En su década como presidente de
Boca (1995-2005), además de los éxitos deportivos a partir de la contratación
del entrenador Carlos Bianchi en 1998, Macri forjó su relación con uno de sus
colaboradores de máxima confianza, “el Negro” Gustavo Arribas, experto en
compraventa de jugadores y, sobre todo, en realizar dichas transacciones
eludiendo al fisco. En efecto, en el opaco mundo de los negocios del fútbol, en
el que dirigentes e intermediarios se hacen de porcentajes de jugadores a
través de testaferros y representantes, Arribas se destacó entre sus pares al
inventar la modalidad de ventas trianguladas en paraísos fiscales, en su caso,
a través del Deportivo Maldonado de Uruguay y del Lucarno de Suiza, clubes de
segunda y tercera categoría en los que jugadores recalaban un tiempito sin
llegar a debutar, por un precio que terminaría siendo ficticio y aprovechando
las ventajas impositivas que ofrecen esos países de tránsito, antes de
aterrizar en sus destinos verdaderos, grandes clubes de Brasil y Europa, que
pagaban por los fichajes una suma muy superior a la recibida por los clubes de
origen. Jugadores de la talla de Gonzalo Higuaín, Fernando Belluschi y Mateo
Musacchio fueron parte de las operaciones trianguladas de Arribas y sus socios.
“Yo pensé: de todos mis amigos, ¿cuál era el más vivo, el más desconfiado, el
más acostumbrado a toda esta cosa de las trampas? Justo uno que se había hecho
de una buena posición económica en el fútbol, uno que arrancó de una posición
humilde en la vida… Me pareció que reunía todas esas cualidades”, fue la
llamativa explicación que dio Mauricio Macri en 2015 al nombrar a Arribas al
frente de la Agencia Federal de Inteligencia.
Abogado, excompañero de Mauricio en
los equipos de fútbol que participaban de los campeonatos que se hacían en la
quinta de los Macri en Los Nogales durante más de dos décadas, su vínculo con el
presidente de Boca no se limitó a la pasión compartida por el balompié. Según Macri, el libro de Di Marco, “a mediados de los
90, Macri convocó a Arribas para revisar y elaborar los contratos en las
transferencias de los jugadores. Es decir, la vinculación entre ambos también
se fue tejiendo al ritmo de los negocios”. Otro periodista que investigó la
década boquense del expresidente, Gustavo Veiga, señala en su libro Fútbol
limpio, negocios turbios (2002) que Macri
habría sido un socio oculto del empresario Gustavo Mascardi en la compraventa
de al menos dos jugadores transferidos a Europa desde Argentina, Andrés “Guly”
Guglielminpietro y el colombiano Juan Pablo
Ángel. También, que Socma habría
pagado el pase de un jugador de San Lorenzo a Boca, Walter Perazzo, antes de
que Macri asumiera la presidencia del club, y que el mismo Mauricio habría sido
un inversor oculto en la compra en 1998 del club español de segunda división
Badajoz, institución a la que fueron transferidos varios jugadores del club
xeneize en un emprendimiento fallido que duró menos de dos años cuya cara
visible era el animador Marcelo Tinelli.
Según el libro de Veiga, a través
del Fondo Común de Inversión, una creación de Macri que sirvió para traer al
club a Martín Palermo y los mellizos Barros Schelotto, entre otros, el
presidente de Boca “manejó los pases de varios jugadores a su antojo”. El libro
también incluye una explicación del dirigente de Boca Roberto Digón de por qué
en 1997 Macri se convirtió en el primer presidente del club en cuatro décadas
en sufrir la desaprobación de un balance: “Para ser concretos: hay cinco
millones de dólares en gastos varios y tres y medio en comisiones a
representantes que son injustificados. El Banco Central dice que la deuda de
Boca es de once millones y en el balance se acusa una cifra menor a ocho. Una
llamativa diferencia de más de tres millones. ¿Dónde está esa plata? En la
auditoría no aparece...”.
En ArgenPapers
contamos junto a Tomás Lukin detalles de
la escandalosa venta de Carlos Tévez al Corinthians de San Pablo, supuestamente
por 15 millones de dólares, realizada a principios de 2005 durante el último
tramo de Macri en la presidencia de Boca: “El pago realizado por una empresa radicada
en las Islas Vírgenes Británicas sospechada de mantener vínculos con la mafia
rusa provino de la sede de un banco estadounidense en Canadá, mientras los
intermediarios cobraron su millonaria comisión a través de una empresa radicada
en Gibraltar, HAZ Football World Wide Limited”.
HAZ pertenece a tres socios, y uno
de ellos es “el Negro” Arribas. Mauricio Macri y “el Negro” eran y siguen
siendo tan cercanos que, cuando Macri se mudó a la quinta de Olivos al ganar la
presidencia, Arribas pasó a ocupar su departamento de Avenida del Libertador y
Cavia, en Palermo Chico. En enero de 2017 el periodista Hugo Alconada Mon
publicó en el diario La Nación que
Leonardo Meirelles, un operador financiero y cambiario brasileño, condenado en
su país por haber participado de la operación “Lava Jato”, le pagó “más de
medio millón de dólares a una cuenta del actual titular de la Agencia Federal
de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas, en cinco pagos que comenzaron un día
después de que, en septiembre de 2013, se reactivara el contrato para el
soterramiento del tren Sarmiento para el gigante brasileño Odebrecht”. Dos
meses más tarde Arribas recibió un sobreseimiento exprés del juez federal
Rodolfo Canicoba Corral, quien argumentó que el jefe de espías de Macri no era
funcionario público al momento de recibir
las transferencias. En mayo de 2019, la Corte Suprema
ratificó el
fallo por unanimidad.
Por Nuria, la mujer de papá —que Mauricio usaba mucho de espía—, me entero de que el divorcio de Isabel en el 2005, sin hijos de
por medio, le termina costando a Mauricio ocho palos verdes. Mauricio tenía una
relación permanente con Nuria para ir sonsacándole información de papá, ya sea
acá o en China, porque Nuria lo acompañaba a todos lados. Yo lo sabía porque
papá me lo decía. Ella también se relacionaba mucho con Isabel, y cuando Isabel
se pelea a muerte con Mauricio porque venía siendo engañada de manera
compulsiva, habla con Nuria.
Mauricio estaba desaforado, pero la relación con
Malala [María Laura Groba] había superado el límite. Era algo más serio. La
otra se enojó y le contó a Nuria. Nuria, al viejo, y el viejo me cuenta a mí.
Me dijo que Mauricio había dejado la laptop
en la casa, que ella se había hecho copiar por un hacker todo el disco duro y después le tiró sobre la mesa las
transacciones de todos los pases de Boca en los que él participaba, de todos
los negocios que había hecho ahí. Eso le termina costando ocho palos verdes. Y
tengo mis dudas de si no los pagó el viejo, porque Mauricio siempre ha sido un
artista en no poner un mango nunca en nada, ni siquiera en un restorán, ni para
un café ni un pasaje ni una vacación. El tipo garronea. Cuando se convirtió en
una figura de Boca, por ejemplo, no pagaba nada. Los empresarios le prestaban
el avión, el helicóptero, todo.
No tengo idea de qué negocios hizo en Boca porque pisé
su oficina una sola vez, cuando un amigo me pidió una reunión con él por Racing
y lo acompañé. Arribas estuvo muy metido en eso. A Mauricio le gustó mucho cómo
el tipo manejó esas operaciones, debe haber sido un socio muy efectivo. Pero
yo, la verdad, siempre tuve mucho prurito y mucha prudencia, porque nunca me
gustó el estilo de Mauricio.
Desde su cargo de presidente de Boca, hizo un viaje a
China porque para Boca era un mercado con un potencial importante. A veces con
el viejo lo cruzábamos porque le habíamos armado reuniones con algunas personas
importantes del gobierno. Era todo muy curioso, qué dos escuelas tan
radicalmente distintas, ¿no? Las reuniones arrancaban a las ocho de la mañana y
terminaban con cenas a la una, dos de la mañana, y el viejo, en todo momento, a
pesar de la tensión, siempre mostraba mucha lucidez y entrega. El tipo estaba
como el hámster atrás de la ruedita, dándole y dándole y dándole; quemaba todas
las poleas. En cambio, Mauricio no nos acompañaba. Siempre se daba vuelta y me
hacía un comentario del estilo de “estos chinos son un plomazo, no me los
banco”. Entonces yo me agarraba la cabeza y le decía: “¡No! ¡Por favor! Se dan
cuenta, los traductores te escuchan. Mirá que la actitud se ve”. Yo sufriendo
por su postura despectiva. Siempre fue un tipo tajante. Cortante.
ÁNGELO
Ángel Jorge Antonio Calcaterra, más
conocido como Ángelo, nació en Argentina en 1958. Es hijo de María Pía Macri,
la hermana menor de Franco. Se educó en la Escuela Argentina Modelo, un colegio
caro pero sin el elitismo social del Cardenal Newman, y practicó rugby en San
Carlos, el club del colegio, donde se destacó por su juego elegante en la línea
de backs. Después de recibirse de arquitecto en la Universidad de Belgrano,
Ángelo entró a Sideco como empleado y amigo de su primo Mauricio, y terminó
siendo durante seis años gerente general. En 2007, cuando Mauricio asumió como
jefe de gobierno, los Macri le cedieron a Ángelo dos de las empresas más
importantes del grupo por entonces: la constructora Iecsa y la desarrolladora
inmobiliaria Creaurban. Pero sobre la constructora nunca quedaron demasiado
claros los términos de la transacción, ni siquiera para quien supuestamente se
desprendió de ella. “Franco Macri se pregunta si es Calcaterra quien compró
Iecsa, o es (la constructora italiana) Ghella. Y en voz baja sugiere si detrás
de Ghella no está su hijo Mauricio y sus hermanos Mariano y Gianfranco. ‘Nunca
terminé de saber quién compró. Nunca supe si el accionista es único, si es
Calcaterra o Ghella, pero... en fin, como fue una venta planificada sobre la
base de ir retirándome, y es un sector muy difícil...’”, le aseguró Franco a
Gabriela Cerruti en El Pibe. Lo
cierto es que Calcaterra pagó solo 15 millones de dólares al momento de la
compra, que, por otra parte, no aparecen asentados en los balances de Sideco,
la controlante de Iecsa. El resto de la compra fue abonado por etapas con el correr
de los años.
En 2008, al año siguiente de la
venta, a Iecsa le adjudicaron el soterramiento del tren Sarmiento en sociedad
con la brasileña Odebrecht, que admitió haber pagado coimas para ganar la
licitación. En 2016 la diputada Graciela Ocaña denunció a los involucrados en
la adjudicación en base a las confesiones de los directivos de Odebrecht en la
causa conocida como “Lava Jato”. El juez federal Marcelo Rodríguez de Giorgi
procesó al exministro de Planificación Julio De Vido y sus secretarios Roberto
Baratta, Juan Pablo Schiavi, Ricardo Jaime y José López, pero, a diferencia de
estos emblemáticos funcionarios kirchneristas, los empresarios involucrados,
incluyendo a Calcaterra y el intermediario Jorge “Corcho” Rodríguez, recibieron
la falta de mérito. En agosto de 2019 la Cámara de Apelaciones anuló el fallo
de Martínez de Georgi y le ordenó profundizar la investigación y enfocarse en
la ruta de las coimas.
Calcaterra también se vio
involucrado en la causa por la construcción del Paseo del Bajo, la obra más
cara de la historia porteña. “Esto no es relato, esto es real”, había arengado
el por entonces presidente Mauricio Macri al inaugurar el paseo el 27 de mayo
de 2019. Según una investigación de Gustavo Sarmiento en el portal Tiempo Argentino,
la licitación de las obras del corredor vial, que tiene 7,1 kilómetros, fue
realizada en 2016 y su costo original era de 6400 millones de pesos, de los
cuales más de cuatro mil millones fueron a parar a Iecsa. En noviembre de 2015,
la Auditoría General de la Ciudad presentó una denuncia ante la Fiscalía
Nacional de Investigaciones Administrativas, en la que apuntó contra el
accionar del jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y su
Subsecretario, Guillermo Dietrich, por beneficiar a la compañía de Calcaterra
en la licitación. La denuncia del fiscal Sergio Rodríguez, junto a treinta y
seis cajas con documentación anexa, recayó en el juzgado de Sebastián
Casanello, fiscalía de Carlos Stornelli.
Ángelo fue mencionado por algunos
de los implicados en la llamada “causa de los cuadernos”, basada en una
investigación del periodista Diego Cabot para el diario La Nación. En los cuadernos figuraban pagos por más
de ocho millones de dólares de Héctor Javier Sánchez Cavallero, gerente general
de Iecsa, a Néstor Lazarte, mano derecha del funcionario Roberto Baratta. Dueño
de Iecsa durante los años en los que se habrían desarrollado los hechos
descriptos por Oscar Centeno, el chofer del funcionario Roberto Baratta, el 6
de agosto de 2018 Ángelo se presentó espontáneamente ante el juez federal
Claudio Bonadío. El primo de Mauricio confesó que él había ordenado los pagos.
Dijo ser, textuales palabras, un “coimero ocasional”. Se convirtió en
arrepentido, al igual que Sánchez Cavallero, y ambos quedaron rápidamente en
libertad. En 2017, en medio de la presidencia de su primo Mauricio y frente a
eventuales conflictos de interés, Ángelo anunció la venta de Iecsa al
empresario Marcelo Mindlin, quien le cambió el nombre a la compañía y la llamó
Sacde. Sin embargo, una investigación judicial llevada adelante por el fiscal
Franco Picardi y derivada del escándalo de corrupción del Caso Odebrecht,
sostuvo a fines de 2018 que Calcaterra no había vendido realmente la empresa a
Mindlin: permanecía como propietario en las sombras, al integrar la firma offshore
Emes Energía Argentina LLC, con sede en
Delaware. “Concretamente, de lo expuesto se desprende que, más allá de la
modificación de la denominación social de Iecsa SA a Sacde SA […], los
accionistas y las personas físicas detrás de las estructuras societarias
señaladas seguirían siendo las mismas”, afirmó Picardi en aquel momento.
Cuando
acompañaba al viejo en el seguimiento, estuve en las reuniones con Ángelo, que
era el número uno del subholding de
construcción y tenía, además, varias concesiones. E iban
desfilando él y CEOs de empresas. Las temáticas eran, por ejemplo, el
plan de obras o alguna obra importante que se estuviera haciendo, pero el viejo
no vivía ni someramente la vida por dentro de las empresas que manejaba Ángelo
ni ningún otro gerente suyo.
La venta de Iecsa a Ángelo se hizo siguiendo el estilo
que siempre había manejado el viejo. Papá compraba las empresas con el mismo
flujo que generaba: se quedó con Sevel pagándoles con lo que sacaba de Sevel,
se quedó con Sideco pagándole a la Fiat con lo que generaba el flujo. A Ángelo
le hizo esa misma propuesta. De movida le dijo: “Tengo que vender porque
nosotros no podemos estar en negocios con el Estado. Si Mauricio gana la
elección a jefe de gobierno, es absolutamente
incompatible”.
Esto es en el 2007. Ángelo le ofrece a papá quedarse
con la empresa y pagarla en el tiempo. Eran pagos no tan importantes, no se
vendió por una gran cantidad de guita [según la CNV, 61 millones de dólares, 15
al contado y el resto en cuotas]. Además, se habrá llevado deudas. De hecho,
también algunos activos, que habrán estado en la mesa de negociación. Y se
quedó con alguna minera. Pero si algo yo escuchaba decir al viejo es que estaba
preocupado por cómo Ángelo manejaba la relación con los Kirchner.
Ahí Mauricio debe haber quedado como socio importante.
¿Cómo habrá hecho? De la misma manera que con todo lo demás. El viejo se daba
cuenta de todo. El viejo leía abajo del agua. Cuando se enojaba por algo con
él, más de una vez lo escuché decirle a Ángelo: “Andá a hablar con tu jefe”. Y
a Ángelo le quedaba clarísimo que se refería a Mauricio y no le contestaba
nada.
Yo le tengo mucho cariño y respeto a mi primo. Me
ayudó mucho cuando lo necesité.
Además, no es fácil estar al frente de una empresa con muchos empleados y ser
responsable por el bienestar de cientos de familias. A veces, hay que tomar
decisiones difíciles pensando en lo que es mejor para mantener la empresa
funcionando y los puestos de trabajo ocupados. Yo me saco el sombrero por cómo
lo protegió a su gerente general, Sánchez Cavallero, haciéndose cargo de todo.
No muchos empresarios son capaces de hacer eso. Fijate cómo le soltaron la mano
a Betnaza. [Luis Betnaza, gerente operativo de Techint, fue procesado por pagar
coimas en la causa Cuadernos. Betnaza reconoció pagos al gobierno para que
gestionara una indemnización en Venezuela. El juez no lo aceptó como
arrepentido. A diferencia de Calcaterra con Sánchez Cavallero, el accionista
principal de Techint se desentendió de los hechos reconocidos y detallados por
su director ejecutivo: “Con referencia a
esta imputación, yo no estuve involucrado en los pagos a los cuales se me ha
hecho referencia, ni lo autoricé ni estuve en conocimiento de los mismos hasta
que surgieron en la prensa en las últimas semanas”, dijo Paolo Rocca en su
declaración indagatoria. Bonadío no le creyó. Lo procesó junto a Betnaza y
elevó ambas causas a juicio. A fines del año pasado la cámara federal revocó la
decisión del juez y ordenó nuevas medidas probatorias].
ESCUCHAS
El caso de las escuchas ilegales
comenzó en 2009 con una llamada anónima a la casa de Sergio Burstein, dirigente
de la agrupación Familiares y Amigos de las Víctimas de la AMIA, cuando asistía
a una asamblea de Naciones Unidas en Nueva York. En aquel momento, un
desconocido le avisó a la hija de Burstein que le estaban pinchando el teléfono
de su casa y que el responsable era Jorge “Fino” Palacios, por aquel entonces
jefe de la Policía Metropolitana y acusado en la causa de encubrimiento de la
AMIA. La investigación recayó en el Juzgado Federal de Norberto Oyarbide y la
fiscalía de Alberto Nisman. Los magistrados llegaron a la conclusión de la
existencia de una oscura organización dedicada a armar causas truchas en
juzgados del interior del país con el único propósito de espiar teléfonos, todo
bajo el amparo del gobierno de la ciudad.
El 5 de octubre de 2009 Oyarbide
ordenó la detención del abogado de la Policía Federal Ciro James. El 2 de
diciembre de 2009, Fino Palacios fue procesado con prisión preventiva. También
fueron procesados el exministro de Educación porteño Mariano Narodowski, el
exjuez de Misiones José Rey, su exsecretaria Mónica González y los policías
Antonio Fernández, David Amaral, Rubén Quintana, Raúl Rojas y Diego Guarda. El
14 de mayo de 2010, Oyarbide firmó el procesamiento del entonces jefe de
gobierno porteño Mauricio Macri por los delitos de “violación de secretos,
abuso de autoridad, falsificación de documentos públicos, en concurso con la
participación en una asociación ilícita”.
Mauricio y el Fino se conocían
hacía mucho tiempo. Cuando fue Macri presidente de Boca Juniors, se llevó a
Palacios como jefe de seguridad. Y cuando se convirtió en jefe de gobierno y
dispuso la creación de la Policía de la Ciudad, Palacios fue el elegido para
encabezarla. Pero, más allá de la relación con Palacios, lo que acercó
definitivamente a Mauricio Macri al caso de espionaje fue la escucha a Néstor
Daniel Leonardo, su cuñado.
“Existía un serio conflicto
familiar y el clan Macri quería probar, a través de las escuchas, supuestas
preferencias sexuales de Leonardo. El objetivo —según cree el juez
— era exhibirle las escuchas a
Sandra Macri, la hermana de Mauricio, y convencerla de que se divorciara.
Aunque nunca lo terminó de decir, Macri sugiere que esta operación de espionaje
ilegal fue contratada por su padre, Franco. Ni el juez ni el fiscal creen que
Palacios y Ciro James hubieran
puesto en marcha la escucha
sin el visto bueno de
Mauricio”, escribieron Irina Hauser
y Raúl Kollmann en Página/12 el 15
de mayo del 2010. Además de Leonardo y Burstein, la lista de escuchados incluye
al empresario Carlos Ávila, la empresa Torneos y Competencias y dos gerentes de
la cadena de supermercados Coto.
En junio de 2010, los camaristas
Jorge Ballestero, Eduardo Freiler y Eduardo Farah confirmaron el procesamiento
del expresidente. En diciembre de 2015, a días de que Macri asumiera como
presidente, el fiscal Jorge Di Lello pidió sobreseerlo en base nuevas pruebas
recabadas. Macri fue finalmente sobreseído el 29 de diciembre. Una de esas
pruebas era la declaración de su padre. Una vez más, Franco se hizo cargo del
problema de su hijo. Dijo que, a Leonardo, el esposo de su hija, ordenó
investigarlo él.
Durante los siguientes tres años,
el juez que había procesado a Mauricio Macri y los tres camaristas que habían
confirmado el procesamiento renunciaron bajo presión del gobierno, salvo Farah,
que fue trasladado del tribunal de apelaciones como salida elegante. En 2018 la
Sala III de Casación dispuso la nulidad de todo lo actuado desde el inicio de
la causa. “El doctor Oyarbide le atribuyó a Jorge Alberto Palacios formar parte
de una estructura criminal vinculada a la interceptación ilegal de líneas
telefónicas que no se pudo probar”, señalaron fuentes judiciales con acceso a
la resolución. Sin embargo, en junio de 2020 se sumaron nuevos problemas para
el flamante presidente de la Fundación FIFA. Tres jueces distintos investigan
acciones de espionaje ilegal enfocadas en dirigentes políticos opositores y
hasta en aliados muy cercanos, sindicalistas y cientos de periodistas,
realizadas por el servicio de inteligencia durante la presidencia de Macri,
quien había nombrado al frente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) a su
amigo y exrepresentante de futbolistas Gustavo Arribas. Dos de las causas
tramitan en los tribunales federales de Comodoro Py, en juzgados a cargo del
juez Marcelo Martínez de Giorgi, y la tercera está en manos del juez federal de
Lomas de Zamora Federico Villena, quien ya comenzó a informar a las eventuales
víctimas acerca de la prueba recolectada en su expediente. En el caso de Lomas
de Zamora, se analizan maniobras de seguimiento a dirigentes como la
vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y su hijo Máximo, el jefe de
gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y su vice, Diego Santilli, y el
extitular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó.
Villena investiga las relaciones de
un grupo de espías, autodenominado Super Mario Bros, con la coordinadora de
Documentación Presidencial del gobierno macrista, Susana Martinengo. Los Mario
colocaron micrófonos en las celdas que ocupaban kirchneristas detenidos en el
marco de distintas causas. La banda se nutría de abogados, policías bonaerenses
y hasta de un supuesto narco conocido bajo el apodo de “Verdura”. Al igual que en 2009, la causa involucra al círculo familiar
de Mauricio
Macri: en este caso el cuñado es el
italiano Salvatore Pica, quien fuera novio de su hermana Florencia Macri. En
los otros dos expedientes, abiertos por denuncias de la flamante interventora
de la AFI Cristina Caamaño, se investigan por un lado más de ochenta
interceptaciones de correos electrónicos, cuyos rastros fueron hallados en un disco
rígido encontrado en la sede principal de la central de espías. En el otro
expediente, se investiga si la Agencia intervino en la confección de fichas
ideológicas de unos quinientos periodistas y académicos que se acreditaron para
participar de cumbres del G20 (2018) y la OMC (2017). Caamaño formuló una
denuncia penal y reclamó las indagatorias de Macri y Arribas.
Empezó con el viejo preocupado por el marido de
Sandra, pero después parece que a Mauricio le gustó el juguete, porque tuvieron
el problema de las escuchas.
El encargado de la seguridad de la familia hacía de
nexo técnico con los del equipo que desgrababa y hacía las transcripciones. Se
llamaba Guillermo Ponzo. De su mano me llegaron todas las transcripciones. Como
yo era el único que tenía una relación asidua y cercana con Sandra mi viejo me
dijo: “Me tenés que ayudar. Estoy muy preocupado”. Y me fui metiendo. También
dijo: “Lo mandé a escuchar. Pedile las cosas a Ponzo. Y decile a Mauricio”.
Entonces le conté a Mauricio que papá quería montar una escucha porque no sabía
si la integridad física de Sandra y los chicos peligraba. Mauricio lo debe
haber hablado con el gerente general del grupo, Leo Maffioli.
El marido de Sandra le tiró los caballos encima a
Mauricio diciendo que lo habían escuchado. No sé cómo se habrá enterado. El
tipo consiguió un abogado, se acercaron al kirchnerismo, hicieron una
presentación judicial contra Mauricio y entonces Mauricio le exigió a Sandra:
“Desactivame ya a tu marido”. Incluso se le acercó Juliana y le dijo: “Mauricio
puede ir a la cárcel”. Pero Sandra respondió que ella no podía hacer nada. “Él
hace lo que le parece. Y se siente muy ofendido”. Mauricio le contestó:
“Olvidate de mis hijos. Borrame de tu celular. Hasta acá llegó nuestra
relación”. Me lo contó ella misma durante semanas, llorando todo el tiempo, muy
empastillada porque se estaba muriendo de cáncer.
Todo empezó en el 2013 y fue in crescendo de manera gradual. Surgió en un cumpleaños de Antonia,
sería el de tres años, cuatro a lo sumo. Ahí Mauricio hizo el comentario frente
a Andrea, la mujer que nos ayuda en la casa, la niñera, y ella le contó a mi
mujer. Mauricio decía: “¿Qué hace acá? ¡Le dije que no la quería ni ver!”.
Juliana trataba de calmarlo: “Tranquilo, vos poné buena cara”. La quinta de
Sandra estaba al lado de la de Mauricio y ella se había cruzado con un regalo.
Después, Juliana puso un cerco de arbustos para que no tuvieran que verse más.
El que usaba el juguete era Mauricio, queda claro por
los quilombos que surgieron después. Para mi viejo, la única puerta de entrada
a ese mundo esotérico del espionaje arrancó en el
secuestro de Mauricio, pero ahí quedó. Jamás se le cruzó ni remotamente
la más mínima sospecha de que pudiesen hacer uso del espionaje. Eso sí, él
decía que los competidores lo hacían. De hecho, hubo un episodio con Aguas
Argentinas en el que Soldati lo mandó a escuchar y después corrigió un precio
centavos más bajo que la oferta de Sideco y se quedó con la privatización. Pero
el viejo nunca usó eso como justificación para hacer lo mismo.
Mauricio siempre quiso demostrar que la tenía más
larga. De un hermano presidente yo hubiera esperado que suprimiera los
servicios de inteligencia, que solo causan daño, que no tienen nada bueno que
aportarle a la sociedad. Y que empezara un camino institucional transparente. Y
bueno, no. Él quiso doblegar, y habrá operado en la justicia, más eficazmente o
más torpemente. La justicia misma se le puso al servicio. Habrá operado con los
servicios de inteligencia. Por algo puso a un amigo de la calaña del Negro
[Arribas], que por más afecto que le tenga es un tipo bien turbio: para
continuar con las escuchas, los seguimientos, las carpetas.
ROBO
PARA LA CORONA
En 2012 Socma empieza a repatriar
diez millones de dólares por la venta de una de sus empresas en Brasil. El
dinero se trae a través de una operatoria conocida como contado con liqui.
Según explica el diario La Nación, “el
contado con liquidación o ‘contado con liqui’, como se lo conoce popularmente,
es una herramienta que permite cambiar pesos por dólares en el exterior.
Primero, un individuo o una empresa compra en pesos acciones o bonos que
coticen en la Argentina y en otro mercado internacional (por ejemplo, Wall
Street). Luego, esos activos se transfieren a una cuenta en el exterior y se
venden a cambio de dólares”. En tiempos de cepo o control cambiario, el contado
con liqui se cotiza varios puntos por encima del dólar oficial.
En el 2012, le dije a mi hermano Gianfranco: “No sé si
te enteraste, pero empezó la brecha cambiaria. Con la plata que Socma trajo de
afuera, por cada dólar que nos imputan nos reparten 70 centavos. ¿Cómo puede
ser? Acá hay algo que no me cierra”. La plata que estaba en el extranjero se
traía en contado con liqui y, sin embargo, cuando llegaba acá, en los libros la
imputaban al dólar oficial, que era un 30 por ciento más bajo.
La plata venía de una empresa que se había vendido,
una concesionaria vial brasileña. Era plata blanca. Y qué pasaba: allá estaba
en dólares, pero entraba en pesos.
Hablé entonces con mi contador para ver de qué manera
lo resolvíamos. ¿Cómo me iban a compensar lo que faltaba? “Vamos a bajar la
imputación”, me respondieron ellos; “disculpen, error nuestro”. “¿Qué
hiciste?”, le pregunté entonces a Gianfranco, y él me contestó: “Estás robando
para la corona”. ¿Pero quién se queda con la diferencia? No entiendo. ¿Me están
jodiendo? Toda una locura, a la cual nunca fui invitado.
Mauricio tenía una agenda propia, y tal vez sabría o
sospecharía que no era factible arreglar los problemas del país sin una alianza
con el peronismo. Pero también, que era más seguro aprovechar la oportunidad de
sus años en el poder para seguir haciéndose de cofres, de plata y de soldados,
y empezó a hacer cantidad de negocios. En todo el tema de las Leliq [bonos de
deuda estatal], hizo que los bancos levantaran 15 mil millones de dólares. Me
dejó bastante estupefacto la posibilidad de que la cosa hubiese funcionado de
esa manera. Me parece mucho más prolijo, más inteligente, que ir al narcotráfico.
PARQUES
EÓLICOS
La trama de los parques eólicos se
remonta al año 2009. Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se
lanzó el plan de “Generación por Energías Renovables” (Genren), que buscaba
impulsar el desarrollo de energías “limpias” en el país. En el marco de ese
programa, se abren licitaciones para explotar cuatro parques eólicos y de energía
solar en Chubut: Loma Blanca I, II, III y IV. La empresa que resulta ganadora
de la licitación es la española Isolux Corsan, que había sido socia de los
Macri en un proyecto con Iecsa.
Cuando Mauricio Macri llega a la
presidencia en 2015 Isolux había puesto en funcionamiento solo uno de los
cuatro parques licitados: Loma Blanca IV. La empresa aducía estar en quiebra,
por lo que preparaba su salida del país. Además, tenía abiertas causas por
corrupción en España. Sin embargo, el gobierno de Macri convalidó todo lo hecho
por la Genren a través de la resolución 202 del año 2016. De esa manera, el
presidente se aseguró que Isolux mantuviera la explotación de los parques
eólicos. Luego el grupo Macri adquirió Isolux a través de un entramado de
empresas. Para poder llevar a cabo la operatoria, el grupo se valió de un actor
fundamental: el contador Mariano Payaslian. Una minuciosa investigación
realizada en varias entregas por la periodista Emilia Delfino para el diario
Perfil dio cuenta de esta operatoria.
En primer lugar, Delfino estableció
la ligazón entre Payaslian y el grupo Macri. “El contador figuró como síndico
de Sideco Americana y de la constructora Iecsa (en ese momento de Ángelo
Calcaterra, primo de Macri). Además, su estudio Gizzi & Payaslian prestó servicios
a una Unión Transitoria de Empresas (UTE) entre Isolux y Iecsa”, expuso
Delfino.
Apenas diecinueve días después de
que Macri asumiera la presidencia, Payaslian se puso manos a la obra. El 29 de
diciembre de 2015 el contador fundó Usir SA, con domicilio en su estudio
contable Gizzi & Payaslian. Tres meses después, fundó Parques Eólicos
Miramar SA. Y seis meses más tarde, el 5 de septiembre de 2016, creó las otras
dos empresas que intervinieron en la operación: Sideli SA y Sidsel SA. Como
socios de estas cuatro empresas, además del contador, figuran las compañías
financieras Helios Partners SA y Selena Partners SA.
Los controlantes de estas empresas
eran viejos amigos de Mauricio: los ejecutivos Pablo Emilio Basualdo, Mariano
Alberto Bernardo Arrigo y Juan Edgardo Srodek. Los tres son
miembros de KBR Group, una
financiera que operó para Macri en la emisión de deuda de la Ciudad de Buenos
Aires. A su vez Srodek fue jefe de la campaña del PRO en la provincia de Buenos
Aires durante las elecciones de 2005.
Las primeras compras a Isolux
fueron anunciadas el 19 de octubre de 2016. Sidsel SA se quedó con los parques
Loma Blanca I, II y III, que se encontraban inactivos y con nula inversión. El
parque eólico restante, Loma Blanca IV, fue adquirido por Sideli SA. En esta
compra aparecen involucrados dos megaestrellas del Club Atlético Boca Juniors:
Carlos Tévez y Guillermo Barros Schelotto.
En enero de 2018 los entonces
diputados del Frente para la Victoria Rodolfo Tailhade y Martín Doñate
presentaron una denuncia ante la Justicia por tráfico de influencias,
negociaciones incompatibles con la función pública y uso de información
privilegiada. La causa fue asignada al juez Marcelo Martínez de Giorgi y al
fiscal Eduardo Taiano. El magistrado indagó sobre tres cuentas bancarias en
Nueva York e imputó a representantes de las compañías Sideco y Socma. La
Inspección General de Justicia (IGJ) entregó al juez de la causa documentos que
muestran que Sideco Americana prestó más de 64 millones de pesos a dos de las
sociedades creadas por Payaslian. Además, según Gabriel Morini, del diario
Ámbito Financiero, el 29 de junio de 2018 Gianfranco Macri recibió un crédito
de 2.250.000 dólares. El préstamo se hizo a través de Sideli SA, y se justifica
como “a cuenta de dividendos”. De esta manera también saltó a la vista que Usir
SA es la controlante tanto de Sideli SA como de Sidsel SA. A su vez, Usir SA es
filial de Usir International Holding SL, cuya dueña es la offshore radicada en Luxemburgo Rainbow Finance SA.
Tras esta revelación, el juez de la causa también pidió que se levantase el
secreto fiscal de Gianfranco Macri.
En marzo de 2020 otra
investigación, en este caso de Raúl Kollmann para el diario Página/12, reveló los sobreprecios que el Estado paga
a las empresas eólicas por la energía que producen. Según la investigación,
esos sobreprecios les costaron 720 millones de dólares a las arcas del Estado.
En 2016, ya como presidente, Macri habilitó dos nuevas licitaciones, que ganó
Isolux, “Loma Blanca VI” en Chubut y “Miramar” en Buenos Aires. La empresa
nacida en España estaba en una situación ruinosa, y el gobierno sabía que no
había invertido en tres de los cuatro parques que ya le habían sido previamente
adjudicados. Sin embargo, en 2017 la estructura de empresas creadas para los
Macri empezó a desligarse de los contratos adquiridos a Isolux. Once meses
después de comprarle los contratos a Isolux, las empresas creadas por el grupo
Macri y sus socios ya habían revendido todo. La empresa china Goldwind adquirió
cinco parques en mayo de 2017. El restante, Loma Blanca IV, se lo llevó
Genneia, empresa liderada por Jorge Brito, dueño del Banco Macro.
Las ventas de los parques por 95
millones de dólares habrían dejado al grupo Macri y sus socios una ganancia
aproximada de casi 70 millones de dólares, sostuvo Página/12. La investigación a cargo del juez Martínez
de Giorgi continúa avanzando en la Justicia Federal.
Como presidente, Mauricio siguió haciendo negocios y
dejó huellas por todos lados. En el tema de las empresas de energía
alternativa, tuve información por parte de Esteban Nofal, un amigote que se
vinculó con ellos a partir de la representación de mi hermana y también porque
me llevaba cosas a mí. Entabló una relación que él valora con Mauricio y el
grupo. Incluso hizo una intermediación en la compraventa de uno de los parques
eólicos del grupo y se supone que ganó una comisión jugosa.
Esteban estaba en una sociedad que estudiaba muy
activamente a las empresas que habían ganado parques en licitaciones. Había
analizado muy en detalle a Isolux, una empresa que tenía un problema legal muy
fuerte. El gerente general estaba imputado en la justicia. Esteban me dijo: “En
los análisis que hicimos, la empresa valía, mínimo, 15 millones de dólares. Y
supe que lo llamaron desde Casa de Gobierno y lo apretaron, le torcieron el
brazo para que vendiera en un millón y medio”. Y la compró Socma. Estas cosas
después vuelven por otros lados, esa maniobra que hicieron con la compra de
parques eólicos y solares para cumplir con la energía limpia en Argentina que
promovía el gobierno de Mauricio. Sabían que podían constituir un consorcio y
ganar la licitación, pero que, eventualmente, después iban a tener un serio
problema de conflicto de interés y no iban a poder firmar contrato con el poder
concedente. Entonces, se hicieron de esos parques para después vender las
empresas o poner testaferros en ellas. Lo tuvieron que hacer así porque el
conflicto de interés era muy evidente: es lógico, estás favoreciendo a tu
familia, a tus hermanos.
En todas esas operaciones de energías alternativas, a
nosotros [Mariano, Florencia y los hijos de Sandra] la empresa nunca nos pasaba
un papel, solamente informaciones escuetas, muy técnicas, y no presentaban en
asociación con quién, cuál era el contrato de asociación, qué ponía cada uno. Y
yo después me enteraba porque le contaban a Esteban Nofal. En un momento me
dijo que Maffioli le había explicado que Gianfranco se llevaría, de tales y cuales
parques, el 85 por ciento. Se quería llevar el 85 por ciento del negocio. Yo me
reí. Son informaciones que nunca nadie presentó. Pero en otro momento, según
Esteban, Maffioli le dijo: “No, bueno, en realidad eso es un disparate y yo
estoy negociando el 50 por ciento”. ¿El 50 de qué? Nunca había una explicación
de cuánto ponía cada socio o por qué se llevaría qué.
Después surgió en los diarios que había un banco de
Luxemburgo que le hizo un préstamo a Gianfranco. Y apareció un entramado de
empresas en las que el grupo no deja rastro, no pone huellas digitales, pero
probablemente las cabezas de Socma estuvieron en el armado. Lo hacen
de manera que haya todo un fronting,
que no se vea quién está detrás. Figura una empresa con gente que estuvo en
otro negocio, en otra cosa relacionada a alguien conocido de Mauricio o a algún
campo en el cual él tuvo participación.
La impunidad es lo único que pudo resguardarlos de lo
que estaban haciendo. Cuando empezaron a hacer negocios, descubrieron que lo
que podían hacer era a través de terceros en vez de dentro de Sideco.
En el caso de los parques eólicos, Gianfranco hizo de
testaferro de Mauricio, sin duda alguna. Gianfranco no ha tenido ninguna
experiencia ni entidad como para llevar adelante la conducción y el crecimiento
de todo el grupo durante los últimos años. Le sirvió a Mauricio como
testaferro, y Mauricio encontró en el management
su garantía de ejecución. Si él tuviese que recostarse en Gianfranco para
la ejecución, no estaría para nada tranquilo, porque además de no tener
experiencia Gianfranco siempre mostró ser muy impetuoso y muy imprudente.
AUTOPISTAS
DEL SOL
La historia de Sideco y Autopistas
del Sol (AuSol) se remonta al 15 de julio de 1994. Ese día, el gobierno de
Carlos Menem le cedió al grupo y sus socios la concesión sobre el Acceso Norte.
Sideco (Grupo Macri) tenía un tercio; la italiana Impregilo (de la Fiat) otro
tercio, y el restante era de la compañía española Dragados, acompañada en su
porción con la argentina Dycasa. En 2001 Franco Macri vendió el 25 por ciento
de sus acciones a 84 millones de dólares y redujo su participación a un siete
por ciento. Meses después, la economía argentina colapsó y la pesificación
demolió los contratos en dólares con los concesionarios de la autopista. Las
accionistas acudieron entonces al Centro Internacional de Arreglo de
Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) para reclamar una compensación monetaria.
En enero de 2016 el presidente
Macri dispuso un aumento del 50 por ciento de la tarifa del peaje de AuSol. En
enero y febrero de 2017 aumentó otro cien por ciento la tarifa al público. Casi
al mismo tiempo la empresa concesionaria renegoció el contrato con el gobierno.
El período de explotación, que vencía en 2020, se extendió a 2030 a cambio de
una inversión de 430 millones de dólares y la desestimación de juicio en el
Ciadi. En abril de 2017 Sideco vendió su siete por ciento a Natal Inversiones,
un grupo hasta entonces desconocido, que además compra otro siete por ciento de
Dycasa. Por la parte de Sideco se pagó 19,7 millones de pesos. En mayo de 2017 AuSol
repartió dividendos entre sus accionistas por 360 millones de pesos.
En agosto de 2017, tras una
denuncia de la diputada Margarita Stolbizer, el juez federal Daniel Rafecas
abrió una causa por presuntas negociaciones incompatibles y enriquecimiento ilícito.
Según la denuncia, en tres años de gobierno las decisiones de Macri habían
aumentado el valor de las acciones del grupo familiar en AuSol un 394 por
ciento al momento de su venta. En diciembre de 2017 Rafecas archivó la causa.
En octubre de 2018, la poderosa constructora española ACS, dirigida por el
presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, compró la empresa española que
comandaba la concesión y así se convirtió en accionista principal de AuSol.
En julio de 2019, el fiscal Carlos
Stornelli requirió investigar una denuncia contra Mauricio Macri, Guillermo
Dietrich, Javier Iguacel y los directivos de la empresa de Autopistas del Sol
por supuestas irregularidades en la ejecución del acuerdo entre el Estado
nacional y la empresa. La denuncia fue presentada por los diputados de Unidad
Ciudadana Rodolfo Tailhade,
Leopoldo Moreau, Adrián Grana y Carlos Castagneto. La causa tramita en el
Juzgado Federal N°6 a cargo de Rodolfo Canicoba Corral. Según la acusación,
tres días antes de que Mauricio Macri asumiera como presidente, AuSol “simuló
una demanda contra el Estado nacional ante el Ciadi por más de 1100 millones de
dólares por supuestos atrasos tarifarios, que solo buscaba la justificación
para disparar la renegociación del contrato de concesión, cuya finalización
operaba en 2020…. El gobierno dispuso arreglar por la suma de 499 millones de
dólares, en lo que constituye un despojo al patrimonio público que debe ser
investigado por la justicia penal”.
De acuerdo a una investigación de
Santiago Carrillo para el diario Perfil, los documentos de extensión de la
concesión fueron firmados por dos personas que habían trabajado para la familia
del presidente, y otros tres exempleados del conglomerado familiar participaron
activamente de las negociaciones por las autopistas. A diferencia de la primera
denuncia, la segunda en manos de Canicoba Corral sigue en pie y avanzando. En
junio de 2020, por orden de Canicoba, fue allanada la sede de ACS en Madrid.
Así como encontraron distintas empresas para el tema
de las energías alternativas, encontraron esta sociedad [Natal Inversiones],
que medió en el de Autopistas del Sol. Se ve claramente en las denuncias que
hay en la justicia. Por más que hayan sido alentadas por la oposición, tal vez
muchos kirchneristas tienen sus argumentos.
Como en toda esta cruzada me tuve que empezar a meter
un poco más, me surgieron irregularidades muy patentes. Antes de la asunción de
Mauricio, se había preparado un juicio contra el Estado por la falta de ajuste
de tarifas, que era billonario. Cuando asumió, el mismo equipo técnico de
Autopistas del Sol pasó, aparentemente, a componer parte de Vialidad Nacional.
Imagino que fue con la ayuda de técnicos de ese equipo que se terminó acordando,
para no terminar laudándose en juicio en función de esa demanda contra el
Estado. Estás de los dos lados del mostrador: vos te preguntás y vos mismo te respondés.
Antes de que trasluciera ese acuerdo, se hizo la venta
de Socma del siete por ciento, desde una empresa que cotizaba en bolsa a un
tercero que sería, aparentemente, una sociedad comercial que tenía dos locales
en la calle Santa Fe. Esa empresa no tenía manera de calificar como accionista
de una concesión, de ser aceptada por el poder concedente, porque no cumplía
absolutamente con ninguno de los requisitos. A su vez, no solo compró por una
cifra millonaria el siete por ciento que tenía Sideco en Autopistas del Sol,
sino que además recibió por parte de los otros socios un porcentaje similar de
acciones, evidentemente en parte de pago por el reconocimiento de la
revalorización de las acciones de la empresa. Ahí se movió Mauricio siendo
presidente, sin
duda; yo creo
que digitó los aumentos de tarifas para que el negocio funcionara.
A los pocos meses se sancionó, en Autopistas del Sol,
una distribución de dividendos de mil millones de pesos, de los cuales el 15
por ciento lo tenía esta empresa, que prácticamente no había tenido que poner
siquiera plata para la compra. Esta empresa sería testaferro de Mauricio. Había
puntos de conexión. Sin duda alguna, esa es la cuestión, y a eso apunta esa
denuncia en la justicia.
FINANCIAMIENTO
POLÍTICO
Según Mariano Macri, la
transformación de Socma en una empresa opaca, manejada por una línea gerencial
que no rinde cuentas a sus accionistas, es el resultado de la estrategia de su
hermano de poner el holding al
servicio de su carrera política y sus necesidades de financiamiento.
De a poco, me fui dando cuenta de que querían hacernos
desaparecer de la empresa para poder usarla en todos los negocios habidos y por
haber. Y que no tenían ninguna intención de distribuir ni un dólar. Si no,
hubiesen arrojado luz al camino del dinero, y fue lo último quisieron hacer. Me
iban a fumar en pipa. Simplemente, el príncipe iba a decidir qué era lo que nos
daba a cada uno, y había que ir y besarle el anillo y comer de su mano. Él iba
a decidir lo que era justo para todos, en vez de ser cinco socios de un activo
decidiendo entre todos y si tenía que irse todo al carajo que se fuera, pero
por lo menos en buena ley y todos sabiendo lo que estábamos decidiendo y
empujando el carro del mismo modo. Pero no.
¿Para qué querer tanta guita? Evidentemente, hay una
lógica de soldados y dinero para seguir disputando el poder. La guita negra
solo sirve para pagarles a otros corruptos, a quienes un millón de dólares por
ahí les sirve porque irán a gastarlo en efectivo o donde puedan si se van de
viaje. Pero no para hacer una inversión productiva legal. Esto se emparenta con
el hecho de que Mauricio haya propuesto meter un testaferro en la empresa y,
así, tener el medio con el cual participar de cualquier tipo de negocio. Pero,
como yo me opuse, no lo pudieron usar a tiempo del modo más eficiente. Si no,
como ya no iba a haber nadie en el medio con el apellido, hubiesen canalizado
cómodamente por ahí todas las energías alternativas. Y los negocios que siguió
canalizando de otras maneras, como Autopistas del Sol, hubiesen podido hacerlos
a través de ese medio sin ningún problema. Basta con que rasques un poco acá y
allá y saltan testaferros por todos lados. Me surgió en el tema de un campo,
también en la transacción que está en la justicia de lo que se hizo en la
Autopista del Sol.
Como cuando estaba hablando con un tipo al que le
había ido muy bien en el área de medicamentos, ahí en Posadas, que estaba muy
orgulloso porque yo lo había referido a Mauricio siendo Mauricio presidente. El
tipo nos confesó que, después de un par de reuniones, Mauricio le propuso: “¿A
vos te interesa que te presente gente de mi confianza para invertir y hacer
socios?”, y le mandó gente de Socma. Mauricio era presidente y teóricamente no
tenía nada que ver con Socma. El tipo está todo el tiempo tejiendo y no sé por
qué el afán. A lo mejor con la lógica de
volver, de competirle al pelado [Horacio Rodríguez Larreta], porque cree
que va a haber alternancia y necesita mucha guita. El pelado debe estar
haciendo caja a lo pavote, también. Le debe estar haciendo un poco de sombra y
no le va a ser fácil decirle “no, todavía no es tu turno”.
LA QUINTA
La quinta de la familia Macri Los
Abrojos, en Los Nogales, partido de Malvinas Argentinas, pegada al country del
Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), donde Gianfranco se desarrolló como
rugbier. El terreno, de nueve hectáreas, contiene tres casonas, pileta, cancha
de tenis, cancha de paddle y dos canchas de fútbol tamaño profesional. La casa
principal es la de Franco; la más apartada pertenecía a Sandra y ahora viven
ahí sus dos hijos con el padre. La tercera casa, a la derecha de la principal,
es la de Mauricio y fue la última en construirse.
En Los Abrojos pasaron los hermanos
Macri buena parte de su niñez y adolescencia los fines de semana. Durante años
Mauricio y Mariano organizaron cada uno su propio campeonato de fútbol. El de
Mauricio, más competitivo, incluía celebridades y futbolistas profesionales recientemente retirados. El de
Mariano se limitaba a su círculo de amigos. Ambos se jugaban con reglamento,
árbitro y jueces de línea de uniforme, horarios y hasta descensos. Ya de
adultos los dos campeonatos se fusionaron en uno. Pero, según cuenta un
exparticipante habitual, en Los Abrojos, cualquiera fuera el organizador del
campeonato, el dueño de la pelota, literalmente, era Mauricio.
Recuerda un partido a fines de los
80, del campeonato de Mariano, que por alguna razón había arrancado entre
veinte minutos y media hora tarde. A continuación, le tocaba jugar al equipo de
Mauricio y el futuro presidente no quería esperar. Promediando el segundo
tiempo, en medio de una jugada, entró caminando al campo de juego y, ante la
sorpresa generalizada de los veintidós jugadores y la terna arbitral, cuando la
pelota le pasó cerca se agachó, la levantó del césped, se la puso debajo del
brazo y anunció despreocupado: “Se terminó el partido”. Los amigos de Mariano
se retiraron en silencio, apenas disimulando su bronca, y el juego de Mauricio
empezó sin más demora.
La casa de Villa de Mayo está medio abandonada. Se
sigue usando la cancha, Mauricio usa su casa, mis sobrinos viven en la casa de
mi hermana con el padre, y la principal no tiene uso.
Estos años seguí velando para que mi equipo participara
del campeonato. Yo hace tres años y medio que no logro jugar. En algunos
períodos fui acompañando a mis amigos para ver, pero ahora hace rato que no
voy. Como dice mi médico chino, hace tres años y medio que vengo queriendo
darles una patada en el culo a mis hermanos y, hasta que no se las dé, no se me
va a ir la lesión. Se me agarrota el isquiotibial. La medicina china todo lo
razona desde las emociones.
Las resonancias y ecografías me salen normales. Sin embargo, más de una
vez he intentado volver después de hacer rehabilitación y no lo logré por esta
cuestión emocional. Mi vida quedó bastante frenada.
Por unos cuantos meses Mauricio se había visto
impedido por sus problemas de rodilla, y cuando se recuperó se plegó a nuestro
equipo. El campeonato lo estaba haciendo yo, así que lo invité y le dije que
fuera a jugar con nosotros. El tipo aceptó y hasta salimos campeones. Estuvo un
tiempo y después, ya siendo presidente, rápidamente armó su propio equipo y
tomó la organización y la conducción del campeonato, con lo cual yo me integré
con mi equipo al campeonato armado por él. Obvio, él tiene todo el circo
organizado. Delegó en uno que jugó toda la vida con él, que fue casero muchos
años en la quinta, que mantenía las canchas y que le armaba el campeonato y el
equipo. Todo eso le funciona a la perfección. Van reclutando figuras,
exjugadores y así van armando un equipo consolidado.
Nosotros le ganamos pocas veces. Cuando teníamos el
equipo armado sí, pero después se alteró la regla, se subió la edad, perdimos
unos cuantos buenos jugadores y nos costó bastante rearmarlo. Durante mucho
tiempo veníamos mal. Sobre todo, porque hubo una desavenencia con nuestro
excuñado, el padre de mis sobrinos.
Se estaban usando las dos canchas y se había logrado
ampliar el campeonato, éramos como trece equipos. Él estaba viviendo frente a
la segunda cancha y tuvo algún cruce, echó a patadas a los que estaban jugando,
dijo “acá no se juega más, lo vamos a usar nosotros”, por lo que se achicó la
cantidad de equipos y pasamos a ser siete. Ahí pude reclutar a varios de otros
equipos y repuntamos mucho.
Mi excuñado, con quien tengo un buen vínculo, es Hugo
Valladares. Él y Sandra se conocieron en una florería, era florista. Tenía un
puesto callejero en Recoleta. Después, de hecho, hicieron una inversión en una
floristería importante con cámaras de frío para que tuviese su negocio. Pero no
se sustentó. Entonces el viejo le empezó a pasar un estipendio mensual. Cuando Sandra
murió, los chicos fueron a vivir con él un tiempo en un barrio cerrado muy
cerca de Villa de Mayo. En ese momento el padre estaba casado otra vez y tenía
un hijo chiquito. Después se separó y decidió irse a vivir con sus hijos a la quinta.
VILLAS
Durante la jefatura de gobierno de
Mauricio Macri, se produjo la represión de los indigentes del parque
Indoamericano y el desalojo forzado de médicos y pacientes de los talleres del
hospital Borda para el tratamiento de enfermedades mentales. También funcionó
la tristemente famosa UCEP, una patota paraestatal dedicada a echar de mal modo
a personas sin techo de espacios públicos, como plazas, entradas a iglesias o
veredas debajo de las autopistas. A falta de políticas activas para el sector,
los barrios carenciados conocidos como villas miseria o de emergencia
continuaron con su crecimiento descontrolado, hasta que el sucesor de Macri,
Horacio Rodríguez Larreta, laudó en el debate erradicación-urbanización en
favor de la segunda opción y se iniciaron obras para abrir calles y llevar
servicios de salud y seguridad a los residentes de esas sufridas barriadas, en
algunos casos, a costa de resignar jugosos negocios inmobiliarios con terrenos
fiscales, al reconocer los derechos de sus ocupantes históricos.
Con mi hermano, no he tenido nunca oportunidad de
hablar prácticamente de nada. La única vez que me invitó a su casa a una cena
fue cuando él estaba en campaña para ser jefe de gobierno o ya había sido
electo y vivía con Malala. Estaban Ramón Puerta y un par de personas más.
Hablaban de la villa y en un momento di mi opinión, tomada del pensamiento
liberal de la revista The Economist,
que para mí es muy persuasiva. Dije que el problema de la Villa 31 debía
resolverse a partir de otorgarle a la gente los títulos de propiedad de esos
terrenos para que después, con el tiempo, con la valorización de las tierras,
el mercado se ocupara de ir generando el cambio de manos con la compraventa que
en su debido momento iba a sobrevenir a partir de algún desarrollo adecuado. En
esa época Mauricio opinaba, un poco como el “topadora” [Jorge] Domínguez, que
había que agarrar una topadora y tirar todo abajo.
Seguramente habrá madurado mucho ya que, de hecho,
terminó el Gobierno de la Ciudad urbanizando las villas... Pero en ese momento
la situación era muy compleja porque los habitantes de la villa estaban siendo
usados como campo fértil de la disputa política, como todas las fuerzas de
choque que han sido usadas en este país, se trate de barras bravas, de internos
carcelarios, de piqueteros, de movimientos sociales, fuerzas que a su vez
tienen sus estructuras jerárquicas y donde la cúpula se lleva todo y no
trasluce nada, como suele pasar en todos los rincones de la sociedad. Mi visión
es que, en la presidencia de mi hermano, terminó habiendo
una estructura
de negocios que, imagino, deben haber sido permitidos, y orquestados según una
lógica de estructura piramidal, en donde debían tributar a la corona.
AVIANCA
MacAir Jet SA, la empresa aérea de
la familia Macri, fue fundada por Franco en 1996. Controlada por Socma,
inicialmente se dedicó al negocio de los vuelos ejecutivos. La empresa comenzó
a crecer durante el gobierno de los Kirchner, gracias al entonces gobernador de
Chaco, Jorge Capitanich. El PRO hizo un pacto político con el gobernador para
integrar su fuerza política en la provincia. En paralelo, Maffioli negoció con
Capitanich sumarse al relanzamiento de Aerochaco, la empresa provincial creada
en la década del setenta. El gobernador K había proyectado una empresa aérea
que pudiera unir las provincias sin tener que pasar por Buenos Aires. El
acuerdo quedó rubricado con la firma de Leonardo Maffioli, el actual gerente
general de Socma, y Carlos Colunga, entonces gerente de MacAir. Colunga fue
nombrado director de Aerochaco.
Según se explica en El Pibe, el convenio que se firmó garantizaba
ganancias a los Macri. Durante un período de cuatro años, el gobierno
provincial debía pagar los pasajes no vendidos para completar el lleno total de
los vuelos. También debía asegurar el cumplimiento de todas las rutas aéreas
pautadas. En la práctica, la mayoría de los vuelos alcanzó sólo el 20 por
ciento de ocupación. Se estima que el Estado pagó un promedio de 100 mil pesos
por día a la empresa de los Macri. Además, el acuerdo estipulaba la compra de
aviones a una firma ligada al entonces ministro de Transporte, Ricardo Jaime, y
la adjudicación de nuevas rutas de vuelo. Los sucesivos escándalos de
corrupción que lo involucraban provocaron la renuncia de Jaime, por lo que la
habilitación de la nueva Aerochaco quedó en pausa. Bastó con que se hiciera
cargo de Transporte Juan Pablo Schiavi para que la situación se destrabara.
Schiavi había sido jefe de campaña de Mauricio Macri en 2003, cuando perdió con
Aníbal Ibarra la elección a jefe de gobierno. El 29 de julio de 2009 el nuevo
ministro firmó las habilitaciones.
Con la llegada de Macri a la
presidencia de la nación su ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, anunció
que el gobierno realizaría la “revolución de los aviones”. Los Macri empezaron
a mover el tablero para desprenderse de MacAir. Las sucesivas denuncias de
conflicto de interés que recayeron sobre el presidente agilizaron la maniobra.
En 2016 se produjo la venta de MacAir a Avian Líneas Aéreas, una empresa
dependiente de Avianca, la línea aérea de bandera colombiana. Al frente de las
negociaciones había estado el
empresario Germán Efromovich, que controlaba Synergy Group, dueño de Avianca
Brasil y Avianca Argentina. Además, era el principal accionista de la
colombiana Avianca Holding. “El gremio de pilotos explicó que la venta se hizo
por 10 millones de dólares, cuando MacAir tenía solo tres o cuatro aviones
valuados, en total, en 1.200.000 dólares”, informó el diario Página/12. Además, como CEO de Avian había sido
designado el mismísimo Carlos Colunga. Cuando al año siguiente el Estado le
asignó dieciséis rutas aéreas a Avian, estallaron las denuncias.
Desde el partido opositor, Frente
para la Victoria, argumentaron que la venta había estado inflada ya que en la
negociación entraba la posterior adjudicación de las nuevas rutas por parte del
gobierno argentino. La denuncia de Fernando Míguez, de la Fundación por la Paz
y Cambio Climático, en febrero de 2017, recayó en el Juzgado Federal de Luis
Rodríguez. Tres meses más tarde otra denuncia similar, esta vez de los
legisladores nacionales Juan Cabandié y Rodolfo Tailhade, derivó en una
imputación del fiscal federal Jorge Di Lello y se radicó en el Juzgado Federal
de Sergio Torres. “Avianca compró MacAir y puso como CEOs a los mismos que
estaban en MacAir. Avianca hoy es de los Macri”, declaró entonces Cabandié. Al
año siguiente Torres desestimó el caso. Consideró que ni el presidente de la
nación ni su familia tenían intereses económicos en la empresa cuando el Estado
le otorgó las nuevas rutas.
La empresa empezó a operar en
noviembre de 2017 y llegó a tener quinientos empleados. Sin embargo, en julio
de 2019 Colunga anunció que Avian entraba en concurso de acreedores. Tenía
deudas superiores a los ocho millones de dólares y activos congelados por la
AFIP. “La subsidiaria de Avianca no tenía ni siquiera la documentación en regla
para adjudicarse rutas, al punto que entregó una garantía de la empresa Synergy
Aerospace, que se completó recién después de la adjudicación de las mismas”,
informó Página/12 respecto de
las denuncias que hoy siguen su tramitación en la justicia. Curiosamente, dos
meses antes, en abril de 2019, Socma demandó a Avian por una deuda impaga de
más de siete millones de dólares, más intereses y punitorios. Sin embargo, en
su demanda ante la justicia comercial impugnando los dos balances presentados
por Socma en 2019 (ver más adelante El fraude II), Mariano Macri afirmó que en
esos balances la deuda con Avian figuraba como cancelada. El primero de esos
balances fue presentado en marzo de 2019, un mes antes de que Socma demandara a
Avian.
“Son de estado público los artículos
periodísticos y declaraciones que demuestran que el grupo Avian jamás canceló
su deuda” dice la demanda presentada ante el Juzgado Comercial N° 26 a cargo de
María Cristina O’Reilly. “Por el contrario, según la lectura de lo manifestado
en la página 50 de los estados contables, se habrían cobrado todas las
cuotas, quedando pendiente la
última cuota, pactada para enero de 2019… Notas periodísticas de público
dominio dieron cuenta del fracaso de las negociaciones con la deudora y del
inicio de un millonario juicio por parte de Socma contra la deudora”.
Cuando revisé los balances de Socma vi que había un
precio a pagar, 10 millones de dólares, y no quedaba claro qué se había pagado
y qué había quedado impago. La versión era que se acusaba a Avianca de ser el
socio o testaferro de Mauricio y que lo decía el propio ministro Dietrich. La
sospecha de este otro lado del management
era que Dietrich podría haber entrado en disputa por lo de Lopetegui con
LAN [Gustavo Lopetegui, exvicejefe de gabinete de Macri, fue CEO de la línea
aérea LAN Argentina de 2009 a 2014]. Cuando en 2016 se hace la venta, Carlos
Colunga me dice que estábamos entrando en una asociación con Avianca, algo de
lo que yo no tenía ni la más pálida idea y me estaba enterado por él. Pero no
sé hasta qué punto él lo sabía, porque de hecho a Carlos lo habían acusado de
ser el testaferro de Mauricio y él decía que nada más alejado de la realidad...
Lo acusaba Dietrich y creo que también Quintana.
Colunga era el número uno en MacAir, y pasó a liderar
el proyecto de Avianca acá en Argentina. A mí no me consta que Mauricio haya
sido socio de Avianca en la compra de MacAir, sino que es algo que planteo a
partir de un hecho tan vivencial y corroborable por mí mismo como la
desavenencia que tuve con mis hermanos y la pésima y arbitraria manera en que
ellos se comportaron conmigo. A partir de ahí, puedo tener sospechas. Y mi
único camino a partir de esas sospechas era empezar a conformarlas dentro de
una estrategia legal para ir pidiendo que, a través de peritajes, se pudiese
empezar a desgranar, develar, profundizar, recabar la información necesaria y
efectivamente demostrar si hubo lo que yo sostengo: desvío de fondos. No sé de
qué manera Avianca se retiró del país y, hasta donde yo entiendo, Colunga se
quedó con una quiebra en mano. Cómo pudo Avianca haberlo hecho legalmente no
sé, pero del lado del grupo, de mis hermanos, no le reconocieron ni siquiera la
antigüedad que tenía. Lo dejaron totalmente paria.
LA CÁRCEL
Consultada para este libro,
Gabriela Cerruti dijo que no cree que el expresidente vaya preso. Agrega que él
debió haber sido encarcelado por crímenes cometidos durante su etapa de
empresario y su paso por la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,
pero que fue protegido por los jueces que deberían haberlo condenado. “Creo que
no va a ir preso si no hay una profunda reforma del sistema judicial que
implique que deje de servir al poder de turno. Creo que debería haber estado
preso por la causa de contrabando, o el desfalco en el Correo Argentino en los
90, o el aparato de espionaje en la ciudad cuando fue jefe de gobierno, y así
nos habríamos salvado de tenerlo como presidente y heredar este colapso
económico”. Mariano Macri opina que una temporada tras las rejas podría ayudar
a su hermano a reflexionar, aunque ya sea tarde para reparar el daño causado.
Me imagino que, para una persona que se maneja con ese
nivel de impunidad y de creerse dueño de la verdad, la única oportunidad de
reflexionar y hacer un repaso por su vida sería estando privada de su libertad.
O sufriendo un golpe fuerte de la vida. Razones para recapacitar, barajar y dar
de nuevo, analizar si estuvo bien o mal lo que hizo y lo que defendió hay de
sobra... Más allá de que la vida es una suma de subjetividades, hay una línea
divisoria que es inconfundible. O hacés las cosas con honestidad y respetando,
o las hacés de un modo en que el interés general y el interés propio empiezan a
mezclarse y a confundirse, sin honestidad intelectual y sin cumplir la ley.
Mauricio no está siendo honesto con respecto a lo que propone ni a la
responsabilidad que le toca por lo que hizo o hizo hacer.
Tampoco es que Mauricio me haya dicho alguna vez:
“Hermano, me metí en una en la que necesito que vos, como ninguna
otra persona en este mundo,
me cubras las espaldas. Porque,
¿sabés qué? Estoy enfrentando al mismísimo demonio”. Me podría haber
hecho el cuento: “Necesito pelear esta guerra con todas las armas que estén a
mi alcance. Y si te pido que hagas cosas que puedan llegar a implicar que vayas
a la cárcel, que te la banques y las hagas”. Yo pensaría la puta, ok, está
bien, me lo pide mi hermano, me está pidiendo permiso, eso me dará derecho a
opinar y, bueno, uno sabe en lo que se mete. Y tendría derecho a decirle que
no, que en realidad quiero otra cosa para mí, que voy por mi camino y me
gustaría que esto lo zanjáramos, que prefiero que me aparte. Pero no era lo que
él quería poner en discusión. No quería que nadie se fuera de la empresa para no gastar un centavo en un accionista, así todo quedaba concentrado
en seguir
construyendo poder y caja.
No es que yo tenga intención de que vaya en cana.
Inexorablemente, si funcionaran las cosas en nuestro país, si tuviésemos un
país que nos diera tranquilidad para nuestros hijos y nuestros nietos, y fuera
más justo, una persona con determinadas conductas tendría que ir presa y pagar
con su libertad. Pero no sé qué va a pasar, porque este es un país muy
disfuncional en esos términos.
Podés querer que a alguien que hizo daño le peguen un
tiro. O que el tipo vea esa realidad y se transforme en alguien mejor, como lo
tenemos tan inculcado en el catolicismo por San Agustín, uno de los muchos
arrepentidos en el último momento después de una vida de tanto mal. El budismo,
que es más simpático y más interesante, también lo plantea. Si puedo hacer algo
por mi hermano, quisiera hacerlo desechar toda esa locura en la que se ha
metido y tratar de revertir el daño que hizo. Lamentablemente, siempre es
tarde. Cuando estos tipos pasan por la máxima expresión de poder y de
responsabilidad y tienen la oportunidad de hacer un bien, sacan lo peor de sí
mismos y terminan haciéndoles un mal a todos. Lo más probable es que necesite
un poco de encierro en la cárcel para darse cuenta.
BRASIL
El desembarco del Grupo Macri en
Brasil se hizo con una fuerte apuesta al sector alimenticio, pero incluyó todo
tipo de emprendimientos, desde la construcción de autopistas hasta la creación
de call centers y empresas de recolección de basura. “La importante presencia
de Socma en Brasil durante décadas me permitió ser amigo y a veces socio de los
principales empresarios actuales, lo que me facilita hoy varias posibilidades
de negocios”, escribió Franco Macri en Charlas con mis nietos.
A lo largo de la década de los 90, la discusión en el
grupo había sido consolidación versus expansión.
Por entonces se fue perfilando el desembarco más fuerte del viejo en
Brasil. Él había llegado a un valor madurativo perfecto; los activos de la
Argentina estaban en una posición de deuda muy riesgosa porque era una deuda en
dólares y los ingresos eran en pesos. Todavía estábamos en el uno a uno y era
el momento ideal para vender, ya que todos los activos estaban cotizando una
vez y media con respecto a lo facturado. La idea de Mauricio era vender todo
para que, en el momento en que el mercado se cayera, estar muy líquido y muy
acaudalado y volver a comprar barato. En cambio, el viejo lo percibía como el
trampolín para ir a Brasil, ya que los momentos madurativos de un país y de
otro le estaban ofreciendo esa oportunidad.
Él había podido hacer proliferar diferentes negocios
en una Argentina que se había convertido en la niña mimada de los capitales
internacionales y de la patria financiera internacional. Era el tiempo dorado
de las .com (dot com), los servicios informáticos y todo lo que él venía haciendo
a partir de su fuerte incursión en las concesiones y privatizaciones. Venía
agarrando una ola muy grande, muy buena, y estaba en la cresta. Eso lo hizo
decir: “Este rush, esta montaña rusa,
que es lo que me desvela en la vida, es una oportunidad que no voy a tener en
otro momento. Es ahora”. Y el tipo se mandó.
En el 94
comenzó a incursionar y yo lo acompañaba. Empecé a hacer visitas esporádicas,
que
después fueron más seguidas. Alguna vez fui con Orlando Salvestrini, que
era el primero que había puesto un pie en Brasil a través de la compra de un
par de empresas a Bunge y Born, una de las cuales resultó un éxito total. Era
de call center y se vendió haciendo
una diferencia muy grande. Todo esto con Andrada Gutiérrez, uno de los grupos
locales fuertes, que iban a quedar muy agradecidos con el viejo porque en un
mal momento para ellos habían tenido este salvavidas. Con esta empresa, en la
que entraron y salieron al poco tiempo, habrá sido dos o tres años, hicieron
una diferencia importante.
En 2001 llegué para instalarme. Ya se había hecho la
consolidación, así que entre el 94 y el 2000 fueron muchas las compras o la
participación en concesiones que se habían ganado. El viejo me mandó allá
porque siempre fui el único hijo dispuesto a irse a vivir afuera y por su
necesidad de tener un hijo metido en sus emprendimientos. Además, habrá pensado
en foguearme, en darme una oportunidad. No tuvo necesidad de hacerme un
planteo, lo fue diciendo con mucho tiempo. Ya en el 90, 91, cuando empezamos
con la carrera de licitaciones en
Argentina, él mencionaba la idea de que yo me fuese a vivir a Brasil. Yo había
estado viviendo en USA y también en Francia. Le estaba tomando el gusto a eso
de vivir afuera, más que nada, por su decisión de darme un lugar importante,
por hacerme sentir que necesitaba que me ocupara de eso. Yo ya había estado
mucho tiempo a su lado. Él te dejaba que fueses encontrando cómo hacer las
cosas por tus medios.
Lo que más envalentonó al viejo fue haber estrechado
una relación fuerte con el Banco de Desarrollo (BNDES). Rápidamente notó que no
había ningún empresario brasileño que se expandiera si no contaba con el apoyo
de ese banco. Era el único con capacidad de dar créditos blandos para hacer
posible el crecimiento, la inversión fuerte.
En la ciudad de Chapecó, había un frigorífico de
cerdos y pollos. Estaba muy complicado y el BNDES quería encontrarle una
solución porque un pueblo entero dependía de esa actividad. Fue entonces que
apareció el viejo, dispuesto a asumir el desafío. Todo eso de la mano de Alex
Fontana, un muchacho de una familia muy tradicional de allá que era accionista
en Sadia [un gigante regional de la industria alimenticia fundado en Brasil en 1944].
Eran un poco los reyes del sector de cerdos y
pollos.
El viejo venía haciendo las negociaciones con el BNDES
para ver lo que se podía obtener para encarar el desafío y tener chances de
sacarlo adelante. El frigorífico estaba en quiebra, una situación fallida con
una deuda pesada. Iba a necesitar muchas líneas de crédito. Entonces el BNDES,
para endulzar la píldora, le planteó al viejo líneas de crédito de 100 millones
de dólares para la compra de industrias del rubro para hacer la expansión y
llevarlo a otra escala. La única manera de pagar las deudas era aumentar
drásticamente la producción con una fuerte inyección de capital. Así se podría
diluir el costo de la deuda como si fuera un gasto más dentro de la masiva
inversión productiva.
Claramente, era una de esas apuestas que el viejo
hacía sin mirarla desde una óptica matemática, porque las matemáticas
financieras no daban. La consideraba más bien desde la oportunidad y desde su
acostumbrado afán de tomar desafíos casi imposibles, seguro de que en el camino
irían surgiendo las soluciones.
El crédito se firmó en el 99 y fue un proceso largo.
Como se estaba lanzando a una expansión fuerte en Brasil, era lo que estaba
buscando: un financista, de la misma manera que en la Argentina había encontrado
al Citibank. El número uno del Citibank, John Reed, apoyaba al viejo en todas
porque realmente creía mucho en él, le gustaba mucho su capacidad, la actitud
que tenía, lo encarador que era.
En Brasil, el grupo había pisado bastante fuerte en
alimentos. Ya se venía largando con el tema de harinas, fábricas de pastas y de
galletitas. Con un préstamo muy importante del Citi habían comprado tres
empresas distintas en diferentes regiones, Adria, Bacilaun e Isabela, que se
fueron integrando en una única conducción, además de Chapecó. Después se compró
otra procesadora de cerdos y pollos que se llamaba Prenda. En paralelo, en la
Argentina se había planeado todo para integrarse con Brasil y se había comprado
Canale, un frigorífico de carne vacuna y La Láctea, en Córdoba. Y la idea era
seguir el proceso de consolidación y de crecimiento en Brasil. Pero los tiempos
no acompañaban en lo más mínimo. Terminamos vendiendo la empresa de farináceos
a un local del noreste muy fuerte en el rubro.
El grupo también se metió mucho en el tema de las
concesiones. Había ganado una interesante licitación en los corredores viales
de San Pablo. Eran autopistas de conexión con esa ciudad hacia afuera. Y se
trataba de varias licitaciones simultáneas. Fueron muchos los grupos que se
iban presentando, pero el viejo logró ganar estas dos licitaciones de
concesiones viales y una tercera, para cuya adjudicación hubo mucha dificultad
y al final no prosperó.
Al mismo tiempo se había metido en una empresa
ambiental, la de la basura, que era una empresa nacional. Atendía ciudades
brasileras de lugares bastante dispersos geográficamente. Se había metido en
función de todo lo adquirido allá y de la experiencia del grupo acá. Al
principio la empresa de basura se llamaba Terpa y después se cambió el nombre a
Qaulix.
Allá también se invirtió en telefonía fija. Acá se
había desarrollado una empresa que tenía el know
how de la canalización del cableado en las ciudades, en lugares más
descampados, que era parte de Iecsa, la constructora. En Brasil estaba este
desprendimiento, Iecsa-GTA, que tenía por cliente a una de las telefónicas
grandes. Así que ahí también tenía un montón de trabajo.
Todo el tiempo se estaba compitiendo o en asociación.
En Brasil el empresariado era muy de mesa de coordinación. Históricamente,
ellos se han distribuido los negocios y organizado de una manera muy
cartelizada, por lo que entrar desde afuera nunca era fácil. Y el viejo, en ese
sentido, supo jugar una partida muy efectiva. Él también tenía la filosofía de
hacer lo que mejor se ajustara a la realidad local. Con lo cual, siempre
buscaba codearse con socios locales.
MARIE
FRANCE
Durante la década del 80, Marie
France Peña Luque lucía un cuerpo envidiable en desfiles y campañas de ropa
interior. Era amiga de la entonces pareja de Franco Macri, Evangelina
Bomparola. A través de ella conoció a Mariano Macri. Se casaron y tuvieron dos
hijos, Paula y Giuse. Vivieron un tiempo juntos en Brasil al principio de la década
de 2000 y poco tiempo después sobrevino la separación.
Marie France reclamó bienes
gananciales millonarios por sus acciones en diversas firmas familiares. “Quería
la mitad de lo que había visto que Mariano tenía. Estaba convencida de que
Franco la hacía espiar y seguir con matones a sueldo, y que Alicia consultaba
brujos que hacían magia negra para alejarla de sus hijos”, escribió Cerruti en El Pibe. En noviembre de 2010, en medio de las
negociaciones, Peña Luque inició un raid mediático por los principales
programas de chismes del espectáculo denunciando presuntas persecuciones y
espionajes y responsabilizando a Mauricio Macri, raid que culminó en una
declaración testimonial en la Legislatura porteña en el marco de la causa por
las escuchas ilegales.
En su presentación, disparó
artillería pesada. Calificó a los Macri como una familia “atípica, en la que
sus miembros vivían absortos únicamente en sus propios intereses”. Sostuvo que
luego de separarse de Mariano se sintió discriminada. “Yo viví mi propia experiencia
con respecto al espionaje. Creo que todavía me siguen”, admitió Marie France, y
agregó que jamás había oído el nombre de Ciro James, aunque reconoció haber
escuchado en varias conversaciones menciones a Jorge “el Fino” Palacios, dos de
los principales implicados en la causa de escuchas ilegales. “Es posible que
Mauricio esté involucrado en casos de espionaje”, cerró su presentación Peña
Luque, mientras el por entonces jefe de gobierno disfrutaba de una romántica
luna de miel con Juliana Awada. Después de esa presentación, llegó a un acuerdo
económico con Mariano y no volvió a aparecer en los medios.
Marie France Peña Luque también fue
mencionada en la causa de los Panamá Papers. A partir de informaciones recibidas desde los organismos oficiales brasileños,
el fiscal Federico Delgado puso la lupa sobre algunas empresas radicadas en el
país centroamericano que servirían de pantalla para la actividad de las offshore
de la familia presidencial. Según reveló
el diario Ámbito Financiero, una de las empresas que aparecieron en la
investigación fue Mega Consultoría, dedicada a la “prestación de
servicios de diseño, agencia de
contratación de personal para actividades deportivas, culturales y artísticas,
actividades profesionales científicas y técnicas, preparación de documentos,
grabado de sellos y puntos de acceso a internet”. Es una de las sociedades
vinculadas a Fleg Trading (la primera sociedad offshore denunciada donde Mauricio Macri figuraba
como director) y a Owners do Brasil, la principal compañía de los Macri en ese
país. Como socia administradora de Mega Consultoría figura Marie France Peña
Luque, empresa que gozaba de una particular conformación: ella tenía una acción
de un real, mientras que los 2999 reales restantes los aportaba Owners.
La conocí de la mano del viejo. Fue en el 89, justo un
mes antes de la caída del Muro. Era una conocida de Eva Bomparola, y en una
salida pinta ella, que estaba más fuerte que un búfalo, una rubia potente de
todos lados. Tenía 27 años y yo 22, así que estaba con una calentura...
Entonces, empecé a laburarla.
Al año siguiente me mudé a Sochaux, Francia, para
hacer una pasantía. Allí estaba la fábrica más antigua de Peugeot y a su vez la
más moderna también. Marie France fue a visitarme y le propuse que fuera con la
hija. Evidentemente, yo era demasiado ingenuo, ya que metí a un lobo en la
casa. Después de tres meses de convivencia llegué a la conclusión de que era
una locura, que la mina era imposible. Pero, para entonces, ella ya estaba
embarazada de Paula, mi hija mayor.
Fueron muchos años de relación tortuosa. Finalmente,
nos casamos y nos fuimos a Brasil. Yo tenía la convicción de que no íbamos para
ningún lado, no había cómo convivir con ella. Y, además, me hacía tan difícil
el acceso a mi hija que todo se trasformó en un ritual en el que yo me
masticaba el cerebro por cinco días, no daba más y desaparecía, después de un
tiempo quería ver a mi hija, pasaba por toda la telaraña y accedía a verla,
estaba con ella tres o cuatro días, hasta que no daba más y volvía a
desaparecer. Yo tenía 24, 25. El ciclo se repitió a lo largo del tiempo y cinco
años más tarde tuve a Giuseppe, el segundo hijo con ella.
En todas esas idas y vueltas ella salía con flacos
porque quería pincharme, se hacía la femme
fatale. Ella tenía cinco años más y, bueno, esas cosas la mujer siempre las
maneja. Al compartir una hija y un hijo, quedé pegado para toda la vida. Mis
dos hijos tuvieron cáncer en la sangre, leucemia. Qué locura. Por suerte, los
dos ya están fuera de riesgo. Y tengo otros tres hijos [con Teté].
El acuerdo de divorcio con Marie France fue difícil
porque ella pedía cualquier cosa. Pensó que yo tenía derecho a 200 millones de
dólares, un delirio que hacía imposible cualquier diálogo. Firmamos por un
millón y medio de dólares, el comodato de un departamento en la calle Ocampo y
cuotas mensuales de diez mil dólares durante diez años, de las que ya pagué la
mitad. El viejo fue garante del acuerdo y me ayudó a pagar una de las cuotas.
Lo que yo tenía de
liquidez en ese momento lo puse en el acuerdo. Ahora se complicó porque
me quedé sin ingresos y el dólar se disparó, así que estamos negociando un
refinanciamiento de la deuda atrasada. Puede ser que el viejo haya arreglado
algo por su cuenta. No me consta, pero no lo descartaría. Él siempre fue muy de
hacerse cargo de esas cosas.
EFECTO
CAIPIRINHA
La aventura del grupo Macri en
Brasil terminó mal. Y lo que hay que resaltar para entender el enfrentamiento
en el seno familiar es que acabó con una importante deuda con el Banco Nacional
de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y, en menor medida, con otros bancos
brasileños, deuda estimada en el último balance de Socma en 94 millones de
dólares, sin contar intereses y penalidades a pesar del tiempo transcurrido sin
que la empresa haya hecho un solo pago o intento de renegociación.
Me acuerdo de una reunión en un hotel de Río de
Janeiro con un funcionario importante de una empresa estatal italiana, Enel,
que estaba haciendo de punta de lanza comercial en Brasil. El tipo nos citó a
charlar en su habitación y nos preguntó: “¿Ustedes cuánto tendrían disponible
para invertir?”. Sin titubear, el viejo le tiró: “Tenemos 300 millones de
dólares para meter en el sector”, pero no teníamos nada. Estábamos totalmente
muertos... El viejo era un lanzado. Yo lo tomaba como era y me parecía
interesantísimo. Iba entendiendo, y hoy en retrospectiva mejor que nunca, que,
una vez que lograste volar a determinada altura, lo intentás otra vez aunque no
tengas respaldo a pesar de que pueda ser visto como una chantada.
El armado de mi desembarco en Brasil se inició en una
circunstancia de expansión del grupo, y el grupo era muy grande, muy
estructurado en las diferentes áreas, con mucha gente, muchos equipos y
bastantes capas de jerarquías. Estaban los holdings,
los subholdings y las empresas. Había
subholdings en Argentina y Brasil,
así que se seguían agregando capas. Pero las circunstancias cambiaron
drásticamente. En 2002 él empezó a vender, por todo lo que conocemos del
2001-2002 en Argentina. Y en el 2003 confiscaron el Correo. Estamos hablando de
una empresa que venía de un país en default
y que estaba ella misma también default.
La película dio un giro de 180 grados, y lo que iba a ser un contexto de
expansión y generación de negocios pasó a ser todo lo contrario: una
liquidación. Se armó una tormenta feroz.
Más allá de lo que dijera o no dijera el viejo, de lo
que pensara o dejara de pensar, ya no había más opciones posibles de financiar
o sostener ninguno de los negocios. La autopista tenía por delante toda la
inversión, y no ibas a poder solventarla si el BNDES no te la financiaba. Y el
BNDES estaba empezando a retacear el apoyo y a advertir: “Ustedes arreglan el
problema en Chapecó o esto termina mal”. Había restricciones de todo tipo.
Estábamos teniendo un mal año en todos los frentes.
También habían
sucedido el efecto Tequila en 1994 y el Vodka en 1998. El mercado brasilero
estaba pasando por momentos difíciles. En la empresa ambiental, que era
una de las grandes, con tasas de interés muy altas, había que lidiar con
municipios muy mal administrados, malos pagadores, que de pronto ponían tu
contrato en cesación de pago y se acumulaba un mes, dos y tres meses y te
dejaban totalmente vulnerable, expuesto y permanentemente tenías que recurrir a
bancos de segunda línea. Porque muchos de los de primera, ante la circunstancia
que estaba atravesando el grupo, ya eran acreedores y estaban negociando quitas
de deuda, y te cobraban una tasa del 30 por ciento o más. Así que toda la
rentabilidad que pudiera generar el negocio iba directamente hacia los bancos.
La situación era de estrechez, de tirantez, de falta de liquidez.
Por ejemplo, las empresas de farináceos, de galletitas
y pastas, habían sido compradas con un préstamo del Citibank de unos 80
millones de dólares. El management brasileño
nos pedía que reinvirtiéramos, y eso solo iba a empeorar teniendo en cuenta que
se trataba de industrias de maquinaria intensiva y había que modernizarse. Y
como los márgenes eran muy chicos y el momento no era bueno, no había cómo
planificar y obtener créditos blandos a largo plazo. Con el BNDES hubiera sido
una cosa, sin el BNDES la historia era otra. Se llegó al punto de decir: “Este management sigue pidiendo plata,
entonces chau management brasileño”.
El viejo fue a pedirle a uno de los argentinos que se fuera a Brasil y se
hiciera cargo de la situación, ya que empezaba un proceso de ventas. Y con eso
fuimos sacando de encima la deuda. La situación era semejante en todos los frentes.
Estábamos en tierra brasileña y ahí son muy
localistas, por lo que le planteé al viejo muy claramente: “No podemos seguir
teniendo management argentino. Brasil
se maneja con brasileños”. Las estructuras que se habían hecho en ese país ya
se habían desarmado y habían llegado los equipos de argentinos. El consejo era
oportuno, lástima que no me hizo caso. Más adelante, en plena crisis, tuve que
sacar a los argentinos uno por uno. Y cuando las cosas se pusieron muy
complicadas, todos los locales, sabiendo que estábamos malheridos, nos iban
raspando para que nos desangráramos un poquito más. Era como estar en el mar
entre tiburones que olían la sangre. En un momento me vi completamente rodeado
de brasileros, dentro y fuera de la empresa. Si les levantabas la camisa, veías
la bandera de Brasil. No había lealtad. Cuando hablaban entre ellos, hablaban
un idioma muy similar: “Mirá que vos sos local, no vas a hacer boludeces que
estos se van y después qué hacés”.
TETÉ
La actual mujer y madre de los tres
hijos menores de Mariano Macri, Teté, es cultora de un estricto bajo perfil. Su
nombre ni siquiera trascendió cuando Mariano se vio involucrado en un episodio
policial el 23 de octubre de 2019 que ocupó espacios en los noticieros y
portales de noticias. Ese día Mariano fue víctima de un violento robo en la casa
que comparte con Teté y sus hijos en un barrio privado de Pacheco. Los ladrones
habían ingresado al lote por uno de los jardines después de cortar los alambres
del cerco perimetral. Mariano sufrió lesiones en la cara al recibir culatazos
de pistola de uno de los delincuentes. Esa misma tarde la policía detuvo a
siete menores de edad, de entre 15 y 17 años, que fueron identificados como los
asaltantes. Como en las viejas telenovelas, Teté y Mariano se tratan de usted.
Teté es una mujer muy sabia, una mina con una estrella
espectacular, una persona que me transmite amor, que está siempre ofreciéndome
una sonrisa, su mejor versión. Cada vez que me da una opinión, es una opinión
mesurada, responsable, nunca desde el lado del odio. Nunca se la agarra en contra
de alguien. Es muy comprensiva. Entonces, me da muchísimo equilibrio.
En un momento, cuando cumplió los 40, a fines del
2018, tuvimos una crisis y me tuvo un año fuera de casa, una crisis más que
entendible porque la verdad es que, desde que estaba conmigo, se había comido
un garrón atrás de otro: primero el divorcio de Marie France y después que se
vinieran los chicos [los hijos del primer matrimonio de Mariano] a vivir con
nosotros tras una disputa legal en Brasil que me dio la tenencia y los tuve que
traer rápido; era una ventana y, si no, se hubieran quedado aislados en otro
país y yo hubiera estado dividido, sin una lógica más que la de usarlos de
rehenes. Tras eso, los embarazos en medio de una convivencia complicada con mi
hija Paula, que en ese momento tenía 15. Fue un período muy difícil, con tres
bebés seguiditos, y yo evadiéndome mucho, sin un eje, medio a la deriva y
comenzando toda esta cosa del enfrentamiento entre mi padre y mis hermanos.
En el 2012 empecé a tener muchas desavenencias con mis
hermanos, y en el 2013 comenzaron los juicios, el enfrentamiento abierto y el
torniquete financiero. Con esto de tener que salir a pedir plata yo estaba muy
deprimido. Ella venía llevando mucho a cuestas y los 40 le pegaron por ponerme
los puntos. La verdad es que lo planteó de una manera muy sólida, que me movió
a recuperarme, a volver a encontrar el eje. De hecho, se me dio por seguir el
camino de la ayahuasca y eso me ayudó mucho. Después de ese planteo, que para mí fue un golpe muy duro
pero me vino fenomenalmente bien, y de la entradera de octubre del año
pasado, volví a instalarme en la casa y ahora estamos de primera, mucho más
consolidados. Fue alrededor de un año de distanciamiento, aunque la separación
no duró mucho porque después noviamos. La mayor parte de ese tiempo mantuvimos
el trato aun estando en casas separadas.
PARANÁ
El último ingreso importante que
percibió el grupo Macri de su incursión en Brasil fue por la venta de una
concesión vial en el estado de Paraná. Pero las negociaciones con el pintoresco
gobernador del estado no fueron fáciles, a pesar de los buenos oficios del
exgobernador de Misiones e íntimo amigo de Mauricio Macri, Ramón Puerta.
En Brasil se venía vendiendo todo. Finalmente, como
última actividad en pie, amén del problema de Chapecó, quedaba la autopista del
estado de Paraná. Y estaba en la etapa de vaca lechera, de rendir sus frutos,
así que no fue difícil. La empresa se llamaba Rodovia das Cataratas. Habíamos
sentido cierta zozobra por el gobernador, Roberto Requiao, que tenía como punto
de anclaje con el electorado su carácter y su jugada populista y se ponía en
contra de la soja transgénica cuando todo Brasil estaba siendo transgénico. Y
en contra de las concesiones. Tenía un discurso más bien de izquierda. El tipo
se la había agarrado contra el “anillo rodoviario”. Éramos cuatro o cinco con
concesiones distintas y, en virtud de la tremenda debacle que estábamos
viviendo, se nos había generado un talón de Aquiles muy fuerte: no lográbamos
el seguro de caución que se necesitaba renovar anualmente para sostenernos
frente al poder concedente. Era uno de los requisitos de cobertura; no tenía
ninguna utilidad práctica, pero no era menor, porque además era caro. No
logramos hacerlo renovar con la compañía de seguros por las desavenencias que
teníamos con todas las compañías por la falta de solvencia, y porque, además,
el manager que teníamos en Brasil, el
brasilero, se había peleado con el flaco de la compañía de seguros. Entonces,
quedamos “culo para el norte”. En un momento de ataque del gobernador Requiao,
también empezamos a recibir ataques de un empresario local que se quería quedar
con la concesión.
El gobernador nos exigió un 30 por ciento de descuento
en la tarifa. Fui a negociar con él y le dije que aceptábamos, pero él no
arregló. Por esa época, viajé a Punta del Este y Ramón Puerta me propuso ir a
ver a Requiao. “Yo tengo una relación fantástica con él”, dijo. “Hemos coincidido
cuando fuimos gobernadores, hace dieciséis años, yo de mi provincia, él de la
suya”. Y Requiao había vuelto. “Yo te puedo hacer la gestión”, me dijo. Y como
era medio el mentor político de Mauricio le propuso ir también.
Fuimos a comer a lo del tipo, una fazenda de la gobernación, y resultó una cosa muy, muy bizarra. Él
contándonos cómo había cagado a tiros en la playa a uno que se le había
acercado, según él, con intenciones de matarlo. Entonces lo quemó. Una locura.
O decía: “Tengo un corral
de capivaras”. La capivara es el carpincho. “Les doy de comer argentinos”. Se hacía
el loco.
Tuvimos varias reuniones con el equipo de la
gobernación y avanzamos en las propuestas y en las formas. Finalmente, salió
todo bien. Le dimos el descuento. Duró poco tiempo, porque enseguida, a pesar
de que tanto habían atacado las concesiones, los diferentes niveles de la
justicia las fueron convalidando y con eso se institucionalizó más el sector.
Todas las acusaciones, las tentativas de estatizar y de confiscar que había
hecho Requiao, la justicia las rechazó. Y quedó como nuestro único activo
importante.
En esa época, nuestra parte valía 150 millones de
dólares y la idea del viejo era vender. Ya había hecho la negociación de todas
las demás deudas en la Argentina. Había logrado un 95 por ciento de descuento
con unos acreedores y un 90 por ciento con otros; de lo que quedaba, porque ya
sabían que habíamos vendido todo. Con esa espada de Damocles de la justicia y
del gobernador pidiendo derribar las concesiones, no ibas a poder venderla.
Finalmente, el tiempo de espera ayudó para que sucediesen las dos cosas:
terminar con todo el proceso de renegociación de la deuda en Argentina y con
las ventas de todas las compañías en Brasil. Y que la justicia acabase de
consolidar estas concesiones y volviesen a valer mucho. Eso le permitía al
viejo decir: “Ahora Mauricio necesita plata. Yo propongo quedarme con una parte
de esta plata, te dejo la otra, les dono el grupo y me dedico a China”.
CHAPECÓ
Frigorífico Chapecó es la principal
inversión que hizo la familia Macri en Brasil. En este caso, a través de su
empresa Alimbras SA, el grupo compró en noviembre de 1999 el 65 por ciento del
paquete accionario. El frigorífico se encargaba de la crianza y posterior venta
de carne porcina y de pollo. El otro gran accionista era el BNDES, que se quedó
con el 30 por ciento de las acciones. El resto fue colocado en la bolsa de
comercio.
Para el año 2000, ya con los Macri
en la dirección, Chapecó contaba con cuatro plantas de producción y faenaba
diariamente cuatrocientas mil aves y dos mil porcinos. En total procesaba 4000
toneladas industrializadas de carne, lo que lo convirtió en ese entonces en el
tercer frigorífico del país después de Sadia y Perdigão. Sin embargo, en 2003
empezó la debacle empresarial. Los directivos de Chapecó llamaron a un concurso
de acreedores para no llegar a la quiebra. En la misma fecha alquilaron a
terceros sus cuatro unidades. Una vez que el concurso venció, la empresa pidió
una prórroga que contemplaba una quita del 91 por ciento de su deuda. En ese
momento, esta ascendía a 340 millones de dólares. El plan de quita fue muy
similar al que el grupo pidió para la empresa Correo Argentino. Sin embargo, en
ese caso, la justicia de Brasil rechazó el plan.
La investigación que hizo la jueza
brasileña Rosane Portella Wolff falló que el pedido de concurso que había hecho
el grupo era una maniobra dilatoria para vaciar a la empresa. “Con claridad, no
cabe duda de que el pedido de concurso es una farsa. La situación de las
compañías era de total insolvencia”, sostuvo la jueza, según informó el sitio
El Disenso, que tuvo acceso al fallo. La similitud en el modus operandi con la
causa Correo hizo que el diputado del Frente para la Victoria Rodolfo Tailhade
pidiera que se incorporaran los datos de Chapecó a la causa en Argentina. Según
la magistrada el grupo actuó para vaciar Chapecó luego de la renuncia de sus
principales directivos. “Prácticamente abandonó la empresa, despidiendo a 4600
empleados y desactivando y paralizando la totalidad de operaciones de la
empresa Chapecó”, sostiene el fallo. Además, Wolff analizó las consecuencias
del abandono empresarial sobre la comunidad de Santa Catarina, donde se
encontraba el frigorífico. “Sus acciones produjeron efectos letales sobre el
valor del negocio, sobre sus obligaciones sociales para con la comunidad y la
familia de sus trabajadores y con los miles de proveedores, también sobre la
economía de la región y principalmente sobre la capacidad de honrar sus
compromisos
con miles de acreedores”, informa
la jueza. Y hacia el final el fallo afirma: “El Grupo Macri ejecutó un
verdadero genocidio empresarial”.
En su paso por Chapecó el grupo
Macri dejó una deuda millonaria con el BNDES. Para ingresar al negocio, los
Macri acordaron hacerse cargo de una deuda de 285 millones de dólares que ya
tenía el frigorífico. Para poder afrontarla recibieron un préstamo de 58
millones de dólares que el BNDES hizo a Alimbras SA, una de las tantas empresas
con las que el grupo operó en Brasil. El caso se hizo conocido en la prensa
brasileña ya que la situación ruinosa en que había quedado el frigorífico dejó
a cientos de miles de animales sin comida, por lo que comenzaron a comerse
entre ellos. Ese detalle también forma parte de la causa: “Un caos devastador,
con canibalismo entre los pollos provocando la muerte de más de siete millones
de aves, problemas de salud pública e intoxicación, problemas ambientales,
generando enormes pérdidas a productores integrados, desempleo, alarmantes
daños económicos y sociales”.
Chapecó se convirtió en una quiebra en nuestras manos.
No pudimos remarla. Se hizo todo el esfuerzo, pero hubo momentos en los que
empezamos a ver que había una campaña muy fuerte por parte de los competidores
para que cayera. Estaban metiendo la cola Sadia, Perdigão y alguna otra. Había
oportunistas que tenían boliches armados y habrán hecho su lectura de lo que
les convenía. Se movía mucho el tema político también. El BNDES se mostraba
cada vez más duro y agresivo. Y el viejo, hábilmente, le dejaba este problema
en las manos al manager brasilero,
que era, como digo, del palo: toda su vida había trabajado en Sadia.
Alex Fontana había hecho una carrera en una empresa
familiar en Brasil. Era su gran oportunidad. El viejo lo dejó conducir la
situación de crisis de la manera que le pareciese más adecuada. Una vez, me
dijo: “Hay que dejar que ellos resuelvan el problema. Este es un problema del
banco y de Alex. Nosotros no tenemos nada que ver”. Pero en un momento dado
Alex también se retiró y la situación fue insostenible. Además, el viejo estaba
tratando de lograr que el BNDES mínimamente lo bancara, lo acompañara. Había
tenido dos años pésimos, los peores de la industria, justo cuando había que
largarse al volumen y a revertir los números. Años en los que era más caro
darle de comer al cerdo que venderlo por kilo.
2002 fue muy muy malo. 2004 también. Unos años
feroces. Y como Alex se había borrado, tomamos el tema de los abogados y de las
quiebras. La cosa iba bien, pero finalmente no se logró. La ley de quiebras de
ese momento no era muy moderna y necesitabas un umbral de adhesión demasiado
importante. Al final, el tema pasó a un interventor y la situación de fallimento [insolvencia] se fue
profundizando. Así que no hubo manera de sacarlo por las buenas. Pero fue un
aprendizaje en medio del caos.
En momento
dado ya todas las líneas de crédito desde el sector privado se habían cortado
porque veían que la situación del grupo y de Argentina era muy
complicada. Y también las del BNDES, que dijo: “Ustedes tienen que resolver
esto. No hay más”. Hubo también una campaña muy fuerte, porque —esto lo
explicaba mucho Alex— es una actividad con una dinámica que no se puede
detener. No se puede decir “cierro la fábrica por un mes y doy licencia”,
porque involucra animales vivos y todo el proceso de alimentación.
En 2005, 2006, pasó una cosa espantosa, terrorífica.
Francamente, yo no me metía en lo más mínimo en la administración de la
operación, pero cuando se complica dramáticamente la caja de la empresa ya no
hay atenuante financiero de ningún tipo, y como dejan de alimentar a los bichos
se produce una situación de canibalismo en los galpones. Los pollos se empiezan
a comer entre ellos. Miles de pollos, una cosa demencial. Imaginate la campaña
violenta que se armó: en internet, en las noticias del lugar y adonde fuera que
se llegara.
HIJOS
“Mariano Macri es el de menos
exposición mediática de sus hermanos y hay muy pocas imágenes suyas publicadas
en medios” señaló Infobae al
informar sobre el asalto que sufrió en 2019. Mariano elige mantener el
anonimato de sus hijos menores de edad para preservar su intimidad. Sus nombres
no trascendieron aún en los medios.
Mis hijos con Teté tienen 11, 10 y 9 años. Con el tema
de que el tío era presidente, ellos recibían muchos reclamos o preguntas de los
compañeros. Me trasladaban menos de lo que recibían, pero en el curso de cuatro
años el distanciamiento se fue trasluciendo, quedó más en claro. Ellos, además,
veían que no nos relacionábamos. Entonces, la situación fue blanqueándose. El
reflejo de sus primos fue cortar la relación con sus primos más chicos porque
esa era la idiosincrasia que habían mamado de sus padres. No me cabe duda de
que eso se respiraba en el seno de sus familias. Mi mujer y yo, por el
contrario, preferimos no meterlos, más allá de que con el tiempo se fueron
dando cuenta. Pero cada vez que veían al tío Mauricio lo abrazaban, le decían
“te extrañamos”. Tenían alguna relación con Antonia, alguna vez pudimos
llevarla a La Rural, pero era todo muy esporádico. Mis hijos mayores también
intentaron mantener una relación con sus primos y la convocatoria siempre les
costó mucho porque terminaban no viniendo. La iniciativa y el empuje siempre
eran de Paula y Giuse.
Paula tiene 29 y está en Francia, internada en un
monasterio. Giuse tiene 23 y vive con la novia. Se recibió de chef y está
estudiando Economía Empresarial en la Universidad Di Tella. Paula vivía mucho
el conflicto familiar por mi madre, que le trasladaba la angustia, y sobre todo
los cuestionamientos y las críticas que mis hermanos tenían hacia mí.
CHINA
“No creo equivocarme al decir que
China es el mayor importador de bienes exportables de Argentina y es
potencialmente el mayor inversor que podría contribuir al crecimiento de
nuestra economía. China, con su vocación de progreso e innovación, emerge como
un referente de estabilidad y se perfila como un nuevo y gran socio para
nosotros y para el resto del mundo”, escribió Franco Macri en su último libro,
publicado en 2013.
En el peor momento, cuando ya se perfilaba un final
trágico y se había confiscado el Correo, el viejo dijo: “Vamos a China”,
pensando en que aquello nos iba a sacar de la situación. El tipo clavó un ancla
bien lejos. Él ya veía en China todo lo que iba a suceder, entonces quería
tener su primer acercamiento, ser conocido en ese país y conocerlo, estar
presente en la cabeza de ellos. Lo vio con mucha anticipación, igual que cuando
creó el grupo Columbus [ver “Columbus” en la parte I]. Una vez que entra al “mundo
China”, mi viejo rápidamente se adapta a su idiosincrasia y sus circunstancias.
El Belgrano Cargas es una línea que supo tener con los
ingleses 10 mil kilómetros de extensión. Tomando dos kilómetros para cada lado
eran 40 millones de hectáreas de área de influencia que se podían recuperar y
poner en producción. En algún momento transportó 10 mil toneladas y había caído
a algo de menos de mil. El deterioro que había sufrido esa línea era fenomenal,
y él fantaseaba con un convenio de gobierno entre China y Argentina, porque
China estaba muy necesitada de sacar la producción de Argentina para alimentar
a su población. En el 2006 consigue la concesión. Se duplican las vías y se
invierten millones de dólares. Se pondrían en producción estas 40 millones de
hectáreas de tierras nuevas y se empezaba a tener una salida a Chile, a todos
lados. Eso implicaba infraestructura, almacenamientos... El tipo era un
megalómano. Era de hacer desarrollos realmente inconmensurables.
Yo estaba en Brasil, donde todas eran malas noticias,
y los viajes a China eran respiros de por lo menos dos o tres semanas o más.
Las reuniones eran de otro tipo, con empresarios y políticos de alto rango pero
siempre con traductor. Otro de los emprendimientos importantes fue con el rey
del aceite de soja en la provincia de Hebei, donde se encuentra la ciudad
autónoma de Beijing. El tipo tenía una producción monumental, le llegaban ocho
líneas de tren adentro de la planta, que era de un tamaño sideral. Con el
tiempo firmamos los acuerdos de asociación para el Belgrano Cargas. Ahí el
viejo, muy astutamente, fue abriendo camino para que Néstor Kirchner firmara acuerdos
de financiación con Hu Jintao por 10 mil millones
de dólares, y los proyectos
eran los que él iba tratando de enganchar: las usinas nucleares, algunas
cosas eléctricas, infraestructura para el transporte.
Lo más concreto que sucedió en China fue
la licencia de autos Chery. El viejo había llevado a todo su equipo de management de Sevel, a los más cercanos
y más activos, todos con el know how,
la capacidad. Inmigrantes tanos, de un mismo código. Hicieron el recorrido por
muchas de las plantas automotrices más importantes de China y quedaron muy
impresionados por la modernidad y las inversiones que se habían hecho en Chery.
El elemento adicional era que Hu Jintao provenía de la provincia donde estaba
Chery. De alguna manera, el aval político era fuerte. El discurso del viejo
apuntaba a explicarles que nosotros teníamos el know how, la capacidad comercial para hacer de licenciatarios de
marcas extranjeras, el conocimiento industrial, y ellos estaban en el momento
de internacionalizarse, de hacer la experiencia de implantar una fábrica
afuera. Les dijo que tenían que dar ese paso y América Latina era el ámbito
ideal, porque el ratio de automóviles
por población todavía era muy bajo y entonces iban a tener un empuje muy
fuerte, un techo muy lejano. Y bueno, los convenció. Fue un año largo, tal vez
dos, de conversaciones y de viajes, pero el tipo terminó firmando. Era el 2006,
el peor momento económico del grupo, que no contaba
con ningún tipo de apoyo financiero por parte de nadie, y
menos que
menos con capital propio.
Logró que Socma se asociara con Chery, y aspiraba a la
construcción de una planta importante sin saber si iba a aparecer el crédito
local y todo lo necesario para que pudiese acompañar. Había limitantes de
fondeo, pero él no hacía mucho caso a las limitantes.
Chery prosperó. No fabricamos, pero se hizo un montaje
en Uruguay. Al final los chinos decidieron hacer una operación pequeña y quedó
como una distribuidora en la Argentina. Los chinos tienen mejores opciones en
Brasil, gente que ya distribuye en el ramo automotor.
En una época, alrededor de 2001, 2002, cuando la pasó
muy mal acá, estando muy enfrentado con sus hijos mayores y yo viviendo en
Brasil, se fue a China, pero duró cuatro meses o seis en Beijing. Contrató a un
arquitecto en Argentina que le decoró el departamento y le hizo la oficina a
nuevo, y a una serie de ejecutivos en China, pero todo era más una carta de
presentación que algo operativo.
Yo renuncié a mi trabajo en Socma y me volví de Brasil
en el 2006. Al año siguiente el viejo nos legó Socma y se quedó con un
emprendimiento en China, que llamó Macri Group. En el 2011 me contrata para
volver a trabajar con él, esta vez en el Macri Group. Empecé a interactuar
desde acá, vía conference calls, con
el número uno que habíamos contratado para la oficina en China. Pero, al final,
el viejo me terminaba desenchufando. Mucho de lo que encarábamos y sondeábamos
terminaba yéndose de foco. Por ejemplo, nos fuimos a Filipinas y a Mongolia con
productos mineros. Él lo dejaba correr hasta que lo cortaba, entonces uno
invertía tiempo al pedo. En ese momento, tenía la guita de la autopista de
Paraná, que se había vendido en el 2009,
pero claramente no alcanzaba para proyectos grandes. Aunque, como lo de
él era representación de empresas chinas para hacer negocios en América Latina,
tampoco hacía falta tanto.
De cualquier manera, no eran cosas fáciles de
gestionar ni de introducir en el gobierno de Cristina. Finalmente, terminó
heredándolo el gobierno de Mauricio. Yo entendía, por mi propio viejo, que
Mauricio había ido armando su estructura de asesoramiento medio paralela y
sacándole las relaciones con China. Lo fue vaciando. Fue quitándole la
conducción, por lo que el viejo fue dilapidándose la parte líquida de su
capital, mientras que todo lo patrimonial estaba en el grupo de empresas que
nos había donado a sus hijos en el 2007.
LA
DONACIÓN
En 2007, en medio de una creciente
tensión entre Franco y Mauricio debido, sobre todo, a la difícil situación que
atravesaba el grupo empresarial, Franco dona sus acciones en Socma a sus hijos
Mauricio, Gianfranco, Sandra, Mariano y Florencia en cinco partes iguales,
conservando de por vida el usufructo de esas acciones. Lo que con el paso al
costado del patriarca parecía una solución a la disputa intergeneracional
explotaría en una lucha descarnada y sin retorno cuando se hizo evidente que ni
el padre estaba listo para ceder por completo el trono familiar ni el
primogénito estaba satisfecho con lo que éste había dispuesto legarle.
Además de entregarles sus empresas
a sus hijos, Franco interpreta que su generosa donación incluye acompañar la
cesión de las acciones de sus compañías con un cheque de 75 millones de
dólares. El dinero proviene de la concesionaria vial en Paraná, que se vende
por 150 millones de dólares. Mauricio, en cambio, interpreta que su padre
quiere llevarse en el bolsillo dinero que no le pertenece porque es de la
empresa, o sea, de él mismo y de la línea gerencial, que a esa altura ya le
respondía. La pelea, entonces, ni siquiera es por el liderazgo o la propiedad
del grupo. Es por guita.
El glaciar venía resquebrajándose y comenzó a
desmoronarse. Y en 2007 se produjo el rompimiento. Ese año Mauricio fue elegido
jefe de gobierno y abandonó el grupo. Ese mismo año él y Gianfranco entraron en
un enfrentamiento muy pesado con mi padre, que llevó a que cada lado contratase
abogados y a que yo me abriera.
En octubre de 2006 yo había renunciado a laburar en
Brasil, justamente, para no quedar en medio de una situación con la que no
estaba de acuerdo. Mi camino fue simplemente endogámico, me encerré en mí
mismo. Había hecho mi primera cura espiritual en enero de 2006. En marzo me
separé [de Marie France]. Me puse de novio con Teté en agosto o septiembre y en
octubre renuncié. “Esto no da para más —dije—. Estoy siendo un bastón que, al
final, se interpone en la relación entre mis hermanos y mi padre”. El viejo me
insistió mucho para conversar, pero yo lo esquivé. Lo evitaba para no hablar de
trabajo. Finalmente, en diciembre nos reunimos en el consultorio de mi
psicoanalista. Fue la condición por la que accedí, poder hablar con un mediador
presente. Si no, el viejo no me iba a dejar.
Por primera vez en mi vida, me escuchó durante una hora
y media seguida sin chistar. Le dije que yo había renunciado para preservar mi
relación con él y para no estar en medio de su
relación con mis hermanos. Antes yo había logrado preservarla cuando,
después de un tiempo en que íbamos juntos a Brasil, le dije que no fuera más y
él no fue más. Y como ya Brasil se estaba transformando en un proceso tóxico y
de desánimo y me empezó a hacer viajar a China, cuando me lo empecé a cruzar
allá volvieron a surgir las tensiones. Le dije que lo mejor que podía hacer en
pos de quitar de en medio todos los argumentos de confrontación con sus hijos,
y ya que desde que tengo uso de razón nos repetía que todo lo hacía por
nosotros y para nosotros, era donar el grupo a sus hijos y seguir él con lo de
China, que ya estaba logrando estructurar y tenía muy buenas perspectivas. Eso
fue en diciembre de 2006, y en algún momento de abril o mayo nos dijo: “He
decidido donarles el grupo”. Qué cagada, ¿no? ¡En la que me había metido!
La decisión de papá desató una guerra. Mauricio le
bajó sus condiciones y él se sintió avasallado. Se sintió muy incómodo por cómo
le retrucó mi hermano. Estamos hablando de la guita, no de la propiedad del
grupo. El grupo lo iba a donar todo, pero el tema era la caja que había en ese
momento. La caja era de 150 millones de dólares y venía de la venta de una
última empresa que quedaba por vender en Brasil, la concesión vial en Paraná,
que era superavitaria, mientras que la mayoría de las ventas que se habían
producido en ese país eran, más que nada, para desprenderse del activo y, junto
con el activo, de la deuda que ese activo traía aparejada. La venta de esa
empresa vendría a ser una caja sobrante que se iba a repartir, y el viejo dijo:
“La mitad de lo que entra por la autopista va a la empresa, con ustedes, y la
otra mitad me la quedo yo”. Y ahí Mauricio, de pique, le contestó: “No, en vez
de darnos la mitad y quedarte vos con la otra mitad, tenés que repartir un
tercio para la empresa, un tercio para tus hijos y el otro tercio para vos”.
Así iban a ser dos tercios para nosotros y uno para él. El negocio de Mauricio.
En realidad, no estábamos comprando nada, sino que era
todo hecho por el viejo. Es cierto que el precio de la concesión de Paraná era
de 150 palos. Dos tercios son 100 palos. Y el préstamo del BNDES era de 100
palos, deuda que le quedaba al grupo. Pero nunca se discutió en esos términos.
Y la guita ni siquiera se usó para eso. Cuando Mauricio renunció a su tenencia
accionaria en el 99, se imaginaba que esas acciones no tenían valor por lo
endeudado que estaba el grupo y, en cambio, le traerían muchos problemas de
conflicto de interés a su carrera política. Pero, cuando en 2007 se dio esta
discusión, la situación había cambiado. Además de las acciones había 150
millones de dólares para repartir. Entonces, bueno, el diablo está en los
detalles, le habrán presentado al viejo algún tipo de escrito de cómo
instrumentar esa donación y ahí surgió la desavenencia. Eso al viejo lo
descolocó. Además, empezó a ver que la idea era que él diese un paso al costado
contundente y definitivo lo antes posible. Pero el viejo, además de tener en
mente algunas condiciones y querer que se cumplieran, probablemente había
pensado un fade out [período de
transición] más largo.
El viejo aceptó el reparto que impuso Mauricio, a
fines del 2007 firmó, pero después vio que la cosa no iba por ahí. Y empezó a
desandar el camino. En el traspaso había toda una lista de
condiciones y una nueva rutina que había que poner en funcionamiento que
iba a sustituir la dinámica anterior. Entonces se encontró con que lo estaban
desplazando. Las condiciones que él había puesto, que deberían haber llevado a
que lo participaran más de determinadas decisiones, no se cumplían. Eso le causó
malestar y se empezó a generar una disputa. Siempre había abogados. En un
momento la cosa escaló y empezaron a contratar externos. Papá contrató a un
tipo de armas llevar, muy conflictivo, de litigio, de apellido López.
Más que meterme en el detalle, yo estaba en una
actitud de desenganche. Y como había un montón de desentendimientos de los
cuales no había participado desde el inicio, entre otras cosas porque estaba en
Brasil, les planteé a mis hermanos: “Si papá no está satisfecho, rompemos los
contratos y todo vuelve para atrás, así lo piensa mejor y lo plantea desde otro
lugar”. Me sacaron cagando con excusas y pretextos muy tontos. Me acuerdo que
en una reunión en la casa de mi padre, en Eduardo Costa, de los tres varones:
Gianfranco, Mauricio y yo, Mauricio me preguntó: “¿De qué lado estás?”. Y le
dije: “Si así viene la mano, yo con ese tipo de filosofía no me voy a entender
nunca. Ustedes están totalmente locos de la cabeza”. Evidentemente, no
compartimos el mismo código. “Si van a llevar adelante las cosas, yo les doy un
poder, pero no quiero ni saber qué van a hacer”.
Las reuniones habían vuelto en 2007, cuando nos
donaron el grupo. Las hacíamos sin Florencia porque era muy chica todavía. Y se
notaba un maltrato hacia Sandra, que no estaba bien de salud. Se hacía una
pantomima de reunión en la que se suponía que los accionistas compartíamos
información, discutíamos y tomábamos decisiones, pero en realidad las
decisiones se estaban tomando en otro ámbito en paralelo. Mis hermanos no
estaban empleados en el grupo, y mi hermano mayor decidía todo por teléfono.
Entonces, a fines del 2008, me abrí.
En el 2009 se hizo un nuevo contrato y se volvió a
firmar lo que exigía Mauricio: un tercio para el viejo, dos tercios para
nosotros. Tuve que releerlo muchas veces, de arriba para abajo, porque todo era
muy difuso, muy confuso, un poco a propósito. Está redactado de la manera como
se pudo, porque había demasiado tironeo en la confrontación. O de la manera que
quisieron mis hermanos para poder tener un grado más alto de discrecionalidad.
Entre el acuerdo firmado en el 2007 y el definitivo
que se firmó dos años después no hay mucha diferencia. Parece ser el producto
de una confrontación que se pone dura, que ocasiona cansancio y que hace que
quieran dar vuelta la página como sea. Solo se especifican mejor las
condiciones que pedía el viejo.
MAFFIOLI
Roberto Leonardo Maffioli es, desde
hace décadas, el hombre que pone la firma en nombre de Socma. Su carrera en el
mundo empresarial comenzó bajo el ala de los Macri y nunca se desligó de la
familia, especialmente bajo el amparo de Mauricio. Figuró como CEO de Socma,
también fue director y gerente de las principales empresas y subsidiarias de
los Macri. El repaso por su desempeño empresarial da cuenta de la envergadura
de proyectos y la cantidad de rubros que ocuparon y siguen llevando adelante los Macri.
En 1980 ingresó en Socma y desde
ese momento no se separó de Mauricio. En 1982 formó parte de Sideco. Un año
después integró el directorio de Mirgor, la empresa de aire acondicionado para
autos que formó el expresidente con su amigo Nicolás Caputo. Durante la
reconfiguración que experimentó Socma en el gobierno de Menem, Maffioli ocupó un
lugar destacado en las empresas de servicios creadas por el grupo para
capitalizar las privatizaciones. Y siguió acompañando al holding en su nueva etapa: “Cuando el grupo decidió
invertir en la industria alimentaria con la caída del gobierno menemista,
Maffioli fue nombrado presidente de Socma Alimentos SA; pero también integró el
directorio del Correo Argentino y Autopistas del Sol”, explica Gabriela Cerruti
en El Pibe. En 2000 Franco fundó con
Mariano Socma Farináceos y Socma Cárnicos. Maffioli estuvo en la presidencia de
las dos organizaciones. Ese mismo año fue nombrado vicepresidente de Sideco
Americana. A su vez fue presidente de MacAir Transporte Aéreo, la línea
comercial con que la familia entró al negocio aeronáutico en el país. Maffioli
participó de los acuerdos entre Macri y el entonces gobernador de Chaco, Jorge
Capitanich, para la creación y participación en Aerochaco. El desembarco de la
familia en Brasil también contó con su participación. Los Panamá Papers revelaron que Maffioli era el director/presidente
de Fleg Trading Ltd., la offshore de
Bahamas que los Macri usaron para canalizar sus inversiones en Brasil.
Cuando Mauricio decidió dar el paso
a la política, Maffioli ocupó un lugar central en el armado de su apoyo
empresarial, junto con Nicolás Caputo y Ángelo Calcaterra. También estuvo junto
a Franco cuando hizo sus primeros negocios con China. A partir de 2006,
Maffioli se ubicó como director de Socma inversiones. Esta empresa fue creada y
presidida por Franco Macri para entrar en el mercado chino. “Asociados con la
fábrica santafecina de sembradoras y equipos Apache
ya comenzaron a vender
maquinaria a China, desde donde a
su vez importan tanto los elementos para fabricarlas como los autos baratos de
Chery. Las idas y vueltas con China tienen como objetivo fundamental aprovechar
los beneficios impositivos que tiene la compensación entre importaciones y
exportaciones a un mismo destino”, informó el sitio Nuestras Voces. En 2007
Franco lo puso a Maffioli al frente de Chery Socma. Durante el blanqueo que
propició el gobierno de Cambiemos en 2016, el apoderado de Socma sinceró 76
millones de pesos, unos 5,3 millones de dólares de entonces.
Al transferirnos las empresas, mi padre había impuesto
dos condiciones y ninguna se cumplió. Una, que todo se decidiese por consenso.
La segunda, que el gerente general no siguiera siendo Leonardo Maffioli. Lo
puso por escrito. Pero Maffioli sigue hasta el día de hoy.
Mauricio usó esto a su favor para demostrarle a
Maffioli que lo defendía a pesar de que nosotros estábamos en contra de que
continuase. Era una alianza perfecta entre ellos dos, secundada por Gianfranco.
Tengo todos los papeles que se firmaron en su momento
y lo de Maffioli aparece. Está en el primer borrador del acuerdo. Hicieron lo
posible por lavarlo, por hacer que desapareciera, pero era algo que el viejo
repetía hasta el cansancio y que figuraba en papeles más informales, en mails y
en cartas escritas a mano por él...
No quería que Maffioli siguiera porque conocía los
bueyes con los que araba. Sabía que era una persona sin escrúpulos. A mí me
llegaban cantidad de pequeños altercados de diferentes personas que habían
tenido alguna relación de negocios con él y eso me fue pintando un panorama de
que el tipo tenía sus quintas, hacía su plata, a su manera.
Una vez pidió verme y me contó esto: “Tengo un gran
amigo, el turco Moel, un gran tipo, que era concesionario de otras marcas. Era
candidato para dirigir una concesionaria del grupo. Hizo todo el proceso y
quedó como número puesto, un tipo valioso para ustedes. Pero al momento de
cierre le pidieron 300 lucas por abajo de la mesa”. Yo me quedé muy mal porque
me parecía absolutamente inaceptable, entonces les llevé el tema a mis hermanos
y me di cuenta de que era como decirles a los lobos que no miraran a las
ovejas. No tengo una respuesta para el tipo al que le pidieron las 300 lucas.
Mis hermanos se manejan de esa manera. Y Maffioli fue parte de este escenario,
¿no?, aunque esa vez haya sido el denunciante para ayudar a su amigo.
Yo especulo con que el viejo sabía que Maffioli iba a
ser un incondicional de Mauricio y le iba a permitir a mi hermano dirigir el
grupo sin responderles al resto de los accionistas. Antes de que él donara el
grupo, Maffioli era un hombre de mi padre que obraba como controller [supervisor general]. Además, mi padre le había dado la
oportunidad de convertirse en gerente. Entiendo que, cuando Socma pasa por el
proceso de convocatoria, de reestructuración de deuda, de negociación con los acreedores, Maffioli participó activamente. Y después de terminar reducida
a una mínima expresión al vender los activos a causa de los largos años
de crisis, Maffioli quedó como gerente general. Papá lo manejaba, pero no
quería que siguiera. Eso está bastante claro al haberlo especificado entre las
condiciones más contundentes.
Durante varios años, yo se lo planteaba a mis hermanos
y Mauricio respondía que era la única persona que podía manejar la transición
por el conocimiento que tenía del pasado. Pero la transición duraba. Pasaban
los años y seguíamos en transición... Él se encargaba de presentarnos la
información como mejor se pudiese vestir y, mientras tanto, Mauricio tomaba las
decisiones en forma individual. Y como era algo avalado por Gianfranco, ellos
cooptaban al resto. El tono de las discusiones entre mi padre y ellos y conmigo
empezó a subir, la cosa se puso áspera, y las mujeres y mis sobrinos cuando
muere mi hermana, optaron por no enfrentar al lado fuerte.
EL FRAUDE
En el portal Nuestras Voces,
Gabriela Cerruti reveló que, poco tiempo después de que la constructora
brasileña Odebrecht adquiriera la sucursal de Antigua del Meinl Bank de Austria
en 2010, el banco austríaco prestó 109.810.199 millones de pesos a Socma, al
momento unos 20 millones de dólares. La cifra aparece por primera vez en las
actas del conglomerado familiar el 24 de enero de 2011. Odebrecht, según la
investigación del “Lava Jato”, adquirió la sucursal caribeña del banco
austríaco para derivar millonarios pagos de coimas por contratos en toda
Sudamérica. “Y veinte millones de dólares es exactamente la cifra mencionada en
las investigaciones como el pago de coima realizado por los brasileros para el
soterramiento del Sarmiento”, agrega Cerruti, en referencia a la obra que
Odebrecht compartió con Iecsa, la empresa que Franco Macri le vendiera a su
sobrino Ángelo Calcaterra. Se trata del mismo Meinl Bank que en 2010, mismo año
del préstamo a Socma, adquirió en cómodas cuotas los créditos que el Banco
Interamericano de Desarrollo y la Corporación Financiera Internacional tenían
en la quiebra del Correo Argentino, la empresa de los Macri.
Según la fiscal Boquín, en la
negociación del Correo el banco austríaco actuó en contra de sus propios
intereses y a favor de la empresa deudora. Cuando Macri llegó a la presidencia,
el Estado y el Meinl formaron el núcleo de la mayoría acreedora que aceptó la
propuesta del Correo, acuerdo que la fiscal impugnó por considerarlo
fraudulento y ruinoso para el Estado. El Meinl Bank no tenía antecedentes
conocidos en la Argentina en la gestión de Correos. En cambio, sí tenía una
larga historia de vinculaciones con casos de lavado de dinero, sobre todo a
través de la operatoria conocida como back-to- back. Esto es, a cambio de un
depósito en negro en un paraíso fiscal, el banco devuelve la misma cifra en
forma de préstamo, blanqueando la cifra y, encima, como deuda en vez de
ganancia o capital, con el beneficio impositivo correspondiente.
En noviembre de 2019 el Banco
Central Europeo le quitó la licencia al Meinl Bank para operar, precisamente
por su involucramiento en maniobras back-to-back de lavado en Rusia, Ucrania,
Lituania, Latvia y Eslovaquia. Pero nada de esto se sabía cuando, a partir de
2012, surge la propuesta dentro del grupo Macri de entregarle la empresa
constructora Sideco, la principal joya de Socma, al banco austríaco a cambio de
la deuda generada por el préstamo del banco a la empresa. Sin embargo, según
denunció Mariano Macri, se trataría de una venta simulada por una deuda inflada a través de un
autopréstamo. Socma debía cien
millones de dólares a banco brasileños, más intereses y punitorios. En vez de
pagar, el plan era vaciar Socma a través del Meinl Bank y fugar sus principales
activos a sociedades offshore, así
cuando vinieran los brasileños a reclamarle su deuda a Socma se encontrarían con
una cáscara vacía incapaz de afrontar pago alguno. Mientras tanto el grupo
podría seguir operando a través del Meinl Bank sin tener los conflictos de
interés evidentes que les producía la carrera política de Mauricio a las
empresas que figuraban a nombre de la familia Macri. En abril de 2013 Mariano
se opone a la maniobra e impugna en la justicia la asamblea societaria en que
se había decidido la venta al Meinl Bank y pide una medida cautelar para
anularla en el Juzgado Federal Comercial N° 5, a cargo de Javier Cosentino:
“Mariano Macri, en su carácter de accionista de la sociedad Socma Americana SA,
solicitó el dictado de una medida cautelar tendiente a la suspensión de las
decisiones tomadas en la asamblea societaria del día 21 de febrero de 2013 y, en
subsidio, la suspensión de la dación en pago resuelta a través de la entrega
del 60 por ciento de las acciones de Sideco SA de titularidad de Socma para
cancelar una supuesta deuda con un banco extranjero. En sustento de la medida
cautelar pedida, sostuvo que la asamblea general extraordinaria oportunamente
convocada para el día 6 de febrero de este año, continuada como consecuencia de
un cuarto intermedio el día 21 de febrero, trató cuestiones que excedieron el
orden del día propuesto, que tenía por objeto analizar el estado de las
negociaciones con el Meinl Bank Aktiengesellschaft a fin de cancelar el
endeudamiento contraído con esa institución, como así también la consideración
de las alternativas de pago propuestas por el directorio mediante la dación en
pago de activos de la compañía. Refirió que, pese a la convocatoria, durante el
devenir del acto se propuso una moción para aprobar la transferencia del 60 por
ciento del capital accionario que Socma posee en Sideco, el otorgamiento de una
opción de compra por un 39,61 por ciento y la celebración de un acuerdo
respecto del cual no fueron establecidos sus lineamientos. Agregó que no le fue
entregada la documentación suficiente y necesaria para analizar la viabilidad
de la operatoria que finalmente fue aprobada por 186.003 votos a favor contra
124.002 en contra”.
El juez falló en contra de la
cautelar. Mariano apeló y el juez concedió el recurso. Pero, mientras se
dirimía la cuestión de fondo, en diciembre de 2013 Socma comunicó al juzgado
que la venta no se llevaría adelante, por lo que el juez Cosentino determinó
que ya no era necesario continuar el pleito: “El accionado manifestó que, dadas
las negociaciones realizadas con el banco acreedor sobre diferentes puntos
relacionados con la opción de compra exigida por el banco austríaco denominado
Meinl Bank Aktiengesellschaft, la operación
no se llevará adelante en los términos
resueltos por la
asamblea iniciada el 6 de febrero
de 2013 y concluida el 23 de febrero de 2013, por lo que deviene abstracto
expedirse en relación a ello”. A partir de marzo de 2016 Socma y Sideco dejaron
de cotizar en bolsa y, por lo tanto, sus balances dejaron de ser públicos.
El fraude consistía en poner a un banco austríaco como
testaferro, el banco Meinl, y nosotros quedar como accionistas ocultos a través
de fundaciones en Luxemburgo y como dueños de unas sociedades en Panamá.
Ahí me di cuenta de que empezaba a ver la ruta negra.
En un momento se me prendió el foquito y me dije: “Si estos pelotudos pasan un
solo dólar desde la empresa hasta el accionista, van a alumbrar el camino del
negro y a poner todo en evidencia”. Me quedaba clarísimo que no tenían
intención de pasar ni un dólar. Lo del banco austríaco lo venían poniendo sobre
la mesa desde 2011 y recurrentemente volvía a surgir. Estaban preparando el
terreno. Se nos venía el momento de firmar papeles para constituir la fundación
de cada uno a través de la cual quedaríamos como dueños de acciones, pero en
forma oculta. Así empieza todo ese proceso que iba trasluciendo el esquema que
estaban armando.
Cuando me propusieron el vaciamiento de la empresa,
argumentaron que el problema era el crédito del BNDES de 100 millones de
dólares que el viejo había firmado en aval personal. Ellos lo percibían como
una contingencia, una amenaza cierta en el tiempo, una injusticia, y decían que
la única manera de resolverlo era esta. Jamás nuestro padre nos había insinuado
siquiera un camino en contra de la ley para resolver ningún problema y ahora
mis hermanos planteaban que algo así era la solución. Yo sentía que me encontraba
en una situación sumamente incómoda.
Entonces yo, que conocía de este tema porque había
estado en Brasil muchos años, justamente mientras estallaba, a partir de la
quiebra de la empresa de chacinados de Chapecó, les dije: “Ustedes están
apuntando a una contingencia probable en el futuro, desde una empresa del
Estado brasilero contra la familia de un presidenciable que tiene que actuar a
través de exhorto judicial en la justicia argentina. Y no hablan del tamaño de
la estructura que tenemos que solventar: cinco millones de dólares de managers en un grupo que ya no tiene un
volumen de negocios que la justifique. No veo que sea necesario semejante
despliegue de management, de
cincuenta o sesenta personas... ¿Por qué no hablamos del contante y sonante de
todos los días y del cortísimo plazo, del problema cotidiano?”. “Ese es otro
tema”, tiraba la pelota afuera Mauricio. De ahí reunión con los directivos de
Socma, que habían sido instruidos para echarme flit.
Mientras tanto, el viejo me venía alimentando con
información, que fue la que me permitió ir completando el rompecabezas
rápidamente con tres o cuatro piezas clave que me puso sobre la mesa. Me empezó
a hablar de Mauricio, a meter fichas y, de alguna manera, a picanear. Me decía:
“¿Y vos dormís?”.
La fumada en pipa la venían proponiendo desde 2011.
Venían hablando de lo que después, con el tiempo y con mayor claridad, se me
iría configurando como un esquema de vaciamiento. Yo iba compartiendo esto con
el viejo y le decía que no entendía, a riesgo de mostrarme como un gran
pelotudo. “Esto no me suena muy bien, yo quiero tener mis propios asesores”. Mi
nivel de desconfianza y de animosidad hacia Mauricio era ya muy grande. Sentía
que me forreaban y me tomaban de boludo, entonces quería mis propios asesores.
Fueron dos años de charla, del 2011 al 2013. El viejo
se ponía en espectador y yo, de vez en cuando, le decía: “Estos están haciendo
tal cosa”, pero su intervención no era contundente. Mis asesores me advirtieron
que la cosa estaba muy mal, entonces mis hermanos me confrontaron con los
asesores de la empresa, que me dijeron que no pasaba nada. “Claro, no pasa nada
porque es mi culo, no el tuyo”, les respondí.
Como jefe de gobierno y después como presidente,
Mauricio dirigía el grupo por teléfono, en charlas muy escuetas. Él venía
dirigiendo o codirigiendo desde hacía años. El grupo había sido mucho más
grande y él tenía un sentido práctico muy desarrollado. Estos eran apenas
bolichitos, pocas empresas de un tamaño muy acotado al lado de lo que supo ser
el grupo. Ya no facturaba 4500 millones de dólares como en los 90.
Mauricio dice que no tuvo nada que ver. Toma todos los
recaudos para blindarse, pero yo tengo muy claro que él estuvo siempre
presente. Estuvo bien presente cuando mis dos hermanos me plantearon en el 2011
que había que hacer todo un movimiento societario de manera de quedar nosotros
ocultos como propietarios. Yo les dije que esa no podía ser la única opción,
sino que debería ser la última. ¿Se puede renegociar la deuda? “Y bueno, no”.
Estábamos en Eduardo Costa Sandra, Florencia, Gianfranco, Mauricio y yo. De una
o dos reuniones participó mi primo Ángelo, pero en esta no había nadie más. Y
fue ahí, meses más, meses menos, cuando empecé a vivir estas reuniones entre
hermanos como una pantomima, como algo que no servía de nada. Entonces dije:
“No sé ni qué carajo hago prestándome a esta farsa”, me abrí y seguí mi camino.
Aunque Mauricio dirigía el grupo, la propuesta del
vaciamiento siempre la traía el management.
En cierto momento Mauricio, que ya era jefe de gobierno, me fue a apretar a
las oficinas del viejo: “Ya tuviste tus asesores. No hay más tiempo. Basta de
dar vueltas; tenés que firmar, no hay otra opción”. Y a mí no me cerraba, no me
sentía nada cómodo. En diciembre de 2012 me dio esa advertencia y en enero
publicaron edictos en el boletín oficial llamando a asamblea. La asamblea se
realizó a fines de enero y se puso como tema la votación de esta venta, de esta
dación en pago de acciones a ese banco. Era el inicio del proceso por el cual
nosotros desapareceríamos.
Históricamente, la salida planteada por Mauricio era
de boutique financiera, es decir, administrar las riquezas que
se tenían con la menor cantidad de estructura posible y apuntando a la
rentabilidad con colocaciones acordes a la situación de ese momento, que no era
la de un
grupo de envergadura. Pero ahora estaba planteando algo totalmente
contrario a sus creencias al decir que había que mantener esa estructura
sobredimensionada. Y me di cuenta rápidamente de que no irían a transferir
nunca un dólar a los dueños. Era evidente que el propósito era otro. Querían
usar el Meinl Bank, con el management que
conocían de toda la vida, para presentarse en todas las licitaciones que
tuvieran por adelante.
MAYORÍA
Al darse cuenta que Mauricio Macri
quería vender el grupo empresario familiar a un testaferro para favorecer sus
negocios desde la política y al mismo tiempo sacarles rédito como beneficiario
oculto, Mariano Macri convenció a sus hermanas Florencia y Sandra de formar un
frente común para exigirle transparencia y rendición de cuentas a la línea
gerencial encabezada por Maffioli. Al firmar el acuerdo con sus dos hermanas
Mariano había alcanzado una mayoría accionaria del 60 por ciento, suficiente
para revertir cualquier maniobra o transacción que no tuviera una explicación
clara, empezando por la cesión de la mayoría de Sideco al Meinl Bank. Sin
embargo, a semanas de la asamblea para aprobar la transacción Franco Macri
convenció a las dos mujeres de que deshicieran el acuerdo firmado con Mariano y
apoyaran a Mauricio.
Según Mariano, su padre actuó de
esa manera por dos razones. Primero, porque Mauricio lo había amenazado con
duplicar su estructura en China para quitarle negocios. Segundo, porque Franco
pensaba que Sandra y Florencia no estaban capacitadas para enfrentar al
entonces jefe de gobierno y, por lo tanto, saldrían lastimadas.
No es que mi hermano se quedara con la caja, sino que
la usaba para su proyecto de poder. Toda una caja negra que controlaba a piacere sin que nosotros tuviéramos la
más mínima información ni la más puta idea. Si había que escribirle una factura
a un estudio de abogados, lo hacía con total discrecionalidad porque tenía al management alineado haciendo lo que él
mandara.
Mis hermanas estaban de acuerdo conmigo en que esa
forma de manejarse, de dirigir un grupo, era inaceptable porque no consideraba
a los cinco accionistas en pie de igualdad y a los tres nos trataba de tontos.
Entonces, se avinieron a firmar conmigo una sindicación de la mayoría. No hubo
que hacer mucho esfuerzo para convencerlas porque el sentimiento era
absolutamente mancomunado. “Somos accionistas al 20 por ciento cada uno de los
cinco. Deberíamos tener ahí un management
que nos hablara honestamente”. Las agarré en privado de a una. A Sandra la
veía mucho en mi casa o en la de ella, y a Flor la puedo haber visto saliendo a
almorzar, alguna vez también la cité en la oficina de mis abogados.
Tomé la iniciativa después de hablar mucho con mis
asesores y abogados, que decían que la cosa cambiaría si yo tenía la mayoría
porque iba a poder construir otro tipo de exigencia. Con
ellas pensamos en darle al management
la oportunidad de actuar de manera responsable. La situación era muy
asimétrica; los dos hermanos parecía que no dependían tanto del grupo como
nosotros tres, por lo que había que poder equiparar, poder estar todos los
accionistas en la misma mesa, con respeto, tratando de tomar las decisiones,
equivocándonos y tal vez yendo a la quiebra, pero por lo menos habiéndole
puesto lo mejor de nosotros y siendo conscientes de todo. Y si había
dificultades para que el grupo diera plata, conocer las razones y las opciones,
es decir, que nos presentaran la información de manera clara. Porque nos
cocinaban todo. Además, me venían pasando algunas cosas que no tenían sentido.
El que me propusieran hacer un fraude me parecía un disparate. Todo esto hizo
que ellas coincidieran conmigo. Incluso estaban mucho más emocionadas que yo,
por lo que no fue difícil congeniar.
Es que en algún momento razonás, es inevitable, y
pensás qué te tocó. Estábamos todos en el mismo bote y había que tener la
charla, la oportunidad de definir nuestro destino, de decidir sobre nuestra
propia vida. La charla también tuvo ese sentido. O agachamos la cabeza y nos
dejamos llevar de las narices toda la vida —y yo no podía hacerlo— o nos
sentamos a decidir lo que nos conviene discutiéndolo abiertamente entre todos.
Mi postura estaba definida. En una reunión con Sandra y con la representante
legal de Flor, ellas dijeron: “Te acompañamos, creemos lo mismo que vos”. Fue a
fines del 2012.
Pero el viejo
las disuadió de acompañarme en la sindicación de la mayoría.
Junto con Salvestrini, y sin que este lo hablara
conmigo, dos meses antes había dictaminado que se dejaba de pagarme el sueldo
que me daba por haber trabajado con él en el tema de China. Y eso que
Salvestrini era quien le había dicho que me pagara un buen sueldo. Cuando el viejo
nos donó el grupo, Salvestrini había aceptado una propuesta de segunda paga, si
no me equivoco eran mil dólares por mes, porque papá lo estaba queriendo
incorporar para laburar en su proyecto con China. Fue entonces que el tipo le
dijo: “Vos a Mariano le tendrías que estar pagando un sueldo que se ajustase a
las responsabilidades que le estás queriendo dar”. Después vino y me dijo que
iba a recibir 25 mil dólares. Me sorprendí, y también me alegré mucho porque
eso resolvería mis problemas de gastos mensuales.
Por entonces Mauricio le estaba pisando al viejo los
negocios de representación con China. Ante ese peligro inminente de que mi
hermano le quitase también ese ámbito de actividad, el viejo cedió y me sacó el
sueldo. En realidad, me lo redujo de 25 mil dólares a 10 mil. Él sabía que en
esa época yo le estaba pasando 10 mil dólares por mes a Marie France por
nuestro acuerdo de divorcio y que, por lo tanto, me estaba dejando
prácticamente sin nada.
Además, les ordenó a mis hermanas que dejaran de apoyarme
en mi enfrentamiento con Mauricio y Gianfranco, con lo cual me quedé solo.
No sé cuánto necesitaba decirles el viejo para que
ellas acataran. Sé que lo hizo desde la convicción de que las estaba
preservando. Él pensaba que no tenían el temple necesario para
enfrentar a sus hermanos y, además, que ellos estaban dispuestos a hacer
cualquier cosa. Les habrá dicho que no honraran la sindicación de mayoría que
habían firmado conmigo para evitar entrar en una batalla para la que no estaban
capacitadas. Ya teníamos todo firmado y, en cierto momento, me hicieron saber
que no me iban a apoyar. Finalmente, en lugar de pedirles a mis hermanas que
honrasen lo que habían firmado hice como si nunca hubieran firmado nada. Flor
se abstuvo y los demás votaron a favor de la operación. Fui el único que votó
en contra.
Él me había activado a mí como arma de ataque hacia
Mauricio y, después, habrá negociado, se habrá comprometido a retirar su apoyo
para no interferir en mi enfrentamiento con mis hermanos. Eso fue clarísimo.
Con eso le despejó el camino a Mauricio. El peso pesado, el que tenía el poder,
claramente era Mauricio. En esa época era jefe de gobierno.
EL RUBICÓN
El Rubicón es un río italiano que
por el 50 a. C. funcionaba como límite entre la República Romana y las tierras
rebeldes. Cruzarlo estaba prohibido para cualquier general, ya que significaría
iniciar una cruenta guerra civil. El río quedó en la historia gracias a Julio
César. El gran líder militar decidió atravesarlo en una movida peligrosa pero
necesaria. Debía vencer a sus oponentes en Roma. Ellos tenían el poder del
Palacio, él en el campo de batalla.
Sus dudas se reflejaron en las
aguas rubí del río en una noche de enero del 49 a. C. Julio César se detuvo
ante el Rubicón sabiendo que cruzarlo significaba convertirse en enemigo de la
República. Cuenta la historia que cuando dio la orden de avanzar pronunció la
frase: “alea iacta est”, “la suerte está echada”. También recordó a uno de sus
autores preferidos, el dramaturgo ateniense Menandro. Mientras sus hombres se
adentraban en las aguas Julio César gritó en griego: “Anerriphthô kubos!”,
“¡Que empiece el juego!”. El resto es historia. Fue sumando victoria tras
victoria en las batallas de Farsalia, Tapso y Munda. De regreso a Roma, ya era
amo de la República.
La reunión de accionistas se hizo en enero de 2013,
después de que ellos publicaran el edicto para forzar una asamblea para decidir
el vaciamiento, es decir, los primeros pasos hacia la transferencia de acciones
hacia ese testaferro. Además de votar en contra, yo me opuse a la realización
de esa asamblea con el argumento de que no nos habían dado suficiente
información ni nos habían explicado claramente las consecuencias de la venta al
testaferro, ni nos habían dado el tiempo necesario para analizarlas. A partir
del día en que se hizo la asamblea, tenía un mes para refrendar mi impugnación
en la justicia; si no, perdía validez. Si no iba a la justicia, en el ámbito de
la sociedad mi impugnación no tenía ningún valor, perdía sustento. Entonces mis
hermanos me pasaban por encima por mayoría y yo iba a terminar siendo cómplice
de la maniobra de vaciamiento. Fue entonces cuando, sin opción y siguiendo la
estrategia de ir incrementando de a poquito el volumen de mi postura, yo
impugné la asamblea en la justicia. Fue el primero de toda una secuencia de
eventos llevados por mí a la justicia. La postura de mis abogados era que, si
yo lo hacía, dejaría en claro mi posición y me estaría apartando del camino. Y
lo hice.
A mediados del 2013 nos reunimos todos de nuevo. No
había terceros, éramos solo los hermanos. En esa reunión Mauricio me dijo:
“Cruzaste el Rubicón”. Con una postura
absolutamente tajante, terminante, me advirtió: “No hay más plata”. Dijo
que el management, ante los
enfrentamientos que estábamos teniendo entre los accionistas, ya no se sentía
cómodo con seguir ofreciendo estas salidas para que nosotros recibiéramos
plata. Y por esa razón había decidido cortar con todo tipo de retiro, porque,
“como ustedes saben, en términos legales, el grupo en realidad no está en
condiciones de distribuir dinero”. Estaría impedido por balances o lo que
fuere. “A partir de ahora, ya no va a haber más distribución entre ningún
accionista”.
Entonces le respondí: “Hace dos años que me vienen
diciendo insistentemente que no quieren que reciba más la mensualidad que me
paga el grupo depositada en cuenta y quieren que la reciba en negro y, que yo
sepa, en negro no hay que rendir cuentas a nadie. Cuando le dije a Maffioli que
no iba a poder justificar el ingreso en negro me contestó: ‘Poné una
heladería’. Con lo cual, el argumento que me estás dando del management no aplica”. Entonces se me
paró bien cerquita, cara a cara, y me dijo: “No hay más plata, ¿entendiste?”.
A partir de ese momento, me fui quedando seco. Es más,
yo tenía mi propia plata metida dentro de la empresa, custodiada por la empresa
si querés, 300 mil dólares. Cuando los pedí, me los negaron. Una postura
absolutamente extorsiva. Empecé a pedirle plata a mi gente, a mis amigos, ya
que a la familia no tenía cómo recurrir. Durante muchos años estuve muy
deprimido y una de las características de esa depresión fue una inanición muy
fuerte. Sentí la traición de mi viejo, de mis hermanos, de mi madre, de mis sobrinos.
Cuando me cortaron el chorro a mí, también se lo
cortaron a Sandra. Papá se puso duro con ella también. Ella le pasaba
prácticamente todo su estipendio al loco del marido [Néstor Leonardo] y él, con
toda esa plata, hacía lo que quería. El estipendio venía del grupo, entonces
papá empezó a apretar un poco y a tratar de ponerle límites.
La situación entre mis hermanos y yo era asimétrica.
Mi hermano Gianfranco era dueño del Buenos Aires Golf y, mal que mal, sin yo
conocer los números, con las ventas esporádicas de algún terreno un ingreso
adicional tenía. Además, ellos manejaban los giros de plata disfrazándolos de
la manera que querían. Era un corte de manga para mí. Florencia seguía
recibiendo sustento porque el viejo le había dado desde el inicio, y cuando
muriera Sandra mis sobrinos iban a seguir recibiendo también. Pero yo no.
En esa época los hermanos nos habíamos reunido tres o
cuatro veces en la planta baja de Eduardo Costa. Alguna vez convocó mi padre,
después solos, otra vez fue mi primo Ángelo. Y en alguna oportunidad se
reunieron Mauricio y mi primo Ángelo en la casa de mi primo. Sandra participó
de todas las reuniones, pero Flor solo de algunas. Era muy “nena de papá” y
sabía que no iba a dejar de contar con la plata que papá le pasara. En esa
época también Sandra empezó a recibir plata del viejo, pero Mauricio y
Gianfranco quisieron dar un escarmiento y les cortaron el chorro a todos. El
viejo recogió el guante ayudando a las dos mujeres.
En 2014,
después de la muerte de mi hermana, decidí discontinuar las acciones legales
porque
era lógico pensar que mi hija con cáncer podía ser la próxima de la
lista. Depuse las armas. Sin embargo, en ese momento empezó la historia del
abuso tras abuso. Y a pesar de que yo había dicho basta, no tuvieron empacho en
seguir usando la caja para tratar de ponerme de rodillas.
SOBRINOS
En 2015, en medio de la pelea entre
Franco y sus dos hijos mayores, Gianfranco convoca a una reunión de accionistas
en la que plantea prohibir por la fuerza la entrada de su padre a las oficinas
de Socma. En la reunión participaron, además de Mariano, los tres hijos de
Mauricio y los dos de Sandra. Mauricio les había legado sus acciones a sus
hijos al ingresar en la función pública en 2007 y los hermanos Valladares habían heredado las acciones de su madre
cuando Sandra murió, en junio de 2014. El encuentro terminó con gritos e insultos.
El viejo había donado el grupo con cargos. Había unas
doce condiciones que debían cumplirse y no se cumplían. Pero a él le interesaba
sobre todo una, que decía que tenía 15 millones de dólares adicionales para
cobrar del Correo y que él sería el primero en cobrar su parte de la deuda del
Estado por las inversiones hechas antes de la confiscación. Pero cuando
comenzaron a gestionar la cobranza del Correo Mauricio trató a Cristina en
malos términos, o más bien como el culo; lo manejaron desde sus intereses
políticos y no desde los intereses empresariales. Entonces el viejo empezó a
llenarse las pelotas y a querer la plata. Como no lo participaban de la gestión
ni le rendían cuentas ni compartían con él la decisión de qué estrategia
usaban, se dio cuenta de que estaban sacrificando cualquier oportunidad de
recuperar ese claim. Por momentos
ponía quinta, empezaba a mandar cartas documento y generaba una trifulca.
En lo más álgido en la tentativa del viejo de
molestar, Gianfranco convocó a una reunión en Socma con los accionistas, que
entonces éramos él, los hijos de Mauricio, los hijos de Sandra y yo, y entonces
hizo un planteo medio a lo guapo: “Si ustedes están de acuerdo conmigo,
cortamos por lo sano”. Quería hacer una movida contundente que pusiera de
manifiesto que el viejo no tenía ningún derecho. No me acuerdo si pretendía ir
a la justicia o qué, porque estamos hablando de tiempos pasados y no fue ese el
pívot de la reunión. El pívot fue lo que dije yo: “El tío de ustedes dice
pelotudeces y los está aconsejando mal”. La reunión era muy tensa y ahí
intervine: “Si como parte de su responsabilidad el management tiene que lidiar con papá, es problema de ellos. Lo
mejor que podés hacer con tu abuelo es visitarlo, darle amor, que se sienta
contenido”. Y al hijo de Mauricio, Caíque: “Vos, que repetís como un boludo lo
que te dice tu tío Gianfranco, ¿por qué no te ponés los pantalones largos?”, a
lo que él respondió: “¿Qué querés? Yo hago lo que dice papá”.
La reunión
terminó así de mal, conmigo
diciéndoles que lo que proponía
Gianfranco de
prohibirle la entrada al abuelo con agentes de seguridad no era la manera
de solucionar el tema. Que proponía un enfrentamiento choto y que no era el
modo. Los hijos de Sandra estaban cooptados porque el padre había hecho un
acuerdo económico de divorcio con Franco basado en recibir un estipendio. Flor
vivía en Miami y había mandado un representante. Los hijos de Mauricio decían
que todo lo que hacían era por el papá y terminaron no pudiendo hacer mucho.
Lo más dramático de toda esta historia de poder es que
le habían robado a esa generación la posibilidad de elegir, como seres humanos,
dónde pararse, qué valores defender en la vida. Directamente tuvieron que
alinearse a la postura de los padres. Los involucraron, los hicieron parte y
los usaron. Los padres les planteaban la situación como si yo me hubiera
comportado pésimamente y hubiera actuado en contra de los intereses de todos.
Pero nunca se enteraron de cómo habían sido las cosas y quedaron defendiendo lo
indefendible. Me duele mucho que haya pasado eso con mis sobrinos.
Gianfranco no necesitó hacer ninguna maniobra con sus
hijos. Lo de él pasó, más bien, por el plano emocional: no me invitaron al
casamiento de la hija.
Con los hijos de Sandra, Rodrigo y Franco, me pasó
algo parecido. Yo me había ocupado siempre de velar por ellos, de estar cerca,
de llevarlos conmigo a todos lados. Rodrigo era mi ahijado. En un momento lo
hice sentarse en las mismas oficinas de Macri Group. En esa época Sandra a
veces estaba en mejores condiciones, pero otras veces colgaba la toalla y no
quería saber nada. Estaba inundada de químicos. Entonces le dije a Rodrigo:
“Están usando todo esto para un rito de poder del cual no somos ni informados
ni para el que nos piden permiso. Al final de cuentas, es un disparate estar en
esta situación”. Y lo primero que hizo fue ir a contarle a Mauricio. Y Mauricio
me lo reprochó en una reunión de hermanos en Eduardo Costa, después de la
votación para vender parte de Sideco al Meinl Bank, cuando tenía un mes para
llevarlo a la impugnación judicial. Una reunión para plantearme que no
importaba lo que yo dijera. “Me llegó por cuatro lados distintos”, me dijo
Mauricio, porque Florencia fue y habló con él, Ángelo probablemente fue y habló
con él, y no sé si Fabio también. A mí me caseteaban mucho mis abogados
diciéndome que me hiciera el boludo y nunca les dijera las cosas que me
preocupaban. Mauricio decía: “¡Las barbaridades que pensás de mí, las cosas que
estás diciendo de mí!”, y yo, nada.
A pesar de estos desencuentros aclaro que yo quiero
mucho a todos mis sobrinos, y en particular siento un gran respeto por los
hijos de Mauricio, porque nunca quisieron estar en la empresa y cada uno forjó
su camino. Y nunca aceptaron que el padre moviera sus influencias para
ayudarlos, ni siquiera cuando era presidente. Por eso me duele que, en un
punto, se hayan dejado usar.
INSANIA
“Está gagá”, repetía Mauricio; “no
se puede manejar una empresa con un tipo que dice que se va y vuelve todo el
tiempo. Enloquece a los gerentes. Vamos a perder todo”. En febrero de 2010 la
revista Noticias informaba que
los hijos de Franco preparaban una denuncia por insania en contra de su padre,
y la tibia y vacilante desmentida de Mauricio no hacía más que confirmar que
algo de eso había. “¿Es cierto que ustedes presentaron un pedido de insania de
su padre para que no pueda seguir en el manejo de las empresas? Mauricio Macri
balbucea. ‘Bueno, no fue tan así… el viejo como siempre primero dijo que se
iba, que dejaba todo, se tomó el buque, se fue a China… y a los dos meses
volvió… De alguna manera había que pararlo. Toda la vida hizo lo mismo… Es como
muchas personas en una… es muy difícil’”.
Desde el mismo momento en que comenzó el traspaso de
Socma, en el 2007, Mauricio y el management
empezaron a pergeñar de qué manera sacar al viejo lo antes posible del
grupo. Lo querían destituir como presidente. Yo me enteré por el viejo, que se
descargaba conmigo. En ese momento empezó a estar muy mal, a tener picos de
agresividad. “No puede ser, ustedes tres están peleando contra mí. Me quieren
ver muerto”. La primera vez que hizo esta acusación yo me puse a llorar.
Semejante bestialidad. Y después, como yo me había lavado las manos dándoles un
poder a Mauricio y Gianfranco, me decía “Poncio Pilatos”.
Durante años repitió hasta el cansancio que lo querían
declarar insano. Yo al principio me bloqueaba, no quería perder más energías.
En el 2008 Mauricio y Gianfranco citaron a tres médicos. Yo me enteré por un
psiquiatra de papá. (Incluso el viejo también se enteró por él). Cuando salió
de esa reunión, el psiquiatra lo mandó a hacerse tests para establecer su
estado.
Algunos años después, en el 2014, empezó a surgir el
tema cuando Gianfranco convocó a los accionistas diciendo que el viejo estaba
queriendo cobrar cosas que no le correspondían, que hacía años que no estaba
bien y que tenía conductas de una persona fuera de sus cabales. Así supe lo de
la reunión con los médicos, entonces fui a ver al psiquiatra del viejo y este
me dijo: “No me pidieron específicamente que lo declarara insano”; tampoco a
García, el clínico, ni al tercer doctor, que creo que era el cardiólogo.
“Estaban insinuándolo para ver si nosotros nos aveníamos a firmar un estado de
insania”. En ese momento pude confirmar que era verdad lo que el viejo decía,
esto de la insania, algo de lo que siempre me acusaba a mí también. Le pregunté
al psiquiatra si se había hecho la constatación y el tipo me contó la historieta.
Me dijo que lo primero que hizo después de la reunión
con Mauricio y Gianfranco fue practicarle a mi padre todos los test, “a ver si
todavía tus hermanos van a ver a [un neurocientífico habitué de la televisión],
de quien se dice que por un millón de dólares habría firmado testados de
insania en cantidad de casos”. “Ah, mierda, me estás jodiendo, ¿en serio?”, le
pregunté. “Sí, es famoso”, me dijo. “Tiene una banda con otro psicópata dando
vueltas”. Al final, esa movida de mis hermanos nunca prosperó. Que yo sepa, nunca
llegó a tribunales. Al viejo los test le dieron bien, pero todo el
enfrentamiento lo angustió mucho.
Lo de la demencia fue un invento de mis hermanos.
Ellos venían instalando esa idea desde hacía rato. Mauricio es el jodido, el
Maquiavelo. El tipo está siempre con la última tecnología del mal. Nunca
prosperó, no fue un camino que siguieron, pero a papá lo destruyó, porque se
quedó patinando en esa zozobra durante años.
La depresión le generó una pseudodemencia senil. Me lo
explicó su último psiquiatra, Matías Bonari, tal vez para pegarle un palo
merecido al psiquiatra que me había contado la reunión con Mauricio y
Gianfranco. Con el viejo deprimido y con una personalidad difícil, no le debe
haber encontrado la vuelta; habrá querido encontrársela a través de los
medicamentos y punto, pero no tratando de ser más creativo. Me da la impresión
de que en algún momento el tipo claudicó. Sobre todo, a partir del episodio de
la fractura de la cadera de papá. Uno o dos meses después de la fractura, yo
iba a verlo prácticamente todos los días —debió ser en el 2018, un año antes de
que muriera— y estaba totalmente ido, dopado, sin voluntad y sin habla. Yo
pensé que esa no era la postura ni el comportamiento de alguien con demencia
senil, sino de alguien sacado de órbita, drogado.
Entonces me puse de culo con ese psiquiatra y llamé a
Bonari. Me lo habían presentado mis primos, los Calcaterra, y me pareció un crack. Efectivamente, él me hizo un
diagnóstico muy distinto. Me dijo que el viejo estaba
deprimido y que tenía un cuadro de pseudodemencia senil.
Y que, si no lograba sacarlo de la depresión, con el tiempo terminaría
con demencia.
FABIO
Fabio Calcaterra es el primo más
cercano en edad y también el más amigo de Mariano Macri. A diferencia de su
hermano Ángelo Calcaterra y de su primo Jorge Macri, Fabio nunca ha sido parte
ni de los negocios de la familia ni del armado político de Mauricio. Sin
embargo, ha realizado emprendimientos exitosos, y en la familia se lo conoce
cariñosamente como “el rey de la papa frita” por ser un empresario líder en el
rubro. Desde ese lugar se ha ganado el respeto de todos los Macri, incluyendo a
Mauricio.
Comparte con Mariano la
sensibilidad, el bajo perfil y el no creerse mejor que nadie. Desde hace al
menos cinco años Fabio ha intentado de distintas maneras y en distintas
oportunidades acercar voluntades entre Mariano y sus hermanos, lo cual en la
familia Macri implica lograr un acuerdo económico para sellar la salida de
Mariano del grupo empresario en base al valor de la quinta parte que heredó del
padre. Desde un almuerzo que gestionó en 2014 entre Mauricio y Mariano y que se
relata a continuación, hasta el día en que este este libro fue a imprenta,
pasando por el último cara a cara el día antes de la cuarentena, el “tanito”
Calcaterra intentó lograr un acuerdo que permitiera curar las heridas que había
dejado el enfrentamiento familiar, sobre todo en su querido primo Mariano.
Los Calcaterra intercedieron por mí porque no
entendían la actitud que estaban adoptando mis hermanos conmigo. Sobre todo,
Fabio.
Hasta donde sé, al principio Fabio acompañaba al
hermano como inversor, y viceversa. Ahora Fabio tiene su línea de trabajo. Él
se convirtió en el emperador de la papa frita en Argentina y en América Latina.
Arrancó siendo socio de unos holandeses, los de Farm Frites. En un momento dado
se separó por compras sucesivas y, si no me equivoco, después de un par de años
de pilotearla solo con una procesadora en Munro se asoció con los
norteamericanos de Simploc, una de las más grandes del mundo en el rubro. Hizo una
planta de 120 millones de dólares en Mendoza, algo que tenía mucho sentido
porque estaba cerca de la papa. Tiene un banco también. Se compró un banco, el
Interfinanzas [es dueño del 40 por ciento del paquete accionario]. El hermano
inicialmente compró con él, pero después Ángelo se abrió.
Yo me crie con Fabio. Es de mi generación. Hemos
convivido mucho desde la infancia. Es un tipo que ha hecho su camino, ha
crecido y se ha consolidado como empresario. Estamos en permanente diálogo,
pero además él también mantuvo una relación con Mauricio, aunque
seguramente con algún grado de distancia. Llegó a un punto de
construcción de poder que le permitió enterarse de las cosas...
Para conseguir una reunión con Mauricio tuve que hacer
una jugada bastante cretina con mi primo y, sin decirle nada ni darle
explicaciones, le mostré el teléfono que tenía agendado de [el periodista
Nicolás] Wiñazki y él fue suponiendo cosas. Llamó a Mauricio, y después me
llamó Anita Moschini [la secretaria personal de Mauricio y, antes, de Franco] y
me citó para un almuerzo. Había habido una reunión entre Mauricio y mis primos
en la que Ángelo había tratado de mediar diciendo que faltaba comunicación, que
lo que deberían hacer era hablar más, pero Mauricio opinó que para él era importante
que ninguno se saliera de la propiedad del grupo, que todos permanecieran y
acompañaran.
Así fue como, en 2014, me reuní a solas con Mauricio
un mediodía, en el restaurante peruano- japonés Páru-Inkas del Pacheco Golf, un
country pegado al Buenos Aires Golf
de Gianfranco. Arranqué diciéndole: “Qué bueno que estemos solos, así no hablás
para la platea”. Era una época bastante anterior a la venta de las empresas,
cosa que ocurrió dos años más tarde, en 2016, cuando él ya era presidente. Las
vendieron a 120 millones de dólares.
En ese almuerzo le manifesté que no estaba de acuerdo
con la forma en que se llevaban las cosas adelante ni en intentar un acuerdo
entre nosotros porque me parecía que no iba a llegar a ningún lado, y que lo
que yo quería era seguir mi camino. Ya me había dado cuenta de que estaba todo
cocinado y no había un normal proceso decisorio de gobierno de la empresa, en
el que los accionistas pudiesen contar con información fidedigna, hablar
abierta y claramente sobre los problemas y decidir por consensos o mayorías.
Era un proceso a través del cual, en connivencia con mi hermano mayor —que
dirigía el grupo—, el management directamente
preparaba toda la información como para que la aprobásemos y aplaudiéramos, y
después se dedicaban a explicar por qué no se había dado tal cosa o tal otra.
Nunca mostraban la realidad de los números.
Al final del almuerzo le pregunté: “¿Vos me decís que
si quiero salir tengo que salir por el pancho y la Coca?”. Él puso cara de
circunstancia y dijo: “Esto va a terminar mal, muy mal”. Y ahí se acabó nuestro
diálogo.
SOBRINOS
II
En 2007, al ser elegido jefe de
gobierno, Mauricio Macri legó su paquete accionario en Socma a sus tres hijos.
Sin embargo, según Mariano, a partir de entonces los hijos de Mauricio se
comportaron como testaferros del padre, ya que en las reuniones de directorio
ellos mismos reconocían que seguían las instrucciones de su papá.
En noviembre de 2017, los tres
hijos de Mauricio les notificaron a los demás tíos y primos accionistas que le
habían vendido su 20 por ciento de Socma al tío Gianfranco por 12 millones de
dólares. Para Mariano Macri la transferencia fue irregular y violatoria del
acuerdo entre hermanos cuando heredaron del padre en 2007 y, sobre todo, de un
acuerdo de accionistas en 2015 que estableció un estricto procedimiento para la
venta de acciones. En concreto, el acuerdo decía que cuando uno de los
accionistas quisiera poner en venta sus acciones debía notificar a los demás
para que todos pudieran ofertar en base al valor de la empresa (derecho de
preferencia y de acrecer), lo cual no sucedió. Entonces, después de un intento
de negociación que no prosperó, a principios de 2019 Mariano Macri impugnó la
transferencia ante el Tribunal de Arbitraje General de la Bolsa de Comercio por
“claro y grave incumplimiento de Acuerdo de Accionista”. Según la denuncia,
“habiendo notificado simplemente un ‘negocio cerrado’, en la práctica se le impidió
al resto de los accionistas aunque sea evaluar y analizar la posibilidad de
aceptar la oferta, o bien, realizar una contraoferta sobre la base de una
valuación seria de la compañía y de las acciones”. Más aún, a falta de
información acerca de la procedencia y el destino del dinero para la
compraventa de las acciones, Mariano sospecha que se trata de un mero pase de
manos entre testaferros de Mauricio, realizada con fondos aportados por la
propia Socma o alguna de sus cajas. Por eso en la denuncia, entre otros
reclamos, exige que “se me haga llegar o pongan a disposición copia fehaciente
del contrato celebrado para dicha venta, constancias de pago del precio
incluyendo transferencias bancarias y todo otro documento fehaciente que
acredite el precio abonado y las condiciones de venta”.
Mauricio podría haber evitado el traspaso de su
paquete accionario a sus hijos en el 2007 cuando asumió como jefe de gobierno.
Usarlos para esto le resultaba cómodo y natural, pero los estaba poniendo en
riesgo. Ellos, se ve que para tener la conciencia en paz, dijeron: “La verdad
es que esto no nos gusta nada y nos queremos abrir, queremos vender”.
Entonces se hizo una movida por la cual se suponía que
ellos le vendían las acciones a Gianfranco por 12 millones de dólares, aunque
en realidad hicieron una doble maniobra, porque Mauricio blanquea una
transferencia de 12 millones de dólares a su testaferro y al mismo tiempo no
deja de actuar como mayoritario de la empresa.
Yo les había dicho a dos o tres amigos de Mauricio.
“¿Cómo puede ser que la bestia de tu amigo involucre a sus hijos de la misma
manera que lo hace alguien como Lázaro Báez? Por amor de Dios, díganle que
quite a esas criaturas del medio”. Y al poco tiempo los hijos vinieron con la
idea de salir de la tenencia accionaria. Todavía no está comprobado que hayan
delegado formalmente las acciones, pero igualmente, por más que lo hayan hecho
—lo que hablaría de un procedimiento prolijo—, no quita que Gianfranco siga
siendo el testaferro y reconociéndole a Mauricio propiedad, probablemente
mayoritaria, de las acciones. ¿Qué porcentaje le pueden haber dado a
Gianfranco? ¿El 20?
El grupo tiene un mecanismo por el cual, como acuerdo
de accionistas, si uno quiere vender tiene que presentar la oferta a los demás
para que los demás digan si van a comprar proporcionalmente. Pero todo lo han
manejado de una forma arbitraria y desprolija. Puertas adentro, con mis
asesores, siempre me preguntaba cómo podía ser que me resignara a no crecer en
mi proporción cuando ellos habían puesto a uno de mis hermanos a comprar con
plata que no tenía, que ellos mismos —el grupo— le iban a dar, o al otro
hermano apareciendo como donando a sus hijos y en realidad seguía siendo
accionista.
En su momento, en 2018, yo firmé dando el visto bueno.
Pero esa transacción tendría que haber respetado los términos y condiciones
bajo los cuales se me presentó. Lo que estoy pidiendo ahora en sede de la Bolsa
de Comercio es que demuestren las transferencias, que efectivamente se hizo por
ese monto, que se pagó lo que se dijo en los términos en que se dijo. Si no se
hizo de esa manera, y si ellos no pueden justificar de dónde salió la guita,
entonces fue una maniobra para defraudar a los otros accionistas.
Justo el otro día tuve una charla con mi sobrino, con
Caíco. Vino a verme por mi embate legal, por cuestionar el traspaso de acciones
a Gianfranco en la Bolsa de Comercio. Estaba preocupado por sí mismo, entonces
me preguntó: “¿Por qué estás poniendo en tela de juicio nuestra salida del
grupo? ¿Para qué lo hacés, en qué te beneficia?”. “En un primer momento —le
respondí—, intenté compaginar una empresa grande, un reducto de poder, con una
familia bastante chica, y traté de que pudiésemos armonizar esas dos variables
y generar una comunidad virtuosa en la que se tuvieran en cuenta los aspectos
humanos, y que el poder y las empresas no se llevaran puesta a la familia. Pero
no lo logré porque tu padre optó por su proyecto de poder, y ahí empezó todo el
melodrama. Uno de los impactos más dolorosos de este enfrentamiento ha sido
haber perdido por completo el contacto con ustedes, mis sobrinos. Desde que
ustedes nacieron hasta el 2007, cuando empecé a tener estas diferencias, siempre fui muy cercano y seguí muy
íntimamente el desarrollo de todos ustedes, participé de los hitos
importantes y alimenté mucho ese vínculo. Pero de repente, a partir de este
desentendimiento, sus padres les robaron la posibilidad de tomar una postura
como adultos en la vida, de pensar qué entendían, dónde pararse, qué hacer
respecto de esto”. Pasada una hora de conversación, tuve que terminar
diciéndole: “Ustedes se prestaron a ser usados como instrumentos, y muchas de
las cosas que sucedieron a lo largo de todos estos años tuvieron su voto para
consolidar la mayoría. Y en la venta también sacaron algo a cambio, sacaron
dinero, entonces hubo una transacción. ¿Y me estás diciendo que querés seguir
manteniendo esa postura, un poco, si querés, infantil, de preguntar por qué no
te preservo si me explicaste que no querés saber nada con todo esto, que nos
peleamos entre nosotros porque somos unos pelotudos?”. No había dicho
exactamente eso porque él es muy correcto para hablar. Entonces le dije que lo
único que podía ofrecerle, si realmente quería entender el tema a fondo y
elegir dónde posicionarse, era sentarlo con mis asesores legales, pero lo que
me estaba pidiendo yo no lo podía hacer porque no era quien lo había puesto en
esa situación. Y además, que si bien con todo lo que hacía podía estar avivando
el fuego, lo hacía en defensa de mis derechos, del lugar en el que me paraba
moralmente, éticamente. Y que a ellos los quería entrañablemente y siempre los
iba a querer, y eso no iba a cambiar más allá del dolor que sentía por haber sido
arrastrados a ser parte.
Siempre hay un día en el que uno deja de ser un chico
y pasa a ser un adulto. Un día en el que ya no puede culpar a los demás, sino
que tiene que hacerse cargo.
JOSÉ
“Lo peor que te podía pasar en el
Newman era tener a José [Torello] en contra. Eso te significaba años de terapia
para recuperarte. Era el rey del bullying”, le contó Mauricio Macri a Laura Di
Marco en su libro. Además de ser compañero de colegio, Torello acompañó al
expresidente desde su ingreso a la política, siempre a la sombra, lejos de la
exposición de los cargos públicos. Como apoderado del PRO negoció listas de
candidatos, en nombre de Macri, con Felipe Solá y Francisco de Narváez cuando
derrotaron a Néstor Kirchner y Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires en
las legislativas de 2009, y debió responder a una denuncia del fiscal Jorge Di
Lello ante la justicia electoral por aportes sospechosos durante la campaña
presidencial de 2014. Miembro destacado de la tristemente célebre “mesa judicial”
macrista, es socio de otro operador judicial macrista, “Pepín” Rodríguez Simón,
en el estudio Llerena y Asociados.
Durante la presidencia de su
compañero de escuela, como jefe de asesores del mandatario, Torello supervisó,
entre otros temas, el nombramiento de los jueces de distintos fueros,
apadrinando candidatos y llamándolos para anunciarles su nombramiento antes del
anuncio oficial, como solían hacer el mítico operador Jorge Anzorreguy durante
el gobierno de Carlos Menem o Javier Fernández durante buena parte del
kirchnerismo.
En un momento dado, quisieron comprar mi salida del
grupo con un campo y ahí el que entró a tallar fue José Torello. Yo siempre le
había tenido mucho cariño a José por verlo tan seguido por la quinta, pero
lamentablemente la única vez que recurrí a él para que interviniera, para que
tratara de ayudar en este desentendimiento entre hermanos, se portó muy mal: me
quería convencer de que estaba todo arreglado con dos campos en Salta: “Yuto”
[como la localidad en la frontera entre Salta y Jujuy] y “Las Primicias”, de un
monto muy menor respecto del valor total de mis acciones.
Él sabía perfectamente lo que valía “Yuto” porque lo
había alquilado durante muchos años y todavía lo estaba alquilando y
explotando. No valía ni la tercera parte de lo que me quiso hacer creer que era
un gran negocio para mí. Su forma de razonar era: “Lo cago y le resuelvo el
problema a Mauricio”, pero yo no la entiendo. Por más que se creyera la campana
de que soy un desubicado y pretendo lo que no me corresponde, esta lógica de
sumar puntos para ver quién es
más hijo de puta lo vuelve muy pequeño. “Qué piola que estuve, lo pude
engañar y se comió un sapo porque confió en mí”. Cuando veo la forma en que mi
viejo obró siempre y la comparo con la forma en que obra Mauricio, me parecen
dos mundos apartados, diferentes. Da tristeza entender que haya habido tantos
millones de personas catalizando, a través de este individuo que los
representaba y que representaba un aspiracional, una esperanza de cambio cuando
estaba tan lejos de ajustarse a ese ideal.
MAURICIO PRESIDENTE
Después de que Mauricio asumiera la
presidencia de la nación en 2015 y aún antes de que Mariano reiniciara su
ofensiva judicial en 2019, los encuentros entre los hermanos fueron esporádicos
y circunstanciales. Aun así, y a pesar de toda el agua que había pasado debajo
de puente, Mariano le mandó un consejo por WhatsApp que podría haberlo ayudado
a evitar la derrota electoral de 2019. Pero Mauricio no le hizo caso.
Después del almuerzo en el que Mauricio me ofreció
salir del grupo por el pancho y la Coca, el resto de nuestros diálogos fueron
circunstanciales y siempre giraban alrededor de situaciones de mi padre, la
mesa con los médicos, o en alguna reunión de los tres varones y mamá para darle
una alegría al viejo. Y dos o tres veces más, en la tribuna del fútbol en la
quinta, cuando jugábamos. Después lo vi en la asunción a presidente y solo
porque mi madre me dijo: “Tenés que ir”.
Me acuerdo que ese día [10 de diciembre de 2015] el viejo estaba orgulloso. Venía a full con
lo de China, lleno de ideas y muy entusiasmado. Le mandó un montón de propuestas, pero Mauricio lo ignoró completamente; ni siquiera le contestó los mails. Eso al viejo le dolió mucho.
A partir de ese momento, casi no hubo otras oportunidades en las que nos
viéramos la cara con mi hermano. En alguna cena de exalumnos
del Newman, en la que me saludó de paso hacia el estrado
para dar un discurso, y no muchas más veces. Solo algún que otro contacto de WhatsApp. Entre ellos, algo anecdótico:
cuando Cristina y Alberto anunciaron la fórmula presidencial, antes de que él mencionara a Miguel Ángel Pichetto como su vice, yo le escribí un mensaje
en el que le decía —más allá de que no me escucha—: “Desde mi humilde
posición, creo que la solución para todos ustedes, para el equipo y para
el país, sería que vos te propusieras como vicepresidente de Schiaretti —que acababa de ganar en Córdoba—. Con eso
terminaríamos de una vez con la grieta;
ganarías 70/30 y la comunidad
internacional te reconocería
inmediatamente el gesto”. Me contestó: “Muy creativo, de difícil implementación. Sí para segunda vuelta estamos trabajando en acuerdos”. Después
me enteré de que le había
propuesto a
Schiaretti ser su vice, al revés. Y no aceptó.
Casi que me produce malestar cuando la vieja me habla
de Mauricio. Por la única que me entero de algo es por ella y no tengo la más
puta información de su parte. Cero. Dicen que los Awada se han sabido prender
de él.
EL
FRAUDE II
Tras la muerte de Franco Macri el 2
de marzo de 2019 Mariano retomó la ofensiva judicial, que había interrumpido
después de la muerte de Sandra y de que sus hermanos dieran marcha atrás en la
idea de traspasar Sideco al Meinl Bank. Empezó en el comité arbitral de la
Comisión de Valores denunciando el traspaso de acciones de Socma entre los
hijos de Mauricio y Gianfranco (ver Sobrinos II). El 27 de febrero de 2019,
tres días antes de la muerte de su padre, Gianfranco llamó a una reunión de
accionistas de Socma para el 11 de marzo con la intención de aprobar el balance
que había cerrado en enero de 2018, diez meses después del plazo legal. Mariano
hizo saber que no concurriría porque no le daban suficiente tiempo para
estudiar los estados contables que le habían entregado, sobre todo con la
muerte de padre en medio, y pidió un cuarto intermedio de noventa días. Además,
pidió designar a un miembro en el directorio, otro en la junta fiscalizadora,
un tercero en un comité de seguimiento de gestión y un cuarto en un comité
especial por la deuda del correo que funciona hace años en Socma, según le
corresponde de acuerdo al reglamento de la empresa firmado en 2015, que en su
cláusula 3.4 dice que “cada una de las partes tendrá derecho a designar un
miembro del directorio en cada una de las sociedades”. Pero la asamblea se
llevó adelante en la fecha programada y, entre Gianfranco y los hijos de
Sandra, aprobaron los balances y ratificaron
al directorio y a la junta de fiscalización.
Mariano denunció la maniobra en la
Comisión de Valores. Para entonces tenía la fuerte sospecha de que los números
venían cocinados y dejaban afuera información clave para entender la verdadera
situación patrimonial del holding. En su
demanda Mariano pidió una reunión especial de los accionistas para que él
pudiera hacer las designaciones que le correspondían para acceder a la
información que la empresa le venía negando. El tribunal de arbitraje falló que
los demandados “deberán cumplir los actos propios conducentes a que sea elegido
el director y el síndico que le indique el Sr. Mariano Macri, bajo
responsabilidad de la parte”. Sin embargo, la asamblea del 8 de octubre de 2019
se realizó sin que los socios minoritarios pudieran designar representantes y
ni siquiera pudieran acceder a la información que habían pedido.
Según denunció Mariano Macri, en la
empresa llegaron a decirle que no tenían el libro de la comisión fiscalizadora
porque “estaba en proceso de revisión y copiado”, y que las actas de las
asambleas de socios desde 2014 tampoco estaban disponibles por hallarse
“en curso de rúbrica ante la
Inspección General de Justicia”. Y cuando llegó el momento de votar
autoridades, Gianfranco y los Valladares pasaron a un cuarto intermedio,
impidiendo el cumplimiento de la medida cautelar. Entonces Mariano pasó a la
justicia comercial.
Primero demandó y obtuvo una orden
del juez Cosentino para que el libro de la comisión fiscalizadora se depositara
en el juzgado para que Mariano y sus abogados pudieran leerlo, ya que, según el
juez, “no parece razonable que el copiado de actas pueda demorar más de dos
meses”. A partir de la lectura de ese libro y de distintos documentos de la
empresa, un contador contratado por Mariano emitió un dictamen pericial
señalando serias irregularidades, inconsistencias y omisiones en los balances
de la empresa. Entonces, en abril de 2019 Mariano inició un proceso de
impugnación. En las audiencias de mediación que siguieron no hubo respuestas a
las observaciones del contador de Mariano, por lo que a continuación Mariano
pidió la nulidad de lo actuado en la asamblea de marzo de 2019 ante la jueza
comercial María Cristina O’Reilly. El 26 de diciembre de 2019, la sala E de la
Cámara Comercial dio lugar a la cautelar pedida por Mariano y anuló lo resuelto
en la asamblea de marzo de 2019.
En marzo de 2020, después de otro
proceso de mediación, Mariano volvió a tribunales, esta vez para impugnar la
asamblea de octubre. En ambas demandas denuncia violaciones a su derecho a la
información y a designar representantes, y en la última pide además “la urgente
designación de un veedor o un coadministrador en Socma”. Las demandas también
llaman la atención sobre los negocios opacos del grupo denunciados en la prensa
y la justicia. Y sobre todo describe cómo se oculta, disimula o subestima la
deuda con el banco brasileño y cómo la gerencia de Socma estaría ejecutando una
maniobra de vaciamiento con la complicidad los accionistas mayoritarios, la
comisión fiscalizadora y, sin nombrarlo, el verdadero líder desde las sombras
del grupo empresario, su hermano Mauricio.
A continuación, se enumeran los
puntos salientes de la última demanda. El énfasis pertenece al autor del
escrito.
*
Con respecto al ocultamiento de información: “El propio directorio de
Socma recomienda la lectura de los estados contables de las sociedades
vinculadas para un mayor entendimiento de los estados contables de Socma, pero
sin embargo jamás entregó ni puso a disposición del suscripto dichos estados
contables. Es que por las características del Grupo Socma, para poder
comprender los estados contables de Socma Americana SA se requiere
necesariamente contar y analizar los estados contables de sus subsidiarias y
vinculadas, en especial los estados contables de Sideco Americana SA”.
*
Con respecto a la compra de acciones del Correo Argentino: “Como es de
público conocimiento, el Correo Argentino SA es una sociedad que hace años no tiene
actividad alguna. Pero no solo eso, hace años que se encuentra en un concurso
preventivo por demás controvertido, y recientemente la sociedad fue intervenida
por la Justicia Comercial. No se comprende entonces el motivo por el cual Socma
y/o sus subsidiarias gastaron dinero, recursos, e invirtieron en una sociedad
que no tiene ni tendrá utilidad ni rentabilidad alguna. Hago notar a V.S.
(señor juez) que dicha intervención fue motivada por distintos actos de
gravedad ligados al vaciamiento de la empresa. Es decir, el correo Argentino
SA, sociedad de grupo Socma, ha realizado el mismo mecanismo que se ha
realizado en Socma durante los últimos años, vaciar la empresa en perjuicio de
quienes no participamos de los negociados y en perjuicio de terceros. Esto no
es casual, advertirá V.S. que el Sr. Jaime Cibils Robirosa era —hasta la
intervención judicial— el presidente del Correo Argentino SA, siendo a la vez
vicepresidente de Socma y director titular de
Sideco”.
*
Con respecto a Avianca, pide información sobre “la venta de MacAir Jet SA
y MacAir Transporte Aéreo” por “U$S 4.523.000”.
*
Con respecto a los parques eólicos, el demandante pide “un informe
pormenorizado” sobre la compra de Loma Blanca SA, incluyendo “ASOCIACIÓN CON
TERCEROS Y SUS FUNDAMENTOS PARA APROBACIÓN DENTRO DE LA ESTRUCTURA DE
GOBIERNO SOCMA/SIDECO”. También
requiere información sobre Parques Eólicos Miramar SA y Quinpe SRL, incluyendo
“comisiones pagadas”, y sobre la venta de los cuatro parques de Loma Blanca a
Sidsel SA. Además requiere información sobre la compra y posterior venta de
Fieldfare Argentina SRL y Fieldfare Argentina II SRL.
*
Con respecto a las autopistas: “Agregue toda documentación respaldatoria
por las cobranzas de las operaciones de venta de la tenencia accionaria de
AUTOPISTAS DEL SOL SA por U$S 19.719.144”.
*
Con respecto a otras empresas del grupo, quiere saber si las ventas de
Comara Compañía de Mandatos de la Región Austral SA (U$S 11.047.000), Galileo
Argentina SA (U$S 2.202.000) “son compatibles con su valor patrimonial” y “el
destino que se le dio al dinero cobrado”. También pide “las razones comerciales
que hayan justificado” la compra del 60 por ciento de OAS por parte de Virtual
GasNet International SA, una subsidiaria del grupo. Además solicita
documentación sobre la compra de ISP Millenium SA y Telpreotech SA. Más aún,
pide que se analice “toda la documentación correspondiente a la compra de
Yacylec SA”, una transportadora de energía y que acarrea una deuda con la AFIP
estimada en 45 millones de dólares y que tuvo a Mauricio Macri como socio hasta
2016, cuando le vendió sus acciones a Sideco
SA.
*
Con respecto a testaferros o socios ocultos: “Evidentemente, la política
adoptada de estar constantemente comprando y vendiendo empresas ha generado
importantísimos y desmedidos GASTOS DE ADMINISTRACIÓN Y COMERCIALIZACIÓN POR
LOS HONORARIOS DE LOS INTERMEDIARIOS VÍA COMISIONES Y/O OTROS GASTOS. ESTO SE VE CLARAMENTE EN LOS BALANCES
DE 2017 Y 2018 DE SIDECO, los
cuales oportunamente presentaré.
CON LO CUAL, EN DEFINITIVA, EL RESULTADO DE VENTA DE ESAS INVERSIONES O
PARTICIPACIONES SOCIETARIAS SE VE SENSIBLEMENTE REDUCIDO POR LA INCIDENCIA DE
LOS GASTOS Y HONORARIOS DE LOS INTERMEDIARIOS.
*
Con respecto al vaciamiento a través de autopréstamos a subsidiarias:
“Según los estados contables, Socma realiza operaciones de préstamos y/o mutuos
financieros con sus sociedades controladas y/o vinculadas en moneda nacional a
tasas menores a las del mercado. Parte de sus ingresos operativos son los
intereses que devienen de esos préstamos. El Estado de Flujo de Efectivo del
ejercicio 2018 demuestra una variación de efecto negativo de $13.584.391, que
explica que las actividades de préstamo y financiación entre sociedades son a
tasa negativa, ya que Socma paga más intereses de los que cobra. Pero esto no
es todo. Socma no solo presta dinero a tasa negativa, sino que financia su
deuda bancaria con el Meinl Bank en moneda extranjera, provocando una
exposición innecesaria frente al riesgo cambiario e incremento exponencial de
la deuda, llegando a $1.244.601.306 al 31/01/2019”.
*
Con respecto a la deuda con el BNDES: “De los estados contables se
desprende que la sociedad ha otorgado fianzas a distintos Bancos de la
República Federativa de Brasil por la suma de 94.051.400 de dólares. Dichas
fianzas se encontrarían en avanzada ejecución judicial, y sin ningún tipo de
explicación válida, a pesar del monto antes mencionado, la sociedad ha
realizado una previsión en pesos muy inferior a la de la verdadera
contingencia. Esto se agravaría, ya que esa ínfima previsión habría sido tomada
a valores históricos, es decir, sin siquiera contemplar el curso de la devaluación
de la moneda, los intereses devengados, honorarios y costas judiciales”.
*
Con respecto a la deuda con el ex Meinl Bank, el escrito señala: “El
hecho de refinanciar durante trece años consecutivos e ininterrumpidos la deuda
del Meinl Bank y ni siquiera pagar sus intereses teniendo los fondos para
hacerlo genera grandes dudas en cuanto al origen de la deuda misma y quién en
verdad es su verdadero ‘acreedor’. Notará V.S. que este crédito casualmente ha
sido cedido en reiteradas oportunidades. Por ello, más que dudas, creo que
estamos frente a una fuerte presunción consistente en una simulación volcada en
el balance. Es que existen suficientes elementos para interpretar que en verdad esta ‘deuda’
se trataría de un autopréstamo, o bien, de un
préstamo back-to-back, cuyo
objetivo final sería que el referido banco actuando meramente de ‘fronting’, y
siguiendo las instrucciones de quienes actualmente gestionan los negocios e
intereses de Socma, sea quien termine recibiendo ‘en pago’ las acciones de la
sociedad Sideco Americana SA que actualmente están prendadas a su favor. Si
esto sucede, Socma —sociedad holding— se quedaría sin su principal activo en claro perjuicio del suscripto
y de los verdaderos acreedores de Socma. La gran pregunta es entonces ¿Quién
está detrás del crédito del Meinl Bank?”
La operación [la autocompra de Sideco a través del
Mainl Bank], al final, no se hizo porque yo la puse demasiado en evidencia en
el 2013. Pero ¿qué pasó? Ingresaron unos 120 millones de dólares de ventas, y
en vez de saldar una deuda [con el BNDES], que arrastraban y renovaban
incomprensiblemente sin ningún tipo de renegociación ni de multa ni de costo
año tras año desde hacía más de veinte años, toda la plata en dólares se fue
prestando en pesos a las compañías vinculadas, a tasas en pesos ridículas, como
si dijera el 20 por ciento anual, mientras crecía la deuda fijada en dólares y
se iban licuando los préstamos en pesos a una tasa demasiado baja. Es
información que se podrá recabar. ¿Qué hacían? Estaban haciendo el vaciamiento
a través de las empresas, sosteniéndolas y dándoles esa plata, y dejando a
Socma en una situación cada vez más precaria. ¿Qué lograban? Que esa deuda,
finalmente, se pudiera pagar de una sola manera: dándole las acciones de Socma
en Sideco al banco, al acreedor. El acreedor se quedaba con Sideco. Socma era
dueña de Sideco. Sideco era la que tenía todo. Entonces Socma le dijo a su
acreedor: “No tengo más para pagarte”. Y este: “Bueno, dame la empresa”. “Ok te
doy la empresa y te pagué, quedamos a mano”. Así Socma se quedó sin nada, o con
pocas cosas, mientras que Sideco pasó a pertenecer a este supuesto accionista,
al testaferro.
El proyecto original de ellos fue que, mientras
estuvieran en el poder para hacer negocios, al no poder figurar con Sideco lo
hacían a través de un tercero, del que pasaban a ser accionistas. Eso es lo que
quisieron hacer desde el principio. Hice todo lo posible para que lo detuvieran
y no lo detuvieron. Quedó muy claro en los balances sucesivos cómo fueron vaciando,
desviando, conformando el fraude. No cometieron el acto final del fraude, el
traspaso de acciones al banco austríaco, al acreedor. El Meinl Bank apareció
porque había un crédito con el Correo, un acreedor del Correo que este banco
compró, y desde ahí empezó a conformarse la ficción de que era un acreedor de
Socma al cual le debíamos, y como Socma estaba cada vez peor la manera de
pagarle era dándole las acciones de Sideco. El origen es que era un acreedor
del Correo. Y lo de Chapecó fue la excusa para que todos creyéramos que iba a
venir un cuco a llevarse lo nuestro. Y que la única manera de zafar era
escondiendo nuestro patrimonio.
El vaciamiento no se terminó de conformar porque,
finalmente, no hubo traspaso de acciones. Pero
todas las maniobras que hicieron en el camino, con el balance, indican
claramente la
estrategia de vaciamiento, de
fraude.
VALOR
¿Cómo se mide el valor de grupo
Macri? ¿Cómo se mide el valor de las acciones en Socma? ¿Cuál sería el precio
justo para la porción de la torta que le corresponde a Mariano Macri? ¿La
valuación debería incluir los más de 100 millones de dólares que se le debe al
BNDES y que el grupo nunca ha mostrado la intención de pagar? ¿Los millones que
blanquearon Gianfranco Macri, Maffioli, Composto y Amasanti pertenecen a sus
fortunas personales o son parte de la caja negra del grupo? ¿Cuánto gana y
cuanto pierde el grupo por las demandas cruzadas con el Estado por la
expropiación del Correo? ¿Cuánto valdría el grupo si no existieran las maniobras
de vaciamiento denunciadas por Mariano Macri? ¿Cuál fue el costo y cuál el
beneficio de poner la empresa al servicio de la carrera política de Mauricio
Macri? ¿Qué pasó con el dinero en negro que se podría haber depositado en una offshore del Meinl Bank (renombrado Anglo Austrian
AAB Bank en noviembre de 2019) como contrapartida del préstamo al grupo
empresarial, ya que en febrero de 2020 el banco perdió su licencia del Banco
Central Europeo para seguir operando? El gran riesgo de los préstamos back-to-back
es que cuando el banco es intervenido se pierde por partida doble: los fondos
depositados en cuentas offshore no se
pueden reclamar porque están en negro, o sea, no figuran en la contabilidad
oficial del banco; en cambio, el préstamo es en blanco, aparece en los balances
de la empresa y de alguna forma hay que pagarlo. ¿Cuál es el patrimonio real de
Mauricio Macri?
En junio de 2016, para aplacar las
críticas que había generado su protagonismo en los Panamá
Papers, el entonces presidente anunció
que, como gesto de transparencia, pondría sus bienes en un fideicomiso ciego.
En otras palabras, esos bienes serían manejados por un tercero sin que él
estuviera enterado. Según la Oficina Anticorrupción, esos bienes, al momento de
constituirse el fideicomiso, apenas superaban los 22 millones de pesos, poco
más que la quinta parte de los 120 millones de pesos que Macri había incluido
ese año en su declaración jurada como funcionario público. Una fuente de la
oficina le aclaró a Santiago Fioritti, del diario Clarín: “El Presidente seguirá manejando su plata.
Los bienes fideicomitidos son los que generan renta y en eso no podrá meterse
para que no haya conflicto de intereses”.
Según su última declaración jurada
como presidente, Macri terminó 2019 con un patrimonio de 273 millones de pesos
sin contar el fideicomiso, un aumento significativo
con respecto a los 110 millones que
había declarado en 2015 cuando accedió a la presidencia. Pero estos números
representan apenas una ínfima fracción de lo informado por la revista Forbes
Argentina en julio de 2020, en su clásico
ranking anual de millonarios, en el que “Mauricio Macri y familia” aparecen en
el puesto 20, con un patrimonio estimado de 540 millones de dólares. ¿Y cómo
llegó la revista a esa cifra?
Forbes
no revela los detalles que le permiten
establecer el cálculo, pero algunos datos son de dominio público. El ranking de
los más ricos se publicó por primera vez en 1987 en los Estados Unidos. La
marca creció internacionalmente a través de más de cincuenta licencias en todo
el mundo. En la Argentina fue relanzada en 2016 por el periodista Alex Milberg,
su actual director. Las licencias elaboran el ranking local y contribuyen con
sus investigaciones al ranking global. El protocolo diseñado en los Estados
Unidos se replica en cada país.
¿Cómo es el protocolo? ¿En qué se
basan los periodistas de Forbes para
estimar las fortunas de los más ricos? La edición estadounidense lo explica de
la siguiente manera: “Cuando es posible, nos encontramos en persona con los
miembros de la lista o los candidatos a integrarla. También entrevistamos a sus
empleados, operadores, rivales, pares y abogados. Para descubrir sus fortunas,
debimos peinar miles de documentos del SEC (el equivalente estadounidense a la
Comisión de Valores), expedientes judiciales, informes oficiales y artículos
periodísticos. Tomamos en cuenta todo tipo de activos: participaciones en
empresas públicas y privadas, inmuebles, arte, yates, aviones, ranchos,
viñedos, joyas, colecciones de autos y más. Incluimos en el cálculo las deudas
y las acciones caritativas. Mientras que algunos billonarios proveyeron
documentación de sus activos y empresas, otros fueron menos colaborativos”.
La idiosincrasia de los millonarios
también varía según el país de origen. Por ejemplo, son históricas las
maldiciones de Donald Trump, quien siempre sostiene tener más de lo que se
publica. Mientras en Estados Unidos algunos se enfadan con la revista por no
aparecer en la lista, en España y Argentina son más reticentes, señaló una
fuente vinculada a la revista.
“El recaudo es ser conservador con
las cifras finales. También se envían a todos los integrantes del ranking antes
de que sea publicado, para dar la posibilidad de compartir información y hacer
el número más preciso. La mayoría opta por el ‘no comment’. Fue el caso de la
familia Macri”, redondeó la fuente.
Entre los datos que la revista
habría tomado en cuenta, están los últimos balances de Socma y Sideco (2015) y
las ventas posteriores por 30 millones de dólares de participaciones en
Autopistas de Sol y MacAir. También se habrían tomado en cuenta ventas del grupo
Macri por 907 millones de dólares entre 1996 y 2016, incluyendo la
venta de una parte de Sevel a la Fiat entre 1996 y 97 por 71 millones
de dólares.
Para Forbes
Argentina, “Mauricio Macri y familia”
abarca el patrimonio combinado del expresidente, sus hermanos, sus hijos y sus
sobrinos. “Hoy la mayor parte de la fortuna es líquida y se explica por las
ventas de Iecsa, Pago Fácil o las Rodoviarias brasileñas”, señala la
publicación.
Para mí el grupo tenía un valor relativamente importante,
pero hoy es muy difícil rastrearlo porque mucho lo han desprendido por acá y
por allá. Mis hermanos planteaban que no valía nada y que no querían hacer el
esfuerzo de darle plata a ningún accionista. Nos iban dando una mensualidad
para mantenernos tranquilos y poder vivir, sin tener que repartir la ganancia.
En un momento, un psiquiatra cercano me dijo: “Esta rueda de queso es de todos.
Vos tenés un 20 por ciento, pero el día en que decidas que querés sacarlo y
vean que les dejás un agujero, van a decir que de ninguna manera”.
En 2014 hicieron una evaluación con Infupa [consultora
especializada en ventas y fusiones de empresas], y en su informe la consultora
dejó constancia de que la evaluación no había sido independiente. Mis hermanos
solo aceptaron hacer una valoración completamente guiada y condicionada, en la
que el management del holding les daba los valores a Infupa.
Nunca permitieron la independencia de recurrir a la fuente para corroborar esos
números.
La valuación fue pésima: 17 millones de dólares por mi
parte, 85 millones en total. Yo hice mi evaluación en paralelo y mi número daba
entre 200 y 250 millones de dólares por el valor del grupo, aparte del Correo.
Quiere decir que de 40 o 50 yo estaba pidiendo 21, una postura razonable. Pero
la única vez que me senté con Gianfranco para hablar de números me dijo:
“Mauricio no quiere volver a sentarse hablar de esto nunca más. Y yo estoy acá
porque él me puso a mí en representación. Prefiere dedicarse a otras cosas”.
Con Gianfranco empezamos a tener charlas ya con mi
parte devaluada a 17 millones por lo de Infupa. Pero él me decía que la dación
en pago a este tercero [el Meinl Bank], que era la conformación del fraude, era
solo el 60 por ciento del patrimonio, por lo que el otro 40 por ciento no estaba
a salvo y podía ser reclamado por los brasileños. Entonces esa parte que estaba
expuesta al problema de Chapecó no me la iban a pagar, porque no estaba a
salvo. Me descontaban el 40 por ciento de los 17 y me iban a seguir descontando
por boludeces de contingencia. Entonces no hablamos más de precios, sino de
otras formas de arreglo, pero también me iban corriendo el arco, como cuando me
ofrecieron un campo por más del triple de su valor a través del amigo José.
Mauricio podía pensar que esos negocios los había
generado él mismo con su posición de poder, pero en realidad había usado al
grupo de una manera que nada tenía que ver con una mentalidad empresarial, es
decir, con cinco socios sentados a una mesa tratando de maximizar
los activos que tenían en conjunto. Entonces se pierde el punto de
referencia. Yo no quería saber nada con sus nuevos negocios, pero sí entendía
que lo que me estaban diciendo que valía el grupo no tenía nada que ver con lo
que debería valer si se hubiese administrado de otra manera o si hubiésemos
puesto un valor en su momento.
Ahora queda bastante poco: la distribución de los
autos chinos, la empresa ambiental en Uruguay, la inversión en unas empresas
petroleras y no mucho más. Los negocios de energía alternativa fueron
metiéndose después. Algunos residuos de negocios más chicos, de edificios con
unidades en venta. Pero faltaría lo que levantaron los últimos tres años
vendiendo activos. Les ingresaron 120 millones de dólares, que, distribuidos en
cinco partes, implican una cantidad importante.
Pero no, te corren por el lado de las contingencias.
La deuda con el BNDES hoy ya debería ser cerca de mil millones de dólares. Pero
el que nunca haya habido una percepción de riesgo y de incomodidad lo
suficientemente fuertes como para sentarse a procurar un arreglo es un claro
indicio de que siempre pensaron que nunca en la vida iban a pagar.
Se escucha mucho que Mauricio, en los últimos años, se
enriqueció. Hoy en día, su mayor problema es que multiplicó de manera
exponencial sus testaferros y está afuera del poder. Cuando estás en el poder,
nadie ni sueña con traicionarte, pero ahora su desvelo debe ser cómo hacer para
que ya no haya más un solo testaferro y que sea él el dueño. El testaferro no
saca los pies del plato, y si se muere o se te retoba y te roba, cagaste. Esa
debe ser su primera preocupación.
No sé qué habrá hecho Mauricio con lo suyo, pero lo
que aparece en la declaración jurada es poca cosa. Y en el fideicomiso no debe
estar ni la décima parte.
FUNDACIÓN
Mariano Macri trabaja en una
asociación civil dedicada a enseñarles a los padres a educar mejor a sus hijos.
Fue creada por su amigo de la infancia, el pedagogo Juan María Segura, un
ingeniero agrónomo con posgrado en Políticas Públicas de la prestigiosa
Universidad de Chicago. Se llama Educación 137. ¿Por qué? El propio Segura lo
explica en la página web de la institución:
“En 1871 la ciudad de Chicago era
una comunidad pujante, fabril y activa, que crecía en comercio y desarrollo
urbano a la par que aumentaba su infraestructura y construcciones sobre la base
de la madera: casas, ventanas, muebles, edificios públicos, veredas y calles…
“Pocos minutos después de las 21
horas del 8 de octubre de 1871 comenzó a arder un establo ubicado en el 137 de
la calle DeKoven. No se sabe muy bien si fue consecuencia de la patada de una
vaca o de una atribulada partida clandestina de cartas. Lo cierto es que una
lámpara de querosene dio inicio a lo que sería una de las mayores catástrofes
de la historia de los Estados Unidos […]. Con más de 17 mil edificios
destruidos y daños totales estimados en 200 millones de dólares de la época, el
panorama era desolador […].
“En la actualidad Chicago es una de
las mejores ciudades para vivir de los Estados Unidos. Diseño urbano admirable,
arquitectura sofisticada, rascacielos de avanzada, transporte público
confortable y espacios públicos impecables. Arte, música, cine, educación,
gastronomía y turismo alimentan su reputación […].
“Cuando hablamos del estado actual
de la educación en el mundo, y de la necesidad de que se reinvente, revolucione
sus prácticas y resignifique sus mandatos, en algún punto estamos afirmando que
lenguas de fuego están pasando por escuelas, universidades y aulas de todo tipo,
poniendo de rodillas al sistema. El fuego que atacó al sistema educativo,
llamado internet, no quema ni mata, pero destruye el ordenamiento previo, sin
permitir reconstruir sobre los mismos fundamentos. El viento de Chicago, aliado
del fuego, en este caso toma la forma de la banda ancha, la conectividad
satelital y los sistemas de redes inalámbricas […].
“La Asociación Civil Educación 137
se propone comenzar la discusión de la nueva educación con el sentido de
urgencia y de oportunidad que tenían los pobladores de Chicago luego del gran
fuego […]. Debemos, entre todos, transformar los malos
indicadores agregados de aprendizaje en la gran oportunidad de nuestros
tiempos.
¡Debemos ser arquitectos del nuevo orden educativo-productivo!”.
Desde su cargo de secretario de la
asociación civil, Mariano cuenta que ha acompañado a Segura a numerosas charlas
y talleres en las zonas de mayor pobreza de la CABA y el conurbano bonaerense.
Si este libro lo hace más visible y notorio, Mariano espera que esos atributos
se trasladen a la fundación y le sirvan para generar recursos, demanda e
interés. Si este libro sirve para algo, si de alguna manera le cambia la vida,
más que abrirle la puerta para emprender un negocio o desarrollo él se imagina
en la sociedad civil ayudando en barrios carenciados, impulsando la revolución
educativa que está ocurriendo en el mundo desarrollado por gracia de las nuevas
tecnologías y los nuevos paradigmas de organización social.
En algún momento, eran unos pocos los que tenían la
información. Hoy ese esquema se rompió y los chicos ya saben por dónde ir. Es
verdad que hay que acompañarlos, guiarlos un poco, pero el profesor se tiene
que correr. Juan [Segura] predica cosas de mucho sentido común que ya se están
empezando a ver en instituciones muy innovadoras, en las que el chico se
autoevalúa y define su plan de desarrollo. Es espectacular lo que se está
haciendo y lo inteligente que es, porque le permite a cada chico avanzar a su
ritmo y en sus áreas de interés. Hay un montón de diferentes metodologías
desarrolladas para aprender jugando.
Yo me acerqué a él después de leer uno de sus libros y
me propuso crear una asociación civil. Le dije que me parecía fantástico. Después
de un año de conversaciones con él y también con Tomás Jelinek, que nos
acompañó a lo largo de todo el proceso, nació la idea de apuntar a proyectos de
innovación que pudiesen ser escalables a niveles importantes para que,
finalmente, tuviesen un impacto transformador en la educación.
Definimos que los cuatro pilares que debía tener una
fundación dedicada a tratar de romper con la vieja estructura educativa y darle
espacio a algo nuevo eran el debate público, la creación de políticas públicas,
la formación de docentes y el laboratorio. Para innovar hay que experimentar,
todo el tiempo hay que pensar ideas nuevas, métodos nuevos, enfoques nuevos.
Entonces, involucramos a alguien que yo conocía,
Sergio Silva. Él se había formado como entrenador de fútbol y estaba trabajando
en San Isidro en las colonias de vacaciones de los chicos. Un tipo con una
experiencia de vida extraordinaria, que había sobrevivido a un cáncer de
milagro. Tenía grupos de entrenamiento de fútbol para chicos de San Isidro de
una buena posición económica y social y se le ocurrió traer al seno del equipo
a varios chicos con situación compleja, de abuso, adicciones y cosas por el
estilo. El efecto que tuvo fue formidable y hasta salieron campeones en uno de
sus campeonatos. Entonces le propuso al área deportiva de San Isidro hacer lo
mismo pero a nivel municipal.
En 2016 se contactó con Luis Lobo —entonces secretario
de Deportes de la Ciudad de Buenos Aires—, le explicó el proyecto y a Lobo le
encantó. Le propuso llevar a los chicos de la villa a los trece polideportivos
de la ciudad a jugar teniendo en cuenta que los polideportivos no son un ámbito
al que pueden acceder los chicos de la villa. Era una forma de integrar. Ahí
empezamos a hablar mucho.
Corrió con el proyecto durante seis, ocho, diez meses
y le fue muy bien, tanto en la Villa 31 como en la 1-11-14, y no daban abasto.
Pero no sabían qué hacer con los padres. “Necesitamos que ustedes se ocupen de
los padres porque es un complemento fundamental”. Para nosotros era fantástico,
ya que era el proyecto al que veníamos dándole vueltas y la oportunidad de
poner a prueba la hipótesis experimental. Fuimos a la secretaría de Deportes y
Juan propuso, sin mover un ápice el programa que ya estaba en funcionamiento,
sin intentar nada nuevo ni raro, simplemente ayudar a los padres para que
pudieran acompañar a esos mismos chicos, que estaban haciendo una experiencia
muy movilizadora porque los estaban entrenando, preparando y formando como
equipo. Planteamos un espacio de conversación, con una dinámica de respetar y
escuchar al otro, en el que los padres pudieran sentirse cómodos y empoderados.
Eventualmente hablar un poco de herramientas y, finalmente, alentarlos a hacer
un proyecto por sí mismos. La idea fue aceptada.
Hicimos cuatro reuniones adentro de la Villa 31, que salieron
muy bien. Apelando al sentido común, hablamos sobre cómo conversar con los
chicos, cómo interesarse, cómo bajar la guardia y permitir que el chico se
sienta cómodo, cómo ponerse en su lugar. Y la respuesta fue impresionante. Los
padres y las madres iban a la sesión a decirnos cómo había cambiado la dinámica
de diálogo con sus hijos y hasta la dinámica familiar. Una madre nos dijo que
estaba queriendo volver a anotarse para terminar el primario.
Todo esto entusiasmó mucho al área deportiva de la ciudad.
Nos propusieron hacer un planteo y presentar un presupuesto y se hizo. Era un
presupuesto muy accesible, dos millones de pesos para hacer dieciséis grupos en
diferentes lugares. Lamentablemente, no prosperó. Nuestra propuesta implicaba
un tipo de desembarque que cruzaba muchas áreas y jurisdicciones municipales,
muchos presupuestos, con lo cual se volvía muy difícil.
Finalmente, en el club Club Universitario de Buenos
Aires, donde es entrenador de rugby, Juan enganchó con otro entrenador, un
padre que además estaba en la comisión directiva de River. El proyecto le
encantó y le propuso llevarlo a cabo con la Fundación River. El proyecto se
realizó en el 2019 y fue una validación mucho más fuerte porque se hicieron
alrededor de dieciséis reuniones y hasta se filmaron muchas horas de esas
reuniones que condensamos en un video de cinco minutos de muy buena calidad,
que refleja lo que se hizo a lo largo de esos nueve meses en la Fundación
River. Ellos tenían un proyecto de Valores a la Cancha con los chicos, y que
nosotros atendiéramos a los padres era el mejor complemento.
Los padres son el agente educador número uno, pero por
una cuestión de contexto, de valoración de la escuela, se fueron desdibujando
mucho. Siempre se dice que nosotros teníamos mucho respeto por nuestros viejos,
pero pareciera que no sabemos tener autoridad sobre nuestros hijos. Y nosotros
compartimos esa idea. El efecto que tienen los talleres de Educación 137 es que
ayudan a los padres a recuperar la autoridad y a convertirse en referentes de
sus hijos.
Uno de los talleres es de Empatía. Allí explicamos
importancia de ponerse en el lugar del otro, lo que no quiere decir que si tu
hijo viene con un problema se lo vas a resolver y a sácaselo de encima. No, tu
hijo va a tener que afrontarlo porque en la vida, eventualmente, los problemas
los tendrá que resolver él. Lo que les sirve a los padres es tratar de ponerse
en su lugar, saber cómo lo está sintiendo y habilitarlo a que trate de
resolverlo a pesar del momento de enojo, de soberbia o de tristeza que está
pasando. No se trata de apañarlo o sobreprotegerlo, sino de entenderlo. Con eso
estás haciendo mucho por él.
Otro taller es de Reconocimiento del Otro como
Individuo. Tenemos que aprender a manejar nuestras expectativas como padres.
Nuestros hijos son individuos, personas independientes. Y van a volar.
Entonces, tienen que definir su camino. Lo que a nosotros nos toca hacer es
tirar de la cuerda de a poquito y entender cuál es su interés. Preguntar y
repreguntar para ver por dónde pescamos algo que los motiva.
También hicimos un taller de Lenguaje Corporal. Muchas
veces verbalizamos algo positivo, pero el cuerpo nos traiciona. Y eso corta el
diálogo. Desanima al intercambio. Otro de los talleres que surte mucho efecto
es el de Debatir con Argumentos. La importancia, como decía Juan, de que
debatir sea como cocinar: con los condimentos adecuados y bien saborizada, la
comida es mucho más sabrosa. Es una gimnasia que el chico necesita. Los padres
tenemos que ir empezando a buscarles las explicaciones a las cosas, el porqué
de las cosas, y que el chico rebata. Es un ida y vuelta.
SUCESIÓN
Franco Macri murió el 2 de marzo de
2019. “La herencia maldita de los Macri” tituló la revista Noticias del 6 de marzo de 2020 en una tapa ilustrada
con un billete de 100 dólares con un grabado de Franco Macri en lugar de
Benjamin Franklin. El artículo de la revista explica la dificultad para valuar
cuánto le corresponde a Alejandra: “La mayor parte del patrimonio de Franco
habría sido repartido hace treinta años entre Mauricio, Sandra, Gianfranco,
Mariano y Florencia”. Esto es, entre 1985 y 1990, cuando Franco hace un
traspaso de acciones, pero sin ceder el usufructo ni los derechos políticos.
En 1999 Franco toma contacto por
primera vez con Alejandra. En 2006 pierde el juicio de paternidad. En 2007 le
vende su constructora Iecsa a su sobrino. Entre 2007 y 2009 completa el
traspaso accionario a los cinco hijos de sus dos esposas. “En la familia de
Alejandra, hay una fuerte sospecha de que la venta de la constructora al sobrino
Calcaterra y otros desprendimientos de empresas podrían haber sido maniobras
para vaciar una futura sucesión”, dice el artículo de Noticias. Su autor, Rodis Recalt, enumera bienes y
depósitos que serían parte de la sucesión, pero no llega a ponerle precio a lo
que quedó en la herencia. Mariano Macri tira un número. Más allá, claro, de lo
que Alejandra pueda reclamar por no haber sido incluida en el reparto en vida.
Cuando hablé con mi hermana Alejandra, en algún
momento ella quiso llevar la charla al tema de la sucesión. Entonces le dije:
“Quiero dejarte en claro que estoy, te diría, más en tu situación que en otra.
Estoy enfrentado, confrontando, no tengo información, no decido; ellos tienen
el toro por las astas. Ellos se presentaron en la sucesión sin sentarme a la
mesa ni incluirme. Se cortaron solos. Mauricio se presentó con Gianfranco y con
los hijos de Sandra. Disiento mucho con las formas en que hacen las cosas”. Yo
fui con mi abogado, por separado, lo mismo que Flor y Alejandra, cada uno con
un abogado. No hay mucho en la sucesión. Alguna propiedad del viejo... Calculo
unos diez millones de dólares y no mucho más que eso.
TUMOR
Mariano Macri está convencido de
que la pelea con sus hermanos ha afectado peligrosamente su salud y que la
falta de resolución del conflicto es una amenaza para su vida.
Una de las cosas que me tienen preocupado con todo
este proceso de litigio que estoy llevando adelante es que va mucho más lento
de lo que me gustaría. Si se pudiese, como diría Trump, apretaría toda la
botonera para que todo detonase lo más rápido posible, y para que, si ellos
tienen que atajar los penales, los atajen. Y si creen que soy un problema y
tienen que terminar de sentarse y de acordar mi salida de manera razonable, lo hagan.
Yo necesito dar vuelta la página y terminar lo antes
posible con esta situación. El equipo de gente que me sigue, que son penalistas
y civilistas, cree que hay que ir paso a paso, sin generar demasiado despelote
de golpe, porque un despelote de golpe se puede ir de las manos. Yo les explico
que tengo un tumor en la cabeza, en principio, benigno. Si se mantiene igual o
se achica, no van a tocar nada, pero si crece me van a tener que hacer la
ventanita con la sierra y sacarlo. El tumor no entiende estas razones. Lo que
quiere es la tranquilidad de que todo esté yendo a un fin a paso firme y
acelerado. Para mí cualquier final es bueno, suceda lo que suceda, siempre y
cuando pueda dar vuelta la página y dejar de tener mi cabeza, mi tiempo y mi
energía puestas en esto. Ese sería un buen final para mí. Sería el final de una
saga de muchos años en la que, por las cosas de la vida, porque ellos se han
tomado mi postura tal vez de manera personal o porque soy demasiado generoso, o
simplemente porque mi hermano mayor es el mayor hijo de puta que jamás haya
conocido en mi existencia, trataron de doblegarme, de no darme nada o de darme
migajas. Pero si esto se termina de cerrar, después de mucha lucha y de
bancarme los apretones, en esta rueda de la vida en la que todo va y viene, mi
postura se estaría reivindicando.
EL
ÚLTIMO LICUADO
Mauricio y Mariano Macri mantuvieron un encuentro cara
a cara en marzo de 2020. No terminó bien.
Finalmente, a dos días de la cuarentena, después de
prácticamente seis años, las circunstancias de la vida me llevaron a tener una
reunión de una hora y pico con mi hermano Mauricio.
Fabio venía respaldándome fuertemente así que Mauricio
se acercó a él y lo tomaron como interlocutor y referente, por lo menos en esta
etapa de las conversaciones. Él me venía diciendo que lo que yo estaba haciendo
iba a rendir sus frutos. Hacía muchos años que veníamos coincidiendo en que la
única manera como podían entender era poniéndolos contra la pared, llevándolos
al extremo, exponiéndolos. Mientras el problema fuera solamente mío, no iba a
haber ningún tipo de reacción ni de consideración.
Fabio tuvo una charla de cuarenta minutos por teléfono
con Mauricio y después se reunieron. Fue a verlo a la casa que Mauricio estaba
alquilando en Martínez, la misma a la que yo iba a ir después. Una casa con
barranca al río y muy linda vista.
Me contó que con él Mauricio hizo mucha catarsis.
Claro, yo llevo trece años macerando el maltrato y esta situación realmente
espantosa de aislamiento de la familia, y Mauricio recién está bajándose de las
nubes y de todo ese juego del poder y del TEG, encontrándose con problemas más
mundanos, que antes no lo alcanzaban porque no tenía tiempo para distraerse y
se suponía inalcanzable. Ahora, con genuina preocupación por los avances que
estoy haciendo en la justicia, resulta que en las charlas con Fabio concluyó
que tenía que hablar conmigo.
Fabio tiene una mirada absolutamente pragmática; no
entiende el comportamiento de mis hermanos ni lo comparte desde ningún punto de
vista. Él percibe, como empresario, que Mauricio quiere negociar un arreglo,
entonces inteligentemente trata de resolverlo para poder verme dar vuelta la
página y empezar una vida propia, rica, interesante, inspiradora y llena de
alegrías y de logros. Entonces el tipo me quiere llevar hacia la oportunidad
del cierre. Él lo percibe como una negociación. Pero, por lo que me transmitía,
me quedaba claro que el momento propicio para tener una charla constructiva no
era ese.
“Francamente —me dijo Fabio—, me gustaría verte salir
indemne de una negociación inteligente, aunque eso signifique resignar algo. Y
antes de que se hunda este barco. En todo el mercado se escucha que van a
terminar muy mal. Qué bueno sería que vos pudieras liberarte de esta situación
y capitalizar lo que te corresponde, lo que heredaste de tu padre, que es tu
derecho,
y verlos, habano en la mano, cómo se les hunde el barco por haber hecho
las cosas como las hicieron”. Y me contó: “Traté de hacerle entender que no era
un problema de plata, aunque le cuesta mucho. ‘Incluso —le dije—, francamente,
la opinión no es solo mía ni de mi entorno, sino de toda la plaza, de todo el
país’, que por más que él diga que no tienen plata, todos creemos que tienen
mucha. Entonces el argumento que él blande de que la empresa no vale no sirve.
‘Además
—le dije—, tu hermano tiene estudiada toda la empresa y sabe
perfectamente todo lo que han hecho de mala administración, de vaciamiento,
desvío de fondos, de fraude. Y está muy dolido’”. Como conclusión de esa charla
con Fabio, Mauricio dijo: “Bueno, lo voy a llamar y me voy a juntar” y me
escribió este WhatsApp: “Hola, Mariano. Bueno, solo decirte que estoy a tu disposición. Abrazo”. Una hora después,
me reuní con Fabio para tratar de sacar algo en limpio. Realmente, yo estaba
muy descreído de que valiese la pena un encuentro, pero le contesté a
Mauricio que si quería al día
siguiente nos hablábamos.
—Dale —dijo.
Al otro día, a primera tarde, le
escribí:
—Yo a las dieciocho estaría
disponible para juntarnos.
—Perfecto, ¿dónde?
—No tengo inconveniente en
acercarme a tu lugar —le dije.
—Buenísimo —y me dio la
dirección.
A las cinco y cuarto, estando en viaje hacia el lugar,
le pregunté por la localidad. “Perdón, recién despierto”, me respondió. Mirá
vos: él venía de la siesta y yo de mi médico chino, lo cual me permitió entrar
a su casa en un estado bastante zen.
Ese martes, a las dieciocho horas, tuvimos la charla
con mi hermano. Empezó en tono coloquial: “Se ve que este lugar me hace bien,
me quedé dormido. La verdad es que nunca me imaginé vivir acá”. Juliana solo
apareció al principio, para traernos un licuado de frutas a cada uno y sonrió a
la distancia. Nada más. Ni siquiera al irme. Y a Antonia también la vi a la
distancia. Cuando llegué hizo el gesto de acercarse a saludarme, pero le dije:
“No, preciosa, mi vida, qué lindo verte” [para evitar un posible contagio de
coronavirus] y le hice un saludito de lejos con la mano. Y al despedirme
también.
Yo había ido con mucha determinación a que le quedase
claro que el mío era un gesto de buena voluntad. Iba dispuesto a hablar muy
poco y decirle simplemente que él tenía dos opciones: o ponerse en espectador
de esta serie y ver cómo se desarrollaba y cómo la cosa se le desmoronaba
encima o atender mis condiciones. Esto último implicaría, en la letra chica,
que yo no seguiría insistiendo en la justicia. Pero él cambió el enfoque.
Arrancó diciendo: “Tuve una charla muy buena con mis primos, con los dos
[Ángelo y Fabio], y me dijeron que, en realidad, más allá de lo que yo pueda
decir, ‘todos entendemos, suponemos, creemos, que vos tenés cantidad de plata y que es una pelotudez
que no resuelvas esto’”. Y después se pasó unos
minutos tratando de explicarme que no era así: “Yo jamás me preocupé por
la plata, igual que papá, que vos sabés era un desprendido. Lo habré tomado de
él...”.
Eso me predispuso muy mal. Acto seguido quiso instalar
el tema de mamá: “Me gustaría empezar a hablar por la preocupación de mamá”.
Entonces perdí la paciencia: “Francamente vine no porque creyese que nos
pudiésemos entender, porque no hay nada más lejos de la realidad. Vine porque
creo que constantemente me pintás una película con la cual no concuerdo ni un
poco. Yo no veo, bajo ningún punto de vista, la manera en que puedas correrte
de esto. Y estoy bastante saturado, no solo por lo que he vivido estos doce
años, por el forreo, el maltrato y todo lo que ha sucedido, sino también por tu
postura desde el inicio, de pretender que no tenías nada que ver con todo esto
cuando sos el principal responsable. Imaginate lo mal que me predispone que me
empieces con este discurso de que ‘yo, como hermano mayor, quiero ver si puedo
ayudar’, como si nada tuvieses que ver. De hecho, yo estoy acá porque vos estás
preocupado y no porque quieras ayudar”.
La conversación, más que tensa, era bastante fuerte.
Yo me sentía conmocionado, y seguramente se notaba en mi expresión y en mi
tono. No me tembló la voz, pero me puse a hablarle con un tono muy grave. Y me
levanté. Cuatro veces me pidió “no, no, no, quedate, quedate; hacía muchos años
que no hablábamos”. “¿Vos querés que yo te siga hablando de esta manera?”, le
pregunté. Le estaba dando contra las cuerdas y el tipo me decía: “Yo te
escucho, me estás diciendo cosas terribles, me la estoy re bancando. Quedate”.
Y bueno, otros quince minutos de darle sin parar. Llegamos a tocar todo. Es
bastante tedioso y difícil hilvanar una conversación de una hora. Él me iba
llevando a que me sacara todo de adentro, un poco también para darle el gusto a
mi primo Fabio. Fue una charla con una mezcla de sentimientos: mucho enojo y
una enorme liberación. Realmente me saqué un peso encima.
Yo pivoteaba mucho. La dinámica era que él coincidía
en algo pero se mantenía afuera, entonces yo le volvía a argumentar con una
cosa más pesada para demostrarle que no podía estar afuera y él me rebatía con
algo que para mí era una afrenta, más de lo mismo, una tomada de pelo. “Yo no
me voy a mover de mi lugar”, repetía, con su bagaje de entrenamiento para
mantenerse impávido y decir cualquier cosa sin que le afectara. Llegó un
momento en el que me faltó decirle: “Es para cagarte a trompadas”. Y cuando
empezó con que “bueno, yo quiero ver cómo puedo ayudar”, le dije: “Mirá,
Mauricio, yo no vine a negociar. Yo vine a hacerte ver que voy a seguir, porque
lo único que me importa es terminar con esto. Es lo que me sirve para mi salud,
para mi futuro, y es lo que quiero: dar vuelta la página. Y es el único camino
que tengo. No estoy para negociar. Esta conversación no te va a cambiar a vos,
no me va a cambiar a mí”. Él insistía: “No, bueno, pero yo tengo la obligación de...”.
Y le respondí: “Mauricio, todo lo que se hizo se hizo con tu anuencia. Vos
estuviste desde el principio, desde el 2007, cuando me dijiste, en el enfrentamiento con el viejo, ‘¿de qué lado estás?’.
Ahí ya empezaste a obrar con una
falta total de
sensibilidad”.
“La vida no es como la guerra de las galaxias —seguí—,
donde está el lado oscuro y los Jedis. La vida es una sucesión de decisiones
insensibles que van teniendo consecuencias y conformando una situación, en este
caso, la destrucción de una familia. Volviste a mostrar esa insensibilidad
frente a la enfermedad de nuestra hermana y no tuviste empacho en meterla en el
medio de este enfrentamiento. Y todo esto, ¿de dónde parte? Nuestras
diferencias parten de que vos propusiste un fraude como solución a los problemas
cuando eras jefe de gobierno. Después te llenabas la boca con discursos, pero
estabas proponiendo un fraude. ¿Con qué cara? ¿Cómo le explico a mi cabeza que
el hombre del discurso es el hombre de las acciones? La dicotomía entre uno y
otro es total. Dos personas totalmente distintas. ¿Te das cuenta? Fuiste
tomando una serie de decisiones en las que no te importó la salud del viejo ni
la angustia que vivió, ni tampoco la enfermedad de mi hija. Yo tuve que acudir
a mi primo Ángelo a pedirle plata, porque el médico oncólogo del Fundaleu que
me decía que me traía la droga de afuera me cobraba una fortuna, y ustedes me
dieron vuelta la cara, me habían cortado el grifo, me dejaron seco, y no
lograba siquiera que reaccionaran frente al episodio de cáncer de mi hija. Tuve
que recurrir a mi primo, que fue el que me ayudó. ¿Te das cuenta? Mi proyecto
era unir a la familia, velar por el crecimiento de la gente y que la empresa no
se fagocitara a la familia, pero vos tenías tu proyecto de poder. Y tu proyecto
de poder nos llevó a dos galaxias diferentes. No hay manera de que nos
entendamos, vos representás todo lo opuesto a lo que yo creo”. Le llegué a
cantar todas.
El tipo, con una cara... decía: “Bueno, era la única
manera de no perder todos”. ¿No perder todos qué? Ya me decía cualquier cosa.
Le dije entonces:
—La deuda con el BNDES no existe como riesgo. [Porque
el grupo no piensa pagarla, aunque la usan para bajarles el precio a las
acciones de Mariano].
—¿Pero cómo no? ¿Qué es? ¿Una
mentira?
—¿Y cuántos años pasaron? [Más de
veinte]. ¿Qué pasó? [Nada].
—Sí, la verdad, es increíble.
Será toda una mentira.
Él no me negaba el fraude, pero se hacía el pelotudo
de una manera olímpica. Entonces yo me calentaba más y redoblaba la apuesta:
“Metiste a tus hijos en el medio de esta confusión, con el riesgo de cárcel.
¿Te das cuenta? Eso un padre no lo hace. ¡Hiciste lo mismo que Báez! Pusiste a
tus hijos en peligro. Y ellos votaron a favor con tu consejo. No podés seguir
insistiendo con que no tenés nada que ver”. Contestó que a ellos no les
importaba el tema de la empresa. Entonces le dije que, al no haberles mostrado
todo lo que había sobre la mesa para que pudieran definir por sí mismos si
estaban dispuestos o no, les había impedido aflorar como seres humanos, poder
elegir qué valores defender o en qué lado de la ética ponerse. “Los usaste”.
Pero el tipo, con su experiencia, con una cara muy bien lograda, seguía
tratando de tirar de la cuerda.
Creo que nunca
se había enfrentado con alguien que le dijera todo lo que yo le dije con ese
grado de crudeza en una conversación de una hora. “¿Por qué querés que me
quede? ¿Vos querés seguir escuchando?”. “Quiero entender por qué tanto odio”,
me dijo. Después mi mujer interpretó que era todo lo contrario, que estaba
proyectando, “el odio es el que ellos tuvieron con ustedes”. Pero yo no lo
interpreto como odio, sino como la actitud de alguien que miró el poder y no se
pudo dar el lujo de detenerse por ninguna distracción.
Él seguía con la dinámica de aferrarse a su cáscara
vencida de “yo me mantengo al margen, nunca tuve nada que ver” y eso me llevaba
a levantar cada vez más la apuesta, porque la bronca que me daba de que el tipo
siguiese aferrándose a esa maldita excusa o pretexto barato me hacía tirarle otra
y otra. Entonces le dije: “Vos escupiste sobre la tumba de nuestro padre a la
semana de su muerte”. Lo dije mirándolo a los ojos con mucha intensidad y mucha
bronca. “Bueno, me dejé enredar”, contestó. “En ningún momento te preguntaron
nada. ¿Sabés lo que yo pienso? Que a vos te encantó que Lilita se inventara la
historia de que el padre es el demonio y el hijo es el bueno, para mí fue
Lilita la que compró su propia historia para tener estómago de acercarse a vos,
porque no tenía cómo conciliar sus diferencias. Y vos la dejaste correr,
durante muchos años dejaste que dijeran cualquier cosa de nuestro padre cuando
era el tipo más lúcido y bienintencionado. Vos por la política y por el poder
lo permitiste, y encima escupís sobra su tumba. Nadie te enredó nada. Eso es lo
que te define”.
Le seguía tirando. En un momento, le pregunté: “Si no
tenés nada que ver con todo esto, ¿por qué cuando se venza la feria judicial no
entrás en la justicia para ver lo que expuse de todas las tramoyas de
vaciamiento, de fraude, de mala administración que se han cometido en los
últimos años? Miralas, estudialas y fijate. Ya que no tenés nada ver, por ahí
te conviene reclamar, porque te defraudaron a vos también”. Se lo dije,
obviamente de manera irónica, porque ya le había enumerado todo lo que se había
hecho en la empresa, los fraudes, y que Gianfranco me había dicho en la cara
que iban a hacer los negocios por afuera y que yo me iba a joder. Seguí
diciéndole: “¿Y de dónde te creés vos, que tanto me decís que no, que Gianfranco
sacaba la plata para comprarles las acciones a tus hijos?”. “Bueno, de los
negocios de energía eólica”. Yo me quería matar. Me parecía una gran tomadura
de pelo y estaba harto. Ya había tenido este diálogo en mi cabeza tantas veces,
tantas veces, que no lo quería tener en serio, porque sabía que era llevarme a
la ira más absoluta. Era hablar con un psicópata, que iba a sostener lo que
tuviese que sostener.
El hijo de puta me dijo: “Mirá, de Gianfranco
cualquier cosa, pero ¿que nos robe?”. Ya no podía más. ¿Cómo puede ser tan hijo
de puta? Llega un punto en el que decís: “¿Qué? ¿Te tengo que aplaudir por lo
bien que escondés las cosas? ¿Realmente me querés ningunear de esa forma?”. En
realidad, un poco lo entiendo, porque si llega a pensar “me describió como
soy”, debería aparecer con un tiro en la cabeza en cualquier momento. ¿Cómo
soporta el personaje en el que se convirtió?
—¿Vos qué te creés, que
Gianfranco puede haber hecho todo lo que hizo sin el apoyo tuyo?
¿Querés que yo adhiera a ese
discurso? —dije.
—A ver, está bien, decime un negocio que yo haya hecho mientras estuve en
mi gobierno — contestó. Y le tiré lo de Autopistas del Sol, a lo que respondió
con más patrañas.
—¿Querés que hablemos del acuerdo que hizo tu gobierno con la autopista,
y la manera como la vendieron por la mitad del valor a Socma?
—Bueno —dijo—, justamente Socma no podía participar. Hubo momentos en los
que yo evitaba meterme.
Entonces le
respondí que la justicia iba a definir qué estaba bien o mal hecho.
En un momento le dije: “Mirá, Mauricio, yo quiero que
entiendas que a mí me importa tres carajos si todo esto se va a la mierda y yo
me quedo sin un mango. Y eso porque, ya que te preocupabas por mamá, si te
ponés a pensar, seguramente mamá sería una mejor persona si no tuviese el apoyo
de tanta plata, cambiaría un poco su soberbia. A Gianfranco no le vendría mal,
a los alcornoques de mis dos sobrinos [hijos de Sandra] lo bien que les vendría
salir a la calle y valerse por sí mismos. Yo me la voy a rebuscar y salir
adelante. Ustedes me entrenaron. Durante todos estos años, me cortaron todos
los chorros y me enseñaron a valerme por mí mismo. Y a mi hermana Florencia
tampoco le vendría nada mal. Así que olvidate, a mí me importa tres carajos lo
que pase. Ya te expliqué que tengo en mis manos una sola solución, porque lo
que quiero es que esto termine. Si vos creés que hay otra solución a las
condiciones que yo te puse por escrito, escribila. Hasta ahora soy el único, en
todos estos años, que puso condiciones por escrito”. Me contestó: “Sí, me
parece increíble, me dijo Fabio, que nunca recibiste una propuesta por escrito.
Y yo le respondí que Gianfranco me decía que vos siempre cambiabas todo. Cada
vez que llegaban a un acuerdo, vos cambiabas los tantos”. Ahí le tiré los
números. “Yo te dije 21 palos por Socma y nueve por el Correo”, y él respondió
que por el Correo no iba a pasar nada. “Eso por la forma en que ustedes
manejaron las cosas —le dije—. ¿Qué querés? ¿Que hablemos de todos los fraudes?
Claro, la empresa no vale nada, se llevaron todo para otro lado. No, yo no
estoy para discutir el precio. Incluso intenté, a través de Ángelo, proponerte
que ni habláramos de si eran 17 o 20, si me tienen que pagar eso o cuánto. Le
dije que no habláramos de precios porque no nos íbamos a poner de acuerdo
nunca. ¿Por qué no le pedimos a la misma Infupa que haga cinco paquetitos
equiparables, los ponemos en un bolillero, cada uno mete la manito y saca el
que saca? Si los tipos hicieron un buen trabajo saldremos todos contentos, si
lo hicieron mal alguno se joderá, la suerte dirá quién”. Mauricio contestó que
Ángelo nunca le había comentado eso. Ángelo me había dicho: “Viste como es tu
hermano. Realmente me da la impresión de que a veces ni escucha. Yo le expliqué
todo, pero el tipo me miró y ni me respondió”. Cuando se lo conté, él me salió
con una de sus muletillas: “Che, sí, la verdad es que tenés razón. En algo en
lo que sí estuve mal fue en no prestarme al diálogo”.
Esto venía diciéndomelo desde el 2013. Por eso yo le
había aclarado que no había ido a su casa a negociar. Con esa charla, no
pretendía cambiarlo ni enmendar relaciones: “Pareciera que estás adhiriendo a
la teoría de que necesito sacarme todo el veneno de adentro para ver si cambio
mi posición, pero no voy a hacerlo. Son muchos años, Mauricio, yo ya pensé
todas las respuestas que me estás dando, ida y vuelta, y no me cierra ni una.
¿Entendés cómo es la cosa? Quedate con lo único que te vine a decir: esto
termina. Vos elegirás de qué manera. Pero esto
termina”.
La charla fue muy muy muy fuerte. Él insistía con
“bueno, pero yo nunca estuve a cargo, nunca estuve...”. Fue en ese momento
cuando le dije: “Mauricio, desde que papá nos donó el grupo, desde el
principio, vos lo manejabas por teléfono. El mundo no funciona así. ¿Sabés lo
que hiciste? Me pusiste a Gianfranco y a Leo [Maffioli] como fuerza de choque.
Fueron tus piqueteros, fueron tus barras bravas. No vale decir ‘yo era el
presidente del club, no sabía nada’. Vos los mandaste, y si los tipos después
mataban en la tribuna o vendían drogas a los chicos, no vale decir ‘yo no tenía
nada que ver, eran ellos’. Era gente mandada por vos”.
Cuestión que se las dije todas. Llegué a decirle:
“Mauricio, quiero que entiendas que no te tengo ningún respeto como persona.
Para mí, representás todo lo que no está bien”. Y eso que no tocamos nada de su
gestión... También le dije cosas más abstractas, como: “El personaje que estás
tratando de defender te llevó a meterte dentro de una cápsula y apartarte de la
realidad, a decir mentira tras mentira distorsionando todas las cosas, y lo
único que has logrado es la destrucción”. Le hablé del tema de las escuchas:
—Durante un año tuve que consolar a mi hermana
[Sandra]. Ella venía y me decía: “Mauricio me borró” y yo trataba de
contenerla.
—Tenés que entender, su marido me estaba atacando con
un tema en el que no tenía nada que ver. Lo estaban escuchando al marido y yo
ni sabía.
—¿Que no sabías? Yo te fui a ver a Ocampo [la calle de
Palermo Chico en la que vivía Mauricio] para explicarte que mi padre estaba muy
preocupado por la integridad física de Sandra y de nuestros sobrinos, y que no
sabíamos de qué era capaz este tipo, y vos después evidentemente te enamoraste
del juguete. Intervino Maffioli, Maffioli se ocupó con los israelíes…
—¡No! De eso
se ocupó Pelachi [Adrián, exjefe de la Policía Federal].
—No, no fue
Pelachi, fue otro comisario retirado que había antes.
—Pero no fue en una empresa israelí. Papá acudió a
Mike Akerman, el que estuvo en mi secuestro.
—No, Mauricio, yo tuve en la mano los informes de
todas las escuchas que se hicieron. No es como vos decís.
—Bueno, ¿ves?
Yo nunca vi esos informes.
—Pero si yo te
los pasaba.
—¿Cómo querés
que reaccione si nuestra hermana no lo contenía al marido?
—¿Vos me estás jodiendo? Estás hablando de una mujer
que llevaba diez años de quimio, metástasis en los huesos y en las partes
blandas. Estaba, pobrecita, pendiendo de un hilo, y este psicópata hijo de puta
que tenía de marido, que era un tipo enfermo como nadie, la tenía totalmente
coaccionada y chupada, ¿y vos me decís que ella no hacía nada? ¿Vos te das
cuenta de lo que estás hablando?
—Bueno, tuve la mala suerte de que lo contrataran a
[el espía] Ciro James [en la policía de la ciudad durante su gobierno], que me
armó todo este escándalo.
Siempre tratando de borrarse, de eximirse. Lo tiene
realmente muy incorporado, hasta se cree la película. Y siempre hay fusibles
para despedir cuando las cosas no salen. O el pobrecito de Marcos Peña, que
tenía que poner la cara para que le pegaran todos. Me faltó decirle: “Estás en
tu juego de poder y delirio creyéndote el salvador de la patria y del mundo
mientras le das vuelo y espacio al destructor, a ese costado tan insensible que
hizo tanto daño a toda la familia y a toda la
Argentina”.
A esa altura, yo ya estaba muy caliente. Ya había
tratado de irme varias veces y él me había retenido. Al final le dije: “Ya
está. No da para más”. Sin saludo final. Sí saludé a Antonia desde lejos con la
mano y le sonreí. Y me fui. Enfilé derecho por un pasillo atravesando la casa y
hasta estar afuera no paré. A Mauricio no le importa entenderme. Lo único que
le importa es establecer que no tiene nada que ver. El tipo conoce bien el
límite y se quedaba callado, impávido, con esos ojos celestes con que te mira.
Y nada, ningún reflejo.
AGRADECIMIENTOS
A Mariano,
por haberse animado y por haber confiado en mí.
A mi hermano Matías, el gran compañero de aventuras
que me dio la vida, por abrirme una puerta más y por cuidarme la espalda
siempre.
A mi hermano
Nacho, por traerme
de vuelta a la Argentina y por enseñarme que se puede
estar mejor.
A mi hermana María, por apoyarme y ayudarme siempre
con mucha generosidad desde que volví a Argentina a empezar de cero, siendo
ella una periodista establecida y reconocida, y en particular por aconsejarme y
ayudarme con este libro desde el principio.
A mi hermana Julia, por estar siempre cerca a pesar de
la distancia, y por darme fuerza y confianza cada vez que la necesité.
A mis queridos cuñados Federico Huber, Francisca
“Borriqueta Valdivia” Araya y Leonardo Pereira, por elegirme como amigo.
A José O’Donnell, compañero de encierro, por
involucrarse y comprometerse con muy buenos consejos. A Ramón Stocovaz, por
tanto.
A mis tíos Carmen Celia, Miguel Ángel y Corita y Pacho
y Marina, a mis tíos y abuelos que ya no están, por quererme y cuidarme desde chiquito.
A Juan Boido, director editorial de Penguin Random
House Argentina, por creer en mí y en el libro a pesar de la pandemia y lo que
fuere. A mi gran editora Ana Laura Pérez, por poner su talento y dedicación al
servicio del libro y enderezar el barco con dos o tres golpes de timón en el
momento justo. A mi nueva gran editora Gabriela Vigo, por su calidez y su
comprensión de la naturaleza humana, su compromiso y atención al detalle. A
Glenda Vieites y a Mariana Creo, por apoyar cuando hizo falta.
Al capo de
Cristian, por ponerse la diez y dejar todo en la cancha.
A Guido Vassallo y a Juan Manuel Boccacci, por confiar
en mí y ayudarme desde el primer día con las interminables desgrabaciones y la
preparación de informes acerca de distintos temas, y por escucharme y compartir
mis dudas y esperanzas durante meses. Este libro también les pertenece. A
Natalia Garay, por su aporte de material de archivo y base de datos del Poder
Judicial.
A Mercedes
López San Miguel, mi coequiper en la sección El Mundo de Página/12; a Nora
Veiras, a Pedro Miguel “Bicho” Álvarez, a Celita Doyhambéhère y a todos
los compañeros de redacción, que me enseñaron y soportaron y compartieron
momentos durante tantos años.
A Pacho O’Donnell, Gabriela Cerruti, Juan Mathé,
Gustavo Veiga, Héctor “Teddy” Frontini, Juanjo Angelillo, Alex Milberg, Sergio
Gabriel Greco, Liliana Timberini, Cristóbal Llorente, Miguel Canale y Arturo
Legentil, por su apoyo, su aliento, sus consejos y su generosidad para
contestar mis preguntas. También a las personas que me dieron información pero
pidieron que no las nombrara.
A Van the Man,
por la música.
A Valeria Canale, mi enorme, hermosa y querida
compañera, por haberse alegrado con cada avance, preocupado con cada escollo,
sorprendido con cada descubrimiento, bancado en cada parada difícil, y por
haberme soportado cada vez que este libro no me dejaba pensar en otra cosa.
“ESTE LIBRO
ES PARA RESOLVER UNA SITUACIÓN DE SOMETIMIENTO, EXTORSIÓN, MALTRATO Y
AISLAMIENTO. QUE LA GENTE LEA Y SE PRONUNCIE”.
Como ha sucedido con las grandes revelaciones que
cambiaron el curso de la historia, Santiago O’Donnell se encontró con un
testigo invalorable. Mariano, el hermano menor del ex presidente Mauricio
Macri, le detalló, durante las entrevistas que mantuvieron, el maltrato y el
sistema de chantaje y estafas que primero destruyeron a la familia y, luego, a
la Argentina.
Solo un periodista con la experiencia de Santiago
O’Donnell —y un prestigio global por investigaciones como Wikileaks y Panamá
Papers— podía rastrear, chequear y profundizar en esos secretos íntimos que su
entrevistado iba contándole encuentro tras encuentro.
Hermano es
el resultado de ese trabajo minucioso con los dichos y los testimonios pero
también con la información y los hechos concretos. Roto con dolor el pacto de
silencio y amenazas de una vida, Mariano pudo detallar las intrigas domésticas,
los movimientos empresariales y las manipulaciones políticas que llevaron al
poder a Mauricio Macri.
SANTIAGO O’DONNELL
Es
periodista. Actualmente cumple tareas como editor jefe de la sección El Mundo
de Página/12, dirige el sitio web
Medio Extremo y mantiene el blog santiagoodonnell.blogspot.com.ar. Además, es
director de la Maestría de Periodismo de la UBA y docente en NYU - Buenos
Aires. Comenzó su carrera en el Buenos
Aires Herald, pero rápidamente pasó a trabajar en dos de los diarios más
importantes de los Estados Unidos: entre 1987 y 1990, en Los Angeles Times, y de 1991 a 1994, en The Washington Post. De regreso a la Argentina se incorporó a la
redacción del diario La Nación, para
luego ser editor general del semanario TXT.
Es autor de los exitosos ArgenLeaks. Los
cables de Wikileaks sobre la Argentina, de la A a la Z, y PolitiLeaks. Todo lo que la política
argentina quiso esconder. Sus secretos en Wikileaks de la A a la Z, y
coautor de Derechos humanos®. La historia del CELS. De Mignone a Verbitsky. De Videla a Cristina,
y ArgenPapers. Los secretos de la
Argentina offshore en los Panamá Papers, todos de Sudamericana.